martes, 7 de junio de 2016

(YeWook) University -Serial- Capitulo 8


Nota: ¡Hola a todos! ¿Cómo van? Siento haber tardado tanto en publicar este Yewook, bueno, como comprobaran, ha tenido su trabajo y quería asegurarme que estaba bien, aunque al final no me ha convencido, pero bueno, ustedes deciden al final ¡Espero que les guste! ¡Besos!

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-Tienes una casa muy bonita –Fue lo único que supo comentar cuando pasó al interior de la casa, ya que su mente se encontraba pensando en otras cosas no muy decentes.

-Sí, bueno, es simple y reconfortante, para que más –Ryeowook cerró a puerta tras él, poniéndose nervioso al ver que Yesung se encontraba allí, en su casa.

-¿Y tus padres? –Esa pregunta, caló a Ryeowook. Por suerte, el mayor estaba entretenido observando su casa como para percibir la pálida cara de él.

-No… No están –Fue lo único que pudo pronunciar.

-Ah, que están de viaje, bueno, mejor para nosotros.

Ryeowook se limitó a asentir con la cabeza. De manera inconsciente, su mirada se deslizó hasta una fotografía que se encontraba colgada en la pared de la entrada, donde él aparecía en medio de sus padres. Sí, estaban de viaje, de uno del que nunca regresarían.

-¿Qué estabas haciendo antes de que yo viniera? –Su pregunta lo sacó de sus pensamientos, provocando que volviera a la tierra.

-Nada interesante, solo leída –Lo acompañó hasta su acogedor salón.- Siéntate, por favor.

-Gracias –Yesung, pareció algo molesto cuando le volvió a hablar.- Me he encontrado al simpático de tu amigo por el camino. Un día de estos se queda sin su cara bonita.

-No entiendo porque te molesta tanto su presencia. Si nunca te ha hecho nada.

Yesung, no respondió. Prefería guardarse sus motivos, por ahora.

-Necesito que me aclares a que vino ese… hm… beso que me diste hoy delante de todos… -Ryeowook se sentó a su lado, porque no había donde más hacerlo, en el sillón, pero evitaba mirarle.

-¿Por qué? ¿Quieres repetir? –Una ladina sonrisa se formó en el rostro del mayor, incluso se agrandó cuando Ryeowook lo miró al momento, con un leve enrojecimiento en sus hermosas mejillas.

-Por favor, como iba a… querer repetir… por favor… -Desvió la mirada, hasta el suelo. En realidad sí que quería. Y más cuando lo ha visto, tan bonito, en la puerta de su casa. Hasta a él le llegaba la loción que había usado. Era delicioso. Deseaba acercarse más para poder aspirar el olor, pero no debía hacerlo.- ¿Crees que funcionara todo esto o solo lo estás haciendo para aprovecharte de mí?

-Creo que funcionara, y no me aprovecho de ti, porque algo me dice que tú también querías que viniera a verte.

-¡Eso no es verdad!

-Ah, ¿no? Mírame –Ryeowook no le hizo caso, seguía mirando el suelo. Pero Yesung agarró su barbilla y lo obligo a mirarle ¿desde cuándo estaba tan cerca?- Estoy seguro que si ahora mismo besara tus labios, no pondrías ningún impedimento.

-No estés tan seguro… -A pesar de llevarle la contraria, su cuerpo no reaccionaba de la misma manera. Sentía sus labios arder, sus ojos estaban clavados en los de él. Era muy descarado, no sabía porque, pero le daba igual, no percibía nada más a su alrededor que sus ganas de besar a Yesung. ¿Tenía que hacerle caso a su orgullo y apartarse o a sus deseos? Lo tenía muy claro. No iba a desperdiciar una buena oportunidad por culpa del orgullo.

Fue el mismo Ryeowook quien se lanzó esta vez sobre los labios del mayor, pillándolo por sorpresa. Al notarlo, Ryeowook sonrió para sí. Lo había sorprendido y eso era bueno, aunque no tanto como el dulce sabor de sus labios.

Sentía sus manos sobre su rostro. Lo tocaba con dulzura, pero en sus dedos notaba cierta desesperación, al igual que en los movimientos que hacían sus labios sobre los suyos propios.

¿Cuánto tiempo llevaban besándose de esa manera tan desesperada? Parecía que se devoraban los labios poco a poco, apenas se separaban escasos segundos para obtener algo de aire antes de volver a besarse. Incluso se podría decir que parecían dos amantes que habían estado muchos años separados y por fin, podían estar juntos.

No se dio cuenta de cuando Yesung bajaba una de sus manos hasta su cintura, atrayéndolo más a su cuerpo. No le disgustaba eso, al contrario. El sentir su calor tan cerca de su propio cuerpo le empezaba a enloquecer.

Pero Yesung no tenía ninguna intención de detenerse allí. No quería hacer nada que Ryeowook no quisiera, pero tanto tiempo deseando poder besarlo, no tenía la suficiente fuerza de voluntad como para detener aquello, ni si quiera para no impedir que siguiera a más. Era como si su propio cuerpo siguiera adelante, e incluso, juraría que el otro se sentía de la misma manera que él.

Necesitaba de sus labios, no podía separarse de ellos, necesitaba saber que Ryeowook sentía algo, lo mínimo que fuera, por él.

Dejándose llevar por lo que sentían, ambos acabaron tumbados, devorándose uno al otro. No se cansaba, solo querían, deseaban, necesitaban más, uno del otro. Incluso Ryeowook, que nunca se había planteado una situación como esa, ni había dejado florecer lo que Yesung despertaba en él, se descubrió a sí mismo, introduciendo sus manos por debajo de la camisa de él, arañando con las pocas uñas que tenía la piel de su espalda.

Yesung, estaba encima suya. Él bocarriba tumbado y el mayor sobre él, entre sus piernas. Lo tenía fuertemente abrazado, y más que lo hizo, cuando la lengua de Yesung se empezó a deslizar por su mandíbula, descendiendo muy lenta y desesperadamente por su cuello. Lo perfilaba, como si quiera grabar en su mente el cada centímetro de piel de su cuello. Y es que lo que Ryeowook no sabía, es que desde siempre, Yesung se había fijado en su níveo y tentador cuello.

Los segundos pasaban muy lentos, mientras que el menor de los dos no podía evitar desear seguir recorriendo la ancha espalda de Yesung. Subía su camisa cada vez más, hasta el punto, que de manera inconsciente, le quitó la prenda.

No pudo deleitarse con observar su torso desnudo, porque Yesung ya volvía a estar sobre él, esta vez, mordiendo con ganas y avidez su cuello, hasta dejar una marcara que tardaría en irse.

Ninguno de los dos decía nada. Simplemente se dejaban llevar por sus instintos más ocultos.

La sensación que recorría cada célula del cuerpo de Ryeowook cuando las manos de Yesung comenzaban a recorrerlo, a acariciarle, lo empezaba a volver loco. Necesitaba sentir más de eso.

Las manos del menor, sin buscarlo, ahora habían descendido muy lentamente hasta el pecho de Yesung. Con los dedos lo acariciaba de la manera más dulce que el mayor había sentido nunca. Tuvo que contenerse por no hacer nada que molestara a Ryeowook pero es que cada uno de sus deslizamientos por su pecho incentivaban el deseo que lo inundaba.

Pero el menor se percató que el simple hecho de tocarlo, a Yesung le gustaba, así que se detuvo por un momento, lo que desconcertó a este.

-¿Por qué paras? –Preguntó Yesung, incorporándose un poco, aprovechando para poder mirar mejor al menor.

-¿Por qué debo de seguir? –Ryeowook fue directo. Con el cuello enrojecido y visible, su pelo revuelto, los ojos ardiendo por todo lo que recorría en ese momento su cuerpo y una lasciva sonrisa en su rostro… Incorporarse y observar a Ryeowook estando de esa manera fue la perdición de Yesung.

-Porque me provocas, me gusta que me toques, y o sigues o haré algo que no te gustará.

-¿El qué?

-Provocarte más, y cuando estés suplicándome por que siga, pararé –Yesung sonrió de oreja a oreja, ladino, sabiendo que había ganado. La expresión del menor delató que eso no le había gustado.

-Pero eso no es justo… -Ryeowook hizo sin querer un puchero, lo cual produjo más deseos por él en Yesung. Este no supo que decir, así que Ryeowook decidió jugar ahora él.

Como pudo, se deshizo de su camiseta, dejando que el mayor pudiera admirar bien todo su torso, su piel blanca bajo él. Nada pasó desapercibido para Yesung, ni si quiera sus rosados pezones que lo llamaban.

-Te vas a enterar –Y sin darle a Ryeowook tiempo para responder, se inclinó sobre el cuerpo de este, rodeando con los dientes uno de sus pezones. Sin pensarlo, lo mordió con suavidad y tiró hasta soltarlo.

El hecho de que hiciera eso, terminó por hacer que a Ryeowook se le escapara un leve gemido. Yesung no se esperaba escuchar eso. Se le quedó mirando unos segundos, y volvió a repetir la misma acción para volver a escucharlo gemir, pero esta vez Ryeowook se contuvo.

Yesung captó al momento que no iba a volver a gemir si hacía lo mismo, así que decidió ser más travieso con Ryeowook. Su gemido había despertado algo en su cuerpo más de lo que ya se encontraba. Nunca antes se había sentido de esa manera. Solo ese chico, que tenía bajo él, y con quien tanto había soñado y deseado estar a su lado, podía conseguir que se excitara como nunca había creído que fuera posible.

Ryeowook no podía creer lo que estaba viendo. La expresión del rostro de Yesung, donde podía leer lo mucho que lo deseaba. ¿Era eso lo que quería? Sí. Lo quería. Quería que Yesung siguiera tocándole y provocándole esas oleadas de calor y placer. Quería que solo él siguiera haciéndolo, y que no parase. Quería que siguiera, que fuera a más.

Y no tuvo ni que decirlo, porque en cuestión de segundos, Yesung ya se había desecho de los pantalones del menor, y acariciaba la parte interna de sus muslos. Lo estaba excitando, se estremecía bajo él. Por favor, que siguiera, que no se hiciera demorar mucho más y detuviese esa deliciosa tortura.

No supo decir cuánto tiempo estuvo con los ojos cerrados, disfrutando de las caricias que Yesung le brindaba. Sus dedos se deslizaban a lo largo de sus piernas, recorriéndolas con unas ganas que parecían haber estado contenidas durante años, y es que lo que Ryeowook no sabía, es que eso era así. Yesung solo había tenido ojos para él desde siempre, y siempre en su mente y en su corazón, había estado él.

Pero Yesung quería más. Agarró con delicadeza el borde de la única prenda que cubría lo más íntimo del menor. Notaba que estaba algo vergonzoso y por eso mismo, quiso que estuvieran los dos igual. Yesung se quitó los pantalones y sus bóxer a la vez, dejándose totalmente desnudo ante el menor.

Lo que Yesung no supo es que Ryeowook, al verlo desnudo delante suya, con su miembro tan despierto ante él, se sintió abrumado, y extremadamente excitado. Nunca antes había sentido algo parecido. Le encantaba esa sensación.

Yesung, lo que quería, era hacer sentir bien a Ryeowook. Se inclinó entre sus piernas, y comenzó a repartir lentos, pero intensos, besos por el interior del muslo más cercano que tenía. Poco a poco ascendía, disfrutando del sabor de la piel del menor, de su olor, de su fragancia, mientras el otro, contenía la respiración con cada beso que le daba y con cada centímetro que se acortaba hasta su miembro.

Aunque Yesung no fue capaz de llegar a tanto, prefería dejar eso para otras ocasiones, primero disfrutaría haciendo que Ryeowook ardiera en deseos por él.

Pero resulta que Ryeowook se estaba desesperando ya. Disfrutaba de su atención, pero quería poder sentir el calor del cuerpo de Yesung junto con el suyo, poder ver que disfrutaba tanto o más que él de esa situación.

Fue cuestión de segundos, que Ryeowook había cogido por el rostro al mayor y lo había hecho incorporarse. Se lanzó a sus labios. Lo besaba desesperado. Un beso húmedo pero cargado de una pasión que ambos creían que no surgiría entre los dos, pero ahí estaba, delatando los sentimientos que albergaban sus corazones.

Sin saber cómo lo hizo, Ryeowook dejó a Yesung bajo él, tumbado en el sillón. Sus ojos se cruzaron con los de él, y no dejó de mirarlo, mientras pasaba las piernas a cada lado del cuerpo de el mayor.

-Yo nunca he hecho esto… -Acabó diciendo Ryeowook, algo avergonzado.- Pero quiero hacerlo. Ardo en deseos de poder sentirte… dentro de mi… pero me resulta muy raro, porque… nunca antes hubiera imaginado una situación así, y… mucho menos descubrir que siento algo por ti, y que desde hace tiempo te… deseo.

Yesung se dio cuenta al momento de que le estaba costando decir eso. Pero sus palabras solo consiguieron darle fuerzas y ganas para demostrarle que eso para él no era un juego, sino lo que más deseaba, sobre todo, lo que más deseaba su corazón, saber que Ryeowook le ofrecía su corazón.

Ahora Yesung se incorporó, pegando su pecho al del otro. Con una mano acarició su rostro con dulzura, mientras acercaba de nuevo sus labios a los de él.

-Ya sé que puede parecerte raro, puede parecer una locura, pero… Estoy dispuesto a darlo todo por ti. Quiero que te sientas bien en todo momento, y quiero poder hacerte feliz toda la vida. No es la mejor situación para declararte mi amor por ti, pero quiero que lo sepas, y que pase lo que pase, voy a estar a tu lado. Aunque tenga que seguir metiéndome contigo si no quieres que nadie sepa lo que siento por ti.

Ryeowook se sorprendió cuando lo escuchó. No quería que pensase eso, porque no era lo que él quería que hiciera. Le dio un casto beso en los labios, antes de levantar sus caderas y coger el miembro del mayor.

-Esto me va a doler, pero quiero que lo veas como una señal de que estoy dispuesto a que todo el mundo sepa que nos amamos y que, eres mío a partir de este momento –Y sin darle tiempo ni siquiera a decir nada, acercó el miembro erecto de Yesung a su entrada, y lentamente, descendió.

Sentía como poco a poco entraba dentro de su cuerpo, como el dolor parecía partirlo por la mitad, pero no le importaba, quería aguantar para que viera que estaba dispuesto a todo por él.

Yesung, sorprendido, no pudo evitar suspirar cuando se sintió dentro del apretado trasero de Ryeowook. El placer de estar dentro suya le sabía a gloria, y su propio cuerpo le pedía a gritos poder sentir más. Hasta él mismo, quería que Ryeowook fuera suyo de una vez por todas, ser él único que pueda hacerle el amor y de hacerlo feliz.

Apoyado sobre los hombros de Yesung, Ryeowook aguantó unos segundos el dolor, pero el placer que sentía era superior al dolor, así que comenzó a mover sus caderas de manera lenta. Subía y bajaba pausadamente. Podía sentir el aliento de cada suspiro que escapaba de los labios de Yesung, y eso le daba fuerzas para seguir con aquello.

Yesung le ayudaba. Con las manos apoyadas en sus caderas, lo ayudaba a moverse, incluso cuando empezó a escuchar como Ryeowook soltaba leves gemidos por sus labios, se atrevió a mover sus caderas también, al unísono que las suyas.

Se sentían también, tan unidos y como el placer los hacía disfrutar del momento, disfrutar uno del otro. Sus labios se volvieron a encontrar en un intenso beso, donde sus lenguas jugaban, entrelazándose así, mientras sus cuerpos se unían con cada uno de los movimientos que hacían.

Queriendo ofrecerle más placer al menor, Yesung lo empujó hasta dejarlo tumbado al otro lado del sillón, sin salir de su interior.

Por un momento sus miradas quedaron entrelazadas, a la vez que sus labios se unian poco a poco, y los movimientos de sus caderas se hacían constantes.

Cada vez, lo que sentían se hacia más grande. Sus ganas de complacerse cada vez eran más grandes. Yesung se sentía loco de placer, al igual que Ryeowook. El choque de las caderas del mayor con las de menor, cada vez eran más rápidas, más profundar, tanto que los hacia estremecer.

Los gemidos escapaban de los labios de Ryeowook cargados de placer, inundando la estancia junto con lo de Yesung. A cada momento, eran más intensos. Pero el tan deseado final, no se les hico mucho de esperar.

Ryeowook, acabó llegando al orgasmo en un profundo gemido, sintiendo como su cuerpo se estremecía. Yesung acabó al momento, descargando todo el placer que había acumulado.

Ambos tenían la respiración muy agitada y sus cuerpos cansados. Sudoroso, Yesung salió del interior de Ryeowook, y se dejó caer sobre él, quien no tardaba en rodearlo con sus brazos y abrazarlo con fuerza.

-Gracias por esto… nunca… me había sentido tan bien… -Murmuró Ryeowook cerca de su oído.- Gracias por hacerme tuyo.

-No, gracias a ti, por dejarme estar a tu lado.

Ambos, se fundieron en un beso, ahora, cargado de amor y satisfacción, con una mueca de felicidad en el rostro de los dos, pero no tardó en desaparecer, cuando el timbre de la puerta de la casa sonó.

-¿Quién será? –Preguntó Ryeowook alarmado.

-Pues a quien esperábamos. Nuestro amigo el acosador –Dijo Yesung, algo fastidiado. Quería disfrutar de ese momento con el menor, y lo tenían que interrumpir. Iba a destrozarle la cara a quien estuviera tras la puerta.

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