martes, 7 de junio de 2016

(Zelo x girl) So stupid -Serial- Capitulo 5


Sentados ya en el interior de una cafetería, ocultos de las miradas indeseadas, Zelo y Yundae, se miraba. Aunque ella bajaba la mirada, sin poder sostenérsela a él.

-De verdad que siento haber hecho eso, era la única manera…

-¿La única manera para qué? -Zelo perdía la paciencia. Yundae se había disculpado ya varias veces en su camino hasta allí. En todas sus disculpas le decía lo mismo, pero en ninguna le explicaba de verdad esos motivos que la habían llevado a hacer tal cosa.

-Es que… No quería que me pillaran, entonces dije que tú me había llevado a esa fiesta, obligándome, yo no podría pagar la financia.

-Ah… Espera ¿Qué? ¡Esa parte yo no la sabía! –Zelo subió un poco el tono de voz al enterarse de eso. Que había mentido, involucrándose en algo que él no había hecho, para no tener que pagar una financia.



-Yo creía que sí, que venias por eso… -Yundae, le hacía signos con una mano, para que no gritara, ya que algunas miradas estaban ya puestas en ellos. No era cuestión de que se fijaran en quien era el muchacho.

-Yo vengo porque también vas diciendo que eres mi novia. Y los periodistas se están inventando historias –Zelo, apoyó los codos sobre la mesa, sosteniendo su cabeza con las manos. ¿Por qué todo le salía tan mal desde que al conoció?

-¿Por eso? Fue lo que tuve que decir para que me creyeran.

-¿Y no hubiera sido más fácil decir la verdad y luego yo te pagaba la financia?

-No pensé en ello…

Ambos guardaron silencio. Miraban a otro lado, pero no se miraban entre sí. Buscaban palabras que decir, pero solo a Zelo se le ocurrieron.

-¿Por qué me mentiste? No fuiste a mi empresa a decir que lo de la fan era mentira, sino a decir, que estaba contigo.

-Pensé que así ella se olvidaría y te dejaría tranquilo –Yundae se excusó, mirándolo casi por primera vez a los ojos desde que están allí. Pero aun así, no mantuvo muchos segundos la mirada en él.

-Pues ya ves que eso no terminó así -Algo vibraba de nuevo en el bolsillo de Zelo. Era su móvil. Al sacarlo, vio que era la empresa de nuevo. Seguro que buscando una explicación para todo lo que estaba ocurriendo ¿Pero que iba a decirles? ¿Qué una chiquilla no quería pagar la financia de la cárcel y le había echado el muerto a él?

Zelo, levantó la mirada, para poder observar la mirada de Yundae. Sus ojos no transmitían nada, pero al mirarla de esa manera, su corazón bombeaba con fuerza, parecía que en poco, saldría disparado de su pecho ¿Por qué esa reacción?

-Será mejor que me vaya, necesito pensar –Dijo mientras se ponía en pie, apartando la mirada al instante de ella. Aun no creía que la Yundae que conoció en un estudio de fotografía, fuera la Yundae que ahora le había hecho parecer el malo de la película, sin ninguna necesidad.

-Te entiendo, pero permíteme acompañarte a la salida.

Yundae, se levantó a su misma vez, y lo siguió en silencia hasta salir de la cafetería. Antes de que él volviera a ocultar su rostro y se marchara, lo detuvo, agarrando su brazo.

Por un momento, cruzaron sus miradas, quedándose en silencio mientras se miraban.

-Bueno, espero que nos veamos pronto, Zelo –Y con eso, se acercó hasta él, y dejó un tierno beso sobre su mejilla, tardando es separar los labios de esta. Lo miraba con una sonrisa, pero ahora el pobre Zelo no sabía cómo reaccionar.

-Claro… Hasta pronto… -Intentando no llegar a tartamudear, se puso de nuevo la capucha, y caminó por la calle, directo hasta su casa, donde tendría que volver a dar explicaciones ¿Pero que había significado aquel simple beso para ella? Porque para él, estaba claro. Le había gustado, demasiado.

De camino de vuelta, su teléfono volvió a vibrar. La empresa de nuevo. Pero no lo cogió tampoco. Dejó que la llamada siguiera. En ese momento, estaba sumido en sus pensamientos y no es que tuviera muchas ganas de ponerse a dar explicaciones de todos los problemas que le rondaban ya.

Parecía que a esas horas, no es que hubiera periodistas en la puerta del edificio, pero seguro que alguno habría escondido, esperando a que algo sucediera. Aunque dudaba que ya sucediera algo.

No tardó mucho en llegar hasta su apartamento. Por lo menos, el viaje, no se le hizo muy largo. Las luces estaban apagadas, parecía que todos estaban ya durmiendo, en los siete sueños, así que entró sin hacer mucho ruido. Pero no era como esperaba.

-Llevo esperándote unas cuantas horas ¿Cuándo pensabas volver? ¿Cuándo le liara más el asunto y estuviera la imagen del grupo por los suelos?

-Yongguk no seas así, yo no lo he buscado, solo intentaba conseguir una explicación a todo y poder solucionarlo… -Por muy arrepentido que estuviera Zelo y lo demostrara con el tono de su voz, el mayor no cambiaba de actitud.

Lo miraba serio, sentado en el sofá, mientras lo miraba fijamente, con el ceño fruncido. Parece que había estado durante horas esperando que volviera.

-Has vuelto a salir en la televisión. Besándote con la otra, y fotos de una cita con la hija del fotógrafo en una cafetería ¿qué crees que van diciendo? Que vas jugando con las dos. La empresa lleva intentado contactar contigo para que les expliques lo ocurrido, y no dabas señales de vida.

-Lo siento, es que… no quería tener que dar explicaciones de nada…

-Yo sí que lo siento Zelo, pero hemos decidido que no seguirás viviendo aquí con nosotros hasta que lo soluciones todo y limpies tu nombre.

-¿A qué te refieres Yongguk? ¿Me estás echando? –Zelo estaba bastante arrepentido, pero lo que le acaba de decir su líder, lo había dejado en shock. No sería verdad ¿no?

-A que te vayas fuera de esta casa, y que vuelvas cuando lo hayas aclarado. Es un ultimátum. –Yongguk fue muy claro y directo con sus palabras. No había cambiado en todo momento la seria expresión de su rostro, mientras Zelo, asustado por todo lo ocurrido, intentaba aguantar las ganas de llorar, no por que lo echaran, sino porque parecía que nadie le dejaba un voto de confianza, nadie le creía.

No quiso decir nada más. Estaba claro lo que tenía que hacer, así que se dio media vuelta, y se fue por donde había venido. La calle seguía igualmente solitaria a cuando había entrado. ¿A dónde se suponía que iba a hacer ahora?

Su cabeza bullía con mil cosas, con piezas que no conseguía encajar en ningún lado. Lo primero en ese momento era encontrar un lugar donde pasar la noche, porque ni tenía dinero, ni nadie que lo acogiera esa noche.

Así, buscando donde poder estar, acabó llegando a un parque. Allí vio como muchos indigentes, se tumbaban en bancos, y ya que él no tenía mucho, se sentó en uno, por lo menos que pudiera poner las cosas en su mente en un orden.

Había refrescado, tenía frío, y los ruidos que ahora empezaba a escuchar de la noche, le estaban asustado. Tenía que acabar con esa situación de una manera o de otra ¿pero cómo?

Quería creer que Yundae estaba diciendo la verdad, pero una parte de él, le decía que no, que no era así, que no debía fiarse de ella. Pero no sabía ya que creer. Ni si quiera que sus propios amigos, los miembros de su grupo, lo hayan abandonado. Pero por una parte, entendía que reaccionarán así. Estaba fastidiando su imagen y la del grupo, y eso les afectaba a ellos también. Sabía que no lo estaba haciendo bien, y Yongguk había actuado como debía como líder.

Ahora era su turno, buscar una manera de solucionarlo. Aunque si lo hiciera en su casa calentito, tal vez lo hiciera hasta mejor pero no podía pedir tampoco demasiado.

Le habían tomado el pelo. Estaban jugando con él y con su fama. Porque lo que ocurría cada vez con él no era normal. Necesitaba saber cuál era la base de todo eso ¿pero cómo saberlo?

Necesitaba limpiar su nombre y devolver la buena imagen al grupo. Y tenía que hacerlo ya, no le quedaba mucho tiempo para ello.

Poco a poco cayó dormido. No profundamente, pero si para dar con un sueño agitado. En el sueño salía él mismo corriendo sin parar, perseguido por algo, pero no sabía que era, solo corría. Por más que mirara hacia atrás, no veía que lo perseguía. Sus piernas le temblaban más a cada paso que daba. Estaba cansado. Pero si se detenía, esa cosa lo alcanzaría, y no podía. Tenía que esforzarse un poco más.

Cuando ya no podía más, se encontró de frente a Yundae. Estaba allí, en su sueño. Le tendía su mano, como intentando ayudarlo. Era su salvación, pero cuando él estiraba su mano para que le ayudara, ella la apartaba y desaparecía. Entonces, eso que le perseguía, le acababa alcanzando.

Del susto, se despertó ¿Dónde estaba? Ya recordaba. En el banco del parque. Que perdido estaba.

Levantó la mirada al cielo, viendo como el sol despuntaba ya, iluminando con sus rayos. Cerró los ojos. Un nuevo y horrible día le esperaba.

Justo en ese momento, como bendición del cielo o de lo que fuera, uno de los indigentes que estaban más cerca, se tapaba la cara con un periódico ¿Y quién salía en portada? Él mismo. Los periodistas siempre lo sabían todo, sabían dónde debían estar y que debían hacer. Un momento.

De un salto, se puso en pie, y con paso ligero, se acercó hasta ese indigente, pero sin hacer mucho ruido, ya que tampoco quería que se despertara enfurecido con él. Lo que le faltaba. Solo quería ver bien ese periódico. En efecto, él era la portada, con la foto de la fan que le besó en la fiesta del padre de Yundae. ¿Por qué habría periodistas allí?

Cada vez estaba más seguro que ellos tenían la solución a todo ese problema. Bueno, la solución tal vez no, pero sí la verdad que había detrás.

Antes de que el indigente despertara, se fue de allí. Si no se equivocaba, para esas horas, Hincham saldría a correr, como prácticamente todas las mañanas. y estaba en lo cierto.

Cuando estuvo cerca del edificio donde vivían, vio como Hincham salía, enfundado en un ajustado traje deportivo, empezando a calentar en la entrada.

-¡Hincham! –Gritó mientras se acercaba semi corriendo. Solo esperaba que no huyera o algo similar. No sabía que esperarse después de lo de Yongguk.

-Zelo, no pensaba verte por aquí.. Lo siento… -El pobre, lo miraba con cierta tristeza, por todo lo que estaba ocurriendo y por él.- Tienes que perdonarnos, lo de anoche de Yongguk no fue decisión nuestra, ni de él…

-Espera ¿qué quieres decir? –Eso era nuevo para Zelo. Pensaba que habían sido los miembros, que lo habían decidido.

-La empresa, al ver que no respondías pesó que no harías nada por solucionar esto, así que se comunicó con nosotros y nos dijo que si queríamos seguir siendo un grupo, teníamos que decirte que estabas fuera, como un ultimátum para asustarte y que hicieras algo.

-Entiendo… -Hincham se acercó más hasta él, y puso una mano sobre su hombro, como intentando trasmitirle todo el apoyo que pudiera.

-No puedo dejarte entrar, lo siento. No puedes seguir aquí mientras no lo soluciones.

-Solo te pido que me dejes entrar, solo voy a buscar unas cosas que necesito para poder conseguirlo. Así no puedo hacer nada –La voz de Zelo y su expresión de insistencia, pudieron con Hincham. No dudaba que quisiera ayudar, y estaba quebrantando una orden de la empresa. Pero Zelo era su compañero, es más, su amigo. Y quería ayudarle.

-Está bien, sube, coge lo que necesites, y te vas. Y que nadie te vea, que nadie sepas que has estado, o pobre de mí –Con esas palabras, Hincham sacó las llaves de la casa, y se las tendió al menor.- Cuando termines déjalas en la entrada. Cuando vuelva diré que me las he olvidado como muchas otras veces ¿Vale?

-Muchas gracias, Hincham. Eres el mejor –Tras coger las llaves, lo abrazó, con tanta fuerza, que Hincham creía que lo dejaría espachurrado allí.

Zelo no quería retrasarse más, no fuera a despertarse alguien y lo descubriera, así que volvió a entrar en el edificio donde vivían. Con mucho sigilo, abrió la puerta del apartamento, y dejó las llaves allí, en la entrada, como le había dicho Hincham. Ahora sí que parecía estar totalmente desierta la estancia.

Al ir de camino a su habitación, tuvo que pasar por la de Yongguk, la cual, estaba medio abierta. No se veía bien el interior, pero lo escuchaba dormir, respirando con algo de dificultad. Se sentía apenado, no tenía que haber sido fácil para él decirle que no podía estar allí con ellos por una orden de la empresa.

Pero no podía estar allí mucho más tiempo, o se haría tarde. Fue directo a su habitación, que estaba al final del pasillo. Al entrar, vio que todo estaba tal cual lo había dejado cuando se fue. Nadie entró a tocar o a buscar algo. Mejor. Mucho mejor.

Abrió el armario, buscando alguna ropa ancha, algo que le diera pintas de periodista o de paparazzi, daba igual. Una vez vestido, se puso sus gafas de sol, una gorra, bien colocada en su cabeza, y como no, su cámara de fotos, que tenía bien conservada.

Temía que le pudiera pasar algo con todo esto, pero no tenía más alternativa.

Antes de salir, se miró al espejo. No estaba reconocible, parecía un periodista, así que perfecto. Eso era lo que quería.

Con el mismo sigilo con el que había entrado, salió de allí. No quería detenerse más, ni si quiera a ver como estaban, los que eran prácticamente su familia. Le dolía, pero tenía que solucionar todo eso. Costase lo que costase.

Volvió a salir del apartamento, y del edificio. La ciudad ya estaba más concurrida, pero él, semi escondido con su gorra y sus gafas de sol, comenzó a caminar, como un ciudadano más. Sabía dónde tenía que ir. Sabía dónde estarían esa aglomeraciones de periodistas que lo acosaban, día sí y día también.

Lo único que Zelo no se dio cuenta, era que Yongguk no estaba dormido. No había dormido en toda la noche, preocupado por él. Y que lo vio entrar a la casa. No le dijo nada, solo se limitó a observarlo con ternura y cariño, solo deseaba que todo saliera bien y pudiera tener a su maknae, con todos ellos. Poder saber que está bien y que nadie le quiere hacer daño.

Que le iba a hacer, tenía la vena sobreprotectora con todos sus chicos.

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