martes, 7 de junio de 2016

(EunYeon) Your new enemy -Serial- Capitulo 4


Nota: ¡Buenas a todos! ¿Qué tal os va? Yo os vengo hoy a dejar el cuarto capitulo de esta historia, aunque lo hago algo decaída, pero espero animarme y seguir escribiendo. ¡Besos! ¡Espero que os guste aquellos que lo leáis!

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Le faltó tiempo a Eunjung para salir corriendo de allí. Iba completamente manchada por la tarta. Ni siquiera escuchaba las risas de la gran mayoría del instituto por su desgracia. Apenas era consciente de lo que había sucedido después de haber caído sobre el pastel por culpa de Jiyeon.

Al estar la gran mayoría en el comedor para el espectáculo que estaba dando, no sé encontró con nadie por el pasillo cuando se dirigía al cuarto de baño. Al llegar se miró al espejo. Tenía tarta por todos lados. Apenas se le veía la cara, y el pelo estaba cubierto por la nata blanca. Toda su ropa estaba manchada, y se sentía pringosa.

-Bueno, tampoco está tan mal, a lo mejor me sirve como una buena mascarilla para la cara -Eunjung se habló a sí misma, intentado ver el lado positivo a todo eso.

Algo que se le vino a la mente, mientras se limpiaba la cara y el pelo, y la ropa como podía, fue que Jiyeon había ido a jugar con una de sus cartas más fuerte contra ella. Pero no iba a echarse a llorar por lo sucedido, pero a partir de ahora andaría mucho más desconfiada, sobre todo con ella.

Cuando terminó de limpiarse, la hora de la comida ya había acabado, pero aún seguía teniendo un problema, su ropa. No podía ir con todo manchado y oliendo a dulce. Sería como ir recordándoles a todos lo que le había sucedido, aunque en realidad le daba igual, no tenía allí a nadie por quien sentir afinidad, pero tampoco era cuestión de que todos fueran riéndose allá por donde fuese.

Recordó al momento que tenía la chaqueta en su bolsa, así que con eso se haría un apaño. Se quitó su camiseta, enrollándola y metiéndola en la bolsa con mucho cuidado de no ensuciar los libros, y se puso la chaqueta. Mientras que no se la quitara no habría problema. En el caso de los pantalones, no se habían ensuciado demasiado. Y por último, el pelo se lo recogió en un apretado moño para que no se notara la suciedad.

Respirando hondo, dispuesta a enfrentarse a las burlas, salió fuera del baño. Los pasillos volvían a estar llenos de alumnos que se dirigían a sus clases o a hacer cualquier cosa. Al parecer, aún nadie se había fijado en ella, lo prefería.

Sin mirar a nadie directamente, se fue encaminando por el pasillo, directa a la salida. Lo mejor sería volver a casa y ya mañana enfrentarse a lo que le tuviera que venir, pero ese plan no le funcionó, cuando se encontró al profesor de clase de canto frente a ella.

-Tú eras Eunjung ¿cierto? -Le preguntó de manera directa.

-Sí, soy yo ¿me buscaba para algo? -Que se dirigiese a ella, y en un momento fuera de su clase, la había puesto nerviosa.

-Quería que vinieses conmigo. Quiero que hagas una prueba de canto, sería todo un honor para mí, y algo milagroso para el instituto que mostraras tu voz ante todos -El entusiasmo del profesor, ella no lo compartía.

-Ya, me gustaría, pero no creo que sea bueno para mí formar parte de algo, no sé si usted sabe a lo que me refiero -Intentó insinuarle el problema que resultaba ser Jiyeon, pero no supo del todo si lo había captado él o no.

-Te pediría que me acompañases un momento, y así aclaramos tu participación -Insistió él ¿es que no había pillado lo que le quiso insinuar?

-Pero… -Eunjung iba con la intención de protestar de nuevo, pero el cambio a un tono serio en su mirada la hizo callar. Así que lo acompañó sin rechistar hasta un pequeño despacho. No era como el de un profesor cualquiera, era más bien un cuarto de conserje pero modificado para que pareciese el despacho de un profesor. Muy cutre todo.

-Siento que no sea de tu agrado, pero es lo que tengo -El profesor cerró la puerta cuando ella entró. Eso no le dio muy buena espina ¿qué estaba pasando?

-No importa -No quería mirar mucho el lugar, no era del todo de su agrado y prefería no llevarse ninguna escena rara en la mente.

-Bien, bien -Él se sentó en su asiento, una vieja silla, y frotándose las manos, la miraba. Era todo muy inquietante.- Lo primero que quiero decirte, es que si piensas en no participar e el concurso de canto por Jiyeon estás muy equivocada. Esa chica lleva años haciendo lo que quiere aquí, y tiene a todos comiendo de su mano. A otros, yo el primero, nos tiene con la soga al cuello. No podemos hacer nada que a ella no le agrade ¿por qué te digo esto? Porque no estoy de acuerdo con ello. Y tú eres la más indicada para bajarla de ese pedestal en el que se ha montado con la ayuda de su papá.

-¿Yo? -Eunjung estaba alucinando con las palabras que estaba diciendo el profesor. Nunca se lo hubiera imaginado, que un profesor dijera todas esas cosas.- ¿Qué puedo hacer yo sí parece ser que soy su objetivo?

-Por eso mismo. Me he enterado lo del comedor, espero que estés bien por eso. No debes rendirte, quiero que le plantes cara. Si algo le duele más que le lleven la contraria, es que alguien sea mucho mejor que ella en el canto. Y algo me dice que tú vas a poder con ella. Por eso, necesito que entres en ese concurso, y así demuestres que no está por encima de todo.

-Pero si usted me está diciendo que ella tiene todo lo que quiere, perfectamente puede comprar o chantajear a los encargados del concurso, entonces daría completamente igual que yo lo hiciese mejor que ella.

-Lo sé, lo sé, ya se nos ocurrirá algo, solo te pido por favor, que participes y acabes con esta dictadura. Porque algo me dice que aunque este sea su último año y se vaya de aquí, seguirá llevándolo como le venga en gana -Las palabras del profesor parecían completamente sinceras, y por lo que reflejaba en su cara, parecía estar viviendo un calvario en aquel lugar. Su despacho también lo reflejaba.

Ella no tenía nada que perder, además, si no quería mostrarle a la diva de Jiyeon que era débil y que con nada se asustaría, tenía que buscar una manera de demostrárselo, y que mejor manera que ganándole en su propio terreno, como le había dado a entender el profesor.

-Bueno, está bien, participaré.

-¡Genial, muy bien! -El rostro del profesor cambió momentáneamente. Una sonrisa afloró en sus labios, como si hubiese conseguido un gran logro.- Si no te importa, ve en una hora a la sala de música. Allí estaré yo y unos representantes, que no tienen nada que ver con profesores, que llevan el tema del concurso entre todos los institutos de la ciudad. Ellos te evaluaran y dirán si puedes participar en el concurso para ver quien representa nuestro instituto en el certamen ¿te viene bien?

-Está bien, iré -Ya sin saber ni que decirle ante el entusiasmo que tenía, Eunjung se puso en pie, y sin volver la vista hacia el profesor, salió de allí, preguntándose qué había pasado exactamente.

Miró a un lado y a otro del pasillo. Nadie la había visto salir de allí. Bien. Tenía que alejarse y pensar en lo que había aceptado, porque no estaba segura si lo mejor era hacerlo. Así que casi corriendo, se fue directa a donde nadie pudiera molestarla. No sabía exactamente donde, solo caminó, hasta que vio un lugar donde parecía que no había mucha gente.

Dejándose caer al suelo, con la espalda apoyada en la pared, suspiró profundamente. Repasó mentalmente todo lo que le había dicho el profesor. No parecía que estuviera muy contento por la dictadura que Jiyeon llevaba en el instituto ¿y quién estaría feliz por eso? Aun así, lo había visto más afectado ¿Jiyeon tenía tanto poder como para tener asustados a los profesores? Tenía que descubrirlo.

Pero sobre todo, resonaba en su cabeza la idea de que aunque ella se fuera el año siguiente, seguiría controlando el lugar ¿cómo haría eso? Ella no quería ni saber cómo sería vivir aquello. Tal vez sí que tendría que quedarse y hacerle frente. Si conseguía bajarle los humos, tal vez les haría un favor a todos, si no lo conseguía, pues nada, solo sería un cero a la izquierda en aquel lugar. Aunque pensándolo mejor, así nadie le haría caso, algo que a veces prefería.

Suspiró de nuevo. Lo haría. Se enfrentaría a la diva del lugar, pero solo porque no tenía nada más que hacer, y porque le repateaba que hubiera gente tan manipuladora que hacia lo que quisiera con los demás.



***



Estaba frente a la puerta del aula de música. Ya se había calentado la cabeza demasiado con lo que debía hacer, y ya estaba harta, quería acabar con aquello de una vez y volver a casa. Contuvo el aire por un momento antes de tocar a la puerta y abrirla un poco.

-¿Se puede? -Preguntó algo bajito, pero audible.

-Eunjung, entra, entra. Estos señores serán los encargados de evaluarte, seguro que lo haces muy bien -Su profesor estaba ya allí. Estaba muy despeinado, y algo nervioso. Era un tío muy raro.

Los dos hombres que estaban a su lado, le imponían bastante. Uno, con su mirada gélida tras unas gafas, y el otro que no dejaba de rascarse la perilla. Ambos, vestían trajes de chaqueta, y por la tela, caros. ¿De dónde habían salido? ¿Y de verdad que no estaban pagados por Jiyeon para que no la cogiesen? Se estaba emparanoiando demasiado con ese tema.

-Usted es la chica que vamos a escuchar cantar ¿no es así? -El de las gafas, tenía la voz tan fría como la mirada.- Su profesor nos ha dicho que puede sorprendernos, muéstrenos lo que sabe hacer.

-¿Ahora? ¿Así en frío? -Los nervios la habían fallado en ese momento. No esperaba encontrarse en una situación como esa.

-Señorita, no contamos con mucho tiempo, así que si nos diese el placer, sí, ahora -Esta vez habló el otro hombre, casi tan duramente como su compañero. Eunjung se estaba arrepintiendo de haber aceptado aquello.

A pesar de la manera que estaban utilizando para dirigirse a ella, Eunjung, miró al profesor, antes de cerrar los ojos y comenzar a cantar algo. Tan solo entonaba una nota musical, no creía que fuera necesario mucho más. Si no la pasaban tampoco iría a ponerse a llorar, por lo que no iba con ninguna intención de esforzarse al máximo.

Ni siquiera los quería mirar a la cara. Temía que si lo hacía su canto se le fuese, así que miraba al suelo mientras movía los dedos intranquila. Aquello le parecía tan absurdo. Se sentía como estar haciendo un complot a escondidas contra alguien, aunque ese alguien se lo mereciese, pero ella no hacía esas cosas.

-Es suficiente -Le interrumpió el hombre de las gafas. Eunjung paró en seco, mirándolo sin entender.

-¿Qué os ha parecido? La chica tiene talento, eh -Más nervioso que antes, su profesor se dirigía a los dos hombres, que parecían más indiferentes que anteriormente, como si nada de aquello fuese con ellos.

-Sabe cantar, pero le falta un control total sobre su voz -El otro hombre, sin mirarla, se puso bien su chaqueta, como si tuviera intención de irse ya de allí.

-Puedes presentarla, que compita contra sus compañeras para ver quién representa este instituto en el certamen, nosotros se lo comunicaremos a la directiva. Si nos permiten ahora, nos marchamos -Ambos hombres hicieron una leve inclinación cuando el señor de las gafas terminó de hablar, y sin más, se fueron de allí, dejando a un entusiasta profesor y a una alumna que cada vez entendía menos de que iba todo aquello.

-¡Esto es fantástico! – Su profesor estaba frenético ahora.- Lo has conseguido, que bien, ahora todo será mucho más fácil, muchas gracias, muchacha. Creo que lo que mejor es que te de vaya dando unas clases para que mejores. Ya te avisaré, ahora vuelve a casa y descansa, eh.

El hombre se despidió de ella, y con una sonrisa, se marchó. Eunjung se quedó mirando la puerta. Ella había creído que aquello sería más serio, que duraría más tiempo, o incluso que sería más difícil y le dirían que no servía para eso. Pero lo que había ocurrido, tan rápido y fácil ni se le pasó por la mente.

Sin más vueltas al asunto, la chica se encogió de hombros, y recogiendo sus cosas, se fue de allí. Cuanto antes llegara a casa, mucho mejor, por suerte tenía el fin de semana por delante, en casa, sin tener que pasar por allí hasta el comienzo de la siguiente semana.

Lo único que tenía en mente era el baño de agua caliente que le esperaba al llegar a casa. Quitarse del todo la suciedad de la tarta y relajarse. Demasiadas emociones en un solo día podían con ella. Sentía su cuerpo demasiado pesado ya. Pero no iba a salir de allí tan sencillamente como estaba imaginando, o como ella hubiese preferido.

Pensaba que todo el mundo se habría ido ya a casa, pero al final del pasillo, justo en la salida del instituto, estaba Jiyeon ¿es que no tenía nada mejor que estar siempre en medio?

Eunjung cruzó sus dedos, deseando que la diva no se percatara de su presencia, pero eso era mucho pedir. Cuando se estaba acercando la chica se giró y la vio. Sonrió de manera ladina. Por suerte, o por desgracia, estaba sola, sin su corro de amiguitas.

-Hola Eunjung ¿estaba deliciosa la tarta? -Con un tono desquiciante, Jiyeon fue directa al dirigirse a ella.

-Sí, no quería que nadie más la probara ¿no lo viste? -Dispuesta a mostrarle que lo que le había hecho no le afectaba ni lo más mínimo, Eunjung se enfrentó a ella.

-Lo vi, por tu culpa nadie pudo tomar pastel, la destrozaste entera -Ahora, la diva se hizo la víctima ¿cómo se podía ser tan patética?

-Que pena, porque estaba exquisita. Me da algo de pena, te tenía que haber dejado algo ¿verdad? Pero así mejor, no coges kilos ¿no? -Eunjung estaba disfrutando con ese juego de indirectas e ironía que estaba teniendo. Y por el reflejo de su rostro, pudo ver que lo último la había alterado algo. Eso le gustaba.

-No me hace falta, tengo un cuerpo perfecto, que muchas envidian, seguro que tu también -Jiyeon levantó su barbilla, para mirarla con indiferencia, pero a Eunjung eso no le afectó.

-Claro, pero no me importa, por lo menos, tengo mi voz. Nos vemos pronto -Dejando caer su última indirecta, Eunjung cruzó la puerta y se marchó antes de poder escuchar la respuesta de la otra chica.

No le hizo falta girarse para saber que a Jiyeon le había molestado su contestación. Podía considerarse como una pequeña venganza por el mal rato que le hizo pasar, pero no se quedaría así. Ahora ya no tenía ninguna duda, el rostro de Jiyeon había disipado las dudas que le quedaban. Participaría en ese estúpido concurso de canto, le ganaría y seria ella quien representase al instituto. Y si así podía demostrar que no tenía tanto poder como hacía creer, mejor que mejor.

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