martes, 7 de junio de 2016

(SimDdy) You are my eyes -MiniSerial- Capitulo 2


Nota: Después de un tiempo, os dejo por aquí el segundo capitulo de You are my eyes, dónde ya parece que hay un mayor acercamiento entre los dos. Procuraré no tardar en volver a actualizar, pero con tanta historia no sabía cuando actualizar esta, pero espero que por ahora disfrutéis de este capitulo y me deis vuestra opinión al respecto. ^^

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Había perdido la cuenta de las veces que había dado vueltas en su habitación. Pero aún se preguntaba cómo podría dar con Jongseok.

No se atrevía a plantarse en su casa sin más, diciéndole que sabía todo, y seguramente no tendría tanta suerte como para volver a encontrárselo en aquel paseo. Sin embargo tenía que dar con una manera de encontrarse con él de nuevo.

-Cielo, me voy ya a trabajar, que no se te olvide llevar a la tienda que hay en la esquina mi traje para el trabajo, que me lo remienden -Su madre, lo sacó de sus pensamientos al aparecer en su cuarto de la nada.

Tomó su petición como algo para despejarse antes de seguir pensando en qué hacer. Su madre necesitaba un traje para poder limpiar, un traje que fuera el adecuado para limpiar en las casas que le había mandado la empresa de limpieza que la había contratado. Pero ese uniforme tenía algunas imperfecciones, así que mientras ella se iba a trabajar, él lo llevaría a la modista que tenía una tienda al final de su calle.

Era una tienda de ropa hecha a mano, vendían telas e hilos sueltos, y más cosas para coser y cosas relacionadas, además de arreglar la ropa. Eso lo descubrió ayer él, y cuando su madre le habló de las imperfecciones de su uniforme, le comentó la nueva tienda que años atrás ni existía. Pero le había tocado a él llevarlo, aunque no le importaba.

Aquel día, tan soleado como el anterior, hacía muy buena temperatura. Agradaba estar fuera, sentir la vida de la calle. Tal vez Jongseok hubiese salido como pasó el día anterior y así lo podría encontrar fácilmente. Pero no tenía muchas probabilidades para que eso sucediera.

No tardó mucho en llegar a la tienda, con una sonría y un agradable saludo, entró, viendo que había muchas más cosas de las que se veía fuera. Estaba muy bonita y ofrecía una gran variedad. Que tienda más curiosa.

-Buenos días, bienvenido ¿qué desea? -Una mujer, cerca de la edad de su madre, lo atendió con una amable sonrisa detrás de un gran mostrador.

-El uniforme de mi madre tiene algunas cosas que haría falta arreglar -Puso la prenda sobre el mostrador para que la mujer lo viera, pero en vez de mirarla, se quedó mirándolo ¿es qué no se había lavado bien la cara y tenía algo?

-Joven, me recuerdas mucho a alguien -Murmuró la mujer, examinando su rostro.- ¿Podría saber tu nombre?

-Claro, mi nombre es Youngjin -No se esperaba la reacción de la mujer, ya que él ni la había reconocido.

-Oh, Youngjin ¿eres tú? -El rostro de asombro que la mujer lucía lo tenía muy curioso. ¿Realmente lo conocía de algo? Dejándolo allí, desapareció en la trastienda. Realmente no entendía que estaba pasando. Cuando la había visto, aquella mujer no le recordaba a nadie, ni le sonaba, pero cuando volvió, le puso ante él una foto que lo cambió todo.- Eres este Yongjin ¿verdad?

En la foto, de hace algunos años, salían dos chicos y la mujer le estaba señalando uno, que en efecto era él ¿de dónde había sacado esa foto?

-Sí, ese soy yo, perdone, pero usted no me suena, no sé quién es -Confesó, aunque un poco avergonzado de no acordarse de esa mujer que parecía que le tenía bastante cariño. Volvió a mirar la foto, y al momento supo cuando se la hizo y que hacía en ese momento. Era después de haber estado jugando con un balón con Jongseok. Un niño gordito que sonreía de lo más feliz, sonrisa que lo entristeció por un momento.

-La madre de Jongseok, de él si te acuerdas ¿no? Me ha dicho que ayer te acercaste a él. Ay, qué alegría, tenía ganas de encontrarme contigo. Y ver lo mayor que estás -La mujer rodeó el mostrador, para salir y poder tocarlo. En un principio pareció que dudó, pero después le dio un cálido abrazo.

-Vaya, lo siento mucho, no la había reconocido -En cuanto supo de quien se trataba, se sintió muy feliz. Aquella mujer le había tratado muy bien desde siempre. Cada vez que había ido a su casa, siempre había estado pendiente de que no le faltara nada. Era como una segunda madre para él cuándo vivía en Corea antes. Que tonto había sido al no haberse dado cuenta, y es que la mujer había envejecido muchísimo.

-Muchacho, qué grande estás ya, tanto como mi Jongseok, que bien -Le había dado una alegría a la mujer, y eso le hizo sentir bien.- Tu madre y tú habéis vuelto a Corea ¿ no es así? Sabía que lo acabarías haciendo, siempre te he visto que te gustaba mucho estar aquí. Mucho estabas tardando.

-La verdad es que sí, extrañaba muchísimo vivir aquí, Estados Unidos no se parece en nada -Le resultaba tan amable como siempre. Recordó al momento lo que le pasó a su hijo y entonces se dio cuenta de lo fuerte que aquella mujer había sido con la vida, ya que a pesar de todo seguía sonriendo y con mucha vitalidad. La admiraba por ello.

-Tú no te preocupes, deja esto aquí y yo lo arreglaré -Dijo en seguida y refiriéndose a la prenda de ropa de su madre.- Y no te preocupes tampoco por el dinero, que esto lo hago yo por todo el cariño que te sigo teniendo.

-No es necesario, lo que cueste yo se lo pago -Sintió como sus mejillas se acaloraban por momentos. Encima que no había recordado a la madre de su amigo, no quería que se lo hiciese gratis sin más, pero ella no dejaba de insistir.

-Que no, que esto es como mi regalo de bienvenida, en unos días lo tendrás hecho, vamos ahora mismo me pondré a ello para que lo tengas cuanto antes.

-De verdad, no es necesario, en serio -Pero por mucho que dijera ya no la iba a hacer cambiar de opinión.- Bueno si no me deja pagarle lo que cueste los remiendos, por favor dígame una cosa ¿dónde puedo encontrar a su hijo? Quisiera hablar con él.

-Oh, Jongseok no se encuentra en casa, no sabría decirte dónde se encuentra ahora mismo exactamente -En cuanto nombró a su hijo al que quería ver, el rostro de la mujer cambió totalmente. Era como si no quisiera decirle dónde se encontraba su hijo para que no lo viese.

-Necesito hablar con él, ayer me lo encontré y me comporte como un idiota. Mi mamá me contó anoche todo lo que pasó, y la verdad que lo siento muchísimo, yo… no debí irme de aquí, tenía que haber estado con él en ese momento y no hubiese pasado nada -Le costó decir aquellas palabras ya que sentía que le temblaba la voz y sus ojos comenzaban a escocerle. Qué débil era desde que llegó.

-No tienes que disculparte, muchacho, no es cosa tuya, solo el destino que quería que todo sucediese de esa manera -La sonrisa de ella se apagó poco a poco, y él se sentía horrible por haberle sacado el tema, pero necesitaba expresarse, y sobre todo, que le dijera donde estaba Jongseok para poder hablar con él.

-Por favor, dime dónde puedo encontrarlo, de verdad -Apoyándose con las manos en el mostrador, seguía insistiendo hasta que la mujer cedió.

-Está bien, ha salido para ir a una cafetería que hay a dos calles de aquí, donde el dueño lo conocía desde hace mucho tiempo y ahora le invita cada día a un café. Si vas y lo ves, no le vayas a decir que te he mandado yo, que te he dicho dónde está, ya que él no quería volver a encontrarse contigo. Me dijo que se sentía avergonzado de que lo vieses así -La mujer parecía que estaba a punto de romper en llanto, así que Youngjin dio por acabada la conversación.

Dándole las gracias por haberle dicho donde estaba su amigo, salió corriendo de la tienda en busca de aquella cafetería. Al despertar pensó que no lo encontraría ese día, pero ahora sabía dónde estaba, aunque aún tendría que buscar la localización de la cafetería y rezar por que no se haya ido cuando llegase.

Nada más salir, preguntó a una señora que se encontró dónde podía dar con la cafetería, y por suerte, la mujer supo donde mandarlo. Así que en cuestión de minutos, se presentó ante la puerta del local dónde estaba su amigo. Tomó aire antes de abrir la puerta, mientras se decía a sí mismo que ojalá que no llegase tarde.

Aquel lugar estaba abarrotado de gente, sería bastante difícil encontrarlo, o eso pensó nada más entrar, pero fue cuestión de dar un par de pasos cuando vio a su amigo a unas cuantas mesas de dónde estaba él.

-Jongseok, hola, soy Youngjin, que casualidad encontrarnos aquí ¿me puedo sentar contigo? -Intentando disimular un poco para no decirle que está allí exactamente por su madre, quiso hacer que le encuentro pareciera algo casual.

El chico seguía llevando sus gafas oscuras y mirando al frente, como se observará la nada. Pero ahora sabía exactamente porque estaba así. No cambió la expresión de su rostro cuando lo escucho dirigirse a él, simplemente abría los labios para responderle.

-Claro, siéntate sin ningún problema -Utilizó una voz algo neutra. Así Youngjin no podría saber que pensaba o como se sentía en realidad, sería un poco difícil pero no le importaba haría lo que hiciese falta.

-Justo venía a tomarme algo, qué suerte he tenido que te he encontrado, llevo desde ayer que quería hablar contigo.

-¿Conmigo? ¿Qué tienes que hablar conmigo? -Preguntó al momento cuando le escuchó, por lo menos despertó su interés.

-Ayer no te traté como debería, y me disculpo, es que justo ese día estuve recién llegado aquí y aún no estaba situado -Intentando mantenerse lo más tranquilo posible, Youngjin no dejaba de observar cada detalle del que era su amigo.

Había cambiado muchísimo de lo que recordaba de él. Su aspecto sobre todo. Ya no era el chico gordito, ahora tenía un buen cuerpo, con hombros anchos, una gran mandíbula y por lo que vio el otro día, bastante alto.

-Entiendo, es lo normal, tampoco te tienes que disculpar, no es necesario -Se limitó a decirle Jongseok. Le cortó totalmente el hilo de la conversación, ahora tendría que buscar otro camino por el que seguir dándole de qué hablar, sino aquello se volvería una situación muy incómoda.

-¿Sigues viviendo dónde antes? -Preguntó de pronto, queriendo seguir el plan que había pensado durante toda la noche para abordarle el tema, de qué tenía pensamiento de pasar con él un rato cada día.

-Al poco de irte tú nos mudamos a un par de calles más abajo.

-Ah, muy bien, necesito la dirección -Dijo sin más, sabiendo que aquello desconcertaría al chico.

-¿Para qué quieres saber dónde vivo? -Su pregunta llevaba un tono en el qué parecía que su interés aumentaba por momentos.

-Oh, porque tengo pensado ir todos los días a hacerte una visita, creo que es lo justo y además quiero hacerlo, quiero pasar tiempo contigo -Tan tranquilo, Youngjin fue directo al grano, tampoco iba a pasarse toda la mañana dándole vueltas al asunto.

-¿Por qué quieres hacer eso? -Por primera vez, desde que lo vio el día anterior, por fin había expresado algo en su rostro. Había quedado una ceja por el desconcierto de sus palabras.

-Lo siento por ser tan directo, pero anoche mi madre me contó lo que te ocurrió poco después de que yo me fuera a Estados Unidos, y te vuelvo a pedir disculpas, pero puedes oponerte todo lo que quieras, dime que no quieres que vaya, qué no quieres verme, incluso que soy un pesado, pero a partir de este momento, todos los días tendrás que aguantarme, te guste o no. Y da igual donde estés, te acabaré encontrando.

Durante un rato el silencio se hizo presente entre ellos dos, ya que en el resto de la cafetería todo el mundo estaba hablando. Cuando pensaba que Jongseok no volvería a decir nada, este abrió la boca para responderle.

-No me debes nada, no tienes nada que ver con lo que me ha sucedido, no quiero que te sientas responsable de ello -Su voz seguía tan neutra y fría, lo tenía algo inquieto.

-No me siento responsable, tan solo siento la necesidad de estar contigo, y porque no puedo estar día y noche, sino no me separaría de ti en ningún momento -Lo que volvió a decir provocó que se creara de nuevo un silencio a su alrededor.

-Diga lo que diga, vas a hacer lo que tú quieras ¿verdad? -Fue lo único que dijo rompiendo de nuevo el silencio.

-En efecto. Dime lo que quieras, que no voy a cesar de hacerlo. Mañana mismo me tienes ante la puerta de tu casa buscándote para dar un paseo, así que no te escondas ni huyas, o me recorreré toda la ciudad buscándote.

-De acuerdo, no me opondré.

Con una sonrisa victoriosa de haberlo conseguido, Youngjin se sintió realizado por haber hecho que lo aceptase sin rechazarlo.

Antes de irse, estiró una de sus manos hacia él, posándola sobre la suya. Un leve tacto, suave y momentáneo, que apenas duró unos segundos, pero lo suficiente como para saber que estaba temblando, tal vez por lo que acababa de pasar o por el hecho de que él sabía lo que le ocurrió.

Cuando sintió eso, no pudo cerciorarse más de que haría todo lo posible por hacerle sentir mejor. No dejaría que se sintiese avergonzado porque alguien que era su amigo supiese la desdicha que le ocurrió, no dejaría que de nuevo huyera de él.

-¿Mañana vendrás en mi busca tal y como has dicho? –Dijo de pronto Jongseok, sin que se lo esperase.

-Por supuesto, ni lo dudes –Tan seguro como pudo, quiso transmitírselo, pero al parecer, o no lo hizo bien o no confiaba en él.

-Tampoco me sorprendería mucho que no lo hicieses ¿desde cuándo importa un pobre ciego? –Apartó su mano de la de él, con algo de brusquedad dejándolo algo impactado por su acción y sus palabras.

-¿Y por qué razón no ibas a importar? –Preguntó comenzando a enojarse.

-Porque a nadie le he importado, y tú no vas a ser menos –Dando por hecho que eran sus últimas palabras, Jongseok se levantó de la mesa, dejándolo allí abandonado.

Quiso protestar, explicarle que eso no era así, pero ya era demasiado tarde, se había ido.

Lo había dejado muy frío, sus palabras le habían dejado muy mal ¿qué quería decir con eso? ¿Tal vez se refería a los otros chicos que después del accidente le dieron de lado? Pero él no estuvo, no porque no quisiera, sino porque no podía.

Le demostraría que eso no pasaría. Al día siguiente iría a su casa, lo sacaría de esta y se irían a dar un paseo.

Y ahora se percató que se había marchado sin decirle donde vivía, por lo menos, era consciente de donde trabaja su madre y podría acercarse de vuelta a casa a su tienda e informarse de la casa en la que ahora vivían.

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