martes, 7 de junio de 2016

(EunYeon) Your new enemy -Serial- Capitulo 1


Titulo: Your new enemy

Pareja: EunJi (Eunjung + Jiyeon)

Tipo: Yuri

Genero: Fluff, Lemon.

Clasificación: M

Descripción: Jiyeon siempre ha sido quien ha mandado en el instituto. Es la niña de papá, rica, hermosa y con muchos dones. Allá donde vaya, todos hacen lo que ella quiere, hasta que alguien se pone en su camino, alguien dispuesto a llevarle la contraria, y Jiyeon no permitirá eso.

Advertencias: Lemon, y alguna que otra escena “rara”.

Nota: ¡Holaaa! Este fanfic es un pedido que me hicieron ya hace muuucho tiempo, pero que no he podido empezar por varias razones, la primera es que tenía aún otras historias y segundo es que no conseguía aclarar bien la trama de la historia, pero ya está todo. Espero que a Mirella, quien lo encargó le guste, ya que he intentado basarme en lo que me pidió. Y a todos ustedes, espero que os guste. ^^

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Ese día estaba a rebosar de felicidad. Su nuevo tinte la hacía verse más hermosa, incluso con el horrible uniforme del instituto. Se había puesto el nuevo maquillaje importado de Europa solo para ella. Y lo mejor de todo, justo hoy le daban la nota de un examen, del cual seguro que solo ella había aprobado, y por supuesto, con la nota más alta.

Caminaba por los pasillos, contoneándose, moviendo sus caderas para que su falda se moviera un poco y atraer más las miradas. Sabía que era la envidia de cualquiera, pero nadie se atrevía a chistarle.

Se podría decir que solo había un adjetivo que la definiera: perfección. Simplemente, era perfecta, y lo sabía.

Con una gran sonrisa dibujada en el rostro se paseaba pasillo por pasillo, hasta llegar al aula que tenía asignada su curso. Justo antes de entrar, un gran corcho contenía diversos anuncios que los alumnos colgaban o que los profesores ponían sobre sus clases. Pero una zona estaba solo destinada a los exámenes, eso era lo que ella quería ver.

Al llegar buscó con la mirada la lista del examen nuevo, y una vez que dio con ella, buscó, tranquilamente su nombre. Tan solo un 9’75. No estaba mal, no era el 10 que siempre conseguía, pero teniendo en cuenta que el examen fue difícil, tampoco pasaría nada. Pero estaba más que segura que solo ella tenía esa nota.

Para sentirse bien y más segura, fue uno por uno en la lista, viendo las notas de sus compañeros. Casi todos suspensos, pocos llegaban apenas al 6. Su pecho se hinchaba de orgullo conforme descendía por la lista, pero llegando al final, algo la crispó.

-Esto no puede ser, maldita sea -Alguien tenía un 10 y no era ella. Fue directa al nombre a ver de quien se trataba “Ham Eun Jung” ¿quién era esa? No le sonaba el nombre de nada, tenía que ser nueva por la fuerza, y tenía más nota que ella, eso era un ataque hacia su persona ¿y si se daba cuenta alguien más que no tenía la mejor nota?

No sabía ni quién era esa chica, pero estaba segura que daría con ella y le dejaría bien claro quien era la mejor en la clase, y ella seguro que no lo era.

Mosqueada, se marchó indignada. La clase comenzaría en unos cinco minutos, así que fue directa al interior de la clase, con la cabeza alta. Ya había gente dentro, incluidas sus amigas.

-Jiyeon, que elegante vienes hoy -Le comentó Boram, sentada en su asiento. Ella se sentó a su lado, saludándolas.

-Pues como siempre, no sé de qué te sorprendes -Algo borde, le respondió, prácticamente sin mirarla.

-¿Has visto la nota del examen anterior? ¡Has tenido una nota excelente! ¡La mejor como siempre! -Soyeon la intentó adular, como siempre hacía, como un perrito faldero, pero no le interesó ni lo más mínimo que lo hiciera.

Ni si quiera le respondió, ya que le rondaba en la cabeza el desconcierto de que una extraña tuviera más nota que ella. Tenía que dar con esa chica, pero tenía el problema de no saber quien era. Podría contar con la ayuda de sus amigas, pero no se atrevía a contarles que no tenía la mejor nota. Sería muy vergonzoso para ella.

Debido a su silencio, sus tres amigas insistieron en saber qué le ocurría, pero no estaba segura de confesarlo, y más si ellas no habían visto todas las notas aún, solo las que les interesaban. Las escuchaba hablar de algo, pero no estaba ni atenta a ello, si no que solo estaba pendiente de la gente que entraba. A la gran mayoría la conocía, eran gente de siempre, pero había algunas chicas y chicos que desconocía, simplemente, no es que fueran gente de su agrado ni gente que le llamaran la atención, normal que nunca se hubiera fijado en alguno de ellos.

Varias chicas, tenían pintas de pringadas, de no saber nada, así que por intuición las descartó como su objetivo. Otra de las chicas, tenía pintas de ser gótica, vestía completamente de negro, con cadenas y calaveras, así que la descartó también. Podía ser ella, pero algo le decía que no.

Tan solo le quedaba una chica que se había sentado al final del aula, callada y sin estar con nadie. Parecía ser muy rarita, pero aun así, ella podía ser esa tal “Eun Jung”. Siempre las mosquitas muertas eran las peores. Se quedó mirándola fijamente, como intentando quedarse con su cara bien grabada, pero en un momento, la chica levantó la cabeza y sus miradas se encontraron.

Tenía una mirada muy sincera, pero si era la susodicha autora de la nota más alta que la suya, le amargaría la existencia. La chica apartó la mirada, como intimidada, pero ella siguió escrutándola, hasta el último detalle.

-¿Qué pasa con esa chica? -La pregunta de Boram le sobre saltó. No se esperaba que fuera a inmiscuirse en sus pensamientos, pero no le iba a reprochar nada.

-Nada. Solo que… No me había fijado en la gente que hay nueva -Intentó disimular como pudo, pero su tono de voz la delataba, y cualquiera que la conocía sabía que le pasaba, aunque nadie se atreviera a decirle que estaba de mal humor.

-Si por casualidad te interesa saber algo de esa chica, solo sé que se llama Eunjung y que su padre es uno de los mayores inversionistas de la ciudad -Boram siguió hablándole. En otro caso, le hubiera molestado y le hubiese contestado mal, pero la información que le había dado era la que necesitaba. Aquella chica era la que tenía más nota que ella.

Ahora que le había puesto cara, sabía por dónde tenía que empezar. Sonrió de manera perversa, lo cual asustó a sus amigas, que sabían lo que significaba aquello. Dejó de mirar a su pobre víctima, para centrarse en la clase. Más tarde se encargaría de esa mosquita muerta.

Una parte de su cabeza, quería atender a lo que su profesor les estaba contando, pero otra, la más dinámica y perversa, solo quería buscar formas de encararse a la peculiar persona que la había superado en nota. Estaba claro, que al ser nueva, no sabía como funcionaban las cosas por allí, que era ella quien mandaba, y que solo ella tenía las mejores notas. No le quedaba más remedio que tener que explicarle de manera más suave como debían funcionar las cosas allí.

Sin quererlo, muchas formas de amargarle la vida a la chica llamada Eunjung aparecieron en su cabeza. Podría jugar un poco con ella, disfrutar haciéndola sufrir un poco. Últimamente todo había estado muy aburrido, ya que al temerle todos, la respetaban y hacían todo lo posible para no hacerla enfurecer. Pero aquella novata le había dado donde dolía y si se atrevía a cuestionar sus palabras, la trataría como su nueva víctima.

Una enigmática sonrisa se dibujó en su rostro, siempre con la mirada fija en el profesor. Si por casualidad las cosas seguían así, también tendría que tener una pequeña conversación con ese educador al respecto de quien llevaba el poder allí, y él seguro que no.

En cuanto el profesor dio por acabada la clase, todo el mundo comenzó a recoger sus cosas para salir y dirigirse a otro lado, y la primera en hacerlo fue ella misma. Sí quería imponer, tenía que hacerlo desde el principio.

Una vez fuera de la clase, se apoyó en la pared de al lado con la espalda, pendiente de quién salía. La tal Eunjung tardaba en salir. La veía desde su posición, pero no se movía de su sitio ¿es que no pensaba salir? Eso le fastidiaría el plan. Pero conforme la gente acababa de salir, ella se levantó de su asiento también, para salir la última. Eso era perfecto.

Cuando la vio que iba a cruzar la puerta, estiró un pie en su dirección, haciéndole la zancadilla, provocando que cayera de bruces al suelo.

-Uy, lo siento ¿te has hecho daño? -El sarcasmo con el que le había hablado era muy claro y envenenado, y por la cara de la chica, se dio cuenta de ello.- Tú eres esa tal Eunjung que ha sacado tan buena nota en el examen de esta asignatura ¿verdad?

-Sí, soy yo -Dijo la chica, recogiendo las cosas que se le habían esparcido por el suelo al caer.

-Bien porque contigo quería hablar -Sin dejar que le mirase, Jiyeon, fue directa a pisar una de sus manos cuando la estiraba a coger un libro. Le apretó con algo de fuerza, hasta que la chica se quejó con una mueca de dolor en la cara.

-¿Qué quieres? ¿Me puedes dejar de pisar? -Eunjung la miraba directamente a los ojos, eso jamás lo había hecho nadie, salvo sus padres, lo cual la enfureció y le pisó con más fuerza.

-No, no quiero dejar de pisarte porque no me da la gana, no hasta que tengas las cosas bien claras en esa cabecita que tienes ahí -Con su sonrisa perversa le clavó la mirada en los ojos.

-¿Qué cosas? Yo no he hecho nada malo, y no tengo nada que ver contigo.

-Te equivocas, preciosa. Sí que has hecho. ¿Sabes quién es la única persona que saca la mejor nota en esta clase y en todas las que está matriculada? Yo. Y sin embargo has llegado tú, nueva, y has roto esa regla ¿eres consciente de lo que te puede pasar si esta situación se vuelve a repetir?

Eunjung se quedó en silencio. No parecía estar aterrada, ni que el miedo por lo que le estaba insinuando se le pasara por la mirada, y eso lo vio bien ella. Eso la frustraba. Tan solo fruncía el ceño y la miraba, como si estuviera esperando que terminase de hablar y de pisarla para poder irse. Pero no la dejaría ir hasta que le dejara bien claras las cosas.

-Si por casualidad, vuelve a suceder una situación como esta, en la que tú tienes una nota superior a la mía, aunque tan solo sea unas décimas, acabaría con tu vida en este instituto y en cualquier otro. Tengo demasiadas influencias, muchas más de las que puedas imaginar, y puedo mover hilos para que nunca puedas estar tranquila y vivir una vida normal en ningún sitio ¿has entendido?

La chica, solo se limitaba a mirarla, no le decía nada, y eso la molestaba más aún. Estaba acostumbrada a que sus víctimas temblasen de miedo, y solo le dijeran que no iban a hacer nada que le molestase. Pero esta mosquita solo la miraba, sin dudar con la mirada.

-¿Ya has acabado? -Se limitó a decir Eunjung, sin más.

-Sí. Pero puede que no haya acabado contigo, ya veremos como sigues comportándote. Solo te digo que tengas mucho cuidado con lo que haces.

Dejó de pisar su mano, algo decepcionada con ella misma. No la había intimidado tanto como quería, así que para no darle tanta importancia, se dio la vuelta y la dejó allí, sola, recogiendo sus cosas.

Su actitud tan pasiva y tan dura ante ella la había descolocado. Nadie se había quedado tan frío ante ella cuando le estaba amenazando, sin embargo, a esa chica parecía darle igual lo que le estuviera diciendo, como si a pesar de sus palabras fuera a seguir haciendo lo que le pareciese. Pero eso no iba a ser así, de eso se encargaría ella.

En vez de ir en busca de sus amigas, como habría hecho de normal, fue caminando hacia el pasillo donde estaban los despachos de los profesores. Sabía que el hecho de hablar con esa chica no iba a servir de mucho. Le había podido leer en la mirada que volvería a retarla, así que para asegurarse que eso no sucediera de nuevo, tendría una pequeña charla con su profesor.

Tras tocar con los nudillos sobre la puerta, y sin esperar una respuesta, Jiyeon abrió la puerta. Con una encantadora sonrisa en el rostro, apareció ante él, que la miraba asombrado al verla entrar.

-Señorita Jiyeon, bienvenida ¿qué te trae por aquí? -Le ofreció asiento con una mano, y ella sin ser descortés, se sentó frente a él, procurando que tuviera una buena vista de su pronunciado escote.

-Quisiera hablar de la nota de mi examen, del último que hemos hecho con usted, y la verdad es que no estoy muy contenta -Dijo con voz melosa, intentando darle pena a la vez que algo seductora. Siempre le funcionaba.

-Pero si has tenido una de las mejores notas ¿cómo no vas a estar contenta? -Los ojos de su profesor habían pasado de mirar su rostro a sus pecho, tal y como estaba buscando ella.

-Lo sé, pero no tengo la mejor nota ¿entiende usted? -Rematando su faena, junto sus brazos, para que sus pechos se apretujaran entre sí y se vieran mucho mejor.

-Y-yo te entiendo, pero claro, otra chica ha hecho el examen mucho mejor y entonces… -Su profesor se estaba poniendo nervioso por momentos. Había tartamudeado, y ya mismo dudaría de todo. Jiyeon sabía cómo manejar a los hombres, era un juego tan fácil, que a veces le resultaba hasta aburrido.

-Profesor… ¿Usted está seguro? Yo creo que debería hacer una nueva revisión en los exámenes ¿no cree? -Poniendo unos leves morritos, Jiyeon acabó seduciendo a su profesor, pero le daría el toque de gracia recordándole quien era su padre y los hilos que podía a mover.- A mi padre le haría muy feliz que su hija sacará la nota más alta, sabría recompensar al profesor por enseñarle tan bien.

-Sí, s-sí, claro, haré una nueva revisión a ambos exámenes, e-estoy seguro que no los he visto muy bien -Sudaba. Sus manos le temblaban, y ya no sabía dónde mirar. Jiyeon se contuvo las ganas de sonreír satisfecha por haberlo conseguido, pero a cambio, le guiño un ojo, coqueteando con él.

-Muchísimas gracias, es usted un sol -Y lanzándole un beso, se marchó de allí, contoneándose al salir para que le mirara bien su trasero.

Nada más cerrar la puerta tras ella, una victoriosa sonrisa afloró en sus labios. Esto no era más que un juego de niños para ella. Todo, como siempre estaba saliendo sobre ruedas, y es que nada para ella era imposible.

Volviendo al pasillo donde estaban las aulas, se cruzó con Eunjung. Le dedico una siniestra sonrisa, y cuando pasó por su lado, sacudió la cabeza para que su pelo se moviera con gracia, atrayendo la mirada de todos.

Sabía que la chica la seguí mirando, y eso le gustaba, que la mirase y se quedara bien con su cara y con quien era en esa escuela, porque si las cosas seguían con ese rumbo, se volvería su nueva enemiga, y había que dejar claro quien mandaba allí y quién no.

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