martes, 7 de junio de 2016

(KaiSoo) Apariencias -MiniSerial- Capitulo 2


Nota: ¡Muy buenas a todos! Os dejamos por aquí el segundo capitulo de este miniserial, que en realidad cuanta con tan solo tres capítulos, así que tan solo queda uno más, pero por ahora, disfrutad de este. ^^

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– Te equivocas, nunca dije que me gustara esa universidad – añadió Kyungsoo -. Además, tenía seis años cuando dije aquello, no lo decía enserio.

– Entonces, ¿a cuál irás? – preguntó el menor.

Realmente no lo tenía planeado, y prefería no hacerlo ya que solo conseguía preocuparse más.

– No lo sé, ya me lo plantearé cuando acabe el curso y sepa cuáles son mis posibilidades – respondió francamente.

– No puedes dejarlo para el último momento, ¿y si tienes que encontrar un piso donde vivir porque está muy lejos? – Jongin parecía dispuesto a meterse de lleno en su vida sin invitación algo que le hizo volver a enfadarse de nuevo. Kyungsoo solo quería que le dejara tranquilo, pero este no sabía aceptar el rechazo-. Queda menos de un año para acabar el instituto, tienes que saber que vas a hacer.

– No tengo por qué, no soy tú, Jongin – tenía que pararle los pies, al fin y al cabo era su futuro de lo que estaban hablando – Así que déjame en paz.

– Solo intento ayudarte Kyungsoo – quiso explicarse el más alto volviéndose de pronto más serio.

– Pues déjalo, no quiero tu ayuda – gracias a Dios ya estaban en su calle así que el más bajo echó a correr hacia su casa sin despedirse del menor.

Le odiaba, odiaba que Jongin tuviera que ser tan perfecto. Él no tenía que preocuparse por sus notas, incluso si llegaban a ser mediocres conseguiría una beca deportiva o algo por el estilo. Tenía muchos amigos influyentes o con dinero, y estos a su vez más contactos en universidades privadas.

Kyungsoo no tenía nada de eso, solo a él mismo. No soportaba que encima Jongin le restregara que él ya lo tenía todo pensado y solucionado. No le aguantaba, ni soportaba siquiera tenerle cerca. Porque cada vez se le hacía más difícil no echarse a llorar, rendirse y olvidar sus sueños.

– Cariño, ¿te encuentras bien? – su madre ya estaba en casa y le había visto llegar corriendo y con mala cara.

– No mamá, – respondió ocultando su rostro y yendo a su habitación – creo necesito descansar un rato.

No le gustaba su vida, no le gustaba sentirse así y tampoco odiar a Jongin. Pero no podía evitar pensar que si él no hubiera estado a su lado jamás habría sido eclipsado por aquel ser tan perfecto. Quizás entonces no se hubiera desmotivado y hubiera puesto mayor empeño para alcanzar sus metas.

Aquella noche solo tomó unas galletas antes de irse a la cama, y fue gracias a la insistencia de su madre. Luego se escondió bajo las sábanas e intentó dormir pero no tenía sueño. Su cabeza no para de dar vueltas al asunto de la universidad y de su futuro. Tardó mucho en conseguir calmarse y, al final, acabar durmiendo.

A la mañana siguiente, nada más oír a su madre despertarle sintió su estómago revolverse, sintiendo unas fuertes nauseas de golpe. Su madre le vio correr hacia el baño y encerrarse durante unos largos veinte minutos, de modo que no tardó en acercarse y comprobar su temperatura.

Kyungsoo tenía mucha fiebre y no paraba de intentar vomitar aun sin tener nada que expulsar. Por eso se quedó aquel día, y dos más que prosiguieron, en su casa. Se sentía realmente débil así tampoco solía salir de su cama, pero para él no era algo tan malo. Lo tomó como un periodo de descanso ya que hacía mucho tiempo que no se había puesto tan malo, quizá años. Del mismo modo, su mal estado le había regalado unos días lejos de su, asquerosamente, perfecto vecino.

Pero, pasados tres días aquel encierro le resultó aburrido. Baekhyun había ido a visitarle el primer día con los deberes que habían mandado y una fotocopia de sus propios apuntes. Más, no lo había vuelto a ver desde ese entonces y le preocupaba que se la acumulasen las cosas por hacer. Fue por eso que se aseguró de enviarle un mensaje a su amigo pidiéndole que le trajera todo lo que habían hecho en su ausencia para esa tarde.

Dado que era viernes tendría todo el fin de semana para trabajar y, ya que vez que se sentía mucho mejor, pensaba volver a integrarse al lunes siguiente sin falta. Aquella tarde se preparó para recibir a Baekhyun nada más terminar de comer. Su madre se había ido a hacer la compra y su padre seguía trabajando, así que estaba en la sala de estar esperando para abrirle por sí mismo. Sin embargo ya eran las cinco de la tarde y su amigo no había aparecido por su casa, algo bastante extraño.

Finalmente, el timbre sonó y Kyungsoo se apresuró a abrir la puerta. Ya estaba pensando en echarle un sermón sobre llegar tarde a su amigo, pero cuando sus ojos se detuvieron frente al recién llegado no encontraron los orbes castaños del mayor, sino unos más oscuros, aunque igualmente familiares.

– Jongin…- no esperaba para nada la visita del menor así que no pudo evitar mostrarse sorprendido -… ¿Qué haces aquí?

– Traigo todos los apuntes y deberes que te iba a dar Baekhyun – respondió mientras entraba sin ser invitado al interior de la casa -. Dijo que había quedado y me preguntó si podría entregártelos yo.

– Ah…- respondió sin saber que más decir.

No le gustaba especialmente estar a solas con Jongin, y menos aún sin haberse recuperado totalmente. Sin embargo le había traído las cosas de su amigo y, de momento, no había empezado a molestarle.

– Veo que ya te encuentras mejor, – dijo acercándose al más bajo y agachándose hasta que sus ojos quedaron a la misma altura – espero no haberte sacado de la cama para tener que abrir la puerta.

– ¿Eh? – su vecino estaba invadiendo su espacio personal, así que Kyungsoo retrocedió un poco – No, estaba sentado viendo la televisión.

Jongin asintió levemente mientras volvía a erguirse y dejaba una pequeña carpeta azul sobre la mesa del salón. Después se giró sobre sí mismo con una pequeña sonrisa en los labios mientras miraba de arriba abajo al mayor, estudiando su vestimenta.

– Bonito pijama, – aquello puso en guardia a Kyungsoo, ya que sonaba a burla – a mí también me gustaba Pororo de pequeño.

De un momento a otro el mayor se puso rojo de vergüenza, aunque la rabia que empezaba a sentir podía haberle hecho arder igualmente. Él no llevaba ese pijama porque le gustara Pororo, bueno hacía bastantes años sí que fue así, pero ese lo compró demasiado grande cuando era pequeño y aún le valía.

Iba a responderle a aquel idiota, y explicar por qué llevaba eso, pero el más alto se acercó nuevamente a él. Esta vez sintió la tibia mano de Jongin sobre su frente y, por un pequeño momento se quedó quieto sin saber cómo reaccionar.

– Tienes las mejillas rojas y estás caliente, deberías volver a meterte en la cama – el menor dijo aquello en voz baja pero para Kyungsoo su voz sonó grave y fuerte.

– E-estoy bien, no hace falta que te preocupes – dijo retirando la mano de Jongin con la suya -. Gracias por traerme los apuntes.

Pero de un momento a otro la mano de Jongin se revolvió y atrapó la de Kyungsoo ágilmente. Igualmente él mismo pegó su cuerpo al del más bajo mientras empujaba a ambos hasta la pared del recibidor.

– Quise venir a verte hace días, te echaba de menos Kyungsoo – nunca hubiera creído que Jongin pudiera llegar a decir algo como aquello, pero acababa de verlo con sus propios ojos.

Por un momento se dejó llevar por los oscuros ojos de su vecino, y aquella fuerte constitución que le rodeaba inundando sus sentidos con su aroma. Pero entonces, al notar una mano acariciar su mejilla, su mente volvió a funcionar a gran velocidad ¿Por qué de repente se preocupaba por él?

El menor seguramente estaba burlándose de él, disfrutaba ponerle nervioso o enfadarle, por lo que automáticamente pensó que aquello era una broma más. Rápidamente liberó su mano, que hasta entonces había permanecido unida a la del menor, y le empujó con fuerza para separarse de él.

– ¿Qué haces? – le preguntó molesto y alterado el más bajo – “Te he echado de menos”, ¿acaso esto te parece divertido?

– ¿Qué? ¿De qué estás hablando? – su vecino parecía sorprendido por su reacción, pero eso ahora no importaba.

– No vuelvas a hacer eso, o te pegaré un puñetazo – declaró Kyungsoo aún más enojado, ya que a cada segundo que pasaba se sentía más humillado – Vete de mi casa.

– No lo entiendo, – Jongin hizo el intento de volver a acercarse, pero se detuvo, temeroso de que el más bajo se enfadara aún más – dime que he hecho para que reacciones así.

– ¿No lo entiendes? – el mayor le miró incrédulo mientras cerraba sus manos en forma de puños – Dime la verdad, lo hacías para verme nervioso, siempre me estás molestando.

De pronto Jongin lo entendió todo, ahora comprendía la reacción del menor, y por eso suspiró con gesto cansado.

– Desde que te conozco has sido así conmigo, mientras que con el resto de personas eras amable y simpático – continuó hablando el más bajo – Te divierte hacerme enfadar, tú mismo lo dijiste una vez cuando éramos pequeños.

– Kyungsoo, el molestarte de vez en cuando no quiere decir que no me importes, en realidad me preocupo mucho por ti – creía que estaba claro que a él le importaba Kyungsoo, y que este no lo supiera le había dolido un poco.

Pero el mayor parecía no creerle, podía verlo en sus ojos. En ese momento se arrepintió de haber jugado con él y sus sentimientos, el haberle hecho enfadar y haberle molestado durante tantos años. Creía que al ser amigos aquellas bromas no dañarían a Kyungsoo, y que las mutuas disputas no significaban nada entre ellos.

– Desde la última vez que nos vimos he sido completamente sincero, quiero ayudarte a ir a la universidad que quieras y, entonces, entrar a ella contigo – aclaró queriendo dejar claro sus buenas intenciones -. Sí soy simpático con la gente, si saco buenas notas o intento ser un chico perfecto es por ti.

Jongin supo que era el momento de explicar lo que era el mayor para él, quería lo supiera para evitar más malentendidos. Había estado esperando todo ese tiempo a que la relación entre ambos mejorara, ya que sabía que, entonces, la probabilidad de ser rechazado sería menor. Pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

– Kyungsoo, me has gustado desde que éramos pequeños, tanto que ni siquiera podrías llegar a imaginarlo.

En ese momento el más bajo abrió con palpable sorpresa sus ojos. Además, en ese mismo instante su corazón empezó a latir acelerado y con tanta fuerza que notaba sus propias pulsaciones. De pronto sintió algo removerse en su interior con esa confesión. Recordó cómo le había gustado Jongin, pero también lo que había sufrido por ello.

– Si te molestaba de pequeño era para que me prestaras atención. El ir siempre juntos, al colegio, instituto… Incluso durante las vacaciones de verano, era para estar a tu lado – explicó ante la atenta mirada de Kyungsoo -. Pero, al final, solo conseguía que te alejaras más de mí. Por eso, cuando vi como idolatrabas a mi primo, en mi cumpleaños, decidí llegar a ser como él – para el mayor aquello era una locura, ni siquiera creía que estuviera pasando de verdad – Me he matado a estudiar para ser como él, incluso me metí al club de fútbol y al de béisbol para destacar más, para parecerte más interesante y atractivo.

En ese momento Kyungsoo entró en pánico, no sabía que decir o cómo actuar, de modo que intentó escapar y alejarse de Jongin metiéndose en la cocina. Si era capaz de poner alguna barrera entre ambos le sería más fácil no volver a caer ante él. No podía desarrollar sentimientos hacia él de nuevo.

– Todo lo que soy, y lo que hago, es solo por ti Kyungsoo…- añadió el más alto siguiendo a su vecino e interponiéndose en su trayectoria, adivinando sus intenciones de huir.

El mayor de pronto se encontró frente a Jongin, y tan cerca que tuvo que retroceder para no chocar contra él. Sin embargo el espacio entre ambos fue acortado por el menor que, además, volvió a atrapar una mano de Kyungsoo entre las suyas. Más, el calor que emanaban de estas y la intensa mirada que le dedicaba, solo acabó asustando al más bajo.

– ¡No me toques! – gritó mientras tiraba para intentar liberar su mano, pero Jongin lo impidió – ¡Déjame!

– Baekhyun siembre te está tocando, – repuso el menor con enojo – ¿a él si se lo permites?

– ¡Él es mi amigo, y tú mi vecino!

De pronto se produjo un silencio sepulcral mientras Jongin Soltaba su mano, como si el simple contacto le doliese. Por un momento le observó mientras este parecía haberse congelado en el tiempo, ¿acaso había dicho algo malo?

Mientras, el menor no podía creer lo que acababa de oír ¿Kyungsoo no le consideraba su amigo? ¿Era solo un chico que vivía cerca de él? Sentía como si le hubiesen arrancado el corazón, pero intentó recomponerse y parecer fuerte.

– Dime por qué no te gusto, por qué no me consideras, al menos, tu amigo – exigió observando implacablemente al más bajo -. Por qué incluso Baekhyun es más importante para ti que yo – el mayor no parecía querer responder, e incluso evitaba su mirada – ¡Dímelo, Kyungsoo!

Consiguió asustarlo, ya que se estremeció ante sus palabras, pero al menos volvió a mirarle a los ojos. Kyungsoo no quería decir por qué le odiaba, ya que se avergonzaba del motivo. Pero el menor se lo estaba pidiendo a gritos, y sus ojos suplicaban una respuesta.

– Tú… Eres perfecto Jongin, – por un momento los ojos del más alto brillaron con esperanza e, incluso, intentó volver a acercarse al mayor pero, al notar el serio semblante de este, se detuvo – y por eso no te soporto.

– Yo…- dijo claramente confundido -…no lo entiendo.

– Cuando estoy a tu lado me siento insignificante, no logro hacerme notar, y es por eso que empecé a odiarte – explicó el mayor -. Sé que el fondo solo te tengo envidia pero, además, el verte fingiendo ser amable con todo el mundo me hace detestarte aún más.

Kyungsoo notó como el menor parecía herido.

– Lo siento…

– No, está bien – dictaminó Jongin bajando brevemente la cabeza, para luego volver a observarle sin brillo en sus ojos -. Agradezco que hayas sido sincero, al menos ahora sé lo que piensas de mí – tras aquello el menor le sonrió ligeramente, hasta que su labio inferior comenzó a temblar -. Supongo que ya es hora de que me vaya, ya te veré el lunes en el instituto.

– Sí…- aquella despedida no resultó incómoda, más bien ambos notaban un ambiente pesado que parecía ahogarles cuanto más tiempo estuvieran juntos -… Adiós.

– Adiós – declaró el menor dirigiéndose hacia la entrada.

Una pequeña parte de él quería detenerlo, gritar su nombre e ir tras él, ¿pero para qué? ¿Y qué diría entonces? Tan solo había dicho la verdad, ambos finalmente habían sido honestos. Bueno, aun no creía del todo en las palabras de Jongin, pero aquello no era culpa suya. Siempre se habían comportado como el perro y el gato, siempre se habían molestado y burlado el uno del otro.

Había oído que aquellos que pelean mucho entre sí acaban enamorándose, pero pensó que era un dicho popular, solo eso. Además, si le hubiera gustado a Jongin desde que eran pequeños él lo habría notado…

Pero entonces recordó las veces en que su vecino se le pegaba constantemente allá donde fuera. También como, una vez, peleó contra un chico que había llamado “enano” a Kyungsoo hasta ser llevado a la enfermería y, luego, llamado a la oficina del director. Y, lo que era peor…

Kyungsoo subió hasta su habitación corriendo y buscó bajo su cama como un loco, sacando cajas llenas de recuerdos olvidados y, de entre todas ellas, una pequeña de color gris. La destapó con cuidado y contempló con el corazón sobrecogido su contenido.

Las cartas que Jongin le entregaba personalmente para invitarle a ir a sus cumpleaños, año tras año. Habían exactamente diez cartas y, de las cuales, las tres últimas aún permanecían cerradas. El mayor había dejado de ir a sus fiestas cuando cumplieron seis años, pero Jongin siguió invitándole, pidiéndole que se acercara aunque fuera un minuto.

“Da igual si no traes un regalo, solo quiero celebrar mi cumpleaños contigo”. Había escrito aquello cinco años atrás y Kyungsoo lo había ignorado, hasta el momento. Entonces procedió a leer, y abrir las que permanecían cerradas, comprobando que, en todas ellas, contenían el mismo mensaje. Siempre le pedía que asistiera a su cumpleaños, aunque utilizando diferentes palabras.

Se sentía aturdido y desconcertado, ya que en ese instante empezó a reflexionar seriamente sobre sus sentimientos hacia Jongin ¿Podría olvidar todo el resentimiento que le guardaba e intentar ser su amigo? Al fin y al cabo era lo único que le había pedido. Ni siquiera, tras habérsele confesado, le había pedido que le amara. Solo parecía querer su amistad.

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