Nota: ¡Hola! Estoy de vacaciones, pero no tengo mucho tiempo, así que os dejo por aquí este capitulo, y si puedo, pronto actualizaré los demás. ¡Besos!
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-Perdone –Llamo al camarero que les había atendido, a BR y a él, cuando llegaron.- ¿Sabes usted donde se encuentra la chica con la que yo había llegado?
-¿La joven? –El camarero parecía estar pensando sobre quien le estaba hablando. Una mueca que hizo abriendo la boca, le indicó a Sehun de que ya se acordaba de quien le estaba hablando.- Esa chica hace rato que ha salido del establecimiento y no ha vuelto.
-¿Se ha ido? –Preguntó sorprendido, sin entender el motivo por el que la chica se había ido sin él.
-Sí, caballero, la joven se fue, y si mi permite decirle, con un rostro bastante apenado.
-Vale, está bien ¿Cuándo te debo? –Sehun sacó de uno de sus bolsillos la cartera, y cuando el camarero le dijo lo que tenía que pagar, dejo de inmediato el dinero sobre la mesa, apuró su refresco y se marchó apresurado en busca de BR.
¿Por qué se había ido de esa manera sin decirle nada, si él no le había hecho nada malo? O por lo menos, nada de lo que no fuera consciente. Pero lo que no entendía, o no llegaba a concebir, eran los motivos que BR había tenido para abandonarlo sin ni siquiera avisar.
En la calle en la que se encontraba, solo había restaurantes, y mucha gente, demasiada. Por más que miraba en las terrazas, en cada una de las mesas, no daba con el rostro de BR.
No la conocía ni de un día, ni si quiera habían pasado 24 horas desde que la había conocido, y ya se estaba preocupando por ella, como si fuera una persona a la que lleva conociendo desde hace mucho más tiempo. Casi desde siempre.
Llevaba un buen rato buscando a la chica, se había recorrido varias veces las calles cercanas, pero ni el más mínimo rastro de ella.
Cansado de buscar y hambriento, se detuvo en una pequeña plaza, donde unos niños jugaban con una pelota. Se sentó, dejándose caer prácticamente sobre un banco ¿Y ahora a donde y que comía él?
Tenía pensado quedarse allí y descansar, pero cuando quiso darse cuenta de la hora que era, se puso en pie de un salto. Era la hora en la que habían quedado todos para ir a ver el coliseo, y no quería que lo dejaran en tierra. Allí por lo menos, tendría que encontrarse con BR.
Cuando llegó al sitio en el que habían quedado, fue el último en montarse. Le faltaba la respiración. Intentaba respirar a la vez que se dispuso a encontrar el asiento libre donde poder sentarse. Al final del autobús, encontró un asiento vacío, al lado de un anciano que parecía dormido.
No se lo pensó mucho, y se sentó. Las piernas les temblaban de todo lo que tuvo que correr para llegar a tiempo- el bus o tardó mucho más en arrancar, y su nuevo compañero no parecía que fuera a despertarse ni con el estrepitoso ruido del motor al encenderse.
Ahora que estaba algo más tranquilo, se removió en su asiento, estirando el cuello para ver por encima de todos los asientos que tenía por delante. No sabía si era capaz de reconocer a BR de espaldas, y menos si estaba recostada.
Todos los asientos estaban ocupados, así que ella tenía que estar sentada en alguno de ellos, el problema era que en cual de todos esos asientos se encontraba. Eso ya iba a estar más complicado, aunque si lo pensaba mejor, más complicado sería el buscarlas entre calles que no conocía que buscar en un autobús.
Calculando bien según la hora a que les había dicho el guía que llegarían al gran coliseo, tenía cerca de media hora de dar con BR. Era tiempo suficiente. Lo que no sabía es que haría. Si se acercaría a hablar con ella o se esperaría hasta que bajaran del auto o cuando estuvieran en el hotel. No sabía qué hacer, pero lo que si sabía es que quería saber porque lo había dejado solo sin decirle nada.
Buscar desde atrás no había sido muy buena idea. No veía más que cabezas y en algunos asientos ni eso, solo algunos pelos. Pero no alcanzaba a ver algo que distinguiera a BR de todos ellos.
Entonces empezó a preguntarse si de verdad ella se había subido a ese autobús o se había quedado en tierra.
Al acomodarse mejor en el asiento, sintió un peso en el hombro. Al girar la cabeza, vio que era su anciano acompañante que seguía dormido, pero ahora su cabeza estaba posada en su hombro. Ahora ya no se podría mover, porque le daba cosa despertarlo, y levantarse hasta dar con BR, tendría que esperar que se despertara o que parara el auto. Aunque la espera se le hiciera eterna.
Es más, el viaje hasta el coliseo se le hizo muy largo, más con su compañero roncando al lado de su oído. Se prometió a sí mismo que al viaje de vuelta no se sentaría con alguien así, prefería ir todo el viaje de pie en el pasillo.
Cuando el autobús paró, vio el cielo abierto. Su compañero anciano despertó al momento, sin pedirle disculpas si quiera por haberse quedado dormido en su hombro, pero tampoco él se quedó allí parado esperando una disculpa. Se puso en pie al momento de decir el guía que podían bajar, tenía que dar con BR.
Pero a la misma vez que él, mucha gente también se puso en pie, y al estar de los últimos, tuvo que esperar para bajar, pero la vio. La vio levantarse, recoger sus cosas, y sin mirarlo si quiera, bajar por la puerta del auto.
Ahora tenía urgencia por salir. Si no lo hacía ya, la perdería de vista y no sabría dónde buscarla, pero con tanto anciano por delante suya, no bajó, hasta unos minutos más tarde.
Cuando por fin pudo poner los pies en el asfalto, sintió una ola de calor en la cara. El sol estaba dando de pleno y le cegaba la vista, pero al momento se puso la mano a forma de visera sobre los ojos para ver mejor. ¿Dónde estaba la chica?
El guía los llamaban a todos para que les siguiera y así poder ir a ver el coliseo, pero estaba más pendiente de otra cosa.
¡Por fin la había visto! Se había recogido una coleta, y seguía a todo el mundo hacia donde los llamaban el guía. Empujando a la gente, a la vez que se disculpaba, intentaba acercarse hasta ella, pero se agobiaba con tanta gente a su alrededor y sin dejarle pasar. Además del abrasante sol que le daba de pleno.
-¡BR! ¡Espera!
Acabo optando por llamarla, para que se detuviera y poder hablar tranquilamente. Pero o no lo escuchaba o simplemente hacia como que no lo escuchaba para no hablar con él. O eso ya era darle muchas vueltas al asunto.
Ella seguía alejándose por mucho que siguiera gritando su nombre. Pero no iba rendirse. Sigue caminando entre la gente hasta que consigue alcanzarla. Por inercia, la agarra del brazo para obligarla parar y mirarle a la cara.
-Te estaba buscando ¿por qué me abandonaste de esa manera? -Ella se sacudía para que le soltara, apartando la mirada al momento al ver que se trataba de él.
-¿Eso es lo único que te importa? ¿Que por qué te has quedado solo? -BR se consiguió deshacer de su agarre y siguió caminando como podía, dispuesta a evitar seguir aquella conversación.
-Pues sí, porque me quedé solo. Y sin comer -Sehun se puso delante de ella para evitar que se fuera, pero parecía que BR buscaba maneras de esquivarlo.
-El que no hayas comido es cosa tuya.
-¿Me vas a decir tus motivos o no? -Según consiguió que se parara pero su tono de voz subió y fue consciente de que había llamado la atención de alguno que pasaba por su lado.
-No. Porque parece que a ti solo te importas tú mismo. Y yo no tengo que darte ninguna explicación porque no eres nada para mí para hacerlo. Así que déjame en paz.
BR después de reprimirle, seria y con la mirada fija en sus ojos, le rodeo para seguir al guía hasta el monumento.
Sehun se había quedado de piedra. Había imaginado cualquier cosa como reacción de ella, pero no que le dijera eso. Y menos con ese carácter.
-Que dura… -Murmuró reaccionando por fin. Se giró para verla marchar. Le gustaban las mujeres con carácter, pero había algo en sus palabras que le había calado. Le había hecho sentir mal, y lo peor de todo, es que ella parecía tener sus motivos, los cuales, desconocía totalmente.
Ahora su estómago rugía de manera feroz. Era como si una bestia hambrienta hubiera despertado dentro de él.
Iba a dejar que todos ellos fueran a ver el monumento, pero él, en esos momentos deseaba llevarse algo de comer a la boca. Y eso fue lo que hizo. Buscarse una cafetería donde poder comer algo, cerca de donde estaba el autobús, para así cuando viera volver a sus compañeros, él unirse a ellos.
Después de cerca de una hora poniéndose las botas a base de dulces, sobre todo de chocolate, vio que todos sus acompañantes de autobús volvían, así que pago a cuenta al camarero al momento y salió de la cafetería con la barriga completamente llena.
Todos parecían contentos de lo que habían visto y él lo hubiera visto, pero el comer era algo más importante, ya habría otras oportunidades.
Esta vez sin buscar a BR, se montó en el auto y se buscó un asiento, al fondo, dispuesto a pasar un tranquilo viaje de vuelta al hotel.
***
Tal y como BR le había pedido, no la había molestado en todo el viaje. Al llegar al hotel, se había ido directamente a darse una ducha en su habitación, donde después se arregló y salió, hecho un señorito pijo.
Con un traje de chaqueta liviano, se paseó por el hall del hotel, donde las miradas estaban puestas en él. Incluso alcanzó escuchar algún que otro suspiro al verlo pasar. Sonrió para sí mismo.
Salió a un patio interior, donde una gran fuente iluminada por diversos colores, se disponía en el centro, atrayendo la atención de cualquiera, de lo hermosa y curiosa que era.
Sehun se acomodó en una mesa cercana a esta fuente, y cuando camarero lo atendió, se atrevió a pedirse una copa.
Una dispuesta joven se le acercó. Le había reconocido, y quería una foto con él. Como estaba de buen humor, se la hizo. Al terminar, pudo ver a lo lejos, que lo miraba mientras se despedía de la chica, con una expresión bastante rara ¿acaso estaba celosa?
Le dedicó una amplia sonrisa, pero ella pasó completamente de él y se fue por otro lado, contrario de donde se encontraba él.
-Hola, amigo -El hombre con el que había estado sentado en el autobús esa misma tarde para ir al coliseo, y se había dormido sobre su hombro.
-Buenas noches, señor -Le saludó, ofreciéndole que si quería sentarse en frente suya.
-No te vi en la visita al gigantesco monumento que crearon los romanos, ya sabes, el colusiu ese.
-El coliseo -Le corrigió Sehun, riéndose junto a ese hombre.- No, no pude comer antes, y me moría de hambre, necesitaba comer algo y cuando acabé ya no tenía tiempo para ir con ustedes.
-Vi la pelea con tu amiga, la que parece que viene del mismo sitio que tú. -El hombre insistía, parecía querer hablar con él lo que en el viaje no pudo.
-Ah, sí, con BR… No ha sido nada, es que parece que hice algo que a ella le molestó, pero no tengo ni idea de que -Sehun suspiró, frotándose las manos, como signo de estar bastante frustrado.
-Las mujeres son bastante raras, su lógica es enrevesada y no hay quien la entienda. ¡Y a veces ni entre ellas se entienden! Pero hay que aprender a vivir con ellas, al fin y al cabo, son maravillosas ¿no crees? Habla con esa muchacha, pero sin pensar en ti, solo en ella. Verás como así va todo mejor.
El hombre no dejó que le llegara a responder. Se levantó y lo dejó solo con sus pensamientos, que se planteara bien lo que le acaba de bien.
Sehun se dio cuenta que tenía toda la razón. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Debía aclarar todo con BR pero si se acercaba sin más, lo espantaría como había hecho anteriormente esa tarde. Tenía que buscar una manera de sorprenderla, y ya sabía como hacerlo.
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