domingo, 12 de febrero de 2017

(JoyRene) My Heart, Your Heart -Oneshot-


          Titulo: My Heart, YOur Heart

          Pareja: JoyRene (Joy + Irene) [Red Velvet]

          Tipo: Yuri

          Genero: Fluff | Romance

          Clasificación: G/PG

          Descripción: Es el día de San Valentín e Irene quiere hacer un regalo especial a Joy pero no encuentra el momento adecuado para hacerlo. Se le está acabando el día...

          Advertencias: Ninguna. ^^

          Notas: ¡Hola criaturillas! Este es el segundo Oneshot para el día de San Valentín, solo habrá otro más ya el mismo día 14. ¡Esperamos que disfrutéis de todos ellos! Tenía ganas de escribir algo de Red Velvet ya que antes no lo había hecho, no sé si habrá quedado bien. 😋😘


          Enfundadas en un gran abrigo, con una bufanda que les tapaba medio rostro y unas grandes botas de agua, caminaban dos chicas por mitad de la calle cogidas de las manos. Una ocultaba sus cabellos rojizos bajo un gorro rojo y la otra simplemente, llevaba puesta la capucha del abrigo.

          Irene jugueteaba, acariciando con su dedo gordo el dorso de la mano de la otra. Hacía frío, pero el contacto con su mano le provocaba una cálida sensación que la reconfortaba. Salían de una dura sesión de prácticas de baile, sus cuerpos estaban cansados, pero ellas caminaban tranquilamente antes de volver a casa.

          Un rato solas es lo que necesitaban. Desde que volvieron a sacar canciones, los ensayos, las presentaciones, las actuaciones constantes y demás, no habían tenido ni un solo momento de intimidad. Y tampoco en casa lo tendrían.

          Ni siquiera habían cruzado palabra, solo caminaban por las calles, tranquilamente, sin nada más. Lo cierto es que ambas disfrutaban de su compañía mutua. Aunque no pasara nada más, y simplemente caminaran cogidas de las manos. Eso ya era hermoso.

          -Creo que estamos bastante lejos ya ¿no? -murmuró Irene, haciendo una juguetona mueca por el dolor de pies que ya comenzaba a tener por culpa de los zapatos.

          -¿Quieres que volvamos a casa? -Joy se detuvo, con el mismo dolor que la otra, aunque no quería decirlo.

          -Sí ¿podemos coger un autobús para volver? La verdad es que no tengo muchas ganas de seguir andando sin rumbo -para que iba a engañarse Irene si solo quería volver a casa. Joy hizo una graciosa mueca. No le desagradaba el hecho de volver a casa, pero sí que se acabara el momento de privacidad con su unnie.

          -Pues busquemos entonces una parada del bus que nos pueda llevar a casa de nuevo.

          Ambas chicas dieron media vuelta y comenzaron a caminar por donde habían venido hasta encontrar la parada del autobús. Joy apretó la mano de Irene que aún mantenía agarrada. El ambiente estaba muy movidito, era el día de San Valentín y muchos enamorados paseaban por las calles. Todo lleno de corazones y diferentes cosas de color rojo. Alcanzaron ver piruletas gigantes, globos, peluches entre otras muchas cosas.

          Irene miró de reojo a la menor. Joy parecía estar muy distraída con todo lo que la rodeaba, parecía no sospechar nada. Con la mano que tenía libre y metida en el bolsillo de su chaqueta, removió una pequeña caja que ocultaba. Quiso dar el paseo en busca del momento adecuado para dárselo, pero no lo había encontrado. Tampoco podían volver a casa con las demás, ya que entonces perdería cualquier oportunidad de una mínima intimidad.

          Aquello la hacía ponerse muy nerviosa, se sentía avergonzada, pero desde hacía tiempo que quería decirle lo que albergaba en su corazón ¿y qué mejor momento que el día de San Valentín? Sin embargo no se veía con la fuerza de voluntad necesaria para darle el regalo.

          -Mira, ahí hay una parada, vamos a ver si pasa el autobús que nos lleva a casa -las palabras de Joy la sacaron de sus pensamientos.

          Permaneció en silencio mientras la menor observaba las líneas de autobuses, tenía que buscar una forma de hacerlo antes de que fuese demasiado tarde ¿pero cómo?

          -Hay una línea que nos puede llevar, pero vendrá dentro de veinte minutos ¿esperamos?

          -Vale, de acuerdo -ambas chicas se sentaron en el banco de la parada, solas, a la espera de la llegada del bus.

          El silencio se hizo presente entre las dos, solo se escuchaban los ruidos de los coches que pasaban ante ellas. Estaba el cielo ya muy oscuro y hacía algo más de frío. Joy estaba congelada, por lo que disimuladamente se pegó a Irene. Esta al darse cuenta contuvo la respiración. Una ola de calor inundó su rostro cuando volvían a tener agarradas sus manos, pero no de la misma manera.

          Joy la acariciaba con ternura, mientras apoyó la cabeza en su hombro. Algo le dijo en su interior que ese era su momento para decirle todo a Joy pero estaba tan nerviosa por el acercamiento que había tenido que no se veía capaz de hacerlo sin cagarla.

          -Unnie, a pesar de nuestra diferencia de edad ¿tú me quieres?

          El rostro de Irene se volvió blanco como la nieve ante su pregunta tan repentina. No sabía si se refería que si la quería como su unnie o como otra cosa diferente. Irene abrió los labios para decir algo, pero las palabras no salían. Joy pareció percatarse de eso, y aclaró su pregunta.

          -Si me quieres como unnie, si me quieres como quieres a Yeri.

          -¿Qué tiene que ver Yeri aquí?

          -Bueno, a ella la cuidas mucho... Yo también quiero que me cuides así o más -por su tono de voz, Joy parecía muy indignada con eso. Irene soltó una pequeña carcajada.

          -Que tonta eres, por cuidarla tanto no quiere decir que la quiera más, simplemente es más pequeña y hay que cuidarla. Con lo alta que eres tú pareces la mamá de todas.

          -Jo... -Joy se puso de morros a modo de broma-. ¿Y quién te cuida a ti?

          -Yo misma, además, no hay que cuidarme a mi ¿si no quien se va a encargar de cuidaros a todas vosotras? -como un acto reflejó, Irene depositó un beso en la cabeza de Joy. Cuando se quiso dar cuenta, ya lo había hecho.

          -Pero yo quiero cuidarte... -murmuró Joy muy bajito, tanto que ni siquiera Irene la escuchó.

          Antes de que siguieran con la conversación, antes de que Irene volviera a replantearse el hecho de darle el regalo, el autobús que las llevaría a casa se detuvo ante ellas. De un salto, ambas chicas fueron entrando, pagando su billete y buscando un sitio. Estaba semi vacío por lo que no les costó encontrar unos asientos dobles donde ambas se pudieran poner juntar.

          Una vez que el vehículo se puso en marcha, ninguna de las dos dijo nada. Mantuvieron a lo largo de todo el trayecto un singular silencio. No pasarían mucho tiempo allí subidas, por lo que Irene consideraba que ese no era el momento adecuado, sin embargo, se iba poniendo cada vez más nerviosa. Sus posibilidades para darle el regalo y declarársele estaban agotándose conforme los minutos iban pasando.

          ¿Y si era una señal del destino para que no se lo diera? Para ella, todo lo que sucedía al rededor eran señales del destino, y tal vez esa fuese una. Puede ser que no fuese el momento adecuado para darle el regalo. Irene suspiró cansada de darle tantas vueltas al asunto, pero esto llamó la atención de la otra.

          -¿Qué sucede? -preguntó Joy.

          -No es nada, solo que estoy bastante cansada -Irene tuvo que sonreírle para que no se preocupara por ella, no podía dejar que se diera cuenta que estaba asustada.

          -En cuanto llegues, comes algo y te vas a dormir ¿de acuerdo?

          -Bueno, ya lo iremos viendo.

          Al no prometérselo y sabiendo que no lo iba a hacer, Joy le dio un leve codazo a la mayor, provocando una pequeña carcajada en ella. Sus manos volvieron a encontrarse. Lo cierto es que ambas se sentían muy cómodas sitiéndose una a la otra, seguras y tranquilas.

          Ni siquiera separaron sus manos cuando llegaron a su parada y se bajaron del vehículo. Comenzaron a caminar por la calle hasta su casa agarradas de las manos aún. Ninguna de las dos estaba dispuesta a soltar a la otra hasta que no fuera estrictamente necesario.

          Sin embargo, cuando estaban próximas a llegar a su vivienda, Irene se detuvo, dando un leve tirón del brazo de la menor. Joy la miró sin entender nada, pero Irene consideraba que ese era su momento. Tomó aire y valor. Temía que todo saliera mal o que Joy incluso se pudiera molestar con ella por sus palabras, pero tenía que hacerlo. Era ahora o nunca.

          -¿Qué sucede? -acabó preguntando Joy ante su silencio y su extraño comportamiento.

          -Verás... Quería hablarte de algo... -comenzó diciendo la más mayor.

          -Aquí podemos coger frío ¿y si me lo dices dentro?

          -No... Si entramos ya no podré decírtelo, tiene que ser aquí... -Irene no era capaz de mirar a Joy por la vergüenza que sentía. Tragó saliva e hizo el esfuerzo de levantar la mirada hasta encontrarse con sus ojos-. Joy... Siento mucho si has llegado a creer que quiero más a otras que a ti, lo siento de corazón.

          -Pero no pasa nada por eso, no me lo he tomado en serio ni nada. Yo entiendo perfectamente que nos tienes que cuidar a todas y que unas necesitan más atención que otras -Joy sonrió levemente, pero Irene sacudió la cabeza.

          -No es eso, es que... Me da miedo tratarte igual porque lo que siento por ti no es igual a lo que siento por las demás...

          -Unnie... ¿qué quieres decir con eso? Me estás asustando....

          -No es nada malo o al menos eso es lo que creo... -nerviosa, Irene se pasó la lengua por sus labios que se habían quedado muy resecos-. Pero es algo que quiero que lo sepas.

          -Por favor, dímelo ya que me estoy poniendo con muy mal cuerpo...

          Irene sacó la caja que guardaba en su bolsillo. La mano le temblaba, no estaba segura de cómo iba a acabar todo aquello. Le tendió la pequeña caja para que la menor la cogiera, pero Joy la miraba sin entender nada.

          -¿Es para mí? -con sus fríos dedos tomó lo que le estaba ofreciendo, rozando la mano de Irene, un leve contacto que erizó el bello de la mayor.

          -Sí... Y quiero que entiendas con esto que no eres una más para mí, sino que te tengo en mi corazón más de lo que crees...

          Mientras Joy escuchaba cada una de sus palabras, abría la caja con sumo cuidado. Sus ojos se iluminaron cuando vio el fino colgante de plata. Llevaba un corazón muy sencillo y elegante que brillaba a pesar de la poca luz que las farolas de la calle les proporcionaban.

          -Es... maravilloso... Me encanta...

          -Es mi regalo por San Valentín -confesó aun inquieta Irene.

          -Pero en San Valentín se hacen regalos los enamorados.

          -Pues por eso... -Joy sonrió al escucharla, al verla totalmente sonrojada por el momento al que se estaba enfrentando y al ver que para Irene no era una más.

          -Eres muy tonta... Pero... -ahora fue la menor la que se sacó del bolsillo otra caja. Irene la miró extrañada. Eso sí que no se lo esperaba.

          Lo tomó cuando Joy se lo ofreció y no dudó en abrirlo. Cuando vio lo que contenía la caja, se encontraba totalmente asombrada.

          -Pero si es... ¡es el mismo! -Irene sacó un colgante que era muy similar al que ella le había regalado, su hermano gemelo.

          -Yo lo había comprado para regalártelo, ya que en esta fecha se hacen regalos los enamorados -dejó caer Joy a la misma vez que se colocaba en su fino cuello su regalo-. ¿Me queda bien?

          -Espera... Esto quiere decir que tú... ¿también sientes algo por mí? -Irene ignoro su pregunta ya que consideraba que había algo más importante que aclarar, y era su confesión bastante indirecta.

          -Yo no siento algo por ti, unnie. Yo siento amor por ti, no es algo cualquiera -la amplia sonrisa de Joy, provocó una ola de felicidad en Irene que no dudó en lanzarse a abrazar a la menor cuando la escuchó. Con el colgante en la mano y abrazada a ella, Irene cerró los ojos. Quería disfrutar hasta del último segundo de ese contacto, de esa sensación de felicidad infinita.

          -Yo también siento amor por ti, Sooyoung -murmuró Irene aun fundidas en el abrazo.

          -No sabes cuánto me alegro de que acabe San Valentín así, pero creo que deberíamos entrar que si no vamos a coger un resfriado -las palabras de Joy tenían toda la razón. Avergonzada, Irene se separó de ella. Lo que no se esperaba era que las manos agiles de Joy le quitaran su colgante de las manos y se lo pusiera en el cuello. Ahora las dos lucían sus respectivos regalos, dos corazones de plata.

          Cogidas una vez más de las manos, las chicas entraron al bloque de pisos donde vivían. Pero mientras que tomaban el ascensor, Joy le dio un disimulado beso a Irene en la mejilla que provocó que esta se volviera a poner colorada. Lo mejor de todo, es que las otras chicas la verían como un tomate andante y no sería capaz de decir el motivo.

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