martes, 14 de febrero de 2017

(HanChul) Tu recuerdo -Oneshot-


       Título: Tu recuerdo

       Pareja: HanChul (HanGeng + HeeChul) [Super Junior]

       Tipo: Yaoi

       Géneros: Romance | Drama

       Clasificación: G/PG

       Descripción: HanGeng, un hombre ya casado y con una familia formada, se encuentra por sorpresa con la oportunidad de volver a ver a su verdadero amor de la forma más inesperada.

       Advertencias: Ninguna.

       Notas: Sé que no es la típica historia feliz y romántica de San Valentín pero es lo único que me ha salido escribir para esta fecha, lo siento. Será que yo misma no estoy con muchas ganas de romanticismo (?) Pero espero que os guste esta pequeña historia.



       El recuerdo de sus hermosos y oscuros ojos llegó a mí como tantas otras veces había hecho, torturándome y llenándome de anhelo al mismo tiempo.

       Busqué con la mirada el cuerpo dormido de la persona que descansaba a mi lado, ajena a todo. Aquella bella y buena mujer no merecía lo que pasaba por la cabeza de su tan adorado esposo.

       Un agotado suspiro escapó de mis labios a la vez que me levantaba de la cama, procurando no hacer ruido. Ella debía descansar y yo hundirme una vez en el doloroso arrepentimiento al que ya estaba acostumbrado.

       No podía dormir ¿cómo hacerlo? Cada año, al llegar la misma fecha, los recuerdos me atacaban sin piedad y me hacían recordar lo miserable de mi vida. Y cada año debía fingir mi dolor por la mujer que me había regalado su vida, su juventud y su amor. Ojalá yo hubiera podido decir lo mismo. Pensé que con el tiempo lo haría; pero fue ese tiempo el encargado de castigarme.

       Crucé parte de la casa hasta llegar al sótano, oscuro y frío como mi corazón. Prendí la luz sabiendo exactamente donde debía dirigirme para buscar aquello que pocas veces me atrevía a mirar. No podía más, lo necesitaba como el aire para respirar.

       Por suerte ella nunca se había mostrado interesada en por esos "viejos trastos" que guardaba en aquella desgastada caja de cartón con mi nombre. Objetos de mi juventud a los que les quitaba importancia con la intención de que ella no se la diera.

       Aparté dos cajas más que estaban sobre ella para llevarla hasta una vieja mesa que teníamos allí abajo y que esperaba para verse cualquier día en la basura o por el contrario ser restaurada. Aparté el polvo acumulado con un soplido, llevaba demasiado tiempo sin ser abierta y quizás era así como debía permanecer después de todo. Puede que fuera un idiota por estar dispuesto a recordar esos magníficos y tristes años que guardaba en lo más hondo del corazón.

       Saqué un par de trofeos y medallas de mi juventud, algunas fotografías de viejos amigos y objetos con valor sentimental. No era eso lo que buscaba. Bajo de todas esas cosas estaba lo que intentaba esconder ¿pero de quién? a simple vista no era nada sospechoso. Solo la fotografía de dos jóvenes sonrientes, dos amigos que disfrutaban de los mejores años de su vida.

       Mi esposa no podía recriminarme ni sospechar nada solo por esa imagen. Solo yo sabía que la inocencia que aparentaba no era lo que realmente mostraba.

       Esos dos amigos no eran amigos, sino amantes. Mi rostro sonriente no se había vuelto a mostrar así desde que ese joven de cabellos negros y largos había desaparecido de mi vida, llevándose la mía con él.

       Mi mirada quedó clavada allá donde su rostro se mostraba en la fotografía, observando con detalle. A veces temía olvidar su cara tras tanto tiempo sin atreverme a remover esos recuerdos. Cada vez que eso pasaba y volvía en busca de la fotografía para grabar nuevamente su imagen en mi memoria con perfección, quedaba prendado de sus perfectas facciones tal y como pasó la primera vez que nos vimos.

       Después mi cabeza hacía un pequeño resumen, seleccionando algunos de los momentos que vivimos juntos durante nuestra relación. Buenos o malos, un poco de todo. Unidos pasamos por algunos de los hechos que viví con más intensidad.

       Para mi desgracia, esa noche mi poco oportuna memoria decidió ofrecerme los recuerdos más dolorosos que habían; nuestra despedida. Después de todo tenía sentido teniendo en cuenta que sucedió durante lo que debería haber sido un hermoso San Valentín.

       Por más que no quisiera pensar en ello, los detalles eran demasiado claros como para poder ignorarlos sin más.

       Hacía frío y yo le esperaba cerca de la cafetería donde trabajaba los fines de semana para ayudar con el dinero en su casa. A pesar de la mala fama que pudiera haberse ganado debido a su atrevido y extrovertido carácter, era alguien que merecía la pena tener al lado y capaz de dar cualquier cosa por aquellas personas a las que quería.

       Se suponía que debía ser un día feliz y lleno de buenos sentimientos, o al menos fue así como lo planeamos desde un principio. Después las cosas se torcieron.

       Él notó que algo no iba bien con solo verme la cara antes de siquiera llegar al otro lado de la calle, donde yo le esperaba. Aunque moría por ganas de verle, recuerdo como en el fondo no tenía claro si quería tenerle frente a mí por no plantar cara a la dura realidad.

       -¿Te ocurre algo malo? -preguntó poco después de saludarme, con una ligera sonrisa en su rostro congelado.

       Negué y lo volví a negar más tarde, alargando lo que pudiera ese momento que no quería que llegase ¿Tan obvio era que algo no estaba bien conmigo?

        Seguimos el plan tal y como lo decidimos durante los días anteriores a nuestra cita. Tras recogerle del trabajo fuimos a cenar a uno de los locales que solíamos frecuentar ya fuera con amigos o en pareja. Allí comeríamos hasta no poder más y después iríamos a mi casa para seguir la fiesta con la intimidad que merecíamos. O más bien, la que siempre debíamos tener.

       HeeChul tuvo la suerte de nacer en una familia que aceptaba su condición sexual sin problemas y le apoyaba fuera cual fuera esta. Querría haber podido decir lo mismo de mí, pero no fui tan afortunado como él.

       Al principio no quise darle importancia, pensando "hey, le amo y no me importa nada más" y aunque no me atreví a confesar mi homosexualidad, sí que me dejaba ver con él en público sin preocuparme por que algunos desgraciados pudieran poner en duda mi supuesta heterosexualidad por acercarme tanto a él. Pero con mis padres era otro tema...

       Ellos no eran cualquier persona. A pesar de saber lo equivocados que estaban con su forma de pensar, me era imposible encararme a ellos como podría haberlo hecho con otros por los mismos comentarios.

       Había pasado la mayoría de mi vida tratando de ser alguien de quien pudieran sentirse orgullosos, dejando de lado muchas pasiones por ellos, por no ser lo que consideraban adecuadas. Me negué con todo mi corazón a permitir que hicieran lo mismo con HeeChul, con mi verdadera identidad; pero las cosas ya se nos estaban yendo de las manos.

       "¿Por qué vas con ese maricón?" preguntaba mi padre, provocándome una ira que me habría hecho golpearle de no ser porque era quien era.

       "No deberías dejar que te vean con él ¿qué pensarán los vecinos?" decía mi madre, haciéndome sentir mal por ella y por una mala imagen que en realidad no existía.

       "Creo que no deberíamos vernos más" dije yo, consumido por la presión a la que estaba siendo sometido diariamente.

       Preguntó mis motivos con calma, a pesar de que yo sabía el duro golpe que había supuesto para él mis palabras. Su mirada cambió de enamoradiza a asustada, enfadada... intentaba aparentar una normalidad que yo no me creí.

       Le expliqué mis preocupaciones mientras no apartaba sus ojos de mí. Podía ver como su mirada seguía transformándose conforme avanzaba mi discurso.

       -Siempre preocupándote por el qué dirán, como ellos -no le hacía falta decir más para que yo entendiera de quién me hablaba. Desde ese momento dentro de mí ya empezó a crecer una irremediable sensación de arrepentimiento-. Si es lo que quieres, es lo que tendrás.

       No. Ni lo quise en su momento ni lo quería en el presente. El recuerdo de aquel día y la frialdad con la que le escuché pronunciar esas últimas palabras aún estaba fresco en mi memoria, como si hubiera sucedido hacía tan solo unos pocos días.

       Y esa era la historia detrás de mi poco aprecio por San Valentín. Me recordaba demasiado a la tristeza de perder a quien realmente amé alguna vez en mi vida.

       Lo peor era sentirme culpable por partida doble. Ya no solo lamentaba el dolor que pude causar por aquella estúpida decisión, de algún modo me sentía un mentiroso con mi esposa, tan ajena a todos mis dolores de cabeza.

       Volví a guardar la fotografía en su lugar de siempre con la intención de no volver a verla durante una larga temporada, hasta no poder más de nuevo. Coloqué la caja allá donde siempre estaba y me di la vuelta con la intención de regresar a la cama e intentar descansar un poco.

       Mi corazón pareció detenerse por un momento debido al tremendo susto que me llevé cuando, de pie junto a la puerta del sótano, vi a mi mujer analizándome con la mirada. ¿Cuánto rato llevaba allí parada viendo lo que hacía?

       -Es tarde ¿qué haces despierto a estas horas? -preguntó. Su mirada era extraña, como pocas veces había visto. Parecía que intentaba adivinar cuales eran mis pensamientos.

       -Nada de interés, no podía dormir y no quería molestarte -traté de quitarle importancia y le dediqué una pequeña sonrisa a la vez que me acercaba a donde estaba ella; pero ella no me devolvió ni una pizca de aquella sonrisa. No me costó darme cuenta de que algo iba mal-. ¿Qué ocurre?

       Parecía que iba a responder al momento pero sus labios se cerraron de nuevo y su mirada se desvió de mí, desolada. La observé con confusión a la espera de su respuesta. Pasados unos eternos e incómodos segundos ella volvió su mirada a mí con tristeza.

       -El otro día... -comenzó, insegura-. Mientras trabajabas alguien vino buscándote. Debería haberte dicho algo pero... -parecía que le costaba media vida pronunciar cada palabra. Mi preocupación se incrementó-. Pero sabía quién era, al igual que sé que guardas una foto de él en esa caja que acabas de guardar.

       Sin palabras. Simplemente, sin palabras ¿por qué sabía ella de la existencia de HeeChul? Aunque lo más impactante era sin duda el hecho de que había venido a buscarme a mí casa. Llevaba años sin saber nada de él, demasiados... incluso antes de estar casado. No entendía nada y mi corazón parecía ir a salir corriendo de mi pecho de un momento a otro.

       Al ver que yo era incapaz de responder por la sorpresa, prosiguió.

       -Escuché su nombre varias veces a lo largo de los años... comentarios que hace la gente, ya sabes. Nunca les di importancia porque los veía sin sentido, hasta el otro día. Cuando se plantó frente a mí en la puerta de nuestra casa y supe su nombre, rápidamente recordé donde le había visto... tampoco le di nunca importancia a esa fotografía hasta ese día. Empecé a juntar detalles pero no quise pensar más en ello. Y ahora te encuentro de madrugada observándola con los rojos... no soy tan tonta como para no darme cuenta de lo que ocurre.

       Esta vez fui yo quien iba dispuesto a responder, siendo interrumpido de nuevo por la cortante voz de mi esposa.

       -No hace falta que digas nada, lo veo en tu mirada. Si fuese mentira ya me lo habrías negado y sin embargo estás bloqueado... -un suspiro escapó de sus finos labios-. Prefiero que estés con él y estés feliz aunque no sea conmigo, que retenerte aquí y hacerte miserable.

       -¿Qué insinúas... ? -logré pronunciar, sin poder apartar mi perpleja mirada de ella.

       -No insinúo nada, lo digo claramente. Vete con él, no te guardaré rencor. Sé que no habrá tenido que ser fácil para ti... te diré donde me dijo que puedes localizarle -su voz dejaba ver que estaba al borde del llanto. Deseaba poder consolarla de alguna forma pero no estaba en la mejor posición para hacerlo.

       -Eres demasiado buena...

       -Ya... hazlo antes de que me arrepienta -sabía que quería sonreír y transmitirme tranquilidad, que quería ayudar y apoyarme; sin embargo comprendía lo dolorosa que había sido tal revelación para ella, al igual que el enorme corazón que tenía.

       Esa noche ninguno de los dos dijo nada más. La conversación no continuó durante mucho más rato. Ella regresó a la cama en silencio y yo dormí en el sofá del salón, teniendo que escuchar su llanto desde allí, sin poder hacer nada. Me partía el corazón... deseaba hacer algo por ella.

       A su vez, una pequeña luz de esperanza nació en mí al saber que HeeChul había regresado en mi busca. No sabía sus intenciones ni dónde nos llevaría un nuevo encuentro pero pensaba buscarle y saberlo para jamás volver a alejarme de él.

2 comentarios:

  1. ¡Pero que triste! ¡Dime que no acaba aqui porfa!

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    1. La idea era que sí, que acabase aquí. Lo siento T_T
      Gracias por comentar ❤️

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