lunes, 6 de junio de 2016

(HwaByul) Fitting room -Oneshot-


Titulo: Fitting room

Pareja: HwaByul (HwaSa + MoonByul)

Tipo: Yuri

Genero: Lemon

Clasificación: NC-17

Descripción: Siendo el cumpleaños de su novia, Moonbyul decide hacerle una visita que acaba en todo lo contrario de lo que ella podría imaginarse. Ambas chicas, encerradas en un probador.

Advertencias: Lemon explicito

Nota: ¡Hola, hola! Este oneshot no es mío, si no de mi querida Cris, autora también de algunas historias del YeWook, como Loco por amor y Drugs & Love, al igual que algún que otro Oneshot. Si os gusta el yuri y el lemon, os aseguro que este vale la pena, y mucho ¡Besitos!


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Aquel día era el cumpleaños de una de las dependientas de la tienda de ropa más exitosa de la ciudad. Moonbyul, su novia, se había despertado dispuesta a pasarse por allí solo para darle una sorpresa y un regalo.

La tienda estaba llena como de costumbre. Se presentó allí ,regalo en mano, y paseó entre las clientas y las incontables prendas a la venta hasta que a lo lejos, ordenando uno de los estantes, vio a su chica.

-¡Feliz cumpleaños! -Le dijo directamente en cuanto la tuvo delante,con entusiasmo. La otra, que estaba girada, se asustó al estar concentrada en su trabajo y no esperarse que alguien fuera a practicamente gritarle aquello.- Lo siento.- Dijo Moonbyul al darse cuenta de aquello, intentando no reír. Le había hecho mucha gracia su reacción.

-¡Muchas gracias! -Dijo Hwasa, sonriente, una vez recuperada del susto. Acto seguido ambas se fundieron por unos instantes en un fuerte abrazo.

-Seguro que no te lo esperabas. -Comentó Moonbyul, devolviéndole la sonrisa.

-Pues no, la verdad. Como habíamos quedado más tarde no imaginaba que fueras a presentarte aquí. -Le dijo su novia, siendo sincera. Aunque lo cierto es que le había hecho muchísima ilusión aquello.

-Toma. -Moonbyul sacó de su bolso una pequeña caja envuelta en papel de regalo rojo.

Hwasa la tomó al momento y sin esperar mucho más, la abrió con una amplia sonrisa. Dentro había una hermosa pulsera que, aunque se notaba que no era demasiado cara, ya era increiblemente valiosa para ella solo por venir de la persona que venía. Eso valía más que cualquier objeto costoso.

-¡Muchísimas gracias! -De nuevo se abrazaron fuertemente. Hwasa casi se lanzó a sus brazos.- Es un detalle muy bonito. -Sin darle tiempo a Moonbyul a responder, se giró y cogió del montón de ropa que estaba ordenando un hermoso vestido morado que llegaba por las rodillas.- Mira, cuando lo he visto he pensado que a ti te quedaría realmente bien con el cuerpo que tienes.

Moonbyul, que no era muy fan de los vestidos, rió por aquello.

-No sé yo si….

-¡Que sí! Vamos. Te quedará genial. Hazlo por mí. Es mi cumpleaños… -Hwasa puso unos leves morritos y ojitos, sabiendo que aquello podría ayudar a convencer a su novia.

-Venga, está bien. Pero solo por ti, eh. -Le dijo Moonbyul, resignada, pero sonriendo. Hwasa sabía bien cuales eran sus puntos débiles. Pero tampoco le molestaba. Solo tenía que probarse un vestido. ¿Qué podría pasar?



***



-¿Ya estás lista? -Preguntó Hwasa, entreabriendo un poco la cortina del probador para comprobar si era así.

Moonbyul se veía realmente bien con aquel vestido. Por un momento Hwasa quedó sin palabras al verla, pero reaccionó en cuanto la otra se giró para mirarle con una expresión un poco confusa.

-No sé yo, eh. No me veo llevando esto. -Le confesó, volviendo a mirarse al espejo, intentando acostumbrarse a verse con aquella prenda.

-Pero si estás perfecta. -Le dijo Hwasa, colándose al interior del probador y cerrándolo de nuevo bien para que no se viera nada.

-¿De verdad a ti te gusta? -Le preguntó Moonbyul, mirando a Hwasa a través del espejo. Aún no terminaba de convencerle.

-Que sí. Muchísimo. Estás preciosa. -Cuando Hwasa le respondió aquello, pasó los brazos por su cintura, abrazándole. Después de aquello y sin soltar el abrazo, dejó un tierno beso justo en su nuca.

-Bueno, tendré que creerte. -Murmuró Moonbyul con una sonrisa en los labios, provocada por aquel abrazo y el beso en aquella zona. Puso sus propias manos encima de las de Hwasa y se quedó mirando hacia el espejo nuevamente, observando aquella tierna imagen.

Hwasa se dio cuenta de lo que estaba mirando y sonrió. Aquella situación le estaba dando idea que podía ser realmente interesante. Soltó lentamente el abrazo, apartando las manos de debajo de las de Moonbyul, pero solo para agarrar sus caderas con firmeza, sin ningún disimulo. La otra chica no se negó.

-¿Y qué te apetece hacer esta noche? No hemos hablado de eso. -Dijo Moonbyul, sacando algo de conversación. No le importaba quedarse así con ella un rato más. De hecho, le gustaba.

-A mí no me importa. Mientras sea contigo, está bien. -Le respondió Hwasa, apartando una mano de la cadera de la chica para llevarla a la altura de su cuello y apartar con los dedos cuidadosamente los mechones que lo tapaban, dejándolo al descubierto solo para ella. Cuando lo hizo, volvió a besar aquella parte del cuerpo de su novia, esta vez con más detenimiento.

Moonbyul no pudo reprimir un suspiro cuando sintió los labios de Hwasa acariciando y besando de nuevo aquella zona. Después de aquello, lo que se le escapó fue una nueva sonrisa.

-¿Hay algo más que quiera la cumpleañera y no me lo haya dicho? -Preguntó, entendiendo el por qué de aquella acción.

-¿Por qué lo dices? -Le dijo Hwasa, fingiendo que intentaba disimular. Ambas sonrieron, mirándose de nuevo a través del espejo del probador. Con la mano que aún etsaba en su cadera comenzó a acariciar lentamente el costado de su pareja, de arriba a abajo.

Sabían que la tienda estaba llena de gente. El arboroto que se escuchaba fuera era una de las pruebas de ello, pero no importaba. En aquel momento solo existían ellas dos.

-No sé, dímelo tú. -Cuando Moonbyul dijo aquello, giró la cabeza un poco hacia atrás para poder mirar esta vez directamente a Hwasa, quien también la estaba mirando y había echado su cabeza un poco hacia delante para que Moonbyul no tuviera que girar demasiado el cuello. Sus narices se rozaron ligeramente y sus miradas se cruzaron con intensidad durante un instante, antes de que desde aquella postura, sus labios se unieran en un dulce beso, sin prisas.

Sus labios se movían al compás de los de la otra con experiencia y costumbre. Una costumbre que nunca se hacía aburrida. Hwasa se echó un poco hacia delante, pegando su cuerpo al de Moonbyul desde atrás. La mano con la que le había estado acariciando el costado se dirigió descaradamente hasta su vientre, retomando las caricias en aquella zona. Por el otro lado, Moonbyul levantó uno de sus brazos para alcanzar el pelo de Hwasa y entrelazar los dedos en este. El beso no tardó no tardó en coger fuerza, volviéndose aún más apasionado.

Moonbyul, sin aguantar más que desde aquella posición apenas podía llegar a tocar a Hwasa como deseaba, se apartó solo para girarse hacia ella. Puso las manos a cada lado de la cadera de la otra y la atrajo hasta ella con un poco de brusquedad. Pero aquello poco le importaba a Hwasa. Le gustaba que de vez en cuando sacara aquel lado más salvaje. De hecho, lo que hizo ella fue buscar con sus manos directamente el trasero de Moonbyul y apretarlo con los dedos, atrayéndola aún más hacia ella si era posible. Sus labios volvieron a unirse, esta vez con más facilidad. Y tras ellos, sus lenguas. Jugaron con ellas sin cansarse, acariciándolas y entrelazándolas cuanto era posible hacerlo. Pasados apenas unos segundos Hwasa sintió la mano de de MoonByul subir por su cuerpo hasta alcanzar uno de sus pechos. La puso sobre este y cerró la mano alrededor, apretándolo con suavidad y presionándolo con la palma.

Hwasa suspiró ante aquel acto que, viniendo de aquella persona, la enloquecía. Apartó los labios de los de Moonbyul para acercarlos una vez más a su cuello, pero esta vez el beso que le proporcionó fue más húmedo, más intenso, acompañado de un suave mordisco en su piel. Moonbyul levantó la cabeza, estirando así el cuello y dejándole un mejor acceso a este. La temperatura de ambos cuerpos subía cada vez más, haciéndoles olvidar por completo donde estaban y el riesgo que aquello suponia.

Entre besos y caricias desenfrenadas por parte de las dos, Hwasa se apartó de Moonbyul y ella misma se quitó la camisa del uniforme de la tienda, dejándola caer al suelo del probador. Moonbyul, cegada por la increible imagen que le ofrecia su novia en aquel momento y deseando más que nada acariciar cada parte de su cuerpo, la aprisionó contra una de las paredes del probador. Con una de sus manos logró desabrochar el sujetador de Hwasa de forma experta, apartándose un poco para que aquella prenta pudiera caer también al suelo y hacerle compañía a su camisa mientras ellas disfrutaban la una de la otra. Pero esta vez sus labios no atacaron los de la otra chica, sino que fueron más abajo, hasta uno de sus pezones. Lo rodeó con los labios, tiró lentamente y soltó. No teniendo suficiente, lo lamió, en circulos o de cualquier forma que se le ocurriera en aquel excitante momento. Su objetivo era endurecerlo. El otro pecho de Hwasa no quedó desatendido, pues empezó a acariciarlo como antes había hecho, esta vez sin ninguna tela en medio.

Hwasa dejó sus labios pintados de rojo entreabietos y permitió que de ellos escaparan los suspiros que la otra chica le estaba provocando, ya que no estaban siendo muy sonoros. De momento. Mientras dejaba que Moonbyul hiciera todo lo que quisiera con sus pechos, intentó alcanzar con las manos el final del vestido y lo subió hasta sus caderas, no queriendo quedarse ella sin hacer nada mientras Moonbyul, sí.

-¿Por esto me has hecho ponerme el vestido? -Susurró Moonbyul, separando por un momento los labios del pezón de su novia y levantando la mirada hasta su rostro. En sus labios se dibujaba una sonrisa juguetona.

-Si te dijera que no, tampoco me creerías. -Le respondió Hwasa en voz baja, sonriéndole de la misma forma. Apartó a Moonbyul y la empujó sin mucha fuerza hasta un pequeño banco que había dentro del probador. Ya había suficiente. Ahora le tocaba a ella tomar las riendas de la situación. No es que no le gustase lo que Moonbyul le hacía. Le enloquecía más que cualquier otra cosa. Pero estaba desesperada por acariciarle y llevar aquello a algo más.

Moonbyul cayó sentada en el banco y miró a Hwasa desde abajo. Quiso mirar su rostro, pero irremediablemente los ojos se le fueron a los pechos descubiertos de la chica, con pezones endurecidos y húmedos gracias a ella. Aquellos que tan deseables le resultaban. Pero Hwasa casi no le dio tiempo a observarlos con atención, pues enseguida se agachó hasta ponerse más o menos a la misma altura que ella, de rodillas.

Moonbyul, que aún tenía el vestido subido, abrió sus piernas casi por instinto. Hwasa rió divertida cuando vio aquello.

-¿Tantas ganas tienes? -Le preguntó, sabiendo que la respuesta era más que obvia. Ya no solo porque conocía a su novia lo suficientemente bien para saber que así era, sino porque en la ropa interior de la chica podía verse que la tela estaba húmeda.

-Has empezado tú. -Le respondió Moonbyul con una sonrisa.

Hwasa no le hizo esperar más. Se inclinó un poco hacia delante y acercó los labios a la parte interior de uno de los muslos de su novia. Fue por allí por donde empezó a repartir suaves besos, mientras con una mano acariciaba la misma zona del otro muslo. Moonbyul se echó hacia atrás, apoyando la espalda en la pared, pero manteniendo la mirada fija en cada una de las acciones de Hwasa. Era increible la capacidad que tenía aquella mujer para excitarle. Ya no solo por lo que le estaba haciendo, sino simplemente con mirarle.

Los besos de Hwasa fueron ascenciendo hasta dar con aquella delicada zona entre las piernas de Moonbyul. Rozó la tela de la ropa interior con los labios, sintiendo la humedad en ellos. Notando parte de su sabor. Dejando leves manchas de pintalabios en la tela. Moonbyul suspiró con profundidad solo con aquello, realmente excitada. La maldita lo estaba haciendo aposta para desesperarle aún más, en vez de ir directamente al grano. Pero no podía quejarse. Todo lo contrario.

Hwasa alzó la mirada hasta el rostro de Moonbyul. Su expresión era más que suficiente para darle aún más ganas de seguir y hacer que acabara retorciéndose de placer en un lugar como aquel. Con las manos empezó a retirar la ropa interior de Moonbyul, quien estiró un poco las piernas para facilitarselo, bajándola poco a poco hasta acabar quitándosela y echándola a un lado en el suelo. Las piernas de Moonbyul volvieron a separarse igual que antes, dejándole ahora libre acceso a su novia para que hiciera con ella lo que quisiera. Lo estaba deseando. No podía esperar más para sentir la húmeda y experta lengua de Hwasa entre las piernas. Y la otra no le hizo esperar más. Ya había estado jugando demasiado, ella también lo deseaba. Así que puso una mano en cada muslo de Moonbyul y le separó las piernas solo un poco más y sin pensárselo, echó de nuevo la cabeza hacia delante y alcanzó con los labios el clítoris de Moonbyul, imitando la acción que ella le había hecho minutos antes en el pezón. Lo rodeó con los labios, apretando ligeramente con ellos y tiró un poco con mucha suavidad, hasta soltar lentamente y dejar paso a su lengua, con la que empezó a lamer muy despacio, de lado a lado.

Esta vez Moonbyul tuvo que presionar sus labios con fuerza para que de ellos no escapara algún sonido que pudiera delatar lo que estaba pasando en aquel probador. Echó la cabeza hacia atrás, dando con ella en la pared. Desde el primer contacto ya se dejó llevar por lo que la otra le estaba haciendo sentir. Pero debía intentar controlarse un poco. Si eran descubiertas no solo podía ser uno de los momentos más vergonzosos de su vida. También se estaban jugando el trabajo de Hwasa. Pero a ella no parecía importarle en absoluto. Parecía dispuesta a provocarle un orgasmo allí mismo, rodeadas de clientes. La lengua de Hwasa empezó a tomar velocidad, pero no demasiada. A veces, esa velocidad se veía reducida de nuevo, alternando la desesperante pero deliciosa lentitud con algo más apasionado e igual de excitante. Al igual que la forma de hacerlo. Hwasa se dedicaba a jugar, haciendo varios tipos de formas con la lengua sobre su clítoris, mientras Moonbyul luchaba por no jadear con demasiada fuerza o soltar un gemido.

-¿Está ocupado? -Se escuchó decir a una mujer desde fuera del probador.

Ambas chicas sintieron que sus corazones se detenían por un momento, sobresaltadas. Moonbyul cerró las piernas en cuanto aquella voz se escuchó a causa del tremendo susto, pero Hwasa no le dejó hacerlo del todo.

-¡Sí, sí! Enseguida salgo. -Dijo Hwasa en voz alta, respondiendo para que no pensara que no había nadie y entrara para encontrarse con dicha escena. Después miró a Moonbyul y le dedicó una sonrisa cómplice.

-Estás loca. -Le murmuró Moonbyul, muy muy bajito. Aquello era realmente arriesgado, pero las palabras de Hwasa surgieron efecto y no tardaron en escuchar los pasos de aquella mujer alejándose.

-Venga, venga. -Dijo Hwasa rápidamente, volviendo a poner las manos en los muslos de Moonbyul para que separase las piernas igual que antes, dándole suaves palmaditas en estos y sonriendo.

Moonbyul, ya más recuperada y relajada, lo hizo. Sin duda aquel susto no le había quitado las ganas de nada. De hecho, para su sorpresa se sentía aún más excitada por el morbo que aquel riesgo conllevaba. Hwasa retomó lo que había estado haciendo, pero esta vez a su lengua se unió uno de sus dedos, el cual introdució en Moonbyul despacio, para empezar a moverlo lentamente en su interior y de vez en cuando, sacarlo para volver a meterlo despacio. Pronto a aquel dedo se le sumó otro y con él, un poco más de velocidad, mientras su lengua se encargaba de darle otra atención. Moonbyul acabó llevando las manos a la cabeza de Hwasa, sintiendo la necesidad de aferrarse a algo y haciéndolo en el rubio cabello de su novia, entrelazando los dedos con el pelo y tirando de este con suavidad. Sus caderas empezaron a moverse solas conforme el placer que sentía era más y más intenso, ya cercano al orgasmo. Hwasa la saboreaba sin cansarse, debía admitir que le encantaba hacer aquello. Ver a Moonbyul de aquella forma, por ella y poder tener la oportunidad de hacerle disfrutar con tanta fuerza y probar su sabor, era algo de lo que nunca iba a aburrirse.

De la boca de Moonbyul salió un leve gemido, imposible de contener, cuando todo aquel placer llegó a su clímax, recorriéndola entera y haciéndole sentir relajada y por supuesto, más que satisfecha. Un orgasmo por el que sin duda había valido la pena el riesgo.

Antes de que pudiera llegar a recuperarse del todo, aún con las piernas separadas y sentada en aquel pequeño banco, Hwasa se incorporó un poco y le dejó un tierno beso en la mejilla mientras sonreía. Moonbyul la miró desde abajo y sonrió también.

-¿Y tú? -Le preguntó cuando vio que recogía su sujetador y camisa del suelo, para vestirse.

Hwasa dejó escapar una suave risa ante la pregunta de Moonbyul, mientras se ponía lo que le faltaba de ropa y se miraba al espejo para asegurarse de que no levantaba sospechas al salir.

-Esta noche me lo puedes devolver todas las veces que quieras, cariño. -Le dijo, esta vez mirándole a ella directamente con una radiante sonrisa. Sabía perfectamente que así iba a ser.

-Por supuesto que lo haré. -Le respondió la otra, divertida, levantándose al final del banco y desabrochándose el vestido para quitárselo y ponerse lo que llevaba al entrar a la tienda.

Cuando estuvieron listas salieron juntas del probador como si nada hubiera pasado, sabiendo que todas aquellas personas que las rodeaban no tenían ni la más mínima idea del increible momento juntas que acababan de pasar. Aquel día Moonbyul compró el vestido. Hwasa sin duda le había convencido de que podían tener sus cosas buenas.

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