Nota: ¡Hola a todos! Como ya saben, yo no soy la autora de este fic, si no la misma que Drugs & Love. Simplemente que yo estoy aquí por si tiene que decir algo. Os comento que en este capitulo, salen más personajes de Super Junior, y además, sale Dara o Sandara, como prefiráis, quien pertenece a 2NE1, a quienes yo amo demasiado.(?). Lo digo por si alguien no la reconoce o algo así. Espero mucho que les guste, y no olviden sus liiiindos comentarios. ¡Hasta luego!
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El centro disponía de una gran sala donde los internados que requerían una menor vigilancia podían pasar el tiempo reuniéndose entre ellos, charlando, jugando a juegos de mesa y otras actividades inofensivas. De vez en cuando también les ponían alguna película que los jefes del psiquiátrico consideraran buena para ellos, pero aquel no era el caso.
Era un día considerablemente tranquilo. Es más, estaba siendo una semana sin muchas peleas. Así que les habían dejado quedarse en aquella sala más tiempo del habitual cómo recompensa por su buen comportamiento. De normal solo estaba abierta de cuatro a siete de la tarde. Pero aquel día habían ampliado el horario de tres a ocho.
Un pequeño grupo había juntado dos de las mesas y habían añadido algunas sillas más para que pudieran estar todos juntos y pasar el rato antes de tener que volver a sus habitaciones. Con el tiempo, uno acababa haciendo amigos entre aquellas paredes.
Habían cogido uno de los tableros de parchís libres y tres de ellos se dedicaban a jugar mientras los otros dos animaban o simplemente pasaban del tema y hablaban entre ellos.
-HanGeng, te toca. -Dijo un joven con el pelo largo y negro, proporcionando un leve codazo a su compañero de juego.
Pero no movió ficha ni cogió su dado. Estaba inmóvil, mirando el tablero con concentración.
-¡Ha dicho que te toca! -Exclamó uno de ellos, el más joven de todos, al ver que no hacía caso. Estaba cansado de la misma situación cada vez que era el turno del otro.
-No le grites. Ya lo sabe. -Había respondido el primero que habló, clavando sus oscuros ojos en los del más pequeño, con rabia.
El chico de pelo largo llevaba las muñecas vendadas y alguna que otra venda ocupaba otras partes más de su cuerpo, ocultando cicatrices. Henry, el más joven, apartó la vista de él y volvió a mirar expectante a HanGeng, quien seguía igual.
-Ya me he cansado. Si va a estar así, yo paso de jugar. -Soltó, pasados unos segundos.
-Tienes que tener paciencia con él.
-¡No me queda paciencia, HeeChul! Llevamos media hora para dos turnos cada uno por culpa de este tío.
Los dos estaban a punto de ponerse a discutir, pero una chica al fondo de la mesa intervino antes de que empezara la pelea.
-Eh, no empecéis. ¿Por qué no cogéis las cartas y probáis con eso?
-Ya lo hemos intentado, Dara. -Le recordó Henry, alterado.- ¿No te acuerdas?
-Sabes que no. Que no se acuerda. -Dijo HeeChul, volviendo a meterse para contestarle a Henry.
La chica bajó la mirada, avergonzada al darse cuenta de que Henry tenía razón y sintiéndose humillada una vez más por culpa de su problema. Sufría pérdidas de memoria a corto plazo y le era imposible recordar tantas cosas importantes cómo los detalles más tontos. Lo odiaba profundamente y por eso estaba allí encerrada con la esperanza de curarlo algún día y poder llevar una vida normal.
Henry al ver la reacción de la chica se sintió mal y culpable. Giró la cabeza hacia HanGeng para ver si ya había movimiento y al ver que no, se levantó de la silla con expresión seria.
-Me voy a mi habitación ya. Estoy cansado.
HeeChul lo siguió con la mirada hasta que desapareció por la puerta. Solo entonces, HanGeng cogió el dado y lo lanzó sobre el tablero.
-Un tres… -Le escucharon murmurar.
El otro soltó una pequeña risa, divertido. Después abrazó a su compañero y lanzó el dado él.
-Mejor, que se vaya. No me cae bien. -Comentó mientras movía ficha.
Otro chico que hasta ahora se había mantenido al margen de la conversación, sentado junto a Dara, habló.
-Parece que lo hayáis hecho aposta.
-El caso es que no, SungMin. Pero si es incapaz de tener paciencia con él, que se vaya.
HanGeng tenía una grave depresión sobre él. Había sido un chico realmente exitoso en la vida. Con un buen trabajo, una novia perfecta, una casa deslumbrante, una enorme fortuna… Pero lo acabó perdiendo absolutamente todo y aquello le llevó a la ruina en todos los sentidos. Pocas veces se le oía hablar y al igual que en aquel caso, solía quedarse ausente en ciertas ocasiones. HeeChul era el único que lograba arrancarle más de una sola palabra. Normalmente, cuando solo estaban ellos dos y HanGeng no se sentía presionado. Henry desde luego no ayudaba.
La joven no había vuelto a decir nada desde la última vez que habló. Seguía cabizbaja y perdida en sus pensamientos.
-No es tu culpa. -Le dijo SungMin, compadeciéndose de ella.
-Lo sé… Pero odio que me pase.
El ambiente del grupo se había vuelto triste y depresivo. Ninguno dijo nada hasta pasados unos segundos.
-¿Os apetece uniros? Ahora somos cuatro. -Preguntó HeeChul a los otros dos que no estaban jugando con ellos, intentando animar.
Pero no les dio tiempo. Antes de poder sentarse más cerca del tablero, sonó la campana que anunciaba las ocho de la tarde. Todos recogieron y volvieron a sus habitaciones en cuanto se les dio la orden.
La noche había llegado y cada uno de los pacientes ocupaba ya su respectiva habitación después de la cena. Para ellos era hora de dormir. Para los trabajadores, al menos los que tenían la suerte de no tocarle turno de guardia, era momento de recoger e irse a sus casas a descansar después de un día agotador de trabajo.
RyeoWook ya iba de camino al exterior del recinto para coger su coche e irse. Llevaba colgando de su hombro una pequeña bandolera con el sitio justo para guardar papeles importantes y algún que otro objeto cómo una botella pequeña de agua, la cartera, las llaves y poco más.
Suspiró, cansado. Tan solo deseaba llegar a casa de una vez, ducharse, cenar algo y acostarse. Sabía que el día siguiente iba a ser uno de los peores y necesitaba reunir fuerzas para superarlo con éxito.
-¡Wook! -Gritó una voz tras él.
Se giró de inmediato, reconociéndola.
-Hola, Hae.
Él y otro chico que RyeoWook no conocía se acercaron para saludarle.
-Hoy no te he visto mucho por ahí. -Comentó DongHae.
Los tres juntos retomaron el camino hacia los coches, paseando a través del aparcamiento.
-He tenido una reunión con LeeTeuk sobre el nuevo paciente y he estado ocupado con eso.
-Llega mañana ¿No?
RyeoWook asintió con desgana al recordarlo.
-Sí, exacto.
-Eh, aún no conoces a Hyuk. -Exclamó DongHae repentinamente, señalando a su acompañante.- Es un amigo mío. Le he conseguido un puesto aquí y ha empezado a trabajar hoy. -Añadió con orgullo para después continuar hablando.- Lleva años estudiando psicología, desde antes de conocerlo.
-¿Sí? -Dijo RyeoWook fingiendo un poco de interés. No es que le diera igual, pero estaba demasiado cansado y quería irse ya.- Encantado de conocerte. Seguro que lo harás bien.
-Igualmente. Y muchas gracias. -Respondió EunHyuk con una pequeña sonrisa.
RyeoWook se detuvo frente a su coche una vez llegaron a este y se despidió de ellos. Los otros dos continuaron el camino hacia el coche de DongHae y él se subió al suyo, resoplando con cansancio.
Al llegar a casa lo primero que hizo fue dejar las cosas en la mesa del salón e ir al baño a ducharse. Una vez terminó, se puso algo cómodo para ir por casa y fue a la cocina a prepararse algo de cenar. Aunque no tenía mucha hambre.
Después fue a su habitación, recogiendo por el camino la bandolera para llevarla con él. Se echó en la cama y la abrió, dejando a un lado los informes del nuevo paciente para darles un último vistazo antes de acostarse. Entre los papeles se encontraba el dibujo de YeSung. Lo cogió y se quedó observándolo más detenidamente ahora que tenía un momento de soledad y tranquilidad. Volvió a sonreír al mirarlo. Le encantaba.
Empezó a pensar en YeSung al ver aquel paisaje dibujado y reflexionó sobre él. No era mal chico, lo sabía. Le daba mucho miedo por culpa de su extraña obsesión hacia él, pero no era malo.
Se podía tratar con YeSung perfectamente en el ambiente adecuado y mantener conversaciones realmente interesantes con él. Y la mayor parte del tiempo era muy agradable con RyeoWook. Menos cuando le daban aquellos ataques celosos y extremadamente posesivos por la menor tontería.
Debía tener mucho cuidado con lo que decía delante de YeSung.
Recordó cómo una vez, charlando con él, nombró a un amigo de la infancia al que hacía años que ya no veía. Recordó cómo se puso. Su exagerada reacción. Recordó sus gritos diciendo que él le pertenecía y que nadie más tenía que acercarse. Y lo agresivo que se puso.
Dejó a un lado el dibujo, suspirando con fuerza. Llevó la vista a los papeles con los datos del nuevo.
Sabía que aquello iba a dar serios problemas. Temía la reacción de YeSung al enterarse de que ya no era el único a su cargo.
LeeTeuk ordenaba una pila de papeles sobre su escritorio de buena mañana. Era temprano y sentía que el sueño aún no se había despegado de él. Pero era su deber.
Dejó escapar un bostezo. Deseaba seguir en su cama más que nada en el mundo en aquel momento.
Se oyeron unos pequeños golpecitos en la puerta.
-Adelante.
-Señor, ya ha llegado el nuevo interno. -Le informó Siwon nada más abrir la puerta.
LeeTeuk se quedó mirándolo durante unos instantes con envidia. Siempre estupendo. Siempre radiante fuera la hora que fuera.
Sin responder, buscó sobre los papeles que tenía sobre la mesa y cogió uno de los folios, buscando algo en este.
-Acompáñalo a su habitación. La 134. Y cuando llegue RyeoWook, hazle venir aquí. Quiero hablar con él primero.
-Está bien.
Siwon cerró la puerta y LeeTeuk quedó solo de nuevo en su despacho. Echó la cabeza hacia atrás, cerrando durante un momento los ojos. Más le valía ir a por un café con la esperanza de despejarse así un poco.
Caminó por los tranquilos pasillos blancos hasta la cafetería. A aquellas horas aún no había mucha gente y la gran mayoría de los pacientes seguían dormidos. Aún faltaban unos minutos para la hora del desayuno, dando comienzo así a un nuevo día en el centro.
Se acercó a la barra de la cafetería. La de los trabajadores habrían un poco antes que la de los internos.
-Vaya cara traes. -Comentó con una sonrisa Kibum, el encargado de aquel lugar, mientras le servía el café.
-¿Tanto se nota?
-¿No has dormido bien?
-KangIn me tuvo trabajando hasta las tantas. -Bufó.
Kibum sonrió levemente y le lanzó una mirada compasiva, pero no dijo nada. No veía a su jefe con muchas ganas de hablar.
Tomó su café y se fue de allí para volver desanimado al despacho. Mientras caminaba por los pasillos, oyó un correteo y algunas risas tras él. Frunció el ceño y se giró hacia el lugar de donde venía el sonido.
Inmediatamente fue hacia allí para ver de quien se trataba.
Al girar la esquina se encontró con dos chicos jugando a lo que parecía pillarse el uno al otro. Supo al momento que no se trataba de trabajadores del lugar.
-¡Eh! -Gritó, llamándoles la atención.- ¿Qué hacéis ahí?
Uno de los chicos salió corriendo en cuanto se percató de su presencia y no llegó a verle la cara para poder reconocerlo. El otro, que resultó ser SungMin, lo miró con una expresión entre sorprendido y asustado.
LeeTeuk comenzó a llamar al que huía, pero ya era tarde. SungMin se había quedado inmóvil y con la cabeza agachada. Esperando algún tipo de castigo o sermón.
-¿Se puede saber cómo habéis salido de vuestras habitaciones? Aquí no podéis estar.
-Lo siento, señor… Yo… Bueno… Él me dijo… La puerta… -Estaba tan nervioso que no era capaz de pronunciar nada con sentido.
La alarma que daba anuncio al desayuno resonó en todo el edificio. LeeTeuk se compadeció un poco de él, por el momento. Parecía arrepentido.
-Va. Ve a comer algo. Pero luego tú y yo hablaremos ¿Entendido?
SungMin asintió rápido y se fue corriendo a la cafetería sin decir ni una sola palabra.
LeeTeuk suspiró. No era una bonita forma de empezar con la jornada. Miró el reloj. RyeoWook ya debía de haber llegado y estaría esperándole en su despacho.
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