Notas del capítulo: por fin, a partir de este capítulo, las cosas entre SeungJun e InSeong se ponen muy interesantes... ya era hora, ¿verdad?
El tiempo pasaba demasiado rápido para InSeong a veces. Tan solo hacía un par de meses que su madre le había presentado al señor Park y a su hijo en una cena a traición en la que le había contado que se iba a volver a casar y que los nuevos “miembros de la familia” se iban a vivir a su piso, pero en aquellos momentos se encontraba en el convite de la dicha boda, tratando todavía de asimilar que su vida definitivamente había cambiado por completo, sin llegar a hacerlo porque el chico se agarraba a un clavo ardiendo antes de admitir que todo lo que él conocía y todo a lo que se había acostumbrado se iba por la borda. Ya no solo eran su madre y él, como lo habían sido todos aquellos años desde la muerte de su padre y ya no eran solo él y Mina, como siempre lo habían sido. Por no contar con que el nuevo inquilino de su habitación y su cama, cada día que estaba con él era un poco más pegajoso que el anterior, como si el frío que empezaba a hacer le estuviera afectando y quisiera estar lo más cerca de una fuente de calor humana de lo que debería, algo que a InSeong lo ponía un poco de los nervios porque tenían calefacción en el piso y SeungJun no necesitaba estar pegado a él y, por si todo aquello fuera poco, el chico a veces tenía momentos aleatorios en los que su cerebro pensaba que realmente aquello no estaba tan mal y que SeungJun podía pegarse a él cuánto quisiera.
Demasiados cambios en demasiado poco tiempo. Demasiados cambios para InSeong, que siempre había estado acostumbrado a que la dinámica de su vida no hubiera cambiado ni un ápice en los últimos diez años.
El chico no pudo evitar suspirar en una de las mesas más apartadas del lugar, observando a lo lejos cómo su madre sonreía cálidamente a todos los invitados y cómo aquella sonrisa se transformaba en una mucho más encantadora cuando observaba al señor Park, lo que evidenciaba lo ilusionada y enamorada que estaba de aquel hombre. InSeong se sentía un poco mal por tener los pensamientos de que nada debía de haber cambiado porque su madre era realmente feliz en aquellos momentos y no se comportaba así desde que su padre había muerto, así que, él se debía de sentir feliz por ella y no tenía que estar recriminándole a la mujer más importante de su vida que hubiera hecho algo que por una vez le reportaba felicidad. Pero no podía evitar aquellos pensamientos, de la misma forma que no podía evitar estar resentido con ella, con el señor Park, con SeungJun, con Mina y con él mismo.
Pero el chico estaba harto de pensar, pero eso, en aquel momento, lo único que quería era dejar de hacerlo por un buen rato, así que, aprovechó que todo el mundo estaba demasiado ocupado y lejos de prestarle atención para coger algunas de las botellas de soju que había por las mesas y salir fuera de la sala del convite para que nadie lo viera bebiendo cuando todavía no tenía edad para ello. Sin embargo, nada más salir por la puerta de la sala, se encontró de frente con SeungJun, quien lo primero que vio fue las botellas verdes en sus manos.
—Se supone que no tenemos edad para beber todavía —murmuró SeungJun, dejando confuso a InSeong porque había usado el plural—, pero prometo no decir absolutamente nada si compartes conmigo alguna de las botellas.
InSeong observó a SeungJun de arriba abajo. Se había colocado un traje parecido al que él mismo llevaba, aunque no lo había hecho con tanto empeño como él por haberse vestido rápido seguramente. Sus vacaciones se habían acabado hacía unos días y desde entonces InSeong lo había visto una vez, ya ni siquiera pasaba por casa para dormir, se pasaba el resto del tiempo en la empresa ensayando porque su grupo iba a sacar un nuevo single dentro de poco. El chico suponía que se había ido de las prácticas para la boda directamente —aunque no había llegado siquiera para la ceremonia— y no habría tenido mucho tiempo para arreglarse seguramente. Seguramente estaba tan cansado o más que él y el alcohol lo necesitara bastante, así que, InSeong asintió.
—Trato hecho —le dijo—, pero déjame que te arregle un poco, te presentas a los recién casados y después me buscas en el parque que hay justo detrás del edificio.
—No he tenido mucho tiempo para arreglarme —comentó SeungJun mientras InSeong dejaba las botellas en el suelo para poder usar sus manos—. Me he vestido en la parte de atrás del coche mientras mi mánager me traía aquí.
InSeong se compadeció un poco del chico porque en aquellos momentos tenía una vida demasiado ajetreada y seguro no había sido nada fácil para él poder escaparse para poder asistir a la boda de su padre. Por eso, el chico se acercó a SeungJun y le colocó bien la chaqueta del traje, para después arreglarle el nudo de la corbata, que lo tenía hecho un desastre. Una vez acabó le dedicó una sonrisa y le volvió a decir que lo esperaba en el parque para beber.
Después de eso, InSeong recogió las botellas de soju del suelo y observó durante unos momentos cómo el otro se metía en la sala del convite y se dirigía hacia el lugar en el que estaban los recién casados, pero no se quedó mucho tiempo haciéndolo, preocupado por si alguien lo veía con el alcohol en las manos, así que, salió del edificio y fue hacia el parque que le había comentado a SeungJun. Ya era de noche y aquel parque tenía algunos lugares bastante recónditos, por lo que probablemente no tendrían muchos problemas y no los pillarían bebiendo. El chico buscó algún lugar en el que pudieran beber tranquilos y, en cuanto lo encontró, dejó allí las botellas escondidas y se fue a un lugar un poco más visible para que SeungJun lo encontrara cuando saliera del edificio. No tuvo que esperar mucho tiempo para que aquello sucediera y SeungJun se presentara ante él, así que, lo guio sin mucha demora hasta el lugar en el que había dejado las botellas y ambos se sentaron en la hierba, al resguardo de un árbol y de varios arbustos que los rodeaban y que no dejaban ver nada desde el exterior.
—¿Por qué brindamos? —le preguntó SeungJun cuando cada uno tenía ya una botella en las manos—. ¿Por la nueva familia? ¿Por nuestras nuevas vidas?
—Brindemos mejor por algo más alegre —replicó InSeong, de forma un poco amarga—. Brindemos por nuestra juventud.
SeungJun le sonrió y ambos chocaron las botellas de cristal verdoso antes de beber de ellas. InSeong sintió el fuego bajando por su garganta al primer trago y tuvo que toser para tratar de calmar el ardor, aunque no pudo hacerlo; sin embargo, aquel ardor hizo que dejara de pensar por aquellos pocos instantes, así que, motivado por eso, el chico le dio oro trago y el fuego en su garganta fue algo menor, soportable. InSeong estaba seguro de que podría seguir bebiendo toda la noche y aquel ardor no se iría, pero probablemente se mitigaría a medida que bebiera más y más.
No obstante, después de la primera botella, el chico sentía su cabeza un poco en las nubes, así que, decidió que era el momento de dejar de beber, ya que, de todas formas, en ese estado, su mente no pensaría en nada. En el mismo momento en el que dejó de beber, sintió un peso en su hombro que, en los últimos tiempos ya se había acostumbrado a notar y que ya sabía identificar perfectamente.
—¿Cansado? —le preguntó a SeungJun.
—Mucho —respondió el otro, aunque su voz fue apenas un susurro.
—¿No duermes?
—Apenas.
—La vida del idol es más dura de la que la mayoría de las personas imaginan —murmuró, diciendo algo que llevaba pensando un poco de tiempo.
—La vida del idol es una mierda —le replicó SeungJun—. No le deseo a las personas esta vida.
—Pues viendo el éxito que está teniendo KNK y ASTRO hay muchos chicos en mi clase que quieren ser idols ahora —dijo InSeong—. El otro día uno de mis amigos me dijo que quería hacerse idol para así poder conquistar el corazón de Mina… yo le respondí que, aunque consiguiera ser idol, nunca podría conquistarla porque está demasiado obsesionada contigo.
Nada más decir aquello, InSeong se tapó la mano con la boca porque se suponía que no debía decir nada malo de Mina delante de SeungJun, menos decir que estaba obsesionada con él porque eso haría que el chico de sus sueños no quisiera volver a acercarse a ella, pero con el alcohol recorriendo sus venas, se había olvidado de pensar antes de hablar y había soltado todo aquello. Pero, después de que hubieran pasado dos semanas desde que Mina le hubiera dicho “te odio” y no le hubiera vuelto a dirigir siquiera una mirada, InSeong pensó que ya daba realmente igual lo que dijera de ella delante de SeungJun.
El chico, no obstante, tenía la esperanza de que en algún momento toda aquella situación podría arreglarse, pero sabiendo lo testaruda que era Mina, tenía que dejarlo correr, tenía que dejar que se enfriara un poco, y después volvería a intentar reconciliarse con su amiga.
—Pues dile a tu amigo que realmente la vida de idol no tiene nada que envidiar y que, si quiere conseguir chicas, tampoco es el mejor método porque las empresas son bastante estrictas con todo —respondió SeungJun, sin mencionar nada de lo de Mina—. Yo siempre quise dedicarme a la música y pensé que lo tenía todo hecho cuando me reclutaron y me dijeron que me podrían convertir en una estrella como los Backstreet Boys, pero la fama no es algo fácil.
InSeong se quedó callado en esos momentos, escuchando atentamente cómo SeungJun continuaba hablando de lo horrible que era la vida del idol, lo mucho que tenía que entrenar y ensayar, las horas y horas que tenía que trabajar, la agenda interminable yendo de un lado para otro sin descanso, el escaso espacio que tenía en el apartamento en el que vivían todos juntos porque todos dormían en la misma habitación, las fans locas que se colaban en su casa o en la agencia, que los seguían a todas partes y que no respetaban absolutamente nada o cómo ni siquiera le habían dejado el día libre por completo para poder asistir a la boda de su padre. SeungJun dijo un montón de cosas en aquellos momentos, como si hubiera tenido todas aquellas palabras atascadas en la garganta por mucho tiempo y solo les daba forma en ese instante por primera vez e InSeong sintió un pinchazo en su corazón mientras lo escuchaba.
Siempre había pensado que debía de tenerlo todo porque era famoso, que debía de ser feliz por estar haciendo lo que le gustaba y que tenía que estar encantadísimo con la vida que llevaba, pero poco a poco, InSeong se había comenzado a dar cuenta en los últimos tiempos que no parecía ser así; sin embargo, no se había dado cuenta de cuál era el alcance del descontento que sentía SeungJun con su vida hasta aquel momento.
Quiso decir algo, quiso consolarlo un poco, pero no supo qué decir. Nunca se le habían dado bien las palabras, nunca se le había dado bien hacer algo más que pensar y pensar y pensar —o soltar comentaros sarcásticos a sus amigos— por lo que no sabía qué palabras podían ayudar al otro a sentirse alfo mejor, así que, InSeong solo pudo echarle el brazo por los hombros para atraerlo un poco hacia él y acariciarle el brazo tratando de consolarlo de aquella forma, pero no le pareció suficiente, así que, sin pensarlo mucho, unas palabras salieron de su boca.
—Si necesitas cualquier cosa, estoy aquí —murmuró—. Igual no puedo hacer mucho, pero puedo estar para escucharte o para pegarle a alguien o lo que sea.
—Gracias.
Después de aquella conversación, más bien, de aquel pequeño monólogo de SeungJun, no pudieron decir mucho más porque el beeper de SeungJun sonó, lo que le indicó que su mánager lo estaba buscando para volver a irse a ensayar, así que, ambos se levantaron del suelo ayudándose mutuamente porque su equilibrio no era demasiado bueno en aquellos momentos y después volvieron al lugar del convite, donde SeungJun se despidió de su padre para volver a irse con su mánager a ensayar a la empresa. InSeong no pudo evitar fijarse en él mientras se iba, arrastrando los pies y cabizbajo, demasiado cansado como para seguir adelante, pero aun así dejándose arrastrar hasta el lugar que le había definido como el infierno.
InSeong tampoco pudo evitar que en su mente se colara un pensamiento extraño que jamás había tenido con nadie antes que no fuera su madre o Mina. El pensamiento, el sentimiento de querer abrazar a SeungJun muy fuerte hasta hacer que todos sus problemas desaparecieran. Un pensamiento que el chico rápidamente ahogó comiendo lo primero que encontró por el lugar, sin cuestionarse demasiado el por qué había surgido aquello en su mente.
El resto del tiempo que duró el convite, InSeong se lo pasó tratando de evitar a sus parientes, a su madre y a Mina, de la misma forma que lo había estado haciendo antes de que llegara SeungJun. No se sentía nada a gusto en aquel lugar y cuanto antes terminara, mejor. Eso era lo que había pensado, pero cuando acabó todo, no fue mejor para nada, porque su madre y el señor Park se iban a pasar la noche de bodas a un hotel y a él lo tenían que llevar de vuelta a casa sus vecinos, con lo cual, se tenía que pasar el trayecto sentado junto a Mina. Mina, que seguía sin querer dirigirle la palabra, aunque InSeong había tratado alguna que otra vez arreglar las cosas.
Durante todo el trayecto, los señores Kang trataron de hacer que éste fuera un poco más agradable, hablando de miles de cosas y dejando de lado deliberadamente los temas “boda” y “pelea” porque sabían a la perfección que eran unos temas muy sensibles que no podían tocar con ellos. InSeong lo agradeció infinitamente, pero no habló mucho con ellos porque no se sentía con las ganas de hacerlo realmente. Estaba más borracho de lo que jamás querría admitir ante nadie y no quería que se le notara; además, por alguna extraña razón, no podía dejar de pensar en SeungJun y en lo que habían estado hablando el rato que estuvieron alejados de la humanidad, siendo solo ellos dos, escondiéndose del resto.
Al llegar a casa se internó en el piso tras despedirse de la familia Kang en el descansillo y agradecerles que lo hubieran llevado de vuelta a casa y después se desvistió con furia antes de dejarse caer sobre la cama, completamente agotado después del horrible día que había llevado. Pero por alguna diabólica razón, la mente de InSeong funcionaba a toda pastilla a pesar de todo su cansancio y de que quería dormir, funcionaba a más velocidad de la que nunca antes lo había hecho y no dejaba de pensar en Park SeungJun.
—A este paso me obsesionaré más con Park SeongJun que Mina.
Aquello fue lo que comentó en la silenciosa habitación, haciendo que su voz reverberara entre aquellas cuatro paredes, pensando que, ojalá no fuera así porque no quería estar obsesionado con él y, a la vez, pensando que echaba de menos el cuerpo del otro chico pegado al suyo por completo, abrazándolo fuertemente contra su pecho.
Cuando a la mañana siguiente su madre lo llamó para ponerle en conocimiento que se pasarían por el piso a alguna hora de aquel día para recoger sus maletas para irse de luna de miel, el chico no estaba en las mejores condiciones posibles, pero aún así atendió a todas las instrucciones que su madre le dio y después volvió a la cama para seguir durmiendo, aprovechando que era domingo y podía permitírselo. Ni siquiera se enteró de cuando su madre y el señor Park llegaron al piso para recoger las cosas y se volvieron a ir porque InSeong se pasó todo el día durmiendo, soñando con muchas cosas que después no era capaz de recordar, pero teniendo la sensación de que en muchos de sus sueños habían aparecido Mina y Park SeungJun.
Levantarse el lunes por la mañana para ir al instituto fue una verdadera tortura para él porque tuvo que madrugar para hacerse el desayuno y el almuerzo y, aunque no hizo cosas muy elaboradas, el chico no se sentía con demasiados ánimos de meterse en la cocina —a pesar de que había aprendido a cocinar algunas cosas porque su madre en las vacaciones siempre lo hacía aprender algo nuevo—. Después se preparó para ir al instituto, colocándose el uniforme y preparando los libros que tenía que llevarse, echando de menos encontrarse con alguien en aquella casa que estaba totalmente en silencio, incluso echando de menos que estuviera SeungJun en el sofá viendo la tele o desayunando con él como había pasado en los últimos tiempos, pero el chico dejó atrás aquellos pensamientos y simplemente se dirigió al instituto. Tendría un par de semanas muy largas en soledad y no podía deprimirse el primer día porque sino aquello se le haría un infierno.
—¿Qué tal la boda? —fue lo primero que le preguntó SeokWoo en cuanto llegó a clase. InSeong le puso mala cara. Ni siquiera sabía por qué seguía siendo amigo de aquel idiota.
—Hombre, no le preguntes eso —lo regañó YoungBin, dándole un tortazo en el brazo del que el otro se quejó—. No queremos deprimirlo a primera hora.
—No se pueden tocar los temas “boda”, “Mina” o “Park SeungJun” —comentó JaeYoon, enumerando con sus dedos las cosas de las que no se podía hablar.
—Muchas gracias, tío —respondió InSeong—. Tú sí que eres un amigo de verdad.
SeokWoo comenzó a refunfuñar porque “no podía decir nada” y YoungBin le respondió que “cada vez que hablaba subía el pan por eso no podía hacerlo” y ambos se enzarzaron en una mini trifulca a la que se apuntó SangHyuk porque siempre que había una discusión él tenía que meter baza e InSeong se abstrajo de aquella realidad y se metió en la suya propia, en sus propios pensamientos, dándole vueltas a si debía de contarles a sus amigos o no lo que SeungJun le había contado cuando habían estado bebiendo juntos o si debía omitir tanto aquella conversación como el tema de la bebida porque se suponía que todavía no tenían la edad suficiente para poder hacerlo. Decidió no hacerlo y prefirió que aquel día hablaran de cualquier otra cosa, que él no fuera el protagonista de todas sus conversaciones —o al menos de la mayoría de ellas, como había pasado en los últimos tiempos—.
Por eso, prefirió que aquel día fueran otros los protagonistas, para distraerse de todo lo que estaba sucediendo en su vida y para poder saber algo más de las cosas que últimamente les habían pasado al resto de sus amigos. Y aquel día, InSeong se enteró por fin del motivo por el cual SeokWoo estaba completamente pillado por Mina, algo que llevaba varios meses corroyéndolo por dentro. Aunque se suponía que no iban a hablar de la chica para no hacer que él pensara en ella y en cómo su amistad de años se había ido a la mierda recientemente, a InSeong no le importó en absoluto escuchar la historia que el otro tenía que contar sobre cómo ésta le había robado el corazón.
InSeong no se había esperado por nada del mundo que hubiera pasado cuando iba de camino a su casa el verano anterior, ni tenía conocimiento de que se hubiera encontrado con la chica ni que se hubieran quedado encerrados juntos en el ascensor durante una media hora porque la luz se había ido y los había dejado colgados. Ni SeokWoo ni Mina le habían hablado de aquel tema y, por una parte se sintió un poco decepcionado porque sus amigos no habían sido capaces de contarle algo tan importante como aquello, pero después de escuchar toda la historia de parte del chico, InSeong quiso haber seguido en la ignorancia.
—Nos asustamos mucho los dos estando encerrados —fue lo que comentó el chico—, así que nos pasamos el rato abrazados y, antes de salir ya me había enamorado de ella, así que le pedí que saliera conmigo.
—Espera —lo cortó en ese momento InSeong—. Creo que sé cuál es la respuesta que te dio —el chico se aclaró la voz para poder imitar el tono de Mina—. “¿Quién te crees que eres? Ni aunque fueras un imitador de Park SeungJun saldría contigo”.
Un coro de risas se extendió entre sus amigos porque la imitación le había quedado de lujo y porque eso había hecho que SeokWoo se molestara. InSeong esperaba que después de unos momentos se uniera al coro de risas, como siempre sucedía al final, pero en aquella ocasión no lo hizo y solo se lo quedó mirando fijamente.
—¿Qué sucede? —le acabó preguntado.
—En realidad me respondió otra cosa… pero no estoy seguro de si debería contártelo o no… —murmuró SeokWoo, haciendo que InSeong frunciera el ceño, sumamente confuso.
—Cuéntalo, por favor, ahora no me dejes con la curiosidad —replicó InSeong.
—Mina me dijo que… no podía salir conmigo porque… estaba enamorada de ti —fue lo que acabó diciendo su amigo. A InSeong se le cayó el alma a los pies.
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