Titulo: The key of my heart
Pareja: LeoBin (Leo + HongBin)
Tipo: Yaoi
Genero: AU, Drama, Fluff
Clasificación: T/T+
Descripción: “Hubo un tiempo en que mi corazón fue el más brillante y hermoso de todos. Pero cuando pronunciaste aquellas últimas palabras lo rompiste en mil y un pedazo. Al menos gracias a ti comprendí que nunca debía volver a entregar la llave que lo guarda, de este modo jamás nadie tendrá el poder de destruirme. Es mejor esconderla en un lugar muy lejano, en el que ni siquiera yo pueda volver a encontrarla.”
Nota: ¡Viva el LeoBin!
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Prólogo
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El corazón de cada persona es un misterio, una piedra preciosa que
todos guardan bajo llave para proteger sus secretos.
A veces está hecha del más limpio y puro cristal pudiendo, con un simple vistazo, mostrar los verdaderos sentimientos que encierra. Otras, envuelto en un burdo amasijo de cadenas y cerrojos,
es un trozo de vidrio, roto y arañado, él que ocupa su lugar.
Apenas podemos vislumbrar su interior. Y aunque lo consiguiéramos, solo podríamos ver emociones
distorsionadas bajo su deteriorada superficie. Es por eso que, a veces,
es difícil saber lo que un corazón guarda.
Incluso cuando ese corazón que observas es el tuyo.
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Capítulo 1
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– Taek Woon…hey Woon-ah…
Había vuelto a perderse en sus pensamientos, a tan solo diez minutos de acabar por aquel día. Normalmente siempre era así, encontraba cierto placer en abstraerse y divagar por uno momento.
– ¿Mm…?, – dijo centrándose en el tema que habían estado discutiendo minutos atrás – ¿qué decías?
– Decía que necesitamos un nuevo modelo, el que teníamos se ha rajado – contestó Hak Yeon con cierto tono de fastidio.
– Tu novio…
– Sí, se ha acobardado cuando le he dicho que era desnudo y que las fotos las hacías tú…
Aquello era de esperarse, no mucha gente se presta a posar desnudo para que le fotografíen. Y más cuando en aquel caso Won Sik, la pareja de su compañero de trabajo, había sido engañado para para aceptar la propuesta.
– Supongo que me toca volver a poner el anuncio en Internet. Cuatro sesiones de una hora, en total unos novecientos cincuenta mil wones. Es una oferta más que justa. – declaró el más bajo mientras recogía su puesto de trabajo.
– Bien. – Hak Yeon le miró con curiosidad ante aquella aprobación inmediata.
– ¿Tienes prisa? – Taek Woon negó con la cabeza mientras guardaba las cámaras y cogía su abrigo del perchero – ¿Entonces tienes una cita, o es qué no te gusta estar conmigo?
– Adiós Hak Yeon – se limitó a contestar su compañero, evitando así responder a aquella pregunta.
Al salir del estudio pudo comprobar como la temperatura había bajado considerablemente. Aún no había anochecido y la previsión del tiempo amenazaba con una posible llovizna, por lo que no perdió ni un segundo.
Había estado pensando en ello justo cuando Hak Yeon le había descubierto cavilando. Pasando previamente a comprar a la tienda de mascotas, y en menos de diez minutos en llegar al parque frente al edificio donde vivía, puso en marcha su plan.
Dejó la caja de plástico para gatos que había comprado en el suelo y abrió la puertecita que había en el frontal. Luego metió el trozo de manta que había elegido para tal ocasión, una que había pertenecido a una sábana hacía años. Y finalmente colocó un poco de comida para gatos sobre esta en su interior.
Sin poder esperar más comenzó a silbar con ganas de ver a su peludo amigo, un gato atigrado de ojos color ámbar. Ya que nunca andaba muy lejos, en apenas unos segundos lo tuvo frente a él restregándose contra el bajo de sus pantalones.
Con una sonrisa aflorando en los labios procedió a enseñarle aquella improvisada vivienda, que al principio el animal recorrió con curiosidad. Aunque, más tarde, dejó a un lado para que Taek Woon le acariciase.
Al chico le reconfortaba cuidar de aquel solitario animal y, del mismo modo, conseguía no sentirse tan solo a veces. Hacía semanas que quería llevárselo a casa, pero sabía que no podía debido a las normas del edificio en el que ahora residía. Aun así, le gustaba pensar que el gato le apreciaba de igual modo por preocuparse de él.
– ¿Taek Woon?
Una voz le llamó a su espalda, una que creía haber olvidado o reprimido en algún lugar de su memoria. Se giró lentamente, extrañado de encontrarse nuevamente con él, especialmente allí, frente a su casa.
Habían pasado más de ocho años desde la última vez que le vio, el día en que su corazón se rompió.
– Hongbin.
Intentó sonar frío y cortante por su presencia, pero no pudo. Algo en su interior no le permitió ser cruel con él.
– Vaya, has crecido mucho y estás muy guapo – una débil sonrisa apareció en los labios del menor, aquella que el otro había amado con locura hacía tiempo – Supongo que debería habérmelo esperado, apenas éramos unos críos cuando…bueno…me fui.
Taek Woon apartó la mirada de aquel hombre y, metiendo las manos en los bolsillos, intentó escapar de allí. El tan solo tenerlo cerca le hacía daño, estaba tan o más guapo que antes, parecía que los años no habían corrido en su contra.
– Taek Woon, espera – dijo el menor intentando frenar su huida, algo completamente inútil.
– Aléjate de mí – con esas simples palabras el más alto lo dejó clavado en el suelo, inmóvil y sin habla.
No se atrevía a mirar atrás, las lágrimas picaban en sus ojos y los sentimientos de dolor volvían a brotar en su interior. Con una rápida carrera llegó a su piso y, entonces, desbordó toda la rabia e impotencia contra su reducido mobiliario.
“Lo siento Taek Woon, tengo que irme a vivir con mi padre a Londres. Solo quiero que sepas que aun te quiero pero…”
“¿Qué ocurre Hongbin?”
“Hemos terminado.”
Como en aquel entonces, había sido incapaz de hacerle frente, ser fuerte y preguntar el porqué de aquello. Ahora, tras ocho años y casi haber medio destruido su pequeño piso, sentía que le volvía a faltar el aliento. El pecho le dolía y sus pulmones parecían estar llenos de plomo en vez de aire.
Hongbin había sido su primer y único amor, su pequeña obsesión desde los once años. Lo amó en secreto hasta el día que les tocó hacer un trabajo juntos, en el instituto, casi cuatro años después. Fue entonces cuando empezaron una bonita amistad que pronto evolucionó en algo más.
Gracias a él Taek Woon sacó a relucir su aspecto más sensible, escribiéndole canciones y poemas, y aprendiendo a mostrar su amor a alguien. Pero a Hongbin no debió de importarle mucho todo aquello, ya que no quiso luchar por su relación en la distancia. Con dos simple palabras destruyó todo lo que a Taek Woon le había costado tanto construir, todo su mundo.
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Despertó sobre la cama, con la ropa del día anterior aún puesta. Las horas parecían no haber pasado y, sin embargo, su despertador insistía en todo lo contrario. Deslizándose con cuidado sobre la cama logró apagarlo y, aún con un agudo dolor de cabeza, fue a prepararse para ir a trabajar.
– Buenos días, – empezó a cantar su compañero de trabajo nada más llegar al estudio – ¿no hace hoy un estupendo y maravilloso día?
El más bajo parecía flotar en una nube, dando vueltas y vueltas por todo el estudio.
– Creo que no podría estar más…- de pronto se fijó en su compañero y aquel extraño baile cesó al instante – ¡Por Dios Taek Woon! ¿Qué te ha pasado en la cara? Tienes unas ojeras enormes.
– Buenos días – contestó él con mal humor, obviando nuevamente las preguntas que le hacía Hak Yeon.
– Vaya, alguien se ha levantado con el pie izquierdo – comentó el otro.
Taek Woon, simple y llanamente, ignoró aquel comentario por la integridad física de su amigo y se dispuso a preparar su zona de trabajo
– Pues te voy a dar un motivo para sonreír, ya tenemos modelo.
Hak Yeon siguió hablando pletórico de alegría, ignorando a su compañero de trabajo para que no le acabara contagiando su mal despertar.
– Esta mañana ha llamado un chico muy interesado en trabajar con nosotros, ya nos ha enviado su ficha personal y es fantástico.
– Mm…- musitó sacando las cámaras de sus fundas y limpiando las lentes con cuidado.
– Por lo menos podrías poner algo de tu parte, una sonrisa me ayudaría mucho para seguir intentando subirte el ánimo – le reprochó el mayor.
Taek Woon tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para intentar sonreír, aunque por dentro se sintiera horrible.
– Mucho mejor, esta mañana tenemos las fotos de un bautizo. Por suerte es aquí, en Seúl, a menos de quince minutos del estudio.
Todo aquello realmente al menor no le importaba, sin pretenderlo su propio subconsciente le hacía recordar una y otra vez el rostro de Hongbin, su nueva apariencia, su voz…
Hacía años que había dejado de permitirse pensar en él, y creía su ruptura un tema superado. Pero, gracias al reciente encuentro, había vuelto a metérsele en la cabeza. Y por su culpa estaba recordando cosas que hubiera preferido dejar en el pasado.
Incluso le hizo rememorar una etapa de su vida en la que decidió ir de bares con Hak Yeon, para conocer gente. Pero, tristemente, la noche siempre acababa igual.
“Ha dicho que le pareces muy frío, intenta sonreír y hablar un poco más la próxima vez”
Era lo que solía repetirle su amigo una y otra vez sin éxito.
– Taek Woon…
– ¿Eh? – dijo este volviéndose hacia Hak Yeon, quien lo observaba con el ceño fruncido.
– ¿Te encuentras bien? Esta mañana te noto más desanimado que de costumbre, ¿has cogido una gripe o algo?
– Estoy bien – respondió Taek Woon tras suspirar, cansado para sobrellevar la parte maternalista de Hak Yeon.
– De acuerdo, sí tú lo dices…
Hak Yeon no parecía conforme con aquella respuesta, pero sabía que no era bueno presionar a su callado amigo. Si Taek Woon de verdad lo necesitara este le contaría sus problemas sin dudar.
– Te diré algo que a mí me hace sonreír incluso en los peores momentos – añadió Hak Yeon para animarle mientras sacaba sus utensilios de maquillaje.
– ¿Qué?
– La cara que ponen los modelos cuando se enteran de que eres tú quien le hará fotos durante una hora – comentó con malicia mientras sonreía – no sé, a mí me anima.
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– Jamás había visto a un bebe más cooperativo, no paraba de mirarte y sonreír…-dijo Hak Yeon volviendo al estudio junto a Taek Woon pasadas las dos de la tarde -…ojalá tuvieras el mismo tacto con las personas que con los niños pequeños.
– Los niños pequeños son personas – puntualizó su compañero, aun estando de acuerdo con el sentido de aquella afirmación.
– Ya sabes a lo que me refiero – contestó el otro mirando la hora en su reloj de muñeca – El modelo llegará a las cuatro, hasta entonces puedes ir a tu piso o a donde quieras. Tengo que irme, he quedado con Won Sik en su trabajo.
Taek Woon asintió dejando la mayor parte de las cosas listas antes de irse. No pensaba ir a su piso, y tampoco comer solo, por algo había llevado comida de gato consigo al trabajo. En poco menos de diez minutos ya estaba en el parque aunque, esta vez, miró brevemente por los alrededores antes de decidirse a entrar.
Como hacía desde hace más de tres meses, puso un puñado de pienso* en el suelo y esperó tranquilamente a que aquel gato atigrado decidiera aparecer. Había una bocatería cerca, así que fue a comprarse algo para comer, por supuesto, acompañado de un café con leche.
Debió de perder el tiempo eligiendo el bocadillo y luego esperando en la cola para pagarlo porque, cuando llegó de nuevo al parque, la comida que había dejado no estaba. Ni siquiera quedaban la caja y la manta que trajo el otro día.
Se sintió algo molesto porque aquel gato no le hubiese esperado pero, siendo justos, era un gato. Él no podía entender que Taek Woon quería comer acompañado. Al menos, así pudo terminar pronto y volver al estudio con más de media hora de adelanto.
Al llegar vio que Hak Yeon había dejado sin recoger sus cosas, algo a lo que ya estaba medianamente acostumbrado. Procedió entonces a limpiar el lugar, colocar la lona blanca y los focos, conectar los cables y sincronizar la cámara con el ordenador.
Habían recibido una petición de una revista de cuidado y bienestar. Lo que querían era un cuerpo masculino desnudo, aunque sin llegar a mostrar sus zonas íntimas, para unas fotos que representasen distintos estados de ánimo.
Lo importante era que la imagen quedara sombre un fondo limpio y claro, que tuviera buena calidad y que se realizase antes de fin de mes. Las horas se repartirían en cuatro días, así el modelo no sufriría dolores o calambres por hacerlo todo de golpe y, por otro lado, Taek Woon podría retocar el set sin presiones por el tiempo.
Una vez que todo quedó preparado decidió mirar la ficha personal que había enviado el modelo al estudio. Hak Yeon le había mencionado que era joven y atractivo, algo a su favor, no habría que retocar mucho la imagen ni poner maquillaje en exceso.
“Lee…Hongbin…23 años.”
Taek Woon no se lo podía creer ¿Qué probabilidad había de que hubiera otro chico en Seúl con su mismo nombre y edad?
Rápidamente siguió leyendo aquella ficha hasta que casi le da un ataque. Misma fecha de nacimiento, mismo centro de estudios…al parecer el día de Taek Woon podía empeorar.
– Taek…
No hizo falta que se volviera para saber quién le llamaba. Su cuerpo respondió automáticamente a aquella voz y el latir de su corazón se volvió frenético.
– ¿Por qué? – dijo incapaz de girarse y mirarle a la cara, ¿hasta dónde sería capaz de seguirle? – Después de tantos años, por qué ahora.
– Porque antes era un cobarde, Taek Woon tardé mucho en reunir la suficiente valentía para volver. Tenía miedo de que me odiaras – dijo bajando el tono – Pero sé que necesito disculparme por aquello y explicarte que fue lo que ocurrió hace ocho años desde mi punto de vista…
– No tienes que explicar nada, – contestó este cerrando los puños con fuerza – ya lo he olvidado.
– ¿También a mí? – su voz temblaba, parecía querer llorar.
Eso solo hizo que Taek Woon se sintiera más miserable. Ya que, incluso ahora, era incapaz de verle sufrir.
– ¡Siento la espera! Perdón por llegar tarde…- afortunadamente Hak Yeon llegó justo a tiempo, poniendo fin a aquella incómoda situación.
En cuanto este entró, y vio a ambos, pareció percibir el ambiente en el que se encontraba. Sin embargo, su expresión curiosa fue borrada rápidamente y corrió a presentarse frente al invitado.
-¿Hongbin, cierto? Soy Cha Hak Yeon, pero mi nombre artístico es N, experto en maquillaje y peluquería. – dijo inclinándose ligeramente – Y este es mi encantador y risueño compañero de trabajo Jung Taek Woon, apodado cariñosamente como Leo. Él es el encargado de las fotos y los retoques finales.
– Encantado – respondió educadamente el menor.
– Bueno, esta mañana hemos hablado del trabajo, el modelado sin ropa – añadió con una sonrisa -¿Sigues interesado?
– Bueno…- contestó mirando cortamente a Taek Woon -…supongo que no hubiera venido si no fuera así…
– Excelente, por ahí tienes el vestidor – dijo Hak Yeon señalando una puerta al fondo – Puedes quedarte con la ropa interior puesta para aplicarte el maquillaje, mientras, pondré tus datos en el contrato.
Hongin asintió y lentamente caminó hasta desparecer en el vestidor. Taek Woon pudo al fin alzar la mirada, encontrándose a Hak Yeon con gesto serio y los brazos cruzados sobre el pecho.
– No sé qué le habrás dicho, pero es el mejor modelo que nadie podría soñar. Así que, por favor, sé amable solo durante unas horas.
-Pero yo…- Taek Woon sé pasó la mano por el pelo, exasperado por aquel ataque imprevisto.
Suspiró intentando encontrar la calma que hacía pocos instantes había perdido y volvió a mirar a su compañero de trabajo. Algo en su mirada le decía que no estaba en situación de negociar y es que, a veces, Hak Yeon podía llegar a ser tortura si el mayor se lo proponía.
– Está bien – de todos modos Hongbin solo seguía allí por el trabajo de modelo y, con N cerca, no intentaría hablar con él del pasado.
Decidió no mencionar que ya lo conocía, lo mejor era ser profesional y acabar cuanto antes. Sin embargo algo en su interior se removió, el tener a su antiguo amor platónico desnudo frente a él iba a ser una tortura psicológica.
Pocos minutos más tarde Hongbin salía del vestidor únicamente con un bóxer azul marino y un leve sonrojo en las mejillas. Taek Woon no podía creer que decidiera seguir con aquello, en realidad confiaba en que saliera huyendo tal y como lo hizo años atrás.
– Ven, siéntate frente a mí – dijo Hak Yeon con una sonrisa deslumbrante.
Para él esto era como si le hubiera tocado la lotería. Era casi imposible que un chico tan atractivo como Hongbin apareciera de la nada dispuesto a llevar a cabo aquella sesión. Mientras Hak Yeon aplicaba una leve capa de maquillaje para evitar posibles brillos, Taek Woon salió a tomar el aire.
Con un leve “vuelvo enseguida” pudo escapar de aquellas asfixiantes cuatro paredes. Había notado la mirada de Hongbin clavada en él desde que salió prácticamente desnudo del vestidor. Muy en el fondo sabía que era imposible odiar a ese hombre, pero se negaba por completo a hacerse ilusiones con su regreso.
“Él te destrozó sin razón alguna, jamás debes volver a abrirle tu corazón”
Sin embargo el cariño que un día le profesó seguía allí, junto con todos sus recuerdos juntos. Las caricias y los besos no habían perdido nitidez con el paso de los años, y eso era algo que le oprimía el pecho hasta hacerle difícil respirar.
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– Perdona si antes mi compañero fue maleducado contigo, no tiene don de gentes – se disculpó Hak Yeon mientras repasaba la frente y mentón del modelo.
– No, en realidad fue amable…
“Más de lo que hubiera deseado” pensó Hongbin con un nudo en la garganta. Él hubiera querido que le gritara, le insultara o golpeara, el silencio y la tranquilidad de Taek Woon lo destrozaban por dentro.
– Oh, vaya…eso sí que es una sorpresa…- respondió Hak Yeon con incredulidad – ¿Entonces esta es tu primera sesión fotográfica?
– Sí…- respondió Hongbin con palpable timidez.
– ¿Nunca has modelado y empiezas con un desnudo? Qué valiente…- Hak Yeon no podía estar más contento, eso significaba que serían los primeros en mostrar al mundo aquella obra de arte.
Mientras ponía algo de polvos con una almohadilla* en el torso, observó por primera vez un detalle que antes no había apreciado.
– ¿Es una cicatriz? – preguntó Hak Yeon con curiosidad.
– Si, de una operación…- Hongbin observó cómo Hak Yeon retiraba su mano de allí, casi con miedo de hacerle daño -…sufría ataques al corazón de joven.
– Madre mía, lo siento, no quería parecer un entrometido. Seguro que fue un momento difícil…
– No te preocupes, ya han pasado ocho años desde aquello – respondió un una triste sonrisa -. Espero que no sea un inconveniente para la sesión…
– Para nada, apenas se ve. Pero, en caso de que te quieras asegurar que la cicatriz no salga, podemos retocar las fotos al final – respondió atropelladamente el mayor, confligido por tan asombrosa revelación.
– No, está bien.
A él no le molestaba aquella marca.
“Lo peor no es lo que se ve en la superficie.”
“Bajo la piel se esconde un corazón atormentado con el peso de la culpa.”
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Pienso* = comida de gato.
Almohadilla* = pequeña esponja utilizada para esparcir uniformemente el maquillaje.
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