martes, 21 de junio de 2016

(JeongMo) Princess Momo -Oneshot-


Título: Princess Momo

Pareja: JeongMo (Jeongyeon + Momo)

Tipo: Yuri

Géneros: Romance, AU

Clasificación: G/PG

Descripción: Jeongyeon se ve envuelta en un extraño viaje, dentro de un mundo sin sentido ¿Logará cumplir con su misión?

Advertencias: Ninguna

Notas: Aquí está el oneshot de Twice que se prometió, siendo el grupo ganador de una de las encuestas que fueron realizadas en Twitter. Jeongyeon me gusta bastante y como vi que con quien más la suelen emparejar es con Momo y también es una chica que me parece guapísima, decidí ponerlas juntas. Espero que lo disfrutéis. ^^

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Frunció el ceño en un gesto de confusión. Bajo su cuerpo sentía una superficie dura y fría. Algo muy alejado de su cama, desde luego.

Palpó con la mano el objeto sobre el que estaba tumbada. No, definitivamente no era su cama.

Poco a poco sus ojos se abrieron, encontrando sobre ella un extraño techo que tampoco era el de su dormitorio. Aún con esa expresión de confusión total, miró a un lado y hacia otro para ver bien donde estaba.

¿Una estación de metro? Y vacía, por lo visto.

Quiso hacer el esfuerzo de levantarse, pero para su sorpresa lo hizo sin ningún problema. Casi le daba la sensación de ser una pluma llevada por el viento.

¿Por qué aquel sitio frío, oscuro y misterioso no le daba miedo? Sentía que ya había estado allí antes. O más bien, que debía estar allí.

Ya una vez en pie echó un nuevo vistazo a su alrededor. No parecía haber nadie allí con ella. Se acercó a las vías por las que se suponía que pasaba el metro, pero todo parecía demasiado viejo para que por allí pasara algo.

¿Qué hacía allí? Se quedó junto a las vías, de pie y quieta durante unos segundos que le parecieron eternos, casi en blanco. Simplemente observando el lugar por donde debía pasar el metro.

Un minuto, dos, tres… El paso del tiempo era realmente confuso.

Un fuerte sonido resonó por todo el lugar, sin ningún aviso previo. Pero ella ni se inmutó. Todo le parecía tan normal, típico e incluso aburrido… Unas luces empezaron a acercarse por uno de los túneles que tenía a cada lado, por los que debía aparecer el metro ¿Sería eso?

Efectivamente. El vehículo se detuvo en las vías justo delante de ella, pero solo contaba con un vagón. Las puertas se abrieron automáticamente y sin vacilar, entró como si ya estuviera más que acostumbrada a dicho recorrido.

Tomó asiento donde quiso, ya que parecía seguir estando sola. Pero al llevar ya unos minutos allí dentro, cuando el vagón ya había hasta comenzado su viaje a saber donde, se dio cuenta de que no estaba tan sola como pensaba.

Allí, al fondo sentada tal y como ella misma, había una joven que llamó especialmente su atención. Por la vestimenta más que nada. Tenía el cabello rubio, adornado con dos adorables moñitos sobre la cabeza. Su camiseta era de un azul muy claro y su falta rosita. Pero lo que más llamó su atención fue el extraño objeto que tenía entre sus manos.

Era como una especie de mini bastón mágico y rosa sacado de algún anime. Bueno, en realidad toda ella parecía sacada de un anime. Su rostro le era muy familiar, pero no lograba recordar dónde la había visto antes.

Se levantó de su asiento aún con el vagón en marcha e intentó caminar hacia ella, balanceándose un poco debido a los movimientos de aquel trasto donde estaba metida.

-¿Qué haces aquí? ¿Dónde estoy? -Le preguntó, sin querer darle muchos rodeos.

La joven levantó la mirada hacia ella. Sus labios mostraban una bonita sonrisa y por algún motivo se alegraba de verle.

-¡Has llegado! -Se puso en pie de un saltito, casi cayendo al suelo. Tuvo que sostenerla del brazo para que no fuera así.- ¡Corre, Jeongyeon! ¡Debes salvar a la princesa! -Le pidió entusiasmada a la vez que hacía algún que otro movimiento con aquella varita o lo que fuese.

¿Qué? Sus palabras no tenían mucho sentido. Y a pesar de lo que le estaba diciendo, la desconocida no parecía preocupada en absoluto. Siguió insistiendo.

-¡La princesa, Jeongyeon! ¡Tienes que rescatarla! -Le repetía una y otra vez mientras sacudía su brazo.

-¿Qué princesa? ¿Dónde está? -Preguntó, asumiendo que era lo que debía hacer.

Pero la chica no respondió. En su lugar le dio aquel curioso objeto que había llevado todo el rato en su mano.

-Toma. Te será útil.

Entonces, las luces del vagón se apagaron y este dio un frenazo, haciendo que ambas chicas acabaran en el suelo.


***


Abrió lentamente los ojos tras el golpe, tirada de nuevo en el suelo, esta vez boca abajo. Frente a ella la puerta estaba abierta mostrando tras esta lo que parecía ser un desierto. Sin dudarlo fue a incorporarse, dándose entonces cuenta de que tenía la varita de la chica en la mano.

Miró por el vagón pero allí no había nadie más que ella ¿Se habría ido ya? ¿O acaso había desaparecido? Se encogió de hombros. Ella solo debía seguir su extraño viaje. Era lo único que tenía en mente.

Salió del vagón entrando directamente a ese desierto, sin estación ni nada. Miró hacia un lado y a otro y vio que ni siquiera había vías por las que ir. Era como si de repente se hubiera teletransportado allí, sin ninguna explicación.

Se adentró un poco más en el lugar, observando bien cada rincón y analizándolo. Parecía que estaba en un pequeño pueblo abandonado en medio de aquel desierto.

A lo lejos pudo ver a una persona. Menos mal. Ya empezaba a creer que allí tampoco iba a haber nadie ¿Sería ella su princesa?

Aceleró el ritmo de sus pasos, esperando que fuese así. Conforme iba acercándose podía ver mejor a aquella joven. Su pelo rojizo estaba cortado más o menos por sus hombros, en una melena lisa e iba vestida de vaquera. Desde luego, no parecía necesitar su ayuda para nada. Se le veía muy tranquila y sin ganas de ser molestada.

-¿Eres tú la princesa? -De nuevo no quería entretenerse e iba al grano. Desde que aquella chica del metro le había dicho eso, no tenía otra cosa en la cabeza.

La joven le miró de arriba a abajo y después arqueó una ceja cuando volvió a su rostro.

-Creo que te confundes. -Le respondió.- Tú princesa está en otro… -Miró a su alrededor, no encontrándose más que con desierto.- Bueno, ya sabes a lo que me refiero.

-Pero puedes ayudarme a encontrarla ¿Verdad? -Empezaba a impacientarse un poco. Al decir aquello la señaló con la varita y le dio en el pecho con ella, con suavidad.

-Bueno, puedo hacerlo. Pero no gratis.

-¿Qué es lo que pides a cambio? -De repente el tono de su voz se volvió serio. No se terminaba de fiar de esa chica. Casi parecía que estaba usando la varita como espada, amenazándola.

-Cuando rescatemos a tu princesa quiero una recompensa. Sé que tiene mucho dinero y estoy segura de que puedo llevarme una parte, como agradecimiento. -La chica hablaba con seguridad. Y desde luego se notaba que no se sentía intimidada en absoluto.

Pensó por un momento, en silencio. Al final aceptó y bajó la varita. Era un trato justo.

-Bien, veo que aceptas. -Le dijo esbozando una sonrisa triunfante.- Entonces no nos entretengamos más.

¿Cuando apareció allí esa vieja camioneta? Llevaba ya allí un rato y no la había visto en ningún momento. Y no es que fuera precisamente pequeña como para que eso fuera así.

La chica se montó al vehículo, teniendo la idea de conducirle hasta su princesa.

-¡Venga! ¿A qué esperas? -Le dijo, metiéndole un poco de prisa.

Cuando las dos estuvieron en el vehículo, lo arrancó y comenzó a conducir a través del desierto.


***


Los siguientes minutos los pasaron recorriendo lugares totalmente distintos entre ellos y conociendo a gente realmente curiosa. O al menos, a ella le habían parecido minutos. Aunque todas las cosas que habían pasado era imposible que lo hubieran hecho en tan poco tiempo, pero esa era la sensación que tenía.

-Ya estamos llegando. -Le aseguró su nueva compañera de viaje. Menos mal. Ya estaba impaciente por llegar.

Y antes de darse cuenta, la camioneta ya estaba aparcada frente a una gran casa con un hermoso jardín. Era de noche, pero estaba todo lleno de luces y se veía a la perfección.

-Aquí es. -Le informó la joven una vez el vehículo se detuvo frente al edificio.

-¿Y dices que ella está ahí dentro? No parece un mal sitio. -Comentó, observando con detalle el lugar. No le transmitía nada malo.

-Tú entra. Y acuérdate de llevar contigo tu arma. -Le recordó, refiriéndose a ese extraño palo que había llevado con ella durante todo el viaje.

Ella asintió y sin decir nada más, se bajó varita en mano. La otra se quedó allí, esperando por su ansiada recompensa.

Estaba dispuesta a entrar ahí, arrasando con todo para rescatar a su princesa. Se armó de valor y de lo que se supone que debía hacer ese objeto y entró en la casa dándole una fuerte patada en la puerta, dejándola tirada en el suelo y lanzando una especie de grito de guerra.

Todo quedó en silencio. Uno muy incómodo. La gente que estaba dentro quedó mirándola muy sorprendidos.

Había unos tres o cuatro hombres con traje, tirados en el suelo medio inconsciente. En pie solo había una chica vestida a lo Lara Croft. O al menos con un estilo bastante parecido. Y por lo visto, ella solita había acabado con todos esos tipos.

-¿Y tú quién eres? -Preguntó la joven desconocida en un tono amenazante, preparándose para volver a luchar si era necesario.

-Vengo en busca de la princesa, para rescatarla. -Le informó, poniéndose también a la defensiva.

-Pues la princesa no necesita ser rescatada porque puede ella sola con todo. -¿Es que acaso era ella? Al ver la expresión de Jeongyeon, decidió responder por sí misma antes de que la otra llegara a preguntar.- Sí, lo soy. La princesa Momo.

-Pero me dijeron que necesitabas mi ayuda… -Ahora no entendía nada. Incluso aquel largo viaje había perdido parte de su sentido.

Un fuerte sonido comenzó a retumbar por toda la estancia, con tanta intensidad que las chicas tuvieron que taparse los oídos.

-Jeongyeon. Vamos, Jeongyeon. -Escuchaba una y otra vez, pero no sabía de donde venía esa voz.- ¡Que al final vamos a llegar tarde!

Sus ojos se abrieron de golpe, sobresaltada. Frente a ella Momo la miraba con el ceño fruncido mientras zarandeaba su brazo.

-¿Uhmm…? -Confundida miró a su amiga, aún costándole un poco mantener los ojos abiertos.- ¿Qué pasa?

-¿Como que qué pasa? ¡Que vamos a llegar tarde a la grabación del programa! -Le recordó Momo, soltando su brazo y apartándose de la cama cuando vio que había logrado despertar a la otra.

Poco a poco Jeongyeon intentó incorporarse sobre el colchón para acabar sentada. La cabeza le daba vueltas.

-He soñado una cosa muy rara… -Murmuró, casi para sí misma.

Momo se giró hacia ella y con curiosidad, preguntó.

-¿Qué has soñado? La verdad es que te movías mucho.

De repente se arrepintió de haber dicho eso en voz alta. No podía decirle que se había pasado todo el sueño buscándola mientras la llamaba ''mi princes''.

-Nada, nada. En realidad no me acuerdo mucho. -Le dijo, poniéndose un poco nerviosa mientras se levantaba de la cama. Se puso en pie e intentó huir del dormitorio que compartía con la chica. Pero Momo fue más rápida y le bloqueó el paso hasta la puerta.

-Mientes. Se te nota en la cara. Dime de qué trataba. -Le dijo, cruzándose de brazos frente a la puerta. No le iba a dejar pasar hasta saberlo.

-No lo recuerdo, de verdad. -Insistió Jeongyeon.- Va, déjame pasar que necesito ir al baño.

-Pues de aquí no te vas hasta que no me digas la verdad. Si has dicho que estabas soñando algo raro es porque te acuerdas. Además, se te ha notado en la cara cuando te he preguntado. -Le aseguró, esbozando una amplia sonrisa. No iba a poder escapar.

-Bueno… -Jeongyeon empezó a dudar. Quizás lo mejor era decirle la verdad. De paso podría ver como reaccionaba.- Tenía que buscarte a ti. Era un mundo muy raro y sin sentido. Creo que os he visto a todas. Pero a quien buscaba era a ti. Decían que tenía que rescatar a una princesa y esa eras tú. -Le explicó con un poco de vergüenza, aunque intentaba que esta no fuera visible.

Momo no dijo nada durante los siguientes segundos. En realidad, estaba intentando contener la risa. Jeongyeon se dio cuenta.

-Puedes hacerlo si quieres.

Momo comenzó a reír, pero no de forma escandalosa. El sueño le había parecido gracioso.

-Ay, creo que has estado jugando a demasiados videojuegos. -Le dijo entre risas. Entonces se apartó para dejarle paso.- Venga, que al final llegaremos tarde de verdad.

Jeongyeon pasó junto a ella, totalmente avergonzada y con sus mejillas sonrojadas.

Entonces, una vez Momo se quedó sola en el dormitorio y sabiendo que ya no iba a poder verla, dejó salir un suspiro. Pero no uno malo, sino todo lo contrario. Por sus labios pasó una boba sonrisa al pensar en el sueño que su amiga le había contado. Esa amiga que tanto deseaba que algún día pudiera llegar a ser algo más.




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