Titulo: Apariencias
Pareja: KaiSoo (Kai + Kyungsoo)
Tipo: Yaoi
Genero: AU, Romance, Fluff
Clasificación: PG
Descripción: “Nunca debes juzgar a alguien sin conocerlo completamente” Ojalá Kyungsoo hubiera hecho caso a aquel sabio dicho. Porque, a veces, las cosas no son lo que parecen.
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Ahí estaba de nuevo, parado frente a sus ojos, sin inmutarse. Podría afirmar que tenía una figura impresionante, era alto y fornido, además de ser bastante atractivo de cara. Incluso llegaría a admitir que hubo un tiempo en que llegó a gustarle, cuando apenas era un crío de seis años, pero eso fue hace mucho tiempo. Ahora ambos habían cambiado mucho, especialmente él mismo.
Se encontraban en el pasillo, durante el breve tiempo de descanso entre lección y lección. Se suponía que Baekhyun, su mejor amigo, había olvidado su libro en la taquilla y le había pedido a Kyungsoo que le acompañara. Ojalá se hubiera negado, o eso pensaba el más bajo, pero creyó que no habría nada de malo en aceptar la petición del mayor. Sin embargo, y gracias querer ser un buen amigo, ahora se encontraba en un ambiente realmente incómodo.
Por alguna razón había olvidado que había una persona en especial que aprovechaba, esos escasos dos minutos libres, para pasearse entre las aulas y estirar las piernas. Hubiera estado bien no tener que verle, ya que era alguien a quien detestaba. Y ese “alguien”, además, estaba hablando animadamente con un grupo de chicas que no paraban de reír cada vez que el chico en cuestión abría la boca. Aquello le revolvía el estómago.
– Hey, si sigues mirando así a Kai empezaré pensar que te gusta – comentó Baekhyun a su lado.
Qué bien, ahora él también había empezado a llamarlo con aquel estúpido seudónimo, uno que ni siquiera comprendía. Simplemente esperaba que, al menos, no hubiera sido el mismo Jongin quien lo hubiera ideado. Sí, el nombre de aquella persona era Kim Jongin.
– No te preocupes, no se me ocurriría fijarme en él – respondió con desagrado el más bajo -. Le odio, y el sentimiento es mutuo.
– ¿En serio? – Baekhyun se había cambiado de colegio recientemente y por eso no sabía mucho sobre él y Jongin – Creía que siempre habíais sido amigos.
– Siempre hemos sido vecinos, – corrigió Kyungsoo, – y por eso sé cómo es realmente. Es un egocéntrico, narcisista e hipócrita con buena fama.
Tristemente siempre habían estado juntos, comenzando por el hecho de que nacieron con apenas unos días de diferencia. Ambos crecieron en la misma calle, fueron a la misma guardería, escuela, e incluso campamento de verano, año tras año.
Fue el estar tan cerca el uno del otro lo que derivó a aquellas primeras comparaciones nada más llegar al colegio. Jongin era más alto, más fuerte y más guapo, creando con facilidad una gran cantidad de amigos y labrándose una reputación desde entonces. Mientras él, Kyungsoo, sin ninguna habilidad o destreza con la que destacar, quedó en un segundo plano.
Pero aquello no acababa allí, mientras Jongin era elegido como protagonista en cualquier obra del colegio, él era uno de los árboles que servían de atrezo al final del escenario. No llegó a salir en ningún anuario ya que tampoco lograba hacerse notar en las actividades extra-escolares o tenía algún papel esencial para el desarrollo de estas.
Jongin era excelente en cualquier deporte y, pronto, también consiguió sacar muy buenas notas para realzar aún más su popularidad. Por otro lado, Kyungsoo era un completo desastre en cualquier actividad deportiva e intentaba simplemente sobrevivir en el instituto, siendo un muy ajustado estudiante promedio.
Incluso, en numerosas ocasiones creía ser invisible. Los profesores no le prestaban mucha atención, y mucho menos sus propios compañeros, quienes apenas notaban su presencia. Hasta sus padres empezaron a compararlos en cada cumpleaños, llevando al mayor a dejar de invitarlo, o asistir a los del otro, una vez que se cansó de ello. Por eso su relación con el menor se enfrió. Pero, aunque ya no se relacionaba con su vecino debidamente, seguía viéndose y sintiéndose inferior a él.
Nunca se sintió culpable por dejar de asistir a sus fiestas ya que Jongin y él no era amigos realmente, tan solo se conocían por vivir cerca. Y, una vez que el menor se hizo popular en el colegio, dejaron de pasar tiempo juntos, o por lo menos eso llegó a creer Kyungsoo. Más, por desgracia y orden de su madre, siguió acompañándolo para ir al colegio y regresar a casa cada día.
Por otro lado, el haber crecido juntos le sirvió para conocer al menor, quien era un perfecto niño mimado. Solía quitarle cualquier juguete a Kyungsoo cuando este empezaba jugar con él, alegando que al ser el menor debía dárselo sin la posibilidad de negarse. También era egoísta e hipócrita, mostrándole a Kyungsoo su mal carácter cuando este no le obedecía, pero mostrándose dulce e inocente frente a sus padres, cuando estos aparecían.
Y, con el transcurso de los años, aquella odiosa forma de ser solo empeoraba. Por eso no le importó alejarse de él. Sin embargo, y a pesar de que ya no eran amigos, el menor seguía portándose como un imbécil con él, mientras que con el resto de personas se comportaba de una forma agradable y amistosa. Fue por eso, y porque envidiaba tanto a Jongin, que empezó a odiarle.
– Ya me lo has dicho varias veces, pero no puedo imaginarme a Jongin siendo desagradable con alguien, es un encanto – Kyungsoo suspiró cansado de intentar hacer entrar en razón a su amigo -. Incluso si está ocupado, siempre sonríe y saluda a cada persona todas las mañanas cuando se le acercan, sin importar que algunas chicas sean ruidosas o pegajosas – insistió Baekhyun saltando a hombros del más bajo y abrazándolo como si fuera un peluche -. Venga, dime la verdad, te gusta pero no quieres admitirlo.
– ¡Ya te he dicho que le odio! – gritó sin querer, consiguiendo que varios chicos de su clase, incluido Jongin se volvieran hacia él.
Había elegido el peor momento y lugar para desatar frustración. Kyungsoo no estaba acostumbrado a que la gente le mirara, por lo que se avergonzó hasta quedar completamente rojo y con el corazón latiendo atropelladamente. Sin embargo, lo peor de aquello era que, aún bajo todas las miradas confundidas de sus compañeros, podía sentir sobre él la oscura y fría mirada de su vecino.
– Creo que te ha oído – musitó Baekhyun bajándose lentamente de Kyungsoo.
Estupendo, ahora sí que sería incómodo volver a casa con Jongin.
Por suerte la sirena no tardó en sonar, de modo que corrió hasta su aula, el único lugar que no compartía con él menor, alejándose del aura oscura que empezaba a formarse a su alrededor. Era una suerte que aquel año no estuviera en la misma clase que Jongin, de ese modo podía centrarse y prestar atención a las lecciones. Eso siempre y cuando Baekhyun dejara de mandarle pequeñas notas a escondidas, o empezara a golpear su silla desde atrás, porque se aburría.
Gracias al resto de clases pudo olvidarse un rato de Jongin y del incómodo momento que le había tocado sufrir en el pasillo. Le preocupaba que realmente pudiera entender que aquella declaración fuera dirigida hacia él, ya que no sabía cómo podría reaccionar. Pero entendía que, tarde o temprano, la última clase acabaría y que ambos volverían a verse las caras a solas. Por eso, una vez que la última lección finalizó, se tomó su tiempo en recoger y caminar hasta la salida del instituto.
Quería pensar que después del tiempo que había tardado en salir, Jongin habría decidido volver a casa solo. Antes de asomarse por fuera del edificio, para ver si se había marchado, cerró los ojos y cruzó los dedos con la esperanza de que aquel pensamiento se cumpliese. Pero nada más mirar hacia la entrada del recinto vallado advirtió una silueta, que ya conocía muy bien, junto a la puerta.
Se mordió el labio frustrado y terminó resignándose a caminar hacia el menor, que al verle llegar le mostró una expresión molesta.
– La próxima vez date un poco más de prisa, tengo cosas importantes que hacer – le informó el más alto cuando Kyungsoo llegó a su lado y ambos comenzaron a andar a la par.
– Podrías haber vuelto a casa solo – respondió el mayor con igual desagrado.
– Tu madre se siente más segura si vamos juntos – le recordó con aire cansado -. Sabes que si te pasara algo durante el camino de vuelta la responsabilidad recaería sobre mí.
– No me ocurriría nada, esta zona de la ciudad es muy segura – murmuró para sí mismo, aunque igualmente el menor consiguió oírle.
Jongin rio por cómo había reaccionado tan dramáticamente, sabía que Kyungsoo quería librarse de él, y por eso mismo le esperó a la salida. Le divertían las expresiones del mayor y, a ratos, también disfrutaba hacerle enfadar, pero sabía que aquel no era en mejor momento para jugar con él.
– He oído que tuviste un examen de historia hace poco – el mayor asintió – ¿Qué tal te fue?
Lo único que deseaba Kyungsoo en ese momento era que Jongin y su sonrisa de superioridad se esfumaran. No quería hablar con él sobre sus calificaciones y darle un motivo más del que burlarse de él.
– Bien, como siempre – respondió sin poner emoción alguna en su voz.
Rezaba para que, con esa cortante y fría respuesta, dieran por terminado el tema y su curiosidad fuera satisfecha. Pero consiguió justo lo contrario.
– No creo que un corto seis pueda ser llamado algo “bueno”, – declaró el más alto seriamente – sobre todo cuando podrías sacar un sobresaliente si te esforzaras de verdad.
El mayor enmudeció al instante. Conocía su nota y había fingido no saberla, quizá disfrutaba más oyéndolo admitir que tenía bajas calificaciones. Una vez más, había olvidado lo odioso que podía ser y lo tremendamente arrogante también. Seguramente solo buscaba una oportunidad para presumir.
– ¿Cómo sabes la nota que he sacado? – se atrevió a preguntar aun creyendo conocer la respuesta.
– ¿De verdad lo preguntas? – una vez más, Jongin volvía a demostrar ser un completo idiota – Kyungsoo, sabes que nuestras madres se lo cuentan todo cada vez que se ven.
– Estupendo, es simplemente genial – se recordó mentalmente no decirle nada más a su madre de por vida.
– ¿Sabes? Creía que querías ir a la SNU*, pero me empieza a preocupar que con tus notas no puedas entrar – Kyungsoo sabía aquello perfectamente, y le desagradaba que el menor se lo recordase.
– Pues no debería – se aseguró de apremiar el paso para llegar antes a casa, por lo que Jongin también tuvo que acelerar su marcha -. Además de que eso es cosa mía, no pienso ir a esa universidad
– ¿Qué? – Jongin se detuvo perplejo un segundo pero luego retomó la marcha – ¿Cómo qué no? Siempre has querido entrar allí, era tu sueño desde hace casi diez años.
– Pues dejó de serlo hace tiempo, – respondió cansado por la velocidad a la que intentaba seguir caminando- así que olvídalo.
– No puedo, y tampoco deberías – en ese momento el más bajo tuvo que contenerse para no responderle inapropiadamente, quizá era eso lo que Jongin intentaba, molestarle hasta enfadarlo -. Si quieres yo te podría ayudar, puedes venir esta tarde a mi casa para estudiar juntos.
– Te repito que ya no quiero ir a esa universidad, – ya estaban cerca de su barrio, por eso hizo de tripas corazón y siguió conteniendo su enfado – y que no es asunto tuyo, así que déjame en paz.
– Sí que es asunto mío, creía que iríamos juntos.
Él nunca le había prometido aquello a Jongin, es más, jamás dijo que quisiera seguir estudiando a su lado una vez que entraran en la universidad. El solo pensar tener que verle también diariamente después de graduarse le producía un severo dolor de cabeza.
Ojalá Jongin nunca hubiera escuchado aquella conversación hace casi diez años…
*Flashback*
“Aquel fue el último año que asistió al cumpleaños de su vecino, ambos habían empezado el curso en un nuevo colegio, lo recordaba muy bien.
– Soo, ven y juega con nosotros – dijo un joven Jongin de seis años.
– No me gusta el fútbol…- él prefería seguir sentado en la acera frente a la casa del menor y no hacer nada.
– ¿En serio? – preguntó uno de los nuevos amigos del menor, sin salir de su asombro – Ese chico es raro.
Al oír eso Jongin se volvió enfadado hacia el chico que había dicho aquello y le fulminó con la mirada, solo él podía meterse con el mayor. Acto seguido se acercó a Kyungsoo y le cogió de la manga, tirando de él hacia arriba.
– Vamos Soo, será divertido – el mayor se resistió y el cumpleañero siguió tirando de él en respuesta.
– He dicho que no,- la verdad era que se sentía fuera de lugar en el cumpleaños del menor y, el hecho de que siguiera insistiendo, era incómodo ya que estaba llamando la atención – me quiero ir a mi casa.
– Es mi cumpleaños, se supone que te quedarías a dormir, como siempre hacemos – el mayor negó con la cabeza, aun intentando soltarse de Jongin -. Soo, venga…
– ¡No! – volvió a decir el mayor, completamente decidido a no ceder.
Entonces Jongin lo agarró aún más fuerte y su expresión cambio por completo. Estaba molesto, Kyungsoo lo notaba solo por cómo le miraba, y todo por no cumplir sus tontos caprichos.
Su vecino era un niño mimado y egoísta, siempre lo había sido. No le importa lo que a Kyungsoo le pasara, solo seguía siendo igual de inmaduro y quejica. Pero, afortunadamente, en aquel momento la madre del menor acababa de sacar la tarta. Gracias a eso, y a que le esperaban para soplar las velas, el menor tuvo que soltarle e ir junto a los invitados.
Kyungsoo decidió aprovechar aquella oportunidad y marcharse, así Jongin no podría volver a impedírselo. Pero cuando se volvió solo consiguió chocarse contra una persona. De repente sintió unas grandes y cálidas manos sobre sus hombros que le separaron lentamente del cuerpo con el que había tropezado y alzaron su rostro con delicadeza.
– ¿Te has hecho daño? – preguntó un chico que, al parecer, acababa de llegar.
A ojos de Kyungsoo el extraño era bastante alto, además de varios años mayor que él, pero con una mirada agradable y una dulce sonrisa. Era muy guapo, y también se le veía fuerte, por eso Kyungsoo se quedó sin palabras.
– ¡Junmyeon! – aquella voz pertenecía a la madre se su vecino, la reconoció incluso sin tener que girarse – Corre, has llegado en el mejor momento, vamos a cantarle cumpleaños feliz a Jongin.
– ¡Ya voy tía!- respondió el hombre apartando la vista momentáneamente del muchacho frente a él.
La madre de Jongin también debería de haber visto a Kyungsoo junto a su sobrino, pero no le llamó, y el más bajo se dio cuenta de ello. Era invisible para las personas, siempre había sido así.
– ¿No vienes? – preguntó de pronto Junmyeon, cogiéndole de la mano y tirando suavemente de él.
Aquello sorprendió al menor, normalmente todo el mundo le evadía. Por ello Kyungsoo se sentía incapaz de rehusar aquella invitación, y más aun de soltar esa cálida mano. Así que asintió agachando la cabeza y se dejó guiar hasta la mesa en donde reposaba una bonita tarta con las velas encendidas.
Nada más llegar Junmyeon junto al resto de invitados todo el mundo empezó a cantar cumpleaños feliz para Jongin. Más, por haber llegado el último y ser bastante más bajo que el resto de los niños, Kyungsoo no pudo ver nada, ni la tarta ni las velas esperando ser apagadas.
Iba a esperar a que todo aquello acabara para poder marcharse en silencio. Pero entonces sintió cómo alguien lo cogía por debajo de los brazos y lo alzaban a gran altura. Era el primo de Jongin, quien se había percatado de que Kyungsoo no podría apreciar el momento, y decidió subirlo a sus hombros.
Por un momento Kyungsoo se sintió avergonzado pero, tras comprobar que nadie más había visto aquello, decidió dejarlo estar. Además, ahora podía verlo todo desde las alturas y aquel chico seguía sosteniendo las manos de Kyungsoo para que no perdiera el equilibrio.
Por un momento deseó que aquel momento nunca acabase. Se sentía un poco confuso porque un completo extraño se había preocupado por él, sin saber siquiera su nombre, pero igualmente aquello le hizo feliz.
Kyungsoo se quedó a su lado después de que el momento de apagar las velas hubiera pasado, y de que Junmyeon le dejara nuevamente en el suelo. El primo de Jongin era muy atento y agradable con él, y gracias a eso no se sintió solo el resto de la celebración.
Incluso logro enterarse de varias cosas sobre él cuando este se puso a hablar con la madre de Jongin. Junmyeon era estudiante universitario en una de las más famosas universidades de Seúl. Era un gran deportista y el número uno de su promoción. Se sentía asombrado por todo aquello, había conocido a un chico increíble, y aún no comprendía como podía estar relacionado sanguíneamente con Jongin.
– Soo ven a jugar…- el mayor se encontró de nuevo a Jongin frente a él, para su desdicha.
– Kyungsoo, ¿no quieres ir a jugar con Jongin y los otros niños? – esta vez fue la madre de su vecino la que intentó persuadirlo.
Pero no quería despegarse de Junmyeon, le gustaba estar a su lado, aunque no podía admitirlo abiertamente. Le daba vergüenza, y le preocupaba qué pensarían de él si lo confesaba.
– Déjale tía, creo que a Kyungsoo le gusta la tranquilidad – el menor se avergonzó un poco por aquello, pero intento ocultarlo – ¿No?
Kyungsoo asintió mientras balanceaba sus pequeñas piernas bajo la silla en la que estaba sentado.
– Yo creo que le gustas tú Junmyeon, – aportó la madre de Jongin – apuesto a que es por lo listo y guapo que eres.
En ese momento Jongin miró con curiosidad a su vecino. A Kyungsoo solo le gustaba Pororo, o eso era lo que creía.
– Ya verás…- susurró la madre del cumpleañero a su sobrino -… Kyungsoo, ¿te gustaría estar mucho más rato junto a Junmyeon?
Kyungsoo volvió a asentir sin entender a que venía aquella pregunta.
– Pero él se irá pronto a la SNU*, – continuó hablando mientras observaba atentamente al menor – ¿le echarás de menos?
-Tía no seas así, él es un chico tímido…
– No importa, – respondió Kyungsoo mientras su pequeña cabeza trabajaba a gran velocidad – yo también iré a la SNU*.
En ese instante tanto como el primo, como la madre de Jongin se quedaron boquiabiertos. Por un momento Kyungsoo pensó que había dicho algo malo así que se sonrojó y agachó la cabeza. Sin embargo la voz de su vecino acabó rompiendo el silencio que se había formado.
– Entonces yo también iré a la SNU* – declaró con total convencimiento.”
*Fin de Flashback*
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SNU*= Universidad Nacional de Seúl (o Seoul National University).
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