Titulo: Christmas eve
Pareja: HyeRa (Hyeri + Yura)
Tipo: Yuri
Genero: Fluff
Clasificación: G/PG
Descripción: Como todos los años, Hyeri quiere ver los adornos de Navidad, y de camino, sonsacarle a Yura que le va a regalar ¿lo conseguirá?
Advertencias: Ninguna.
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-¡Llegas tarde! –Le gritó a Yura cuando la vio a lo lejos, caminando tan tranquilamente hasta donde estaba ella.
-No llego tarde, llego a buena hora –Antes su impaciencia, le respondió de manera tranquila cuando ya estaba a su altura.
-No es verdad –Consultó su reloj antes de reprocharle.- Has llegado dos minutos de la hora acordada, eso no está bien, es llegar tarde.
-Vaya, disculpa mi poca puntualidad –Yura, le dio un besito en una mejilla, para que la perdonase y se le pasara el berrinche.- ¿Me perdonas?
-Sí, tendré que hacerlo, solo porque me das algo de pena.
Disfrutaba provocando que le diera algún que otro beso. El cariño que le proporcionaba era algo que le encantaba, y fue uno de los muchos motivos por los que Yura conquistó su corazón, con su cariño y amor.
Habían quedado esa misma tarde para ver los adornos navideños que ahora decoraban las calles del centro de la ciudad, dejando un aspecto muy bonito, con tantas luces de colores y adornos. Muchos adornos y cosas que a ella le apasionaban.
Llevaba días insistiendo en ir, y Yura acabó accediendo a acompañarla esa tarde, en 24 de diciembre. Estaba tan entusiasmada y con ganas de verlo todo, que no dudó en coger del brazo a la chica y tirar de ella, reanudando la marcha para empezar su paseo.
Caminaban enganchadas de los brazos, muy juntitas. Hacia algo de frío, y a pesar de haber nevado días atrás, había algo de nievo que se había mantenido. Iban vestidas con unos grandes abrigos y unas botas que guardaban el calor. Mientras que Yura, solo llevaba un pañuelo en el cuello, Hyeri iba con una bufanda de lana, y un gorrito con una bola al final, para no quedarse helada.
-¿Tienes ya comprados los regalos para mañana? –Preguntó Hyeri de manera desinteresada, pero lo hacía con otro propósito, y es que estaba dispuesta a intentar sonsacarle que le iba a regalar a ella.
-Creo que no, me falta alguno si no recuerdo mal –La escuchó decir con el mismo tono que había usado ella.
-¿El de quién? No será el mío ¿no?
-Creo que sí, que es el tuyo, no lo encontraba por ningún lado.
-¡Que mentirosa eres! ¡Ya lo tienes! Tú siempre los compras con mucho tiempo de antelación –Protestó Hyeri, ya que, investigando por el apartamento, encontró alguno que otro, pero no el suyo.
-¿Qué más te da si no te lo voy a decir? –Yura parecía no darle mucha importancia a los mohines que Hyeri le estaba haciendo para intentar ablandarla, pero ni poniéndole cara de pena, parecía dar su brazo a torcer.
Con una mueca de disgusto, cesó su insistencia por el momento, eso no significaba que se fuera a rendir tan fácilmente.
Se habían adentrado en una de las calles con más tiendas que había. Todas eran tiendas de ropa o complementos, y en todas Hyeri se quería parar para ver el decorado. Había tantos muñecos de nieve de peluche, luces brillantes, figuras típicas de navidad, que cada vez que veía una se asombraba como si fuera la primera vez que las veía.
Yura se dedicaba a observarla a ella. Le gustaba más, ver lo mucho que disfrutaba con algo tan simple, como si fuera una niña. Sus ojos brillaban y en su rostro brillaba una ilusionada sonrisa. Eso era lo que Yura observaba, y asentía cada vez que Hyeri le decía algo relacionado con algún detalle.
-Vamos a entrar en esa tienda –Hyeri ilusionada, ni si quiera se esperó a obtener una respuesta. Agarró a Yura de la mano y tiró para entrar dentro de una tienda de complementos.
Como era lo normal, lo primero que se encontraron, fueron diversos objetos relacionados con la navidad. Hyeri fue directa a unas celpas con cuernos de reno y se quitó el gorro para poner una. Acompaño el adorno con unos morritos, provocando que Yura riera, estaba demasiado mona y graciosa a la vez.
Yura cogió un gorrito rojo y se lo puso, junto con una nariz de reno. Las dos chicas se pusieron a reír y a poner caras raras, haciendo que la gente de su alrededor las mirase extrañadas, pero eso a ellas no les importaban.
Pasaron a ponerse unas gafas festivas y más grandes que sus caras, incluso por pequeños muñecos, que a Hyeri les resultaba muy adorables y se había encaprichado con uno que tenía forma de duendecillo.
Antes de que algún encargado les llamara la atención, dejaron todas las cosas en su sitio, y fueron a la caja a pagar por el muñeco de Hyeri, quien se empeñó que tenía que pagárselo Yura, y a esta no le quedó más remedio que hacerlo.
El resto del paseo, Hyeri se lo pasó observando el muñeco y diciendo lo mucho que le gustan los regalos, que era algo que desde siempre le encantaba y cosas similares, eran más que nada, indirectas hacia Yura, para ver si se daba por aludida y le decía el regalo que tenía para ella.
¿Y si era verdad que no tenía nada comprado? No, no, eso no podía ser, Yura estaba muy tranquila, si no lo tuviera ya, estaría estresada y no habría decidido acompañarla. Tenía que despejar esas ideas de su mente y buscar alguna otra manera posible de sonsacarle algo de información.
-Eh, Hyeri ¿quieres que nos tomemos un chocolate caliente antes de volver a casa? –Yura le sonreír de manera tierna, que la hacía derretirse por dentro. Con energía, asintió repetidas veces con la cabeza antes de seguirla hasta un puesto donde estaban vendiendo vasos con chocolate.
Cuando ya tenía el suyo, tuvo que ir turnándose las manos para cogerlo porque le quemaba. Ni se atrevía a llevárselo a un a los labios, o se achicharraría y no quería eso.
Las dos sentadas en un banco, encogidas por el frío un poco, y con el chocolate en las manos, veían pasar a todos ante ellas. Hyeri vio aquello como una clara oportunidad para volver abordarle con el tema de su regalo.
-Yo mañana te daré tu regalo, lo tengo desde hace una semana, estoy segurísima de que te va a encanta –Le comentó, con un tono desinteresado.- ¿Y tú, como vas con el mío?
-No tengo ni idea de lo que me estás hablando? –Yura, seguía como si nada, soplando a su chocolate para que así se enfriara antes.
-¡No te hagas la tonta! –Hyeri le propino un codazo en el costado que la hizo reír.- Venga ya, no seas así, dime que me vas a regalar.
-Sí te lo digo ya no será una sorpresa, y esa es la gracia de un regalo.
-Pero, jo, yo quiero saberlo ya, los nervios me pueden –Apoyó la cabeza sobre su hombro, y con una mirada de niña inocente y unos pucheritos, miraba a Yura.- Anda, dímelo, por fi. Se buena conmigo, esta niña inocente y santa.
-Sí, sobre todo inocente y santa –Siguiendo en las mismas de no soltar prenda, Yura le dio un besito en la frente, para que diera a entender que no le pensaba decir nada hasta el momento adecuado.
Indignada por no conseguir lo que quería, Hyeri se puso bien, recta, y se acercó un poco su vaso de chocolate para probarlo un poco. Ya no quemaba tanto, así que con cuidado le dio un sorbo. Yura hizo lo mismo que ella, volviendo a no pronunciar nada.
Pero no se iba a dar por vencida, seguiría intentándolo, buscando formas de poder convencerla para que dijera algo ¿con chantaje? Eso sería muy rastrero ¿y le proponía un trato de decirle lo que tenía para ella, si se lo decía también? No, Yura no iba a aceptar algo así porque sí que tenía paciencia, a diferencia de ella.
Entre teoría y teoría, seguía bebiendo de su chocolate hasta que lo acabó. Se quedó mirando fijamente el vaso vació, hasta que escuchó la voz de Yura.
-Mírame, Hyeri –Al hacerlo, la vio con el móvil hacia ella. Por un momento, el flash de este sobre su cara. Tardó en darse cuenta que le había hecho una foto y en reaccionar.
-¡Eh! ¿A qué ha venido eso? ¿Qué tiene tanta gracia? –Preguntó, curiosa por saber que tenía tanta gracia, ya que Yura estaba riendo como si le fuera la vida en ello.
Sin poder para de reir, Yura le mostró la imagen que le había hecho, y alarmada, Hyeri ahogo un grito. Salía con cara de sorpresa, pero eso no era lo peor. Tenía un bigote de chocolate sobre su labio superior. Estaba segura que por eso le había hecho la foto, se jugaba cualquier cosa.
-Eso ha sido cruel, bórrala –Hyeri se pasó los dedos, para limpiarse, y cuando estaba segura que lo había hecho, se lanzó sobre Yura, con la intención de robarle el móvil y borrar la bochornosa foto antes de que se la enviase a alguien, pero ya era demasiado tarde.
-Lo siento, no lo he podido evitar, salías tan tierna y adorable, que se la he tenido que enviar a Sojin –Yura intentaba quitársela de encima, pero al decirle eso, la menor se detuvo.
-Que retorcida eres, no me dices que me vas a regalar, y ahora me traicionas de esta manera, no hay quien te lo perdone –Con los brazos cruzados sobre su pecho, Hyeri se hizo la indignada, sin ni siquiera mirarla.
-Va, que solo ha sido una pequeña broma –Yura se puso en pie, con una amplia sonrisa en el rostro, e inclinándose un poco sobre ella, le dio un romántico beso en los labios.- Es la primera navidad que pasamos como algo más que amigas, no quiero tenerte de morritos, eh –Y volvió a darle un beso, este más intenso que el anterior.
Da igual que intentara enfadarse con ella, siempre encontraba la manera de hacerla ablandarse, que poco le gustaba eso. Pero es que Yura podía hacer cualquier cosa con ella, de una facilidad que le causaba hasta miedo.
Dejando a un lado su enfado, se puso en pie junto a ella, y tirando los vasos vacíos en la primera papelera que encontraron, las chicas emprendieron de nuevo el paseo, agarradas de la mano, esta vez, directas al apartamento que compartían juntas.
-No te creas que aún he olvidado lo del regalo, soy muy cabezona cuando quiero –Pronunció tan tranquila, acariciando con un dedo el dorso de la mano de Yura. Esta sonrió al escucharla.
-No dudaba menos de ti.
Mientras volvían a casa, Hyeri de lo pasó poniendo caras raras, como si de una niña pequeña se tratara. Yura la miraba de reojo, intentando contralar sus ganas de achucharla y comérsela a besos. Sabía que todo eso lo estaba haciendo para provocarla, aun sabiendo que no lo conseguiría, pero le divertía verla así. Esa noche se la comería mientras la abrazaría con tanta fuerza que le dolerían después los brazos. Pero eso no le importaba.
Hyeri parecía ansiosa por entrar a la casa ya, así que sin demorarse mucho, Yura le abrió la puerta. La chica entró corriendo a la casa me en mitad de la sala se detuvo, mirando un pequeño regalo que se encontraba sobre la mesa.
-¿Y esto de quién es? –Preguntó señalando con el dedo, para que Yura lo viera. Esta se encogió de hombros, diciéndole que no tenía ni idea. La curiosidad le picaba, así que sin decir nada más, cogió el regalo y con dedos expertos, le quitó el envoltorio con cuidado para que no se notara que lo habían abierto.
Le resultó demasiado fácil abrirlo, así que en un momento tenía una cajita roja entre sus manos, que no dudo en abrir. Dentro encontró un papel doblado con su nombre escrito en dorado. Extrañada, sacó el papel, y bajo la atenta mirada de Yura lo leyó en voz alta.
-Hyeri, ¿por qué no te das un paseo por la casa a ver que encuentras? ¿Qué tal si empiezas por el baño? –Al terminar de leer, dejo todo a un lado y salió corriendo al baño.
Una vez allí comenzó a dar vueltas ¿por dónde empezaba a buscar? Y cuando se decidió por los muebles, vio bajo las toallas que sobresalía un trozo de papel rojo. Este volvía a tener su nombre y la incitaba a llegar a su dormitorio.
Con el nuevo papel en la mano, volvió a ir en la búsqueda de lo que habría por su habitación. Esta vez le costó encontrar el nuevo papel. Estuvo un buen rato rebuscando entre sus cosas, y cuando ya se estaba frustrando, lo encontró, delante de sus narices. Que torpe había sido.
“Frío, frío”
Era lo único que ponía en el nuevo papel ¿qué significaba? Sin ninguna pista que seguir ahora, Hyeri se dejó caer sobre su cama ¿y ahora qué? Ya no sabía qué hacer ni dónde buscar. Se quedó mirando por un momento los mensajes de los dos papeles. La verdad es que la caligrafía le sonaba bastante, era muy similar a la de Yura.
De un saltó, se levantó de la cama y fue directa a la sala, llamando a voces a la otra, para preguntarle qué significaba aquello. Pero cuando llegó a la sala, donde supuestamente debería estar Yura, encontró de todo menos a ella.
En cuestión de minutos, había llenado la sala de velas de colores, con globos rojos y blancos por todos lados, y lucecitas de colores. Todo parecía tan mágico, que le encantó. Se emocionó tanto, que unas lagrimillas se le escaparon.
-Yura, ¿dónde estás? ¿qué es todo esto? –Preguntó, pero no obtuvo ninguna respuesta.
Se aventuró a avanzar por la sala, descubriendo que había muchos más detalles. Flores de papel, corazones recortados, figuras de copos de nieve y de renos, algo similar a la nieve por todos lados… pero lo que le llamó la atención, fue, que en uno de los globos, había un trozo de papel con su nombre, con la misma caligrafía que en las notas.
Iba a coger el papel, cuando casi tropezó con algo. Era una canasta, que estaba cubierta por un papel de regalo. Lo cogió con un poco de fuerza, ya que pesaba ¿qué llevaba dentro?
Lo puso sobre la mesa, y con ansias, desgarró el papel de regalo para ver que había en su interior. Varias bolsitas cargadas con chuches, adornadas con lazitos, un osito que portaba un regalo, un juego de pulseras, y el colgante con forma de estrella que siempre había querido.
Las lágrimas comenzaron a fluir de sus ojos, recorriendo sus mejillas. No pensaba que le fuera a hacer ese pedazo de regalo, solo esperaba cualquier cosilla, pero no ese momento tan bonito.
-Sabía que ibas a llorar, pero ¿te gusta? –Escuchó a Yura a su lado, susurrándole al oído.
-Eres muy tonta, esto es precioso –Hyeri no conseguía salir del momento tan impactante que estaba viviendo, que no dejaba de admirar su regalo.
-Pero esto no es lo único –Yura, la tomó por la cintura, y la hizo girarse. Apoyado sobre el sofá, un cuadro pintado con colores y a mano, reflejaba la hermosa imagen de Hyeri, con una mirada feliz y soñadora. En una esquinita, estaba firmado por Yura.
No puedo aguantar más sus ganas, y llorando con más fuerza, se lanzó a los labios de la chica, besándola como nunca había hecho.
-¿Lo has pintado para mí? ¿En serio? –Preguntaba entre gimoteos.
-Por supuesto que sí, tú lo mereces todo –Yura acarició su mejilla, sin poder dejar de sonreír al verla tan feliz.
-No sé cómo te lo voy a agradecer.
-Solo dime las palabras mágicas, Hyeri.
-Te amo con todo mi corazón, más que a nadie en este mundo.
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