lunes, 6 de junio de 2016

(JoonMin) 늑대남자 (Werewolf) -Twoshot- 1/2


Título: 늑대남자 (Werewolf)

Pareja: JoonMin (Rap Monster + JiMin) (BTS)

Tipo: Yaoi

Géneros: wolf!AU, romance, drama, lime

Clasificación: NC–17

Descripción: NamJoon y JiMin tienen dos vidas completamente diferentes, tan diferentes que, de cierta manera, encajan perfectamente.

Advertencia: habrá relaciones sexuales y violencia moderada.

Notas: habrá muchas notas con explicaciones sobre la historia y su localización al final del fic, así que, si hay algo que no entendáis, lo encontraréis ahí.

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Otoño de 1927, Inje-gun, Gwangwon-do, Daehan Jeguk



JiMin caminaba siguiendo el curso del río de vuelta a casa cuando el sol casi terminaba su descenso hacia el oeste, para iluminar el gran continente con su luz. La jornada en la escuela había sido bastante larga y solo quería echarse a dormir, aunque debiera terminar todos los ejercicios que el señor y la señora Kim le habían mandado hacer para el día siguiente. Aquel pensamiento lo hizo desistir totalmente de dejarse dominar por la vagancia, ya que sus padres estaban haciendo grandes esfuerzos permitiéndole asistir a clases en vez de hacer que se quedara en casa ayudando a saca adelante a la familia.

El chico le dio una patada a un guijarro del río que se encontraba en su camino y éste cayó al agua, provocando diversas ondas y haciendo que el silencio, solo roto por sus pasos, fuera quebrado con mayor intensidad, y que los peces huyeran hacia aguas más tranquilas. Después se alejó un poco del curso, desviándose hacia la derecha, buscando el camino terroso que lo dejaba justo en la puerta de su casa antes de que anocheciera del todo. Sin embargo, antes de llegar a éste, se detuvo unos segundos para agacharse y recoger una rama que el río habría arrastrado hasta aquel lugar para jugar con ella durante los minutos de trayecto que le quedaban.

El crepúsculo ya casi había dado paso a la noche del todo cuando JiMin por fin pudo divisar, a unos cincuenta pasos de distancia, las luces de su casa. El muchacho hizo girar un par de veces en sus dedos el palo antes de dejarlo caer en el suelo porque ya no le interesaba, había algo mucho mejor delante de él. Su perro lo había visto, u olido, a aquella distancia y ya había salido corriendo hacia él, así que el chico simplemente lo esperó a que llegara a su lado, plantando bien los pies en el suelo para no caerse cuando éste se le echara encima. Apenas habían pasado unos segundos cuando ya tenía las dos patas delanteras del perro en su pecho, mientras que con su lengua intentaba alcanzar su rostro para darle sus cariñosos lengüetazos de bienvenida.

Acarició a Inu en la cabeza cuando por fin dejó caer sus cuatro patas al suelo con una gran sonrisa en su rostro porque le encantaba que fuera a recibirlo de aquella forma tan cariñosa y luego le indicó con un chasquido de su lengua que se ponían en marcha para llegar a casa rápido, ahora que la noche había caído finalmente. El perro caminó a su costado, quedándose su lomo un poco por debajo de la cintura de JiMin hasta que se quedaron a unos pasos de la vivienda, donde dedicó unos momentos a acariciarlo y jugar con él antes de internarse en casa a hacer los deberes. Más tarde, cuando los terminara, volvería a salir para darle algo de comida a escondidas, ganándose aún más el amor de aquel can.

El chico se dispuso a entrar en casa, pero dejó la mano caer sobre el pomo de la puerta cuando escuchó los gritos. JiMin se encogió y cerró los ojos con fuerza por inercia y costumbre y luego apretó los dientes. Si entraba todo sería mucho peor, lo sabía por experiencia, y aquello lo frustraba demasiado, lo frustraba no poder hacer nada para proteger a su madre de la ira y la locura de su padre. Durante unos segundos, dejó la mano sobre el pomo, pero después la retiró como si éste quemara y se dio la vuelta, llamando a Inu para que lo siguiera a la parte de atrás de la casa, donde se encontraban los cerdos que habían sobrevivido a la matanza de ese año y la media docena de ovejas que tenían como posesión. Allí podría hacer los deberes tranquilo si encendía el candil que colgaba de la valla y podría resguardarse del frío de la noche otoñal quedándose junto a su perro, utilizando su calor.

Mientras se acomodaba en el lugar, JiMin dejó que su mente vagara e imaginara una vida en la que todo lo que aquello no era más que un mal sueño, un mal sueño del que podía despertar en cualquier momento.



늑대남자



NamJoon alzó la cabeza hacia el cielo, observando cómo la luna casi estaba llena y suspiró. La luna llena para su comunidad era un buen presagio, pero en aquellos momentos, cuando su líder estaba tan cerca de ser derrocado, no era bienvenida aquella fase lunar. NamJoon sabía que el momento estaba muy cerca, demasiado cerca. Hacía días que había escuchado cómo muchos de los lobos comenzaban buscar aliados para ello y, aunque todavía no cumplieran todos los requisitos, estaban muy próximos a cumplirlos.

La lucha comenzaría en cuanto alguno de los machos con capacidades para ser alfas encontrara una pareja… y había varios candidatos, candidatos que no se merecían tener el control de su clan. No. NamJoon no podía permitir que ninguno de ellos se alzara como el jefe, no cuando le pertenecía a él ese derecho por sangre. Sin embargo, la sangre no era todo lo que importaba, también importaba la estabilidad y la fuerza, por eso debía encontrar una pareja, porque no podía confiar simplemente en su fuerza.

NamJoon suspiró. Llevaba meses buscando a aquella pareja y todavía seguía sin encontrar a ninguna que le agradara, ninguna con la que pudiera sentir que quisiera estar ligado a ella toda su vida. Había buscado en su clan, había buscado fuera de éste, en los que se encontraban cercanos a su territorio e incluso en los que rondaban peligrosamente a los humanos; había buscado en las hembras y en los machos, pero ninguno era el adecuado. Nadie era el indicado para ser su compañero de por vida.

El hombre lobo salió al bosque, adentrándose en éste, vagando por su territorio, sintiendo la luz de la luna sobre su lomo y los poderes que ésta le proporcionaba. Si tan solo fuera todo un poco más fácil, NamJoon no se sentiría tan agobiado ni presionado. Dejó de vagar sin rumbo y se tumbó sobre la hierba que crecía bajo uno de los centenarios árboles que poblaban aquel bosque y dejó caer su morro sobre sus patas delanteras. Intentaría dormir un poco, ya que llevaba sin poder hacerlo como debía demasiado tiempo; intentaría no pensar en nada de lo que lo atormentaba, aunque no estaba seguro de poder conseguirlo aun habiéndose alejado de la manada.

NamJoon acababa de cerrar sus ojos cuando escuchó algunas voces conocidas cerca de dónde se encontraba y torció el morro. Sus voces le habían llegado antes que su olor, pero los aun así los podía identificar como parte de su manada. Una parte de su manada con la que no quería encontrarse desde que había escuchado los rumores que circulaban por el clan. Sin embargo, ya que estaban tan cerca de él y aún no lo habían notado porque su olor se lo llevaba el viento en la dirección contraria a la que ellos se encontraban, NamJoon decidió que no se iba a mover, ya que podía escuchar alguna información útil.

—¿Cuánto crees que te tomará encontrar a tu pareja? —cuestionó uno de ellos, a quien NamJoon identificó como JungKook.

—Ya la he encontrado —respondió otro—. Simplemente debo de hacer que se dé cuenta de ello y que finalmente me pertenezca.

YoonGi. Aquel era YoonGi. Su mayor rival a la hora de enfrentarse por el liderazgo. NamJoon siempre había estado bastante tranquilo porque el lobo nunca había sido demasiado sociable a pesar de sus ansias de poder, por lo que antes había pensado que le costaría mucho tiempo y empeño encontrar a su pareja. Escuchar que ya la había encontrado hizo que sus preocupaciones aumentaran mucho más, sin que pudiera evitarlo, porque él ahora se encontraba en una clara desventaja.

Debía encontrarla, y muy pronto, o si no el clan quedaría en manos de YoonGi.



늑대남자



Las clases comenzaban temprano, cuando casi no había terminado de amanecer y JiMin debía de recorrer la mayoría del camino a la casa de los señores Lee casi en total oscuridad, ayudado simplemente por la luz de alguna vela o de la luna cuando ésta estaba llena. Sin embargo, al muchacho no le molestaba del todo el hecho de salir tan pronto de casa, más cuando en los días anteriores, estar allí dentro era bastante incómodo. Su madre aún lucía los golpes de la última pelea y su padre seguía irascible, gritando y enfadándose por cualquier asunto, aunque fuera algo sin importancia. Aun así, aunque no lo molestaba del todo, tampoco era su lugar preferido en el que estar.

No había muchos niños ni adolescentes en Hangye, de hecho, no llegaban a una veintena de ellos, por lo que daban las pocas clases que el señor y la señora Lee podían impartirles casi todos juntos, incluso aunque fuera bastante la diferencia de edad. JiMin no era de los menores, porque a sus dieciséis años no podía ser considerado tan pequeño, pero tampoco era de los mayores, con los que se llevaba un par de años; el chico más bien se encontraba en una franja de edad en la que no había nacido absolutamente ningún niño y se había encontrado a veces muy solo, más viviendo en una de las zonas más alejadas del pueblo. Por eso había crecido solo, había jugado solo, y no se había integrado realmente con los demás chicos cuando comenzó a ir a la escuela.

Por este motivo, a pesar de que el conocimiento era beneficioso para él y que le gustaba poder aprender cosas nuevas, no sentía que aquel lugar fuera para él. Pero JiMin iba cada día religiosamente, porque sus padres habían dejado que fuera y porque de aquella forma podía hacer algo de provecho, a pesar de su situación.

El chico se sentó en el suelo con su pequeña libreta en su regazo, un poco apartado del grupo que continuaba llegando al salón de la vivienda en el que se impartían las clases. Sintió la mirada de algunos de ellos y escuchó sus burlas dichas a media voz, sin ningún tipo de respeto por los que eran menores que él y sin ningún tipo de censura de los mayores. Siempre lo habían llamado tonto porque, a veces, le costaba seguir el ritmo de las clases a pesar de que le encantaba aprender y JiMin nunca les había dicho nada porque jamás le había gustado enfrentarse a nada ni a nadie si podía evitarlo.

Tomó sus clases de ese día, corrigió los deberes que tenía mal del anterior y luego se quedó allí aun cuando los demás se habían ido para terminar lo que les habían mandado, arriesgándose a llegar a casa mucho más tarde de lo que era común, llegando a casa cuando ya no hubiera luces que guiaran su camino de vuelta. Prefería hacer aquello allí, donde podía estar relajado ahora que ya no había más jóvenes a su alrededor y donde no podía escuchar los gritos.

En algún momento, cuando la tarde había avanzado un poco, JiMin sintió cómo alguien entraba a aquel salón y alzó la cabeza para ver de quién se trataba, encontrándose al hacerlo a la señora Lee, observándolo con una sonrisa, una sonrisa que no le llegó a los ojos realmente, antes de avanzar hasta él y sentarse a su lado.

—¿Cómo es que sigues todavía por aquí, Park JiMin? —le preguntó.

—Quería terminar los deberes antes de llegar a casa —murmuró, volviendo a agachar su cabeza, intentando no perderse para poder resolver el problema—, cuando llego allí no hay luz y me cuesta más acabarlos a la luz de las velas.

Había dicho una gran mentira, pero la mujer pareció no darse cuenta de ella, ya que simplemente le sonrió con una expresión menos preocupada y le ofreció su ayuda para poder terminar más pronto e irse a casa antes de que anocheciera del todo.

Poco tiempo después, JiMin hacía el camino inverso al que había recorrido aquella mañana, caminando cerca del río y mirando de vez en cuando hacia el bosque, teniendo el extraño pensamiento de querer adentrarse allí para no regresar, como si aquella descabellada idea fuera la solución a todo.



늑대남자



No había dejado pasar más de un día desde que había escuchado la conversación entre YoonGi y JungKook antes de salir a buscar a su pareja de por vida de una forma completamente desesperada. A NamJoon ya no le importaba lo lejos que tuviera que llegar para hacerlo, estaba dispuesto incluso a adentrarse en el territorio humano para visitar a sus primos, el clan que se encontraba más cerca de las cascadas y, por tanto, de los humanos. Nunca había llegado tan lejos, nunca había tenido trato con alguien que fuera enteramente humano, pero suponía que si vivía bajo su otra forma no iba a tener ningún problema con ellos ya que éstos no podrían saber si era solo un hombre o un hombre lobo, ya que no tenían el olfato tan desarrollado.

Por ese motivo, salió temprano por la mañana tras avisar de su salida al jefe del clan y a su amigo TaeHyung para que nadie lo siguiera. Mientras corría, alejándose de su territorio, sentía la hierba haciéndole cosquillas en sus almohadilladas patas y el viento en su peludo rostro por la velocidad que alcanzaba. A la vez, intentaba dejar su mente en blanco, perderse en las sensaciones que experimentaba cuando atravesaba el bosque en su forma lobuna. Sin embargo, por más que lo intentaba, no paraba de pensar en sus obligaciones y en todo lo que supondría para su clan que otro tomara el poder, aunque lo hiciera de una forma legítima.

Pasó la mañana corriendo, adentrándose en los territorios de algunos otros clanes, recordándoles a todos los lobos con los que se cruzaba que era amigo y no enemigo y que solo estaba de paso para que nadie lo atacara. No necesitaba peleas, no quería ninguna pelea que pudiera poner en peligro su acceso a la jefatura, ya que si comenzaba alguna disputa con cualquier otro clan y ésta se extendía a toda la comunidad, no tendría ninguna oportunidad para retar a nadie.

Solo se detuvo un par de veces, una para recuperar el aliento y otra para cazar. Por eso llegó justo cuando la noche cayó sobre el bosque al territorio que quería alcanzar cuando generalmente, aquel camino tomaba dos o tres días. Estaba agotado aunque la luna, que se había mantenido en el cielo junto al sol todo el día, le hubiera dado las fuerzas suficientes para poder llegar hasta allí.

A NamJoon le llegó un olor familiar a sus fosas nasales y sonrió, acercándose a ese olor hasta que por fin lo vio. Caminando hacia él, de una forma que denotaba su gran felicidad por tenerlo allí, se encontró a aquel lobo blanco como la nieve que era su primo SeokJin. Llevaban quizás demasiado tiempo sin encontrarse, desde que éste había encontrado a su pareja en al clan de las cascadas, algunos años atrás. Por eso NamJoon respondió a la caricia que le regaló SeokJin con su morro nada más llegar a su lado, porque lo había extrañado mucho.

“¿Qué haces aquí?” su suave voz resonó en su cabeza, con una pizca de curiosidad.

“Quería hacerte una visita” le respondió, dándole un pequeño cabezazo en el cuello.

“Sabes que no voy a creerme ese cuento, NamJoon” contestó su primo, mirándolo fijamente con sus ojos castaños “Cuéntame la verdad” le pidió.

“Necesito encontrar una pareja” dijo “He venido porque algo en mi interior me dice que ella está aquí”.

SeokJin esbozó una sonrisa amplia en su lobuno rostro tras escuchar aquellas palabras que le indicó a NamJoon que no había captado el tono de anticipación y preocupación. Era mejor que el chico no lo supiera, no quería preocuparlo con cosas del que había sido su antiguo clan.

“Me alegra que hayas decidido sentar cabeza” le comentó “Este es un gran lugar para hacerlo”.

Y tras decir aquello, le dio la espalda para echar a andar hacia el centro del territorio del clan, lugar en el que NamJoon sabía que iba a ser muy bien recibido.



늑대남자



Aquella vez apenas se le habían curado las heridas a su madre cuando los golpes regresaron y, aquella vez, JiMin se encontraba en el interior de la pequeña casa, sin un lugar al que escapar, sin nada que poder hacer para detener lo que estaba sucediendo. No sabía por qué la violencia había aumentado en su padre en las últimas semanas, no sabía por qué pagaba sus frustraciones con su madre cuando supuestamente la amaba y el chico se sentía muy impotente por no poder hacer nada. Minutos después de que comenzara la pelea, su madre se encontraba tirada en el suelo sin poder moverse, a unos pocos pasos de donde éste se encontraba. La mujer lo miró, con los ojos llenos de lágrimas, pero con gran decisión en su mirada, intentando transmitirle algo. JiMin observó cómo sus labios se movían para esbozar simplemente una palabra: “Huye”.

Solo pasaron unos segundos desde que el chico entendió lo que su madre quería transmitirle hasta que salió de debajo de la mesa por el lado en el que no se encontraba su otro progenitor, comenzando a gatear para intentar huir por donde pudiera, aunque tuviera que saltar por alguna de las ventanas. JiMin escuchó cómo su padre gruñía, signo de que lo había visto y de que comenzaba a ir tras él. El chico confió en que su gran agilidad le diera la ventaja para que el hombre no pudiera seguirlo y echó a correr, haciendo zigzag y escapando cada vez que intentaba atraparlo, hasta que por fin pudo llegar a la puerta principal y salir de la casa.

JiMin no sabía dónde podía ir a aquellas horas de la noche, cuando ni siquiera había cogido nada para alumbrarse, simplemente corrió y corrió, alejándose de casa e internándose en el bosque, donde nadie pudiera encontrarlo.



늑대남자



Tras pasar algunos días junto a la manada a la que ahora pertenecía SeokJin, NamJoon decidió dar una vuelta por los alrededores para familiarizarse con el terreno y para pensar. Había hecho el viaje hasta allí, pero no creía que hubiera servido para mucho, ya que a pesar de que había buscado entre todos los lobos que formaban aquel clan, no había encontrado a nadie que pudiera ser su pareja. Su primo le había dicho que no se rindiera con aquello todavía, ya que en la manada faltaban algunos lobos que habían salido por algunos problemas y que volverían en poco tiempo.

Aun así, NamJoon no sabía qué pensar.

Vagabundeó por el bosque, acercándose sin saberlo realmente al territorio humano, perdido en sus propios pensamientos. No podía dejar que YoonGi le ganara aquella batalla, no podía porque era su deber ser el jefe de su manada, seguir el legado de su padre y recoger su testigo. Pero estaba muy frustrado por no poder hacer algo para que todo se solucionara, porque a pesar de que lo intentaba una y otra vez, no conseguía que todos sus problemas finalmente se disolvieran.

NamJoon suspiró y luego tomó una gran bocanada de aire, recogiendo en sus fosas nasales al hacerlo un olor almizclado que hizo que su corazón diera un vuelco. Aquello nunca le había pasado y se sentía muy curioso por ello, así que, sin darle vueltas, echó a correr hacia el lugar del cual venía aquel aroma. Apenas se dio cuenta de lo mucho que ansiaba encontrar a quien expelía ese olor, hasta que casi se topó de frente con él y pudo volver a sus sentidos, escondiéndose tras los árboles, buscando un lugar desde el que poder observar con cautela, quedándose de piedra cuando encontró lo que buscaba.

Había un muchacho, tirado en el suelo del bosque, llorando y jadeando por una gran carrera que parecía haber hecho para llegar hasta allí. También estaba magullado, sus manos, su rostro y sus rodillas estaban raspados y sangraban levemente. Parecía joven muy joven y humano, muy humano.

Sin saber qué hacer realmente, NamJoon lo observó durante unos minutos, hasta que finalmente, por algo que no pudo entender, sus patas comenzaron a moverse en dirección al chico. Pisó una rama a propósito para que el humano supiera de su presencia y éste se asustó, mirando a todos lados con angustia hasta que lo encontró a él. Sus ojos se abrieron muchísimo, con gran sorpresa y con bastante miedo. Intentó ponerse de pie, pero trastabillo y cayó de nuevo al suelo. NamJoon quiso decirle que se tranquilizara, que no era una amenaza, pero se había presentado ante él como un lobo, así que tenía bastante sentido que se asustara. El hombre lobo se detuvo a unos pasos de él y lo miró a los ojos, intentando mostrar sumisión e inocencia, algo que pareció desubicar al muchacho.

NamJoon aprovechó para terminar de acercase a él esa confusión y lamió su rostro, en la mejilla que tenía raspada. Sintió el sabor metálico de la sangre en su boca, al igual que el salado de las lágrimas que habían recorrido aquellas mejillas. Notó algo en su interior que nunca había sentido, como si se hubiera revuelto algo dentro de él, como si ver a aquel muchacho de aquella manera lo hubiera hecho sentir realmente mal y querer ayudarlo en todo lo que estuviera en su mano.



늑대남자



Su primer encuentro con aquel lobo había sido sumamente extraño. JiMin siempre había escuchado que los lobos no eran criaturas amables, si no que eran animales salvajes que atacaban los rebaños y, a veces, a personas. Sin embargo, aquel lobo había sido cariñoso con él, casi amable, podría decir… y JiMin no lo entendía. No lo entendía, pero aun así, había vuelto un par de veces en la semana al bosque, huyendo de todo, y el lobo había estado allí, simplemente quedándose a su lado mientras el chico dejaba escapar las lágrimas que tanto tiempo había estado conteniendo.

Parecía increíble, pero JiMin se sentía bien en compañía del lobo; así que intentaba no cuestionarse demasiado que los únicos seres con los que se llevaba bien de verdad eran Inu y aquel lobo.

A pesar de que los encuentros en el bosque eran frecuentes, JiMin seguía viviendo su vida, seguía yendo a clase temprano, seguía siendo molestado por sus demás compañeros y seguía volviendo a casa al anochecer, donde algunos días eran familiares e incluso afectivos y otros se volvían un auténtico infierno. Era en aquellos días cuando el chico escapaba, a pesar de que el frío ya era más que notable y que el bosque era traicionero y peligroso, pero aun así, el bosque era mucho más agradable que el interior de su casa.

Y aquella… era una de esas noches.

El invierno ya había llegado a Hangye y las noches eran demasiado frías como para pasarlas fuera de una casa, lejos de alguna fuente de calor. Pero JiMin no podía hacer otra cosa más que salir a las heladas nocturnas y adentrarse en el bosque, a veces guiado por la luz de la luna, otras simplemente por un candil. Nunca iba demasiado lejos, sólo lo suficiente para escapar de los problemas… lo suficiente para encontrarse con el lobo. En aquellas noches, el lobo lo esperaba siempre bajo uno de los enormes árboles del bosque y lo invitaba con la mirada a acercarse a él. JiMin no podía hacer otra cosa más que sentarse junto al animal, abrazándose a sus rodillas y esperando que el calor de su cuerpo lo mantuviera a salvo de morir congelado otra noche.

—Gracias —murmuró, aunque sabía que el lobo no lo podía entender, pero tenía la necesidad de soltarlo de una vez por todas—. Gracias por estar aquí siempre conmigo.



늑대남자



Generalmente, NamJoon iba al encuentro del muchacho humano casi sin darse cuenta de que lo hacía… pero en los últimos tiempos, había sido mucho más consciente de que lo hacía. Realmente iba al encuentro del chico porque quería, porque necesitaba ir y cerciorarse de que no le había sucedido nada malo. Desde el primer día se había sentido de esa manera, pero en los últimos tiempos, ese sentimiento había ocupado una mayor parte de su mente, más desde que la semana anterior, el muchacho había comenzado a hablarle.

Ni siquiera sabía por qué, pero se había empezado a preocupar por todo lo que el chico le contaba, por todos los problemas que lo agobiaban y que lo hacían ir junto a él en aquellas noches tan frías. NamJoon a veces sentía la imperiosa necesidad de hacerle saber que estaba ahí para él y que lo seguiría estando todo el tiempo que necesitara, pero para eso debía transformarse en humano y eso era algo que no quería hacer. El hombre lobo se convencía a sí mismo de que no lo hacía porque no quería asustar al chico, pero muy en el fondo de su ser, sabía que realmente era porque no quería ni imaginarse que la reacción de éste fuera mala, que se asustara de él y que no volviera jamás a su lado.

No entendía el por qué, pero ese simple pensamiento hacía que NamJoon sintiera un pinchazo en su pecho que trataba de ignorar cada vez que le sucedía, como si no prestándole atención pudiera hacerlo desaparecer para siempre.

Qué equivocado estaba… y no tardaría demasiado en darse cuenta de ello.

Esa noche, el muchacho le había hablado de los problemas que tenía en casa, de cómo su padre a veces pegaba a su madre y otras veces le pegaba a él. También le había contado que el bosque era su refugio, porque allí estaba él para cuidarlo de cualquier mal que le pudiera ocurrir. NamJoon se sintió muy orgulloso de que el chico pensara en él como su protector, pero también se sintió un poco impotente ante el porqué de sus escapadas y encuentros. Esa noche dejó que durmiera muy cerca de su cuerpo y casi lo acunó para que no sintiera nada de frío y para que supiera que él se encontraba allí y que no le sucedería nada mientras estuviera… y a la mañana siguiente, cuando el alba estaba por comenzar a despuntar, lo vio alejarse con la sensación de que no quería que se fuera de su lado.

NamJoon estaba sumamente confuso. Había ido a aquella parte del bosque y se había quedado con la manada de las cascadas para buscar una pareja y así poder ser el líder de su clan, eso debería ser lo importante, y no esperar a una cría de humanos y consolarla. Sin embargo, NamJoon sentía que sus prioridades estaban cambiando y que, ahora, lo que le importaba en mayor grado era el bienestar de aquel muchacho.

Llegó al lugar en el que se establecía la manada y se dirigió al sitio que le había sido asignado para descansar, tumbándose rápidamente, sin notar que había alguien más en el que era su espacio. Solo se dio cuenta cuando una voz le habló en su mente.

“¿Otra vez has ido a ver al chico humano?” cuestionó su primo SeokJin y NamJoon alzó la cabeza en su dirección, viendo al lobo. No tuvo ni que asentir para que éste supiera que ese era el sitio exacto al que había ido esa noche. “Vas mucho por allí” afirmó “¿Por qué?”

“Me preocupo por él” confesó. De nada servía mentirle, antes o después, el otro acabaría sabiendo toda la verdad.

“¿No deberías estar preocupado por buscar a tu pareja?” le cuestionó.

“Y lo estoy” fue su respuesta.

“Pero también te preocupas por ese muchacho” continuó SeokJin, avanzando unos pasos hasta su posición.

“Sí”.

“Quizás… será porque una preocupación se solapa a la otra, primo” murmuró, pasando junto a él antes de salir del lugar. NamJoon, sin embargo, se quedó estático en su sitio. No había pensado siquiera en esa posibilidad.



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A sus dieciséis años de vida, JiMin ya había visto lo que era la crueldad del ser humano demasiadas veces como para que fuera capaz de contarlas. También, había sufrido en sus propias carnes aquella crueldad, ya fuera de forma verbal o física y, a veces, lo único que deseaba era que se abriera un agujero bajo sus pies y cayera al interior de la tierra, desapareciendo de aquel lugar para siempre. Pero a pesar de lo que todos sus compañeros en la escuela decían, JiMin no era tonto y sabía perfectamente que aquello era imposible que sucediera… aun así, el chico no perdía la esperanza de que algún día saldría de allí, ya fuera por sus mismos medios o por medios sobrenaturales.

Las tardes comenzaban a ser un poco más largas después del fin de año la semana anterior y JiMin podía disfrutar de un poco de luz solar en su camino hacia casa. También empezaba a amanecer mucho antes y el muchacho ya no tenía que recorrer los kilómetros que separaban su vivienda del pueblo prácticamente a oscuras. El chico lo agradecía, porque caminar en la oscuridad total no era demasiado agradable. Pero las tardes más largas suponían igualmente un inconveniente en la vida de JiMin, ya que, ahora, sus compañeros podían molestarlo durante más tiempo.

Cuando había mucho más tiempo de luz solar, los chicos solían seguirlo en su camino a casa, hasta que estaba simplemente a un kilómetro de ésta, e intentaban que peleara con ellos, insultándolo y molestándolo durante todo el recorrido. JiMin había aprendido a ignorarlos porque de todas formas ellos siempre tenían las de ganar y porque jamás le había gustado tener que enfrentarse a los demás, era un chico que prefería alejarse de los problemas, a pesar de que estos no pararan de intentar pegarse a él como si fueran lapas.

Al llegar a casa ese día, JiMin no se encontró ninguna escena en particular, su madre simplemente estaba haciendo la cena y su padre parecía no haber llegado aún; sin embargo, el chico solo saludó a su madre con una sonrisa que no le llegó a los ojos, soltó los materiales que usaba en clase en un rincón y le prometió a la mujer que estaría para la cena antes de salir de nuevo de casa en dirección a un lugar que comenzaba a conocer como la palma de su mano: el bosque.



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Desde que había tenido aquella conversación con su primo, NamJoon no podía para de pensar en lo que éste le había dicho. Podía parecer una maldita locura, en realidad, pero el lobo sentía que en el fondo debía de tener razón porque no había otra explicación más lógica que aquella a lo que estaba sucediendo con él, al por qué no podía parar de pensar en lo que pudiera ocurrirle al chico humano y por qué siempre iba a su encuentro. Le había dado muchísimas vueltas a la cabeza, pero solo era capaz de llegar a la misma conclusión una y otra vez.

El muchacho tenía que ser su pareja. Jamás se había sentido de aquella forma antes con ningún lobo o persona, por ese motivo, NamJoon llegaba a esa conclusión… pero aun así, tenía muchas dudas. Los humanos jamás habían sido muy receptivos a todo lo que no podían entender o racionalizar, sobre todo en los últimos tiempos, en donde las leyendas no eran más que eso, leyendas, y nadie creía que fueran reales. Además, el muchacho al que llevaba visitando más de un mes, ni siquiera tenía la más remota idea de que realmente era un hombre lobo y no un lobo corriente.

Dándole vueltas a aquel asunto, NamJoon salió del territorio de los lobos que lo había acogido, dirigiéndose hacia el lugar en el que siempre se encontraba con aquel chico todas las noches. La luna se alzaba llena sobre las copas de los árboles, iluminando su camino a pesar de que no le hacía realmente falta porque en aquella fase aumentaba su potencial como lobo al máximo. Aun así, lo tranquilizaba porque así, el chico pudiera encontrar mejor su camino sin perderse por el bosque.

NamJoon llegó bajo el árbol en el que siempre se encontraban en escasos minutos y se tumbó en el lugar, dejando caer su cabeza sobre sus patas delanteras. Le dolía bastante la cabeza después de haberse pasado demasiados días dándole vueltas una y otra vez a lo mismo, así que, necesitaba un descanso. Sin embargo, su cerebro no dejaba de pensar en que lo mejor que podía hacer era descubrirle al muchacho el mundo sobrenatural y esperar que éste lo aceptara. Era un movimiento arriesgado por su parte, pero si le salía bien, por fin obtendría a su pareja y podría volver a casa para reclamar lo que le pertenecía.

El lobo escuchó pasos cercanos y al instante distinguió el olor de su humano dirigiéndose hacia donde él se encontraba con paso ligero, pero sin llegar a correr, como generalmente acostumbraba. NamJoon movió su cola impacientemente un par de veces, hasta que por fin apareció la figura del chico entre los árboles. Una gran sonrisa apareció en su aniñado rostro en cuanto lo vio y luego corrió hacia él, dejándose caer a su lado y llevando una de sus manos al pelaje que cubría su cuello, acariciándolo.

—¿Me has estado esperando mucho? —le cuestionó. Cada vez que le hablaba y le hacía preguntas, NamJoon tenía la necesidad de responder, pero estando en aquella forma, le era completamente imposible, así que, opacaba aquellas ganas y simplemente lo miraba a los ojos—. Hoy no había mal ambiente en casa —le explicó—, pero tenía ganas de verte de nuevo y pasar contigo un rato.

El muchacho echó su cabeza sobre su cuerpo y recogió sus piernas para no pasar demasiado frío mientras estaba en el suelo del bosque. Los humanos eran muy débiles, por eso, y a pesar de que su fortaleza era mucho mayor que la de un humano corriente, NamJoon no solía utilizar su forma humana. El lobo sintió que su corazón se aceleraba cuando la mano del muchacho comenzó a acariciar de forma más notoria su pelaje y se prometió a sí mismo que de aquella noche no pasaría explicarle al chico quién era realmente y cuál era su propósito. Eso sí, lo haría cuando éste se despertara, ya que se acababa de quedar dormido entre sus brazos.



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JiMin se despertó sintiendo unas suaves caricias en su cabello poco tiempo después de haberse quedado dormido. Al chico aún le pesaban los párpados, pero podía asegurar que había algo extraño allí que no le cuadraba. Seguía en el bosque y aún era de noche, por lo que nadie con manos y dedos podía estar acariciándolo, además, ya no sentía el cuerpo cálido y peludo del lobo contra su espalda, ahora era un cuerpo humano. Rápido como el rayo, el chico se levantó del suelo y se alejó de lo desconocido, dándose la vuelta solo cuando hubo algunos metros de distancia.

Bajo el árbol en que siempre se encontraba con el lobo no quedaba rastro alguno del animal, sino que su lugar era ocupado por un joven que parecía unos años mayor que él, completamente desnudo. JiMin estuvo a punto de gritar, pero finalmente no lo hizo porque su voz se quedó atascada en su garganta y solo pudo esbozar un sonido ahogado.

—No tengas miedo —le dijo el joven con una voz algo grave, mirándolo fijamente a los ojos, unos ojos que a JiMin le eran conocidos, pero no sabía por qué—. No quiero hacerte daño, nunca lo he querido.

El chico no dijo nada. Simplemente evitó la mirada del otro agachando su cabeza, como si así pudiera hacer que éste desapareciera y que volviera a estar en aquel lugar el lobo con el que había pasado las últimas semanas. ¿Dónde estaría? ¿Por qué lo habría dejado solo y desprotegido? ¿Por qué había aparecido aquella persona allí? ¿Quién era? JiMin tenía muchas preguntas sin respuesta, pero no podía hacer nada para responderlas, su voz parecía haberse quedado en el fondo de su garganta y no había ni un solo sonido que pudiera escapar de su boca.

—Escúchame, chico —murmuró el joven, llamando su atención para que JiMin volviera a alzar la cabeza y mirarlo a los ojos—. Tengo algo muy importante que decirte —él asintió, haciéndole ver de aquella forma que podía continuar—. Yo soy el lobo que ha estado aquí contigo las últimas semanas y estoy casi seguro de que tú eres la clave que me dará el liderazgo de mi clan, que tú eres mi…

JiMin desconectó en ese instante el canal que comunicaba su oído con su cerebro y dejó de escuchar lo que el joven le estaba diciendo. Aquello era totalmente imposible, incomprensible. Un lobo no se podía convertir en humano de la noche a la mañana. Simplemente era algo que no podía suceder. El chico vio cómo el otro tendía una mano hacia él, como si le estuviera pidiendo que fuera a su lado; pero JiMin no podía ir a su lado, JiMin lo único que quería era salir de allí de la forma más rápida posible… y eso fue lo que hizo.



늑대남자



Tres días habían pasado y eran tres días los que llevaba NamJoon arrepintiéndose de haberle dicho nada al chico humano porque éste se había asustado al verlo allí y había huido para no volver nunca más a su lado. El lobo lo había estado esperando aquellos últimos tres días en el mismo lugar de siempre, pero por más que esperaba durante toda la noche, nadie iba a su encuentro. NamJoon sabía ahora que no debía haber hecho aquello de esa manera, pero tampoco se le había ocurrido otra forma de presentarse ante él, ya que si se hubiera transformado mientras estaba despierto, habría sido muchísimo peor.

El lobo estaba arrepentido y sentía la imperiosa necesidad de correr en su busca para hacerle ver que todo era real y que no tuviera miedo de él porque jamás le haría daño. NamJoon suspiró, cansado, llamando la atención de su primo, que se encontraba cerca de él. SeokJin lo miró fijamente durante algunos segundos antes de hablarle en su mente.

“¿Sigues dándole vueltas al asunto?” le cuestionó, y NamJoon asintió lentamente “Deberías haber sido menos brusco”.

“¿Cuál habría sido la mejor manera para hacerlo, según tú?”.

“No había ninguna forma correcta, NamJoon” contestó “Él es un humano y su reacción es completamente comprensible”.

“¿Entonces?”

“Tendrás que esperar a que él regrese a tu lado”.



늑대남자



JiMin llevaba confuso cerca de una semana y media con todo lo que le había sucedido la última noche en la que se había adentrado en el bosque. Había sido tan irreal que el chico al principio había creído que debía de tratarse de un sueño, pero había sido tan vívido, a pesar de todo, que no había error posible. Había sucedido realmente. Y el chico no sabía cómo sentirse sobre aquello. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? Ante él había aparecido un joven que decía ser el lobo que lo había acompañado los últimos meses casi todas las noches, algo que era humanamente imposible, pero JiMin había escuchado leyendas de criaturas de la noche que se transformaban en humanos, leyendas de los hombres lobo.

Las leyendas siempre habían sido leyendas, pero al parecer, algunas de las leyendas sí eran ciertas. Y JiMin tenía mucho miedo, a pesar de que una pequeña parte de sí mismo le decía que no tenía nada de lo que temer, que el lobo jamás lo había dañado y que eso no había de cambiar ahora.

El chico caminaba por las calles pavimentadas con tierra del pueblo, mirándose los pies porque no podía alzar la cabeza. Tenía demasiado en lo que pensar, demasiado que comprender. JiMin quería entender por qué el hombre lobo le había dicho aquellas palabras, quería entender cuál era su papel en todo aquello porque no sabía cuál era su relación con lo que había comentado, pero por encima de eso, no quería volver al bosque. Estaba demasiado asustado como para planteárselo siquiera. Iba distraído, en su propio mundo, por eso no se dio cuenta de que los chicos con los que compartía lecciones lo seguían, tal y como lo llevaban haciendo desde que los días eran más largos. No se dio cuenta hasta que no fue demasiado tarde.

Los niños jamás habían ido más allá de los insultos verbales contra él, pero aquel día le tenían preparada otra cosa que JiMin no esperaba. Apenas había salido del pueblo para dirigirse hacia su semi-aislada vivienda, cuando sintió un empujón por la espalda que lo hizo caer al suelo de bruces, ya que no lo esperaba. El chico puso al menos sus manos antes que su cara y se las raspó. Hizo una mueca de dolor en su rostro antes de rodar sobre el suelo para quedar bocarriba y así ver quién había sido la persona que lo había empujado, descubriendo que estaba rodeado por la mayoría de sus compañeros.

Aquella fue la primera vez que los chicos usaban la violencia física contra él, pero parecía que hubieran estado practicando para él, ya que las patadas y los puñetazos no se hicieron esperar y todos ellos fueron directos a su cuerpo. JiMin intentó protegerse de ellos, pero era le imposible hacerlo correctamente porque había demasiados y todos ellos llegaban con intervalos de tiempo muy cortos. Empezó a llorar por el dolor y eso pareció animar a los chicos, porque los golpes se volvieron mucho más fuertes, hasta que, tan repentinamente como habían empezado se desvanecieron. JiMin abrió sus ojos en ese momento, encontrándose solo y magullado tirado en medio del camino.

Tardó más tiempo del que quería en poder dejar de llorar y en poder ponerse de pie de nuevo, para volver a emprender el camino a su casa, tanto tiempo, que ya había comenzado a oscurecer.

JiMin no lo entendía. ¿Por qué de pronto habían querido hacerle daño? Él no se había comportado de forma diferente con ellos.

Todo se había puesto patas arriba desde que había vuelto del bosque la última vez. Sus compañeros de clase le pegaban y en casa, las peleas y los golpes eran ahora constantes y JiMin había vuelto a la antigua costumbre de encerrarse donde se encontraban los animales para no morir de frío en las invernales noches. Sin embargo, sus pies siempre se dirigían hasta la linde del bosque antes de dar la vuelta hacia la parte de detrás de la casa.

En aquellos momentos, el chico cojeaba en dirección a su hogar, esa era su intención al menos… pero antes de que se diera cuenta, ya se había adentrado en el bosque. ¿Qué iba a hacer allí? ¿Por qué se dirigía allí? JiMin no lo sabía; sin embargo, no podía hacer otra cosa más que seguir caminando, seguir internándose hasta llegar a las profundidades del bosque, donde nada ni nadie pudiera hacerle daño nunca más.



늑대남자



NamJoon se encontraba tumbado en el mismo lugar al que iba todas las noches desde hacía unos cuantos de meses. No había variado su costumbre a pesar de que el muchacho humano ya no fuera a su encuentro desde hacía tiempo. El lobo aún tenía la esperanza de que el chico volviera algún día para poder explicarle de forma correcta todo lo que no había podido anteriormente, esperando que estuviera mucho más receptivo y mucho menos asustado ante su presencia. NamJoon sabía que pedía mucho, pero la esperanza era lo único que no podía perder, ahora que por fin había encontrado a su pareja, no podía dejarla escapar tan fácilmente. Debía hacer que el chico lo comprendiera y que después, quisiera irse con él, abandonar la civilización y adentrarse en el bosque para no volver a salir de él.

Era una tarea complicada, muy complicada, pero NamJoon no quería rendirse, no tan pronto.

La suerte pareció estar de su lado, porque justo en aquel momento, el lobo captó un olor muy conocido que se dirigía hacia él entre la maleza. Sin embargo, ese olor tan característico del humano que había elegido como pareja, estaba mezclado con uno ferroso que no podía ser más que sangre. A NamJoon se le revolvió todo y comenzó a sentir instintos asesinos contra todo aquel que hubiera osado ponerle la mano encima a aquel chico indefenso, pero una vez éste apareció frente a él, los intentó calmar y ocultar para que no se asustara de él y huyera como había hecho la otra vez.

El chico pareció no darse cuenta de su presencia, al igual que pareció que realmente no sabía que estaba en aquel lugar. Tenía la mirada perdida y estaba bastante aturdido y conmocionado. NamJoon no tardó en acercarse a él, pero lo hizo lentamente para no asustarlo, y luego rozó su hocico contra el muslo del muchacho. En ese momento, éste pareció por fin salir de sus pensamientos y lo miró con los ojos abiertos como platos. Hizo el amago de retroceder, pero solo se quedó en eso, en el amago, puesto que ningún músculo de su cuerpo se movió. Parecía estar pensando en miles de cosas a la vez y que todas ellas eran contradictorias, las expresiones de su rostro lo denotaban.

NamJoon quería hablar con él, quería hacerle ver que lo mejor que podía hacer era irse al bosque junto a él… pero no quería asustarlo de nuevo, así que, simplemente se quedó allí, esperando a que todo se calmara en el interior del chico, esperando a que éste dejara de tenerle miedo.




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