Notas: Comenzando esta historia con mucha magia, muchas aventuras, mucho humor y, sobre todo, mucho amorcito (?)
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Capitulo
1
El
Torneo de los Tres Magos
El Gran Comedor estaba a rebosar de
alumnos de todos los cursos y de todas las Casas. Era la hora de la cena y los
platos iban a ser servidos en breves instantes, por lo que la mayoría de los
estudiantes estaban ansiosos. Sin embargo, la directora McGonagall, no se sentó
presidiendo la mesa del profesorado como hacía siempre, sino que se dirigió al
atril que había en la parte frontal de la plataforma elevada, llamando así la
atención de todos los estudiantes del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
El silencio se fue extendiendo por
aquella estancia que mostraba el cielo estrellado exterior, parcialmente
cubierto de nubes, a medida que los alumnos alzaban su cabeza y veían a su
directora dispuesta a decirles unas palabras. Una vez todo quedó en completo silencio,
la mujer comenzó a hablar con voz clara y potente, provocada por un hechizo que
aumentaba el volumen de esta, para que así todos pudieran escuchar lo que tenía
que decirles.
—Mis queridos alumnos —comenzó—.
Este curso será un año muy especial para Hogwarts —los cuchicheos no se
hicieron esperar entre los alumnos al escuchar estas palabras y JongIn vio cómo
las personas que se encontraban a su alrededor no paraban de hablar y elucubrar
sobre qué sería aquello tan especial, él mismo se unió a aquellos cuchicheos,
porque no pasaba nada interesante en el colegio desde que hacía dos años y,
contra todo pronóstico, Hufflepuff había ganado la final de quidditch—.
Silencio, chicos, silencio —pidió la directora y tras algunos segundos se
apagaron las voces que se habían alzado—. Gracias —dijo con una sonrisa
amable—. Después de unos años en los que no ha podido realizarse, este curso se
celebrará la 351ª edición del Torneo de los Tres Magos.
—¿El Torneo de los Tres Magos?
—preguntó JongIn, algo confuso porque no había entendido de qué iba aquello,
llamando así la atención de los que estaban a su alrededor.
—¿No sabes lo que es? —dijo asombrada Krystal, la chica de su Casa que se encontraba sentada a su lado. JongIn negó y ella sonrió ampliamente, dispuesta a contarle absolutamente todo lo que sabía sobre el tema—. El Torneo de los Tres Magos es una competición amistosa entre el Instituto Durmstrang, la Academia de Magia Beauxbatons y nuestro Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería en el que los campeones de las escuelas realizan tres pruebas para determinar quién será el vencedor.
—Lleva celebrándose desde finales del siglo XIII, así que es una competición muy antigua —añadió TaeMin que había oído su conversación desde el sitio frente a él.
—Aunque dejó de celebrarse en el 1792 porque un basilisco se salió de control e hirió a los que eran entonces los directores de las tres escuelas —prosiguió ella, quitándole importancia a las palabras de TaeMin.
—Y se reanudó en 1994, que fue cuando participó Harry Potter —se inmiscuyó de nuevo el chico y ella lo miró mal porque ya la había interrumpido dos veces y odiaba que la interrumpieran.
—Desde entonces no se ha vuelto a celebrar ninguno —continuó la pelirroja—, con todo lo que pasó con el Señor Tenebroso y eso de que Durmstrang había sido una escuela que potenciaba la creación de mortífagos, no quisieron volver a hacer ninguno… hasta ahora, parece ser.
—Vaya… no lo sabía —murmuró JongIn, algo avergonzado.
—¿Dónde tienes la cabeza durante las clases de Historia de la Magia? —le preguntó Krystal.
—En cualquier lugar menos en la explicación —exclamó el chico—. Esas clases son demasiado aburridas, no puedes tenérmelo en cuenta —la miró y luego murmuró para sí mismo—. Si el profesor no estuviera muerto ya lo habría matado yo.
—Sí, Krystal, esas clases son inaguantables —coincidió TaeMin—. No le puedes echar la culpa al chico por no atender —JongIn asintió—. Así que, lo más importante, ¿dónde has estado durante los dieciséis años de tu vida para no enterarte de todo esto?
JongIn abrió la boca para responder,
pero inmediatamente la cerró. Había estado a punto de decir algo que no debía
decir por nada del mundo. Los otros dos lo miraron de una forma extraña y
cuando estaban a punto de preguntarle por qué no hablaba de aquello, la potente
voz de la directora McGonagall resonando en las paredes del Gran Comedor los
hizo callar. JongIn respiró aliviado por no tener que contestar a aquello.
—En este Torneo se podrán inscribir
todos los alumnos que lo deseen a partir de catorce años —explicó la mujer—, y
seremos los profesores quiénes decidamos quiénes serán los que finalmente viajen
al lugar que será la sede de esta edición.
—¿Viajar? —se escuchó preguntar a alguien entre la multitud de la Casa Gryffindor—. ¿Dónde será? —la directora sonrió ante esa cuestión para después contestar.
—En Durmstrang.
★★★
Solo habían pasado dos días desde
que la directora McGonagall les había hablado del Torneo de los Tres Magos que
se iba a celebrar durante ese curso escolar y los ánimos estaban todavía
caldeados y a flor de piel. Todos los alumnos que tenían más de catorce años
querían apuntarse al Torneo porque aquello les reportaría fama, gloria y
riquezas, menos JongIn.
El chico sabía que era un evento muy
importante, pero no le llamaba demasiado la atención. Él quería asar su sexto
año en Hogwarts sin muchos contratiempos y con la cabeza centrada en sus
estudios porque tenía que prepararse para los EXTASIS, que se celebrarían el
año siguiente y no se sentía para nada preparado.
No obstante, las cosas nunca le
salían como quería JongIn.
JongIn se encontraba en su Sala
Común en las mazmorras, sentado en uno de los sofás, intentando concentrarse
para leer un pequeño libro que le había regalado su padre antes de que
comenzara el curso, cuando de repente, sintió que el cojín a su lado se hundía
bajo el peso de otra persona. Sin mucho interés, pensando que sería cualquiera,
alzó su cabeza, sorprendiéndose por encontrarse al hacerlo con TaeMin.
—Hola aburrido estudiante —saludó el
chico y JongIn le bufó en respuesta, volviendo a su libro—. Pero hazme un poco
de caso, hombre, después sigues leyendo.
—¿Qué quieres? —preguntó desinteresado, colocando el dedo índice sobre el párrafo que estaba leyendo para no leerlo luego varias veces.
—Muestra un poco de interés por lo que tu mejor y gran amigo viene a contarte —lo reprendió el mayor, solo por unos cuantos meses.
—Está bien —murmuró el chico y tomó aire para representar que estaba muy interesado en lo que el otro quería decirle—. ¿Qué es esa cosa tan maravillosa que quieres contarme? —TaeMin le dio un golpe en el brazo, pero antes de que pudiera protestar, el chico ya estaba hablando.
—Sabes que al Torneo de los Tres Magos pueden presentarse todos los alumnos mayores de catorce años, ¿verdad?
—Lo sé, lo dijo la directora no hace mucho tiempo, así que no he podido olvidarme —contestó JongIn—. Si venías solo para eso… —volvió a abrir su libro, pero TaeMin se lo cerró con un golpe de varita y luego lo hizo flotar hasta su mano, lejos del alcance del chico.
—No vengo a decirte solo eso.
—Devuélveme mi libro.
—Cuando termine de hablar —JongIn hizo un puchero y se cruzó de brazos, pero ni su carita de no haber roto nunca un plato ablandó el corazón de su amigo, que siguió sin devolverle el libro y hablando sobre el Torneo cuando no le interesaba—. Había pensado que estaría guay que tú y yo nos apuntásemos —el chico lo miró de arriba abajo, evaluando si su amigo no estaba loco de remate o estaba diciendo eso completamente en serio.
—¿Me estás tomando el pelo? —preguntó, incapaz de dilucidarlo.
—No, lo estoy diciendo completamente en serio —le contestó TaeMin—. Es una gran oportunidad, si alguno de nosotros sale escogido será un gran honor para nuestra Casa y eso nos vendría bien después de todo.
JongIn sabía que se refería a que la
Casa Slytherin no había salido muy bien parada después de todo lo que había
sucedido cuando el Señor Tenebroso se había alzado, pero de eso hacían ya
muchos años y los tiempos habían cambiado. Puede que todavía quedasen rencillas
y que los de su Casa con los de Gryffindor no se llevasen demasiado bien, pero
era una competencia sana que nada tenía que ver con todo lo que había ocurrido
años antes, cuando ellos o no habían nacido o eran simples bebés.
—Creo que no tiene razón de ser,
TaeMin —le dijo—. Ya no vivimos en el pasado.
—Pero no me negarás que te repatearía que fuera un Gryffindor el elegido —continuó el otro—, porque a mí sí.
—A mí no, y lo sabes, además, no quiero presentarme al Torneo de los Tres Magos —le contestó—, y ahora, si no te importa, me gustaría seguir leyendo —sacó su varita y recuperó el libro de las manos de su amigo, dispuesto a seguir leyendo y que el otro no lo interrumpiera, pero antes de poder abrirlo por la página por la que se había quedado, TaeMin dijo unas palabras que lo dejaron de piedra.
—Lástima que no quieras apuntarte, porque ya te he apuntado yo.
Esa tarde tranquila que JongIn
quería aprovechar para leer un poco se convirtió en una en la que estuvo
persiguiendo a TaeMin por todo el castillo, lanzándole todo tipo de hechizos
por haberlo apuntado al Torneo de los Tres Magos sin su permiso.
★★★
Tras una semana, en la que JongIn
intentó por todos los medios evitar a TaeMin para no sacarle un ojo con su
varita, el chico veía las cosas con un poco más de perspectiva. Vale que TaeMin
lo había apuntado sin su permiso al Torneo, pero también se habían apuntado
todos los demás alumnos desde cuarto a séptimo, así que entre varios cientos de
estudiantes, los profesores no tenían por qué escogerlo a él. No era un alumno
sobresaliente aunque se esforzaba, había gente más brillante que él en la
escuela, así que no tenía que preocuparse más de lo debido.
Por eso, antes de que acabara el mes
de septiembre, JongIn y TaeMin volvían a ser uña y carne.
—Creía que estabais peleados —les
comentó un día Krystal durante el desayuno y ambos chicos se miraron antes de
asentir con la cabeza.
—Lo estábamos —contestó TaeMin, volviendo inmediatamente a su plato de huevos y beicon.
—Porque cierta persona no sabe dónde está la línea y cuando no debe de cruzarla —remató JongIn, bebiendo un sorbo de su zumo de calabaza.
—Ya me lo agradecerás, ya —dijo el otro.
—No creo que lo haga —respondió, mirándolo con los ojos entrecerrados.
—Lo harás, mi pequeño bizco —casi iban a comenzar otra pelea, pero Krystal estuvo a tiempo de detenerlos antes de que fuera a más.
—Dejadlo ya y vamos a clase, anda —les dijo—. O llegaremos tarde.
Los dos se miraron de reojo una vez
más antes de asentir y terminar de comerse el desayuno para después correr a
las clases que les tocaban a cada uno. Generalmente, TaeMin y JongIn se llevaban
bien, eran muy buenos amigos, pero siempre acababan peleándose cada dos por
tres porque tenían un carácter muy parecido. Menos mal que Krystal siempre
estaba por allí cerca cuando eso ocurría para arreglarlo todo o para hacer que
la pelea fuera a peor, depende del humor que tuviera la pelirroja en el
momento.
★★★
Era un día normal y corriente en
Hogwarts. Había amanecido bastante nublado, síntoma de que el otoño ya estaba
llegando al norte de Escocia, y luego había empezado a llover a mitad de
mañana. JongIn había maldecido por el mal tiempo, ya que tenía entrenamiento de
quidditch porque la temporada estaba a punto de comenzar, pero no había podido
hacerlo.
Sin nada que hacer durante todo el
día, el chico bajó hasta su Sala Común en las mazmorras, dijo la contraseña que
tocaba aquel día, y luego entró a su dormitorio y se tumbó en su cama. Quería
saber de sus padres, pero con el mal tiempo que hacía no le apetecía volver a
salir para enviar una lechuza, ya lo haría otro día; además, a su madre nunca
le habían gustado aquellos bichos y se ponía mala cada vez que veía alguna
lechuza llevando una carta.
El chico sonrió al acordarse de lo
mal que lo había pasado su madre cuando, en su undécimo cumpleaños, le llegó la
carta en la que le comunicaban que tenía una plaza en el Colegio Hogwarts de
Magia y Hechicería.
Tan metido estaba en sus
pensamientos que se sobresaltó en demasía cuando la puerta de su habitación se
abrió de golpe y por ella entró su amigo TaeMin respirando agitadamente, como
si hubiera corrido una maratón —o dos—, antes de ir a la habitación que
compartían ellos dos con un par más de chicos de su curso.
—¿Pasa algo? —preguntó JongIn,
alarmado al verlo de aquella guisa.
—Tú… yo… cogido… —respondió su amigo.
Jongin no terminaba de entender lo
que significaban aquellas tres palabras, de hecho en su mente se estaban convirtiendo
en algo pervertido. JongIn sacudió la cabeza y se acercó al chico, llevándole
el vaso de agua que tenía en su mesita de noche.
—Bebe primero y luego habla —TaeMin
cogió el vaso que le tendía y se bebió su contenido en un abrir y cerrar de
ojos, después, inhaló antes de volver a hablar.
—¡Que nos han cogido, JongIn! —gritó—. ¡Hemos sido los dos seleccionados como representantes de Slytherin para viajar a Durmstrang y participar en el Torneo de los Tres Magos!
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