Notas: Muchas cosas ha pasado desde que JongDae decidió trabajar en el Playboy... pero muchas más están por pasar, mucho más importantes y que cambiaran toda su vida.
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Capítulo 3
Kim JongDae caminaba por la calle en
dirección al Playboy. Había salido de
la estación del metro hacía unos pocos minutos y se dirigía a su lugar de
trabajo después de pasarse la mañana y la mayor parte de la tarde en la
facultad haciendo cosas productivas para su futuro. Estaba bastante cansado
porque casi no dormía entre los trabajos y la confusión que sentía por culpa de
aquel cliente que lo había besado varios días atrás y que lo había hecho sentir
de aquella forma tan extraña, así que apenas miraba por dónde iba porque de
todas formas se sabía el camino más que de sobra y podría hacerlo hasta con los
ojos cerrados. Sin embargo, aquella tarde debía haberse fijado en todo lo que
lo rodeaba para poder evitar encontrarse con la persona a la que menos quería
ver en aquellos momentos, cuando se encontraba a solo una manzana del club en
el que estaba trabajando como stripper.
—JongDae —escuchó que decía una voz
muy conocida, tan conocida que sabía perfectamente que pertenecía a su novia
BoMi. El chico se detuvo de golpe, mirando a todas partes, intentando encontrar
de dónde había salido la voz de su chica—. ¿Qué haces aquí? ¿No estabas
haciendo un trabajo esta tarde?
JongDae se dio la vuelta rápidamente,
dándose cuenta de que su chica estaba allí, tras él, en la acera, con una
expresión que mezclaba la sorpresa y el enfado en su fino rostro. Tenía el ceño
fruncido y los labios apretados y el chico sabía que el enfado era mayor que la
sorpresa porque ella lo había cazado en una mentira. Él sabía que debía estar
muy cabreada porque durante las últimas semanas le había estado poniendo mil y
una excusas para no quedar con ella y ahora lo había pillado en Hongdae cuando
supuestamente estaba en la facultad haciendo un trabajo y también sabía que si
hubiera sido él quien hubiera descubierto aquello de BoMi también se estaría
sintiendo decepcionado y enfadado.
El chico tragó saliva e inspiró hondo,
intentando montar en su cabeza una excusa lo más rápido posible. No le gustaba
mentirle, nunca le había gustado mentir de aquella forma tan descarada, pero
era necesario… o eso era lo que JongDae se repetía una y otra vez para no
sentirse tan mal como se sentía en aquellos momentos.
—BoMi —murmuró en voz baja, pero
ella no lo dejó seguir.
—¿Qué haces en Hongdae? —cuestionó—.
¿Por qué me has mentido?
—No te he mentido… —respondió,
intentando comenzar su justificación para tranquilizarla—. Esta tarde estaba
haciendo un trabajo pero he tenido que…
—No te creo —volvió a
interrumpirlo—. ¿Crees que me he caído de un guindo esta mañana y que no sé
nada del mundo?
—Cariño… —JongDae intentó tomarla de
la mano, pero ella se la apartó rápidamente, haciendo que algo afilado se
clavara en su corazón.
—Ni cariño ni nada —le respondió—.
¿Cuánto tiempo llevas mintiéndome? Nunca se te ha dado bien hacerlo, siempre te
pones nervioso y sudas y así es como estás ahora mismo, así que cuéntame la
verdad.
JongDae suspiró débilmente. BoMi lo
conocía demasiado y aunque los síntomas de que se encontraba tan nervioso
apenas habían salido a la luz ella ya los había vislumbrado y no se iba a ir de
allí hasta que no supiera qué era lo que realmente estaba pasando, aunque el
chico sabía que eso era algo que no le iba a poder decir de momento. Quizás
varios años más tarde, cuando estuvieran viviendo juntos y ambos tuvieran una
relación mucho más madura y seria le contaría que había estado trabajando en el
Playboy y ambos se reirían de lo
tonto que había sido… pero en ese momento era algo que no podía hacer por nada
del mundo.
Quiso poner en orden sus
pensamientos para poder hablar y decir las palabras justas que tenía que decir
para calmar a su chica, pero al ver que no le contestaba inmediatamente, BoMi
continuó.
—Llevas mucho tiempo evitándome y
comienzo a hacerme preguntas —murmuró—, preguntas sobre si de verdad me quieres
o simplemente has dejado de hacerlo y quieres deshacerte de mí alejándote.
—BoMi… este no es sitio para hablar
de este tema —respondió, pero ella no lo escuchó.
—A veces también pienso que lo más
probable es que tengas otra chica y que por eso ya no quieras pasar tiempo
conmigo y me evites —dijo, mirándolo a los ojos seriamente—. ¿Estás saliendo
con otra chica y por eso no tienes tiempo para mí?
BoMi había alzado la voz con su
última pregunta y las personas que pasaban a su lado por la acera se los
quedaron mirando fijamente, cotilleando lo que a ojos externos parecía ser una
infidelidad que había sido pillada, aunque no lo fuera para nada. Por este
motivo, el chico esbozó una pequeña sonrisa a modo de disculpa para los
transeúntes por los gritos de su chica y los invitó sutilmente a que se
metieran en sus propios asuntos con su mirada para apartarlos a ambos del
tránsito, tomando a su chica del brazo y llevándola junto a la pared del
edificio más cercano.
—Por favor, BoMi, no grites —pidió—.
Te voy a explicar las cosas, pero necesito que te calmes.
Ella lo miró muy enfadada en cuanto
dijo aquellas palabras y bufó. JongDae no sabía cómo la iba a calmar, porque
parecía que no quería escucharlo, que no quería escuchar cualquier excusa, que
quería la verdad… pero JongDae no le podía decir la verdad, no a ella, no hasta
que no se solucionara todo y hasta que dejara su trabajo. Sin embargo, no sabía
tampoco qué era lo que le iba a decir a su chica para que le creyera en
aquellos momentos. Nunca había pensado realmente qué era lo que iba a decir, la
excusa que iba a poner, si se diera el caso de que fuera descubierta su
tapadera.
—BoMi… yo…
JongDae no pudo seguir con el
discurso improvisado porque de repente sintió una mano en su hombro que lo
detuvo. El chico se dio la vuelta de nuevo, viendo a su amigo KyungSoo allí y
se sintió salvado. Probablemente su amigo había visto lo que estaba sucediendo
con su novia y se había acercado a ayudarlo, así que eso lo reconfortó y le
echó una mirada significativa al menor, pidiéndole ayuda para salir de aquella
situación. KyungSoo le dedicó una mínima sonrisa que le decía que había captado
el mensaje a la perfección y se metió en su papel rápidamente para que JongDae
no tuviera que preocuparse por nada ahora que él se encontraba allí.
—Gracias por acompañarme y por
esperarme aquí —fue lo primero que dijo—. Ya podemos irnos y seguir con el
trabajo.
—Sí, claro —murmuró él en respuesta,
antes de girarse hacia BoMi, esperando que aquel pequeño teatrillo hubiera
tenido un efecto tranquilizador para su chica—. Cariño —le dijo, viendo que
ella ya no respiraba de forma agitada y que parecía estar más calmada—. Te
quería explicar esto, que estaba en la residencia con KyungSoo haciendo un
trabajo y que me había pedido que lo acompañara en un momento a por algo que
necesitaba mientras hacíamos un descansito —JongDae vio como aquella expresión
enfadada que había tenido BoMi en su rostro desde hacía unos minutos la
abandonaba para ser sustituida por otra de arrepentimiento—. No hay otra, así
que no te preocupes, ¿vale? —tomó sus manos entre las suyas y las acercó a sus
labios para darle un pequeño beso.
—Lo siento —murmuró ella—. He tenido
mucho tiempo para pensar en todo demasiado porque no nos vemos apenas, ni
tampoco hablamos y estoy asustada.
—No tengas miedo de nada —JongDae
aprovechó aquel momento para darle un abrazo como llevaba tanto tiempo sin
hacer para mostrarle que la seguía queriendo y que no sucedía nada de lo que
tuviera que preocuparse.
—¿Me quieres? —cuestionó BoMi contra
su clavícula—. Yo te sigo queriendo mucho.
—Claro que te quiero, pequeña —le
respondió sin dudarlo y notó cómo su chica se destensaba rápidamente entre sus brazos.
—Lo siento —dijo ella—, siento haber
montado esta escena en mitad de la calle. No debería haberlo hecho.
BoMi se separó de su cuerpo para
dedicarle una mirada en la que decía mucho más que con sus palabras y JongDae
se sintió un poco mal por hacer ver que ella era la mala de la película cuando
él tenía la mayor parte de la culpa en todo aquello. Apretó los labios en una
fina línea y después asintió con su cabeza.
—Debería irme —murmuró—, sino no
acabaremos eso jamás.
—Claro... no te entretengo más —dijo
ella, alejándose un par de pasos—. ¿Cuándo podremos quedar? Te echo de menos.
—Yo también te echo de menos
—respondió sinceramente—, pero no lo sé... te avisaré, ¿vale?
BoMi asintió a sus palabras y luego
se dio la vuelta, echando a andar. JongDae estuvo unos minutos viendo su
espalda entre el gentío y después se giró hacia KyungSoo, que tenía una
expresión indescifrable en su rostro.
—Esto ha sido un poco cruel, ¿no
crees? —le comentó—. BoMi se merece saber la verdad.
—No puedo decirle que no tengo ni un
puto duro —respondió JongDae—, por eso solo puedo esperar a que esto termine
pronto para volver a la normalidad.
—Sería todo más fácil si se lo
contaras —le aconsejó su amigo.
—No lo creo.
JongDae terminó la conversación de aquella
forma, dejando a KyungSoo con la palabra en la boca porque llegaba tarde al
trabajo y no podía permitirse perderlo, a pesar de que se tratase de ser un stripper en un club gay y a pesar de que
sabía que una vez llegara allí sus problemas se multiplicarían debido a SuHo.
★★★
Habían pasado un par de días desde
el último encuentro que había tenido con BoMi y JongDae se seguía sintiendo
bastante mal por haber tenido que mentirle de aquella forma tan descarada, pero
era lo único que podía hacer para que su secreto no fuera descubierto. Aun así,
se encontraba bastante pensativo, lo que hizo que las demás personas que
trabajaban con él en el Playboy se
dieran cuenta de que algo debía de sucederle porque estaba mucho más callado de
lo que era habitual en él. El primero en acercarse y en preguntarle si algo
malo le sucedía fue YiXing, pero no tuvo tiempo de abrir la boca para
contestarle a la cuestión, ya que en aquellos instantes, una persona menuda
entró en la sala con un grito, lanzándose a los brazos de JongIn, quien apenas pudo
sujetarla unos segundos antes de caer al suelo ambos envueltos en una cascada
dorada de cabello.
JongDae miró interrogante a todas las
personas que se encontraban allí, intentando que alguien le dijera algo, pero
todos esbozaban sonrisas cálidas sin decir ni una palabra al respecto.
—¿Qué haces hoy aquí, SeulGi? —escuchó que
decía JongIn desde el suelo, intentando quitarse de encima a la chica rubia—.
No me habías avisado que venías.
—Quería darte una sorpresa —respondió ella,
levantándose del cuerpo de JongIn y dejando que JongDae pudiera verle la cara
por primera vez.
Era bastante guapa, tenía el rostro tan fino
como el de una muñeca de porcelana, los ojos pequeños y sus labios esbozando
una gran sonrisa. Por el contexto y por lo que había escuchado en aquel momento
y tiempo atrás de los labios de JongIn, el chico supuso que aquella tal SeulGi
debía ser su novia, la única persona de sexo femenino que dejaban entrar al
local para que viera a su chico en escena —o eso era lo que JongDae tenía
entendido—.
—Prefiero que me avises mejor —fue lo que le
contestó JongIn a la chica—, así al menos no nos iremos al suelo siempre.
El chico se acercó a ella con una sonrisa
tímida, completamente diferente a la que mostraba en el escenario, que era
mucho más decidida y pícara y le dio un corto beso en los labios antes de
dirigirse hacia JongDae.
—SeulGi, te presento a la nueva incorporación
del Playboy, Chen —dijo señalándolo a
él y la chica se acercó y le plantó dos besos, uno en cada mejilla, dejándolo
completamente paralizado.
—Encantada de conocerte, Chen —sonrió—.
Espero que estos señoritos se estén portando de maravilla contigo.
—Sí, me ayudan mucho con todo —murmuró
todavía sin salir del shock inicial por aquel acercamiento tan amistoso e
inesperado.
—Eso es perfecto —SeulGi le sonrió y luego se
giró hacia JongIn—. Me voy fuera con las chicas, que me estarán esperando.
—¿Cómo que las chicas? —cuestionó él—.
¿Quiénes han venido y cómo las han dejado entrar?
—Bueno… ya sabes que tengo mano con el de
seguridad. WonSik siempre es muy amable conmigo y con mis amigas —respondió
ella—. Y han venido Irene y Wendy. Siempre habían querido acompañarme para
verte bailar.
—¿Dónde están? —preguntó JongIn. JongDae pudo
apreciar que el chico tenía miedo de la respuesta que pudiera recibir y
segundos más tarde sabía exactamente el por qué.
—Están en el pasillo —SeulGi se giró hacia la
puerta y gritó—: ¡Chicas! ¡Podéis entrar!
Al instante, dos muchachas igual de bajitas
que SeulGi y con cara de muñeca aparecieron en la habitación. Una tenía el pelo
más claro que la otra y flequillo y su rostro brillaba con ilusión; la otra
chica, la del pelo oscuro, parecía algo más cohibida.
—Os presento a las amigas de mi chica
—murmuró JongIn con resignación—. Wendy —señaló a la del pelo claro—, e Irene.
—Es maravilloso poder estar aquí, rodeada de
gays medio en bolas y haciendo espectáculos llenos de perversión —comentó
Wendy, hablando rápidamente y con un acento algo marcado que le indicó a
JongDae que no era coreana nativa, sino de algún otro lugar del mundo—. ¿Me
dejáis entrar a alguna de las salas privadas mientras hacéis vuestras cositas?
Necesito ideas para mis historias.
—Primero —empezó JongIn—, aquí los únicos
gays que hay son SeHun y YiXing, a los demás nos gustan las mujeres —la expresión
de Wendy perdió un poco de brillo, pero seguía muy ilusionada—, y segundo, no
puedes entrar a ningún lugar privado porque el mismo nombre lo dice: es
privado.
JongDae desconectó en aquel momento de lo que
hablaban aquellos dos en la habitación porque parecía que iban a llegar a las
manos en cualquier momento y no tenía ganas de parar aquello. Por eso mismo, se
dedicó a pasear su mirada por los demás que estaban en la habitación. YiXing
también se había evadido de lo que allí sucedía y se había puesto unos
auriculares mientras terminaba de arreglarse el vestuario y se daba algunos
retoques al maquillaje brilloso que todos tenían que llevar. Sus ojos se
posaron luego en SeHun, que parecía disfrutar muchísimo, al igual que SeulGi
del espectáculo que se estaba desarrollando; y por último, JongDae se fijó en
las otras dos personas que ocupaban la habitación, observando algo extraño.
Irene, la chica que no había dicho ni una
sola palabra desde que había entrado al lugar, no paraba de mirar fijamente y
sin disimulo alguno a Lu Han, que le devolvía una mirada parecida. Ambas
estaban cargadas de interés por el otro y JongDae se apuntó aquel dato para
luego hablarlo cuando las tres chicas se hubieran ido. Lu Han y él no se
llevaban del todo bien porque el mayor a veces era un poco brusco y sarcástico,
pero en realidad parecía buena persona, así que si le había gustado la amiga de
SeulGi, podían hacer algo entre todos para que sucediera.
Algunos minutos más tarde, y tras muchos
intentos, JongIn conseguía que las chicas se fueran de la sala porque el
espectáculo iba a comenzar pronto y solo YiXing se había terminado de preparar
para éste.
—Wendy es un terremoto —comentó SeHun cuando
se hubieron ido y JongIn se giró hacia él y suspiró.
—A veces me satura…
JongDae quiso hablar en aquel momento del
tema del que se había dado cuenta minutos antes con sus compañeros, pero dado
que Lu Han seguía allí con ellos y que no tenían mucho tiempo para terminar de
prepararse, decidió que lo mejor era posponerlo para otro día. Con muchas cosas
en mente sobre su actual vida, JongDae caminó hacia el escenario e hizo una
performance sencillita, escuchando los gritos emocionados de una chica de fondo
que no podía ser otra más que Wendy y sintiendo las miradas penetrantes de
todos los hombres de aquella sala sobre su cuerpo casi desnudo.
Más tarde, el chico se dirigió a paso lento
hacia su sala privada, donde un cliente en concreto lo esperaba. El lugar
estaba muy tenuemente iluminado, así que JongDae no le vio la cara al entrar,
pero reconoció su silueta sentada en el sofá, con las piernas levemente
abiertas, invitándolo a subirse sobre ellas. Apenas había visto sus rasgos en
aquella penumbra las veces anteriores, pero estaba seguro de que si se lo
encontraba en cualquier sitio con iluminación podría reconocerlo… y eso lo
asustaba.
Caminó hacia él a paso lento y luego se subió
sobre su regazo, colocando sus manos en los hombros ajenos y sintiendo las de
este rodeando su cintura, atrayéndolo más cerca de su cuerpo. JongDae sabía que
como siguiera haciéndole lapdances a
SuHo iba a terminar muy mal, pero en el momento en el que comenzó a moverse
sobre él, lo demás dejó de importar y lo único que tenía en mente era hacer
disfrutar a la otra persona y no porque fuera su trabajo, sino porque quería
que el otro disfrutara al máximo de sus atenciones.
Fueron dos lapdances las que había pagado SuHo, pero la segunda no llegó a ser
realizada porque cuando estaba a punto de comenzarla, éste unió sus labios como
si estuviera sellando una especie de contrato del que JongDae no sabía los
términos y metió una de sus manos bajo su camiseta, acariciando su espalda,
mientras que la otra le bajó la cremallera de sus pantalones de cuero. JongDae
quiso protestar, pero la protesta murió en sus labios cuando SuHo introdujo la
lengua en su boca y la mano en sus calzoncillos.
Sin poder evitarlo, por el constante
contacto, JongDae se encontró erecto y necesitado en muy poco tiempo, anhelando
mucho más por parte del otro, que no tardó en dárselo. El chico solo había
notado una erección antes, la erección de SuHo, pero había sido cuando había
todavía cuatro capas de tela de por medio… en aquellos momentos la sintió dura,
caliente y palpitante contra la suya y no pudo evitar que un gemido gutural se
escapara de su garganta, dejando su mente completamente en blanco en aquellos
instantes. A partir de aquel momento, JongDae solo se dedicó a ser una criatura
movida por sus instintos y su razón solo volvió cuando su pene se descargó
sobre la camisa de su acompañante. En ese mismo instante, volvió a sus sentidos
y se dio cuenta de lo que había sucedido allí.
Tambaleándose porque las piernas le
temblaban por su reciente orgasmo, JongDae se levantó y se arregló el pantalón,
saliendo de la habitación sin mirar atrás, pero con el corazón bombeándole a
mil por hora y con una sensación demasiado agradable en su cuerpo como para que
fuera normal.
★★★
JongDae se despertó a la mañana
siguiente con una erección palpitante entre las piernas que no quiso tocar por
nada del mundo ya que le venían a la mente recuerdos de lo que había sucedido
el día anterior entre él y SuHo, lo que éste había hecho y lo mucho que había
disfrutado de las atenciones que había recibido. El chico no se entendía, no
sabía por qué cosas que deberían disgustarle porque él no era gay le gustaban.
Estaba realmente confuso con su cuerpo y con su cabeza. Aparte de que además,
estaba BoMi. BoMi era su chica, su novia, la amaba y siempre había disfrutado
de su contacto y de sus caricias… pero éstas jamás habían sido tan intensas
como lo poco que había recibido de SuHo, sus besos, sus pequeños labios
chocando contra los suyos y sus manos maravillosas haciéndole rozar el paraíso.
JongDae negó con la cabeza. Pensar
en SuHo no era bueno porque hacía que su cuerpo tuviera reacciones ridículas y
recordara cosas que no quería recordar por nada del mundo; pero además de eso,
lo confundía en términos en los que él no debería de estar confuso.
Como un pensamiento fugaz, una idea
sobre cómo resolver su problema se instaló en su cabeza. Si no era gay, podía
probarlo perfectamente intentando hacer cosas con cualquier homosexual que
conociera… y con cualquiera quería decir YiFan, que para eso lo había metido en
aquel berenjenal y estar trabajando en el Playboy era lo que le había hecho
dudar de lo que quería o no. Todo había sido culpa de su amigo, así que él le
iba a resolver aquel problema.
Con aquello en mente, JongDae se
sintió mucho más animado que los días anteriores, mucho más animado desde que
había conocido a SuHo y éste había comenzado a confundirlo con sus labios y sus
manos.
Aquel día en la universidad atendió
a todas las clases a las que en los últimos tiempos había dejado de atender
porque su mente estaba demasiado distraída y divagaba y escuchó todo lo que
BaekHyun parecía tener que contarle sobre aquella chica que había conocido un
tiempo atrás y con la que había seguido en contacto y había quedado un par de
veces. Siendo su amigo como era, JongDae sabía que aquella relación que había
empezado con una noche de sexo iba a llegar a algo mucho más serio si las cosas
seguían de esa forma, ya que BaekHyun jamás se ataba a nadie y tenía por norma
no salir dos semanas seguidas con la misma chica. Aquel día, incluso, aguantó
todas las bromas de ChanYeol con respecto a su trabajo en el Playboy y le contestó con tranquilidad y
con cierto sentido del humor a todas ellas, dejándolo callado en algunas
ocasiones. Sin embargo, a pesar de que hizo todo aquello, lo único que se
encontraba en su mente, era tener un momento a solas con YiFan para poder
proponerle lo que quería… cosa que no pasó hasta que no terminó la jornada
universitaria.
JongDae salió unos minutos antes de
su última clase y fue al pasillo en el que su amigo tenía clase para
interceptarlo y proponerle lo que quería hacer. Solo tuvo que esperar unos
momentos antes de ver entre la multitud a YiFan, destacando por su altura, y
cogerlo del brazo para que no se le escapara.
—Hombre, JongDae —lo saludó,
sorprendido—. ¿Qué haces aquí? ¿No tendrías que estar ya dirigiéndote al
trabajo?
El chico agradeció enormemente que
YiFan no mencionara en voz alta en qué consistía su trabajo, tal como habrían
hecho BaekHyun y ChanYeol, y le sonrió para transmitir una seguridad que había
sentido hasta el momento, pero que comenzaba a flaquear rápidamente.
—Me gustaría discutir contigo sobre
un tema en concreto —respondió—, además, tengo todavía bastante tiempo antes de
entrar.
—Oh, perfecto —contestó el otro—.
Vamos a cualquier cafetería del centro y hablamos.
—Me temo que no es un tema que se
pueda hablar libremente en una cafetería —murmuró JongDae en voz baja y YiFan
se tuvo que agachar un poco porque fue un murmullo muy suave y desde la
posición en la que se encontraba apenas lo pudo haber escuchado.
—¿De qué se trata? —preguntó con un
poco de preocupación.
—De un tema privado —respondió, sin
dar más detalles, pero su amigo asintió, comprendiendo a medias que debía ser
algo sobre el Playboy.
—Vamos a mi residencia entonces
—propuso.
JongDae asintió y luego echó a andar
tras su amigo en dirección al lugar en el que residía el mayor. El camino fue
bastante silencioso porque ninguno de los dos era una persona que hablara
demasiado cuando estaban juntos y porque por lo menos, de parte de JongDae, no
tenía muchas ganas de hablar hasta que no llegaran a un lugar en el que supiera
que nadie lo iba a juzgar por sus actos y que nadie lo iba a ver aparte de
YiFan. En apenas unos minutos, llegaron a la habitación de la residencia y el
mayor cerró la puerta tras ellos antes de dirigirse a JongDae.
—¿Y bien? ¿De qué era de lo que
querías hablar?
—Me gustaría conformar algo contigo
ya que eres la persona con la que más confianza que tengo para poder hacer esto
—respondió JongDae. YiFan expresó lo confundido que se sintió por aquellas palabras
con una simple mirada.
—No sé a qué te refieres —contestó—.
Creía que con quien más confianza tenías era con BaekHyun.
—Ya… y así es —le confirnó—. Pero
BaekHyun no es gay —agregó.
—¿Y eso que tiene que ver?
—No os lo he contado… pero han
pasado cosas entre SuHo y yo —dijo con rapidez, queriendo que aquel mal trago
terminara pronto—. Me ha besado varias veces y anoche me masturbó mientras le
hacía una lapdance.
—Pero eso…
—Sí, sé que eso no está permitido y
que podría haber hecho que WonSik lo sacara a patadas de allí con toda su mala
hostia… —cortó antes de que YiFan pudiera terminar—, pero no lo he hecho…
porque me gustó.
La expresión que apareció en el
rostro de YiFan fue todo un poema y JongDae no supo cómo describirla porque era
una mezcla de varios sentimientos encontrados, así que se forzó a hablar de
nuevo para no sentirse tan incómodo.
—No soy gay —aclaró—. Yo quiero a
BoMi… pero he comenzado a dudar sobre mi sexualidad por esto… y quiero
confirmar que me siguen gustando las mujeres.
—¿Y qué papel juego yo en este
problema?
—Quiero confirmar contigo que no soy
gay —respondió muy seriamente—. Quiero que me des un beso para confirmar que no
soy gay.
Durante unos segundos, el silencio
fue total en la habitación y JongDae pudo escuchar de fondo los ruidos propios
de la ciudad y los gritos de otras habitaciones cercanas, pero nada salió de
los labios de YiFan durante unos minutos. El chico se puso un poco ansioso
durante aquel tenso silencio y luego quiso matar a su amigo cuando le dio su
respuesta.
—No pienso besarte, Kim JongDae.
—¿Y tú te consideras amigo mío?
—cuestionó algo indignado—. Los amigos se ayudan cuando tienen problemas.
—Y yo te ayudo con tus problemas
—replicó YiFan—, pero esto ya se pasa de la raya.
—Bien, bien —JongDae se dio la
vuelta y se dispuso a salir de la habitación—. Se lo pediré a YiXing. Él sí que
estará de acuerdo en ayudarme con ello.
El chico esperaba que la reacción a
su respuesta fuera algún tipo de grito en aquel tono de voz alto y grave que
YiFan utilizaba cuando algo lo molestaba de una forma que rayaba lo normal,
pero el otro lo sorprendió gratamente cuando simplemente dijo las dos palabras
que esperaba escuchar desde el principio.
—Lo haré.
—Gracias —murmuró JongDae, girándose
de nuevo hacia él—. Sé que no debe de ser fácil.
—No lo hago por ti realmente —le
contestó—, es para que no te acerques a YiXing.
—Me lo suponía —sonrió.
El ambiente se volvió un poco
cargado, aunque esta vez no fue por la misma razón, y cuando JongDae caminó
hacia YiFan, lo hizo lentamente y mirándose los pies porque sabía que no iba a
poder resistir la mirada fija del mayor. Al llegar junto a él, se mantuvo a
varios centímetros de distancia y alzó un poco la mirada, dándose cuenta de que
los labios de YiFan quedaban a la altura de su frente y se sintió un poco
ridículo por ello.
—¿Quieres que me agache? —cuestionó
YiFan, divertido, tocando a su orgullo que ya de por sí ese día estaba bastante
atacado por lo que estaba a punto de hacer.
—No hace falta.
JongDae dijo aquellas palabras y
seguidamente se puso un poco de puntillas a la vez que alargó su brazo hasta el
cuello de YiFan e hizo que se inclinara también. Cuando sus labios estuvieron a
un par de centímetros de distancia dudó durante una milésima de segundo… pero
tragó saliva y cruzó aquella distancia. Lo primero que sintió fue una leve
presión y lo segundo que YiFan correspondía automáticamente sus movimientos.
Durante unos segundos, se mantuvo pegado a aquellos labios, pero tras unos
instantes simplemente se separó teniendo varias cosas muy claras.
O YiFan no besaba tan bien como
siempre había dicho o realmente él no era gay y por eso no había sentido
absolutamente nada.
Una pequeña y aguda vocecita en su
cabeza le recordó entonces que sí que le gustaban los besos de SuHo y que eso
tenía que significar algo, pero él la obvió por unos instantes.
—¿Y bien? —le peguntó YiFan—. ¿Te ha
ayudado?
—Creo que sí —murmuró, sin estar muy
seguro.
—Perfecto —respondió el mayor—. A mí
me ayudaría que esto no saliera de la habitación.
—No te preocupes —rió JongDae—. No
es como si fuera algo que quiera contarle a todo el mundo. Tengo una reputación
que mantener.
Algunos minutos después, JongDae
salía de la habitación llevándose la mano al bolsillo de su pantalón para hacer
una llamada. Le había estado dando vueltas durante algún tiempo y, una vez
visto que con YiFan no sentía nada de nada, quería ver qué era lo que sentía
junto a su chica. Al primer tono, su llamada fue contestada por una voz
masculina.
—¿MinSeok? —preguntó. Nunca lo había
llamado al móvil, así que no estaba seguro de cómo sonaba su voz por teléfono.
—Sí. Soy yo —respondió—. ¿JongDae?
—Sí.
—¿Sucede algo?
—Sí… aunque no es nada malo —le
aseguró—, pero me gustaría poder tener esta noche libre en el trabajo. Me lo
puedes descontar del sueldo.
—Oh… supongo que no debe ser
demasiado grave… pero sí importante —comentó MinSeok al otro lado de la línea—.
No te preocupes, puedes tomártela libre, pero no hagas de ello una costumbre.
—No te preocupes. No lo haré —le
aseguró—. Mañana estaré allí como un reloj.
JongDae colgó aquella llamada y
justo después buscó en su agenda el número de su chica y la llamó. Aquella vez
tuvo que esperar un par de tonos más para que su llamada fuera respondida, pero
cuando escuchó la voz de su chica en su teléfono sonrió justo antes de hacerle
una propuesta: quedar aquella noche. BoMi respondió afirmativamente a su
propuesta y JongDae esbozó una sonrisa antes de transmitirle el lugar y la hora
en la que se encontrarían.
Apenas una hora más tarde, se
encontró en un hotel barato con BoMi, desnudos sobre la cama, penetrándola una
y otra vez de una forma algo más brusca de lo que siempre lo había hecho,
buscando sentir de aquella forma el mismo sentimiento que había tenido el día
anterior cuando SuHo había masturbado sus miembros juntos. Su chica gemía y sus
gemidos reverberaban en sus oídos y en las paredes de la habitación y sus uñas
se clavaban en su espalda intentando anclarse al mundo real mientras estaba
sumida en el placer. JongDae simplemente embistió una y otra vez hasta que se
corrió dentro del condón y después se retiró del cuerpo de BoMi, sabiendo que
aquella, que debía haber sido la mejor noche de su vida, había quedado muy
lejos de la anterior que había compartido de una forma mucho menos fogosa y
erótica con SuHo.
En aquel momento, JongDae quiso
echarse a llorar, pero simplemente se acurrucó contra el cuerpo de su chica
como si aquello fuera a solucionar milagrosamente todos sus problemas.
★★★
JongDae siempre había sido una
persona que se comía la cabeza por cada mínima cosa que sucedía en su vida, que
se devanaba los sesos antes de tomar una decisión en cualquier asunto, ya fuera
una tontería o algo mucho más serio; así que, por eso se encontraba aquella
mañana de domingo tirado sobre la cama, mirando fijamente al techo blanco de su
habitación, pensando. La última vez que se había reunido con BoMi no había sido
como siempre, no había sentido ninguna emoción, ni cuando la vio ni cuando se
acostaron juntos y eso era algo que el chico seguía sin comprender.
¿Cómo podía haber cambiado tanto en
unas pocas semanas? ¿Cómo aquello que antes amaba y adoraba ahora le era tan
indiferente? ¿Y por qué no podía dejar de pensar ni un solo segundo en SuHo, en
sus besos y en sus caricias? ¿Acaso eso significaba que se había vuelto gay?
JongDae ahogó un grito de
frustración contra la almohada para no hacer que su madre, que tenía un día de
descanso, se preocupara por él. No sabía qué le sucedía, pero tampoco quería
seguir tratando de aquella forma tan cruel a BoMi porque ella no se merecía que
lo hiciera, BoMi se merecía que un chico bueno la quisiera con todo su ser y
con el que pudiera ser feliz; al contrario de aquellos momentos, que se veía
perfectamente que no era para nada feliz y todo había sido por su culpa.
El chico tenía que aclararse pronto
con su identidad sexual para poder volver a ser la persona de siempre, sin
todos aquellos problemas que eso le estaba causando y, sobre todo, para poder
arreglar su situación con BoMi de una forma en la que ambos salieran bien.
Odiaba tener que mentirle y ocultarle todo lo que le estaba pasando, pero de
esa forma, su chica sufría menos que si lo supiera y, al menos, eso le daba
algo de tranquilidad… aunque no mucha.
JongDae se levantó de la cama y miró
su teléfono móvil que se encontraba en la mesita. Se había pasado un par de
horas en aquella misma posición pensando solo y tenía muchas cosas que hacer
para esa semana que aún no había ni empezado, así que, rápidamente se puso algo
de ropa cómoda y comenzó con sus trabajos de la universidad, manteniendo
alejados de su mente los demás temas que lo preocupaban para no distraerse.
★★★
JongDae había estado pensando en los últimos
tiempos que debía de hacer algo con lo que le había estado sucediendo y para
poder tomar la decisión correcta, tenía que hablarlo con un montón de personas.
El caso era que para poder hablarlo con sus amigos tenía que estar loco porque
ellos siempre hacían sangre de cualquier pequeña herida y aquella era una gran
herida, por lo que el chico no estaba totalmente seguro de querer eso. Sin
embargo, quienes más lo conocían eran ellos y ellos eran quienes, viendo la
gravedad de la situación, lo aconsejarían mejor para que tomara el camino que
mejor le convenía. Quizás no era la cosa más agradable que podía hacer, pero
era lo mejor para poder cortar de raíz todos los problemas que lo estaban
acosando y que no lo dejaban hacer nada a derechas… y los parciales se
acercaban y tenía que aprobarlos todos, por lo que no podía tener nada más que
los temarios en mente, cualquier otra cosa, le quitaba espacio para lo que era
realmente importante y no podía permitirse suspender.
Durante toda la mañana, el chico se sintió
bastante nervioso y notó las miradas preocupadas de sus amigos cada vez que se
cruzaban. Todavía no les había dicho ni una palabra, ni siquiera les había
comentado que quisiera hablar con ellos, pero, al parecer, tenían todos una
especie de sexto sentido en cuanto a sus problemas se trataban. Por eso, cuando
JongDae envió un mensaje al grupo que tenían, todos le contestaron
afirmativamente a su petición de quedar para comer en un lugar tranquilo para
poder hablar.
Cuando llegó la hora del almuerzo, JongDae se
dirigió al sitio en el que había quedado, encontrándose allí a todos sus
amigos, con bocatas que se habían sacado de las máquinas expendedoras,
esperándolo. Con un poco de miedo, el chico avanzó por la hierba hasta el
semicírculo que se había formado y al que le faltaba una persona en el centro
para poder estar completo. Soltó su mochila y después se dejó caer en el suelo,
entre BaekHyun y ChanYeol, preparándose mentalmente para lo que iba a pasar.
—Bien.
Ya estamos todos —dijo KyungSoo—. ¿De qué querías hablarnos?
—YiFan ya lo sabe… —fue lo que contestó, haciendo
que todas las miradas se dirigieran al mayor, dándole un momento de respiro a
él para poder contestar apropiadamente a la pregunta—, pero quería hablarlo
también con vosotros…
Después de aquello, les comentó a los chicos
lo que le había estado sucediendo en el club, lo que había hecho con SuHo y lo
que había sentido al hacerlo. También les contó cómo se sentía con respecto a
sus sentimientos por BoMi y lo confuso que estaba por todo aquel tema,
pidiéndoles consejo en cuanto terminó de hablar. Era la primera vez que se
sinceraba tanto con respecto a aquel tema, e incluso YiFan parecía un poco
sorprendido, pero JongDae se forzó a intentar no pensar en aquello, solo quería
saber cuál era la opinión de todos.
—Yo sigo pensando que lo mejor es que hables
con BoMi y le cuentes todo esto que nos has contado a nosotros —respondió
KyungSoo primero—. Probablemente os duela a ambos, pero será mucho menos
doloroso cuanto antes lo hagas.
—Esa es una buena idea —comentó ChanYeol—,
pero yo también lo hablaría con el tal SuHo ese. Decirle que tienes novia y que
estás trabajando ahí solo porque pagan bien… también tendrías que preguntarle
que intenciones tiene contigo y todo eso.
—Y sobre todo tienes que pensar en lo que tú
quieres, no en lo que es más fácil —dijo YiFan—. Puede que sea difícil o
bochornoso salir del armario si realmente te gustan los hombres al final, pero
es realmente satisfactorio hacerlo, te lo digo por experiencia… te quitas un
gran peso de encima.
JongDae asintió a todo lo que éstos le habían
dicho, dándole vueltas en su cabeza a cómo poder hacer todo aquello que le
habían propuesto. Después, se giró hacia BaekHyun, que todavía no había hablado
y eso era muy raro en él.
—¿Qué piensas tú, Baek? —le cuestionó.
Después de todo, él era su mejor amigo y algo tendría que decir con respecto a
ese tema.
Sin embargo, BaekHyun no dijo nada al
principio, solo se encaró a JongDae y lo abrazó fuertemente, transmitiéndole
mucho más que si hubiera dicho una palabra. El chico correspondió el abrazo lo
más fuerte que pudo y escuchó atentamente las palabras que le susurró el mayor
al oído, para que nadie más pudiera oírlos.
—Debe haber sido muy difícil para ti
—murmuró—, pero lo mejor que puedes hacer es hablarlo con los dos implicados y
seguir lo que te dicte tu corazón.
—Gracias —le susurró.
Tras aquella reunión con sus amigos sentía su
cabeza mucho más despejada, pero la seguía notando a punto de estallar y
suponía que ésta seguiría estando así hasta que hablara con todo el mundo.
JongDae había querido evitar tener que contarle a BoMi qué era lo que le
sucedía, pero realmente no tenía más opción, así que lo haría al día siguiente.
Aquella noche, quería hablar con SuHo y ver qué era lo que éste tenía que
decirle para poder tomar una decisión con respecto a aquel tema.
Aquella noche en el Playboy, JongDae se convirtió en Chen para salir al escenario, pero
una vez acabó su tiempo allí arriba, el chico volvió a ser JongDae para poder
hablar sinceramente con SuHo.
Entró al privado que tenía asignado con las
manos sudándole y con su corazón latiendo rápidamente dentro de su pecho porque
desde el día que lo había masturbado, no había vuelto a estar a solas con él y
se sentía muy ansioso sobre lo que iba a pasar. Estaba nervioso, pero intentó
que no se le notara cuando avanzó hacia el otro hasta quedarse de pie frente a
él, a solo unos pocos centímetros de distancia. JongDae vio en la penumbra cómo
SuHo alzaba su mano hacia su cintura y la agarraba para hacer que se sentara
sobre sus piernas, como siempre había hecho; sin embargo, el chico se resistió
y no se dejó caer sobre su cuerpo, como siempre había hecho.
—¿Sucede algo? —escuchó preguntar a la voz
suave del otro.
—Sé que has pagado para que te baile —murmuró
en respuesta, tras coger aire, buscando la valentía que sentía que necesitaba—,
pero tengo que hablar contigo de algo.
—Lo siento —fue lo que dijo inmediatamente
después SuHo—. Sé que no está permitido que los clientes hagan todo lo que yo
te he hecho a ti… está muy mal y no quiero que me odies o que me mandes a ese
segurata con tan mala hostia que tenéis en la puerta… pero no pude detenerme…
—su voz sonaba realmente afligida, por lo que JongDae no tuvo ningún problema
en dilucidar que estaba siendo sincero con él.
—No es eso… —le contestó—. Tiene que ver con
eso… pero no es exactamente…
—¿De qué se trata, entonces? —preguntó él.
—Estoy muy confuso —susurró JongDae y, ésa
vez sí que se dejó arrastrar por el brazo de SuHo hasta que cayó sentado sobre
sus piernas, notando aquel olor tan familiar que emanaba de su cuerpo y
sintiéndose mucho más calmado que antes—. Me siento confuso sobre lo que está
pasando entre tú y yo… si es que algo está pasando —continuó—. Yo comencé a
trabajar aquí solo porque necesitaba mucho dinero y rápido para poder terminar
de pagarme los estudios y para no avergonzarme al no ser capaz de comprarle
algo a mi chica que ésta pudiera querer… todo iba bien… hasta que llegaste tú
—JongDae reunió todo el valor que tenía para mirar los ojos del chico que tenía
en frente, encontrándolos totalmente serios y con un brillo de esperanza—. Tú…
con tus acciones… con tus besos… me confundes… —volvió a agachar la cabeza,
incapaz de mantener más aquella mirada—. Me confundes y no sé qué hacer…
—Yo… no sabía nada de esto —murmuró SuHo,
retirando delicadamente con sus dedos los cabellos desordenados de la frente de
JongDae—. Yo no quería hacerte sentir mal… al contrario, quería hacerte sentir
bien… quería que me tuvieras en cuenta… porque yo no puedo dejar de pensar en
ti…
JongDae tragó saliva al escuchar aquellas
palabras y, en parte, se sintió un poco aliviado porque no era el único que no
dejaba de pensar en el otro; pero también sintió que todo se le iba de las
manos. SuHo parecía sentir algo por él y al chico le gustaba eso, muchísimo,
porque su corazón latía rápidamente ante aquella especie de confesión que
acababa de recibir. Sin embargo, seguía confuso, muy confuso. ¿En qué lugar lo
dejaba aquello?
—¿Qué puedo hacer…? —susurró.
—Yo no puedo decírtelo… —contestó SuHo—. Es
algo que debes decidir tú… porque si por mi fuera, te diría que deberías pasar
conmigo el resto de tu vida y así no tendrías ninguna preocupación más…
JongDae no pudo evitar sonreír ante aquella
propuesta y luego aceptó el abrazo que SuHo le dio, acurrucándose contra él y
sintiendo la calidez que desprendía. Quizás podría aceptarlo si siempre iba a
ser de aquella manera, pero sabía que también tendría problemas junto a él,
muchos problemas.
★★★
Después de que SuHo lo llevara a
casa en su coche la noche anterior, JongDae no había podido dormir nada porque
se había pasado toda la noche pensando en lo que le habían dicho todas las
personas con las que había hablado ese día. Todavía no había decidido nada,
solo sabía que tenía que hablar con BoMi antes de que todo llegara más lejos
para poder saber qué era lo que debía hacer; por eso le había mandado un
mensaje a su chica nada más levantarse de la cama, a unas horas más o menos
normales para el resto de personas, teniendo en cuenta que era fin de semana,
pero fue cuando el chico ya estaba duchado y desayunando en la cocina que ella
le contestó.
Podían quedar para hablar
perfectamente aquel día mientras almorzaban en algún lugar. JongDae se pasó la
mañana intentando ordenar sus pensamientos y los acontecimientos de los últimos
tiempos para poder hablar con BoMi tranquilamente y, cuando la hora de quedar
se acercaba, se vistió y salió de casa en dirección al pequeño restaurante que
había sido escogido para pasar aquella cita. JongDae mentiría si dijera que no
estaba nervioso, porque lo estaba, y mucho, pero intentó parecer natural al
resto del mundo hasta que llegó al lugar de encuentro, después de haber tenido
que hacer un par de trasbordos. No tuvo que esperar demasiado para ver la
figura de su chica aparecer entre la multitud y no pudo evitar que un nudo se
le formara en la garganta cuando vio la encantadora sonrisa que ella esbozaba.
—Me alegra mucho poder verte —le
dijo cuando llegó a su lado, colgándose de su brazo, como siempre había hecho.
A JongDae nunca le había molestado aquel gesto de cariño, pero en ese momento,
solo quería que BoMi mantuviera un poco las distancias para poder seguir
pensando con claridad. Aun así, no la apartó porque no quería herir sus
sentimientos, no al menos tan pronto.
—¿Entramos? —dijo en su lugar.
Habían quedado en la puerta del
pequeño restaurante, por lo que solo tuvieron que dar algunos pasos para
internarse en el establecimiento. Buscar una mesa fue bastante fácil porque
nunca había habido mucha gente en aquel rinconcito que solo muy pocos conocían
y pedir lo que iban a comer fue coser y cantar porque se sabían la carta de
memoria, de tantas veces que habían ido a aquel lugar en todo aquel tiempo que
llevaban juntos.
—Había algo que querías decirme,
¿no? —le preguntó, dándole un pequeño sorbito a lo que había pedido para beber.
JongDae la miró a los ojos por primera vez y asintió solemnemente—. ¿Es algo
grave? —cuestionó ella, tras observar su expresión durante algunos momentos.
—No es que sea grave… —murmuró—.
Pero es delicado…
—¿Qué sucede? —BoMi tomó entre sus
manos la mano que él había dejado sobre la mesa, dándole apoyo moral y el chico
se odió por haberla tenido preocupada de aquella manera todo ese tiempo, pero
sabía que si se lo hubiera dicho desde el inicio, todo habría sido mucho más
complicado para ambos.
—Sabes que estoy en la universidad
solo gracias a las becas, ¿verdad? —comentó—. Pero el dinero que me dan no es
suficiente para pagar la vida universitaria… por eso, nunca he estado muy
holgado con el dinero…
—¿Estás falto de dinero? —le
preguntó ella, viendo perfectamente por dónde iba el tema. JongDae asintió—.
Sabes que si necesitas algo, te lo puedo prestar…
—No, no… no puedo aceptar que nadie
me dé dinero —respondió rápidamente—. Menos tú, que eres mi chica… —BoMi apretó
los labios en una fina línea—. Por eso, para ayudar un poco en mi casa me puse
a trabajar y por eso es por lo que apenas he tenido tiempo para ti estos
últimos tiempos.
—Oh —la boca de BoMi se abrió,
formando una perfecta “o”, sorprendida—. ¿Por qué no me lo dijiste? Podría
haber estado mucho menos pesada contigo y te habría ayudado con lo que hubiera
podido…
—No quería involucrarte en esto
—murmuró él, agachando su cabeza.
—Bueno… ¿dónde has estado
trabajando?
Aquella era la pregunta que no
quería que le hiciera, porque era la que iba a desencadenar que le tuviera que
explicar todo y, en el fondo, no quería hacerla pasar por ese mal trago. Sin
embargo, había ido allí para exponer toda la verdad y para que pasara lo que
tuviera que pasar. Sin remordimientos, sin reproches. JongDae tenía que decir
toda la verdad.
—En un club de striptease gay.
BoMi, que había estado bebiendo de
su vaso, casi se atragantó con el refresco y JongDae le tuvo que tender una
servilleta para que se limpiara la boca de los restos de líquido que habían
salido de ella. Era una noticia impactante, el chico lo sabía.
—¿Por qué? —fue lo primero que le
dijo ella, después de toser unas cuantas de veces más—. ¿Por qué allí?
—Era un sitio que uno de mis amigos
conocía y tenía mano con el dueño —respondió, intentando ser lo menos brusco
posible, porque poco a poco, aquello se iría haciendo peor y no quería empezar
mal desde el principio—. Estaban buscando gente y pagaban muy bien simplemente
por una parte del trabajo, la otra dependía de cuánto éxito tuvieras entre los
clientes y pagaban demasiado bien si tenías mucho… —el chico bebió de su vaso
porque sentía su garganta realmente seca—. Al principio pensé en declinar la
oferta, pero era el lugar en el que menos tenía que hacer y en el que más iba a
cobrar.
—No es un lugar muy convencional en
el que trabajar… —comentó ella—, pero si pagaban bien, entiendo que aceptaras
la oferta… pero… no tenías que hacer nada malo, ¿verdad? ¿Es por eso que no me
lo habías contado? —hizo una pausa durante unos segundos y después continuó—.
No te habrás tenido que acostar con algún tío, ¿no?
JongDae tragó saliva de nuevo.
Técnicamente, no tenía que acostarse con ningún cliente, pero lo había medio
hecho con uno de ellos, con uno que lo tenía tan confuso que había hecho que su
vida personal se fuera al garete en un tiempo récord.
—Mmmm… mi trabajo era simplemente
bailar en el escenario quitándome un poco de ropa —comenzó—. Allí hay unos
grandes bailarines que hacen espectáculos maravillosos, pero como los clientes
solo quieren ver carne, en realidad, pues no desentonaba tanto —intentó esbozar
una sonrisa, pero no pudo hacerlo porque todavía tenía más cosas que contar.
—Oh… entonces no era un trabajo tan
malo… ¿no? —dijo ella—. Los clientes solo te miraban, no podían tocarte…
—La otra parte de mi trabajo era
hacer bailes privados… generalmente lapdances… pero solo las he hecho para una
persona… que ha estado pagando todas las noches que trabajaba para que me sentara
sobre sus rodillas y lo… pusiera… cachondo… —lo último lo susurró, ya que, a
pesar de que se encontraban en un sitio que no era frecuentado por muchas
personas, no quería que las pocas que había se enteraran de aquello.
—¿Qué? —cuestionó la chica.
JongDae alzó la cabeza para
observarla. Parecía entre sorprendida y algo herida por las cosas de las que se
estaba enterando en aquellos momentos. El chico sabía que si seguía adelante se
iba a llevar mínimo una bofetada, pero tenía que hacerlo, tenía que decirlo
para estar en paz.
—Supuestamente lo único que tenía
que hacer con él era eso… pero una vez me besó y yo le correspondí… y… me tocó…
—Pero… pero… JongDae… —jadeó ella,
probablemente incapaz de creer lo que estaba escuchando.
—Me tocó y me dejé… porque me gustó…
El chico cerró sus ojos, esperando
que lo siguiente que sintiera fuera la mano abierta de su chica. Sin embargo,
por mucho que esperaba, no sentía nada, así que, volvió a abrir los ojos, para
ver cómo desde los de BoMi caían lágrimas. JongDae alzó su mano, intentando
retirarlas, pero ésta le dio un manotazo y lo alejó de ella. Estaba dolida, muy
dolida. Él lo sabía, sabía que algo como aquello podía suceder, pero también
sabía que lo mejor era hablarlo con ella.
—Ahora mismo me estarás odiando… lo
sé, lo merezco… —murmuró—. Pero llevo una semana dándole vueltas a la cabeza,
sin saber qué hacer, hecho un lío porque no tengo nada claro y solo quería
decírtelo, quería que lo supieras y quería que me ayudaras…
—Me has puesto los cuernos, Kim
JongDae… —susurró ella, al parecer, sin escuchar sus últimas palabras.
—No… técnicamente…
—Me has puesto los cuernos… con otro
hombre… —BoMi respiró hondo varias veces, como si de aquella forma intentara
serenarse, pero sin conseguirlo.
—BoMi…
—¡Te odio! —le gritó, llamando la
atención de todo el mundo que allí se encontraba, JongDae que se calmara, pero
no lo consiguió—. ¡No me toques! ¡No me toques con esas manos! —BoMi se levantó
de la silla y lo miró fijamente a los ojos, casi echando fuego por los suyos,
totalmente enfadada, sin escuchar nada de lo que le pudiera decir.
—BoMi…
—No me vuelvas a hablar más, no me
vuelvas a buscar… —y tras decir aquello, recogió su bolso y se fue del lugar.
JongDae observó cómo la espalda de
la chica que hasta hacía solo unos momentos era su novia se alejaba de él sin
que pudiera ponerle remedio alguno. Él solo había sido sincero con ella, le
había intentado explicar las cosas, pero ante la mención de lo que había
sucedido con SuHo ya no había querido escucharlo más. El chico se sintió mal,
muy mal por BoMi, porque si su corazón dolía, no quería ni imaginar lo que
debía estar doliendo el de ella, pero no había otra cosa más que pudiera hacer
sobre aquello, solo le había quedado esperar que ella lo comprendiera o que no
lo hiciera, como había pasado. Ahora que ya no estaba atado a ella, JongDae
podía tener un poco más de libertad a la hora de tomar sus decisiones.
★★★
Cuando Kim JongDae abrió sus ojos a la mañana
siguiente, se sintió un poco desubicado. Estaba en su casa, en su habitación,
donde había despertado más mañanas de las que podía recordar y, sin embargo,
notaba algo distinto... no en la habitación exactamente, sino en su interior,
algo que lo hacía ver su dormitorio de una forma diferente. Quizás se debía a
que ya no se sentía como las últimas veces que había despertado allí, quizás
era porque ya había hablado con las personas pertinentes y se había sincerado
con todas ellas, quizás al haberse quitado un peso como aquel de encima,
JongDae veía el mundo con otros ojos.
Aquella mañana se duchó cantando a todo
volumen las canciones que más le gustaban y se lavó los dientes con una enorme
sonrisa que no abandonó su rostro ni cuando estaba comiendo. Su madre le había
preguntado en varias ocasiones qué era lo que le había sucedido para tenerlo
tan contento, pero él simplemente negaba con la cabeza y le decía que no había
pasado nada en especial, que solo le parecía que iba a ser un día maravilloso.
Ya habría tiempo de contarle a su madre que ya no estaba con BoMi, ya habría
tiempo de preocuparla a ella con aquellas cosas.
Se despidió de su madre cariñosamente y
después salió de casa con energías renovadas en dirección a la universidad. Ese
día tenía las clases más aburridas del mundo, pero a JongDae no le importaba
realmente, solo tenía que prestar atención, coger todas las notas que pudiera y
estudiarlas hasta sacar una buena nota en el examen. Su sonrisa todavía estaba
pintada en su cara cuando llegó a clase, pero ésta se le borró inmediatamente
al ver allí a todos sus amigos, esperándolo, a pesar de que ninguno de ellos
tomaba aquella asignatura… algunos de ellos estudiaban cosas que ni siquiera
tenían que ver. El chico se extrañó, pero un segundo después cayó en que todos
ellos estarían allí para saber qué era lo que había pasado el día anterior.
—¿Qué os trae por aquí? —les preguntó a sus
amigos, sentándose junto a ellos.
—Nos trae por aquí que no hayas contestado a
ninguna de nuestras preguntas en el grupo —respondió BaekHyun, señalando su
teléfono.
—¿Hablaste con SuHo y con BoMi? —le cuestionó
KyungSoo y el chico asintió—. ¿Y qué?
—Bueno… me sinceré con ambos —dijo, en voz
baja. Sus amigos se acercaron un poco más para poder escucharlo—. SuHo me dio a
entender que se siente atraído por mí… y BoMi me dejó ayer…
—¿¡Qué!? —la voz grave de ChanYeol reverberó
en el aula y todos los alumnos se giraron a ver qué era lo que hacían. JongDae
cerró sus ojos, avergonzado.
—No lo he entendido. Repite —le pidió YiFan
solemnemente.
—Eso que habéis escuchado. BoMi me dejó ayer —volvió
a repetir—. Le conté todo y la única conclusión que sacó era que la había
estado engañando con SuHo y ya está, así que, me gritó que no quería volver a
verme nunca más y se fue llorando.
—Pobre chica —murmuró KyungSoo—. Te dije que
le tenías que haber contado todo esto desde el principio, así lo de SuHo ni
siquiera habría ocurrido y tú seguirías felizmente con ella.
—Todo esto no habría sucedido si no fuera
pobre como una rata —replicó JongDae—. Si pudiera pagarme tranquilamente la
universidad, no habría tenido ningún tipo de problema con ella.
—Bueno… ¿cómo te sientes ahora? —le cuestionó
YiFan.
—La verdad es que me siento un poco más
relajado y ligero, como si me hubiera quitado un gran peso de los hombros al
hablarlo con las personas implicadas —dijo—. Sin embargo, también me siento un
poco mal por BoMi.
—¿Te gustaría que ella te perdonara y volvierais
a salir? —aquella pregunta se la hizo ChanYeol y JongDae negó con su cabeza.
—Prefiero que no. No quiero hacerla sufrir
más y ahora mismo quiero comprobar qué es lo que me pasa con SuHo para poder dejar
de estar tan confuso.
—¿Vas a probar en mi acera? —comentó YiFan,
en un tono burlón y el chico no tuvo más opción que pegarle y después poner
cara de pena para que no hiciera bromas con aquello.
Después de aquello, sus amigos se fueron de
su clase porque ya había llegado el profesor y JongDae se pasó el día
concentrado en lo que le tocaba, sin pensar en nada más, porque ya tendría
tiempo para pensar cuando acabara su jornada lectiva y fuera al Playboy.
Como cada día, después de clase, el chico se
dirigió hasta el establecimiento en el que trabajaba, charló con sus compañeros
y se subió al escenario para hacer su espectáculo bajo el nombre de Chen. Más
tarde, se dirigió al privado de siempre, donde lo esperaba SuHo, la persona que
había comenzado a darle problemas uno tras otro pero por el que JongDae se sentía
inexplicablemente atraído.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó el joven
rico cuando se sentó sobre sus rodillas y JongDae asintió.
—Me encuentro perfectamente.
—¿Has hablado con tu novia sobre algo de lo
que ha pasado aquí? —el chico estaba intentando hacer su trabajo, pero la
pregunta lo dejó estático y suspiró levemente. Había pensado en decirle todo lo
que había pasado con BoMi, pero no tan pronto… aun así, ya que le había
preguntado, podía darle una respuesta.
—Quedamos ayer y le expliqué todo —respondió.
—Si has vuelto eso solo puede significar dos
cosas —murmuró el otro—. Que no le importa o que habéis cortado… ¿qué ha sido?
—Opción B —susurró JongDae.
En ese momento, SuHo tomó su rostro entre sus
manos y le plantó un beso en los labios que lo dejó sin respiración. Cuando se
separó de él, lo hizo lenta y gradualmente, dejando besos cortos sobre los
labios ajenos que hicieron a JongDae sonreír levemente.
—Si no crees que es demasiado pronto… me
gustaría que tuviéramos una cita —murmuró el otro, haciendo que su corazón se
saltara un latido—. Quiero decir, me gustas… y me gustaría poder probar… si a
ti no te importa…
—Creo… que salir a dar una vuelta… no estaría
mal… —tartamudeó JongDae. Quizás fuera un poco pronto, sí, pero cuanto antes se
aclarara con lo que sentía por él, mejor.
—Perfecto —el otro dejó un beso en sus
labios, como si cerrara de aquella forma su promesa—. Por cierto… no me llamo
SuHo —le comentó—. Mi nombre es Kim JunMyeon… pero no me gusta que nadie sepa
que vengo a sitios como éste —JongDae escuchó su risa tímida y no pudo evitar
reír él.
—Bueno… mi nombre tampoco es Chen —le
contestó—. Soy Kim JongDae.
—Encantado de conocerte, JongDae —le susurró
JunMyeon antes de volver a besarlo.
★★★
Dos semanas después de que todo
sucediera, JongDae se encontraba sentado en un banco cerca de las orillas del
río Han. Un pequeño parque se encontraba a sus espaldas y los niños corrían de
un lado a otro por el césped, siendo perseguidos por sus padres en aquel
domingo en el que muchas personas descansaban de su trabajo. El chico tenía sus
ojos cerrados y se dejaba envolver por todo el sonido que había a su alrededor,
relajándose mientras esperaba a la persona con la que había quedado.
Si pensaba en la locura en la que
había vivido en los últimos tiempos, el chico no sabía cómo no había acabado
majara porque realmente había sido todo demasiado. Menos mal que, desde que lo
había aclarado todo, su vida había vuelto a su anterior rutina en la que
simplemente iba a la universidad, hacía trabajos para entregarlos a tiempo y se
encontraba con sus amigos. Lo único que había cambiado en realidad había sido
que, por las noches, se enfundaba en ropas ajustadas y reveladoras y bailaba sobre
un escenario, pero aquello era algo que se había vuelto una rutina rápidamente.
JongDae sintió en un momento determinado
que la luz del sol dejó de llegarle debido a que alguien se había interpuesto
entre ella y su cuerpo, así que, no tuvo más remedio que abrir sus ojos,
encontrándose al hacerlo a JunMyeon frente a él con una sonrisa encantadora. El
chico le devolvió otra y lo invitó a que se sentara junto a él en el banco.
Otra cosa que había cambiado era que
ya no era BoMi con quien se encontraba cuando salía en citas, ahora era
JunMyeon quien ocupaba aquel lugar y, aunque JongDae seguía sintiéndose un poco
confuso al respecto sobre ese tema en concreto, le gustaba pasar tiempo con el
mayor y aprender cosas de él. Quizás debían solucionar ese aspecto, pero por el
momento, ambos estaban bien de aquella forma.
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