Nota: ¡Un nuevo capitulo aquí! Creo que aproximadamente quedan un par de capítulos más, en el siguiente os informaré mejor. Eso quiere decir que está apunto de aclararse por fin la historia. Pero no os fiéis de mi, que como me de el venazo, los mato a todos. (?). ¡Os dejo que lo leáis tranquilos! ^^
Estaba cerrado en un lugar sin fin, donde la única salida era atravesando una de esas puertas. Pero tenía clara una cosas, y es que solo una le llevaría donde él quería ir, solo una estaba predestinada para él. El problema estaba ahí ¿cuál era la adecuada?
Sentía su cuerpo descansado, no le pesaba. Si daba un paso era como si levitara, ni siquiera sentía el suelo. Debía desplazarse. Tenía que encontrar su puerta.
Paso a paso, Hoseok iba avanzando por esa interminable hilera de puertas, sin embargo ninguna le llamaba la atención. Todo le resultaba extremadamente familiar, pero no sabría decir de qué.
No supo el tiempo exacto que estuvo allí, pero se sentía exhausto cuando dio de bruces con una pequeña puerta roja con lunares blancos que como mucho le llegaba hasta la cintura. La miró fijamente. Su pomo brillaba intensamente si se acercaba. Esa. Esa era su puerta.
De cuclillas, abrió la puerta. No se veía nada al otro lado, pero no dudó en cruzarla y encontrarse en un callejón donde la oscuridad reinaba.
Tras su paso, la puerta se cerró sola y desapareció ante sus ojos. Estaba seguro que aquel era su camino, por lo que se dispuso a caminar de nuevo. Exactamente no sabía hacia dónde iba, pero no le quedaba otra que avanzar.
Una vez más, al final del callejón, unas tres puertas muy similares lo estaban esperando. Debía elegir, otra vez. Pero las tres le parecían la correcta. Una de ellas debía destacar.
Tras un buen rato examinando una por una, encontró grabado muy finamente en una de ellas las teclas de un piano. Con un dedo las rozó, asombrado por lo perfectas que eran. Ninguna de las otras tenía aquellos relieves tan detallados.
Con una ancha sonrisa en el rostro, giró el pomo de la puerta y se presentó en el otro lado. Allí la estancia era blanca, con una cama en medio. Al fijarse mejor, vio que en la cama había recostado una persona.
Temeroso, se fue acercando paso a paso, preguntándose quien era esa persona. Un intenso sentimiento le estalló en el pecho. Aquella persona no era una cualquiera. Esa persona era alguien muy importante para él, era alguien a quien amaba y nunca antes había sido capaz de aceptar.
A un metro de la cama, la persona se giró y lo miró directamente. Por fin pudo ver el rostro de la persona que le había robado el corazón…”
El insistente sonido de su móvil lo despertó. Inquieto por el repentino despertar, abrió los ojos buscando donde lo había dejado. Justo en la mesita de noche. Descolgó la llamada.
-¿Sí? -preguntó con voz soñolienta.
-Hola, querido Hoseok -¿De qué le sonaba tan solo esa voz tan fría?-. Quisiera decirte que deberías reunirte conmigo hoy. Sé algo que te puede interesar acerca de tu primo.
-¿Y no me lo puedes decir ahora?
-No, ha de ser en dos horas, donde me encontraste. Es sobre tu amigo, este… ¿Cómo se llama? ¿Taehyung? No puedes decirle nada a nadie, ven solo o lo perderás.
Cuando la llamada finalizó, supo al instante de quién era esa voz, pero ¿qué hacía Taehyung con Sungyan y qué era lo que había sucedido?
Dejó el móvil a un lado y se giró en la cama.
-¡No me asustes así! -Yoongi lo miraba fijamente.
-¿Quién era?
-Em… -tenía que inventarse algo urgentemente-. Jin, que quiere saber cómo estabas y contarme algo. Me ha dicho que vaya a buscarlo en unas horas.
-Bueno, iré yo también.
-¡No! No, no. Tú mejor te quedas aquí y descansas. En cuanto acabe con Jin, vengo a contártelo -por un momento pensó que Yoongi insistiría más, pero le dio la impresión que no le importó no darle más vueltas al tema.
Le dijo que dentro de dos horas, así que se dejó caer resignado en la cama.. No fue consciente de lo que sucedió la noche anterior hasta que se percató que estaba completamente desnudo.
De la nada la vergüenza se apoderó de él. Yoongi lo miraba fijamente, con una pequeña sonrisa en los labios.
-¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?
-Me gusta mirarte, eres adorable -sus palabras solo consiguieron que se avergonzase más. Hoseok se echó las sábanas que los cubría por encima de la cabeza para que no lo mirase más.
Entonces fue cuando escuchó reír a Yoongi. Nunca antes lo había hecho. No al menos tan jovialmente. Se apartó un poco las sabanas de los ojos para poder mirarle. Su rostro, su expresión irradiaba felicidad y tranquilidad. Y topó con sus labios.
-Ahora mismo me apetece hacer algo -Hoseok, con voz ronca aún, murmuró eso que hizo que toda la atención del otro estuviera en él.
-¿El qué?
No se lo dijo, directamente se incorporó un poco para hacerlo. Le dejó un casto beso en los labios. Con tan solo su contacto sintió como revoloteaba su corazón ¿sería eso posible?
-Me resulta hasta extraño que hagas esto -susurró Yoongi sobre sus labios.
-Pues que deje de ser así, y más después de lo de anoche -Hoseok se mordió uno de sus labios dudando si volver a besarle o no, pero al final se animó por hacerlo, acabando de esa manera en un festín de besos.
***
Se sentía la peor persona del mundo. Había dejado solo a Yoongi con la mentira de que vería a Jin cuando no era a él a quien iba a buscar. Si iba a ver a Sungyan y se lo contaba, estaba seguro que o bien se lo impedía o iba con él. Y en la llamada había sido claro. Debía ir solo.
El hecho de que tuviera su número de móvil y que tuviera información sobre algo de Taehyung le desconcertaba ¿qué podría saber él?
Algo le decía que era malo, por lo que se aligero en ir y presentarse en el parque de skate, donde encontró a Sungyan el día anterior. Estaba abarrotado de gente, pero allí vio al susodicho. No le causaba ninguna gracia tener que volver a encontrarse con él y a escondidas, pero ¿y si era algo grave?
-Has sido muy puntual -lo escuchó dirigirse hacia él con esa voz que se asimilaba al siseo de una serpiente.
-Siempre lo soy.
-Bien, eso me gusta -hasta su sonrisa le asqueaba.
-¿Qué dices de Taehyung? No tengo todo el día.
-Directo al grano, eso me gusta mucho más. Tal vez te parezcas a tu primo más de lo que crees -Sungyan echó un vistazo a los alrededores, como si no hubiera confiado que Hoseok iría solo-. Tu amiguito cometió anoche la imprudencia de venir hasta tu primo exigiéndole que te dejara en paz. Un acto un tanto valiente y estúpido. Muy estúpido.
-¿Qué? ¿Qué Taehyung ha ido allí solo? -ahora no entraba dentro de su asombro. Ni siquiera sabía si creerle o no.
-Es cierto. Se puso como una fiera enfurecida gritando que te dejaran tranquilo. Tu primo fue bastante benevolente con no pegarle una buena paliza, pero si que lo apresó. Ahora mismo tu amiguito está en manos de tu primo.
Por un momento el suelo desapareció para Hoseok. Aquello no podía ser real. Taehyung no había cometido semejante idiotez ¿o sí? Ya ni lo sabía.
-¿Cómo sé que eso es así y no una trampa?
-¿Te suena? -Sungyan se sacó de uno de sus bolsillos el móvil de Taehyung. Así había obtenido su número-. ¿Quieres verlo? ¿Sacarlo de donde está? Acompáñame. Tu primo está impaciente por poder mantener una conversación contigo.
Hoseok vaciló. No era buena idea meterse en la boca del lobo. Pero si era cierto que tenían a Taehyung tenía que hacer lo que hiciera falta por sacarlo. Aunque después él mismo se encargaría de matarlo personalmente.
Accedió que Sungyan lo llevara hasta su primo y hasta Taehyung. La imagen de Yoongi apareció en su mente mientras lo seguía por estrechos callejones. Qué mal se sentía. Pero sacaría al idiota de Taehyung de allí y volvería antes de que se diera cuenta del engaño.
Exactamente hasta donde lo llevaba no lo sabía. Si era una trampa ya le daba hasta igual. Solo quería solucionar todo esto de una vez por todas.
Sungyan era muy desconfiado. No dejaba de mirar hacia atrás para ver si seguía allí. No se iba a ir. No a esas alturas.
Al cabo de unos quince minutos llegaron a lo que era un viejo portón. El chico lo golpeó una serie de veces y esperó. El portón se abrió, dando paso a un hombre bastante desaliñado que miró a Sungyan y lo reconoció al instante, pero no a Hoseok.
-Viene conmigo. Es un invitado especial -le murmuró con una ladina sonrisa, pero el desaliñado chico no parecía muy contento.
Hoseok tampoco lo estaba allí. Y mucho menos al entrar a ese lugar que olía a podrido. Mejor era no saber de dónde procedía el horrendo olor. Detrás de Sungyan, muy pegado a él, Hoseok vio que otras personas fijaban la vista en él cuando pasaba. Estaba deseando huir de allí.
-Jungseo, aquí te traigo a tu querido y amado primo -escuchó decir a Sungyan cuando estaban entrando en una sala tan oscura como lo había todo hasta allí. Sentado tras una mesa lo vio. Su dichoso primo.
-Oh, Hoseok. Cuanto tiempo -se levantó, contento y feliz de verlo. Le dio un abrazo, acompañado de unas palmadas en el hombro que casi le desarman-. Me alegra mucho que estés aquí, quería hablar contigo.
-Sí, eso me han dicho. Al igual que otras cosas -nunca se había llevado con él. Desde siempre fue caprichoso e irritable. E incluso de mayor lo era por lo que estaba viendo.
-Bueno, bueno. Habrá tiempo para hablarlo todo. Siéntate -Jungseo le ofreció un pequeño banco muy sucio.
-Mejor de pie.
-Como quieras -su primo sí que se sentó en el asiento en el que lo había encontrado-. ¿Sabes? Siempre me caíste muy bien, te tenía en alta estima. Pero últimamente he estado viendo que hacías cosas que no me han gustado nada.
-¿Y qué son esas cosas?
-Como juntarte con semejante imbécil como Yoonseung.
-¿Con ese desgraciado? Ya quisiera él. No tengo nada que ver con sus cosas, por mí como si se tira desde un puente.
-Me gusta como hablas, pero tus actos no han indicado lo mismo. Mis chicos y yo hemos visto que has estado últimamente muy cerca de sus negocios, e incluso participando en ellos.
-Circunstancias. Nunca nos hemos llevado bien y ocurrió algo. Necesitábamos respuestas y solo él las tenía. Pero jugó conmigo y todos mis amigos.
-Puede ser, puede ser… -su primo parecía meditar sus palabras. Pero Hoseok era completamente consciente de que no le creía.
-Yo solo quiero saber dónde está Taehyung.
-Ah, ese amigo tuyo tan rebelde. No sé… ¿deberías verlo o aclarar las cosas?
-No tengo nada que aclarar.
-Muy bien, traed a chico, después querrá aclarar las cosas.
Sus palabras no le sonaron muy bien ¿Qué había querido decir con aquello? De su primo se podía esperar cualquier cosa.
Pero la aparición de Taehyung ante ellos lo dejó frío como un témpano. Sintió como si le lanzaran una jarra de agua congelada en la cara al ver como dos hombres traían casi a arrastras el cuerpo de su amigo. Su corazón se estaba rompiendo en mil trocitos al verlo tan demacrado y golpeado.
Levantó la mirada para mirarlo y a pesar de tener el rostro hinchado y lleno de moratones, Taehyung le sonrió.
-No deberías estar aquí… -le escuchó decir con una voz ahogada.
-¿Qué le habéis hecho?
-¿Ahora vas a aclarar las cosas, Hoseok?
La maldad que tenía su primo había caído en él y en aquellos que quiero. Deseaba pegar un puñetazo en su estúpida cara, pero no era ni el momento ni el lugar.
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