Título: Flower Boy
Pareja: MinWon (MinHyuk + HyungWon) [MONSTA X]
Tipo: Yaoi
Género: PWP | Fluff
Clasificación: G/PG
Advertencias: Ninguna
Sinopsis: MinHyuk trabaja en la floristería de su padre mientras este se recupera de una operación. Todo allí es muy tranquilo, hasta que ve algo fuera de lo normal. Un chico que no cesa de espiarle mientras trabaja ¿qué querrá?
Nota: El título es una ida mental, tanta flor me encanta porque también es una ida mental pero la historia es un poco más sensata(?) No tiene una trama así muy profunda, pero es algo bonito e interesante que puede gustaros. Ni idea de como me surgió la idea, pero vamos, aquí tenéis mi primera historia de Monsta X.
Desde que operaron de la rodilla a mi padre, he estado encargándome de la floristería. Yo solo. Si soy sincero, no me ha ido del todo mal y he conseguido nuevos clientes además de los habituales, que se iban de los más contentos con mis servicios. Eso seguro que iba a hacer muy feliz a mi padre.
La verdad es que estoy muy orgulloso de trabajar en la floristería. Es un trabajo muy hermoso y creativo, tanto que sin querer, había creado nuevos conjuntos de flores diferentes a los que se solían vender. Nuevos llamativos arreglos florales.
De verdad que estaba muy contento con mi trabajo a pesar de que no tuviera constantemente clientes, pero allí estaba yo arreglando un ramo de flores. Justo en ese momento algo llamó mi atención.
De refilón vi a un chico que se escondía ligeramente tras el cartel de pie de la tienda ¿qué estaba haciendo ahí? Tal vez estaba esperando a alguien y había quedado allí. Un sitio raro para quedar, la verdad. Ni yo lo haría.
Lo intenté dejar estar, pero me volvió a llamar muchísimo más la atención cuando lo pillé mirándome fijamente, como si de un espía se tratara. En cuanto el chico se percató de que lo estaba mirando, es decir, que lo había pillado, volvió a ocultarse tras el cartel. Aunque era imposible no saber que estaba ahí, ya que se le podían ver sus inquietos pies por debajo.
Era de lo más graciosos verlo así, por lo que me causaba curiosidad saber qué hacía allí. Posiblemente lo que quería era comprar algo y estaba muy indeciso y avergonzado. Así que dejé a un lado lo que estaba haciendo para salir y ayudarle con el problema que tuviera.
Cuando tuve delante al chico que estaba escondido tras el cartel, muy rígido y encogido, vi claro que allí no estaba esperando a nadie, sino que había otro motivo.
-¿Desea algo? -pregunté con una brillante sonrisa. Por su rostro debí asustarlo y sin tan siquiera mirarme, salió corriendo como alma que lleva el diablo.
Que chico más extraño. Me inquietaban los motivos de su comportamiento, pero a lo mejor se trataba de una situación más que aislada y por suerte no volvería a verlo nunca más.
Asumiendo mis propias palabras me olvide de él y volví a seguir trabajando con las flores, que me estaban esperando pacientemente.
Ese día acabé tarde, sin embargo, cuando cerré la tienda y me disponía a volver a casa tropecé con algo en el suelo. Estuve a punto de caerme pero supe mantener bien el equilibrio con algo de suerte.
Miré al suelo y di con el objeto con el que tropecé. No era más que una pequeña caja con unos tonos oscuros, por eso mismo no la llegué a ver. Casi se camuflaba a esas horas con el suelo. La recogí inquieto, preguntándome quién sería el dueño o qué contendría en su interior.
Era bastante pequeña ¿Qué podría entrar en una caja tan minúscula que ocupaba solo una de mis manos? ¿Qué tendría dentro? Desde siempre había sido un chico demasiado curioso y el hecho de querer saber qué podía haber en su interior me incitó a quitarle la tapa.
Dentro había unas mini galletas que parecían ser caseras. Miré a un lado y al otro de la calle, pero no percibí a nadie que pareciera estar buscando algo que echaba en falta.
La verdad es que las galletas tenían muy buena pinta, pero debía ser decente. Lo mejor era guardar la caja y al día siguiente me la llevaría a la floristería por si el dueño pasaba por allí preguntando por ella.
Al volver a casa decidí darme una buena ducha y tras tomar una saciante cena, me tumbé sobre mi mullida cama a la espera de tener un buen descanso.
De normal, cuando me acostaba acababa quedándome dormido al momento debido al cansancio. Sin embargo, cuando más relajado estaba, las imágenes de aquel menudo chico extraño que me espiaba en la floristería hicieron mella en mí.
Me preguntaba cuáles eran sus motivos para estar en esa posición tan sospechosa ¿Qué era lo que podía estar haciendo allí? Sentía cierta curiosidad por la motivación que lo había llevado a esconderse en aquel lugar y no decir nada cuando le pregunté. Tal vez quería algo y por timidez no había sido capaz de decirlo. Era algo muy comprensible. No todos eran personas tan lanzadas como lo era yo. Pero aun así tenía algo diferente en su mirada y en sus movimientos, que despertaba una inquietud en mí.
Tenía la mente más despejada, por lo que recordaba algunos detalles de ese chico. Era alto y delgado, muy delgado, con un rostro simpático pero bello ¿Cómo podía despertar en él tanto interés alguien que apenas conocía?
Lo mejor es que no volviese a pensar en él y que quedara dormido pronto, ya que al día siguiente tendría que trabajar duramente, aunque no estaba eso en mis manos.
Al día siguiente me levanté muy animado y con ganas de comerme el mundo. Tenía muchas ansias de volver con esas flores que se habían ido volviendo poco a poco parte de mi vida. Era como una especie de terapia que me calmaba interiormente.
Estaba recogiendo mis cosas para marcharme cuando di de bruces con la pequeña caja oscura de anoche. Observándola con mejor luz comprobé que no era tan pequeña como parecía. Me la metí en mi bolsa y me marché dispuesto a abrir la floristería.
Al llegar no la encontré cerrada como yo esperaba, sino que mi madre se había adelantado a abrirla.
-Buenos días, mamá -dije con entusiasmo al entrar. Ella salió tras un conjunto de ramos de rosas que había puesto visible a cualquiera que pasara por la calle, con una brillante sonrisa al verme.
-Hola, cariño ¿ya estás tan temprano aquí? -la mujer se me acercó para dejar uno de sus tiernos besos en mi mejilla. Un pequeño gesto de amor de madre que yo siempre agradecía.
-Tenía muchas ganas de volver. Sabes que este trabajo me entusiasma a límites inesperados.
-Pero debes descansar y alimentarte bien, que no se te olvide, vayas a enfermar.
-De acuerdo, madre.
Me puse mi ropa de trabajo y dediqué mi primera hora en la tienda a revisar pedidos y encargos. Nada más comenzar, dejé la cajita de anoche a un lado del mostrador por si entraba el dueño, que pudiera reconocerla nada más verla.
A media mañana mi madre se despidió de mí. Se iba a casa a ver cómo se encontraba mi padre. Adoraba su compañía, pero los ratos a solar eran los que más disfrutaba.
-Minhyuk, querido, ten mucho cuidado y no te vayas muy tarde ¿de acuerdo?
Con un nuevo beso, mi madre se marchó. Aquella floristería la puso mi padre en su honor porque decía que era tan hermosa como una flor y que debía rendirle homenaje de esa manera tan especial.
Yo mismo me había criado entre flores y arreglos. Distinguía cada una de ellas, sabía cuáles eran los mejores combinados y cuál eran las mejores flores según la situación. No era lo mismo un ramo de flores para una novia, que los arreglos que se llevan a los cementerios. Además tardaba un tiempo récord en preparar un arreglo floral. La tienda era tanto para mi padre como para mí. Era nuestra vida y nuestro futuro.
El día pasó muy tranquilo tras varios pedidos y otros cuantos clientes. Ya era mediados de la tarde y apenas estaba cansado. La verdad es que había sido un buen día y había conseguido hacer caja. Eso era un dato muy bueno.
Me metí en la trastienda para buscar una serie de herramientas que necesitaba para lo que iba a hacer a continuación, sin embargo, cuando volví, la escena que presencié fue la más extraña en toda mi vida.
El chico menudo de ayer volvía a estar allí pegado al cristal del escaparate, como si estuviera buscando algo aprovechando mi ausencia. Cuando se percató de que estaba allí presente, se asustó y con un rostro que mostraba el pánico de quién habían pillado con las manos en la masa, volvió a huir como si le faltará tiempo.
Ahora sí que me encontraba bastante desconcertado ¿Qué era lo que buscaba en mi tienda? Debía estar más atento y si volvía a aparecer, evitar que pudiera huir de nuevo y saber qué era lo que se traía entre manos.
De nuevo me concentré en mi trabajo, o al menos lo intenté. Ahora mi cabeza estaba en ese chico extraño y no en lo que tenía que hacer. Era algo horrible y desconcertante.
Mejor dejarlo. Tenía que buscar algo con lo que distraerme, no fuera a cometer un error. Pero no conseguía quitármelo de la cabeza. Qué forma más tonta de distraerse.
De pronto sonó el teléfono de la floristería, así que lo atendí sin dar pie a que volviera a sonar, de la forma más amable. Era un pedido justo en una vivienda de la misma calle donde se situaba la tienda, eso era algo perfecto.
No tardé ni un segundo en ponerme a preparar el pedido. Lo llevaría en ese mismo momento, aunque tuviera que dejar sola en la tienda durante unos minutos. Me daría prisa y no ocurriría nada.
Tan solo transcurrieron unos diez minutos en dejar en perfecto estado el pedido. Satisfecho por mi trabajo, salí cauteloso a llevarlo hasta su dueño.
Me dejé la tienda abierta y sola. Procuraré no tardar mucho, así que estaba seguro de que no sucedería nada malo. Además me daría prisa y no habría problema.
Con cuidado de no estropear lo que transportaba, recorrí la calle buscando el número del bloque de piso. Creo que me lo he saltado hacía varias puertas. Volví sobre mis pasos y en efecto, lo había dejado atrás tan solo unos metros.
En cuestión de minutos, el pedido estaba entregado y yo volviendo con los bolsillos llenos de nuevo la floristería.
-Pero qué… -me quedé a cuadros cuando ya estaba ante el escaparate y pude ver tras los cristales que el chico de antes estaba en el interior de la floristería rebuscando por los rincones ¿qué se supone que estaba buscando?
Allí parado observé durante unos segundos lo que hacía. Indagaba entre las flores como si hubiese perdido algo ahí ¿qué podía haber en una floristería que pudiera interesar a un joven muchacho?
-Perdona ¿necesitas algo? -dije nada más abrir la puerta, lo cual hizo que se asustara al verme. Estaba claro que no me esperaba, e incluso tiró unas macetas vacías. Era un chico de lo más asustadizo y torpe.
-Yo-yo -comenzó a tartamudear, mientras miraba a todos lados nervioso. Imagino que intentaba buscar una vía de escape pero se lo podría ahorrar, por fin lo tenía acorralado y no lo dejaría que se fuera tan fácilmente. Necesitaba saber qué era lo que buscaba con tanto ímpetu.
-Si necesitas algo puedo ayudarte -seguí insistiendo pero ese chico se ponía cada vez más intranquilo, se le notaba. Se le veía sin saber qué hacer, sin saber qué decir o a dónde mirar. Y yo no sabía si compadecerme o echarme a reír de la situación tan cómica ante la que estábamos.
-Creo que me he perdido. Lo siento -el chico realizó varias inclinaciones, cambiándome de tema radicalmente. No le iba a dejar que se fuera de esa manera, no esa vez. Por lo que me puse cubriendo la única salida de la tienda para que no se fuera.
-No te vas a ir. Me vas a decir qué buscas en mi tienda o tendré que llamar a la policía porque pensaré que estás intentando robarme -crucé mis brazos sobre el pecho para imponerle más aunque no fuera a hacer en realidad lo que le estaba diciendo. Pero si le metía miedo puede que fuera todo más fácil.
-Lo siento, yo solo realmente... -se veía asustado, incluso más después de mi advertencia. Eso me producía más probabilidades de que acabase confesando-. Es que he perdido algo y lo estaba buscando.
-¿Entre mis plantas? -pregunté alzando una ceja. Qué poco creíble era y más si seguía desviando la mirada para no mantener la mía. Como los mentirosos o los que ocultaban algo.
-Sí, bueno, no sé -volvió a tartamudear. No había forma humana de que entendiera lo que estaba diciéndome y eso era algo que me estaba desesperando.
-Mira, déjate de tonterías y dime la verdad. No te voy hacer nada, solo quiero saber qué te trae tan sospechosamente a mi tienda. Te lo pido por favor, que te dejes a un lado los nervios y los miedos que puedas tener y me digas la verdad o será peor para todos.
Lo vi vacilar unos instantes. Pensé que seguiría escudándose con la misma defensa poco creíble pero la verdad es que percibí como relajaba sus hombros, como si estuviera dispuesto a confesarlo todo.
-¿Y bien? -insistí, cuando parecía que era el silencio por lo que había optado.
-Yo solo quería... -en ningún momento me miraba a los ojos directamente, siempre era otro lugar. Ahora me hablaba mirándose sus zapatos. Tras haberse tomado un tiempo de reflexión, decidió proseguir-. Verte al principio pero cuando estuve un tiempo observándote... quise acercarme a ti para poder conocerte mejor... sin embargo me moría de vergüenza con tan solo pensarlo, y bueno... busqué algún motivo para poder entablar conversación contigo, pero creo que lo perdí una de las veces que me pillaste.
-¿Y no hubiera sido mucho más fácil entrar y comprarme flores? Eso sería un buen motivo -con la cabeza completamente agachada me dio la razón-. ¿Y qué era ese algo que has perdido?
-Esto... era una caja muy pequeña.
-¿Oscura y que contenía unas galletas caseras?
-Sí, sí, eso -por fin fue capaz de mirarme a la cara cuando reconoció su caja con mi descripción. Así que él era el dueño, qué interesante.
Me acerqué al mostrador ya más relajado yo también y le mostré la pequeña cajita.
-¡Esa es! Pero ¿cómo es que la tienes tú si no te la he dado? -parecía muy confundido. Algo que me provocó ganas de echarme a reír.
-Tienes razón. Se te debió caer en algún momento y yo me la encontré por error o por casualidad. La guardé a la espera de que apareciera su dueño pero resulta que el dueño soy yo -abrí la caja y tomé una de las galletas para degustarla-. ¿La has hecho tú?
Asintió con energía. Yo me lleve la galleta a la boca. En el primer bocado pensé que se me derretía en la boca de lo deliciosa que estaba la galleta.
-Pues eres muy buen cocinero.
-¿Están buenas? -nunca había llegado a ver un rostro tan enrojecido como el de ese chico justo en ese instante.
-Y por cierto me llamo Minhyuk ¿y tu nombre es…?
-Bueno... -no sé si dudaba de cuál era su nombre o de decírmelo. Aunque yo me decanté por ese último y acerté-. No sé si sinceramente debería decírtelo.
-¿Y por qué no? Al fin y al cabo estás aquí porque me querías conocer ¿no?
-Sí, pero…
-Venga, que no voy a llamar a la policía ni prohibirte nada. Era una broma.
Al parecer, fueron mis palabras quién lo tranquilizaron una vez más, algo que ayudó mucho a que terminase confesando cuál era su nombre.
-Soy Hyungwon.
-Encantado -hice una leve inclinación al igual que él. Justo después cogí otra de sus galletas dispuesto a comérmela. La verdad es que estaba muy deliciosas- Oye, ya que estás aquí ¿tienes algo que hacer dentro de un rato?
-¿Yo? -Hyungwon se asombró que me dirigiera tan directamente a él-. No, no tengo nada que hacer.
-Perfecto, porque me apetece salir a tomar algo después del trabajo y tú me vas a acompañar.
Le guiñe un ojo. Aún está en shock y yo lo comprendí enseguida. No se esperaba que lo invitara a salir después de pillarlo solo en la tienda, ni siquiera yo mismo me lo esperaba. Me sorprendí a mí mismo diciendo sin más aquello pero la realidad es que ese chico me causaba cierta curiosidad y yo era un chico muy curioso.
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