Título: Sweet demon
Pareja: Joy + Wendy
Tipo: Yuri
Géneros: Angst, misterio, demon!AU
Clasificación: G/PG
Descripción: Wendy lleva una vida prácticamente perfecta. O al menos así es hasta que decide acercarse a una misteriosa chica, en la fiesta de cumpleaños de una amiga. Después de eso, todo empieza a desmoronarse.
Advertencias: Ninguna.
Notas: Me apetecía mucho escribir algo con un tono un poco más de terror y sobrenatural. Y aunque no llega a ser terrorífico, espero haber logrado un poco de lo que buscaba en un principio.
No entendía por qué la gente seguía diciéndole que la envidiaba. Ella no tenía nada del otro mundo. O al menos eso era lo que pensaba.
En realidad, lo tenía todo. Todo lo que una persona normal podía desear. De normal la gente tiene una cosa pero les falta otra. Pero no. Ese no era el caso de Wendy.
Tenía una familia que se amaba y se cuidaba, una bonita casa decorada totalmente a su gusto, un buen puesto de trabajo con el que poder mantener dicha casa y pagarse otras cosas, buena salud, tres amigas increíbles y por si fuera poco, un novio maravilloso.
Pero ella parecía no ser consciente de la suerte que tenía. De lo privilegiada que era. No es que no lo apreciara y le pareciese poco. Es que simplemente lo veía tan normal que no era consciente de la suerte que tenía.
Sin embargo todo estaba a punto de dar un giro y su buena suerte se vería amenazada. Algo se acercaba para arrasar todo a su paso.
-Hasta mañana. -Dijo, despidiéndose con alegría de la recepcionista de su lugar de trabajo.
Trabajaba en una consulta como psicóloga y cada día ganaba más prestigio por su buen trabajo. La mayoría de sus clientes salían satisfechos tras unas sesiones con ella y eso se iba extendiendo, teniendo cada vez más pacientes y estando más solicitada hasta el punto en el que a veces llegaba a ser agotador.
Iría directa a casa y estaría allí un rato. Lo justo para descansar, ducharse y ponerse guapa. A las 9 y media debía estar ya de nuevo en la calle.
Tanto ella como dos de sus amigas le habían preparado una fiesta sorpresa a la tercera de ellas, por su cumpleaños. Cenarían juntas e irían después a tomar algo a un buen lugar, no a uno cualquiera. Allí las esperarían los familiares de la chica, más amigos y algún que otro conocido. Habían reservado prácticamente todo el local para el cumpleaños.
Estuvo un rato frente al pc, olvidando un poco el estrés del trabajo y relajándose. Después y tras ducharse, empezó a vestirse para la ocasión. Lo hizo de forma informal, pero con un pequeño toque de elegancia. No quería ir como si fuese un día más, pero tampoco quería que pareciera que se iba a una boda.
Llegó a la puerta del restaurante donde habían quedado cinco minutos antes de lo acordado. Allí solo estaba Irene, de momento. Ambas chicas se saludaron con ganas y minutos más tarde Seulgi llegó, pensando que ya llegaba tarde. Pero por suerte no fue así y las tres pudieron hablar un poco más de sus planes de después antes de que Yeri, la cumpleañera, llegase.
Las cuatro pasaron una agradable cena, llena de comida deliciosa y buen ambiente. Yeri parecía no sospechar nada de lo que vendría y eso se notaba. Ya les había agradecido unas cuantas veces, creyendo que ahí acababa todo y que después cada una se iría a su casa. Ay, qué equivocada que estaba.
Pagaron la cuenta y se marcharon del restaurante alrededor de las 23:00. Quizás un poco más tarde. En todo caso llegaron al local reservado a y media.
Convencieron a Yeri de que querían tomar algo y pasar un último buen rato antes de irse a dormir. Pero cuando entraron al local y se dio cuenta de que no había nadie, fue cuando empezó a sospechar, mirando a sus amigas de manera sospechosa.
Los invitados salieron de sus escondites y la chica, emocionada, no pudo hacer otra cosa más que agradecer y corresponder a los abrazos de la gente que se acercaba a felicitarle. El plan había salido justo como habían querido.
Todo parecía estar saliendo bien. El ambiente era bueno, la gente estaba animada, había buena música, buenos aperitivos… Nada podía ir mal.
Wendy se paseaba entre los invitados, charlando con los que conocía y conociendo a los que no. Se paraba a hablar con sus amigas, se daba otra vuelta, bebía y comía algo, bailaba un poco. Estaba siendo bastante agradable.
Entonces se fijó en algo que le llamó realmente la atención. O más bien, en alguien.
Al fondo de la sala, sentada en una de las sillas que se habían echado a un lado para improvisar una zona de baile, había una joven chica sentada y sola.
Lo que más le llamó la atención fue su largo cabello, negro y liso. La mirada la tenía perdida entre la gente, sin estar mirando realmente a ninguna parte. Llevaba un bonito vestido de color negro también, a juego con su llamativa melena.
¿Qué hacía allí? ¿Y quién era? No le sonaba de nada y ella desde luego no la había invitado ¿Habrían sido las otras? En todo caso, decidió acercarse a la chica para hablar con ella ya que por algún motivo, parecía bastante sola.
Se movió entre los invitados, teniendo que esquivar a algún que otro borracho hasta llegar a ella. Una vez frente suya, mostró la mejor y más amigable de sus sonrisas.
-Hola, soy Wendy. -Dijo, presentándose directamente.
La chica levantó la mirada hacia ella, a pesar de toda la gente que había allí, la escuchó bien. Por un momento algo la inquietó al cruzar miradas con aquella desconocida. Pero entonces vio una cálida sonrisa en sus labios.
-Encantada, me llamo Joy. -Respondió manteniendo aquella sonrisa. Le parecía una chica muy bonita.
-Que nombre tan… alegre. -No pudo evitar decir Wendy, arrepintiéndose al momento de la broma. Quizás la chica ya estaba harta de escucharla.
Pero para su sorpresa, la joven amplió su sonrisa.
-Qué original. -Dijo Joy. Wendy por un momento dudó de si iba en serio o solo estaba usando el sarcasmo con ella. No podía creer que en toda la vida de la chica nadie hubiese usado esa broma. En todo caso, siguió con la conversación.
-¿Y qué haces tan sola aquí? -Se atrevió a preguntar, quizás siendo demasiado directa con ella. Pero realmente había despertado su curiosidad.
-No conozco a nadie. Bueno, ahora sí. A ti. -Respondió Joy con sinceridad. Esa respuesta sorprendió un poco a la otra.
-¿No? Pensé que estabas invitada al cumpleaños. -Al final y viendo que la conversación se iba a alargar un poco, tomó asiento en una de las sillas que estaban junto a la que estaba Joy. Sus pies ya empezaban a doler por culpa de los zapatos.
-Pues no. No era así. -Aclaró por si quedaba alguna duda. Ahora a Wendy le había surgido una más grande.
-¿Y entonces qué haces aquí? No es que molestes, pero tengo curiosidad.
En ese momento algo bastante extraño e inesperado sucedió. Joy ni siquiera le miró a la cara cuando pronunció sus siguientes palabras.
-Eso no importa. Debo irme ya.
Se levantó de la silla y se giró hacia Wendy con aquella tierna sonrisa de antes.
-A sido un placer conocerte. Seguro que volveremos a vernos. -Le dijo como despedida antes de perderse entre la gente.
¿Qué… acababa… de pasar… ? Wendy se había quedado super confundida con aquella chica que tan rápido como apareció, desapareció ¿Quien era? ¿Por qué había asegurado que se volverían a ver? Algo en ella la inquietaba. Pero al mismo tiempo, le atraía. No en el sentido romántico o sexual, por supuesto. Pero había algo realmente interesante.
Ni siquiera vio cuando salió por la puerta del local. Simplemente se perdió entre los demás y desapareció como si nunca hubiese estado allí. Qué chica tan misteriosa.
Se quedó allí sentada, asimilando lo ocurrido. Pero no durante mucho rato porque enseguida apareció Irene entre la multitud, un poco agobiada.
-Ay, estás aquí. Menos mal. -Dijo al verla, un poco más aliviada. Entonces tomó asiento en la silla donde momentos antes había estado Joy.- Estoy que no puedo más, lo juro....
-Es muy tarde, lo sé. Yo también empiezo a estar cansada. -Reconoció Wendy. La última vez que había mirado la hora eran las tres de la madrugada. Y eso había sido hacía ya un buen rato.
-¿Nos vamos a casa? Tampoco seríamos las primeras en hacerlo. Ya se han estado yendo unos cuantos. Y Yeri parece que está muy bien acompañada. Queda mucha gente aún. -Comentó Irene, casi suplicando que se marchasen.
Wendy quedó mirándola durante un momento, dudando. Pero su amiga tenía razón. Era una tontería estar aguantando hasta tan tarde, habiendo pasado gran parte del día trabajando y estando tan cansada. A Yeri no iba a sentarle mal en absoluto. Llevaban con ella desde muy temprano.
-Venga, vamos. -Le dijo, levantándose de la silla al mismo tiempo.
Ambas chicas fueron en busca de la cupleañera para despedirse. En efecto, no había de qué preocuparse. Se despidieron con cariño y les agradeció una vez más las molestias de preparar algo como aquello.
También buscaron a Seulgi, pero al contrario que Irene y Wendy, ella decidió quedarse un rato más en la fiesta.
Las dos salieron a la calle, comprobando que en el exterior el ambiente no era tan bueno. Esa noche estaba haciendo muchísimo frío y las calles ya estaban prácticamente desiertas. Casi corrieron hasta el coche de Wendy, buscando entrar un poco en calor.
Se sentía realmente rara desde su inesperado y confuso encuentro con Joy. O era el poco alcohol que había tomado… No, no creía. Casi no había tomado precisamente porque sabía que después debía conducir. No podía ser el alcohol.
Ambas se montaron en el coche. Primero debía llevar a Irene a su casa, la cual se acabó durmiendo a mitad de camino en el asiento del copiloto. Wendy la miró de reojo, debía estar muy cansada. Igual que ella.
Tenía la mirada puesta en la oscura carretera, apenas iluminada por algunas luces de la calle. Sus párpados parecían pesar más que nunca. Se estaba planteando la idea de quedarse a dormir en casa de su amiga para no tener que seguir conduciendo una vez allí y ahorrarse un posible accidente.
Cuanto más se esforzaba en seguir atenta a lo que estaba haciendo, más rara se sentía. Era una sensación que no podría haber explicado ni aunque le preguntasen. De vez en cuando todo le daba vueltas durante unos segundos y después, se calmaba de nuevo ¿Qué le estaba pasando?
De repente, tuvo que frenar de golpe. El corazón le iba a mil por el tremendo susto que se había llevado. Aquella extraña cosa había pasado tan rápido que no había podido identificar lo que era, pero sí el movimiento. Había cruzado de un lado a otro de la carretera como si hubiese dado un rápido salto de una acera a otra. Y era totalmente negro. Había sido como una sombra o al menos eso le había parecido. El sueño realmente le estaba jugando malas pasadas. O eso quería creer ella.
Miró hacia Irene, aún sobresaltada y con los ojos como platos y el rostro pálido. Su amiga ni se había inmutado… De hecho, parecía que en cualquier momento iba a empezar a roncar.
Se apoyó totalmente en el respaldo de su asiento, cerró los ojos y respiró hondo en un intento de calmarse. No entendía nada de lo que le estaba pasando esa noche.
Allí estuvieron durante tres o cuatro minutos. El coche aparcado en medio de la solitaria carretera, Irene durmiendo a su lado y ella luchando por volver a la normalidad. Cuando lo logró, o al menos todo lo que pudo, continuó conduciendo hasta la casa de la chica.
-Irene, despierta… Ya hemos llegado. -Murmuró a la vez que le daba algunos suaves toquecitos en el brazo con la mano para intentar despertarla, pero no de forma brusca.
La chica murmuró algo incomprensible, aún medio dormida. Poco a poco abrió sus ojos y miró por la ventanilla que estaba a su lado con cara de sueño. Por fin, su casita. Se incorporó un poco en el asiento y miró a Wendy, frunciendo levemente su ceño al hacerlo.
-No tienes buena cara. -Le afirmó.
-Lo sé... ¿Te importaría si me quedo contigo a dormir hoy? -Preguntó, no podía seguir conduciendo hasta casa en su estado.
Irene aceptó a la primera y allí quedó el coche aparcado. Las dos chicas salieron de este y entraron a casa de Irene, deseando poder descansar de verdad de una vez. Lo habían pasado muy bien, pero el sueño era más poderoso que ellas.
Bueno, el sueño y la confusión de Wendy. De nuevo sentía que había bebido más alcohol de la cuenta cuando no había sido así. Estaba un poco mareada hasta el punto en el que de vez en cuando tenía ganas de vomitar. Y aquel extraño suceso en medio de la carretera... Debía haber sido imaginación suya.
Las dos durmieron en la misma cama, sin importarles mucho. Tampoco era la primera vez que se quedaban a dormir juntas y habían tenido que compartir colchón.
Se tumbaron prácticamente al entrar por la puerta, casi directas a la cama. La única parada que hicieron fue para ir al baño y beber un poco de agua.
Antes de llegar a dormirse, por su cabeza no dejaban de pasar las últimas palabras de aquella misteriosa joven.
‘’Seguro que volveremos a vernos’’, le había dicho.
Entonces y de forma automática, le vino a la memoria el suceso de la carretera. Rápidamente eliminó aquel pensamiento de su cabeza. O al menos lo intentó. Eso era una locura. Esas cosas no existían.
Le costó un poco dormirse, pero por fin y tras pensar demasiado, el sueño fue más fuerte que sus paranoias.
No sabía qué hora era, solo que la habitación seguía realmente oscura ¿Aún no había amanecido? Entonces no debería haber dormido mucho teniendo en cuenta a la hora que se acostaron.
Giró el cuerpo hacia un lado, incómoda. Quería seguir dormida. Aún notaba el cansancio en cada una de las partes de su cuerpo, sobre todo en las piernas.
A su lado Irene dormía tan profundamente como en su coche. Qué suerte. Ojalá pudiera hacer lo mismo. Y el caso es que le extrañaba porque acostumbraba a dormirse con facilidad y de un tirón.
Viendo que no había manera y sabiendo que si seguía en la cama, continuaría dando vueltas, se levantó con la idea de irse al sofá. No quería estorbar a Irene.
Nada más entrar al salón empezó a sentir de nuevo aquel extraño mareo y esos nervios sin sentido. Qué ganas tenía de que ya fuera el día siguiente. Un nuevo día. Lo estaba deseando con toda su alma.
Caminó unos pasos por la estancia, directa al sofá. Pero a mitad de su camino, tuvo que detenerse. Se tensó completamente al sentir aquella mirada a sus espaldas. O al menos, la sensación de que alguien le estaba observando.
Respiró hondo y continuó su camino sin atreverse a echar un vistazo a atrás. Imaginaciones suyas, causadas por el cansancio.
Pero esa sensación seguía ahí, presionándola y asustándola.
Se echó en el sofá y cerró los ojos, sin tener pensado abrirlos hasta que fuera de día y sintiera el calor del sol entrando por la ventana hasta llegar a su cuerpo. Al final lo logró, con mucho esfuerzo y hundiendo el rostro en uno de los cojines que su amiga tenía allí para adornar. Pero el recuerdo de esa sensación seguiría perturbando a Wendy durante un poco más de tiempo.
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