miércoles, 20 de julio de 2016

(HwaByul) Ninfómana -Mini serial- Capitulo 2


Nota: ¡Buenas! ¿Os gustó el primer capitulo? Pues ya vengo a dejaros el segundo, donde por supuesto Hwasa tendrá un bonito reencuentro con la chica extraña ¿cómo se volverán a encontrar? Ahh, solo os digo que no será en el mismo lugar que la primera vez. ¡Gracias por leer nuestras historias! ¡Nos leemos! ¡Besoos!

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Sus últimos sueños eran demasiados calientes. No porque pasara calor, sino porque acaba despierta muy excitaba. Esa horrible sensación de necesitar sentir algo más y saber que tienes que hacerlo todo tú sola.

Antes de hacer nada, consultó la hora. No quería entretenerse con nada y acabar llegando tarde al trabajo. Aún tenía tiempo suficiente si era eficaz.

Se acomodó en su cama, en la posición más cómoda para ella. Las piernas un poco abiertas, boca arriba y su mano posada en su sexo. Aquella era la posición que prefería para masturbarse cuando lo necesitaba.

No sabía porque su cuerpo reaccionaba así, se excitaba con nada. Con un solo contacto, con una sola imagen, con una sola imaginación más subida de tono de lo normal. Lo único que sabía es que solo le ocurría eso desde que le ocurrió aquella situación tan extraña con esa chica en el tren.

Desde que aquella desconocida chica le tocó de esa forma tan excitante, desde que le hizo sentir esas sensaciones que nunca antes había experimentado.

No pasaba noche que no podía evitar soñar despierta imaginando que es extraña chica estaba allí, a su lado. Que sus propios dedos rozando su sexo eran los de ella. Unos dedos expertos que sabían que hacer en el momento adecuado, que tocar, qué hacer, cuando hacerlo y como. Como deseaba volver a encontrársela.

Entre su mente volaba en pensamientos sucios y calientes, sus dedos se movían bajo su fino tanga que usaba para dormir. Acariciaba su clítoris con movimientos circulares y lentos, pero haciendo una leve presión.

Había estado practicando mucho en esa última semana, casi todas las mañanas al levantarse desde lo ocurrido en el tren, por lo que fácilmente encontraba su punto más excitante y acababa corriéndose. No era como lo hizo la chica la otra vez, pero era suficiente para calmarse las ganas hasta el día siguiente.

Siguió entretenida, jugando con ella misma. Se removía entre sus sabanas, mientras estiraba el cuello un poco, dejándose llevar por todo lo que la recorrían con cada uno de sus movimientos.

Y mientras su mente volaba entre pensamientos sucios, seguía penetrándose con sus propios dedos, cada vez con más efusividad. Hasta que acabó llegando a un orgasmo que hizo que tuviera que arquear la espalda.

Cuando acabó, poco a poco fue recuperando la compostura. Respiraba de manera agitada y estaba completamente sudada. Había empezado la mañana de buena manera. Ahora solo tenía que ducharse, arreglarse e irse a aguantar a cuatro imbécil babeando por ella.

En fin, no tenía otro remedio. Solo deseaba que acabase el día pronto para volver a casa y poder imaginar de nuevo a aquella chica que le había robado todos sus pensamientos.


***


Se presentó en la oficina pegándose tirones de la ajustada falda que llevaba. Con las prisas de no llegar tarde se la había puesto mal, y a cada paso que daba se le iba subiendo. Que angustia.

-Ah, señorita Hwasa -Uno de sus jefes se detuvo ante ella. Ni si quiera estaba aún sentada en su mesa y ya estaban agobiándola.- El director ha puesto a su sobrina como la nueva psicóloga de la empresa y quiere conocernos a todos. Así que te recomiendo que vayas en cuanto puedas.

-De acuerdo, lo haré en cuento haga falta -Le dedico una falsa sonrisa de conformismo.

Lo que le faltaba. Con todo el trabajo que tenía y debía hacer un hueco para ver a la nueva psicóloga de la empresa. Esa se creería que allí nadie tenía cosas que hacer. Y encima estaba con enchufe.

Seguro que era una chica repelente y mal criada, que les ha dicho a todos que fueran a verla para que pareciese que estaba trabajando algo. Como si ella no conociese a la gente así. Já.

Lo primero que hizo fue sentarse en su mesa y respirar tranquila. Tenía muchos papeles y cosas pendientes por hacer. Así que antes de ir a ver a la psicóloga enchufada, se pondría al día con sus quehaceres.

Veía pasar ante ella a sus compañeros de vez en cuando, que iban a ver a la psicóloga y volvían con una gran sonrisa ¿qué les estaría diciendo la chica a todos para que de pronto pareciesen ser las personas más felices del mundo?

Fue ese hecho lo que empezó a picarle. Sentía la curiosidad de que pasaba para que todos estuvieran así. Pero eso tenía que esperar, primero los papeles.

Pero los murmullos y las palabras “psicóloga” y “magnifica” llegaron a sus oídos, sacándola completamente de su concentración. No había manera. Tendría que ir a ver a la tipa esa y acabar matando esa maldita curiosidad que la estaba pudriendo por dentro.

Al levantarse, tuvo que volver a bajarse la falda, que al estar sentada se la había subido. Al acabar el día, acabaría prendiéndole fuego.

Con un paso seguro y la cabeza alta, caminó por el pasillo al salir de la sala donde las mesas de sus compañeros y la de ella estaban. El despacho que solía usar el antiguo psicólogo estaba en su misma planta, casi al final de ese pasillo.

Ese despacho tenía muy buenas vistas. Un lugar privilegiado para una buena enchufada. Si tenía que decirle algo, no se cortaría y le dejaría todo muy clarito.

Cuando estaba ya decidida a dar unos golpes en la puerta para avisar de que iba a entrar, esta se abrió. De ahí salió un hombre mayor, con una sonrisa de oreja a oreja. Lo había visto alguna vez por allí deambulando, siempre cabizbajo y triste. Pero ahora irradiaba felicidad.

-Oh, perdona señorita, ya puede pasar. Le vendrá bien -El señor le dejó pasar. Y aunque ella cada vez entendía menos, entró.

No vio a la nueva psicóloga hasta que entró del todo. Estaba de espalda a ella. Era alta y muy delgada, y lucía un largo cabello.

-Pase, póngase cómoda -La escuchó decir. A pesar de lo fina que era, su voz era todo lo contrario a dulce y suave. Imponía. Eso la desconcertó, pero no iba a estar mucho rato ahí, así que ni se sentaría.

-Tan solo he venido porque me han comentado que usted ha pedido que viniera. No me ha hecho mucha ilusión venir, tengo mucho trabajo, así que no creo que este mucho tiempo aquí. Solo quiero saber qué es lo que quiere -Hwasa fue lo más precisa y sincera. Además de utilizar una expresión seria.

-Vaya. Lo siento si te he molestado Ahn Hyejin. O mejor dicho Hwasa -Casi se queda sin aliento cuando vio el rostro de la nueva psicóloga de la empresa. Llevaba unos papeles en la mano y lo que parecía ser su ficha.- En cuanto vi tu imagen, lo puse el primero. Quería verte. Y tan solo me ha bastado escuchar tu voz para saber que eras tú.

No podía ser… ¡Era ella! Tantos días rogando por poder verla una vez más y saber algo más de ella que no iba a pensar que la nueva y enchufada psicóloga de su empresa era ella. Aquella chica que le hizo sentir tantas cosas en un solo momento. Estaba frente a ella, con un ajustado traje y una falda similar a la suya. No podía ser igual.

-Venias muy dispuestas ¿qué te ha pasado ahora? ¿Te has quedado sin palabras? -La chica insistió, pero ella no era capaz de reaccionar. Su mente había viajado a otro lugar y su cuerpo temblaba. No por miedo si no por desesperación. La tenía tan cerca… que tan solo deseaba en ese instante lanzarse a sus brazos y dejar que le hiciera de todo, pero tenía que guardar la compostura.- ¿Te quieres sentar ahora o sigues sin querer hacerlo?

-Me sentaré… -Por fin le salieron las palabras, pero casi tartamudeaba al hacerlo. Con nerviosismo, se sentó junto a una silla que estaba al lado de ella, que se mantenía de pie, apoyada en la mesa, observando cada uno de sus movimientos.

-Bien. He estado leyendo tu ficha. Llevas aquí dos años y lo has estado haciendo muy bien. E incluso tienes contentos a todos tus superiores. Te tienen en alta estima -Ella comenzó a hablar, pero su mirada fue directa a revisar el despacho.

Estaba mucho más ordenador que como lo tenía el anterior psicólogo, e incluso se veía más bonito y colorido. Pero acabó deteniendo sus ojos frente a la placa de la mesa donde estaba escrito su nombre “Moon Byulyi”. Por fin sabía su nombre, era todo un avance.

-¿Me estás escuchando? -Con esa voz tan grave, y a su vez tan sexy, la estaba dispersando más de lo que ya estaba. Ahora la miraba casi estupefacta, como si tan solo fuese un holograma allí plantado y no alguien real.

-Sí, sí. La estoy escuchando -Hwasa asintió con la cabeza, aunque no había escuchado nada de lo que le dijese. Estaba más pendiente de observarla y alucinar. Sus plegarias habían sido escuchadas y cumplidas.

-Yo creo que no. Estás distraída ¿puedo saber con qué? Tal vez así sepa cómo eres -La intenta mirada de Byulyi y su pequeña sonrisa en el rostro la descolocaron por completo. Se sentía desnuda ante ella. No podía ocultarle nada. Y tampoco se sentía avergonzada o tímida. Solo unos terribles deseos de sentir de nuevo sus dedos por todo su cuerpo.

-Bueno, es un tema un tanto… íntimo. No sabría cómo explicarlo exactamente. Solo que su presencia hace de todo menos que me concentre -Tras unos segundos meditando que palabras usaría para describir como se sentía, Hwasa tuvo que tragar saliva con algo de dificultad ¿estaba la calefacción puesta o es que le había dado un bochorno?

-Entiendo perfectamente -¿De verdad que entendía toda la desesperación que se le estaba acumulando en el cuerpo? A Hwasa le daba de que no. Pero Byulyi se estaba cercando amenazadoramente a ella.- Mi función aquí es ayudar a todos los empleados con sus problemas, hacerlos felices para que así puedan cumplir su función como debe ser.

-¿Y me ayudaras? -No sabía si la chica sabía a lo que se refería ella, pero cuando empezó a acercarse a ella y la tomó del mentón, algo le dijo que sí.

-Por supuesto, tú no vas a ser la excepción -Byulyi acercó su rostro peligrosamente al de ella, hasta que sus labios se rozaron.- Aunque creo que contigo me va a llevar un poco más de tiempo. Normalmente con unas cuantas palabras bonitas lo consigo, pero tú quieres algo más. Lo veo en tus hermosos ojos.

El cosquilleo que se había adueñado de su cuerpo no se aplacó ni cuando le besó con pasión. Cuando sintió esos finos labios sobre los de ella. Al contrario. Aumentaron.

Quiso concentrarse en aquel beso, pero no pudo. En seguida noto como los finos dedos de ella se iban deslizando por su pierna, justo por debajo de la tela de falda, muy lentamente. En un principio sintió algunas cosquillas, pero comenzó a retorcerse levemente cuando sus dedos se acercaron tanto a su sexo.

Pero no llegaron a tocarla, ya que enseguida volvió hacia atrás igual de lento. Mientras la besaba con ganas. Movía sus labios como toda una experta. A ella le costaba bastante poder seguirla a la vez que solo pensaba en el roce de sus dedos.

De pronto todo se detuvo. Separó sus labios muy lentamente dejándola con ganas de más. Hwasa la miró, con una clara pregunta en los ojos ¿por qué paras ahora? Pero la psicóloga la miraba con una lasciva sonrisa.

-¿Qué prisa tienes? ¿Acaso me has estado echando de menos?

-Si te soy sincera, más de una noche he pensado en ti -Murmuró como pudo. Cuando quiso darse cuenta, estaba excitada y algo húmeda ya.

-Bien. Eso me gusta -Sin pensárselo, Byulyi tiro del asiento en el que estaba sentada hacia atrás. El acto fue tan agresivo que la puso más cachonda.

Con ambas manos la hizo abrir un poco las piernas a la misma vez que ella se agachaba en frente suya. La mirada la tenía clavada en sus ojos, pero sus intenciones estaban en otro lado. Pero Hwasa se dio cuenta de por dónde iba. El hecho de imaginárselo, hizo que lo deseara con más ganas.

Sus manos iban subiendo por sus piernas, llevándose consigo la falda hasta dejarla arrugada a la altura de su cadera. Hwasa no perdía detalle de lo que estaba haciendo. Después de lo que ocurrió en el tren, ahora tan sólo quería recordar hasta el último gesto que tuviera con ella.

Sus dedos ahora jugaban a rozar su sexo, con pequeños toques para hacer que se desesperara más por momentos. Pero lo siguiente supero con creces a todo.

Acercó ahora sus labios entreabiertos hasta su fina prenda que le cubría todo su sexo, hasta hundirlos. Hwasa tuvo que contener el aire retenido en sus pulmones cuando sintió su húmeda lengua haciendo presión sobre su clítoris.

Le hizo abrir un poco más las piernas para poder acceder mejor a toda su zona más sensible. Hacía movimientos con su lengua muy lentos para su gusto pero que a su misma vez la estaba estimulando demasiado bien. Diría que tanto ya que fue cuestión de segundos que ya se sentía muy húmeda y excitada.

-No sé qué me haces exactamente qué me pones de una manera imposible -Esas fueron las únicas palabras que fue capaz de pronunciar antes de que Byulyi apartará con los dedos la tela de su ropa de interior y que el contacto de su lengua fuera directo.

Un gemido que llevaba rato intentando controlar se le escapó pero ya por pura necesidad. Lo que le hacía aquella mujer era inimaginable.

Cuando los movimientos de su lengua se hicieron más intensos y mucho más rápidos, de manera instintiva, sus caderas se levantaron un poco, en busca de más contacto.

Se agarró con ambas manos a los bordes de la silla. Las sensaciones que fluían por todo su cuerpo la estaban enloqueciendo. Era igual a lo que sentía cuando estaba en el tren. Sólo que ahora lo gozaba sin ningún miedo.

Su lengua ahora entraba y salía de su interior. Tan sólo la penetraba con aquel húmedo músculo que sabía usar a la perfección por lo que estaba demostrando. El cuerpo reaccionaba casi sincronizado con cada uno de sus actos. Eso le hacía replantearse lo perfectamente que parecía conocer Byulyi su cuerpo.

Y es que no tardó en sentir una vez más esa extasiante sensación de estar explotando en un incontrolable orgasmo cargado de placer que hace unas semanas sintió. Byulyi había vuelto a hacer que se corriera tan fácilmente.

-¿Así es como haces que todos estén felices? -Preguntó una vez más tranquila y con la respiración más controlada. Ella estaba en pie, arreglándose su traje.

-En realidad solo lo he hecho contigo. Tienes algo que me atrae y no puedo resistirme a la tentación de la carne. Y menos cuando es de una chica tan atractiva -Con aquello la dejó sin palabras. Aún seguía abierta de piernas ante ella y exhausta a más no poder.

-¿Y qué pasará a partir de ahora? -Eso era lo que quiero saber, o mejor dicho, lo que necesitaba saber. No podría seguir viviendo si sabía que la chica que la volvía loca era la psicóloga que estaba al final de un pasillo donde trabajaba.

-Vuelve a tu mesa y sigue con todos los papeles que tienes. Mañana comenzaré a aplicarte un tratamiento para quitarte todo ese estrés -El hecho de que se relamiese tras decir aquello, solo le indicaba que habrías más situaciones así. Y gracias al destino, por ponerla en su camino.


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