martes, 12 de julio de 2016

(SimDdy) You are my eyes -MiniSerial- Capitulo 5 [Final]


Nota: ¡Buenaas! Tal y como dije, este es el último capitulo donde todo gira y te vuelve bien ¿no? Eso lo tendréis que averiguar vosotros. ;)

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Su mayor reto, se había vuelto su mayor hazaña. Cuando se propuso ayudar en todo lo posible a Jongseok, no cabía en sus planes el hecho de enamorarse de él. Y con el simple hecho que fuera un sentimiento mutuo, era demasiado.

Si le amaba, como decía, le dejaría ayudarlo más, estar a su lado y abrir un poco más su corazón. Y los siguientes días fueron como una fantasía de sus mejores noches que se estaba cumpliendo.

Ahora le dejaba cogerle de la mano y paseaban así. Le había podido robar algún que otro beso, aunque no lo aceptase Jongseok. Y más de una vez se habían peleado un poco, por él ahora le había dado por insistir en que era toda una carga por el simple hecho de ser ciego.

-Que estés ciego no significa que yo vaya a coger una depresión o me cueste vivir o lo que sea que pase por tu cabeza -Youngjin insistía por enésima vez, pero no había manera. No le entraba en la cabeza a Jongseok.

-Pero podrías estar haciendo otra cosa o estando con alguien que sea mucho mejor yo -El chico parecía tener excusa para todo.

-Cállate ya y termínate el helado, o me lo comeré yo sin que te des cuenta -Cambiar de tema, siempre era la mejor táctica. Ya Jongseok no seguiría insistiendo, por lo menos hasta dentro de un buen rato, cuando la idea volviese a su mente.

Había pasado un mes desde que Jongseok se atrevió a decirle lo que sentía. Por un lado, creía que era porque le iba cogiendo confianza, y por otro, que en el fondo le presionó un poco para que le contase lo que sentía. Pero tanto secretismo y misterio lo ponía muy enfermo.

Ese día habían quedado que iban a ir a un museo de esculturas para ciegos. Él mismo lo buscó por Internet y se lo propuso al que ahora consideraba a su novio, aunque no hubiesen aclarado ese tema aún.

Jongseok aceptó más que encantado, parecía tener bastante curiosidad y eso lo hacía feliz. Así que acompañaría a su chico a un museo hecho para él, mientras podría disfrutar de la felicidad que irradiaba. Además de pasar el día entero con él ¿qué podía ir mal?

Justo aquel día había salido más temprano de lo normal, pero es que quería llegar antes a por Jongseok para ayudarle a tenerlo todo preparado. Y que cuanto más tiempo pasase con él, mucho mejor.

Con una amplia sonrisa que le ocupaba casi todo el rostro se presentó ante la casa de Jongseok. Tocó el timbre. Y tuvo que esperar.

Le resultó muy extraño, porque al momento le abrían siempre, ya fuese Jongseok o su madre. Tal vez estaba en el baño o simplemente no lo había escuchado. Volvió a tocar al timbre, intentando no ponerse nervioso. Pero nada, nadie abría.

Miró la hora. Tampoco era muy temprano, solo un cuarto de hora antes de lo que solían quedar. De nuevo tocó ya frustrándose, cuando una voz detrás suya lo hizo girarse.

-Chico, creo que aún no han llegado -Una mujer algo mayor, que ya había visto alguna que otra vez por allí se dirigió a él.

-¿A dónde han ido? -Preguntó Youngjin todo inocente.

-¿No lo sabes? Del hospital. Como todos los días, de la revisión del chico ciego ¿eres su amigo y no lo sabías? -Las palabras de la mujer lo descolocaron. ¿Cómo que en el hospital como cada día? ¿Por qué Jongseok nunca antes le había dicho nada?

-¿Y usted sabe a qué hora vienen? -Se apresuró a preguntar cuando vio que la mujer ya estaba emprendiendo su caminata.

-En unos minutos deben llegar, como siempre -Ni siquiera lo miró cuando le respondió. Youngjin estaba descompuesto completamente con el descubriendo que acaba de hacer. Cuando viera a Jongseok le haría un buen interrogatorio.

Aunque si estaba en el hospital, es porque algo debía pasarle. O como había dicho la mujer, no era más que una simple revisión, pero ¿todos los días? Estaba ya rayándose mucho con el tema. Solo esperaba que Jongseok apareciera antes de que enloqueciese.

Se sentó frente a la puerta de su casa, a la espera de que pronto apareciese. No hacía más que consultar la hora en su teléfono móvil. Pero los minutos pasaban y Jongseok no aparecía.

Suspiró con fuerza. Había pasado incluso la hora a que solían quedar. No sabía porque pero ya no lo veía normal. ¿Dónde estaba el chico? En seguida se fue a lo peor ¿y si le había ocurrido algo en el hospital y lo tenían allí?

El corazón empezó a latirle a mil por hora. Necesitaba saber dónde se encontraba Jongseok, y sobre todo, como se encontraba. Estaba ya muy preocupado.

Aquello no le resultaba para nada normal ¿Jongseok llegando tarde cuando era la persona más puntual que conocía? Algo iba mal. Quería saber qué, pero ¿dónde empezaba a buscar?

Lo primero que se le vino a la cabeza, fue ir hasta la tienda en la que trabajaba la madre de su amigo. A lo mejor allí encontraba la información que necesitaba. Y era a que hospital solía ir Jongseok. Seguramente allí lo sabrían.

Tan rápido como sus piernas le permitían, andaba casi corriendo por la calle. Menos mal que la tienda no se encontraba muy lejos. Tal vez con un poco de suerte estaba atendiendo la madre del chico y todo sería mucho más fácil. Pero eso era pedir demasiado.

-Bienvenido ¿qué es lo que deseas? -Le preguntó una mujer, que no era la madre de su amigo, desde detrás del mostrador.

-Sí, uhm… me gustaría saber, si puede ser, donde se encuentra la otra mujer que suele trabajar aquí. Una mujer mayor y que tiene un hijo que es… ciego ¿sabe de quién le hablo? -Al no recordar el nombre de la mujer, tuvo que hacer una pequeña descripción que le dio algo de apuro al hablar así de Jongseok.

-Ah, claro, a la dueña del local. Seguramente esté en su casa, si no, en el centro sanitario que hay a varias manzanas de aquí -Con las palabras que le dijo, se le abrieron los ojos al momento.

-¿Me podría indicar cómo llegar? Es que quiero darle una sorpresa a su hijo, y claro… Soy un amigo suyo -Hizo una mentira a medias, y aunque se esforzó para que fuese creíble, en el fondo era real.

Se quedó muy atento a todas las indicaciones que le dio, para que no se le olvidase ninguna. Cuando terminó, le dio las gracias y salió corriendo por la calle por la dirección que la mujer le había dado.

Tenía prisa, mucha prisa. Algo en él le decía que había algo que no estaba bien. Y lo que más temía es que ese algo tuviera que ver con Jongseok. Tenía que llegar cuanto antes al centro sanitario y averiguar si estaba allí.

El lugar estaba abarrotado de gente que iba de un lado a otro, de enfermeros y medios, pero él no sabía ni por dónde empezar a buscar, así que fue directo a la mesa de una mujer que presidía el centro de la estancia. Seguro que allí le daban la información que necesitaba.

-Perdone. ¿Me puede decir si se encuentra aquí un paciente llamado Oh Jongseok? -Dijo nada más ponerse frente a la mujer que estaba muy pendiente de su ordenador.

-Sí, un momento, señor -Como si hablase con él sin más, la chica que le atendió ni lo miró. Seguía enfrascada con lo que estaba haciendo. No le estaba haciendo caso y eso lo mosqueó.

-Es bastante urgente -Insistió pero ella seguía tecleando sin parar en su ordenador.- Por favor.

-Claro -Reaccionó al minuto, cuando ya estaba a punto de volver a protestar.- El paciente Oh Jongseok se encuentra ahora mismo hospitalizado en observación de alta gravedad.

-¿Cómo que observación de alta gravedad? -Youngjin comenzó a asustarse.- ¿Dónde está? ¿Puedo verle? ¿Qué le pasa?

-Se encuentra en la segunda planta, pero… ¡oye! -No se quedó para escuchar la explicación que tuviera que darle. En cuanto supo dónde estaba, fue directo a las escaleras.

Nunca antes se le había hecho tan largo el hecho de subir escaleras, pero cuando llegó a la segunda planta, se sintió peor de lo que estaba. La angustia se lo estaba comiendo por dentro, necesitaba ya salir de toda esa incertidumbre que lo estaba rodeando por momentos.

Al comenzar a correr por el pasillo, miraba a un lado y a otro. Cuando estaba a punto de detenerse para preguntarle a alguna enfermera, vio a la madre de Jongseok, sentada frente a una gran puerta con una luz roja que parpadeaba sobre esta.

-¡Señora! ¿Qué hace aquí? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Jongseok? ¿Está bien? -No lo pudo evitar y en cuanto llegó hasta ella, le hizo todas las preguntas que se había estado haciendo durante todo el trayecto hasta allí.

-Ay, niño… ¿qué estás haciendo tú aquí? -La mujer tenía los ojos rojos e hinchados ¿había estado llorando? Aquello lo preocupó más si podía ser.

-Había quedado con su hijo… y vi que no llegaban… una vecina me dijo y… por favor, dígame qué está ocurriendo ¿es algo malo? -Hincó una rodilla ante ella y se agachó para estar casi a su altura. La miraba a los ojos directamente, suplicándole con la mirada que le dijese la verdad mientras le cogía las manos. Pero ella se echó a llorar.

La había cagado, pero bien. Se limitó a abrazarla para así consolarla en vez de volver a decir algo que la pusiera peor. Aunque en el fondo estaba desesperado por saber que es lo que estaba pasando para que estuviera así. Hasta que ella se decidió hablar.

-Siempre nos dijeron que todo iba bien, que estaba fenomenal. Que la vista de Jongseok se mantenía y si seguía un tratamiento, mejoraría hasta poder llegar ver sombras. Que eso sería un avance ya, pero… -La mujer comenzó a llorar más fuerte, más desesperadamente, pero cogió fuerzas para seguir.- Ese tratamiento solo ha dañado sus ojos más… ¡no tiene ya solución!

Sus palabras lo calaron hasta el fondo. ¿Por qué nunca Jongseok le había comentado nada de aquello? ¿Por qué no le dijo lo del tratamiento? Estaba claro que aún seguía sin confiar en él. No sabía en esos momentos que le dolía más. El hecho de que no confiase en él o aquellas malas noticias de que nunca podría volver a ver. Y todo por su culpa…

-¿Y… No hay ninguna manera de poder hacer que vuelva a ver? -Después de dejar que la mujer se desahogara durante un buen rato, y él estar meditando sobre la situación, quería saber más para poder ayudar.

-No por el camino rápido. Para que volviese a ver se necesita a alguien que done los ojos, y no hay nadie capaz de hacer tal cosa… ¿por qué la vida siempre ha sido tan injusta con mi hijo? -Con los lamentos de la mujer, se le estaba rompiendo el corazón poco a poco en mil pedazos.

Esa mujer había visto como maltrataban a su hijo, como acababa ciego, como la gente se olvidaba de él y como ahora, no tenía solución. Eso para una madre tendría ser doloroso. De pronto pensó en la suya, que estaría en casa esperándolo, haciéndole la cena, preparada para preguntarle qué tal le había ido… solo pensarlo, el corazón le dolía.

Él era el culpable de todo aquello. Aunque no hubiese estado, Jongseok había pasado por tantas cosas y se había vuelto así por él. Ni siquiera confiaba en él del todo, y eso le partía el alma. Tan solo había una manera para que todo saliera bien. Y por fin quedara su propia conciencia tranquila. Y Jongseok confiaría plenamente en él.

***

No sabía nada. Solo que lo habían metido en quirófano y había estado por horas sedado en una operación para sus ojos ¿pero para qué? ¿qué tan mal los tenía? Ya poco le importaba, solo tenía una espinita clavada en su corazón.

Había acordado con Youngjin que irían a un museo, y él no había salido del hospital, e incluso le habían hecho una intervención durante horas. Se lo imaginaba allí esperando, solo, pensando que lo había abandonado, cuando no era así.

Ya de seguro que no volvería a hablarle. Ahora sí que sería uno como los demás. Y eso le apenaba muchísimo. Lo consideraba su mayor razón de vivir, incluso se había acabado enamorando de él, para luego nada. Tal vez así mucho mejor…

-Joven ¿puede escucharme? -Una voz lo sacó de sus pensamientos. Ahora estaba completamente despierto. Pero seguía sin ver nada. Sentía una venda sobre sus ojos.

-Sí ¿qué me han hecho? ¿por qué me han operado? -Era lo que necesitaba saber, nada más.

-Voy a retirarle la venda que cubre sus ojos. Su madre está fuera esperándole. Si todo va bien, podrá volver a casa, aunque deberá seguir volviendo a diario para revisiones -El hombre que le hablaba, estaba toqueteándole la venda.

-Eso es como siempre, no ha cambiado nada -Murmuró él. Pero mientras le quitaba la venda, sus palabras lo dejaron descolocado.

-No, ya ha cambiado el mundo para ti.

Una terrible luz lo cegó completamente. Esa luz se colaba por sus ojos haciendo que le molestara. Hacía años que no podía sentir aquello, así que se tuvo que tapar con las manos hasta que sus ojos se adaptasen a lo que estaba pasando.

-¿Que... me pasa?

-Te hemos operado los ojos. Ahora puedes ver. Alguien muy cercano a ti, ha decidido darte el don de volver a ver. Te haremos unos pequeños exámenes para ver cómo ha ido la operación, pero seguro que querrás ver a tu madre.

-Pero.. ¿qué está diciendo…? Espero que sea una broma porque… -Al apartar la mano, si que seguía viendo luz, pero también bultos, formas que se movían, colores… ¿de verdad estaba viendo?

-¡Jongseok! ¡Mi vida! ¿Es cierto que ya ves? ¿La operación ha salido bien? –No solo le llegaba la irreconocible voz de su madre, sino que también la veía. No con total claridad ni perfección, pero la veía.

-Sí… Te veo… -La madre se lanzó sobre los brazos de su hijo, para abrazarlo, mientras lloraba.

-Oh, Dios mío, que bendición, menos mal –Lo miraba y le acariciaba el rostro. La mujer estaba de lo más feliz, y él también, pero una duda le vino a la mente.

-Madre, dime una cosa ¿qué es eso que dice el doctor de que alguien de mi entorno ha donado sus ojos? ¿Quién ha sido capaz de hacerlo?

La mujer guardó silencio. Su mirada se entristeció. Eso no significaba nada bueno.

-Él supo dónde estábamos, vino… Le dije que no había solución para tus ojos, solo que alguien donara sus ojos, y lo siguiente que supe es que lo ingresaban contigo…

-No será lo que estoy creyendo que hizo… -¿A caso los ojos que ahora llevaba eran…?

-Lo siento….

***

Hacia tantos años que no había visto como brillaba el sol, como el azul del cielo era tan maravilloso, que solo aquella mancha negra de su corazón podría estropearlo todo.

Caminaba cabizbajo por aquellas calles que antes recorría con un bastón y a ciegas. No era como en su mente imaginaba cada vez que pasaba, pero por suerte si que lo reconocía. Cada esquina, cada paso, cada farola, cada arbusto… pero ya no tenía sentido para él.

Estaba llegando al lugar donde habían quedado. Tuvo miedo de que él se perdiera, pero allí estaba, sentado en un banco tras un mes en el que ambos se operaron. Se sentó a su lado, en silencio.

-¿Por qué lo hiciste? -Ahora que lo podía ver de verdad, observar su rostro, quiso echarse a llorar. Era tan hermoso… pero aquellas enormes gafas negras no le pegaban.

-Por ti y por mí. Por los dos -Guardó por un momento silenció, hasta que volvió a hablar.- ¿ya confías en mí?

-Eres un tonto, Youngjin… -Sin quererlo, una lágrima comenzó a descender por su mejilla.- No debiste dar tus ojos para mi… No debiste hacerlo…

-Si no lo hacía tú nunca confiarías cien por cien en mí. Y tampoco podría vivir con la culpabilidad de que esto sucedió por mi culpa. Tú necesitabas esta oportunidad -Parecía tan alegre, tan contento, a pesar de que no volvería a ver nunca más.

-Encontraremos una solución… Yo voy a estar contigo hasta el final…

-No lo dudaba, Jongseok. Pero ahora, tú eres mis ojos, los llevas puestos ¿lo pillas? -Incluso en aquella situación, solo él podría hacer un chiste así.

-Yo soy tus ojos, mi amor.


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