martes, 9 de agosto de 2016

(MiMo) Amor secreto -Oneshot-


Título: Amor secreto

Pareja: Momo + Mina

Tipo: Yuri

Géneros: Romance, WAFF

Clasificación: G/PG

Descripción: Momo pronto se irá a vivir a otro lugar y Mina tiene la oportunidad de decirle lo que tanto tiempo ha estado escondiendo. Sin embargo, el miedo al rechazo no se lo pone nada fácil.

Advertencias: Ninguna.

Notas: Nos pidieron que escribiéramos más sobre Twice y en concreto sobre esta pareja, así que aquí está este bonito oneshot que espero que os guste a todos y en especial a la persona que lo quería ^^

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No quería creer lo horrible que iba a ser aquel día. Después de tantos momentos compartidos y recuerdos creados con aquella chica, ahora se iba y la dejaba sola.

Lo peor de todo era saber que se iría sin conocer la verdad. Sin entender qué era lo que su corazón sentía cada vez que la veía. Eso era lo peor de todo. Saber que ya ni la distancia estaría de su parte.

Había quedado para comer con Momo a modo de despedida. Iría a su casa y de paso le ayudaría a terminar de guardar algunas cosas. Eso solo iba a hacerle más daño, pero cuando antes lo asimilara, mejor. Después, casi a la noche, cogería un avión y se iría muy lejos de ella.

No quería levantarse de la cama. Estaba tapada hasta la cabeza, intentando convencerse de que nada de lo que estaba pasando era real. Eso fue hasta que su móvil recibió un mensaje.


'' Mira lo que estoy preparando ~ ''



Era de Momo y junto a este iba una foto de lo que la chica estaba cocinando para la comida que iban a compartir juntas. Mina suspiró, aún entre las sábanas de su cama. No podía darle plantón por mucho que quisiera desaparecer. Era un día muy especial para Momo.

Como pudo, se animó a levantarse de la cama e ir a vestirse decentemente para ir a casa de su amiga. No tenía más remedio. Además, tenía muchísimas ganas de verla a ella. Algo que le resultaba realmente contradictorio pues por una parte quería y por la otra deseaba alejarse de Momo lo máximo posible.

Pasado un rato ya iba de camino a su casa, sin mucho ánimo. Estaba sentada en uno de los asientos del bus, con la cabeza apoyada en la ventana. Miraba a la gente que caminaba, viéndoles sonreír y pensando que seguramente esas personas iban a tener un día mejor que el suyo.

Llegó antes de lo que habría deseado. Tan solo tuvo que caminar un par de calles más hasta llegar al edificio donde pronto dejaría de vivir Momo.

Y minutos más tarde allí estaba, en su cocina.

-Voy a echar de menos este pisito. Después de tanto logré decorarlo tan a mi gusto… -Se quejó Momo, poniendo un leve pucherito tras terminar de hablar. En realidad ella no quería irse, pero debía hacerlo.

-Normal, le has dedicado mucho tiempo. -Momo tenía razón. Aquella casa era tal y como ella quería. Allá donde mirabas podías ver un estilo que te recordaba a ella.

Eso le entristecía. No quería que se fuera. Sentía que en cualquier momento iba a ponerse de rodillas delante de ella y rogarle que se quedase a su lado, pero sabía que era imposible.

-Necesito ir al baño. Ahora vengo. -Dijo Mina, sintiendo como se acercaba a ella un tremendo bajón. No podía dejar que la viera así.

Recorrió parte del pasillo de la casa y se encerró en el baño mientras Momo estaba ocupada llevando las cosas a la mesa. No estaría mucho rato allí. No podía o iría a buscarla.

Al lavarse la cara e intentar despejar un poco sus pensamientos, cuando alzó la mirada y se vio en el espejo, se dio cuenta de que se le había estropeado todo el maquillaje de los ojos. Madre mía, parecía un panda. Era estúpida por no haber pensado en eso antes. Ahora Momo sí que notaría que le pasaba algo.

Por suerte siempre llevaba en el bolso con ella alguna cosita con la que retocarse. Como pudo e intentando darse prisa terminó de quitarse los restos de maquillaje que le quedaban. Entonces miró en su bolso y vio algo que, al saber que estaba ahí, no supo como había podido olvidarlo.

Era una carta que le había escrito la noche de antes a Momo. En ella le contaba sus sentimientos y había pensado en dársela justo antes de que subiera al avión. Ya no estaba tan segura de si era eso lo que quería. Solo empeoraría su estado al quedar esperando una respuesta que seguramente después sería negativa. Y quizás, incluso Momo no quisiera volver a saber nada de ella.

No. Definitivamente no pensaba dársela. Aquel amor imposible quedaría como su secreto mejor guardado durante el resto de su vida. Era lo mejor para las dos.

-Mina ¿Estás bien? -Escuchó decir a Momo desde el otro lado de la puerta. Aquello le sobresaltó tanto que inmediatamente guardó las cosas que había sacado de su bolso mientras buscaba lo otro y se dispuso a salir.

-Sí, sí. Ya voy. -Dijo, apresurada.

Cuando Mina abrió la puerta y se topó de cara con Momo, esta la miró con una expresión de confusión.

-¿Pero tú… no llevabas maquillaje? ¿O lo he soñado? -Le dijo. Recordaba perfectamente que la había visto así hacía un momento.

-¿Eh? Ah, sí. Pero me picaba mucho. Quizás me estaba dando alguna reacción alérgica o algo así. -Explicó, siendo lo primero que se le pasó por la cabeza para justificar aquello.

-Uhm, bueno… Está bien. -Dijo Momo, sin terminar de creer lo que decía su amiga. Pero tampoco iba a insistir mucho.- Venga, vamos a comer ya.

Arrastró a Mina hasta el salón y comieron juntas mientras recordaban viejos momentos juntas. Eso solo estaba empeorando el estado de la que se iba a quedar allí, sola. O al menos es así como ella se sentiría.

Reía con ella, pero en el fondo no estaba tan alegre como aparentaba ¿Quién lo estaría en su situación?

Cuando terminaron de comer y lo recogieron todo, se encargaron de ir al dormitorio de su amiga para terminar de empacar sus cosas. Eso fue lo más doloroso para ella. Cada cosa que guardaba era como una pequeña espina que se clavaba en ella. Ojalá hubiera tenido la valentía y el egoísmo necesario para rechazar su propuesta de ir a ayudarle.

Cuando terminaron, poco más quedaba por hacer. Dentro de tres horas Momo se montaría en aquel maldito avión.

-Creo que debería irme ya. Tendrás otras cosas que hacer antes de irte. -Dijo Mina, tratando de ocultar sus sentimientos.

-Sí, quiero ducharme antes y tengo que pasar por casa de mis padres para darles las llaves y despedirme… Bueno, esas cosas. Ya sabes. -Le explicó Momo. Quería pasar más tiempo con su amiga, pero era verdad que iba a necesitar ese tiempo para ella misma.

Ya no quedaba mucho más que hacer. Se despidieron con emoción, sabiendo que no iban a volver a verse durante muchísimo tiempo. Quizás para cuando Momo volviera las cosas ya habrían cambiado demasiado.


***


No es que estuviera especialmente emocionada por el viaje que le esperaba. No le alegraba tener que alejarse de todas las personas que le importaban, pero así debía ser. Al menos por una temporada. Después tenía claro que volvería.

Una vez sola, se metió en el baño con la intención de darse aquella ducha de la que había hablado a Mina. Lo necesitaba, más que nada para despejarse un poco. Sentir el agua caliente caer sobre su cuerpo y la tranquilidad del momento, le ayudaba a hacerlo.

Mientras se duchaba no podía dejar de pensar en todo lo que iba a dejar atrás. Había pensado muchísimas veces en ese momento y ahora que era prácticamente inminente, tenía miedo. Y lo que más le asustaba era estar alejada de Mina.

Habían estado tanto tiempo juntas que temía perder su hermosa amistad con ella por culpa de la distancia. Sabía que su familia siempre estaría ahí y en general los amigos le importaban, claro. Pero no tanto como ella. Mina era especial. Tanto que nunca había tenido la valentía suficiente para decirlo.

Salió de la ducha y puso una toalla alrededor de su cuerpo para cubrirlo. Fue entonces cuando, al salir, vio que había algo en el suelo. Parecía una hoja de papel doblada. No lo había visto antes.

Se agachó y la recogió. Quizás se le había caído a Mina porque a ella no le sonaba de nada. Tenía curiosidad por saber qué era lo que ponía, pero podría ser algo personal en lo que ella no tendría que meter las narices. Nunca le había gustado meterse en los asuntos de los demás.

Por ahora lo guardaría y si podía, se lo daría antes de irse. Ahora debía vestirse y llamar a su padre para que fuera yendo a recogerla. Él sería quien la llevaría al aeropuerto, pasando primero por su casa para lo que ya le había comentado a Mina.
Guardó en su propio bolso aquella misteriosa carta para cuando tuviera una oportunidad para dársela a Mina. Estaba segura de que sería de ella. Suya desde luego, no era.

De camino a casa de sus padres intentó localizarla, pero tenía el móvil apagado. Qué raro. Casi nunca lo apagaba.

-Papá ¿Podemos pasar primero por casa de Mina? Tengo que darle una cosa que se ha dejado cuando ha venido esta mañana. -Le pidió. Lo justo era devolverle aquello.

Su padre al final aceptó, aunque iban un poco justos de tiempo. Pero entonces, al llegar allí, vio que no había absolutamente nadie en casa de la chica.

Estaba siendo todo un poco extraño y comenzaba a preocuparse. Allí estaba ella, fuera de la casa de Mina, pensando donde podría haberse metido aquella chica. Pero su padre le llamó la atención desde el coche, diciéndole que o se daba prisa o perdería el avión. Suspiró, agotada. Tenía razón. Ahora lo importante debía ser eso.

¿Dónde estaría? Pasó desde aquel momento pensando en ello. Una vez dentro del avión aún lo seguía pensando. Antes de montarse en este intentó localizarla unas cuantas veces más, pero en ninguna obtuvo una respuesta.

En fin. Lo mejor sería intentar desconectar un poco durante aquel viaje. Poco más podía hacer. Al llegar a su destino volvería a intentar llamar y entonces esperaba recibir una respuesta clara sobre qué le había pasado. Tenía miedo de que fuera algo realmente grave.

Abrió su bolso, que era de un tamaño un poco grande, para sacar un libro que había metido en este. Tenía pensado gastar las horas de vuelo en aquello. Entonces vio la carta que había encontrado tirada en el suelo de su baño.

Ya la había olvidado. Tras intentar localizar a Mina y no poder, se había centrado tanto en el hecho de hablar con ella y saber como estaba, que había olvidado el propósito inicial de hacerlo, que era devolverle aquel papel.

Pero ya no era posible. Ahora se encontraba en el avión, muy muy lejos de ella. Y lo seguiría estando durante mucho tiempo. Por un momento pensó que era estúpida, pues podría haberle dado la carta a su madre para que fuera ella quien se la diera a Mina. Pero había tenido que olvidarse.

¿Por qué le causaba tantísima curiosidad? Sentía que debía leerla. Pero eso no estaba bien, no. No podía.

Aguantó un rato e intentó centrarse en la lectura del libro que había llevado con ella, pero al final aquella maldita curiosidad la acabó venciendo. Se sentía tremendamente mal, pero no podía aguantar más.


“He sido una cobarde durante todos estos años por no ser capaz de decir esto... Y aún a día de hoy, solo podré decirlo a través de esta carta. Mañana te veré, pero seré incapaz de decir todas estas palabras frente a ti.

Me extraña que no te hayas dado cuenta antes. Todas esas veces que he quedado mirándote como una boba y tú te has creído cualquier excusa tonta que haya puesto, al preguntarme qué me pasaba. Pero mejor que no te hayas dado cuenta.

Siempre has sido una de las más populares por aquí. Todos iban tras de ti. Y estoy segura de que cualquiera de esas personas habría tenido más oportunidades que yo por el hecho de ser hombres. No sé… No te imagino saliendo conmigo. Nunca me dio la sensación de que seas una chica a la que puedan gustarle otras chicas. Seguramente ese sea el gran motivo por el que no fui capáz de hablar cuando pude hacerlo y tantas veces oculté lo que sentí.

No sé si mañana seré capaz de darte esto. Seguramente no… Quizás solo esté escribiendo mis sentimientos hacia ti como tantas veces he hecho, tratando de calmar un poco lo que siente mi corazón. Puede que esto solo sea un momento de desesperación en el que el dolor me ha hecho creer que lo mejor es que lo sepas y acabar de esto con una vez.

Te amo y siempre lo he hecho. Desde que nos conocimos hasta ahora. Todos estos años en los que he sido tu mejor amiga, yo te he visto como alguien mucho más allá de eso. No me avergüenza admitirlo, pero temo a tu rechazo.

Espero que encuentres lo que buscas allí donde vas. Y sobre todo, que seas muy feliz. Te quiero.”



No creía lo que estaba leyendo. Habían sido tan tontas las dos durante tanto tiempo… Resultaba que todos esos sentimientos que nunca creyó correspondidos, también los sentía Mina. Y para colmo, ella también había estado creyendo lo mismo.

Tenía ganas de llorar, pero no de tristeza. Todo lo contrario. Solo deseaba hablar con ella y decirle que todos sus sentimientos eran correspondidos. Después rió como una boba enamorada pensando en la casualidad que era que aquella carta fuera justamente para ella, tanto que había intentado no leerla e incluso devolverla.

Pasaron las horas y la impaciencia era cada vez mayor. Poco más tarde de llegar logró hacerse con Mina y entonces solo pudo decirle lo mucho que la quería, que la amaba y como regresaría lo antes posible a su lado.

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