Nota: ¡Ya está el 4 capitulo de esta intensa historia! Puede que en este no sean todo tan intenso o explicativo, pero será igual de pornoso que los anteriores. e_e
Había sido toda una semana sin parar. Nunca antes había ido a trabajar con esa motivación. Con esas ganas. Pero desde que tenían nueva psicóloga había perdido varios kilos con tanto trabajo forzado, del que disfrutaba más de la cuenta.
¿Qué le deparaba ese día? Estaba impaciente por ver qué se le ocurría a Byulyi hoy para sacarle su parte más primitiva y sexual. Una parte que no creía que estaba dentro de ella.
Llevaba un rato sentada en su mesa de trabajo, haciendo papeleo tranquilamente a la espera de alguna señal de Byulyi para poder hacer una pequeña pausa. Señal que no tardó mucho en aparecer.
Una tarjeta acabó en su mesa, con su marca distintiva. Sus labios estampados en el papel, perfectamente delineados. Con ganas, cogió el trozo de papel para leerlo ansiosa.
“¿Qué tal una comida juntas en el restaurante italiano de en frente? Te espero en 10 minutos. Besos”
Su caligrafía era perfecta. Tan perfecta como ella, como su cuerpo, como sus movimientos… Se estaba volviendo loca a cada segundo que pasaba junto a Byulyi. Lo era todo desde apenas unas semanas.
Tenía diez minutos para recoger, retocarse e irse al restaurante italiano al que le había citado, no estaba mal. Todo el papeleo que tenía ante ella, lo ordenó y lo dejó a un lado y el ordenador lo apagó. Mientras, usando un espejo de mano, se retocó un poco el maquillaje.
Era muy extraño, nunca la había citado para hacer algo semejante como ir a comer a un restaurante. Siempre habían sido pequeñas incursiones al baño, en el ascensor o en su despacho. Incluso detrás de una planta que cubría parte del pasillo de su planta.
Byulyi nunca la había invitado a hacer algo así. Tal vez ese día no habría sexo. Tampoco le importaba. Si no lo había, ya lo buscaría.
Desde que le había mostrado aquel mundo de placer infinito, se había vuelto completamente adicta. Todo le parecía sensual, cualquier cosa le podía servir para dar placer. Su imaginación pornosa tenía rienda suelta y su mente seria y recatada había quedado en un segundo plano. Era la magia que Byulyi tenía sobre ella.
Con la excusa de ir a comer, abandonó su mesa y su planta de trabajo, y muy dispuesta se montó en el ascensor. No quería hacer a la psicóloga esperar, era consciente de que no le gustaba.
Hwasa decidió alborotarse un poco su rubio cabello y desabrocharse uno de los botones de su camisa para que su escote fuera más pronunciado. Después de tanto encuentro con Byulyi, sabía lo mucho que la enloquecía su escote. Cuanto más la provocara, mejor acababan.
Al abrirse las puertas del ascensor caminó con un paso seguro por el hall de la empresa. Despidiéndose de algunos conocidos, salió del edificio y fue directa a cruzar la carretera asegurándose que no viniera ningún coche, para entrar en el restaurante.
Era uno de los mejores de aquel barrio, tenía bastante prestigio. Allí solían comer muchos hombres y mujeres de negocios, incluidos los de su empresa.
Nada más entrar un maître la atendió, preguntando si tenía reserva. En la tarjeta no había indicaciones de que debía decir algo en especial, así que se limitó a decir que era acompañante de Byulyi.
El maître comprendió al momento y la acompañó a una mesa en la zona más alejada, donde estaba segura que tendrían más privacidad para lo que tuvieran que hacer.
-Bienvenida, preciosa. Has llegado justo a tiempo -Con la mediana sonrisa que siempre lucía en su rostro, Byulyi le ofreció asiento justo en frente suya.
-Me gusta ser puntual. Para todo -Aquellas últimas palabras las dijo con cierto retintín y con segundas, que sabía que ella pillaría al momento.
Byulyi le lanzó una mirada que le atravesó el alma. Ante ella y su profunda mirada, se sentía completamente desnuda. Era muy gracioso porque a la misma vez, le gustaba estar desnuda ante ella.
-Dime una cosa ¿Cómo es que me has invitado a comer y no a otra cosa? -Hwasa fue directa. Quería saberlo o la curiosidad la mataría por dentro poco a poco.
-Bueno, me apetecía pasar más tiempo contigo y hablar. Porque últimamente solo te escucho gemir y pedir que no pare -Después de conocerla un poco, sabía que bajo aquellas palabras había un tono de burla. Así que era consciente de que no iba en serio.
-Si lo prefieres no vuelvo a decir cosas como esas -Jugando con la mirada, Hwasa pasó a ponerle ojitos. Y para asegurarse que funcionaba, delinearse los labios con la punta de la lengua.
-No tientes mucho a tu suerte. Nunca podemos saber cómo vamos a acabar -Byulyi dio por acabada la conversación rompiendo el contacto visual. Hwasa había ganado. Sabía que enloquecía a la otra que se comportara de esa forma tan pornosa.
Acto después apareció el camarero que tomó nota de lo que ambas comerían. Hwasa no pidió, ni siquiera le había dado tiempo ver la carta. Así que lo dejó en manos de la otra que se limitó a pedir el menú del día.
La comida transcurrió tranquilamente. Lo cierto es que Byulyi era tan interesante hablando como en otros aspectos. Se estaba divirtiendo mucho al escucharla hablar. Descubrió que le gustaba escuchar su voz y como se sinceraba con ella.
Cuando quiso darse cuenta estaba completamente embobada. Mirándola, como se movía, cada uno de sus gestos, escuchado sus palabras, su voz grave y profunda. Quiso lanzarse a sus brazos y llenarla a besos, pero se contuvo como pudo.
Pero Hwasa estaba esperando el postre y entre miradas, guiños e indirectas algo picantes, bastante caliente. No era por nada, pero Byulyi sabía cómo encenderla. Sin embargo era consciente de que no era la única allí que estaba así.
Harta de esperar, decidió dar el primer paso y comenzar a jugar.
-Anoche me acordé de ti.
-¿Ah, sí? ¿Y puedo saber por qué?
-Claro. Me puse muy cachonda. Y lo primero que pasó por mi mente fueron tus maravillosas manos y tu juguetona lengua. Te eché mucho de menos esta noche en mi cama. Me sentía muy sola -Intentó hacerse la víctima para ver si se compadecía de ella. Si no, pasaría a otra táctica.
-Haberme llamado -A pesar de sus intentos por buscarle la boca, Byulyi parecía estar de lo más tranquila con aquella situación. Aunque el fondo se sintiera igual que ella, desesperada.
-¿Y hubieras acudido con mi llamada de auxilio? -Espetó Hwasa, tirándose un poco del filo de la camisa para que se le pudiera ver mejor el canalillo del escote.
-Puede ser. Me gusta actuar como los bomberos ante un ardiente incendio -Como le gustaba jugar. Y como le gustaba a ella que fuera tan picara.
-Me pondrías mucho con un traje de bombero y cargando con una buena manguera.
-Y a mí me pondrías toda mojada. Literalmente -Tocada y hundida. Siempre ganaba Byulyi en el juego de palabras. Tendría que pasar a otra técnica de ataque si quería conseguir algo más antes de que tuvieran que ponerse a trabajar de nuevo.
-Podemos probar eso ¿No crees? -Con voz sinuosa y sin perder el contacto visual, Hwasa levantó una de sus piernas, pasándola lentamente por la zona interior de una de las de ella. Buscaba provocarla. O tal vez calentarla algo más para que pasara a la acción.
-Me lo apuntaré en mi libreta mental sobre qué cosas he de hacerte -Byulyi hizo como que no pasaba nada bajo la mesa, pero lo cierto es que estaba acercando el pie peligrosamente a su entrepierna.
Siendo muy cautelosa, Hwasa se había descalzado aquel pie con anterioridad, para así poder jugar también con sus dedos. Era capaz de sentir el calor que desprendía el cuerpo de Byulyi conforme iba acercado su pie.
Sus dedos rozaban un poco de su sexo. No le sorprendía para nada tener su mirada ardiente clavada en sus ojos. Tampoco le extrañaba que ni siquiera hubiera cerrado sus piernas para impedirle que hiciese lo que le pasase por la cabeza.
-Llevas toda una semana sin parar ¿Aún te quedan ganas de jugar? -Su tono de voz se había tornado a ese tan sexy que usaba cuando se encargaba de hacerle sentir de todo. Esa era la voz que tanto llevaba deseando escuchar.
-Contigo nunca es suficiente ¿Acaso tú no tienes ganas? Porque la verdad, es que ahora mismo ardo en deseos de ti -Y tan juguetona como se había vuelto comenzó a mover su pie contra la zona más íntima de la psicóloga.
-Procura que no acabes peor de lo que me estás poniendo -Byulyi le dio un trago a la copa de vino que aún tenía llena, sin apartar la mirada de ella. Como la encendía con tan solo una palabra o una mirada.
-Cuéntame ¿Qué sería capaz de hacerme ahora mismo que justamente no puedes? -Hwasa sabía lo que quería y era tentarla a más no poder. Todo esto mientras su pie se removía de manera traviesa entre sus piernas.
-Me tiraría sobre ti para devorar ese níveo cuello que luces, al igual que ese escote. Juraría que lo llevas a propósito para tentarme. Si es así, lo estas consiguiendo -Notó como abría poco a poco sus piernas para que pudiera tener mejor acceso entretanto le hablaba. Era tan viciosa como ella misma se había vuelto.
-Hay mucha gente aquí. A saber qué dirían si vieran a dos mujeres haciendo cosas extrañas aquí. Además de que es un restaurante con mucho prestigio.
-Y habló la que tiene el pie metido casi dentro de mi ¿No? -Sus palabras le hicieron cierta gracia, porque era casi así. Removía sus dedos para masajear la entrepierna de la psicóloga con mucho ímpetu.
-Me gustaría que fuese mi lengua en vez de mi pie quien estuviera ahí abajo, saciándome de tu sabor. Prefiero eso como postre -Para rematar sus palabras, Hwasa se mordió el labio inferior y lo fue soltando poco a poco. Podía ser sexy si se lo planteaba.
-¿Y qué haces que no estás ya ahí abajo? -La pregunta que le planteó fue bastante tentativa. La necesidad de seguir escuchando palabras sucias suyas la notaba en el cosquilleo que sentía en su sexo y en el calor que ascendía por todo su cuerpo.
-Me encantaría estarlo. Es más, lo deseo. Pero no quiero resultarte esta vez tan fácil, porque si no, pensaras que estaré para ti siempre que lo pidas.
-¿Y no será así? ¿No vendrás en mi busca para que te recorra con la lengua de arriba abajo? ¿No quieres que te roce cada rincón de tu cuerpo o que te estimule hasta que sientas que vas a explotar del placer que te recorre entera? ¿No vas a dejarme de gustar tu sabor tantas veces como quiera?
Maldita sea. Esas palabras no debía haberlas dicho. Conforme Byulyi iba hablando, ella se lo estaba imaginando todo, cada escena, cada acto. Ahora se moría de ganas por hacerlo. Estaba muy excitada, e incluso notaba que su nuevo tanga ya estaba completamente empapado.
-Tal vez, te deje hacer todo eso, sí… -Acabó confesando tras suspirar pesadamente.- ¿Y si nos vamos ya de aquí en busca de algo más de privacidad?
-Ahora no nos han traído el postre -Para ella eso era una negativa. Así que tras haber localizar su clítoris con los dedos de su pie, le presionó sobre este provocando que tuviera que contenerse un leve gemido.
-Tú eres mi postre, y yo te dejaré ser el tuyo, bien calentito.
-Tu oferta es tentadora, promete. Pero no es lo que tengo pensado por ahora -El tono tan misterioso que utilizó despertó en ella algo más que deseos sexuales. Curiosidad por conocer qué había surgido en aquella mente tan retorcida.
-Me encantaría recubrirte del chocolate de aquella fundí -Con la cabeza, señaló la fuente de chocolate líquido que estaban disfrutando los de la mesa más cercana a ellas.- Y ser mi lengua quien se encargue de limpiarte.
Instintivamente, mientras Byulyi iba narrándole lo que le haría en ese momento, llevó una mano a su entre pierna. Aquel cosquilleo reclamaba un poco de atención. Allí mismo y ella sola no se atrevía, pero sí que podría jugar con poco con ella misma sin que nadie la descubriese. Estaba muy cachonda en ese momento.
-Recorrer con mi lengua tus pezones ya duros, y recubiertos de chocolate. Saborear tus muslos hasta llegar a esa zona que ambas conocemos muy bien. Toda tú llena de chocolate, a la espera de que yo llegue y te limpie como debe ser -La psicóloga estaba disfrutando tanto como ella con toda esa situación. Tan solo deseaba que llegase el momento en el que pudieran tocarse.
-¿Y cómo acaba todo eso? -Sus dedos no podían parar de moverse sobre su parte más íntima. Estaba tan excitada que necesitaba estimularse a sí misma mientras se deleitaba con las palabras de ella, imaginándose cada uno de sus gestos sobre su cuerpo. Aunque no fuesen reales, a Hwasa le ponían mucho.
-Lo sabes. Muriendo de placer en mis brazos mientras yo me complazco con tu esencia -No aguantaba más allí, necesitaba algo de intimidad con Byulyi ya.
-¿Y a qué esperamos?
-A que eso no sucederá -Aquellas palabras de Byulyi la dejaron fría de una sola vez.
-¿Cómo que no sucederá? -Hwasa detuvo todo movimiento, el de su pie sobre ella y el de su propia mano.
-No por ahora, porque es momento de que volvamos al trabajo ¿Recuerdas? -Una traviesa sonrisa afloró en sus labios.
-Pero… ¿Qué pasa conmigo? ¿Con esto…? -Byulyi sabía a lo que se estaba refiriendo exactamente y eso le provocó que sonriera más ampliamente.
-Tendrás que aguantar con el calentón el resto del día. Después puedes invitarme a tu casa si quieres.
La psicóloga le guiñó un ojo antes de levantarse y marcharse de allí. Lo había vuelto hacer. Se había ido dejándola sola. Con la diferencia de que estaba tan excitada que seguro que hasta levantarse de allí dolería.
Toda esa jugada para dejarla con las ganas tendría su venganza. De seguro.
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