Pareja: MiMoSa (Mina x Momo x Sana) (TWICE)
Tipo: Yuri
Géneros: AU, romance, fluff, humor, drama, smut
Clasificación: PG–13 | R
Descripción: ¿Qué significa el amor para la japan-line de TWICE?
Aclaraciones: No se trata de una historia lineal, solo son algunas pequeñas situaciones pertenecientes a diferentes historias que no tienen nada que ver.
Advertencias: Algunas de las mini-historias pueden contener cosas pervertidas.
Notas: Historia escrita por el cumpleaños de mi preciosa Sandra Mo, que espero que siga siendo igual de preciosa siempre. ¡Te quiero, mi amor! ♥
L.O.V.E.
El amor.
El amor es definido por el diccionario como el sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser; también, como el sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear. Pero… el amor no significa lo mismo para todas las personas, el amor es completamente diferente según quienes lo experimentan, según las circunstancias... hay miles de millones de tipos de amor, tantos como personas hay en el mundo.
Entonces… ¿Qué es lo que significa el amor para Momo, Sana y Mina?
Lust
La habitación se encontraba a oscuras casi en su totalidad, solo las pequeñas rendijas de la persiana sin terminar de bajar dejaban pasar un poco de la luz blanca de las farolas en el exterior, pero con éstas no era suficiente para poder apreciar en conjunto la escena que se desarrollaba sobre la gran cama de matrimonio. Solo se podían apreciar tres figuras sobre el colchón, a veces moviéndose con algo de celeridad, otras veces dedicándose a marcar un ritmo lento. Tampoco se escuchaba demasiado, solo algunas respiraciones aceleradas, algunos gemidos débiles, algunas risitas de complicidad… pero en general, la habitación del hotel que habían alquilado con el dinero de las tres, no era nada ruidosa.
Sana apretó las sábanas en sus manos y encogió los dedos de sus pies. Su cabeza se inclinó hacia atrás contra la almohada y sus talones se hundieron en el colchón a la vez que su espalda se arqueaba levemente y sus labios dejaban escapar un gemido débil, pero profundo, cuando el orgasmo le sobrevino aquella vez. Durante unos segundos, su mente se quedó en blanco y en sus ojos podía ver luces brillando que no se encontraban allí, mientras trataba de regular su respiración a un ritmo normal. Aquella era la segunda vez en esa noche que experimentaba unas sensaciones tan magníficas y estaba completamente segura de que no iba a ser la última.
Cuando pudo volver a la realidad, se encontró viendo cómo sus dos amigas, las dos que la habían arrastrado allí en un primer momento para que cumpliera su promesa, se besaban profundamente mientras sus manos no paraban quietas sobre el cuerpo ajeno. Sana al principio se había negado a cumplir con la promesa que les había hecho a ambas un día que estaba demasiado borracha, pero ahora que estaba allí y que había experimentado todo aquello, no tenía ningún arrepentimiento.
Las chicas dejaron de besarse, separándose con un sonido de succión que Sana se había acostumbrado a escuchar en esa noche, y se giraron hacia ella. Tanto Mina como Momo la habían hecho pasar unas horas increíbles y estaba agradecida y avergonzada, porque no sabía realmente cómo iba a mirar a la cara a sus dos amigas una vez finalizara aquella lujuriosa noche, no sabía cómo iba a comportarse con ellas después de que ambas le hubieran hecho perder la virginidad. Siempre había sentido algo por ellas. Cariño por llevar toda la vida juntas, por ser amigas desde siempre, por haber compartido los momentos importantes. Eso era lo que la chica se había dicho desde el primer momento… pero después de aquello, ya no tenía nada claro. No sabía si lo que sentía por ellas era cariño o era amor.
Se sentía muy confusa por aquel tema y no sabía cómo iba a poder solucionarlo sin que alguna pudiera salir herida.
Sana no pudo darle muchas vueltas al tema, porque antes de que pudiera recobrar del todo la cordura, los labios y las manos de las chicas ya se encontraban de nuevo sobre su cuerpo, tocando y besando cada trozo de piel que tenían a su alcance. La chica sintió sus roces como fuego contra su piel y notó cómo volvía a sentir aquella anticipación a lo que iba a suceder justo después.
Fue Mina esta vez la que trazó un camino de besos descendente por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna y también, la que aquella vez se encargó de tocarla profundamente mientras Momo la estimulaba de otras maneras. Las dos chicas se habían estado intercambiando los papeles toda la noche para hacerla sentir bien de todas las maneras posibles y Sana se sentía en el paraíso una y otra vez sin poder dejar de jadear débilmente a pesar de que no estaba realizando ningún esfuerzo físico.
Cuando a veces su mente se clarificaba durante algunos momentos, pensaba en lo que sería de ellas tres después de esa noche, pero solo eran pequeños momentos de lucidez que no tardaban en ser sofocados entre inmensas sensaciones enviadas a través de su sistema nervioso que solo la invitaban a disfrutar de todo sin plantearse nada. Disfrutar del amor que estaba recibiendo por parte de Momo y Mina, disfrutar de lo que tenía en ese momento, disfrutar hasta que todo se hiciera añicos o se envolviera en fuego antes de consumirse y que solo quedaran las cenizas.
Aquel amor solo estaba compuesto de lujuria… y la lujuria nunca había sido un sentimiento demasiado duradero…
Oportunity
Mina se encontraba encaramada encima de una verja, haciendo todo tipo de equilibrios para no caerse de ella, intentando sujetarse lo mejor que podía a los barrotes sin hacerse daño con las afiladas puntas que coronaban aquella verja que la separaba de la persona que más quería. Gracias a su habilidad escurridiza, adquirida a lo largo de los años, la chica pudo finalmente alcanzar la parte de arriba de la verja y comenzó a descender rápidamente por el otro lado, cayendo dentro de la propiedad que acababa de asaltar por la puerta trasera. Generalmente había muchos guardias de seguridad en todos los puntos de acceso a la gran casa de los Minatokazi, pero aquel día era diferente y solo quedaban un par de ellos en toda la casa. Aun sabiendo que era poco probable que la cazasen dentro de aquellos dominios, Mina corrió lo más rápido que pudo hasta ponerse al amparo del edificio y luego fue rodeando la casa hasta que llegó al lugar que quería.
Esa mañana había hablado con Sana y ésta le había comentado que por fin iban a tener una oportunidad de verse después de bastante tiempo, ya que sus padres se iban a una importante reunión de yakuzas y su casa iba a dejar de ser un búnker bien vigilado. Mina se alegró de poder volver a verla muchísimo, así que, lo habían dispuesto todo para que la chica pudiera entrar a la casa con suma facilidad una vez pudiera atravesar la verja trasera.
Mina empujó con cuidado la ventana que su chica le había dejado abierta con anterioridad y se coló en la casa sin problema ninguno, cerrando una vez que estuvo en el interior. La chica miró a un lado y a otro, buscando asegurarse de que no hubiera nadie por allí cerca que la pudiera encontrar y después caminó rápidamente e intentando no hacer ruido hasta que llegó a las escaleras que llevaban a la planta superior, donde se encontraban todos los dormitorios y, especialmente, el de Sana. La chica escuchó algunos pasos cerca del lugar, así que, se apresuró a subir las escaleras y llegó a la planta de arriba sin ser captada por nadie.
La chica suspiró. Siempre era complicado poder encontrarse porque ambas pertenecían a dos familias de yakuzas que habían comenzado un enfrentamiento hacía solo unos pocos años por culpa de una traición. Antes de eso, la familia Minatokazi y la Myoui se habían apoyado mutuamente en sus negocios y Sana y Mina habían sido amigas desde siempre por tener edades similares, habían crecido juntas y habían descubierto que se amaban. Sin embargo, después de la traición, para poder seguir viéndose, habían tenido que remover cielo y tierra y sus encuentros eran bastante escasos y algo peligrosos. No obstante, ninguna de las dos se había rendido y habían buscado todo tipo de oportunidades para poder encontrarse y continuar con aquella relación que había comenzado de forma titubeante, pero que ambas habían conseguido que saliera adelante.
Mina continuó con su periplo dentro de la casa que conocía casi tan bien como la suya propia y se dirigió hacia el ala este, donde se encontraba la habitación de Sana. Ya no estaba muy lejos, solo unos metros más y estaría a salvo entre los brazos de su chica, así que, avanzó rápidamente hasta la puerta y la golpeó suavemente con sus nudillos, rezando porque nadie más que ella escuchara su llamada. No tuvo que esperar más que un par de segundos para que la puerta se abriera rápidamente y la mano de su chica la agarrara de la camiseta y la introdujera con celeridad en el dormitorio. La puerta fue cerrada con pestillo inmediatamente, para no ser molestadas en ningún momento y Mina se vio rodeada por unos cálidos brazos que hacían que todos aquellos riesgos por verse merecieran totalmente la pena.
—Te he echado tanto de menos —le susurró, abrazándola fuertemente contra su pecho—. Necesitaba verte pronto, sentía que cada día que pasaba separada de ti moría un poco por dentro.
—Yo también te he echado muchísimo de menos —respondió Mina, con una sonrisa de felicidad en su rostro porque por fin estaban juntas de nuevo—. Ojalá hubiera más reuniones como esta para tener más oportunidades de vernos.
Aquel amor estaba basado en pequeñas oportunidades de encuentros, pero quizás, porque no podían verse de forma tan seguida, la llama de éste no se extinguiría pronto.
Vicrtory
—Bien, chicas —llamó JiSoo, la líder del equipo de animadoras—. Tenemos que animar muy fuerte para que los chicos ganen este partido.
—Es la final, así que nada puede salir mal —recordó NaYeon.
Todas asintieron, sabían que aquel partido era el más importante de la temporada y JYP tenía que salir victorioso sí o sí. Momo miró a su alrededor, a sus ocho compañeras. Todas estaban muy serias porque la situación lo requería, pero había alguien que estaba mucho más seria que de costumbre: Mina. No es que la chica siempre fuera un par de castañuelas, pero generalmente, cuando estaban todas juntas no tenía aquella expresión en su rostro, esa expresión la guardaba para las demás personas, pero no para ellas, y menos para Momo. La mayor pensó que quizás se debiera a la tensión por el partido, así que, si cuando todo terminara seguía de aquella forma, se acercaría a la chica para ver qué le pasaba.
JeongYeon fue la primera en colocar su mano en el centro del círculo que estaban formando y las demás fueron poniendo las suyas una detrás de otra hasta que estuvieron todas. Momo fue la última en hacerlo porque todavía seguía observando la seriedad de Mina, pero cuando todas gritaron “Fighting!” al unísono, se unió al coro de voces y luego corrió hacia la pista, donde un estadio lleno de padres que deseaban ver a sus hijos alzarse con la copa del torneo esperaban que salieran al campo a animar a su equipo.
Las chicas presentaron una de las coreografías que habían preparado para aquel evento con la música siendo ensordecida por los gritos de los espectadores y tras esto se colocaron en la salida de los vestuarios haciendo un pasillo para que los jugadores de JYP salieran uno tras otro al campo mientras ellas los animaban con gritos y moviendo los pompones. Momo tenía justo en frente a Mina, como siempre, pero ésta, en vez de sonreírle ampliamente, como era costumbre, siguió con su rostro serio mirando a la nada, pero aun así, haciendo lo que debía, agitar los pompones y dar saltos. Era un poco preocupante aquello, nunca se había comportado así.
Momo decidió que en lugar de esperar a que el partido finalizase, hablaría con ella en cualquier oportunidad que tuviera para hacerlo. Sin embargo, aquella oportunidad no llegaba.
Primero fue DaHyun la que la hizo sentarse junto a ella en el banco que tenían reservado, muy lejos de Mina como para siquiera intentar establecer una conversación; después fue Sana, colgándose de su brazo cada dos por tres y restringiendo sus movimientos cada vez que intentaba acercarse a la otra chica. ChaeYoung también se pasó todo el partido junto a ella, celebrando cada punto que metía su equipo dándole una palmada en el muslo, haciendo creer a la mayor que jamás volvería a circularle la sangre correctamente en la pierna izquierda. Y por último, fue Tzuyu la que se pasó el partido enganchada a Mina, sin soltarla ni un solo segundo, imposibilitando cualquier acercamiento por su parte.
Momo se sentía tan paranoica por todo aquello que incluso pensó que sus amigas tenían algún tipo de complot en contra de ella, pero seguramente solo fuera su imaginación, que le jugaba malas pasadas solo porque no podía estar junto a Mina cuando quería.
Finalmente, los últimos minutos del partido llegaron. Su equipo iba perdiendo por poco, pero los chicos no se iban a rendir hasta el final, porque ese era su lema y porque llevaban currándoselo toda la temporada y no podían echar todo por la borda en el último momento. Las chicas se levantaron todas a la vez y se colocaron en la banda del campo para comenzar a animarlos más ferozmente de lo que lo habían estado haciendo durante todo el partido, deseando que todos los esfuerzos que habían realizado se convirtieran en éxito.
Los minutos pasaron, lentos como si fueran horas… y JYP pudo finalmente ponerse por delante justo antes de que el encuentro finalizara.
Las gradas se pusieron en pie, los miembros del equipo corrieron a tirarse encima del chico que había anotado el último tanto y las animadoras no pudieron evitar saltar de alegría y buscarse las unas a las otras para abrazarse. Momo miró a su alrededor, buscando a Mina, y hallándola a pocos centímetros de ella, con una sonrisa enorme ocupando su rostro. Momo se sintió aliviada al verla sonreír y le quiso preguntar qué era lo que le había pasado antes, pero no pudo, porque los labios ajenos se estrellaron contra los suyos y ella no pudo hacer más que responder al beso y sonreír.
Momo sintió que su amor, como aquel partido, había salido victorioso, y le dio igual que el fotógrafo de la escuela les hiciera una foto que luego acompañó en la portada a la noticia de la victoria de su equipo, porque por fin Mina había dejado de esconderse de todos.
Emotion
La gran casa se sentía vacía desde que ella se había ido. Ya no había risas ni juegos, ya no había nadie por quién esperar, nadie a quien acompañar en su día a día y Sana se sentía sola y desanimada desde entonces. Quizás no era correcto que se sintiera de esa forma, quizás ni siquiera hubiera sido correcta la forma en la que ambas se habían tratado desde el principio, quizás lo mejor que podía hacer ella era olvidarlo todo y dejarlo atrás. Y sin embargo, a pesar de que sabía que eso sí era lo correcto, era lo único que la sirvienta no podía hacer. Echaba muchísimo de menos a su dama, a la chica con la que prácticamente había crecido y con la que había ido descubriendo el mundo poco a poco, echaba de menos a Momo… pero no había ningún modo de recuperarla.
Solo hacía unos meses que todo había comenzado. Momo pertenecía a una de las grandes familias de la corte real, su padre era un importante miembro del consejo del rey y solo había sido cuestión de tiempo que la hermosa hija de los Hirai fuera reclamada para ser una de las candidatas a ser la esposa del príncipe heredero. Momo nunca había querido entrar en esa selección de jóvenes, ella solo amaba las artes, la danza, la lectura… pero nunca estuvo en su mano tomar tal decisión. Ahora Momo se encontraba en el palacio, muy lejos de ella, sin poder siquiera tener acceso a volver a verla porque jamás la dejarían poner un pie fuera del recinto palacial y a ella jamás la dejarían poner uno dentro de aquellos muros.
Sana sabía que su dama había sido elevada a la más alta posición que podía aspirar, que aquello era todo un logro para su familia, para el ascenso social, para que en la casa en la que servía no se volvieran a sufrir ningún tipo de penalidades, pero eso no era algo que le pudiera provocar alegría, ya que el único motivo por el cual sonreía cada día era Momo y Momo iba a ser muy infeliz en palacio, alejada de sus seres queridos.
En lo más profundo de su corazón, Sana albergaba la esperanza de que la joven también la estuviera extrañando a ella, pero era algo estúpido pensar así. Probablemente, todo lo que habían vivido juntas no había significado nada para su dama, probablemente, Sana no hubiera dejado ninguna marca en el corazón de Momo, al contrario de lo que había sido para ella, ya que su dama se había incrustado en lo más profundo de su alma. Quizás fuera mejor así, para que no sufriera lo mismo que ella estaba sufriendo, pero muy en el fondo, Sana quería pensar que en algún momento, Momo había sentido algo por ella.
Momo caminaba bajo la luz de la Luna por el patio delantero del pabellón del palacio que le había sido cedido como sus aposentos, el lugar en el que viviría por el resto de sus días hasta que falleciera y que solo abandonaría cuando el futuro rey se lo pidiera. Aquel era su hogar ahora y la joven no tenía manera de volver el tiempo hacia atrás para no ser elegida y tener que seguir ese destino que no deseaba. Lo único que Momo deseaba era poder regresar a casa, al lugar al que sí pertenecía, el sitio en el que se encontraba su familia y en el que había alguien que la estaría esperando.
Sana. La echaba tanto de menos. No había pasado ni una sola noche en palacio en la que no recordara las veces que ambas habían compartido su lecho y habían dormido la una en los brazos de la otra. Sentía tanto tener que haberla dejado atrás de aquella forma, sin siquiera haber podido despedirse de ella de la forma correcta… pero ni siquiera había algo que pudiera hacer. Las separaban los gruesos muros de palacio y la sólida guardia real que no dejarían a ningún extraño entrar en palacio ni a ella salir de allí. Momo se encontraba en una gran encrucijada y no había ninguna salida posible para ella, porque a partir de aquel entonces, ya no formaba parte de la sociedad, simplemente se encontraba alejada de todo… incluso de la persona que más amaba.
Momo sintió cómo algo se clavó en lo más profundo de su corazón, como si fuera una flecha bien afilada que entró directamente en su órgano y lo retorció. Nunca más sería capaz de ver a Sana.
La joven intentó respirar hondo, intentó desechar aquella percepción, pero no pudo hacerlo porque el intenso amor que había compartido con Sana había estado cargado de emociones y de sentimientos que no había podido contener en ningún momento. No podría olvidar a Sana jamás, no podría hacer como si su amor no hubiera existido… Momo no podría sacar a la chica de su mente nunca.
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