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Eran las seis de la tarde y el sol
comenzaba a descender hacia su ocaso. JongDae había salido un poco antes de la
universidad aunque todavía tenía algunas cosas que hacer, pero había quedado
con YiFan en la puerta trasera del club Playboy para ir a hablar con el tal
MinSeok, el dueño del local, y formalizar su contrato. El chico aún no estaba
muy seguro de sí mismo, no estaba seguro de que aquel trabajo se adaptase a él,
pero si lo contrataban y le pagaban al menos un mes, podría ayudar a su familia
durante un tiempo en lo que buscaba otra clase de trabajo. Cuando llegó al club
eran pasadas las seis y media y YiFan ya se encontraba allí, esperándolo. Se
saludaron con un movimiento de cabeza desde la lejanía y, después, JongDae avanzó
lentamente y con paso algo inseguro hacia él, tras mirar un par de veces hacia
todos los lados para asegurarse completamente de que no había nadie en los
alrededores que pudiera reconocerlo.
—Ya estoy aquí —le anunció a su
amigo una vez llegó a su lado, con las piernas temblándole levemente.
—Ya lo veo —murmuró YiFan con un
poco de guasa y luego se giró para abrir la puerta trasera del local, empujando
la manilla hacia abajo y luego tirando de ella hasta que se abrió un hueco por
el que invitó a pasar a JongDae. El chico miró una última vez atrás antes de
asentir de forma casi imperceptible y adentrarse en el local, seguido de su
amigo—. Es todo recto —le dijo desde atrás—, y justo en el primer pasillo que
se abra a tu derecha, en la segunda puerta, se encuentra el despacho de
MinSeok. No tiene mucha pérdida.
JongDae caminó siguiendo las
instrucciones de YiFan y cuando vio aquel pasillo que le había dicho se internó
en él, buscando la puerta. Al hallarla, se detuvo en seco en aquel pasillo
levemente iluminado con una luz de color naranja y esperó a que su amigo se
colocara a su altura, completamente decidido a que no sería él quien llamara a
la puerta. Su corazón estaba golpeando rápidamente contra su pecho y no podía
hacer otra cosa más que respirar hondo una y otra vez para calmarse. YiFan, al
ver que no se le ocurría llamar, suspiró y alzó su brazo para dar un par de
golpecitos leves a la puerta con sus nudillos, justo debajo de la plaquita de
metal que rezaba “Kim MinSeok”.
—Adelante —dijo una voz suave y un
poco distorsionada desde el otro lado y YiFan no esperó ni un segundo antes de
girar el pomo y abrir la puerta para adentrarse en la habitación—. Hombre
YiFan. Te estaba esperando —escuchó JongDae mientras caminaba lentamente hacia
la puerta y entraba en el lugar como si se tratara de una sombra que esperaba
no ser descubierta—. ¿Dónde está tu amigo el guapo? —preguntó y el chico se
encogió un poco sobre sí mismo.
—Aquí lo tienes —YiFan se giró hacia
él y lo señaló—. MinSeok, este es JongDae… JongDae, este es MinSeok —su amigo
esbozó una sonrisa satisfecha después de haber realizado las respectivas
presentaciones.
—Encantado de conocerte.
JongDae se fijó por primera vez en
la persona que se encontraba delante suyo y reparó en que no parecía tener más
de treinta años, que era más o menos de su altura —por lo que al lado de YiFan
se veía como si fuera de tamaño bolsillo— y que su rostro era como el de un
pequeño y adorable hámster. El chico, que había estado en tensión en todo
momento, por fin se relajó y esbozó una pequeña sonrisa. Aquella persona le
parecía bastante confiable y, si su amigo YiFan se relacionaba con él, tenía
que ser buena gente.
—Encantado —murmuró, respondiendo a
las palabras que le había dirigido segundos antes, provocando una sonrisa
encantadora en el rostro de MinSeok.
—Bien. YiFan me ha contado que
buscabas trabajo y que te interesaba bastante trabajar para mí —comentó,
dirigiéndose hacia su mesa de trabajo, donde había un montón de papeles—.
Cuando te trajo aquí y te vi me gustaste bastante para el puesto vacante que
tenemos, así que le dije a YiFan que si tú te decidías finalmente, te
contrataría —alzó su cabeza de los papeles para mirarlo unos momentos—, y
parece que te has decidido.
—Al principio no estaba muy seguro
—comentó, aunque en aquellos momentos todavía no se sentía del todo seguro
tampoco, pero eso era algo que el otro no tenía por qué saber—, pero cuando
YiFan me trajo pensé que no sería del todo malo.
—Entonces perfecto —MinSeok levantó
un par de folios y le indicó que se acercara—. Aquí tienes tu contrato.
JongDae se adelantó un par de pasos
y cogió los papeles que le tendía, sentándose en una de las dos sillas que
había frente a su escritorio y comenzando a leer todas las cláusulas de su
contrato para que no se le pasara nada que luego lo pudiera comprometer.
Mientras más avanzaba, más razonable le parecía el texto y más se decidía a
dejar de leer y simplemente estampar su firma al final del todo, pero el chico
se forzó a llegar hasta el final y después lo releyó otra vez antes de alzar su
cabeza y mirar a los ojos a MinSeok.
—¿Dónde hay un boli? —preguntó.
El hombre le sonrió antes de
tenderle un bolígrafo de tinta azul que había sobre su mesa. JongDae lo tomó y
firmó en la línea de puntos antes de pasarle los papeles a MinSeok para que él
hiciera lo mismo en la otra línea. Una vez ambas firmas estuvieron en el papel,
el dueño del local alzó su cabeza con una gran sonrisa en su rostro y le tendió
la mano, mano que JongDae no dudó en estrechar.
—Bienvenido al Playboy —le dijo—.
¿Te gustaría conocer a tus compañeros?
—Me encantaría.
Los tres salieron de aquel despacho
en el que se encontraban y, guiados por MinSeok, se adentraron en las entrañas
del local hasta llegar al lugar en el que se encontraban varios chicos: el
escenario. JongDae se quedó bastante pillado al verse entre bambalinas,
observando desde atrás la escena que se estaba produciendo frente a sus ojos.
Había cuatro muchachos jóvenes, más o menos serían de su edad todos, sobre aquel
escenario, tres de ellos se encontraban de pie, sin camiseta y en pantalones
cortos sin hacer nada más que mirar como el último movía su cuerpo semidesnudo
contra una barra de hierro, subiéndose a ella y bailando sensualmente.
—Yo no creo que sea capaz de hacer
algo como eso —murmuró más para sí mismo que para las dos personas que lo
acompañaban, pero sus palabras fueron escuchadas igualmente.
—Bueno… nadie nace sabiendo hacer de
todo —comentó MinSeok, girándose hacia él—, estos chicos tampoco tenían mucha
idea cuando llegaron aquí… y siguen aprendiendo cosas nuevas cada día.
El chico que estaba bailando en
aquel momento profirió un pequeño grito y luego cayó al escenario, haciendo que
sus tres compañeros y YiFan corrieran hacia él. JongDae se quedó parado en su
sitio al ver cómo su amigo, con sus largas piernas era el primero en llegar a
pesar de que se encontraba más lejos que los demás y comenzó a hablar con el
muchacho, seguramente preguntándole si se encontraba bien o no, pero eso fue
una conjetura, porque YiFan estaba hablando en chino. Sus actos le resultaron
bastante extraños, pero parecía que a los demás no les parecía así y JongDae se
giró hacia MinSeok, quien lo observaba todo con una sonrisa.
—¿YiFan y…? —comenzó a preguntar,
pero MinSeok simplemente le giñó un ojo y lo tomó de la mano para hacerlo
avanzar por el escenario hasta llegar al lugar en el que se encontraban los
demás.
—¿Estás bien, Xing? —le preguntó al
chico nada más llegar a su altura y el muchacho que se había caído de la barra
dejó de mirar a YiFan para mirarlo a él y sonreírle cálidamente, mostrando un
pequeño hoyuelo en su mejilla derecha. El chico tenía la piel muy blanca y el
cabello oscuro, la expresión de su rostro de porcelana parecía una mezcla de
inocencia con la de alguien a quien la vida no había tratado demasiado bien.
—Sí, solo ha sido una caída tonta
—respondió. Su acento era bastante marcado y JongDae supo claramente que el
chico era extranjero, por si con su nombre o sus respuestas a las preguntas en
chino de YiFan no le habían sido suficientes para enterarse—. Estoy
perfectamente.
—Me alegra —dijo MinSeok,
tendiéndole una mano para ayudarlo a levantarse y el chico se cogió a ella y se
dejó, una vez estuvo de pie, esbozó una cálida sonrisa.
—¿Quién es ese chico, Seokkie?
—cuestionó otro chico. Era un poco más alto que él, más o menos de la altura
del tal Xing, pero este era rubio —teñido claramente— y su rostro parecía el de
una muñequita de porcelana. La verdad era que parecía mucho más una chica que
un chico y JongDae se sintió algo incómodo como le pasaba cada vez que se
encontraba con Amber, la amiga de YiFan que parecía más un chico que una chica.
—Es JongDae —respondió—. Vuestro
nuevo compañero.
—Oh —murmuró Xing—. ¿Este es tu
amigo? —le preguntó a YiFan—. La foto que me enseñaste no le hace justicia para
nada, es mucho más guapo —le reprochó un poco—. Encantado de conocerte por fin,
JongDae, yo soy YiXing —le tendió la mano y el chico se la estrechó.
—Lo mismo digo —respondió él.
—Este es Lu Han —le señaló al chico
rubio—. Él es JongIn —esta vez fue al chico que YiFan le había presentado como
Kai, aquel al que había visto bailar cuando había ido allí la primera vez y que
lo había dejado sumamente impresionado, a quien señaló—, y él SeHun —por
último, señaló a un chico alto, casi tanto como YiFan con cara de estar
enfadado con el mundo.
—Encantado de conoceros a todos
—murmuró—. Espero que podamos llevarnos bien.
★★
Eran las diez de la noche y a pesar
de que JongDae llevaba en el Playboy varias horas ya, todavía se sentía muy
nervioso, tanto, que las piernas le temblaban y no paraban de sudarle las
manos. Sentía como si se fuera a morir en cualquier momento y todo era porque
no creía estar para nada preparado para salir a la escena tan pronto. No hacía
más que unas horas que había firmado el contrato y ya lo habían metido en el
camerino de los bailarines para que esa noche bailara ante el público por
primera vez.
—Que no, que no y que no —decía una
y otra vez, mientras se paseaba de un lado a otro de la habitación—. MinSeok
hyung está loco de remate, no puede pretender que baile hoy. ¡Ni siquiera sé
bailar!
—A ver, JongDae, tranquilízate
—YiXing le puso una mano en el hombro y lo guió hasta el sofá que había en la
habitación, sentándolo después—. Tú respira hondo una y otra vez y calma tu
corazón.
JongDae lo miró sin poder creer que
haciendo aquello se relajara, pero el dulce rostro de YiXing hizo que finalmente
siguiera sus instrucciones, notando cómo lentamente comenzaba a relajarse,
aunque todavía seguía bastante alterado. De verdad, no sabía qué era lo que iba
a hacer para salir de aquella sin que el público estallara en abucheos, pero no
podía darle un infarto tampoco antes incluso de salir, no podía darle allí,
¿cómo le explicaría a sus padres o a BoMi que lo había sufrido porque iba a
salir a un escenario a desnudarse delante de cientos de tíos en un club de
striptease gay? No. Debía tranquilizarse. Así que, cuando su corazón dejó de
latir como si tuviera una arritmia, el chico alzó su cabeza y miró los castaños
ojos de YiXing, diciéndole que ya estaba mucho más tranquilo que antes.
—¿Ves como no era tan complicado?
—murmuró el chico—. Ahora bien, nosotros cuatro te vamos a dar unos cuantos de
consejos para que puedas salir al escenario y no hagas el ridículo —JongDae
asintió lentamente—. Estamos aquí para ayudarte con todo.
—Primero tenemos que ver cómo te
mueves —le dijo Lu Han—. Levántate y baila.
—No sé bailar —respondió
sinceramente y los cuatro chicos que se encontraban con él bufaron.
—Empezamos bien —murmuró SeHun,
llevándose las manos a la cabeza.
—Bueno, no pasa nada —comentó
JongIn, acercándose a él—, todo es cuestión de ponerse y ensayar, con el tiempo
bailarás bastante bien.
—Lo que no tenemos es tiempo, Nini
—contestó el rubio—. Antes de media hora tenemos que salir todos a bailar y, es
mejor que él salga primero, para presentarlo, como hemos hecho todos cuando
llegamos la primera vez.
—Pero ni sabe bailar, ni siquiera
tiene nombre escénico —dijo SeHun—. Es una locura que salga hoy.
Tras las palabras de SeHun, JongDae
se puso nervioso de nuevo, porque nada estaba saliendo bien y porque lo único
que quería era irse a cualquier lugar lejos de allí, rasgando por la mitad el
contrato que había firmado solo unas pocas horas antes.
—No digas eso —lo reprendió YiXing—.
YiFan me ha dicho el apodo que JongDae podría tener y lo del baile lo podemos
arreglar.
—¿Cómo? —cuestionó SeHun—. ¿Y qué
apodo?
—YiFan me ha comentado que sus
amigos lo llaman en la intimidad Chen —murmuró el chico—. Nadie más sabe de ese
nombre que ellos, así que lo podría utilizar tranquilamente —la mano cálida del
moreno se posó en su hombro para darle un poco de apoyo y fuerza a sus
palabras—. Y lo del baile… tienes una novia, ¿cierto? —preguntó y JongDae
asintió.
—Sí. BoMi —susurró.
—Le habrás hecho algún bailecito
sexy alguna vez, ¿verdad? —el chico lo miró, algo avergonzado por tener que
admitir algo así, porque nunca, ni con el pesado de BaekHyun había hablado de
algo como aquello.
—Sí…
—¿A ella le han gustado?
—Creo que sí —murmuró, no muy seguro
de su respuesta—. Pero a BoMi le gusta prácticamente todo lo que yo haga, así
que tampoco es que sea de mucha ayuda eso.
—Bueno, no importa —contestó YiXing,
con una gran sonrisa en sus labios—. Lo único que tienes que hacer es bailar
como si las personas que tienes delante fueran tu chica, cierra los ojos y
piensa que es para ella para quien lo haces y desnúdate hasta quedarte en
bóxers.
—¿Crees que funcionará? —cuestionó
Lu Han—. Porque yo lo veo una estrategia muy pobre.
—Por lo menos para su primera
actuación y siendo tan precipitada es bastante buena —comentó JongIn.
—Muy bien, si está todo decidido,
tendríamos que ir poniéndole algo de ropa y maquillándolo —dijo Lu Han a
YiXing.
—Claro. Manos a la obra, chicos.
Apenas habían pasado veinte minutos
cuando JongDae se encontraba de nuevo detrás de escena, justo entre las
cortinas que separaban el escenario de todo el entramado de atrás, lugar al que
solo el personal del local podía acceder. Estaba nervioso otra vez, pero no
podía dejar que los nervios lo dominaran, tenía que hacerlo bien para que sus
nuevos compañeros se sintieran orgullosos de él después de ayudarlo aquella
tarde.
El encargado le hizo una señal con
la mano para que se acercara al borde del escenario y él lo hizo, pensando que
cuanto antes saliera, antes terminaría todo y que lo único que tenía que hacer
era seguir el consejo de YiXing para que le saliera bien todo y para que los
pocos minutos que pasara allí arriba se pasaran volando. El hombre que tenía
delante le volvió a hacer una señal y JongDae supo que lo que le tocaba hacer
era salir inmediatamente. Nada más poner un pie allí, la música comenzó a sonar
y el escenario se iluminó. JongDae no veía mucho más allá que a un par de
metros de distancia por las brillantes luces y aquello lo hizo sentirse un poco
más seguro, ya que si no podía ver al público bien, podía hacer como si este ni
siquiera existiera.
El chico se imaginó que delante de
él se encontraba BoMi y comenzó a contonearse al ritmo de la música como si se
estuviera preparado para seducirla antes de llevarla a la cama. Se fue
desabrochando lentamente los botones de la camisa que le habían puesto, dejando
a la vista una camiseta negra de tirantes que llevaba debajo y que se subió una
y otra vez, enseñando su abdomen plano pero sin ningún músculo, hasta que
finalmente dejó caer por sus brazos la camisa para que se resbalara hasta el
suelo y luego se quitó la camiseta, sacándosela bruscamente por la cabeza y
poniendo una expresión sexy en su rostro. Escuchó a gente piropearle y gritarle
que se quitara ya los pantalones, así que el chico cedió a sus exigencias,
pensando que BoMi quería verlo desnudo ya. JongDae paseó su mano por su
entrepierna, rozándola y suspirando, colocando exageradamente una expresión de
placer en su rostro antes de comenzar a desabrocharse los pantalones de cuero
hasta que estos estuvieron a sus pies, quedándose por fin, solo con sus
calzoncillos.
La música dejó de sonar y las luces
se apagaron tan repentinamente como se habían encendido. El chico recogió su
ropa del suelo y salió corriendo del escenario. Su corazón bombeaba sangre a un
ritmo muy rápido, pero al final, no había sido para tanto y, por los gritos que
escuchaba al otro lado de la cortina, JongDae supo que no lo había hecho del
todo mal.
★★
—Un pajarito me ha dicho que anoche
hiciste que los clientes del Playboy se pusieran a tus pies —comentó BaekHyun distraídamente
mientras caminaban hacia su siguiente clase, lo había dicho como si aquella
conversación fuera de algo totalmente distinto, de algo que no tuviera que ver
con que JongDae trabajaba en un club de striptease gay y que había puesto
cachondos a cientos de tíos con un baile sensual sobre el escenario.
—Creo que le voy a cortar el pico y
lo que no es el pico a dicho pajarito —respondió JongDae. YiFan iba a morir a
sus manos como siguiera diciendo cosas sobre lo que pasaba en aquel lugar.
—Si le cortas lo que no es el pico
le quitarás todo lo bueno a YiFan —rió.
JongDae quiso contagiarse de aquel
espíritu, pero no tenía ninguna gana, solo quería que nadie de allí se enterada
de nada de lo que pasaba en su vida una vez que atravesaba las puertas del
Playboy y comenzaba su alter ego bailarín, pero parecía que al menos, entre sus
amigos, aquello no iba a tener solución e iba a tener que aguantarlo todo con
la mayor dignidad posible.
—¿Los demás también lo saben?
—cuestionó JongDae. BaekHyun se giró hacia él y le dedicó una sonrisa que no le
gustó para nada, una sonrisa que le respondió a su pregunta antes que las
palabras de su amigo.
—Por supuesto. De hecho, todos
queremos ir a verte.
—Os odio.
—En realidad nos quieres… muy en el
fondo, pero nos quieres.
JongDae bufó y comenzó a caminar
fuertemente por los pasillos de la facultad, dejando atrás a su amigo. No.
Ellos en el Playboy, no. Eso era algo que jamás iba a permitir.
Al anochecer, JongDae se encontraba
detrás de las cortinas del escenario, mirando cómo sus amigos se lo parecían
estar pasando de lujo, sentados en la mesa que siempre estaba reservada para
YiFan, cerca del escenario, con varias copas vacías sobre la mesa y una en sus
manos. No podía creerse que finalmente hubieran ido allí a verlo. Todos sus
amigos, excepto el mayor, eran hetero y seguramente disfrutarían el triple más
viendo a chicas despelotarse que a chicos, porque eso no les iba a gustar para
nada, aunque, de hecho, él mismo era hetero y se había quedado muy prendado de JongIn
al verlo bailar, pero eso no venía al caso.
—Esto es increíble —murmuró.
—Bueno, que vengan tus amigos no es
nada raro —dijo JongIn, apareciendo de pronto tras él, asomándose para mirar en
la dirección en la que estaba mirando él—. Los amigos de YiXing y Lu Han vienen
de vez en cuando, lo peor sería que viniera tu novia, como hace la mía. Eso es
horrible.
—¿Tu novia viene a verte?
—cuestionó, sin poder creérselo. El chico asintió lentamente—. ¿Cómo la dejan
entrar?
—De vez en cuando se pasa por aquí y
la dejan entrar porque saben que es mi chica, las mujeres tienen la entrada
vetada a este lugar —respondió—, pero bueno, tenemos que darlo todo en el
escenario sin pensar en nada más.
—Gracias.
Al terminar de bailar, JongDae
corrió al interior del local, hacia los lugares a los que los clientes no
podían acceder. Los pasillos estaban completamente desiertos, por lo que el
chico no se molestó en vestirse siquiera y se dirigió simplemente hacia el
camerino en el que se encontraban los demás chicos, preparándose para salir a
la escena poco después. Quería llegar cuanto antes al lugar para tumbarse en el
cómodo sofá y descansar un rato antes de volver a salir. Sin embargo, sus
planes se vieron truncados cuando pasó delante de una puerta que estaba medio
abierta. JongDae se detuvo al escuchar un gemido ronco salir de la habitación
y, sin poder evitarlo, se acercó a la puerta para ver quiénes eran quienes
estaban allí. Nunca había sido una persona muy curiosa, pero no había podido
evitar asomar la cabeza.
Allí, en aquella sala que le habían
comentado que era una en las que se realizaban los lap-dances, se encontraban
YiFan y YiXing. Su amigo estaba sentado en una silla, mientras el otro estaba
sobre él, moviendo sus caderas contra las del más alto mientras sus labios
chocaban una y otra vez en una danza desesperada. JongDae se retiró de la
puerta lentamente, como si de aquella manera pudiera asegurar que su presencia
no fuera descubierta por nadie, a pesar de que sabía que ellos dos no podían
enterarse de nada porque estaban metidos demasiado en su mundo.
—Así que YiXing y YiFan, ¿eh?
—murmuró para sí mismo.
★★
JongDae se encontraba mirando por el
cristal del gran ventanal de la cafetería que daba a la calle mientras le daba
vueltas a su café con la cucharilla de forma distraída, prestando atención a
medias a lo que su chica le estaba contando. La noche anterior apenas había
podido dormir porque después de las horas que pasó en el Playboy, sus amigos lo
arrastraron a un club más normal de Hongdae con la excusa de que al día
siguiente era domingo y de que con lo que le pagaba MinSeok podía permitirse
salir de vez en cuando. Estaba bastante cansado, pero no había tenido corazón
para decirle a BoMi que no quería acudir a su cita solo porque tenía algo de sueño.
Llevaban un poco de tiempo sin verse entre unas cosas y otras y sabía que debía
sacar algunos minutos para estar con ella, para hablar y para disfrutar de su
compañía. Lo último quería era que su relación se fuera al garete por su culpa,
por no haber sabido cuidarla como realmente se merecía.
—JongDae… ¿me escuchas?
El chico salió rápidamente de sus
pensamientos una vez escuchó a su chica decir aquello y se giró hacia ella, con
una sonrisa de disculpa en su rostro. No le estaba prestando atención de nuevo
y aquello debía cambiar.
—Lo siento, lo siento, no tengo
perdón de Dios —murmuró—. Repítelo, por favor, ahora te prestaré toda mi
atención.
—¿Te pasa algo? —cuestionó BoMi—.
Últimamente estás muy distraído.
—No, no pasa nada, no te preocupes —la
intentó tranquilizar con una de aquellas sonrisas encantadoras que su madre
decía que iluminaban los días más nublados—. Solo no he podido descansar bien.
—¿Hay algún problema? —preguntó
ella, insistiendo.
—Ninguno —JongDae negó con la cabeza
para darle más fuerza a sus palabras—. Los trabajos para la facultad me tienen
loco y no sé qué hacer con ellos.
—¿Es solo eso? —el chico asintió.
—Solo eso.
Miró a BoMi a los ojos con
sinceridad mientras respondía y ella asintió, aunque en su rostro podía apreciarse
una expresión de preocupación. Estaba preocupada por él, por lo que le podría
suceder para que no le prestara atención porque captaba perfectamente que sabía
que había pillado su mentira y aquello hacía que JongDae no se sintiera bien
consigo mismo, pero tampoco le podía contar todo aquello que lo atormentaba, no
le podía contar que no había dormido porque trabajaba en un club de striptease
gay y no podía decirle que estaba sin un duro.
—Bueno, entonces nos terminamos de
tomar el café y nos vamos a casa —dijo ella de forma resuelta—. No quiero
quitarte más tiempo del que ya te estoy quitando.
Después de aquella simple oración,
ninguno de los dos habló más que un par de monosílabos hasta que se despidieron
en la parada del autobús con un corto beso en los labios y una promesa muda por
parte de JongDae de que intentaría hacer todo lo posible para no preocuparla
más y para solucionar su situación antes de que BoMi se enfadara con él por no
contarle nada de lo que le pasaba. JongDae esperó para irse hasta que el
autobús se perdió entre la marea de coches al final de la calle y luego caminó
a su propia parada, dirección a su casa. Tampoco tenía muchas ganas de ir allí,
porque su madre también estaba con la mosca detrás de la oreja desde hacía unos
pocos días y, aunque aún no le había dicho nada, el chico sabía que era
cuestión de tiempo que preguntara, pero era el único lugar al que podía ir
antes de volver a salir para ir al trabajo.
Acababa de llegar a casa cuando su
madre salió a su encuentro, sin darle tiempo para poder librarse de la charla,
y JongDae simplemente suspiró.
—¿Qué haces por las noches? —le
preguntó ella, con la misma mirada llena de preocupación que BoMi y el chico se
sintió muy mal por tener que mentirle a las dos mujeres que más quería de su
vida—. Llegas tardísimo y muy cansado y luego te levantas al amanecer y te
vuelves a ir. ¿Te estás saltando las clases y haciendo cosas indebidas?
—No, mamá —contestó, llevando su
mano a su nuca y rascándola, intentando encontrar las palabras que decir.
—¿Entonces? ¿Dónde te metes?
—inquirió ella.
—No quería decíroslo porque siempre
me decís que mi obligación ahora es la de estudiar, pero quiero ayudar un poco
en casa y no ser solamente gastos —comenzó—. Estoy trabajando unas pocas horas
de noche para traer algo de dinero, al menos para que no os tengáis que
preocupar de mí en sentido económico.
—Pero JongDae… —a su madre le había
cambiado el semblante después de escuchar sus palabras—. No tienes que hacer
eso, nosotros nos apretamos un poco más el cinturón y ya está. Tú estudia,
cariño, solo eso.
—Tranquila, mamá —el chico se acercó
a ella y le dio un beso en la frente, aprovechando que era un poco más alto—.
No me quita mucho tiempo y me pagan decentemente.
—¿Dónde trabajas? —le preguntó, sin
dar más guerra sobre lo anterior, parecía que le hubiera quitado un gran peso
de encima a su madre.
Ante la pregunta que le había hecho,
JongDae tragó saliva de una forma casi imperceptible. No se le había ocurrido
ningún trabajo que decirle a su madre, así que salió del paso con lo primero
que se le vino a la cabeza.
—Estoy en el turno de noche de una
gasolinera —respondió—, solo son cuatro horas, hasta que me releva algún
compañero y me vengo a casa para dormir un rato antes de ir a la facultad.
—¿Y estás bien allí? ¿Te tratan
bien?
—Sí mamá, mis compañeros me tratan
bien —respondió con una sonrisa, recordando su primer día en el Playboy y todo
lo que los cuatro habían hecho para que saliera a escena sin preocupaciones y
lo hiciera bien.
—No tenías por qué haberlo hecho
—murmuró la mujer—. Sabes que no hacía falta.
—Pero era algo que yo quería —dijo—.
Así que no te preocupes, ¿vale?
—Sí. No me preocuparé.
La señora Kim le dio un beso a su
hijo en la mejilla y luego se dio la vuelta, adentrándose en su hogar y dejando
a JongDae en la entrada, con una sonrisa cálida en su rostro y su corazón y
mente llenos de remordimientos por tener que mentir de aquella manera tan
descarada a las personas que verdaderamente le importaban.
★★
JongDae terminó su actuación en el
escenario y bajó corriendo de allí en cuanto se apagaron las luces,
adentrándose en el entramado que había tras este y caminando hacia el camerino,
donde se debían de encontrar sus otros compañeros si es que alguno no estaba
haciendo un lap-dance. El chico había descubierto días atrás lo que se tenían
entre manos YiFan y YiXing, pero no había podido molestar a su amigo porque no
había tenido ocasión de ello, ya que no había podido estar a solas con él en
ningún momento para poder hacerlo y no quería que sus demás amigos se
enteraran, porque si YiFan, a quien le daba igual absolutamente todo no había
dicho algo como eso, era por algún motivo de peso. JongDae había querido probar
suerte con YiXing y molestarlo, pero le parecía una persona tan dulce y
agradable que no sabía cómo iba a reaccionar a aquello, además de que no tenía
la suficiente confianza como para hacerlo.
Cuando JongDae llegó al camerino,
las cuatro personas que se encontraban en él se levantaron repentinamente, con
sonrisas sospechosas en sus rostros y que al chico le dieron escalofríos,
especialmente la de Lu Han, porque no sabía que en una cara de ángel podía
aparecer aquella sonrisa más parecida a la de un demonio que otra cosa.
—¿Qué pasa? —preguntó.
La voz le temblaba levemente por la
congoja que estaba sintiendo en aquellos instantes, pero los demás no
parecieron notarlo, o al menos hicieron como que no lo notaron y simplemente se
dedicaron a sonreírle de aquella forma hasta que YiXing tomó la palabra y
contestó a su pregunta, un par de minutos después.
—MinSeok nos acaba de mandar un
mensaje diciendo que te han pedido para tu primer lap-dance —dijo—. Apenas
llevas una semana y ya te has vuelto muy popular.
—Teniendo en cuenta que el baile no
es lo tuyo pensábamos que los clientes tardarían unos pocos meses en pedirte
—siguió Lu Han—, pero al parecer tienes un admirador al que le da igual que
bailes bien o mal y solo quiere tenerte cerca.
—¿Cómo debería tomarme eso?
—cuestionó JongDae.
Las palabras que acababa de escuchar
no le habían gustado nada porque, ¿y si quien lo había pedido era un violador
en potencia y aprovechaba que estaban solos en aquel cuarto para violarlo o
matarlo? ¿Cómo se tomarían sus padres y BoMi que hubiera sido asesinado en un
club de striptease gay mientras trabajaba allí, con aquellas ropas tan vistosas
que vestía y que tapaban pocas partes de su anatomía?
—No te preocupes —la mano de JongIn
se posó en su hombro—. No es complicado y si el tipo no mantiene las manos
quietas simplemente te levantas y te vas.
—Vamos —dijo SeHun—, simplemente
tienes que frotarte contra su entrepierna un rato y listo —el chico caminó
hacia donde se encontraban JongIn y JongDae y se llevó al moreno de la mano de
allí porque les tocaba actuar en unos pocos minutos.
—Yo me tengo que ir también a un
lap-dance —anunció Lu Han—. Tengo que estar allí ya, ¿le enseñas tú un par de
cosas? —le pidió a YiXing y este asintió, luego salió por la puerta, pasando
junto a JongDae, al igual que habían hecho los otros dos algunos momentos
antes.
—Bien —comenzó YiXing—. No tienes
que hacer mucho, es tal y como ha dicho SeHun, simplemente tienes que bailar
sentado sobre el regazo de la persona que te haya pedido, frotándote de forma
descarada —JongDae se mordió el labio inferior, bastante intimidado por tener
que hacer aquello con otro hombre—. Si nunca has hecho eso porque no eres
homosexual y te es un poco incómodo sentir una erección te recomiendo que no
pienses mucho en eso, ¿vale?
—Vale… —murmuró, aunque no estaba
muy seguro de que aquello resultara bien.
—La primera vez es algo complicado,
pero luego te acostumbras y haces disfrutar mucho a tus clientes —le sonrió—, y
cuanto más disfruten y más se corra la voz de que eres bueno, más te pedirán y
más dinero ganarás.
—Seguro que YiFan se deja mucha
pasta al mes para estar contigo —murmuró más para él que para el otro, pero aun
así, YiXing lo escuchó y abrió los ojos como platos. Ante la muda pregunta que
veía en el rostro de su compañero, decidió que al menos podía preguntar, eso no
sería extraño, después de todo, YiFan era su amigo—. El otro día os vi…
besándoos… aunque creo que los besos no son parte de la tarifa.
YiXing sonrió levemente, como si
estuviera recordando aquel momento en concreto y luego se tapó la cara con las
manos en cuanto sus mejillas comenzaron a tomar un leve tono rojizo. Solo
pasaron unos segundos entre su pregunta y la respuesta del otro, pero a JongDae
se le hicieron eternos.
—La verdad es que no, que no forman
parte de la tarifa… —comenzó—, pero es lo mínimo que puedo hacer para que un
lap-dance con mi novio sea especial.
—¿Estáis saliendo juntos?
—cuestionó, sin poder creérselo y el otro asintió—. Madre mía… qué calladito se
lo tenía YiFan…
—Te puedo contar todo lo que quieras
sobre nosotros y que después molestes a YiFan con ello —propuso el chino—, pero
ahora será mejor que vayas corriendo a la sala, no hagas esperar más a tu
cliente.
—Eso es una promesa, ¿eh? Cuando
vuelva me tienes que poner al día de todo —contestó JongDae.
—Te lo prometo.
Con una sonrisa en su rostro por la
expectativa de poder molestar a su amigo con aquello, JongDae salió del
camerino que todos compartían y caminó por el pasillo hasta una de las salas de
lap-dance que había, la que tenía puesto sobre la puerta un cartelito que
rezaba “Chen”, el nombre artístico que finalmente se había puesto para salir al
escenario y no ser reconocido por nadie. Sus demás compañeros también tenían
nombres artísticos: YiXing se llamaba Lay; JongIn era conocido como Kai; Lu Han
como Lu; y SeHun como OSH. JongDae se detuvo a un par de pasos de la puerta
cerrada e inspiró hondo antes de atreverse a empujarla y entrar.
Aquella sala era como todas las
demás. Apenas tenía decoración y simplemente contaba con un par de muebles, que
se resumían en una silla y en un sofá, estaba muy tenuemente iluminada y
JongDae tuvo que forzar un poco su vista para poder ver una silueta masculina
sentada sobre el sofá, esperándolo. Tragó saliva de forma inconsciente, como
forma de intentar aguantar el mal trago que le iba a suponer aquello y luego
caminó con lo que creyó que era decisión hasta el sofá, deteniéndose justo
cuando sus piernas chocaron con las rodillas de la otra persona. A aquella
distancia podía ver que se trataba de un chico joven, no podía tener más de
veintitantos, con un rostro bastante corriente y una expresión amable en este.
—Soy Chen —dijo JongDae, intentando
romper un poco el hielo con unas palabras—. ¿Eres la persona que me ha pedido?
—cuestionó y el otro asintió con su cabeza.
El desconocido no dijo absolutamente
nada y solo lo miró fijamente a los ojos unos momentos hasta que luego le
indicó que se sentara sobre sus piernas y JongDae hizo lo que este le pedía.
Probablemente se iba a sentir muy pero que muy incómodo los diez minutos que
iba a durar aquello, pero tenía que apechugar con ello y hacerlo bien para
ganar más dinero y poder salir de aquel lugar lo más rápido posible. El chico
colocó una pierna a cada lado de las caderas del cliente y luego puso en su
reloj la alarma que lo avisaba de que el tiempo se había acabado, antes de
comenzar a mover sus caderas sobre las piernas del otro, acercándose cada vez
más y más a la entrepierna del desconocido.
El primer contacto que JongDae tuvo
con otro pene que no era el suyo fue algo inquietante y a la vez electrizante,
así que cerró sus ojos porque no quería saber nada de aquello y comenzó a
pensar en otras cosas mientras se movía de aquella forma contra otro hombre. En
algún momento de la sesión, se levantó de su regazo y le ofreció la vista de su
trasero moviéndose al ritmo de una música imaginaria antes de volver a sentarse
como estaba antes y pasear sus manos por el torso del otro, sintiendo cómo bajo
la camisa que vestía el desconocido se encontraba un cuerpo bastante trabajado.
JongDae volvió a frotarse contra la entrepierna ajena, encontrando ahora un
miembro erecto que lo hizo morderse los labios fuertemente para evitar que un
jadeo inapropiado saliera de su boca y que lo hizo anhelar más de aquel
contacto, por lo que, cada vez que podía, rozaba aquel lugar, escuchando cómo
la otra persona gemía, disfrutando de aquello tanto como estaba disfrutando él.
Su reloj comenzó a pitar de forma
estridente y JongDae, muy a su pesar, tuvo que dejar lo que estaba haciendo y
se separó lentamente del cliente, aunque no llegó muy lejos porque, de pronto,
unas manos fuertes lo agarraron por la cintura y lo dejaron anclado en el sitio
que estaba, justo antes de sentir unos labios cálidos y húmedos aprisionando
los suyos. El chico jadeó por la sorpresa y el otro aprovechó aquello para
introducir su lengua en la cavidad ajena, explorándola hasta que dejó a JongDae
sin respiración. Luego lo soltó y este se tambaleó hasta alejarse lo más
posible del otro, viendo cómo el cliente le dedicaba una sonrisa pícara antes
de arreglarse un poco la ropa y salir de la habitación, dejando a JongDae
sumamente confuso, sentado en una esquina del sofá y con una erección
palpitante entre sus piernas.
★★
Confusión era lo único que sentía
JongDae todavía tres días después de lo que le había ocurrido en el Playboy
mientras hacía aquella lap-dance. Se había dejado besar por otro tío, que casi
le había metido la lengua hasta la campanilla y se había empalmado simplemente
por rozarse contra la polla de otro tío. Seguro que se había dado un golpe en
la cabeza en algún momento entre el día que aceptó trabajar en aquel lugar y
cuando se sentó sobre las piernas de aquel chico y no se acordaba porque hasta
antes de aquello, jamás había tolerado algo así, de hecho, una vez había tenido
que besar a ChanYeol por una apuesta y los dos habían acabado lavándose los
dientes y enjuagándose la boca después de aquello. Por eso mismo no entendía
qué era lo que le estaba pasando porque… le había gustado.
Los labios de aquel desconocido eran
suaves y cálidos y su lengua sabía moverse dentro de su boca. Si cerraba sus
ojos y se concentraba todavía podía sentir aquel contacto y podía recordar el
alcohol de la boca del otro, internándose en la suya propia, nublándole los
sentidos.
El chico negó con la cabeza. No
podía ser, aquello tenía que ser alguna reacción extraña de su cuerpo que
llevaba mucho tiempo sin tener atenciones de su novia y que estaba desesperado
porque alguien hiciera algo con ello. Pensar en BoMi hizo que su semblante
fuera todavía más mustio que de costumbre y no pudo evitar suspirar. No solo le
estaba mintiendo a su chica, sino que también había dejado que otro tío lo
besara y se había empalmado solo por unos pocos roces. no sabía si eso contaba
como cuernos o no, pero JongDae se sentía muy mal y lo último que quería era
verla, ver su precioso rostro lleno de preocupaciones por él mientras en su
interior no paraban de crecer los remordimientos por lo que había hecho.
Por ese motivo, tomó una decisión
que no sabía si era acertada o no, pero que sabía que era lo mejor para que su
mente descansara en aquellos momentos. Tenía que alejarse un poco de BoMi para
aclararse las ideas, para dejar de pensar en aquel desconocido, para terminar
de trabajar en aquel lugar y ganar todo el dinero que necesitaba. JongDae cogió
su teléfono móvil y abrió la conversación que mantenía con su novia para
después escribirle.
BoMi,
tengo unos pocos de trabajos que entregar esta semana, ¿te importa que nos
veamos otro día, cuando esté menos liado?
Durante los segundos que tardó en
ver cómo BoMi se conectaba y escribía su respuesta, el corazón de JongDae no
paró de latir con rapidez dentro de su cuerpo hasta que las palabras de su chica
aparecieron frente a él.
No
pasa nada. Veámonos otro día.
Gracias.
★★
Kim JongDae había llegado bastante
temprano aquel día al club, pero ya se estaba cambiando la ropa de calle que
llevaba por el chándal que se ponía para estar por allí, andando de un lado
para otro y ensayando, la ropa para el escenario era algo incómoda y se
alegraba de quitársela cuando se subía allí arriba (aunque aquello pensamientos
le provocaran escalofríos porque eso indicaba que le gustaba desnudarse delante
de gente). El chico negó con la cabeza y terminó de quitarse los pantalones
vaqueros, dejándolos sobre el brazo del sofá antes de poder colgarlos de una
percha. En ese momento, se giró y encontró a un tipo muy alto en la puerta de
rasgos muy afilados y apariencia de asesino en serie. JongDae gritó alto,
aprovechando que siempre había tenido una voz bastante potente, para que lo
pudieran escuchar desde cualquier lugar del Playboy y luego se parapetó detrás
del sillón, utilizándolo de escudo.
El tipo de la puerta comenzó a
acercarse a él y JongDae empezó a grítale que se fuera, que no se acercara, que
tenía un arma muy peligrosa en las manos y cosas por el estilo mientras el otro
intentaba hablarle. Pero no iba a escuchar nada, no quería caer en el juego de
ningún asesino y violador de hombres indefensos.
Se escuchó un poco de jaleo en el pasillo
y JongDae supo que habían ido por fin en su busca, así que se relajó un poco y
se permitió asomar la cabeza por encima del respaldo del sillón para poder ver
la escena. Un par de segundos después, SeHun y Lu Han entraban al camerino,
encontrándose todo el percal. El chico esperaba que entre los dos le pegaran
una paliza al desconocido y luego lo rescataran a él, pero lo que hicieron fue
más bien lo contrario. Lu Han le chocó la mano cuando el otro la levantó, con
una sonrisa, y SeHun se alzó levemente de puntillas para darle un morreo
bastante intenso en los labios, dejando muy confundido a JongDae, que salió
lentamente de detrás del sillón, señalándolos a todos con dedo acusador.
—¿Pero esto qué es? —cuestionó.
—Siento haberte asustado —le
respondió el desconocido, con una voz dulce que no pegaba para nada con su
cara—. Creía que Hunnie estaría por aquí y entré para darle una sorpresa
—JongDae seguía bastante confundido y se le debió notar en la cara porque SeHun
añadió a aquella explicación unas pocas de palabras más.
—Este es mi novio ZiTao —señaló—, y
él es mi nuevo compañero, JongDae.
—Oh… —murmuró—. Lo siento, creía que
serías algún cliente que venía en busca de…
—Espera, espera —lo cortó Lu Han—.
¿Creías que te iba a violar? —empezó a reírse—. Vale que ZiTao tenga cara de
asesino, pero no le haría daño ni a una mosca.
—Porque le dan entre asco y miedo,
como todos los bichos —continuó SeHun, riendo también.
—Muy graciosos —dijo JongDae, aunque
aquello no tenía ninguna gracia—, pero yo me he llevado un susto de muerte.
Después de aquello se pasaron varias
horas cachondeándose de él e imitándoles la escena a JongIn y YiXing, ya que
estos no la habían presenciado, para que tuvieran constancia de lo que había
sucedido. JongDae intentó sobrellevarlo todo lo mejor que pudo, pero tras un
buen rato, lo único que quería era matarlos a todos y decir que había sido un
desafortunado accidente. Casi agradeció que cuando estaba a punto de llevar su
plan a cabo, apareciera un mensaje en la pantalla, a través de la cual se
comunicaban con MinSeok, diciendo que habían pedido de nuevo a Chen para que
hiciera un lap-dance.
JongDae salió por fin del camerino y
se dirigió a su sala rápidamente, sin mirar atrás y haciendo oídos sordos a lo
que los demás le decían. Unos minutos más tarde, ya se encontraba adentrándose
en aquel lugar y caminando hacia la persona sentada en el sofá, descubriendo
que era el mismo de la anterior vez, aquel que lo había besado, aquel que había
hecho que se empalmara. Tragó saliva y agradeció que en la penumbra de la
habitación no se le notara que se estaba poniendo colorado, porque si no
aquello habría sido demasiado vergonzoso. Esa vez no le habló, simplemente se
montó sobre sus piernas y comenzó a danzar tal y como había hecho la vez
anterior, aunque teniendo esta vez cuidado de no buscar roces directos entre
entrepiernas para no acabar igual y cuando los minutos reglamentarios
terminaron se alejó de él y salió de la habitación antes que el cliente. Casi
estaba llegando de nuevo al camerino que todos compartían cuando le dio por
meter las manos en los bolsillos, descubriendo que en uno de ellos tenía un
pequeño papelito doblado. JongDae lo abrió y leyó lo que contenía.
“Mi
número de teléfono es xxx-xxx-xxx. Puedes llamarme SuHo”.
★★
—Algo te pasa y no digas que nada
—comenzó ChanYeol, después de llevar viendo diez minutos a JongDae dándole
vueltas con el tenedor al puré sin probar bocado—. Así que ya lo estás largando
ahora mismo.
JongDae alzó por fin la cabeza de su
plato y miró al chico, descubriendo que BaekHyun, KyungSoo y YiFan también lo
estaban mirando y parecían algo preocupados porque no había comido nada y
porque no había dicho ni una palabra en todo el día. El chico quería hablar,
quería contarles que un cliente le había dado su número de teléfono para que lo
llamara, que era el mismo cliente que lo tenía muy confundido y que llevaba sin
ver a BoMi más de dos semanas y que la echaba de menos pero no se atrevía a
encararla. Pero eran sus amigos y sabía que iban a hacer un chiste de sus
problemas, como habían hecho con lo del dinero, y por eso había acabado
trabajando en un lugar como el Playboy, así que agachó de nuevo la cabeza.
—¿Ha pasado algo en el trabajo? —le
preguntó KyungSoo.
—Si es por lo que me ha contado YiXing,
no te preocupes —dijo YiFan—. Van a dejar de reírse en un par de días porque se
les olvidará.
—¿Qué pasó? —cuestionó BaekHyun y
YiFan estaba a punto de comenzar a contarlo cuando JongDae abrió la boca.
—No es eso, es otra cosa —y decidió
que era mejor no mentirle a sus amigos si no quería que toda la universidad se
enterara de que estaba trabajando en un club de striptease gay y que había
pensado que el novio de uno de sus compañeros lo iba a violar—. El otro día, un
cliente me dio su número de teléfono, pidiéndome que lo llamara.
—¿Eso es lo que te tiene tan
preocupado? —preguntó ChanYeol y él asintió—. ¿Por qué? No es como si te
hubiera pedido nada del otro mundo, quiero decir, igual le molas y quiere ser
tu amigo o algo, no tiene por qué ser nada raro.
JongDae no lo había mirado desde
aquella perspectiva porque el otro lo había besado y porque se había sentido
extraño en su compañía, pero ChanYeol podía tener razón. Igual simplemente
quería ser su amigo. Además, JongDae NO
era homosexual, así que no debía de haber ningún peligro con eso… pero aun así
tenía dudas.
—Quizás tengas razón —murmuró.
—Siempre la tengo —se pavoneó
ChanYeol y estuvo tentado a pegarle, pero ya recibió su merecido de la mano de
KyungSoo, que estaba más cerca.
—¿Dónde tienes su número? —preguntó
BaekHyun.
—En la cartera —respondió. Todos lo
miraron de forma sospechosa, así que aclaró—. Quería hablar con vosotros de
este tema… aunque no sabía cómo empezar.
—Sácalo —le pidió este y JongDae lo
hizo, para después entregarle el papelito—. SuHo dice que se llama —leyó—, qué
cuco. Anda, dame tu móvil.
JongDae negó con la cabeza y fue a
tomar su teléfono de la mesa, donde lo había dejado hacía un rato, pero una
mano grande y huesuda que solo podía pertenecer a YiFan, lo atrapó antes y le
entregó el teléfono a BaekHyun con una sonrisa pícara en los labios. El chico
intentó levantarse, pero entre KyungSoo y YiFan lo dejaron anclado a la silla
mientras veía, impotente, cómo BaekHyun comenzaba a marcar los dígitos del
número en su móvil.
—Contacto guardado como SuHo
—anunció. Luego comenzó a trastear y después de unos segundos dijo—. ¿Qué le
pongo? “Hola SuHo, soy Chen”
—No, pon algo más suculento
—aconsejó ChanYeol—. Algo como: “Soy Chen, dame la dirección de tu casa e iré a
chupártela inmediatamente”.
—¡Hey! —se quejó JongDae, queriendo
alcanzar su teléfono antes de que aquellos idiotas que tenía por amigos la
liaran parda—. Dadme mi teléfono.
Ninguno de los cuatro le hizo caso y
siguieron debatiendo entre ellos cuál era la mejor frase que podían ponerle al
otro como presentación. JongDae se temía lo peor y estaba que le iba a dar algo
por aquello. Las manos le sudaban y el corazón le iba a mil por hora mientras
seguía intentando recuperar lo que era suyo; sin embargo, no lo obtuvo hasta
que el mensaje no fue enviado. Apenas acababa de recuperar su móvil cuando este
vibró una milésima de segundo y el chico abrió rápidamente la aplicación para
ver qué era lo que sus amigos habían escrito finalmente y qué era lo que le
había contestado el otro con tanta celeridad. JongDae respiró hondo al ver que
habían optado por la primera opción de BaekHyun y se habían dejado de
gilipolleces.
Me
alegra que me escribas, Chen
La respuesta que le había dado el
cliente del Playboy también era bastante normalita, así que JongDae estuvo
tranquilo. No iba a pasar nada extraño y no creía que nada raro pudiera salir
de una conversación como aquella. El chico miró la hora y casi le dio un
patatús al ver que estaba a punto de comenzar la siguiente clase y que no había
comido absolutamente nada y tenía un hambre feroz. JongDae guardó su móvil,
ignorando que vibrara varias veces más mientras engullía con velocidad la
comida de su plato en cinco minutos. Después, se después se despidió de sus
amigos y salió corriendo con su mochila colgada al hombro hasta la siguiente
clase. Solo se permitió respirar tranquilo cuando estuvo sentado en su clase y,
en ese momento, sacó su teléfono móvil, descubriendo una retahíla de mensajes
de SuHo.
Me
gustaría verte otra vez en privado
Quiero
hablar contigo
Pagaré
varios lap-dances incluso, aunque no bailes ni una sola vez
Solo
me gustaría conocerte
JongDae sintió cómo su corazón latía
rápidamente dentro de su pecho y no estaba seguro de si era por las palabras
que acababa de leer o porque había corrido prácticamente una maratón para
llegar a tiempo a clase.
★★
JongDae se asustó un poco cuando
sonó el pitidito que avisaba de que alguien había pedido un lap-dance. Estaba
tranquilamente sentado en el sofá, jugando con su teléfono móvil y no se lo
esperaba, así que casi se cayó al suelo del salto que pegó. Estaba un poco
nervioso por lo que le había dicho el cliente hacía solo unas horas y no quería
que llegara jamás aquel momento porque… ¿de qué querría hablar? ¿Qué quería
saber? Pero de todas formas no tenía que preocuparse tanto, seguramente aquella
notificación no estaba dirigida a él. Sin embargo, a JongDae le duró poco aquel
pensamiento porque en apenas unos segundos, Lu Han se cargó todo aquello con
unas simples palabras.
—ChenChen tiene otro cliente
—canturreó—. ¿O quizás es el mismo? Le habrás molado mucho, supongo, sino no te
pediría tanto.
—Oh, calla —el chico se levantó del
sofá y se arregló un poco la ropa que vestía, pensando seriamente que era mucho
mejor que fuera otra persona a que fuera SuHo.
—Algún día quiero que me bailes a mí
para comprobar qué tan bueno eres —siguió molestando el chico.
JongDae estuvo tentado a matarlo o
algo por el estilo, pero ya era mayor de edad, podía pasarse la vida en la
cárcel y, además, si no había matado a BaekHyun ni a ChanYeol en el tiempo que
los conocía —y lo más importante, si KyungSoo no lo había hecho antes— era
porque no merecía la pena su asesinato, así que tampoco iba a matar a Lu Han,
aunque este crimen lo podría encubrir diciendo que había sido un tipo enamorado
del chico que bailaba en un club de striptease gay.
Definitivamente, decidió, debía
dejar de ver películas y series policíacas y de homicidios si no quería tener
que cargar más adelante con un muerto a sus espaldas.
JongDae salió del camerino, rezando
para que no fuera SuHo durante todo el trayecto que había desde este hasta su
sala especial, dándose cuenta finalmente de que no debía existir nadie allí
arriba, se llamara como se llamase, porque sus súplicas no habían sido
escuchadas y a quien encontró sentado en el sofá de cuero no fue a otro más que
a SuHo esperándolo. El chico maldijo entre dientes, pero luego simplemente
cerró la puerta de la sala y caminó hacia el otro, buscando sentarse sobre sus
piernas, tal y como había hecho las anteriores veces que había estado a solas
con él en aquel lugar. Sin embargo, SuHo se cruzó de piernas, imposibilitándole
aquel movimiento y palmeando con su mano izquierda el asiento libre del sofá,
invitándolo a sentarse allí. JongDae se sentó en aquel lugar y luego giró su
cuerpo hacia el otro.
—Has pagado por una lap-dance
—comenzó a decir—. Lo justo sería tenerla.
—Sería lo justo, sí —murmuró SuHo.
Aquella era la primera vez que escuchaba la voz de aquella persona y era muy
dulce y muy cálida, casi celestial—, pero si te mueves sobre mi cuerpo y rozas
mi entrepierna una y otra vez creo que no tendré la coherencia suficiente para
poder entablar una pequeña conversación contigo —esbozó una sonrisa que JongDae
pudo ver en la semioscuridad en la que se encontraban—. Además —añadió—, he
pagado por tres lap-dances, así que tenemos treinta minutos para poder hablar
con tranquilidad.
—¿Sobre qué quieres hablar?
—preguntó JongDae, receloso.
—Sobre ti, sobre mí, sobre lo que
nos gusta, sobre el tiempo o sobre fútbol —puso como ejemplos—. Sobre cualquier
cosa que desees —el chico lo pensó durante algunos segundos y luego asintió,
poniendo en marcha el contador de su muñeca.
—Comienza a preguntar —dijo.
JongDae no sabía si se había vuelto
loco o algo por el estilo, pero si SuHo quería hablar hablaría y así no estaría
tan confuso acerca de él, de aquella forma podía dejar de verlo de la manera en
la que lo veía en aquellos momentos: como una amenaza para todo lo que él creía
que tenía seguro en su vida.
Pasó un rato bastante agradable
porque simplemente estuvieron hablando sobre los resultados de la liga de
fútbol mientras criticaban a varios jugadores y entrenadores por no hacer bien
su trabajo. Aquella casi podía haber sido una de las muchas charlas que había
compartido con sus amigos sobre deportes, aunque YiFan y ChanYeol eran más de
baloncesto, BaekHyun de béisbol y KyungSoo era más de sofing.
Todo parecía ir bien, sobre ruedas,
hasta que un par de minutos antes de que acabara su tiempo, SuHo se inclinó
hacia él y tomó sus labios en un beso desesperado, cálido, húmedo, lleno de
choques de dientes y de lenguas que luchaban por obtener el control porque,
aunque pudiera parecer increíble, JongDae había correspondido aquel beso como
si hubiera estado perdido en el desierto días y días sin agua y SuHo fuera el primer
oasis que veía y fuera todo lo que necesitaba para sobrevivir a partir de aquel
momento. Cuando se separaron, no obstante, JongDae supo que aquello había sido
solo un maldito espejismo y que lo había vuelto hacer. Se había dejado besar de
nuevo por él y lo había disfrutado... mucho más que cualquier beso que hubiera
recibido en su vida y eso lo asustó de sobremanera.
Notas del capítulo:
—Sofing,
dícese del deporte que se realiza viendo en la tele cualquier deporte mientras
se está tumbado en el sofá sin hacer ningún ejercicio físico.
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