Nota: ¡Hola a todos! ¿Qué tal vais? Bueno, yo os voy a dejar el segundo capitulo de Cooking cupcakes, a ver que os parece, es un poco dramático y puede que drástico(?) pero era algo fundamental que tenía que salir en la historia. ¡Nos leemos!
Ni siquiera quiso decir algo. Mientras todos le daban la enhorabuena a Mimi por haber ganado, ella aprovechó el momento para recoger todas sus cosas y marcharse sin que nadie se percatara de ello.
Era el mejor momento para irse sin que nadie la pudiese detener. Aunque si lo pensaba mejor tampoco hubiera allí nadie que quisiera detenerla. Todos los ojos estaban puestos en la ganadora y no en una simple perdedora entre todas las que había.
Hyojung confiaba en poder irse de allí tranquilamente, aunque su corazón estaba a punto de estallar. Había albergado la esperanza de ser ella la que ganase, aunque solo fuese por una vez. Pero el destino se la estaba jugando una vez más. Odiaba al destino.
A punto de salírsele de las lágrimas de los ojos salió por la puerta trasera de aquel establecimiento. Si lo hacía por la puerta principal se arriesgaba a que la viesen.
No supo cómo su cabeza llegó a reaccionar ante unos pensamientos que ni ella misma se hubiese planteado en su mejor momento. Aquella vida que le había tocado no podía ir a peor, ni siquiera se la merecía en su opinión.
Toda la vida haciendo buenas acciones pensando en los demás y no en ella. Siempre puso al resto de la gente antes que su bienestar. Tal vez el hecho de que Mimi hubiese ganado es porque ella se lo merecía mucho más.
Mientras tanto ella… no sabía qué merecía y qué no, ni tampoco podía imaginarse qué era lo que le deparaba el destino. Ni lo quería saber. Que se fuera el destino y todo lo relacionado con él a la mierda.
La rabia que se apoderó de su cuerpo y provocó que las lágrimas cayeran sobre sus mejillas, recorriendo todo su rostro hasta perderse en su mandíbula. ¿Por qué a ella le había tocado vivir tanta miseria y no tenía ninguna alegría en su vida?
Estaba sola, completamente sola. Sus padres no eran más que unos campesinos pobres que habían dado todo para que ella pudiera tener unos estudios y viajar a la ciudad donde poder tener un buen trabajo. ¿Y qué había hecho ella a cambio? Decepcionarlos.
Ni siquiera tenía amigos y mucho menos un novio como siempre le preguntaba su madre en las cartas. Si fuera por ella mandaría a todos los hombres a la mierda.
Hyojung andaba con prisa por la calle mientras maldecía cada uno de los minutos de vida que había podido vivir. Todo había sido para nada. Lloraba de rabia y de impotencia, pero sobre todo por no querer vivir más su vida.
Consideraba que ya había sufrido lo suficiente como para seguir haciéndolo. No tenía pensamientos de seguir dejando que el destino marcara cada uno de sus siguientes pasos. Ahora le tocaba a ella decidir qué es lo que pasaría a continuación y su decisión estaba clara.
No quería seguir viviendo la vida que le había tocado, no era la vida adecuada para alguien que se había esforzado tanto por los demás ¿Podía ser injusta? Sí, pero es que no aguantaba ni un segundo más la tortura que la atormentaba cada día.
La idea, con solo el hecho de que pasara por su cabeza, era horrible. Pero no encontraba otra solución. Aquello debía acabar y cuánto antes, mejor para todos. Poco le importaba ya el mundo o que pasase con ella, solo desaparecer pero ¿Cómo?
Entonces fue cuando lo vio. Tenía frente a ella un gran edificio de siete plantas. Unos grandes almacenes. Seguramente tendría la puerta de la azotea abierta, la de emergencia.
Sin dudarlo, se lanzó al interior del edificio. Lo más posible es que no sobreviviera ni lo más mínimo desde la caída de una séptima planta.
Allí la gente parecía estar en otro mundo. Nadie la veía y nadie reparaba en su mera presencia. Eso era lo mejor. Algo apresurada se metió dentro de un ascensor, espero a que entrara más gente y vio que había una señora que quería subir a la 7ª planta.
El trayecto se le hizo más largo de lo que debería ser y es que hizo varias paradas donde la gente ni siquiera se subía y otras dónde los que le acompañaban se apeaba. Hasta quedar ella y la otra mujer al llegar a la última planta.
Por un momento sintió cómo que aquella mujer sabía cuál era su intención, pero aquello era imposible ya que lo había decidido tan sólo hacía unos minutos y no se lo había dicho nadie. En cuanto el ascensor se paró, se apeó de este sin mirar a ningún lado, solo a buscar donde estaban las escaleras de emergencia.
Le costó dar con la puerta de emergencia ya que se encontraba escondida tras un tendedero de ropa. Miró a un lado y a otro. Comprobó que nadie se había dado cuenta de que estaba allí. Mucho mejor.
Empujo la puerta de emergencia creyendo que no iba a ceder y que aquello era una soberana estupidez, sin embargo bajo su fuerza la puerta se abrió y sin esperar a que alguien la detuviese, accedió al pasillo de emergencia y cerró la puerta tras ella
Ya tan sólo le quedaba seguir subiendo las escaleras hasta la azotea y que la puerta de allí estuviera también abierta. Como si alguien la hubiese escuchado cuando intentó empujar la puerta pudo comprobar que estaba abierta también. Así cualquiera lo tenía fácil para suicidarse.
El aire se levantó cuando salió. O tal vez era por el sitio en el que estaba. Allí no había nada ni nadie, así que no tendría muchos espectadores. Fue andando, paso a paso, hasta el borde del edificio. Una baranda se interponía entre ella y el vacío.
En un principio ni siquiera le costó decidirse en poner un pie sobre la baranda y traspasarla. Se quedó de pie agarrada a ella pero casi totalmente a punto de dejarse caer al vacío.
Sin querer miró abajo y vio toda la distancia que había para la caída. Su corazón se encogió por el miedo, pero se consoló con el hecho de que con tal golpe no llegaría ni a sentirlo. Ya estaba allí, ya podía dejarse caer y todo acabaría para siempre. Pero sus piernas comenzaron a fallar y sus manos se negaban a soltarse de la baranda.
Trago saliva con suavidad y cerró los ojos cuando empiezo a escuchar gritos que venían de abajo. Seguramente alguien se había dado cuenta de su posición y se había asustado al verla que estaba a punto de tirarse al vacío.
Mientras seguía con los ojos cerrados, por su mente pasaba cada uno de los motivos que la llevaron a estar allí ahora mismo. Habían sido tantas cosas que no supo en realidad cuánto tiempo le llevo a repasar cada una de ellas pero cada vez que pensaba en algo nuevo sentía más ganas de desaparecer para siempre.
¿Cuánto tiempo pasó allí de pie detenida sin ni siquiera moverse? o tenía ni la más remota idea pero el sonido de la puerta de la azotea abrirse, la asustó por lo que tuvo que abrir los ojos.
-¡No! ¡No lo hagas! -Por un momento creyó que la persona que entraba a detenerla era un encargado del centro comercial al que habían avisado de lo que estaba a punto de hacer pero aquella voz era inconfundible y menos después de haber pasado una intensa ahora escuchándola.
-¿Qué haces aquí, Mimi? Deberías estar disfrutando de tu premio -Tras echar un vistazo y comprobar que era ella, volvió la mirada al frente. Esta vez evitando mirar abajo.
-Y tú deberías estar en tu casa tan tranquilamente ¿qué haces ahí? Te puedes hacer daño, baja y hablamos
-¿Hablar? No hay nada de lo que hablar ¡Era mi última oportunidad! ¡No soy más que una fracasa! ¡Esta vida no tiene preparado nada bueno para mí! -Hyojung comenzó a gritar casi inconscientemente. No pudo reprimir las ganas de expresar lo que su corazón guardaba.
-Eso no lo sabes, puedes tener unas maravillosas oportunidades de aquí en adelante. Pero si lo haces, jamás lo descubrirás -Mimi se iba acercando poco a poco hasta ella, la escuchaba andar, pero no le impediría hacerlo. La decisión estaba tomada.
-¡Me da igual ya todo! ¡Vete de aquí! ¡Déjame y ve a disfrutar de tu premio! -Inevitablemente se le escaparon las lágrimas. Tenía que tener valor para tirarse… ¿no? Porque ahora mismo no lo sentía.
-Hyojung piénsalo mejor, hay otras oportunidades, siempre las hay. Juntas vamos a encontrarlas.
-¡Ya da igual todo! -Sintió una mano sobre una de las suyas. Se giró y vio el rostro asustado de Mimi.
-Por favor… no hagas esto… piensa en tus padres, en tu seres queridos… en el mal rato que le vas a hacer pasar a toda la gente que hay ahí abajo… olvídate de esto y vamos a buscar un lugar tranquilo…
Sus palabras eran suaves y tiernas, casi lo suficiente como para convencerla. Dudó por unos segundos. Tal vez tuviera razón. Y Mimi se percató de que se había relajado un poco, ya que la cogió por la cintura para que no se cayese.
-Ahora vas a ponerte a salvo, lentamente -Fue con su ayuda, cuando salto la baranda de nuevo, sólo que ahora puso los pies en el suelo de la azotea.- Lo mejor será que te lleve ahora a casa.
-Yo ya no sé qué quiero… -No pudo evitarlo y se echó a llorar de manera desconsolada. Aguantarse no era lo suyo en ese momento. Aprovechó que Mimi estaba allí, consolándola, para apoyarse en ella y llorar.
Pasaba su mano por su cabello. Lo notaba. Mientras ambas estaban allí tiradas en el suelo, acurrucadas, de la azotea de ese centro comercial. No sabía qué iría hacer ahora con su vida.
Llevaba horas durmiendo, su cuerpo lo sabía. Estaba completamente magullado, le dolía todo ¿Cómo había acabado en su casa? Ah, Mimi la había llevado.
Al abrir los ojos y ver la hora en el despertador de su mesita de noche, comprobó que había pasado doce horas durmiendo. El hecho de que hubiese estado tanto tiempo durmiendo, le había cansado los ojos lo suficiente como para caer rendida en un sueño profundo.
Cuando intentó levantarse le dolía hasta el último músculo de su cuerpo. Estaba completamente para el arrastre.
Pero lo que no se esperaba es que estuviera acompañada. Lo normal es que en su casa tan solo estuviera ella, pero no le dio tiempo ni a pensarlo cuando me entró en la habitación Mimi, acompañada de un vaso de agua. Imaginó que era para ella.
-¿Qué haces aquí? Quiero decir, deberías estar en tu casa, no aquí… -Estaba completamente sorprendida al verla allí. Ya hizo suficiente el día anterior evitando que acabase suicidándose.- ¿No has estado en tu casa?
-No creo que allí me echen mucho en falta. Aquí por lo menos puedo ser útil y cuidarte un poco. Además de evitar que hagas cualquier tontería -Le sonrió. Dejó el vaso de agua a su lado y se sentó.
-Pero no estás obligada a hacerlo. No tienes por qué quedarte aquí conmigo.
-Ya, lo sé. Pero no me importa, no tengo nada más que hacer.
-¿Y qué pasa con el trabajo que acabas de conseguir? -Se intentó incorporar para quedar sentada sobre la cama y estar más o menos a su altura.
-Empiezo estar tarde, pero aún son las 10 de la mañana. Puedo quedarme aquí un rato más y controlar que no hagas nada raro ¿Quieres agua? -Le ofreció el vaso de agua que prefirió rechazar por el momento.
Ahora se fijó mejor en ella. Vio que llevaba la misma ropa que el día anterior y que su pelo lo había recogido en una alta coleta. No parecía haber descansado y tenía unas pintas terribles.
-¿Es que no has descansado?
-No. He pasado casi toda la noche pendiente de ti. Has cogido algo de fiebre. Me imagino que por todo ese asalto de emociones y sentimientos que tuviste ayer. No quería que empeoraras -Hasta su voz se escuchaba cansada.
Justo cuando iba a responderle el sonido de una llamada entrante a un móvil, que no era el suyo, les cortó la conversación. Era el móvil de la otra chica el que estaba sonando, por lo que dejó por un momento de hablarle para atender a quien le estaba llamando.
-Hola, soy Mimi -Dijo nada más descolgar el teléfono móvil. De pronto una sonrisa se le dibujó en el rostro.- ¡Eres tú, precioso mío! ¿Qué tal está la persona que más quiero?
¿Persona que más quiere? ¿A caso Mimi tenía novio? Bueno, aunque en realidad eso era algo que ella le importaba bien poco. Tal vez fuera incluso mejor porque si no tal vez hubiera acabado pillándose con ella.
Desde siempre le habían atraído las chicas. Sobre todo aquellas que eran bastante monas y agradables como lo era Mimi. Por lo que el hecho de que tuviera novio era algo que hacía que tuviera más tranquilidad y confianza a la hora de estar con ella sin temor a que pudiera pasar algo entre las dos.
-¿Qué has estado haciendo? Hace dos días que no me llamas, ya me iba a poner triste -Parecía que Mimi tenía mucha confianza con su novio. Eso era bueno en una relación ¿no? Aunque Hyojung no lo podía saber porque nunca había tenido una.
Sin querer acabó escuchando todo lo que Mimi estaba diciendo aunque no llega a escuchar lo que la otra parte decía, pero si lo suficiente para saber que aquella persona con la que hablaba no era un simple amigo.
Mimi parecía está muy contenta para estar hablando con esa persona a la que no tenía por qué conocer, ya que justamente a ella la acababa de conocer, así que no entendía porque esos sentimientos de rechazo que sentía en ese momento. Era como si sintiera celos de ver a otra persona que era tan cercana a Mimi ¿A caso ella también lo quería ser?
No supo definir qué era exactamente lo que sentía pero se quedó viendo como seguía hablando y como gesticulaba al hacerlo, a la espera de que acabase la conversación para terminar de aclarar la situación entre ellas dos.
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