Pareja: BamMin (BamBam + JiMin) [GOT15 – GOT7 + 15&]
Tipo: Hetero
Géneros: Romance | Drama | Smut
Clasificación: NC–17
Descripción: Una noche de sexo amenaza con romper la amistad que BamBam y JiMin han forjado durante años.
Advertencias: Mención a cosas pervertidas, relaciones sexuales y esas cosas.
Aclaraciones: Para la persona que no haya salido de su cueva hasta este momento y no sepa de qué va la cosa, le dejo esto aquí para que se documente y tome conciencia de lo que va a leer.
Notas: OK. I’m not okay, seriously. BamBam hurts me a lot with his declaration and I couldn’t stop myself. I hope you like it.
Prologue
How do you know I’m
not big?
JiMin
estaba tumbada en su cama, con el pijama ya puesto y cotilleando desde su
teléfono móvil diversas redes sociales y riendo de vez en cuando por los
comentarios que encontraba sobre el suceso de aquel día. BamBam había sido
demasiado explícito en la grabación del día anterior en el After School Club y
las redes ardían llenas de comentarios —la mayoría balbuceos sin sentido— de
las fans que habían visto el programa en directo y que lo habían oído. En el
momento, la chica se había quedado un par de segundos en blanco, pero después
intentó contratacar, haciendo que el entuerto se volviera peor de lo que ya
era. Realmente no se esperaba que su amigo fuera a decir aquello, menos ponerla
a ella entre la espada y la pared de esa manera, porque delante de las cámaras,
hasta ese mismo día, se había comportado de forma medianamente decente y no
había hecho ese tipo de bromas a las que, en los últimos tiempos, JiMin se
había acostumbrado ya a escuchar.
La
chica estaba tan ensimismada en su tarea, que no se dio cuenta de cuándo la
puerta del pequeño apartamento que compartía con YeRin, su compañera de grupo,
se abría y cerraba; tampoco escuchó unos pasos decididos caminar por el corto
pasillo hasta llegar hasta la misma puerta de su habitación. Por este motivo,
cuando giró su cabeza y se encontró en el vano a BamBam, tiró el móvil a la
otra punta del cuarto y gritó por el susto que se acababa de llevar.
—¿Qué
cojones haces aquí? —le cuestionó, levantándose de la cama y caminando hacia
él, dispuesta a echarlo de su casa. Ya era tarde, ya era muy tarde, de hecho—.
No te di la clave del piso para que entraras a altas horas de la madrugada,
¿sabes? —colocó las manos contra su pecho y le dio un leve empujón, podría
habérselo dado más fuerte, pero iba a subir poco a poco la intensidad de sus
golpes hasta que lo sacara de allí.
—Era
el único momento que tenía libre —le contestó—, y tenía que hablar contigo.
—Podías
haberme llamado o contármelo por kakao
—contestó, a la defensiva, cruzándose de brazos al instante de caer en que no
llevaba sujetador.
—Era
importante —replicó él—. Y no es algo que pueda hacerse por teléfono.
—¿Tan
importante era que has tenido que venir en plena madrugada y sin avisarme
siquiera de que lo hacías? —JiMin enarcó una ceja, evidenciando que no lo creía.
—Muy
importante.
BamBam
la miró fijamente, como si de aquella forma pudiera transmitirle la importancia
del desconocido asunto. A JiMin no le quedó más que suspirar y claudicar.
Cuanto antes hablaran, antes saldría el chico de allí y menos riesgos habría de
que alguien lo viera rondando su piso, lo reconociera y comenzaran a salir
rumores… si es que no lo habían seguido y ya había comenzado todo. La chica
tuvo la imperiosa necesidad de coger el móvil del lugar en el que hubiera caído
y mirar las últimas noticias, pero se contuvo.
—Muy
bien. Dime de qué se trata —y al segundo de decir aquellas palabras se
arrepintió del todo porque la expresión en el rostro de su amigo no presagiaba
nada bueno. Esa sonrisa cínica y aquellos ojos entornados que miraban desde
arriba siempre habían sido el anuncio de que algo pervertido iba a salir de su
boca. JiMin quiso tapar sus oídos, pero no pudo coordinar sus manos ante lo que
siguió.
—Quiero
enseñarte lo grande que soy.
BamBam
se bajó los pantalones y calzoncillos sin dejar tiempo a nada y JiMin quiso
taparse los ojos y los pechos a la vez y al final no pudo hacer nada coherente
con sus manos más que dejarlas laxas una a cada lado de su cuerpo y abrir su
boca al máximo durante unos segundos fatídicos. Si hubiera sido capaz de
coordinarse, podría haber evitado la forma en la que ahora el chico la
observaba, envuelto en tanto ego masculino que era insoportable estar siquiera
en la misma habitación con él —aunque técnicamente no lo estaban, porque él
seguía en el pasillo—. JiMin acertó a mover correctamente sus brazos unos
momentos después y se cubrió los ojos con una mano y los pechos con la otra,
pero ya era tarde, porque había visto cómo el miembro de BamBam se alzaba,
mostrándole todo su esplendor y que realmente no mentía cuando aquella misma
mañana había hecho aquellas declaraciones tan inesperadas.
—Tenía
yo razón, ¿cierto? —le comentó él. JiMin sintió su voz más cerca de ella de lo
que lo había estado antes y por puro instinto dio un paso hacia atrás,
alejándose—. Oh, vamos. No seas tímida —rió—. Somos amigos.
—Seremos
todo lo amigos que tú quieras —respondió—, pero no es cosa que vengas a
desnudarte a mi casa para demostrarme nada.
—Oh,
venga —se quejó BamBam—. ¿De verdad no quieres sentir lo grande que soy? —la
chica sintió cómo un repentino calor se subió a sus mejillas y supo sin tener
que verse que se acababa de sonrojar como una idiota ante la insinuación que le
acababa de hacer—. Muchas chicas pagarían por estar en tu lugar, lo sabes, ¿no?
—Yo
no soy ninguna de esas chicas —alcanzó a responder, intentando parecer calmada…
pero en eso se quedó, en el intento, ya que perdió toda la compostura cuando él
le quitó la mano de los ojos y lo vio tan cerca de ella, con aquella ceja
levantada sugerentemente, un brillo salvaje en sus ojos y los labios húmedos.
—Mentirosa
—jadeó con voz ronca demasiado cerca de su rostro, tan cerca, que sintió su
aliento chocar contra sus labios y un escalofrío recorrió su columna vertebral
de arriba abajo—. Eres una mentirosa… —repitió y JiMin no supo por qué, pero
comenzó a sentir cómo el mismo calor que se había alojado en sus mejillas,
decidía instalarse en su entrepierna.
—BamBam…
—susurró su nombre, queriendo decir algo pero sin saber qué era lo que
realmente quería decir porque acababa de perderse en los ojos castaños del
chico y en el deseo que éstos mostraban.
—JiMin…
—gimió él a un centímetro escaso de sus labios antes de besarlos.
Cuando
los labios de BamBam se encontraron con los suyos, JiMin no pudo hacer otra
cosa más que responder el beso que éstos requerían de una forma lenta, pero a
la vez demandante mientras en su cabeza libraba una batalla contra el caos de
pensamientos y sentimientos que cruzaban por su mente en aquellos momentos. Se
estaba besando con su mejor amigo y lo peor, le estaba gustando; se sentía
excitada también, por el beso, por sus palabras susurradas en un tono de voz
que jamás le había escuchado, por el deseo que mostraban sus ojos y por su
miembro erguido sin ninguna vergüenza clamando a gritos atención. La lengua del
chico pidió permiso para entrar en su boca y JiMin no tuvo fuerzas para
denegarle el acceso, así que, simplemente se dejó llevar y exploró igualmente
aquella cavidad desconocida hasta que, por falta de aliento tuvieron que
separarse.
—Creía
que me ibas a alejar —murmuró BamBam, todavía cerca de ella, demasiado cerca—.
Que me ibas a sacar a empujones fuera del piso incluso con los pantalones
bajados.
—Yo
también lo creía —respondió, sin saber exactamente dónde mirar, porque quería
evitar sus ojos o sus labios—. Era mi intención hacerlo.
—¿Y
por qué…? —comenzó el chico, pero ella no lo dejó terminar, sabiendo
perfectamente qué era lo que iba a decir a continuación, así que, terminó su
frase por él.
—¿Por
qué no lo he hecho? —JiMin suspiró. Su mente seguía demasiado confusa, además
de en un estado de aletargamiento severo—. No lo sé, sinceramente.
—Ése
“no lo sé”… ¿puede significar que tengo una opción? ¿Por mínima que sea? —la
chica alzó su vista hacia los ojos del chico, mirándolo por primera vez desde
el beso y encontrando en su rostro una expresión seria, sincera, sin rastro del
BamBam juguetón que ella bien conocía, y aún con el brillo de deseo en su
mirada.
—No
lo sé —repitió, aunque aquella vez, en su mente, había estado más cerca del sí
que del no, pero eso era algo que él no tenía por qué saber.
—¿Puedo…?
—el chico se aclaró la garganta, buscando las palabras adecuadas—. ¿Puedo pasar
la noche contigo? Sin ataduras, sin consecuencias… —se apresuró a añadir—. Solo
siendo tú y yo, dos personas que… —volvió a trabarse y se mordió el labio
inferior, frustrado por no encontrar en su vocabulario de coreano lo que quería
decir.
—Creo
que… te entiendo —murmuró ella—. Lo entiendo…
—¿Y
cuál es tu respuesta?
JiMin
tenía que haberlo pensado. Tenía que haberle dado mil vueltas en su cabeza a
aquel asunto. Pero en aquel momento solo pudo asentir levemente y sentir una
oleada de deseo recorrer su cuerpo ante lo que sabía que iba a comenzar en los
próximos segundos. Si hubiera estado en su sano juicio, habría echado a BamBam
de su casa antes de que nada hubiera podido ocurrir, pero ya era demasiado
tarde para aquello y no podía parar lo que se avecinaba. Se acababa de tirar al
vacío sin una red de seguridad debajo y lo peor era que en lo más hondo de su
ser no le importaba en absoluto.
BamBam
volvió a besarla, pero esta vez fue un roce breve, sin ningún indicio del
pecado que ambos estaban a punto de cometer. Después, colocó sus manos en su
cintura de una forma tímida, invitándola suavemente a caminar hacia atrás hasta
que la cama le cortara el paso. JiMin lo hizo, despacio. Cuando chocó con el
borde del colchón, se sentó suavemente sobre éste y alzó su mirada hasta posar
sus ojos en los de él para no observar fijamente su miembro, que había quedado
a la altura de su vista y a escasos centímetros de su rostro. Buscó en la
expresión del chico alguna indicación silenciosa de si quería algo especial al
estar en aquella posición, pero no encontró ningún signo de ello, así que, alzó
sus manos y las posó en los hombros de BamBam, buscando atraerlo hacia ella
para así poder atrapar sus labios en un beso un poco más necesitado que los
dejó a ambos sin respiración.
—Vaya…
—murmuró él—. Besas muy bien…
—No
es algo que ya no supiera —contestó ella, con un poco de soberbia antes de
volver a besarlo en los labios, aunque más suavemente y con tacto.
Las
manos de BamBam, sin poder estarse quietas, acabaron en el filo de la camiseta
de su pijama e hicieron el amago de comenzar a subirla; sin embargo, no hizo
nada hasta que la chica no dio su mudo consentimiento a aquello tras finalizar
el último beso. En ese momento, su camiseta fue rápidamente alzada y retirada
de su cuerpo, dejando a la vista del chico sus pechos, aquellos que antes había
intentado tapar hacía sólo algunos minutos por vergüenza. Tuvo el amago de
volver a hacerlo, pero un pensamiento fugaz cruzó su mente y supo que no debía,
después de todo, BamBam llevaba medio desnudo bastante rato y ella no había
podido evitar darle pequeños vistazos a su miembro de vez en cuando. Él miró
fijamente sus pechos unos segundos y luego se mordió el labio inferior con
fuerza. Justo después, se sacó con furia la camiseta que llevaba por la cabeza
y pateó la mitad inferior de su ropa —que llevaba atascada en sus tobillos un
poco de tiempo— lejos antes de subirse a la cama y gatear por ella hasta
quedarse más o menos en el centro de esta, esperando a que JiMin se colocara
bien. Ella no tardó en hacerlo.
El
deseo que se desprendía de los ojos de BamBam al observarla era demasiado
excitante para ella y, casi sin darse cuenta, sabía que se encontraba más que
preparada para acogerlo entre sus piernas. Sonrió para él y alzó su brazo
derecho, comenzando a mover su dedo índice en una clara invitación para que se
acercara mucho más a su cuerpo de lo que estaba en aquellos momentos y el
chico, al segundo, se encontraba buscando con sus labios su cuello para
atacarla en un lugar que él sabía que era sensible incluso al roce más
inocente. De aquella forma, le arrancó el primer gemido desde el fondo de su
garganta y JiMin sintió la imperiosa necesidad de dejar de lado todos los
juegos preliminares habidos y por haber y pasar directamente a lo que sabía que
ambos deseaban.
—No
se te ocurra dejar marca —fue lo que dijo ella en primer lugar, sin embargo, y
escuchó la risa de BamBam vibrar contra su garganta—. Y… ya… —murmuró.
—¿Ya
qué? —cuestionó él, alejándose un poco para poder mirarla.
—Ya
—JiMin señaló su miembro y luego su propia entrepierna antes de sentir el calor
subiendo a sus mejillas de nuevo.
—Oh…
—el chico tardó unos momentos en pillarlo, pero luego sonrió pícaramente—. No
eres nada romántica, parece —comentó—. Solo quieres ir al grano.
—Oh,
calla.
Le
pegó un golpe en el brazo y después quiso esconder su cara en la almohada, pero
no le fue posible porque BamBam, repentinamente agarró la cinturilla de la
parte inferior de su pijama y tiró un poco hacia abajo, dejando a la vista la
gomilla azul de sus braguitas. La miró a los ojos una vez más y, con la mirada
clavada en ellos, fue deslizando lentamente la prenda por sus piernas hasta
terminar de sacarla por sus pies, dejándola casi totalmente expuesta a él. El
chico volvió a llevar sus manos a su cintura, para esta vez retirar la última
prenda que le faltaba y repitió el proceso anterior, aunque aquella vez, con
una velocidad mayor, movido seguramente por el mismo deseo que mantenía erguido
su miembro. Una vez sus braguitas fueron a parar a algún lugar de la habitación
—lugar que por la mañana JiMin estaba segura que se volvería loca para
encontrar—, se deleitó unos momentos en observarla en su totalidad como si
fuera un lobo delante de su presa.
—Supongo
que te gusta lo que ves… —comentó ella, sin poder contener una sonrisa.
—Eres
preciosa —contestó, acercándose a su rostro para besar su sonrisa durante unos
momentos—. ¿Tienes… protección? —murmuró quedamente, como si decir aquello
todavía le diera algo de reparo. JiMin supuso en aquel momento que se había
estado haciendo el fuerte durante todo el rato y que, al igual que ella, aún no
tenía demasiada experiencia en el sexo.
—Debo…
—susurró. Se alejó de él un poco y buscó en el segundo cajón de su mesita de
noche, encontrando un par de cordones. Los separó por la línea de puntos y dejó
uno sobre la mesita por si acaso, dándole el otro a BamBam para que se lo fuera
colocando.
El
chico estaba lleno de anticipación, porque no tardó ni un segundo en romper el
envoltorio con sus dientes para así poder abrirlo y sacar el condón con
rapidez, ajustándoselo a su miembro. Por un momento, JiMin temió que no le
sirviera por el tamaño, pero éste no tuvo problemas en quedarse en su sitio,
como si hubiera sido hecho para él precisamente. BamBam la pilló observándolo e
hizo la misma afirmación que ella misma había hecho unos momentos antes.
—A
ti también te gusta lo que ves —ella no hizo nada para negarlo, pero tampoco
para afirmarlo, simplemente, se acomodó sobre la cama hasta quedar casi tumbada
sobre ésta y separó sus piernas levemente en una clara y sensual invitación…
invitación que BamBam no dudó en aceptar.
El
chico se inclinó sobre ella, abrió sus piernas lo justo para poder pasar entre
ellas y después guió su miembro hacia la parte húmeda de su anatomía, que había
estado esperando por albergarlo quizás demasiado tiempo desde que todo aquello
había comenzado. Lentamente, se fue internando en ella, con pequeños
movimientos de su pelvis hacia delante y detrás, colmándola poco a poco hasta
por fin llegar más hondo de lo que ninguna otra persona había llegado nunca.
Aquello la dejó sin aire unos segundos, pero cuando pudo recuperarlo, movió sus
caderas con decisión, comenzando un baile que estaba segura de que quería que
durara toda la vida, pero que sabía que no iba a tardar mucho en acabar.
A
JiMin le gustaba el sonido de sus respiraciones agitadas, de los muelles del
colchón; le gustaba cómo su piel se estaba volviendo pegajosa por el sudor, la
temperatura cálida que sus cuerpos habían extendido a la habitación; le gustaba
el movimiento de las caderas de BamBam y cómo se mordía el labio en un gesto de
máxima concentración que nunca antes había visto. A JiMin le gustaba todo
aquello, mientras sentía el deseo acumularse dentro de ella, queriendo estallar
en cualquier momento y destapar el universo de sus ojos. Aceleró los
movimientos de su pelvis a la vez que el chico y ambos buscaron el hallar el
máximo placer durante los siguientes minutos, hasta que, éste finalmente les
llegó, haciendo que los dedos de sus pies se encogieran y que los de sus manos
arrugaran las sábanas que se encontraban a su alcance.
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