Nota: ¡Hola! Puede que el capítulo haya tardado un poco porque me ha costado seguir esta historia, pero aquí está el penúltimo capítulo. Sé que es un poco rara y no está quedando como esperaba, pero espero que al menos os esté gustando un poco. ^^
Al final se cumplió lo que más temía. La policía no había encontrado absolutamente nada en su casa. De hecho, cuando llegaron lo vieron todo bastante normal. Eso en un principio debería haber tranquilizado a la chica, pero no fue así.
No se atrevía a volver a su casa. Irene le dijo que podía quedarse unos días si lo necesitaba y al final, tras mucho pensar porque le sabía mal, se negó.
Ese día tenía su esperada consulta con Joy. Lo único que la mantenía un poco distraída de todo era el trabajo y ese día iba a ser interesante. Mucho más de lo que ella misma se imaginaba.
Joy llegó totalmente puntual. Ni un minuto más ni uno menos de la hora a la que habían quedado allí. Eso no le pilló por sorpresa, sabiendo lo poco que sabía de aquella misteriosa persona.
-Y bien… ¿Por qué ese interés por ser mi paciente? -le dijo Wendy con amabilidad. No podía imaginar qué era lo que pasaba por su cabeza. Necesitaba algo con lo que empezar.
Pero ese día Joy estaba rara. Más que de costumbre. Parecía de mal humor y sin ganas de estar allí. Aun así, respondió.
-Nunca he tenido facilidad para hacer amigos. -Le dijo, empezando a contar.- Parezco invisible para la gente.
En ese momento recordó el momento exacto en el que la conoció. En el cumpleaños de Yeri, sentada sola en aquella silla.
Nunca imaginó que esa chica acabaría en su consulta, siendo una de las pacientes que más curiosidad habían causado en ella a lo largo de su carrera.
-¿Tienes problemas para socializar? -le preguntó, asumiendo que se trataba de aquello. Que era eso para lo que quería su ayuda.- Quizás se deba a una falta de…
Pero no le dejó terminar la frase.
-No. No se trata de eso. -Negó Joy, segura de lo que decía.- Hago daño a todo el que se acerca a mí.
Esas palabras chocaron bastante a la psicóloga.
-¿Cómo? -eso fue lo único que le salió decir en el momento.
Joy no respondió al instante. Su mirada aquel día era distinta. Un extraño escalofrío recorrió parte de su cuerpo.
-¿Por qué te fuiste? -preguntó Joy de repente, cambiando totalmente de tema.
Wendy frunció el ceño, sin comprender la pregunta. Su expresión era de confusión total.
-¿Cuándo, Joy? -le respondió, preguntando de vuelta.
-La otra noche. Te fuiste ¿Es que no te caigo bien? -La voz de la chica era dulce, en un tono bajo. Pero su mirada era intensa.
No podía estar hablando de esa noche… ¿O sí? Se estaba poniendo nerviosa y además, se estaba asustando. Joy continuó mientras que Wendy no podía apartar la mirada de ella, paralizándose por el miedo.
-Yo solo quería jugar contigo. Somos amigas ¿No? ¿Por qué huyes de mí? -De nuevo ese tono de voz dulce, casi infantil. Ahora tomaba un sentido totalmente escalofriante.
Wendy abrió la boca para decir algo, pero ¿Qué decía? Era imposible saber qué responder a eso. Al final, se atrevió a preguntar directamente.
-¿Estuviste en mi casa la otra noche…? ¿El día que te llamé para la consulta? -Intentó que su voz sonara segura, aunque por dentro estaba temblando del miedo.
Joy dejó escapar una extraña y juguetona risita que le heló la sangre a la más mayor.
-Tienes una casa bonita.
Con aquello la remató por completo.
-¿Cómo entraste? -Preguntó tras unos horribles segundos de silencio que se le hicieron eternos.
-Contigo ¿Cómo iba a hacerlo sino? -Habló como si Wendy fuera tontita al no darse cuenta, como si fuera algo totalmente obvio.
-Mentira. Conmigo no había nadie. -Le dijo enseguida, seria y sobresaltada.
-¿Estás segura?
***
Eran casi las tres de la madrugada y hacía un temporal espantoso. Hacía tiempo que no se veía una tormenta como aquella en la zona.
La anciana descansaba en su sillón, con insomnio, pero tranquila y sin prisas por dormir.
Unos golpes desesperados, insistentes, comenzaron a sonar en su puerta. La mujer no se sobresaltó ni un poquito por esto, como habría sido normal. En su lugar, se levantó con toda la tranquilidad del mundo y fue a abrir.
Al otro lado de la puerta encontró a Wendy. La joven llevaba un paraguas en la mano, aunque de poco le había servido. Iba empapada de los pies a la cabeza, con algunos mechones de cabello pegados a su rostro, cubriendo parte de este.
La mujer la miró como si se estuviera compadeciendo de ella. Los ojos de Wendy estaban enrojecidos y su expresión era preocupante.
-Pasa, bonita. Pasa.
Wendy siguió a la señora por su casa, dejando un pequeño rastro de agua a su paso. Ambas iban en silencio. La joven miraba el suelo, sin poder levantar la vista de este. Sin creer lo que estaba haciendo.
La siguió hasta una pequeña habitación, apenas iluminada por unas pocas velas. Era tan misterioso como perturbador. Conforme más tiempo pasaba allí, menos segura estaba de lo que hacía.
Se sentó en una silla y la señora se sentó frente a ella. Sus miradas se cruzaron y Wendy apartó los ojos de los de la mujer, intimidada por ella. Sin embargo no tenía nada que temer, o eso era lo que la señora quería darle a entender.
-Tranquila, sé por qué estás aquí. No te obligaré a tener que decirlo. -Su voz era suave, amable. Transmitía cierta tranquilidad al escucharla.
Wendy simplemente asintió, bajando de nuevo la mirada. La mujer continuó.
-No hiciste nada malo. -Le dijo, tratando de tranquilizarla.- No es un castigo. Y en todo caso se te estaría castigando por ser buena. Solo hacías lo que creías mejor.
Sabía a lo que se refería. Ella se acercó a Joy con la intención de animar un poco a esa chica solitaria de la fiesta.
-Por suerte me tienes a mí y no es demasiado tarde. -Le dijo con una pequeña sonrisa en los labios.
Wendy alzó la mirada, queriendo saber más de esas palabras en concreto.
-¿Qué puedes hacer por ayudarme? -Preguntó insegura, en voz baja.
- Primero, quiero que me respondas a algunas preguntas. -Dijo la mujer, con una calma total y casi contagiosa.
Estuvieron un buen rato con aquello. A algunas preguntas no les veía mucho sentido, pero ella respondió con honestidad a todas y cada una de ellas.
-¿Ya? -Le preguntó Wendy cuando dijo que podía retirarse. Estaba un poco sorprendida.
-Sí, cielo. Ahora me encargaré yo de todo, por ahora. Mañana por la tarde te quiero aquí de vuelta. Ve a casa e intenta descansar. Ella no te hará un daño directo, físico. Puedes estar tranquila con eso. -Le aseguró, dejando a la chica un poco más calmada en ese sentido.
La mujer la acompañó de vuelta hasta la puerta. Antes de que Wendy llegara a salir de allí, tomó su mano para llamar la atención de la chica.
-Recuerda, mañana por la tarde. A las cinco. Tendrás que estar aquí. -Le recordó.
Wendy asintió mientras la miraba, dándole a entender que había comprendido. Fue entonces cuando la dejó ir.
¿Cuanto rato había pasado allí dentro? Había dejado de llover totalmente y parecía que no faltaba mucho para el amanecer. Se dio prisa por llegar a casa, aquel lugar donde tantas pocas ganas tenía de ir. Aunque, en realidad… ¿Quien podía asegurarle que Joy no estuviera con ella en ese mismo momento? Un escalofrío la recorrió entera.
Cuando llegó a casa ya estaba un poco más tranquila. Las calles estaban prácticamente desiertas y el aire fresco le había sentado bien. Todo eso terminó en cuanto puso en pie en su casa.
Estaba allí, la sentía. Nada más entrar a la vivienda, la presencia de aquel extraño ser fue cada vez más notable hasta sentir que la tenía tumbada justo a su lado, en la cama, cuando intentó dormir.
Por supuesto, fue imposible. La notaba allí, casi podía sentir su respiración cerca de ella. Sus oscuros ojos clavándose. Tuvo que levantarse, allí no podía seguir.
Intentó recordar las palabras de la mujer al decirle que Joy no le haría daño. Al menos no uno directo. Pero era imposible recordarlas cuando la sentías tan cerca, acechándote.
Debido a todo el estrés y viendo que comenzaba a peligrar su propia salud mental, había logrado un par de días de descanso en el trabajo. No eran unas largas vacaciones pero seguía siendo mejor que nada. Así que ese día no iba a tener que preocuparse por ir al trabajo y podría ir a esa extraña cita con la paciente que se había ofrecido a ayudarle.
Leí todos los capítulos seguidos y la verdad es que está siendo una historia bastante perturbadora, misteriosa; ni imagino cómo podría desarrollarse el final. Me encanta *-* Siento pena por Wendy, angustia quizá; ¿qué le va a pasar? ¿Acabará todo bien? Estoy deseando leer el desenlace, tiene muy buena pinta 😍
ResponderEliminarMe alegra ver que he conseguido un poco de lo que pretendía jajaja No estaba segura de si iba a gustar porque ha sido de estas veces que empiezas con una idea en mente y acabas escribiendo otra muy distinta. Pero me alegra muchísimo saber que hay gente a la que pueda gustarle, significa que tan mal como creía no estará. A veces soy un poquito exigente conmigo misma.
EliminarMuchas gracias por el comentario, anima muchísimo. Y pronto tendrás el final de esta historia ^^