Título: La chica de enfrente
Pareja: JenSe (?) (Jennie + Rosé) [BLACKPINK]
Tipo: Yuri
Género: Romance, Fluff
Clasificación: G/PG
Advertencias: Ninguna
Sinopsis: Rose es nueva en el pueblo, y su vecina de enfrente es una chica muy extraña que se dedica a espiarla.
Nota: ¡Hola! Hoy voy a dejaros este bonito Oneshot. No es una historia super ultra mega intensa ni nada por el estilo. Es una historia bonita, dulce. El nombre de la pareja me ha costado media vida saber cual poner, seguramente no sea el que es, pero se queda con ese hasta que averigüe como se llama la Couple y poder poner bien el nombre. Si vosotros lo sabéis, decidmelo. (?) ¡Espero que os guste y que lo disfrutéis!
Su familia se había mudado a ese peculiar pueblo tras haber vendido el pequeño piso en la gran ciudad. Allí la gente era muy dada a los suyos, lo normal en un pueblo pequeño. Se trataba de un pueblo de montaña de apenas mil habitantes y donde las casas de madera estaban separadas por su propio jardín y unos frondosos bosques. Un hermoso paraje propiamente dicho.
Tan sólo llevaba unos días, pero desde la mudanza Rose se sentía observada por una persona en particular.
Cuando ayudaba a sus padres a llevar todas las cajas al interior de la nueva vivienda, sintió una extraña sensación de que alguien la miraba fijamente. Al echar un vistazo alrededor pudo detectar un par de ojos que la observaban desde una ventana de la casa de enfrente.
Con lo educada que solía ser, levantó la mano para saludar a su nueva vecina pero no recibió ninguna respuesta a cambio.
Se sintió algo mal. Acababa de llegar y no parecía ser bien bienvenida por la hija de sus vecinos, los cuales fueron a lo poco a visitarlos con una gran tarta de manzana para darles una bienvenida al pueblo. Un detalle muy agradable, por cierto.
La sensación no había desaparecido y más de una vez la había pillado mirándola.
Lo único que sabía de ella era que su nombre es Jennie y que era una chica muy reservada que apenas se relacionaba con los chicos y chicas de su edad que habitaban en el pueblo. Información proporcionada por su madre, que ya se había enterado de todos los chismes del pueblo con solo ir una sola vez a la tiendecita que había en este. Estaba segura, que su madre sería una buena maruja de pueblo.
Rose llegó a sentir pena por la chica. Se la veía como una chica solitaria, y la soledad podía llegar a ser muy mala. Eso lo sabía muy bien, aunque ella poco podía hacer si la otra no daba el primer paso.
Ese día sus padres se marcharon a comprar comida y cosas necesarias para la casa a la ciudad más cercana, mientras ella se quedaba sola en casa. Algo con lo que disfrutaba por la libertad que tenía.
Su plan era sencillo e ideal para esa tarde. Una maratón de películas en la gran televisión del salón a la misma vez que se inflaba a palomitas con mantequilla ¿Podía pedir algo más?
Lo que no entraba dentro de sus planes era la nota que había dejado su madre en el frigorífico pidiéndole que sacara la basura.
Le daba muchísima pereza tener que salir, pero cuanto antes lo hiciera antes se podría poner con sus películas y no estaría toda la tarde dándole vueltas al tema de la basura. Por lo que a pesar de estar murmurando protestas por lo bajo, Rose fue a sacar la basura.
Para terminar su desgracia, los contenedores de basura estaban tras un buen paseo desde su casa. Suspirando entrecortadamente, comenzó a caminar a un lado de la carretera, cargando con la pesada bolsa. Para poder aguantar, iba pensando que cada vez le quedaba menos para poder saborear esas deliciosas palomitas crujientes.
La calle estaba muy tranquila y ni siquiera había gente, solo ella, que tras unos minutos llegó al contenedor por fin, donde depositó la basura cómo pudo. Los brazos se le habían quedado completamente dormidos de ir cargando con toda la basura durante el trayecto ¿Cómo podían generar tanta basura solo tres personas?
Se estaba dando la vuelta para marcharse a casa más animada, cuando vio algo que le llamó la atención bastante.
A unos metros se encontraba Jennie en un parque semi abandonado. Se balanceaba en uno de los viejos columpios sola, como estaba acostumbrada a verla. La chica cabizbaja, no parecía haber notado que estaba allí parada.
Se preguntó qué hacía ahí y no en su casa. Quería acercarse y preguntarle si le ocurría algo, sin embargo la razón le decía que lo mejor era dejarlo estar así. Que no era cosa suya meterse en la vida de los demás
Pero Rose la veía tan sola y triste que acabó dejándose llevar por el instinto y sin vacilar, caminó paulatinamente hasta Jennie. Iba con precaución, porque tampoco quería que cuando la viera se marcharse corriendo, huyendo.
Con toda la tranquilidad del mundo se sentó en el balancín continuo a ella sin decir ni una sola palabra. Intuía que ya sabía perfectamente que estaba allí, lo que terminó de confirmar cuando pudo apreciar la mirada de soslayo que le dedicó.
Las chicas pudieron apreciar el gélido silencio que las comenzaba a rodear, un silencio reinado por el chirrido del balancín y el sonido de la naturaleza en pleno estado. Pero es que ninguna se atrevía a hablar a pesar de tener mucho que decir, por ambas partes.
Cuando Rose pensaba que la situación no iba a llegar a más, Jennie abrió los labios para formular una pregunta.
-¿Por qué estás aquí?
La pregunta le pilló por sorpresa, aunque era la más lógica que le podía hacer si lo pensaba mejor.
-Bueno, sé que eres vecina mía y nunca he tenido el placer de conocerte en persona. Pero al ver que estabas sola cuando he ido a tirar la basura… he pensado que sería un buen momento para poder presentarme. Soy Rose -le dedicó una amplia sonrisa para que no se pensara que iba con malas intenciones, sino que iba de corazón.
-¿En serio? ¿Y no me odias? -parecía incrédula cuando le dijo aquellas palabras tan directas, que incluso podían llegar a molestarle si se las hubiera dicho en otro momento.
-¿Por qué iba a odiarte? No me has hecho nada malo que yo sepa ¿No?
Jennie guardó silencio mientras la examinaba de arriba abajo. Era algo que a mucha gente le podía llegar a molestar. Sin embargo Rose no se sentía incómoda cuando lo hacía, al contrario, llegaba a sentir ternura y pena por ella. Tanto que quería seguir hablando con la chica e ir descubriendo poco a poco lo que se encontraba en su interior. Saber como ayudarla para no ver ese rostro cargado de pena.
-No lo sé. Aquí todos me odian. Incluso cuando vienen nuevos a vivir al pueblo lo hacen ¿Por qué ibas a ser la excepción?
-Porque no conozco a nadie. Ahora mismo solo a ti y no te odio. También creo que el hecho de odiar a alguien es algo que el ser humano podría ahorrarse. -Rose fue de lo más sincera y por el rostro de la otra, parecía que sus palabras la habían calado profundamente, pero no lo quiso mostrar.
-No tardarás mucho en hacerlo -no había forma humana de convencerla, pero ella no se daría por vencida. Le demostraría que no todos eran tan malos y crueles.
-Creo que te equivocas. No todo el mundo va a odiarte -de un salto se bajó del columpio y se puso ante ella con los brazos extendidos-. Yo quiero ser tu amiga y me esforzaré por conseguirlo.
Los ojos de Jennie parecieron brillar por unos instantes, que acto seguido se apagaron. Pero eso fue algo que Rose pudo captar. Aunque la chica no se sintiera segura con su presencia, de eso estaba segura, se olvidó completamente de su maratón de películas para pasar el rato con su nueva amiga.
Quedaron en el mismo lugar al día siguiente y al siguiente, durante toda una semana y la siguiente. Ambas chicas se habían cogido cierto cariño. No faltaban ninguna tarde a su encuentro en ese parque que lo habían nombrado suyo. Incluso había podido ver como Jennie tenía una bonita y encantadora sonrisa en alguna ocasión, cuando decía alguna tontería que le causaba gracia.
Rose se había abierto en canal para que la otra pudiera conocerla bien y confiara en ella, que supiera que no ocultaba nada. En cambio por parte de Jennie, era algo más complicado que se mostrará tal y como era. O al menos que llegase a confesar lo que realmente sentía. Pero sí que había habido unos grandes cambios en los dos meses que se habían visto todas las tardes. Le costaba, pero con la ayuda de Rose, poco a poco iba abriendo su corazón.
En una de esas veces, por fin pudo saber cuáles eran los motivos por los que Jennie se había pasado los primeros días observando cada uno de esos movimientos desde las ventanas de su casa.
-¿Me puedes contar por qué desde el primer día que llegué me has estado observando?
-No sabría qué decirte exactamente.
-Algún motivo tendrías ¿No? -Rose era consciente que intentaba evadir el tema, pero ella insistiría hasta obtener su respuesta. Aunque no le fue muy difícil.
-En realidad es porque me llamaste mucho la atención… -comenzó a decir Jennie-. Cuando te vi pensé que eras muy bonita... Entonces me di cuenta que me había quedado eclipsada mirándote y me avergoncé de ello... Después de eso no pude seguir evitando observarte, ya que me parecías muy guapa y tenías acaparará toda mi atención... Creo que era como una adicción muy tonta a la que me había enganchado sin querer.
-¿Y por qué no viniste con tus padres cuando aparecieron a darnos la bienvenida? Nos habríamos conocido entonces.
-Me daba miedo. Pensé que serías como los demás y que en cuanto me conocieras te alejarías de mí, como si tuviera alguna enfermedad infecciosa -Jennie sonaba muy triste. Sus palabras estaban cargadas de dolor ¿qué le había sucedido para que estuviera así?
-Has visto que no soy así -estiró una de sus manos para coger la de la chica y así poder darle esa fuerza y el apoyo que necesitaba con aquel agarre-. Si me dejas siempre estaré a tu lado apoyándote y dándote el empujón que necesitas ¿Aceptas?
Jennie no vaciló cuando asintió con la cabeza junto con una media sonrisa.
Sin buscarlo, se habían vuelto inseparables. Para Rose su vecina de enfrente era algo más que una amiga, era su confidente, su alma gemela. Cuando se paraba a pensar en la noche justo antes de dormir, la verdad es que no se veía sin ella.
Le había cogido un cariño aterrador, tanto que incluso pesadillas donde perdía a Jennie de una manera o de otra, la atormentaban por la noche. Rose ahora dependía emocionalmente al completo de quién era su vecina. Ni siquiera era consciente de como había llegado a ese punto.
Pero un día despertó angustiada por una presión que sentía sobre el pecho. Nunca antes había tenido esa sensación, pero aun así no le daba buena espina lo que estaba sintiendo. Era como si tuviera una de piedra sobre el pecho que no le dejaba respirar.
No podía evitar pasar la mayor parte del día preocupada por aquella presión. No sabía qué significaba esa ardiente corazonada de que algo malo iba a pasar. De lo que si estaba segura es que iba a ser algo que le dolería demasiado. O eso era lo que intuía.
Buscando cuál podría ser el motivo de esa supuesta cosa mala, llegó la hora de verse con Jennie. No había cosa que más deseaba en ese momento que poder estar con ella y contarle la preocupación que la tenía desesperada.
De lo ansiosa que estaba, salió de casa incluso antes de lo normal. Quería llegar pronto para que en cuanto Jennie llegase, poder contarle todo al momento.
Cómo era de esperar, fue la primera en llegar a los columpios. Se sentó en el suyo, en el que siempre estaba ella, esperando inquieta por la llegada de la otra. Por momentos esa sensación en el pecho iba en aumento, a cada segundo que pasaba era más agobiante. Llegó a pensar que se ahogaba por falta de respiración.
No dejaba de mirar a un lado y a otro con la esperanza de ver la menuda figura de Jennie caminando hacia ella. De ver como la suave brisa balanceaba sus cabellos siempre sueltos, de ver como la saludaba con una sonrisa.
Sin embargo, la hora de quedada pasó. Jennie era siempre de lo más puntual. Nunca había faltado ¿Y si le había ocurrido algo para no poder ir y no poder ni siquiera haberle avisado?
Rose tragó saliva con dificultad. Tal vez todo era un paranoia suya y solo se había retrasado un poco. Una paranoia que de pensar en ella, le inquietaba. Debía ser paciente y esperar un poco más.
Pero en cuestión de unos minutos, que seguían pasando demasiado lentos, no había rastro de ella. Se estaba asustando. Cuando pasó exactamente una hora desde qué pasó la hora en la que siempre se encontraban, Rose se bajó del columpio para ir corriendo hasta la casa de su vecina.
Apenas tardó en llegar casi sin respiración, y con un intenso dolor. Las ventanas de la casa de su vecina estaban cerradas a cal y canto, un hecho que la alarmó porque nunca era así.
Incluso la verja de la casa estaba cerrada, así que se vio obligada a saltar la valla que rodeaba la casa como pudo.
Una vez dentro, fue a tocar a la puerta. Varios golpes secos. Esperó. Pero pasaba el tiempo y nadie le abría la puerta, tampoco escuchaba ni un solo ruido que procediera del interior de la vivienda. Rose se estaba asustando cada vez más.
¿Dónde estaba Jennie y sus padres? ¿Es que se habían ido algún lado? ¿Por qué su amiga no le había avisado de ello? Desolada y abatida, se dejó caer sobre los escalones de la entrada. Le escocían los ojos. Solo quería echarse a llorar hasta que no le quedara ni una sola lagrima dentro.
Esa presión en el pecho con la que había amanecido seguía ahí, incluso podía decir que había ido a peor. Quería llamarla a gritos. Deseaba que de un momento a otro apareciera allí y todo aquello se quedara en un mal rato. Pero allí no llegó nadie.
No supo exactamente cuánto tiempo estuvo allí sentada esperando algo que no llegó pero la noche cayó sobre ella. Agotada tras haber llorado, se levantó para marcharse a casa sin entender nada de lo que había ocurrido.
Cuándo entró a su propia casa no había nadie ¿Dónde estaban todos? Sus padres tampoco estaban en casa, pero se habían dejado en el patio trasero, una luz encendida. Qué despistados.
Sin ningunas ganas salió al patio a apagar la luz, pero cuando estuvo una vez fuera otras luces se encendieron hasta llegar a cegarla. Se tuvo que poner una mano sobre los ojos para evitar que le llegara la luz tan directamente y poder ver algo. Por lo menos hasta que sus ojos se acostumbraran.
-¡Sorpresa! -Escuchó unas voces que se alegraron al verla, pero aún estaba cegada por las repentinas luces. Cuando pudo ver mejor, casi sin respiración se quedó. Allí estaban sus padres, los de Jennie y ella misma.
-¿Que es todo esto? - murmuró Rose, aunque sin llegar a salir al completo del asombro. Incluso con algunas lágrimas a punto de salir de sus ojos al ver que su amiga estaba allí ante ella y no perdida.
-Es una fiesta sorpresa que quise hacerte por ser mi amiga especial con ayuda de tus padres y de los míos -Jennie la estrechó entre sus brazos, con muchísimo cariño.
-No sabes el mal rato que he pasado hoy...
-Con más razón para festejar nuestra amistad, que nunca se va a separar ¿Verdad?
Rose asintió contenta, con la cabeza. Y que ninguna de las dos podía evitarlo. Ahora se querían como algo más que unas simples amigas. Algo les decía que estarían unidas por algo mucho más fuerte que escapaba de sus manos.
Me lo leí ayer antes de ir a dormir y estaba tan sobada que no dejé comentario. Me encantó la historia, super linda y fluffy y rosita y hermosa, aunque tengo que admitir que sufrí cuando de repente parecía que había ocurrido un apocalipsis y no había nadie en la tierra (?) Que angustia durante ese momento por favor xD
ResponderEliminarEl final fue muy bonito, felicidades por este shot tan precioso ;-;
PD: Perdón, no puedo colaborar con el nombre de la couple porque yo también ignoro cómo se llama (?)
¡Buenas! Que alegría verte por aquí *-*
EliminarDe vez en cuando me salen cucas como esta, pero es que Rosé solo me inspira cosas rosas(?). Me alegra que guste, porque yo ya iba pensando que le faltaba algo de sustancia a la historia XD ¡Muchas gracias por comentar, de verdad!
PD: Seguiré esperando hasta que salga algo por ahí que me la diga cual es el supuesto nombre de la couple (?) XD