sábado, 30 de julio de 2016

(KaiXing) The wood between the worlds -Mini serial- Capítulo 2


Notas: espero poder solucionar con esta parte todas las dudas que os hayan ido surgiendo a la par que le surgían al pobre JongIn, que el pobre sigue flipándolo un poco XD

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Second Part
Resistance


            —¿El bosque entre los mundos? —repitió Jongin, bastante confuso.

            —Ahora mismo no tenemos mucho tiempo para hablar —le respondió el de ojos azules, volviendo a tomarlo de la mano—. Solo hay unos minutos hasta que el eclipse termine y, antes de eso, debemos llegar al estanque.

            Jongin asintió lentamente y se dejó llevar de nuevo por Lay, caminando tras él a grandes zancadas mientras el otro parecía buscar el lugar correcto, o el estanque correcto, más bien. El chico fue mirando también aquellos lugares, descubriendo que en el fondo de los estanques que tenían las aguas claras, había algo que no podía identificar bien, pero que parecían imágenes de paisajes. Jongin no pudo fijarse demasiado bien en aquello porque Lay avanzaba demasiado rápido, pero cuando llegaran a donde tenían que llegar le preguntaría todas las cosas a las que les daba vueltas en su cabeza y que quería saber.

            De repente, Lay se detuvo y se giró hacia él sin decir ni una sola palabra, colocándolo tras su cuerpo y diciéndole con sus penetrantes ojos azules que no se le ocurriera moverse de detrás de su espalda.

            —¿Qué sucede? —susurró.

            —Probablemente al otro lado no nos estará esperando un banquete, así que ni se te ocurra separarte de mí, ¿de acuerdo?

            —Sí.

            Lay tomó aire, como si se estuviera preparando para lo que iba a encontrar y luego apretó su mano, tal y como había hecho en la plaza Gwanghwamun antes de atravesar el aire y llegar a aquel extraño bosque, justo después, se inclinó sobre el estanque junto al que se habían detenido y saltó, arrastrándolo con él. Jongin cerró los ojos por inercia y cuando los abrió, solo un par de segundos después, todo a su alrededor había cambiado.

            Ya no se encontraba en un bosque lleno de vida y de color, si no que estaba en un lugar oscuro y muerto. Había grandes bloques de piedra tallados por todas partes, como si formaran parte de una construcción antigua en desuso, y la noche era un manto negro que lo cubría todo a su paso, apenas había iluminación procedente de las estrellas, pero, desde su posición tras la espalda de Lay, a Jongin no le hizo falta mucho tiempo para darse cuenta de que estaban en medio de una lucha de hombres contra huruqk.

            —Por aquí… —susurró Lay antes de tirar de él, alejándolo del fragor de la batalla.

            Jongin lo siguió a trompicones a través del terreno pedregoso e irregular. No se veía ni los pies bien, así que intuía más bien por dónde iba, porque no lo sabía con seguridad. Detrás de ellos se escuchaban los gritos de los hombres y los huruqk mientras luchaban, parecía que les quería conseguir tiempo, crear una distracción para que no supieran que ambos habían llegado mientras ellos se alejaban de allí y, probablemente sería algo así, le tenía que preguntar a Lay cuando dejaran de correr un montón de cosas sobre aquello. Jongin sentía los fuertes dedos de Lay agarrándose a su mano y tirando de él para sacarlo de aquel lugar lo más rápido posible, así que apretó su paso, a pesar de que no sabía qué era lo que encontraría cada vez que daba una zancada, solo intuía que bajaban una especie de colina, dejando atrás, en la cima, el ruido del entrechocar de metales y el olor de la sangre.

            —Vamos, vamos —lo apremiaba Lay en susurros—. Tenemos que salir de aquí cuanto antes.

            Jongin le quiso decir en ese momento que le faltaba el aliento y que veía menos que un tuerto, pero no pudo decir nada porque en su camino se cruzó un huruqk cortándoles el paso cuando ambos estaban a punto de internarse en una especie de bosque, aunque Jongin solo veía que había unas cuantas filas de árboles, pero intuía que aquello debía ser un bosque. Lay se detuvo a varios metros de la criatura y Jongin casi se chocó con él porque fue demasiado repentino.

            —No te muevas de aquí —murmuró—. Los huruqk no tienen buena vista de noche, así que si te mantienes a mi espalda no te verá y no sabrán que estás aquí.

            —No me moveré de aquí.

            —Perfecto.

            Lay comenzó a andar de nuevo, pero esta vez de forma lateral, queriendo bordear a la criatura para que esta no pudiera verlos si es que no lo había hecho ya, alejándose un poco de ella. Sin embargo, el huruqk sí que los había visto y fue a por ellos, lanzando un grito gutural, alertando a los suyos para que fueran a aquel lugar. Lay se quedó paralizado unos segundos, pero cuando los ruidos de la batalla comenzaron a hacerse más fuertes y a ser más cercanos, salió de su ensimismamiento y esquivó el ataque, antes de agarrar fuertemente la mano de Jongin y tirar de él para alejarse lo más rápido posible de allí. El chico lo volvía a seguir a trompicones por aquel suelo desnivelado y pedregoso, intentando no tropezar, pero fue bastante difícil mantener el equilibrio y resbaló, cayendo al suelo justo antes de entrar en el mar de árboles.

            —Jongin —lo llamó Lay, dándose la vuelta—. ¡Cuidado! —advirtió.

            El chico supuso que el huruqk los había alcanzado y que se disponía a atacarlo, pero estando de espaldas no sabía de donde podía proceder el ataque, así que, simplemente se encogió y rodó un poco por el suelo hacia la derecha. Creyendo que lo había esquivado, se intentó levantar del suelo para llegar hasta Lay, pero antes de poder hacer otro movimiento, Jongin sintió cómo la carne de la parte inferior de su pierna izquierda era cortada y gritó de dolor, cerrando sus ojos, a los que habían acudido las lágrimas inmediatamente. Escuchó la voz de Lay decirle algo, pero no lo entendió, al igual que escuchó metales entrechocando justo a su lado. Intentaba prestar atención, intentaba hacer algo, pero el dolor lo había dejado completamente estático. Pasaron horas, o quizás fueron solo unos minutos, hasta que Jongin sintió que una mano tocaba su rostro, como si lo estuviera apremiando a abrir los ojos, a atender a las palabras que estaba diciendo. El chico lo intentó un par de veces hasta que lo consiguió y lo primero que vio fueron los ojos azules de Lay, teñidos de preocupación.

            —Tenemos que salir de aquí. ¿Puedes andar? —cuestionó. Jongin intentó levantarse del suelo con su ayuda, pero no podía apoyar su peso en la pierna herida, así que les costó bastante—. Creo que voy a tener que cargarte.

            Lay se colocó de espaldas a él y tiró de su cuerpo para subirlo sobre él y el chico se dejó hacer, intentando no ser simplemente un peso muerto, pero las fuerzas lo estaban abandonando poco a poco. Jongin no se dio cuenta de cuando estuvo completamente subido a la espalda del otro, ni tampoco cuando este se puso en marcha y se internó entre los árboles. La cabeza le daba vueltas y no podía enfocar bien sus ojos, tampoco se sentía la pierna izquierda y no sabía si aquello era bueno o era malo, lo único de lo que tuvo consciencia, y solo durante poco tiempo antes de que todo fuera tragado por la oscuridad, era de la calidez y seguridad que desprendía el cuerpo de Lay y de las palabras que susurraba una y otra vez, jadeando por culpa de la carrera.

            —No te mueras, Kai… no te atrevas a morir…

★☆★

            La televisión brillaba demasiado en sus ojos, así que Jongin no tuvo más remedio que cerrarlos para que no le molestara demasiado, cuestionándose qué era lo que le pasaba a aquel maldito aparato mientras escuchaba cómo a su lado, Sehun no paraba de reír por los chistes que Gwangsoo le contaba, aunque estos no tuvieran ninguna gracia. El chico se giró hacia ellos e intentó abrir los ojos para mirarlos a la vez que movía sus labios para preguntarles por qué brillaba tanto la pantalla; sin embargo, ni pudo separar sus párpados, ni de su boca salió sonido alguno. En ese momento, todo cambió y Jongin se encontró en la más absoluta oscuridad, dentro de un círculo de monstruos enormes y horrorosos que alzaban grandes hachas y espadas, dispuestos a blandirlas en su dirección y trocearlo lentamente hasta acabar con él.

            Jongin abrió sus ojos y se encontró con un techo de piedra grisácea no muy alto y bastante irregular. Jamás se había despertado en un lugar como aquel y sintió cómo su corazón comenzaba a latir rápidamente y su cuerpo a sudar frío por el pánico de estar en un sitio que no conocía. No recordaba qué era lo que lo había llevado a un lugar como aquel, lo último que encontraba en su mente era haber salido a pasear con Sehun por la mañana. ¿Y si lo habían secuestrado? Jongin intentó moverse pero algo se lo impidió y aquello lo hizo estar todavía más nervioso que antes porque ni siquiera se podía mover de aquella especie de cama demasiado dura.

            Intentó tranquilizarse para buscar en su mente alguna explicación a aquello, pero su respiración era muy acelerada, como el ritmo de su corazón, y sentía que aquello era imposible y que seguro que le habían echado algo y lo habían secuestrado y lo mantenían preso. Todo empeoró cuando, de repente, el techo fue tapado por el rostro de un tipo de cejas grandes, ojos oscuros y rasgos afilados, que lo miró fijamente durante unos instantes. Jongin contuvo la respiración unos segundos, antes de que el desconocido alzara una de sus manos en su dirección. En ese momento, lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos y gritar, gritar hasta que casi se quedó sin voz, gritar hasta que escuchó un gran revuelo a su alrededor y sintió unas manos sobre sus mejillas que le resultaron familiares. El chico dejó de gritar y abrió lentamente sus ojos, encontrándose al hacerlo unos ojos azules que lo tranquilizaron de momento y Jongin recordó todo lo que había pasado.

            Recordó el primer encuentro que había tenido con Lay en el autobús y los sucesivos en los que le explicó cosas sobre un mundo extraño, recordó el ataque que había sufrido con Sehun en el parque, recordó su decisión de ir con Lay, recordó el bosque entre los mundos y recordó cómo había sufrido una herida en la pierna y cómo había perdido la consciencia mientras estaba sobre la espalda de Lay y este lo llevaba a un lugar seguro, pidiéndole que no muriera.

            —Lay… —susurró.

            —Sí, soy yo —le dijo en voz baja—. Tranquilo, Kai, estás a salvo —sus manos seguían en sus mejillas y Jongin sentía cómo sus pulgares se movían levemente por ellas, intentando relajarlo—. No tienes por qué tener miedo. No hay nada de lo que preocuparse aquí.

            Jongin asintió levemente con su cabeza y el cuerpo del de ojos azules pareció relajarse, soltando todo el aire que parecía haber estado conteniendo. Se había preocupado por él y el chico notó un sentimiento cálido expandiéndose por todo su cuerpo al darse cuenta de ello, aunque intentó no pensar mucho en eso, había otras cosas mucho más importantes a las que le debía prestar atención y otras muchas dudas y preguntas se agolpaban en su mente, ahora ya más calmada que antes después de obtener la certeza de que estaba bien porque Lay estaba allí con él.

            —¿Dónde estoy? —preguntó. Le dolía la garganta horrores después de haber estado gritando por varios minutos antes, así que carraspeó un poco, intentando mitigar aquel dolor, pero esto solo hizo que le doliera más.

            —Estás en la base de operaciones de la resistencia —respondió Lay, quien se había sentado a su lado y había comenzado a desatar las cuerdas que lo mantenían sujeto—. Te traje aquí mientras estabas inconsciente —explicó—. Tuve que salir corriendo cargando contigo hasta aquí desde territorio enemigo y por el camino perdiste mucha sangre, así que estaba bastante asustado por si te podrías poner bien. ¿Cómo te encuentras?

            Las cuerdas ya habían sido todas retiradas mientras hablaba, así que Jongin comenzó a moverse lentamente hasta quedar sentado sobre el incómodo colchón, dándose cuenta que no estaban para nada solos en aquel lugar, de hecho, había al menos media decena de personas con ellos y el chico se sintió un poco cohibido, pero respondió a la pregunta que el otro le había hecho.

            —Creo que bien —susurró. Otra vez le atacó el escozor en la garganta, pero se forzó a seguir hablando—. No siento que me duela la pierna… ni cualquier otra parte de mi cuerpo.

            Lay sonrió al escuchar aquellas palabras, pero le duró poco la sonrisa en los labios, ya que en ese momento, un chico bajito apareció con un vaso de cristal que contenía un líquido amarillento y que parecía bastante espeso, y se lo tendió a Jongin, obviando deliberadamente que estaban hablando.

            —Tómatelo —le dijo—. Te servirá para mitigar el dolor de garganta —Jongin miró a Lay y esperó su asentimiento antes de tomar el vaso con cuidado—. No es más que miel con limón —aclaró—. No te va a matar —y tras decir aquello, se fue de su lado, caminando hacia el chico alto que había aparecido sobre él cuando abrió los ojos.

            —Él es Baekhyun —dijo mientras Jongin comenzaba a beber lentamente el contenido del vaso, sintiendo cómo bajaba por su garganta y cómo le ardía—. Fue quien te curó cuando te traje aquí y ha estado la mayor parte del tiempo a tu lado —miró hacia donde había ido el muchacho—, pero se le da mejor tratar con personas inconscientes que con personas despiertas. A veces es demasiado brusco, pero no se lo tengas en cuenta.

            —No lo haré —respondió. Ya no notaba la garganta tan mal, aunque seguía dándole pequeños pinchazos, pero era soportable—. ¿Qué pasó cuando atravesamos el estanque? —cuestionó—. Parecía que había una batalla.

            —No lo parecía —contestó Lay—. La había —Jongin debió poner una cara muy rara porque no lo entendía, así que el otro chico siguió contándole—. Los huruqk nos estaban esperando para atraparte y matarte antes de que tuvieras tiempo de cumplir la profecía —aclaró—, pero los chicos de la resistencia también nos esperaban y no iban a dejar que nos ocurriera nada. De ahí que hubiera un enfrentamiento.

            —Oh… vaya… yo… —el chico no sabía qué era lo que quería decir, pero se sentía algo mal porque personas que no lo conocían hubieran arriesgado sus vidas por él y no sabía poner en palabras aquel extraño e incómodo sentimiento.

            —No te preocupes, no hemos sufrido bajas —le dijo y Jongin asintió, algo más tranquilo por su respuesta—. ¿Te sientes con ánimos de conocer a quienes están aquí? —preguntó. El chico miró los rostros de las personas que se encontraban en el lugar, observándolos a ambos y vio en sus expresiones que estaban deseosos de conocerlo, así que asintió—. A ver… —murmuró Lay—. Ya te he presentado a Baekhyun… así que vamos a por el chico alto que hay a su lado —señaló—. Él es Kris, parece bastante serio y frío, pero en realidad solo es tímido con quienes no se relaciona —presentó, susurrando lo último, como si no quisiera que nadie se enterara de aquello—. La chica es Wendy—dijo—, y el chico moreno que está a su lado es Allen.

           Con cada nombre que Lay le iba diciendo, Jongin intentaba recordarlo y asociarlo a la persona que le señalaba, inclinando levemente la cabeza a cada uno conforme la presentación era hecha.

            —El que está en la puerta —continuó el de ojos azules—, es Lu Han y el chico que está a tu otro lado —Jongin giró su cabeza, viendo a un muchacho que sonreía de una forma cálida a la vez que tímida, curvando las comisuras de sus labios hacia arriba—, es Chen… él es… tu hermano mayor.

            —¿Qué? —fue lo único que pudo decir ante la revelación, mirando a Lay y Chen una y otra vez, pasando de uno a otro, sin entender absolutamente nada.

            —Yo no soy quien para explicártelo —murmuró Lay—. Os dejaremos a solas para que habléis.

            —Lay…

            Jongin lo llamó, pero el chico se levantó de la cama y empezó a hacerles señales a los demás para que salieran de allí con la mayor celeridad posible hasta que, unos segundos después, la puerta de madera fue cerrada y ambos se quedaron solos. El silencio se extendió como un manto por el lugar y el chico no se atrevía siquiera a girar su cara hacia el otro muchacho que se suponía que era su hermano. Jongin sintió cómo el colchón duro sobre el que estaba se hundía un poco y no tuvo más remedio que mirar al otro chico.

            —Sé que estarás un poquito confuso —dijo—. No te culpo —esbozó una sonrisa tranquilizadora—. La verdad es que no creía que Lay fuera a decir tan pronto nuestro parentesco y no me lo esperaba, solo pensaba venir a ver como estabas y cerciorarme de que no te pasaba nada por el momento.

            —Yo… no sabía que tenía un hermano —murmuró Jongin—. De hecho, hasta hace nada creía que había nacido en la Tierra y que no había más mundos habitados, no creía que existiera EXO Planet y, de hecho, pensé que Lay estaba loco de remate durante la mayor parte del tiempo —Chen rió por sus palabras durante unos momentos, pero después su rostro se volvió algo serio.

            —Bueno, podemos hacer como si nada, como si no fuéramos hermanos durante un tiempo —propuso—, hasta que te vayas acostumbrando a todo.

            Jongin sonrió a aquello, pero sin saber qué responder a esa propuesta. Lay los acababa de presentar como hermanos, pero el chico no sabía hasta qué punto sería aquello verdad y primero quería saber algo más del tema antes que nada. Mientras estaba pensando en ello, el chico se vio de repente envuelto entre unos brazos fuertemente. Chen se había lanzado hacia él y lo apretaba contra su cuerpo como si hubiera lo echado muchísimo de menos. Jongin se quedó un poco paralizado, sin saber cómo responder a aquella repentina muestra de afecto.

            —Me alegra mucho tenerte en casa, Kai —susurró en su oído antes de separarse—. Lo siento —esbozó una sonrisa a modo de disculpa—. Descansa, tienes que recuperarte del todo antes de nada.

           Jongin vio cómo el chico se levantaba del colchón y luego caminaba hacia la puerta, abriéndola. Antes de salir, se detuvo unos momentos en el marco de esta y se giró hacia él, dedicándole una sonrisa y despidiéndose de él antes de cerrar la puerta y desaparecer de su vista. Jongin suspiró y luego se tumbó sobre la cama, mirando aquel techo de bordes irregulares antes de quedarse dormido segundos después porque estaba completamente agotado… habían sido demasiadas emociones en muy poco tiempo.

★☆★

            Jongin llevaba cuatro días despierto y en aquella habitación sin poderse mover más que para hacer sus necesidades y dar pequeños paseos por la sala e ir recuperando poco a poco la movilidad de la pierna. Ya no le dolía tanto como cuando le habían hecho el tajo, de hecho, ya no le dolía casi nada, pero Baekhyun, quien lo había curado según le había dicho Lay, le había ordenado que tenía que permanecer allí hasta que estuviera seguro de que podía andar con comodidad y sin dolor. Jongin había intentado en varias ocasiones tanto engañarlo como persuadirlo, pero no había servido para absolutamente nada, así que, finalmente se había dado por vencido y había comenzado a hacer distintas preguntas que el otro muchacho respondía con gusto.

            De esa forma, Jongin se enteró de que se encontraban en la enfermería, que estaba situada en la parte más inferior de aquella montaña bajo la cual estaban protegidos, por si tenían algún tipo de ataque para proteger a los heridos. Al saber aquello, se interesó por lo de la montaña y Baekhyun le contó que la base de la resistencia se encontraba en una gran montaña, que había pasillos que la cruzaban de un lado a otro y de arriba abajo, además de túneles por el subsuelo, que vivían allí para protegerse de los huruqk y que sobrevivían como bien podían con lo que conseguían cultivar en los bosques de alrededor y bajo el suelo. El muchacho también se le quejó de lo poco que veía la luz del sol por aquel motivo y que, a veces, la echaba mucho de menos.

            En los pocos días que pasó allí encerrado, Jongin habló de muchas cosas sobre EXO Planet con Baekhyun y se dio cuenta de que, a pesar de tener un humor bastante difícil de llevar, el chico era un gran parlanchín y que, una vez que se le pedía que hablara de algo que le interesaba, no paraba hasta que absolutamente todo le había quedado claro. Después de pasar casi todo el día con él, el chico decidió que Baekhyun le caía bien, a pesar de la primera impresión que se había llevado de su cuidador.

            —¿Cuándo podré salir de aquí? —le preguntó al sexto día. Baekhyun se giró hacia él y lo miró entornando sus ojos, evaluándolo.

            —Levántate y camina hacia mí —le pidió y Jongin hizo exactamente lo que le decía.

            Ya había hecho aquello en varias ocasiones y Baekhyun se dedicaba a observar sus movimientos. Si veía alguna muestra de dolor o incomodidad, lo mandaba de vuelta a la cama a recuperarse, así que el chico intentó andar mostrando que no le dolía la pierna, aunque todavía le daba algunos pinchazos. Cuando llegó hasta él, esbozó una sonrisa triunfal y el otro simplemente asintió con su cabeza, dando permiso para poder abandonar de una vez aquel lugar.

            —Le haremos una visita al líder de la resistencia, que creo que tendrá ganas de ver que por fin te has recuperado —Jongin asintió—. Después de todo eres el niño de la profecía.

            —La profecía… —murmuró para sí. Lay le había hablado de ella y le había dicho que estaba destinado a ayudarlos, pero no había podido preguntarle más sobre aquello. Desde que había despertado, el de ojos azules había ido a verlo un par de veces y no se había quedado más que unos minutos, así que no había podido mantener ninguna conversación larga sobre nada. Pero tenía allí a Baekhyun, quien se lo estaba explicando todo, así que seguro que no tendría ningún reparo en contarle aquello—. ¿Qué sabes de ella? —preguntó, el otro lo miró como si no entendiera de que hablaba—. De la profecía, quiero decir —explicó.

            —Mmmm… —Baekhyun detuvo la caminata que habían comenzado unos momentos antes, cuando salieron de la habitación—. Sé lo que todos, que estás destinado a salvarnos de los huruqk, pero no conozco palabra por palabra, eso se lo deberás preguntar a Lu Han.

            —¿Lu Han? —preguntó. A Jongin le sonaba el nombre, pero no recordaba de qué, quizás Lay se lo hubiera mencionado en alguna ocasión.

            —Sí, estaba el otro día en la habitación cuando despertaste —dijo Baekhyun, echando de nuevo a andar—. Su madre pronunció la profecía hace veinte años, así que es él quien mejor de todos la conoce.

            —Tendré que hablar con él entonces —resolvió.

            Baekhyun le sonrió y lo siguió guiando por los túneles. Todos aquellos pasajes estaban excavados en la roca, aunque de forma un poco tosca, e iluminados con lámparas de aceite. Jongin se había dado cuenta de que en aquel lugar se encontraban en una especie de Edad Media o Moderna Europea, como si su historia no hubiera podido avanzar más a partir de allí. La verdad era que tenía sentido, Baekhyun le había comentado que EXO Planet había sido colonizado hacía unos pocos siglos por gentes de la Tierra que se encontraban en aquellos momentos en aquellos estadios de evolución y, desde aquel momento, apenas habían podido evolucionar por las condiciones del lugar, pero que vivían perfectamente de aquella forma, más tranquila y no tan acelerada. El chico también le había contado que había varias entradas desde el planeta hasta allí, y que por eso no era de extrañar que se encontrara con personas de todas las razas y que las mezclas hubieran sucedido casi de forma espontánea.

            —¿Por eso Lay tiene los ojos azules? —no pudo evitar preguntarle en aquella ocasión y Baekhyun asintió a su pregunta.

            Continuaron caminando por aquellos estrechos y bajos pasillos, girando a un lado o a otro según Baekhyun indicaba y dejando atrás otros corredores exactamente iguales mientras hablaban de diferentes cosas relacionadas con la resistencia hasta que, de repente, el mayor se detuvo delante de una puerta de madera y llamó con sus nudillos a esta antes de empujarla y pasar sin siquiera esperar la respuesta del interior. Jongin lo siguió dentro solo porque tiró de él hacia la habitación, sino, se habría quedado en el pasillo un rato más, todavía incómodo e impresionado. Baekhyun le había dicho que iban a ver al líder de la resistencia, pero ante él se encontraba un chico joven, no podía ser mucho mayor que él, sentado presidiendo una mesa con varias personas que sí rondarían los cuarenta o cincuenta años.

            —Él es Kai —dijo, llamando la atención de todos los que allí se encontraban—. Lo he traído, como pediste, en cuanto se ha podido mover.

            El joven se levantó de la silla de madera y caminó hacia donde se encontraban, con una sonrisa en los labios, antes de tenderle la mano para que se la estrechara.

            —Encantado de conocerte por fin, Kai. Yo soy Suho, el líder de esta resistencia —dijo—. Me alegra que finalmente vinieras a echarnos una mano, no estaba muy seguro de que Lay regresara contigo a casa.

            —¿Por qué? —cuestionó sin entenderlo. Lay había hecho todo lo posible para llevarlo hasta allí.

            —Ahora que estás aquí no tiene importancia alguna —le sonrió.

            —Eres igualito que tu padre —dijo uno de los hombres que se encontraban en la mesa—. Tienes sus mismos rasgos.

            —Mi padre… —murmuró.

            En la Tierra, el lugar en el que había pasado toda su vida, o al menos toda la vida que recordaba, su padre era completamente diferente a él, no tenía la piel oscura y, sobre todo no tenía aquellos rasgos tan exóticos que tenía Jongin y que lo hacían muy distinto a todos aquellos que lo rodeaban y que muchas veces lo habían llevado a pensar que tenía que ser adoptado. Nada más lejos de la realidad, según parecía.

            —Aunque tiene los ojos de su madre —dijo otro de los hombres, y todos comenzaron a hablar sobre los parecidos físicos que tenía con aquellos padres que no había conocido.

            —Bueno, dejemos los parecidos —cortó rápidamente el líder—. Supongo que en la Tierra no habrás recibido ningún tipo de adiestramiento militar y, por tu seguridad, es lo primero que debemos arreglar, aunque eso será cuando tú te sientas preparado para ello —el muchacho sonrió—. Porque me temo que aún no estás preparado.

            —No sé mucho de lo que sucede, primero me gustaría saber la mayor parte antes que nada —dijo Jongin, sabiendo que aquella era la decisión correcta por el momento. Lay le había comentado cosas sueltas y Baekhyun otra muchas, pero aún tendía dudas acerca de todo.

            —Está bien —respondió Suho—. Entonces no quiero entretenerte más, solo quería conocerte y charlar un poco, puedes ir donde quieras, excepto fuera de nuestra pequeña fortaleza, y hablar con quienes quieras para conocer todo lo que necesites antes de tomar una decisión.

            Jongin asintió a aquellas palabras y buscó con la mirada a Baekhyun, que ya se encontraba en la puerta dispuesto a salir. El chico se despidió de todos y luego siguió al otro por los pasillos de nuevo. Aquel había sido un encuentro bastante extraño, como mínimo, no sabía realmente cómo calificarlo, y la verdad era que el tal Suho no le daba gran confianza, aunque no sabía por qué. Le pasaba como las primeras veces que había visto a Lay, sentía que su cuerpo lo único que quería era salir corriendo de allí para no tener que enfrentarse más a aquella persona.

            —¿En qué piensas? —le cuestionó Baekhyun, seguramente al verlo tan callado porque en los últimos días los silencios habían sido pocos entre los dos.

            —En lo que acaba de pasar —respondió—. Ha sido raro.

            —Suho es raro —contestó el otro con una sonrisa.

            Jongin quería replicarle y decirle algo sobre cómo se sentía en presencia del líder de la resistencia, pero en aquel momento, al girar en una esquina, se toparon de frente con Lay, casi chocando con él. Al verlo, todo el revoltijo de sentimientos extraños que tenía en su interior se acrecentó, pero también se calmó por ver a una cara conocida. Jongin estaba alegre de poder verlo, pero la alegría le duró solo los segundos en los que se dio cuenta de que estaba sucio de polvo rojo, chorreando en sudor y con signos de haber sido golpeado.

            —Os estaba buscando a vosotros dos —dijo—. Tienes trabajo urgente abajo, Baekhyun.

            —Por lo que veo, no ha ido muy bien la pequeña incursión —comentó el chico y Lay negó.

            —Podría decirse que hemos quedado en empate, pero tenemos bastantes heridos de los que ocuparse —respondió—. ¿Dónde llevabas a Kai? Así me puedo ocupar yo de él mientras tanto.

            —Lo llevaba abajo, pero si hay tantos heridos no habrá camas, así que llévalo a la habitación que tiene asignada —contestó Baekhyun, echando a andar, pero antes de dar tres pasos se detuvo y se giró hacia atrás—. ¿Kris está bien?

            —Como una rosa.

            El rostro de Baekhyun se destensó inmediatamente y luego corrió por el pasillo, perdiéndose de vista al girar en uno de sus cruces. Jongin y Lay se habían quedado solos por el momento.

            —¿Qué era esa incursión de la que hablaba? —preguntó, incapaz de contenerse, porque después de todo, quería saber lo máximo sobre la resistencia.

            —Son pequeños enfrentamientos que tenemos con los huruqk de vez en cuando —respondió—. Los hacemos para intentar liberar a parte de la población que mantienen esclavizada o para robar cosas que nos hagan falta, como alimentos o metal.

            —Tenía entendido que los huruqk se alimentaban de la energía de los planetas —dijo Jongin y Lay asintió.

            —Y lo hacen, pero sus esclavos tendrán que comer algo… o se quedarían sin ellos —el chico suspiró—. Bueno, te llevo a tu habitación y luego me echaré un rato, estoy rendido.

            Jongin estuvo de acuerdo porque se veía a leguas que estaba muy cansado y que lo único que quería era dormir y recuperar fuerzas. Por ese motivo, el chico se guardó todas las preguntas que tenía para otro momento y para cualquier otra persona porque no quería molestarlo más de la cuenta. Anduvieron por los pasillos, encontrándose de vez en cuando con algunas personas que no saludaban a Lay, pero que a él si le dedicaban una sonrisa, hasta que el de ojos azules se detuvo repentinamente frente a una puerta.

            —Esta es tu habitación —le dijo—. Aquí están unos pocos de los dormitorios, el mío está en otra ala, pero si necesitas algo, llamando a cualquier puerta, la persona que te abra te ayudará seguro —Lay había ido empujando la puerta mientras hablaba, descubriendo una pequeña sala excavada en la roca, como todo, con una cama y un baúl. Jongin podía verlo porque la luz del pasillo alumbraba tenuemente el lugar, sino, no habría visto nada porque no entraba luz por ningún otro lugar—. Te enciendo esto —sonrió, al ver la cara que tenía el chico y cogió una cerilla para encender la lámpara de aceite—. Me gustaría poder estar un rato más contigo, Kai, pero necesito descansar. Nos vemos mañana, ¿vale?

            —Vale. Descansa —le deseó Jongin cuando el otro echó a andar por el pasillo.

            Una vez Lay se perdió de su vista, entró en la que a partir de aquel momento sería su habitación y cerró la puerta. Echaría mucho de menos internet y la play mientras estuviera en aquel lugar, pero así no tendría ninguna distracción para pensar en todo lo que había ido escuchando de Baekhyun y de Lay, y lo que le acababa de decir el líder de la resistencia.

★☆★

            No sabía cuánto tiempo llevaba allí dentro exactamente porque los días y las noches eran de la misma forma para Jongin, no entendía cómo las personas que llevaban viviendo allí cerca de veinte años habían podido soportarlo. Necesitaba que la luz del sol bañara todos y cada uno de los poros de su piel, pero eso era lo único que no podía hacer porque tenía prohibido salir al exterior, ya fuera acompañado o solo. Según le había dicho Baekhyun aquello era para garantizar su seguridad, ya que era alguien importante, pero Jongin seguía queriendo ver la luz del sol, la echaba de menos.

            En el tiempo que había pasado con Baekhyun las horas se le habían hecho cortas, pero desde que estaba solo en su habitación y apenas salía de ella para dar vueltas y perderse hasta que alguien le guiaba, las horas se le hacían demasiado eternas. Había tenido mucho tiempo para pensar, para darle vueltas a las cosas, para intentar entenderlo todo, pero necesitaba que alguien respondiera a sus preguntas. Lo intentó con Baekhyun, pero seguía bastante liado con los heridos que habían llegado hacía unos días, así que no podía distraerse con nada y Jongin haciendo preguntas era bastante distracción. Por ese motivo, acudió a Lay, ya que con los demás no tenía demasiada confianza, de hecho, a las personas que conformaban la resistencia las veía solo de vez en cuando, a la hora de la comida o la cena y solo durante unos minutos.

            Con aquella resolución de intentar averiguar cosas, Jongin salió de su habitación, pero antes de andar siquiera un par de metros, la puerta de una de las habitaciones se abrió y por ella salió Chen, su hermano. Ambos se quedaron estáticos al verse, pero después de unos momentos, se dedicaron una sonrisa incómoda. Desde aquel primer día en el que habían mantenido una pequeña conversación no habían vuelto a hablar, pero Jongin había estado preguntando a Baekhyun sobre él y le había confirmado que, efectivamente, el chico era su hermano mayor y que, cuando perdió a sus padres y lo perdió a él estuvo muy mal, pero que nunca había perdido la esperanza de que él regresara y que estaba muy feliz de que Jongin estuviera allí. El chico lo creyó porque Baekhyun no le había mentido con nada, así que no le iba a mentir con aquello tampoco. Sin embargo, desde aquel primer encuentro no se habían cruzado palabra, ni siquiera se habían mirado a los ojos, aunque Jongin podía ver perfectamente en el otro que se moría por acercarse a él.

            Lo había estado meditando, junto con otras cosas, y pensó que estaría bien darle una oportunidad y recuperar el tiempo perdido, así que, forzó a que su sonrisa fuera menos incómoda y fuera más cálida antes de hablar.

            —Me alegro de verte —dijo—. Te estaba buscando, pero no sabía por dónde empezar.

            A Jongin nunca se le había dado muy bien mentir, pero por la sonrisa llena de felicidad que esbozó su hermano mayor supo que el otro se había tragado aquello. El chico iba en busca de Lay para tener respuestas, pero quizás fuera mejor obtenerlas de Chen. El muchacho se hizo a un lado y le indicó que podía pasar a su habitación, así que Jongin entró y se sentó en la cama a la vez que el otro.

            —Y bien, ¿qué querías de mí? —cuestionó Chen.

            —Quería preguntarte algunas cosas sobre todo esto —hizo un movimiento con sus brazos, como si quisiera abarcar toda la montaña bajo la que se encontraban—, sobre lo que pasó hace veinte años y lo que ha pasado después.

            —Es una historia muy larga...

            —Yo no tengo nada que hacer en toda la mañana... tarde... o lo que sea allí fuera —respondió Jongin, haciendo reír al mayor—. ¿Tú tienes algo que hacer? —el chico negó con la cabeza—. Entonces perfecto.

            Chen estuvo unos momentos en silencio y luego comenzó a relatar todo lo que había sucedido cuando los huruqk entraron a EXO Planet a través del bosque entre los mundos, él era muy pequeño, solo tenía dos años, pero se lo habían contado todo a medida que había ido creciendo. Aquellas grotescas criaturas habían matado a todas las personas que se les habían puesto por delante y habían esclavizado a otras muchas porque ellos no tenían forma de detenerlos y cuando la encontraron, ya era demasiado tarde. Fue en aquel momento cuando la vidente lanzó la profecía.

            —¿Qué decía la profecía? —cuestionó Jongin, interrumpiendo su relato.

            —Decía que el último niño nacido tendría el poder de destruirlos —respondió—. Tú eras el último niño que había nacido en EXO Planet, así que la profecía se refería a ti.

            —¿Y qué pasó para que yo acabara en la Tierra?

            —Todos quisieron protegerte, pero hubo alguien que te vendió a los huruqk —continuó—. Mamá y papá murieron por protegerte y luego, los líderes de la resistencia pensaron que lo mejor sería ocultarte, llevarte a otro lugar para que pudieras crecer hasta que fuera el momento de cumplir la profecía.

            Después de unas horas escuchando las historias que le contó Chen, Jongin se despidió de él y salió de su habitación, con una idea clara en su cabeza. Aquellas personas habían perdido mucho, él mismo había perdido mucho aunque no lo recordara, así que haría todo lo posible para ayudar, aunque no supiera todavía como.

            El chico caminó por los pasillos, preguntándole a todas las personas con las que se encontraba dónde estaba Lay y siguiendo sus instrucciones una y otra vez hasta que lo encontró. Estaba en la parte más alta de la montaña, en uno de los pocos pasillos que tenían una abertura al exterior que era indistinguible desde el suelo, pero desde la cual se podía observar absolutamente todo. Jongin suspiró de placer cuando el aire fresco del atardecer rozó su piel y seguramente fue aquel ruido el que alertó a Lay de su presencia, porque fue en ese preciso instante cuando se giró hacia él.

            —Kai —dijo—. ¿Qué haces aquí?

            —Llevo un rato buscándote y las indicaciones que he recibido me han traído aquí —respondió. El chico de ojos azules lo miró y luego le indicó que se acercara a él, cosa que hizo al instante.

            —¿Querías algo de mí? —escuchó Jongin que le preguntaba mientras él intentaba recordar el tacto del sol y el viento en su piel para cuando volviera a estar dentro.

            —Sí —contestó—. Me gustaría ayudar en todo lo posible a que os libréis de los huruqk.

            Jongin giró su cabeza hacia Lay unos segundos después al ver que el otro no decía nada y lo encontró mirándolo fijamente con sus preciosos ojos azules, como si Jongin fuera lo único que había allí en aquel momento. Tras una eternidad, Lay pareció darse cuenta de que no había parpadeado ni una sola vez mientras lo miraba y carraspeó antes de girar su cabeza hacia el paisaje verde y marrón que se extendía hasta el horizonte y hablar.

            —Antes de poder ayudar debes cultivar tu cuerpo y tu mente —dijo.

            —¿Cómo puedo hacer eso?

            —Mañana te presentaré a quienes te ayudarán.

★☆★

            Jongin salió de su habitación cuando unos golpecitos suaves en la puerta le indicaron que Lay se encontraba en el pasillo, dispuesto a guiarlo hasta el lugar en el que supuestamente iba a conocer a las personas que lo iban a ayudar a cultivar su cuerpo y su mente. Al abrir la puerta y encontrarse frente al chico de ojos azules le sonrió, encantado de volver a verlo, para después seguirlo en cuanto este comenzó a andar tras devolverle la sonrisa. Jongin caminó en pos suya, en completo silencio durante algunos minutos, pero después, comenzó a hablar porque el silencio le resultaba bastante opresivo. Nunca había hablado mucho, ni cuando estaba en casa con sus padres o en el colegio, tampoco se había vuelto un gran hablador cuando comenzó a vivir con Sehun y Gwangsoo porque estos también preferían los silencios cómodos a llenar su vida con palabras sin sentido; pero desde que había llegado allí, Jongin sentía la gran necesidad de hablar.

            —¿Dónde vamos? —preguntó.

            —A los niveles superiores —respondió Lay, aunque era obvio porque habían comenzado a subir tramos de escalones tallados en la piedra.

            —¿Es allí donde se encuentran las personas que me querías presentar? —siguió para intentar mantener viva la conversación aunque fuera durante un par de minutos más.

            —En realidad a uno de ellos ya lo conoces —murmuró Lay, deteniéndose y girándose. Más o menos, eran de la misma altura, quizás Jongin un poco más alto, pero el de ojos azules se encontraba un escalón por encima y los ojos de Jongin quedaron justo a la altura de sus labios. Inconscientemente tragó saliva—. Estaba abajo cuando despertaste.

            Jongin intentó hacer memoria de las personas que habían estado allí en aquel momento, pero solo podía recordar a Baekhyun, su hermano, el tipo alto que lo había asustado, una chica y dos chicos más de los que no recordaba ni su nombre ni su rostro por más que lo intentara.

            —No me acuerdo —respondió al final.

           —Me lo imaginaba —Lay echó a andar de nuevo—, pero no te preocupes, te lo presentaré de nuevo y ya está.

            Jongin quiso decir algo más, pero no sabía el qué, y el otro chico parecía que ya no iba a volver a abrir la boca, por lo que el silencio se apoderó de nuevo de ellos mientras seguían ascendiendo más y más hacia los niveles más superiores de la montaña. El moreno sentía las piernas un poco pesadas después de subir tantos escalones, pero para Lay no parecía suponer ningún problema, así que se esforzó por seguir su ritmo hasta que llegaron a la parte más alta. Jongin sentía que su corazón se le iba a salir del pecho e intentó recuperar el aliento disimuladamente mientras avanzaban por el corredor hacia una sala abierta y bastante grande comparada con las demás, Jongin supuso que su tamaño se debía a que al estar tan arriba no representaba ningún problema para la estructura de la montaña.

            El chico se había quedado tan ensimismado con la sala que no se dio cuenta que en el centro de ella se encontraban dos muchachos, uno moreno y alto y otro algo más bajo y rubio. Cuando Jongin por fin advirtió su presencia, se dio cuenta que el rubio le sonaba bastante, así que supuso que él debía ser quien ya le había sido presentado. Lay echó a andar hacia dónde los otros dos se encontraban, moviéndose en círculos, como si se estuvieran tanteando antes de comenzar a luchar. Parecían ajenos a su llegada y simplemente comenzaron a lanzarse golpes el uno al otro sin reparar en nada más. Jongin vio cómo Lay se detuvo a mitad de camino con un gran suspiro y se acercó a él para esperar a su lado a que los chicos terminaran de luchar para poder hacer las presentaciones.

            Jongin se quedó completamente alucinado al ver los movimientos de los dos chicos, cómo usaban sus manos y sus pies para golpear, cómo utilizaban los brazos y las piernas para bloquear los ataques del contrincante y cómo retorcían sus cuerpos para esquivarlos.

            —Son buenos, ¿verdad? —dijo Lay a su lado y Jongin solo pudo asentir con la cabeza—. Tú tendrás su nivel en poco tiempo.

            —Imposible —murmuró, sin creerse que él pudiera hacer aquello próximamente, ni siquiera se le pasaba por la cabeza que pudiera hacerlo en un futuro lejano.

            —Si tengo razón, ¿qué harías por mí? —el chico giró su cabeza hacia él y lo miró con sus ojos azules, como si esperara algo de Jongin, pero el chico no era capaz de articular palabra.

            Lay estaba a punto de volver a hablar cuando se escuchó un grito de frustración y algo pesado caer al suelo. Ambos se giraron hacia dónde se desarrollaba la lucha, dándose cuenta de que esta ya había finalizado y había acabado con el muchacho moreno victorioso y el rubio sentado en el suelo, mirándolo con odio.

            —Nunca me ganarás, Lu —dijo el moreno, tendiéndole la mano al otro para levantarlo, pero este hizo caso omiso y simplemente se levantó del suelo sin su ayuda, restregándose las manos en los pantalones para quitarse el polvo del suelo.

            Lay se acercó en ese momento a ellos, como si quisiera cortar la súplica del chico rubio antes de que ambos comenzasen otra pelea y su propósito al ir allí se viera interrumpido de nuevo. Los dos chicos se giraron hacia él en cuanto entró en su campo de visión y después de mirarlo durante un par de segundos, miraron más allá, hacia dónde se encontraba Jongin, un poco más alejado de ellos. Lay siguió sus miradas y le sonrió.

            —Este es Kai —dijo—. Kai, ellos son Tao —señaló al moreno—, y Lu Han —señaló al rubio.

            En ese instante, Jongin recordó las palabras que le había dicho Baekhyun hacía varios días sobre la profecía y sobre quien tenía más detalles sobre ellas. Lu Han había dicho que se llamaba y Lu Han se encontraba ante él en aquellos momentos, así que, aprovecharía ahora que lo conocía y que sabía que iba a pasar mucho tiempo con él para preguntarle sobre el tema. Chen le había aclarado algunas cosas, pero no todo.

            —Un placer conoceros —contestó, acercándose a ellos unos segundos después—. Lay me dijo que si quería ayudar antes tenía que conoceros a vosotros para que me ayudárais a ser útil.

            —Y tenía razón —murmuró Tao—. Habéis venido al lugar indicado. ¿Has luchado alguna vez? —cuestionó y Jongin negó.

            —He tenido algunas peleas cuando era niño, pero simplemente me dedicaba a dar golpes sin ton ni son esperando que alguno acertara por casualidad.

            —Entonces tenemos que empezar por ahí.

            —Yo creo que deberíamos empezar por ver si tiene algún poder, después de todo, la profecía decía que tenía algo que nos salvaría a todos —replicó Lu Han—. Así que eso es lo que deberíamos ver primero antes de enseñarle a pegar bien.

            —Discrepo.

            Los dos chicos se miraron de nuevo, desafiantes, y Jongin temió que comenzaran a pegarse de nuevo como antes, pero sin darles tiempo a nada, Lay les pasó un brazo por los hombros a cada uno y los atrajo hacia sí.

            —Podría hacer las dos cosas en orden distinto cada día —propuso, intentando conciliarlos a los dos—. Hoy se podría empezar por la parte de Lu Han porque subir hasta aquí arriba lo ha dejado baldado, pero mañana se puede empezar por el entrenamiento físico, Tao —los dos chicos se miraron de nuevo unos segundos antes de asentir a las palabras que había dicho el chico de ojos azules y este los soltó, para dirigirse a Jongin y palmearle el hombro—. Te dejo en buenas manos, haz todo lo que te digan y todo irá bien.

            —¿No te quedas? —cuestionó Jongin y Lay negó.

            —Tengo cosas que hacer —respondió—, pero algún día me gustaría verte y también estaría bien luchar contra ti alguna vez.

            Tras decir aquellas palabras, Lay se marchó de su lado, dejándolo con aquellas dos personas que parecían odiarse a muerte. El chico les sonrió y luego se dispuso a hacer todo lo que los otros dos le dijeran.

            Jongin se pasó prácticamente todo el día junto a Tao y Lu Han en aquella sala, los tres solos. A ratos practicaba con el chico rubio, dejando su mente en blanco, intentando buscar algo que el chico decía que tenía que haber en su interior, una fuerza oculta que debía despertar para poder hacer lo que le había sido predestinado y así librar a EXO Planet de los huruqk. Sin embargo, por más que lo intentaba, no conseguía llegar a buen puerto con aquello, aunque sentía que cada vez que lo hacía se encontraba más cerca de conseguirlo. Con los entrenamientos físicos de Tao, sin embargo, tenía una especie de don, ya que en poco tiempo había conseguido aprender todo lo que el otro le enseñaba. Las primeras veces había sido horroroso, pero después, Jongin se imaginó la lucha como una danza en la que Tao era su pareja y todo salió mucho mejor. Siempre había sido ágil y tenía un gran talento para el baile, así que no le resultó demasiado complicado una vez pensó de aquella manera.

            Al final del día, Jongin estaba reventado y cuando se tumbó en la cama se quedó dormido al instante, recuperando fuerzas para lo que tendría que soportar de nuevo al día siguiente. Sin embargo, a pesar de estar reventado física y mentalmente, el chico sentía que no podía esperar por un nuevo día.

★☆★

            Después de un par de semanas entrenando junto a Tao y Lu Han, Jongin sentía que el duro entrenamiento estaba dando sus frutos. Ya era más o menos capaz de plantarle cara al moreno en las peleas y, aunque seguía perdiéndolas, cada vez aguantaba más tiempo de pie dando guerra, asombrando al muchacho que era su maestro en aquella disciplina. Por el contrario, los entrenamientos con Lu Han seguían siendo bastante infructuosos, aunque había avanzado un poco y ahora ya podía tocar aquella fuerza que se encontraba en su interior con su mente, Jongin podía moldearla dentro de su cuerpo y jugar con ella; sin embargo, seguía siendo incapaz de exteriorizarla, canalizarla hacia la superficie para mostrarla.

            Aquello lo frustraba tanto a él como a Lu Han, pero eso no hacía que se dieran por vencidos, causaba el efecto contrario y prácticamente no había ningún momento en el día en el que Jongin no intentara que esta se materializara.

            Uno de los días que tenía que entrenar con ambos, Lay apareció en su puerta y le pidió con una sonrisa que lo acompañara, que ese día no iba a entrenar solo con Lu Han y Tao en el interior de la montaña, sino que él iba a estar también allí e iban a realizar las prácticas fuera. Jongin se sintió entusiasmado como un niño porque desde que había ido a buscar a Lay aquel día de hacía ya unas semanas no había vuelto a ver la luz del sol y aquello lo estaba agobiando un poco. Por ese motivo, siguió al chico de ojos azules por los pasillos de la guarida de la resistencia y cuando salió de la montaña inspiró hondo varias veces y luego se dejó bañar por el calor de la luz del sol. Jongin se había dado cuenta que EXO Planet era un poco más cálido que la Tierra y a veces lo agradecía, el invierno anterior había sido demasiado frío en la ciudad de Seúl.

            Después de que Jongin disfrutara un poco del exterior, Lay lo guió de nuevo hacia un lugar algo alejado de la montaña, un sitio bastante rocoso y árido, nada que ver con el verde que se encontraba a un kilómetro, alrededor de la base. Allí ya se encontraban Tao y Lu Han, así que se pusieron rápidamente manos a la obra, comenzando aquella vez por el entrenamiento físico de Tao. Jongin luchó contra Lu Han, para medirse a otro oponente distinto, con diferentes técnicas y tácticas ofensivas y defensivas, también se enfrentó a Lay y, sobre todo, a Tao, quien no iba a dejar que un entrenamiento que él supervisaba se saldara sin un enfrentamiento con él. El chico perdió los tres, pero se sintió bastante bien consigo mismo porque casi le ganó a Lu Han.

            —Muy bien —dijo el muchacho rubio—. Ahora vamos a comenzar con mi parte favorita, vosotros podéis sentaros un poco más para allá y mirar todo lo que hemos avanzado —les indicó a Tao y a Lay mientras movía su mano para pedirle a Jongin que se acercara a él—. Te sabes ya los pasos a seguir, ¿no?

           Jongin asintió a aquellas palabras porque habían sido tantas veces ya le salía natural, casi de forma automática. Inmediatamente buscó un lugar en el que sentarse y cerrar los ojos para relajarse completamente, dejando volar todos sus pensamientos y haciendo que su mente se quedara en blanco. Aquello le había ocasionado muchos problemas al principio porque no era capaz de dejar de pensar en absolutamente todo, pero después de mucho intentarlo lo podía hacer con relativa facilidad. Una vez se encontró completamente en blanco, se dedicó a buscar en su interior aquella fuerza que debía exteriorizar, encontrándola unos pocos segundos después, como si fuera una llama dentro de su pecho, pero no era una llama anaranjada, era más bien de color azul y plateado. Jongin acunó aquella llama entre unos brazos invisibles y sintió cómo el poder recorría todas las terminaciones nerviosas de su cuerpo. Estaba listo para comenzar, así que abrió sus ojos y miró a Lu Han.

            —Veamos de qué eres capaz esta vez —comentó el rubio.

            El chico volvió a rozar aquella llama con sus dedos y, cuando estaba a punto de convocar el poder de su interior para que saliera de su cuerpo de alguna forma, algo lo distrajo. Un grito gutural y colectivo se escuchó en el lugar en el que estaban y toda la concentración de Jongin se perdió en apenas un segundo.

            —¡Los huruqk! —gritó Tao—. ¡Nos atacan!

            Jongin se levantó del suelo rápidamente y cuando se giró para encarar a aquellas criaturas, se dio cuenta de que había sido rodeado por las tres personas que se encontraban con él, formando un círculo protector con sus cuerpos y empuñando sus espadas. Se había levantado un poco de viento mientras él había estado meditando y el cabello algo largo de Lay ondeada tras él. Jongin quiso ayudarles a repeler el ataque al ver cómo el número de huruqk era bastante considerable; sin embargo, cuando se colocó al lado del de ojos azules, este lo empujó de nuevo al interior del círculo.

            —¡Puedo luchar! —le replicó—. ¡Puedo ayudaros!

            —No podemos correr ningún riesgo contigo —le respondió él—. Si mueres aquí, no nos ayudarás en nada.

            —Pero… —quiso volver a replicar, pero Lu Han lo cortó aquella vez.

            —Busca tu poder —dijo—. Sé que puede servirnos de ayuda ahora, ¡búscalo y sácalo!

            Jongin quería decirle que no podía, que mientras supiera que estaba rodeado de huruqk y que ellos estaban luchando para salvar sus vidas con cerca de cincuenta enemigos cuando ellos eran solo tres no podía concentrarse porque solo podía pensar en su bienestar, en que no les sucediera nada. Pero no pudo decirle nada porque en ese momento se produjo el choque y los tres comenzaron a luchar, concentrándose en ello únicamente y en que ninguno pudiera cruzar hasta Jongin, que sentía que su corazón se le iba a salir del pecho por el pánico que sentía en aquellos momentos.

            Sin embargo, el chico sabía que tenían razón, que podía ayudarles sacando su poder al exterior, así que volvió a concentrarse, esta vez sin sentarse para que su reacción a todo fuera más rápida y repitió rápidamente el mismo proceso que había realizado antes. Le costó un poco más dejar su mente en blanco, como los primeros días, ya que no podía dejar de pensar en quienes estaban con él. No obstante, lo consiguió y volvió a encontrarse aquella llama en su interior. Jongin se concentró en ella, se concentró en intentar extraerla para poder usarla.

            «Por favor» pensó «por favor, dame la fuerza necesaria para protegerlos».

            El chico no creyó que su súplica desesperada produjera ningún cambio significativo, pero cuando abrazó la llama para que esta recorriera su cuerpo, Jongin sintió que había tenido un gran efecto porque ahora sentía aquel poder fluyendo por su cuerpo hasta la punta de los dedos de sus manos. El chico alzó sus brazos y el aire que tocó con sus dedos se volvió de color azul y plateado, como la llama que veía en el interior de su mente. Había sido capaz de exteriorizar aquel poder, solo le quedaba descubrir qué era para poder usarlo y regresar a la base de la resistencia antes de que algo malo sucediera.

            Cuando el pensamiento de volver apareció en su mente, algo cambió en la zona que había adquirido aquella tonalidad extraña y Jongin pudo ver cómo dentro de aquella pequeña franja había un pasillo estrecho tallado en la roca, un pasillo que se parecía mucho a los que surcaban la montaña bajo la cual estaban guarecidos todos los que formaban parte de la resistencia.

            En aquel momento, Jongin se dio cuenta de que acababa de abrir una puerta en el aire a otro lugar, como la que había en la plaza de Gwanghwamun y que llevaba al bosque entre los mundos; sin embargo, la suya llevaba a la montaña, a un lugar cercano al que tenían que escapar rápidamente. Antes de que todo se desvaneciera, Jongin se giró buscando a Lay, Tao y Lu Han para avisarles de que debían entrar rápidamente allí.

            —¡Chicos! —gritó. Los tres se giraron en redondo si dejar de luchar para mirarlo y vieron la franja en el aire en la que se observaba el pasillo—. Venid hacia aquí, ¡rápido!

            Jongin se concentró en la base, se concentró en que aquella puerta no se cerrara y todos pudieran cruzar al otro lado. Los tres comenzaron a recular poco a poco mientras luchaban, acercándose más y más al lugar en el que se encontraba el chico y la puerta a su salvación, ya que no hacían más que llegar y llegar huruqk. Cuando Lu Han estuvo al alcance de su mano, Jongin lo tomó por la ropa y lo empujó dentro de aquella abertura, haciendo que el chico rubio cayera al interior del pasillo con un ruido sordo que retumbó incluso en aquel lugar. Las criaturas se quedaron paralizadas un segundo al escuchar aquel ruido, y Jongin aprovechó que se había creado aquella distracción para empujar a Tao también al interior.

            Solo le quedaba hacer que Lay se pusiera a salvo, así que se giró hacia él rápidamente antes de que los huruqk reaccionaran; sin embargo, el que estaba luchando con él fue mucho más rápido que todos y blandió por última vez el hacha que portaba, rasgando a Lay desde el hombro derecho hasta la pelvis izquierda. Jongin contuvo el aliento un segundo cuando vio cómo el chico de ojos azules se tambaleaba hacia atrás mientras la sangre comenzaba a manar de su herida. El chico sentía que su corazón se encogía de angustia y miedo porque Lay no pudiera sobrevivir a aquello porque no concebía estar en aquel lugar sin él, así que tomó la rápida decisión de coger al chico con la mayor delicadeza posible por las axilas y así poder ambos traspasar al otro lado justo antes de que la concentración de Jongin se perdiera del todo y la abertura desapareciera.

            El moreno cayó el suelo frío del túnel por el peso de Lay, que apenas podía sostenerse a sí mismo y parecía estar bastante mal. La sangre no paraba de brotar manchándolo todo y su respiración apenas era un murmullo. Jongin estaba de los nervios, tenían que llevarlo rápido con Baekhyun para que pudiera salvarlo, pero él solo no podía, así que buscó con la mirada desesperadamente por el corredor hasta que encontró a Lu Han y Tao.

            —Ayuda —les dijo—. Hay que llevarlo abajo o morirá.

            Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos sin que pudiera evitarlo. Lay no podía morir, Lay no podía simplemente irse y dejarlo solo en aquel lugar.

            Viendo cómo los dos chicos se acercaban rápidamente a ellos para ayudar, Jongin se sintió mareado, la cabeza comenzó a darle vueltas y finalmente todo se volvió negro ante sus ojos. Su último pensamiento fue para Lay, para darle fuerzas para sobrevivir a su herida.

★☆★

            Jongin se despertó y se incorporó del duro colchón en el que se encontraba, quedando sentado para poder mirar a su alrededor y ver dónde estaba, descubriendo que se hallaba en la enfermería improvisada en la zona más baja de la montaña. No recordaba cómo había llegado allí, pero sí recordaba lo que había pasado justo antes y su corazón comenzó a latir rápidamente. Lay. Lay había sido herido gravemente y él no había podido hacer nada para evitarlo, solo los había hecho regresar rápidamente a la base con sus poderes. Sus poderes, aquellos que había despertado cuando estaba a punto de ver morir a sus amigos a manos de los huruqk que los rodeaban. Había abierto una especie de portal a la resistencia con solo desearlo fuertemente y los había empujado a todos allí antes de que se cerrara. El chico no se podía creer que tuviera aquello en sus manos.

            Se levantó de la cama y se giró en redondo, dándose cuenta que, en la cama que estaba tras él, se encontraba tumbado Lay. Jongin se acercó corriendo a él y se colocó a su lado para buscar alguna señal de que no se encontraba bien, pero no halló ninguna, por lo que respiró tranquilo. El chico de ojos azules era su ancla en aquel mundo y le dolería demasiado perderlo, así que, simplemente no podía morir. Se sentó sobre el colchón y retiró el pelo largo y negro de la frente de Lay para poder ver su rostro en paz mientras dormía y sonrió, calmado por ver que no le había sucedido nada demasiado grave.

            En aquel momento, Jongin resolvió que, aunque Baekhyun intentara echarlo, él no se iría de aquel lugar hasta que Lay no estuviera totalmente recuperado.

★☆★

            Lay se despertaba a veces y le sonreía al ver que Jongin se encontraba allí, velando por él, pero la mayoría de las veces estaba en un profundo sueño en el que parecía que nada de lo que pasaba en el exterior le molestaba, aunque tampoco es que hubiera demasiado ruido o ajetreo allí. Baekhyun se pasaba de vez en cuando por el lugar para ver cómo evolucionaba y para llevarle comida a ambos, pero Lay no había recibido la visita de nadie más que él y Tao y Lu Han, pero estos últimos simplemente habían ido a preguntarle a Jongin cuándo volverían a entrenar juntos. El rubio parecía especialmente impaciente y el chico lo entendía, pero prefería quedarse con Lay, ya que parecía que era la única persona a la que el chico de ojos azules le importaba.

            Aquello lo hizo pensar y Jongin se dio cuenta de que aún había muchas cosas que no sabía sobre aquel lugar, pero de las que se enteraría en cuanto Lay pudiera contestar a sus preguntas. Por eso se afanó en cuidarlo, en hacer que el chico volviera a estar como siempre, fuerte y sano como un roble, por eso, y porque no podría soportar estar en una situación parecida de nuevo. Lay debía ponerse bien para que Jongin se sintiera completamente tranquilo en aquel lugar.


            El chico de ojos azules tardó dos semanas en poderse mantener despierto más de media hora y, cuando se pasó todo un día con los ojos abiertos, Baekhyun lo echó del lugar, alegando que ya se encontraba en perfectas condiciones y que no tenía de qué preocuparse. Jongin lo ayudó a caminar hasta su habitación porque el mayor no se sostenía del todo bien por su propio pie después de haber estado tanto tiempo en la cama y cuando llegaron a esta, después de atravesar cientos de corredores y de cruzarse con un montón de personas que pasaban por su lado sin siquiera detenerse unos segundos para que ellos pudieran avanzar con mayor comodidad, ayudó a Lay a recostarse para que descansara. Jongin estaba bastante indignado por esa situación que habían pasado, porque no la entendía, pero intentó que no se le notara en la expresión durante el recorrido ni ya en la habitación.

            —Gracias, Kai —murmuró el chico de ojos azules—. No tenías que haberte tomado la molestia.

            —No ha sido nada —le respondió—, quería devolverte el favor por haberme protegido y quería cuidar un poco de ti.

            Lay sonrió, agradecido, y la habitación se quedó en silencio de nuevo. Jongin aprovechó que todo estaba tranquilo para darle vueltas a todo lo sucedido y a pensar en cómo plantear sus preguntas porque todo le resultaba demasiado extraño y quería saber qué era lo que pasaba allí.

            —Oye… Lay… —murmuró, llamando la atención del otro—. No sé si es correcto hacerte esta pregunta… pero me gustaría saber por qué la mayoría de las personas que se encuentran en este lugar te ignoran.

            Los ojos azules del muchacho se abrieron bastante por la sorpresa y luego sus iris comenzaron a moverse de un lado a otro de la habitación, sin quedarse fijos en ningún lugar, dudando. Debía ser algo difícil, algo complicado. Jongin se arrepentía a medias de haberle preguntado, pero tenía que saber por qué las personas que allí había parecían todas odiar a Lay, que era alguien muy agradable, alguien fuerte, alguien en quien confiar.

            —Es… por algo que pasó hace mucho tiempo… —respondió finalmente—. Yo no tuve la culpa de nada, pero me siguen culpando a mí por lo que hizo mi padre.

            —¿Qué fue lo que pasó? —preguntó con algo de miedo.

            —Estoy seguro de que habrás escuchado la historia de la profecía y de que alguien traicionó a tus padres para entregarte a los huruqk —comenzó. Jongin asintió, conteniendo la respiración—: fue mi padre quien lo hizo.

            Jongin sintió cómo algo retorcía su corazón de una forma bastante horrible, aunque no sabía exactamente por qué. Él no había conocido a sus padres, sus padres, aunque tuviera más o menos diferencias con ellos, habían sido los Kim, pero aquello le dolía. El chico miró a Lay, que estaba sentado en la cama, la poca luz que iluminaba la habitación no dejaba verlo del todo, pero sí podía apreciar cómo el otro se sentía culpable por todo aquello, cómo el peso que recaía sobre sus hombros era demasiado para él y que llevaba muchos años soportando.

            —No entiendo por qué… —murmuró Jongin.

            —Soy el hijo de quien los traicionó, soy sangre de su sangre y, aunque me hayan criado ellos, piensan que haré algo como lo que él hizo —respondió—. Me enviaron a buscarte porque querían probarme, querían probar mi lealtad, ¿sabes? —lo miró a los ojos y notó que estaban empañados de lágrimas que querían escapar pero que el chico retenía—, cuando llegué a la Tierra pensé en hacerlo, pensé en simplemente observarte hasta encontrar la oportunidad de matarte y que así no pudieran librarse de los huruqk, vengarme así de ellos por haber torturado y asesinado a mi padre, pero no podía hacer algo como eso, no podía matarte, no podía hacer nada contra ti —un par de lágrimas cayeron desde sus ojos azules y se las secó el mismo con sus puños—. Yo lo único que quiero es que todo vuelva a ser como era cuando era pequeño, antes de que fuéramos invadidos, antes de que todo se torciera.

            Las lágrimas caían ya por sus mejillas como cascadas y Jongin sintió que Lay era solo un niño al que habían tratado mal, un niño que había sufrido mucho en silencio y que lo único que quería era sentir que alguien estaba allí con él. Por eso, no se lo pensó ni un segundo antes de sentarse en la cama con él y atrapar su cuerpo entre sus brazos para apretarlo fuertemente, para hacerle saber que no estaba solo, que lo tenía a él, para demostrarle que él no lo odiaba, que no tenía la culpa de nada. Lay le devolvió el abrazo, agarrándose a su ropa y sollozando, a veces en silencio, a veces sin poder contener su voz. Jongin se quedó así con él hasta que sus lágrimas pararon de desbordarse de sus preciosos ojos azules y cuando se separaron un poco le dedicó una sonrisa sincera y cálida.

            —Te pones muy feo cuando lloras —murmuró, haciendo que Lay formara un puchero en sus labios, como un niño pequeño indignado—, es mejor cuando sonríes, te sale un bonito hoyuelo en la mejilla derecha.

            Con sus dedos, tiró de las comisuras de los labios ajenos hacia arriba para que estos formaran una sonrisa, pero sus ojos azules seguían tristes, enrojecidos e hinchados. Jongin se acercó un poco e hizo algo que habían hecho con él una vez y con lo que se había sentido mucho mejor. Le dio varios besos en su rostro, cerca de sus ojos, cerca de sus labios, en su frente, nariz y barbilla, demostrándole cariño, un cariño que había nacido y crecido en él sin que se diera cuenta de ello. Cuando se alejó un poco le volvió a sonreír, pero apenas duró aquella expresión en su rostro, ya que los labios de Lay chocaron contra los suyos, demandantes de más cariño, cariño que Jongin no dudó ni un segundo en ofrecerle.



4 comentarios:

  1. Por donde empiezo, es una historia magnífica. Me encanta todos los detalles que das del lugar donde esta la resistencia, una se lo puede imaginar sin ningun problama.
    Bien, sabemos que Jongin es el elegido y que tiene un poder bastante interesante por el momento...me pregunto si desarrollará alguno mas combativo ?
    Me surgen muchas dudas con el lider de esta resistencia... Su corta aparición y esa frialdad para cuando estuvo con Jongin y el no responder las dudas, o sea por mas que Lu Han te pueda contar la profesia se supone que un lider debe estar listo ... Y no parece muy activo, no se algo me inquieta (quizas estoy paranoica como nuestro prota)
    Los Huruqk me llaman la atención de porque quieren a Jongin, sinceramente es muy convincente que invadan un planeta por su energia pero porqué el padre de Lay traicionaria a su gente? A cambio de que? o ellos ya estaban al tanto de la profesia? (pero tengo la duda xq yo supongo que la que sabia esto era la madre de LuHan nada mas) Aparte los Huruqk en teoria podrian haber invadido la tierra si lograron traspasar cuando atacaron a SeHun ,con mas razon pienso que hay algo mas que buscan en EXO Planet...Espero que se entienda o ya hice un despiole barbaro... Jaja
    En fin, me dio mucha penita Lay. Su historia es muy triste porque carga con un error que no es suyo. Igual fue super tierna la escena final ..... Mola mucho esa relacion!! 😊

    Pd: espero encontrar respuestasen el cap 3 jaja
    Pd2: debería haber una carpeta dentro del blog para poder guardar los fics que mas me gustan. 😄

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    1. Dios... no sabes cuánto me alegra que pienses de esa forma de esta historia porque fue mucho esfuerzo el que invertí en ella, intentando hacerla cercana porque se desarrollaba en un ambiente inventado.
      Bueno, esas cosas las puedes responder leyendo el siguiente cap XD Yo no puedo hacer spoiler de mi propio fic XD
      El líder tiene un papel un poco misterioso, quería hacer con él bastantes cosas, pero al final quedó solo en la intención. De todas formas, no hace mucho que asumió el cargo y todavía le viene bastante grande, así que es normal que se comporte de forma extraña.
      A ver... esto tengo que responderlo poco a poco... hay un poco de lío en todo esto y algunas cosas se responden en el siguiente cap (y ya no recuerdo muy bien lo que pasaba porque hace un año que lo terminé XD) Pero hay veces que el bando correcto nunca está claro y por eso las personas fluctuan de uno a otro (no puedo decir más del tema). En cuanto a lo de por qué no invadieron la Tierra es porque cuando Lay pasó, el tiempo fue muy breve y solo se pudo colar uno por la brecha, que fue el que los atacó.
      Lay es un amor y no se merece que el mundo lo odie... pero el mundo no se da cuenta de ello... eso sí, para eso está JongIn, para darle amorcito cuando lo necesite ^^

      PD: las encontrarás y si hay algo en lo que sigas teniendo dudas intentaré explicarlo XD
      PD2: pues estaría bien, oye, todo sería cuestión de proponerlo (???) XD

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  2. Por cierto hasta Baekhyun respondía mas dudas que el lider jajaja

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    1. BaekHyun nunca para de hablar, así que es normal que responda más dudas XD

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