Autora: Mrs. Daisy (Cel + Gundana)
Pareja: JiCheol (S.Coups + Woozi), mención a GyuHan (JeongHan + MinGyu) [SEVENTEEN]
Calificación: PG–13
Géneros: AU | Romance | Drama | Fluff | Humor
Resumen: para JiHoon la Navidad no es nada especial… hasta que conoce a SeungCheol y él le hace ver lo especial que tiene.
Notas: el fic ha sido escrito por mí, Cel y Gundana, sin guía alguna, solo escribiendo lo que a cada una se le venía a la mente. Es la primera vez que hago algo como esto y, la verdad, me ha encantado relegar un poco en otros la responsabilidad de crear una historia y no tener que hacerlo todo yo sola.
JiHoon
seguía sin entender cómo se había dejado convencer de salir de casa con aquel
frío de mil pares de narices y encima para adentrarse dentro de la marea humana
que poblaba las calles buscando sus regalos de Navidad. No lo entendía, porque
él estaba de lo más tranquilo en su solitario, silencioso y calentito
apartamento viviendo la buena vida después de haber cogido las vacaciones
tumbado en el sofá y viendo las horas pasar… pero JeongHan siempre había sabido
qué era lo que tenía que decir para moverlo y aquel día había llegado con el
plan de salir para comprarle un regalo a su novio —a
su larguirucho y molesto novio al que JiHoon le daban ganas de estamparle su
guitarra en la cabeza cuando comenzaba a hacer bromas sin gracia— perturbando
la tranquilidad del chico, no había sido diferente.
(JeongHan lo había chantajeado con subir una
foto suya durmiendo a pierna suelta, en calzoncillos y babeando la almohada,
abrazado a un peluche casi más grande que él a las redes… y no es que a JiHoon
le preocupara mucho su reputación, pero le importaba que después de eso sus
adolescentes alumnos trataran de subírseles a las barbas ahora que se había
ganado la fama de ser el demoniaco profesor de música).
Por eso, JiHoon se había visto arrastrado a
hacer algo que no le gustaba nada y que lo aburría a niveles insospechados. La
Navidad era un invento de las grandes superficies para potenciar el consumismo,
la fraternidad, el amor y todas esas cosas que vendían no eran más que
gilipolleces para el chico; además, el ambiente lo estresaba un poco. Tantos
villancicos puestos a todo volumen hacían que le doliera la cabeza y las luces
por todos lados lo mareaban, de igual forma que lo mareaba verse envuelto por
un montón de personas, rodeado por todas partes y sin ver más allá de unos
pocos centímetros.
La Navidad era un asco. Eso era lo que JiHoon
había decidido muchos años atrás y nada iba a cambiar el pensamiento que tenía
sobre ella.
Bueno… al menos eso era lo que JiHoon
pensaba, pero entonces, ese día en el que JeongHan lo había chantajeado para
que saliera con él de compras, todo comenzó a cambiar en el interior del chico
—aunque en ese momento ni siquiera se dio cuenta de ello— en el mismo instante
en el que se encontró frente a un joven Santa Claus, caracterizado de forma
bastante pobre, pero tratando con todas sus fuerzas hacer felices a todos los
niños que se sentaban en sus rodillas.
A JiHoon no le gustaban ni Santa Claus ni los
niños, pero algo hizo clic en su corazón y puso en marcha un mecanismo que
llevaba demasiados años sin ponerse en marcha cuando se había distraído un
momento y había mirado a su alrededor, encontrándose aquella escena. Sin darse
cuenta siquiera, se quedó observando al Santa Claus de forma bastante fija,
parado en mitad del centro comercial, con gente pasando por su lado y
empujándolo, sin perturbarse por ello. En ese instante, la mirada del muchacho
vestido de Santa Claus y la suya se encontraron y por la corriente eléctrica
que le recorrió todo el cuerpo debido a esa mirada JiHoon sintió que aquella
Navidad iba a ser especial solo por aquel micro momento.
Sin embargo, JiHoon no tenía ni idea de
cuánto iba a cambiar su Navidad en ese momento… ni siquiera cuando JeongHan se
acercó a él y le dijo unas palabras que lo dejaron con sentimientos encontrados.
—Oh, así que es aquí donde estaba trabajando
SeungCheol como Santa —murmuró a su lado, con las manos llenas de bolsas con
regalos—. Si te ha gustado te lo puedo presentar.
—No me ha gustado, ni siquiera un poco —se
apresuró a responder el más bajo, evitando mirar nuevamente en dirección al
Santa Claus.
—Venga, tienes que empezar a relacionarte y
un chico guapo es un comienzo inmejorable.
Iba a volver a negarse, pero no tuvo tiempo
para ello porque antes de que se diera cuenta ya era arrastrado por JeongHan
hasta el pequeño puesto de cartas a Santa. En ocasiones como aquella, JiHoon
deseaba con todas sus fuerzas ser más grande y fuerte para poder ser él quien
pudiera empujar a sus amigos con la misma facilidad con la que ellos lo
llevaban de un lado a otro.
—¡Eh! ¡SeungCheol! —gritó su amigo nada más
llegar al puesto.
—Oh… JeongHan —dijo el chico al levantar su
cabeza y verlos. Se dirigió a ellos unos momentos después, aprovechando que no
había niños esperando conocerlo—. Perdona, no te había visto antes con todo el
jaleo del puesto —añadió, pero posando sus ojos en JiHoon.
—Mira cómo vas… —dijo JeongHan señalando el
viejo disfraz de Santa Claus—. No te pagan lo suficiente.
—Hoy es un voluntariado, así que lo hago
gratis —respondió el otro con una gran sonrisa.
—Estás loco —murmuró el alto, a la vez que
parecía recodar la presencia de su amigo bajito—. Éste es JiHoon, por cierto, el
hermano pequeño del Grinch.
JiHoon se volvió hacia JeongHan y le echó una
de sus miradas de odio eterno por haber dicho aquello. Quizás no era la alegría
de la huerta y quizás tampoco le gustaba la Navidad como a todo el mundo, pero
tampoco hacía falta que los tratara como el hermano menor del Grinch… él podía
ser el mismísimo Grinch en carne y hueso si se lo proponía.
—Oh… creía que venía a pedir un deseo a Santa
—dijo SeungCheol mostrándole una sonrisa encantadora.
—¡Qué te den! No soy un crío —declaró JiHoon,
con la cara toda roja por la rabia. Que fuera bajito y siguiera teniendo cara
de crío no significaba que lo fuera, era un adulto hecho y derecho, con una
carrera y con un trabajo muy digno en el que podía putear a todos sus alumnos
cada vez que no daban pie con bola con la flauta.
—¡No! Yo no quería… aish… —replicó SeungCheol
rápidamente mientras sacaba una tarjeta de su bolsillo y se le entregaba—. En
realidad también esto es un evento "Deseos de Santa". La gente
escribe su nombre y lo metemos en el saco y al final regalamos una videoconsola
a uno de los dueños de las tarjetas.
Durante unos momentos, todo se quedó en
silencio —todo lo silencioso que podía ser un centro comercial en plena
ebullición mientras se hacían las compras de Navidad— hasta que JeongHan se
echó a reír como un descosido y luego le dio un ataque de hipo. Estuvo unos
segundos tratando de no ahogarse entre la risa y el hipo bajo la atenta mirada
de los otros dos hasta que tuvo que irse
un momento para pedir un vaso de agua para detener aquello.
—No me refería a que tú… lo siento, no quería
ofenderte —se disculpó el de largas pestañas cuando JeongHan había salido ya de
su vista.
—No, yo soy el que se ha puesto a gritar en
mitad del centro comercial, sería yo quien debería pedirte perdón —dijo JiHoon,
quedándose pensativo unos momentos—. ¿Cu… cuánto cuestan esas tarjetas?
—Mil won cada una —respondió el chico vestido
de Santa Claus.
—Dame diez, tengo que limpiar mi imagen.
SeungCheol asintió sonriendo, le dio un boli
y después fue en busca de otras nueve para entregarle mientras JiHoon se
acercaba a una pequeña mesita y comenzaba a rellenar la tarjeta. Por alguna
extraña razón, era sencillo hablar y bromear con ese hombre. Su cálida y
sincera mirada lo invitaban a querer saber mucho más sobre él, sobre lo que
hacía. JiHoon no conocía a nadie que se vistiera de Santa Claus de gratis se pusiera a aguantar cómo miles de niños se
le sentaran encima con una sonrisa en los labios durante horas.
—Pon tú número de teléfono también, para que
pueda contactar contigo si te toca —le pidió amablemente SeungCheol, apoyándose
junto a la mesita decorativa en la que el más bajito escribía.
—Es genial que hagas esto gratis —dijo JiHoon,
siguiendo el hilo de sus pensamientos en voz alta, sorprendiéndose a sí mismo
incluso por su intento de sostener una conversación.
—Gracias, pero no es para tanto —contestó el
Santa Claus de mentira.
—¿Trabajas en alguna organización? —le preguntó.
—En varias, siempre de voluntario —JiHoon se
sorprendió tanto que no pudo evitar poner una expresión incrédula—. Pero el
sueldo que me lo permite viene de una carpintería a las afueras de Seúl. Yo
mismo he aportado el trono y trineo de Santa para la decoración del puesto.
De inmediato los ojos del más bajo vagaron
por el lugar hasta ver esas piezas de madera tallada y sonrió enternecido. Era
demasiado bueno.
—Repito, eres genial —dijo tras acabar de
escribir la última tarjeta y devolverle el bolígrafo.
—No lo soy, de verdad. Es algo que me apetecía
hacer y no están tan bonitos cómo deberían, además… —se explicó con timidez.
—Disculpe, ¿podemos entregar una carta al
señor Santa Claus?
Ambos se giraron para ver a dos niñas, una
más mayor que otra, sujetando dos cartas en sus pequeñas manos.
—¡Jou, jou, jou! —JiHoon se hubiera
avergonzado terriblemente de la actuación de aquel que acababa de conocer si no
hubiera visto la emoción brillar en los ojos de las niñas cuando este empezó a
brincar hasta ellas—. ¡Por supuesto que sí!
Sentándose en aquel pequeño trono y
acomodando su gran barriga falsa llamó a las chicas para que se sentaran en sus
rodillas y éstas no tardaron en cumplir. Tras dictar dos veces cada carta en
voz alta y afirmar que habían sido muy buenas ese año, le entregaron sus
respectivas cartas. JiHoon se había perdido en las inocentes sonrisas de
aquellas tres personas hasta que un dedo molesto le pinchó el hombro,
trayéndole de nuevo a la realidad.
—Disculpa, pero hay más personas que quieren
ser atendidas por Santa Claus —le dijo un hombre mayor, acompañado por quien
parecía ser su nieto.
—Oh, lo siento —murmuró avergonzado. Agachó
la cabeza, tras dar un último vistazo al Santa que lucía feliz sentado sobre su
trono rodeado de niños que volvían a acercarse al puesto, para alejarse de allí
y buscar a JeongHan. ¿Dónde había ido a por agua? ¿A la otra punta del mundo?
—Pensé que me moría con el dichoso hipo, te
ibas a quedar sin tu mejor y maravilloso amigo, ¿qué sería de ti? —escuchó
decir a su lado. JeongHan había vuelto, tan tranquilo como de costumbre.
—Sería feliz por fin —respondió.
JiHoon miró cómo su amigo cargaba con las
bolsas llenas de regalos y creyó ver un par nuevas que no estaban allí cuando
se habían detenido en el puesto de Santa Claus. Lo peor de todo era que estaba seguro
que las bolsas aumentarían a lo largo de la tarde. Y no sé equivocó. JeongHan
se lo llevó de nuevo a rastras, tienda tras tienda, en busca de regalos para
todo el mundo.
No volvió a salir el tema de SeungCheol. Ni
JeongHan preguntó ni él dijo nada. Simplemente se quedó dónde estaba. Como si
nunca se lo hubieran encontrado. Pero la realidad era diferente.
Para JiHoon la imagen del Santa
Claus no dejaba de flotar en su mente. Cuando veía alguna figurita adornando
los escaparates o a alguien disfrazado por la calle, SeungCheol acudía a su
cabeza. Le había parecido un chico adorable y de buen corazón y eso que no lo
había conocido mucho. Lo que había visto de él, le pareció suficiente para que
llamara su atención y que se quedara sin querer con un trocito de su corazón.
Sin embargo, algunos días pasaron y
no volvió a saber nada de SeungCheol. No había desaparecido de sus
pensamientos. Incluso sus sueños se veían repletos de Santa Claus que le
recordaban a él. Llegó un momento que tuvo que obligarse a sí mismo a olvidarse
de él para no vivir soñando despierto con una persona con la que solo había
cruzado un par de palabras.
Pero todo cambió cuando un día
recibió una llamada. Un número desconocido lucía en su pantalla iluminada,
¿quién sería?
—¿Diga? —preguntó interesado y
curioso.
—¿JiHoon? Soy SeungCheol… el amigo
de JeongHan que estaba vestido de Santa —el corazón le dio un vuelco cuando
escuchó su voz a través del aparato—. Te preguntarás como sé tu teléfono, es
por la tarjeta del sorteo… no has ganado pero quería hablar contigo ya que ni
siquiera pude despedirme de ti como es debido, ¿te apetecería verme o ya te
habías olvidado de mí?
¿Había escuchado bien? ¿Le estaba
diciendo de quedar? ¿Algo similar a una cita? Su cabeza aún estaba procesando
toda esa información, tanto que no se dio cuenta que su corazón se agitaba en
su pecho por la emoción.
—Claro, vamos a vernos… —murmuró con
un tono bajo. JiHoon aún no era consciente de lo que le estaba sucediendo.
—Si no quieres, no pasa nada.
—¡No, no! Lo siento, es que no me
esperaba tu llamada… pero sí, vamos a vernos —casi había perdido la oportunidad
de ver a SeungCheol de nuevo por aquel bloqueo mental que estaba sufriendo.
—Ah, perfecto ¿te parece bien
mañana? —ahora escuchaba la voz del chico incluso animada. Eso era buena señal,
¿no?—. Hay una cafetería llamada "Coco Coffee" en el centro comercial
donde nos conocimos, cerca de donde estaba yo… ¿a las 5 de la tarde te viene
bien?
—Sí, tengo un rato libre mañana, nos
vemos allí —en realidad tenía la tarde completamente libre, pero hizo un
intento de parecer interesante, aunque segundos después de hacerlo se
arrepintió.
—¡Vale! ¡Te espero allí! ¡Hasta
mañana!
El pitido de llamada finalizada le desanimó
un poco. Estaba encantado de haber podido escuchar de nuevo su tranquila y
animada voz, así que ahora el silencio se le hacía algo pesado. Sin embargo, no
dejó que aquel sentimiento lo embargara, al menos tenía la oportunidad de
volver a verlo al día siguiente. Eso era más que suficiente para JiHoon, que se
había pasado los últimos días pensando en aquel chico que había conocido. Estaba
ilusionado como llevaba mucho tiempo sin estarlo y por una parte eso lo
asustaba, pero por otra lo emocionaba. Ya era hora de pasar página y SeungCheol
parecía ser la persona más indicada para ello.
Las horas pasaron lentas para JiHoon
y el día acabó como si hubieran pasado dos. Cuando se echó a dormir tardó
bastante en quedarse dormido y cuando se volvió a despertar, las horas siguieron
pasando tan lentamente como si hubiera transcurrido una semana entera; pero por
fin llegó el momento en el que se encontró sentado en una mesa de la cafetería
"Coco Coffee" a la espera de ver a SeungCheol.
Llegó cerca de media hora antes de
la hora a la que habían quedado porque los nervios no le habían permitido estar
más tiempo en su casa. Al menos así, se aseguraba de no quedar mal llegando
tarde. Cuando llegó, comprobó que era el primero; así que se quedó tomando un
café con leche mientras esperaba a SeungCheol… pero el tiempo comenzó a pasar y
no había ni rastro de la persona con la que había quedado.
Nervioso, no dejó de consultar la hora una y
otra vez. Y a cada minuto que pasaba, más se inquietaba. Ya era la hora
acordada y miraba a todos lados, pero seguía sin señal alguna de SeungCheol.
JiHoon se empezó a sentir mal. El ánimo
en su corazón se iba apagando conforme los segundos pasaban y no había rastro
de SeungCheol. No aparecía. Como un tonto se quedó allí sentado buscándolo con
la mirada cerca de tres cuartos de hora después de que pasaran las cinco de la
tarde, cuando ya había perdido toda esperanza de que apareciera. ¿Cómo había
sido tan estúpido de sentirse ilusionado por ese encuentro? Sin duda, aquello
era un plantón de campeonato.
Por eso, el chico se levantó de la
mesa en la que había estado más de una hora esperando al otro y se dispuso a
salir de la cafetería, con su mente yendo a toda velocidad, preguntándose por
qué SeungCheol había concertado una cita a la que no iba a asistir y,
sobretodo, por qué él había accedido tan rápidamente, como si estuviera
desesperado por un poco de aquella candidez que el otro había mostrado en su
breve encuentro. JiHoon nunca había buscado recibir afecto de los demás, estaba
bien y tranquilo solo, sin las complicaciones que encarnaban las relaciones —él
más que ninguna otra persona sabía que las relaciones podían llegar a ser
horribles— por eso, no lo entendía.
Quizás había pensado que una persona
tan encantadora como parecía SeungCheol sería incapaz de hacerle daño alguno…
pero ahí estaba, siendo plantado por aquel chico que parecía un sol.
JiHoon salió por la puerta del
establecimiento y después caminó hasta su casa, queriendo despejarse un poco la
cabeza con el paseo aunque su piso estaba bastante lejos de la cafetería en la
que había sido plantado. En cuanto llegó a casa, simplemente se dejó caer sobre
la cama como un peso muerto y allí se quedó, sin hacer nada, solo quedarse
tumbado mientras se decía lo estúpido que había sido por ilusionarse de aquella
manera. Definitivamente, la Navidad, aquel tiempo en el que todo el mundo era
feliz, era un asco y JiHoon seguiría pensando de aquella forma el resto de su
vida.
Puede que su teléfono móvil vibrara
por mensajes nuevos recibidos en un montón de ocasiones a lo largo de aquella
tarde-noche y puede que éste también sonara por llamadas que dejó que se
perdieran. No tenía ganas de nada, así que no quería ser molestado y
simplemente se quedó dormido sobre la colcha, totalmente vestido.
Cuando horas más tarde se despertó,
solo lo hizo porque alguien lo había zarandeado con fuerza y le estaba gritando
con una voz bastante irritante. Al principio, más dormido que despierto, JiHoon
no ubicó a quién pertenecía aquella voz, pero conforme pasó un poco de tiempo,
el chico se dio cuenta de que era su amigo JeongHan el que le hablaba y solo
tardó un poco más en poder entender que le estaba diciendo una y otra vez que
se despertara. Por callarlo, más que por otra cosa, JiHoon finalmente abrió sus
ojos y le echó una de sus miradas frías a su amigo.
—¿Por qué no contestas al teléfono?
—fue lo siguiente que salió de los labios de JeongHan, al ver que ya estaba
despierto—. Nos tenías a todos preocupadísimos.
—A mí no me preocupabas —dijo una
voz grave desde algún lugar de su habitación. JiHoon miró a su alrededor hasta
que descubrió al todavía más irritante novio de su amigo en el marco de la
puerta de su habitación—. Solo he venido porque JeongHan me lo ha pedido.
JiHoon también le echó una de
aquellas miradas suyas que matarían a cualquiera y también pensó en levantarse
de su cama y agarrar su guitarra para abrirle la cabeza con ella. Sin embargo,
se lo pensó mejor y como le tenía mucho cariño a su guitarra y no tenía ganas
de levantarse, lo dejó correr.
—¿De verdad tenía que venir él? —le
preguntó a JeongHan.
—Aquí las preguntas las hago yo
—replicó éste—. Contéstame a por qué no respondías el teléfono.
—No ha sido por nada en especial,
simplemente tenía sueño y me eché a dormir —contestó—. Ya sabes que tengo un
sueño muy pesado, podría caérseme el edificio entero y seguir durmiendo como si
nada.
A JeongHan pareció calmarle aquella
respuesta, porque dejó escapar un suspiro y después se abrazó fuertemente a
JiHoon diciéndole que pensaba que había hecho alguna tontería porque SeungCheol
no se había presentado a la cita y que él lo quería muchísimo.
—No tenías que haberte preocupado
solo porque me han dado un plantón —dijo JiHoon—. Aunque… ¿cómo sabías lo de la
cita? —le preguntó, alejándolo de su cuerpo.
—SeungCheol me dijo que te había
mandado mensajes explicándote por qué había llegado tarde a la cita y que no le
respondías, pensaba que estabas muy enfadado con él, así que yo te llamé y no
contestabas, así que rápidamente le dije a MinGyu que me trajera hasta aquí
porque el metro no funciona a las dos de la mañana —respondió—. La verdad es
que SeungCheol estaba un poco abatido pensando que podías odiarlo y se sentía
muy mal por no haber aparecido a la hora porque le había surgido un
contratiempo, es un buen chico.
—¿Qué
contratiempo? —preguntó JiHoon.
Inmediatamente
después de hacer la pregunta se pegó mentalmente por tonto. No debía importarle
aquel chico que lo había plantado, no tenía ninguna excusa, así que solo tenía
que haber ignorado aquello… pero ya era muy tarde para retirar sus palabras.
—Pues me dijo que estaba repartiendo
regalos para los niños de un orfanato y que de repente uno de ellos se puso muy
enfermo y lo llevó el corriendo al hospital —relató JeongHan—. Estaba tan
preocupado porque el chiquillo se pusiera bien que se quedó con él hasta que
los médicos le aseguraron que estaba perfectamente y cuando miró el reloj y se
dio cuenta de la hora que era y que llegaba terriblemente tarde a la cita te
mandó varios mensajes explicándotelo… parecía bastante arrepentido por haberte
dejado plantado.
Al escuchar aquella historia, el
corazón de JiHoon dio un vuelco. SeungCheol no lo había plantado porque hubiera
querido, sino que había sido por una causa de fuerza mayor y no haber podido
acudir a su cita lo había hecho sentir mal cuando su ausencia había sido porque
había ayudado a una persona que lo necesitaba. JiHoon era un poco sieso y muy
poco dado a relacionarse con las personas, pero muy dentro de sí mismo sabía
que quería seguir relacionándose con SeungCheol porque éste podía ser alguien
que le hiciera ver el mundo de otra forma mucho más bonita.
—Contestaré sus mensajes —dijo,
haciendo que JeongHan se sorprendiera—, y tendrá que currárselo mucho para que
me olvide de que me dejó plantado.
—Creo que SeungCheol estará
encantado de escuchar eso —respondió su amigo.
—Sí, pero ahora no, que es muy tarde
—JiHoon se volvió a tumbar en la cama—. Si no queréis volver a casa podéis
quedaros en el sofá, yo me voy a dormir.
Se acurrucó dentro de las sábanas,
aunque seguía vestido con la ropa que se había puesto para salir y poco después
se quedó dormido, sintiéndose mucho más ligero que cuando se había echado a
dormir la primera vez. Ya no se culpaba por haberse ilusionado con una persona,
ya no se sentía mal por haber pensado que SeungCheol lo había plantado de forma
cruel y eso lo hizo sentir muchísimo mejor.
A la mañana siguiente, el día de
Navidad, JiHoon se despertó con una sonrisa en su rostro —algo que no ocurría
muy a menudo— y justo después le mandó un mensaje a SeungCheol respondiéndole a
lo que éste le había puesto y diciéndole que le debía una cita y que más le
valía presentarse a esa. Inmediatamente después había recibido su respuesta
afirmativa en la que también le daba las gracias para poder enmendar su error y
JiHoon sintió que las ganas de sonreír no se le iban a ir en el resto del día a
pesar de que era Navidad y de que la odiaba.
Quizás… a partir de aquel día dejara
de odiarla tanto; quizás gracias a la aparición de SeungCheol aquella fuera una
Navidad que recordaría para siempre porque desde hacía bastante tiempo no la
pasaba sonriendo.
Notas finales:
—JiHoon
odia la Navidad porque tuvo una relación en el pasado no muy buena que
finalmente terminó en Navidad y las fechas le traen muy malos recuerdos. Siento
no haberlo podido explicar mucho en el fic porque no sabía cómo meterlo, pero
sí que quería que quedara claro cuál era el motivo por el que JiHoon se
comporta de esta forma en la historia.
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