Titulo: Christmas Dream
Autora: Gundana (Mrs. Daisy + Cel)
Pareja: ChaeYoung + DaHyun [TWICE]
Tipo: Yuri
Género: AU | Fantasy | Drama | Angst
Clasificación: G/PG
Sinopsis: A lo largo de la vida de ChaeYoung han ido sucediendo diferentes cosas que la han ido marcando, es por eso que odia la Navidad. No soporta tanta felicidad y tanta hipocresía. Pero ya es el momento de cambiar de pensamientos, y de ello se encargará la mágica de la Navidad…
Advertencias: Alguna palabra mal sonante.
Notas: ¡Hola! Este es el tercer y último Oneshot para esta navidad. Lo he escrito junto con Cel y Mrs. Daisy, una nueva manera de traer contenido diverso que ha sido muy divertida para nosotras. Esperamos mucho que os gusten y que nos apoyéis para traer más historias. ¡Feliz Navidad!
ChaeYoung estaba más que cansada de la Navidad. Llevaba cerca de un mes con aquel tema y no veía el momento en el que se acabara. Con un poco de suerte ese día era Nochebuena y dentro de poco se acabaría toda esa felicidad que la gente desprendía y la hortera decoración con la que se empeñaban en decorar sus casas.
Lo que peor llevaba era es que a pesar de estar cerca del último día, la gente iba a hacer las últimas compras. Era como si todo el mundo esperase al último momento para ir a comprar todo lo necesario. Y allí se encontraba ella, en la tienda donde trabajaba a media jornada envolviendo regalos sin parar. ¿Cuantos llevaba ya? Ni idea, tampoco llevaba la cuenta.
— Sonríe un poco, ¿dónde está tu espíritu navideño? — dijo su compañera mientras recogía todos aquellos paquetes que ella ya había envuelto en un cursi papel de regalo con dibujitos de Papá Noel.
— Eso no existe. Es una forma de pensar para creer que somos buenos, pero en realidad nadie lo es —se defendió ChaeYoung. No era la primera vez que le insinuaban algo similar, pero es que ella no creía en la Navidad ¿Cuántas veces tenía que decirlo?
— A todo el mundo le gusta la Navidad, eres un bicho raro — le comentó.
— Menuda tontería — sentenció ella.
— Mi prima pequeña me contó una historia muy bonita al otro día qué tal vez te haga cambiar de opinión — le volvió a hablar su compañera tras unos segundos de silencio. ChaeYoung pensó que por fin la dejaría en paz con el tema por unos instantes, pero parecía que no estaba por la labor.
— Lo dudo — dijo poniendo los ojos en blanco. La gente como ella insistía en que le acabaría gustando esa festividad, pero estaba claro que después de tantos años no le iba a gustar para nada.
— Es de un hada que le iba haciendo regalos a los niños buenos por estas fechas. Pero un día se encontró con un niño que no quería su regalo. El hada le pregunto por qué y el niño le respondió que era porque él pensaba que no había sido un niño bueno y que por lo tanto no se lo merecía — la chica hizo un descanso mientras relataba aquel cuento. ChaeYoung no tenía más remedio que escucharla, pero si fuera por ella, ya se habría ido a otro lugar— . Entonces el hada se llevó al niño con ella para mostrarle que había cosas peores y que él era un niño bueno que se merecía tener un regalo. Desde ese momento el niño se dio cuenta que era muy afortunado y que quería ayudar a los demás. Como puedes ver, el niño ya empezó a sentir lo que la Navidad nos transmite. Ser buenos con todos pero sobre todo ser felices con nosotros mismos. Deberías tomar ejemplo.
— Sí, ya. Tomo nota. — En realidad la historia no le importaba. ¿Un hada quedaba regalos a los niños buenos? ¿Pero qué clase de tontería era esa? La gente creía cosas muy inútiles con tal de sentirse bien.
Con las manos engarrotadas después de envolver tantos regalos, ChaeYoung se marchó a casa una vez que la tienda se cerró. Por fin se había acabado la época de envolver regalos sin fin, por fin al día siguiente aquellas luces y decoraciones extravagantes de las calles se acabarían. No veía ese momento.
Por unos segundos, mientras caminaba de vuelta a casa, se fijó en la ilusión que brillaba en los ojos de la gente a su alrededor debido a ese mágico día. Tampoco era para tanto, se dijo ella misma. Según ella, todo era una ilusión. Un pensamiento infundado para tener a todo el mundo feliz y comprando compulsivamente. Ni la Navidad ni el sentimiento de la Navidad, existía. Si eres buena persona y feliz lo serías durante todo el año, no solo un día. Ella misma se afirmaba y reafirmaba que sentía cierta repulsión hacia el día de Navidad con esos pensamientos.
Agradeció al universo cuando llegó a casa, aislada por completo de toda aquella felicidad que volaba en el ambiente fuera. Suspiró. Por fin tranquila.
Consultó su teléfono móvil para saber si tenía algún mensaje importante. Sin embargo lo que vio tan solo la mosqueó más. Todo eran mensajes de felicitaciones por la Navidad por parte de todos sus familiares y amigos. Era desquiciante, todos ellos sabían lo mucho que despreciaba ese día, y a pesar de ello le enviaban felicitaciones. Era increíble. Ya eran ganas de tocarle las narices.
Por eso mismo, ChaeYoung apagó su móvil y lo dejó caer por cualquier lugar de su pequeña casa. No le interesaba ningún mensaje que pudiera llegarle. Y así mismo fue como acabó poniéndose su caliente pijama y se metió en la cama con el pensamiento de que ese día acabara definitivamente, y con ello todo su malestar.
No obstante, a pesar de meterse cansada a dormir en la cama, le costó mucho conciliar el sueño. Había ruido fuera de casa debido a todos los vehículos y toda la gente que aún paseaba haciendo sus últimas compras o disfrutando de la noche. Seguramente todo por la festividad. Simplemente todo era increíble. Con un poco de suerte todo el mundo olvidaría esas fechas para pasar a otras y con ello se iría también todo su mal humor. Que al menos la gente dejara de molestarla con el tema.
Manteniendo el ceño fruncido acabó quedándose dormida. Se encontró en brazos de Morfeo mientras deseaba poder descansar esa noche después de un largo día de trabajo. Sin embargo, el destino no estaba de acuerdo con ello. Era como si aún hubiera algo que tenía que afrontar sí o sí. Aquella desgracia para ChaeYoung no acababa ahí.
Despertó tumbada sobre algo frío y húmedo. Abrió los ojos para encontrarse bajo la sombra de un amplio árbol ¿Un abeto? ¿Por qué narices estaba tumbada bajo la sombra de un abeto?
Con una mano tocaba algo frío y suave. Muy frío. Tanto como el lugar donde estaba recostada. Se inclinó para ver qué era lo que estaba tocando y se sorprendió. Era nieve. Estaba recostada sobre la nieve, con su pijama de conejitos y no tenía frío. Increíble ¿Era un sueño?
A su alrededor vio que se encontraba ante un campo cubierto de nieve. Allá donde miraba todo era nieve. Un paisaje blanco qué brillaba bajo la tibia luz del sol. Era precioso, pero la duda de dónde estaba y qué hacía allí era más importante para ChaeYoung.
— Menos mal que ya estás despierta — una suave voz procedente de detrás suya la asustó. ChaeYoung se puso en pie del susto a la vez que se giraba en busca de la procedencia de esa voz.
— Pero qué... — sin embargo desde donde pensaba que alguien le había hablado, no había nadie ¿Lo había imaginado?
— Aquí — ChaeYoung se volvió a girar en busca de esa voz. Pero nada— . Estoy aquí.
— ¿Quién eres? ¿Dónde estás? — no dejaba de mirar a un lado y a otro ¿acaso se estaba volviendo loca?
— No miras bien, aquí — la voz era suave, tranquila y muy clara. ChaeYoung levantó la mirada hacia el abeto y se encontró a una joven chica sentada de forma grácil en una de sus ramas.
— ¿Quién eres? ¿Dónde estamos? ¿Por qué estoy aquí? — preguntó en seguida que dio con ella. Llevaba un ligero vestido que desprendía brillos. Muy hortera para su gusto.
— Cuantas preguntas, que ansiosa — le dijo la chica. O lo que fuera. ChaeYoung abrió los ojos tanto como pudo cuando la supuesta chica se dejó caer de la rama para ponerse a su altura. Y las vio. Vio unas grandes alas semitransparentes detrás de ella— . Soy el hada DaHyun, y estamos aquí porque tú me necesitas.
— ¿Qué? Yo no necesito nada de nadie, menos de una desconocida en cosplay. ¿Vas de Campanilla? –preguntó— . Halloween hace tiempo que pasó y para Carnaval todavía queda –comentó ChaeYoung inmediatamente.
— ¿Cosplay? –cuestionó la otra. Parecía no haber entendido lo que le había querido decir con eso, pero ChaeYoung no le prestó atención— . Soy un hada, de verdad. El hada DaHyun –volvió a repetir, batiendo sus alas y haciendo que de ellas cayera un poco de purpurina— . Y no me habría aparecido ante ti si de verdad no fueras un caso casi perdido… pero todavía tiene solución y podemos arreglarlo, podemos hacer que seas feliz.
— Soy muy feliz –respondió ChaeYoung, cruzándose de brazos sobre su pijama— . No necesito que nadie disfrazado de hada venga a decirme gilipolleces. Me voy a mi casa –sentenció, dándose la vuelta para comenzar a andar; sin embargo, solo pudo dar un par de pasos, porque las siguientes palabras que salieron de los labios de la tal “hada DaHyun” la dejaron completamente estática.
— Por mucho que andes no podrás salir de aquí, no estamos en el mundo real, estamos en el mundo de los sueños y no tienes derecho a despertarte hasta que no escuches todo lo que te tengo que decir y te muestre todo lo que debes ver.
ChaeYoung se giró en redondo para encararse a la chica, pero no encontró las palabras que quería decirle, gritarle, así que, simplemente la miró fijamente durante unos segundos antes de volver a darse la vuelta y echar a andar. El supuesto “hada” no tenía derecho a decirle ni que la necesitaba, ni que era infeliz, ni que no iba a poder salir de allí sin su permiso. Si estaba soñando claro que podía salir de aquel lugar, solo necesitaba despertarse; pero mientras encontraba un método para hacerlo, ChaeYoung no quería estar cerca de aquella chica que no tenía ni idea de nada. Por eso se alejó del abeto dando grandes zancadas, queriendo hacer desaparecer lo más rápido posible de su vista todo aquello.
Mientras caminaba, trató de mantener su mente en blanco, como la nieve que pisaba y que se extendía hasta donde la vista le alcanzaba; sin embargo, las palabras de la tal DaHyun no paraban de rondarle la cabeza y la chica no pudo evitar pensar en su vida. Claro que su vida era un poco monótona y aburrida y claro que podría ser mucho más feliz, siempre ser podía ser más, pero realmente no era infeliz, le gustaba su vida a pesar de todo; a pesar de que estuviera sola la mayor parte de sus días, a pesar de que en el trabajo la sacaran de quicio (sobre todo en fechas como aquellas, cuando todo se llenaba de gente hasta los topes), a pesar de que apenas tuviera tiempo para disfrutar. Pero ChaeYoung no era infeliz. No lo era.
Con aquello en mente, caminó y caminó; pero nada apareció ante su vista, solo el mismo paisaje blanco impoluto. No obstante, ChaeYoung no se rindió. Tenía que haber algo que la hiciera despertar de aquella pesadilla blanca, porque no iba a tirarse el resto de su vida durmiendo. Quizás los gritos de los niños del piso de abajo abriendo sus regalos la despertaran o quizás lo hiciera su despertador (aunque fuera festivo y no tuviera que trabajar, ya se le había olvidado muchas veces desconectarlo, podría haberle pasado otra vez) o puede que si aparecía otro abeto en su camino podía correr hacia él para estamparse con este y así despertarse. Y casi como si con desearlo fuera suficiente, un abeto apareció en su campo de visión y ChaeYoung corrió hacia él por la húmeda y fría nieve.
Pero antes de llegar al árbol, la chica se detuvo. Junto al abeto, se encontraba DaHyun, con sus alas moviéndose a sus espaldas y levitando a varios centímetros del suelo, esperándola.
— ¿Ahora qué has visto que no puedes salir de este lugar me dejarás hablar? –le preguntó.
— ¿Solo tengo que dejar que hables? –cuestionó ChaeYoung— . Y entonces dejarás que me vaya a casa.
— Por supuesto.
— Habla entonces –respondió, aunque totalmente segura de que nada de lo que pudiera decirle le iba a interesar.
— Hay algo que lleva años en mi poder y esperaba entregártelo al fin... — dijo acercándose a ella.
— Pues ya estoy aquí, ¿qué es? — preguntó de mala gana cruzando los brazos sobre su pecho.
El hada la observó en silencio y dudó unos instantes mientras paseaba a su alrededor.
— ¿Qué pasa? — inquirió ChaeYoung con rastro de poca paciencia— . ¿Lo has perdido?
De pronto la muchacha alada detuvo sus pasos bajo el abeto y frunció levemente el ceño con gesto desconcertado.
— ¿No lo ves? — preguntó DaHyun— . Mira con detenimiento, observa cada pequeño detalle...
— ¿Hablas de este abeto? — dijo señalando el gran árbol frente a ellas— . Si ese es mi regalo no lo quiero.
DaHyun negó con la cabeza mientras sus alas caían levemente en señal de decepción. Sin embargo sonrió con compasión y le tendió una mano.
— Tras tantos años... es normal que no veas lo que tu corazón añora, por eso estoy aquí — anunció elevándose un palmo del suelo — . Esta noche yo seré tus ojos.
ChaeYoung suspiró apartando un mechón de pelo de su frente y miró por última vez a su alrededor sin encontrar nada ni a nadie. Estaba a total merced de esa hada, producto de una alucinación extraña, y no era algo precisamente relajante.
— Confía en mí — le pidió DaHyun regalándole una sonrisa blanca como la nieve.
No tenía otra alternativa, así que cerró los ojos y levantó una mano. Sintió un contacto cálido en la punta de sus dedos y a continuación como caía en picado.
Cuando abrió los ojos presa del pánico descubrió que volaba junto a DaHyun, agarrada fuertemente a su mano. Iba a gritar de miedo, pero cuando abrió la boca una risa inundó sus oídos y giró su rostro hacia el hada. DaHyun reía mientras su pelo se agitaba como una estela de polvo de colores. Su sonrisa le hizo sentir segura y extrañamente feliz.
En ese momento quiso preguntar tantas cosas... ¿Por qué deseaba tanto entregarle su regalo? ¿Qué tenía de especial? ¿Cómo conseguía sonreír de esa forma que le hacía desear esa misma felicidad? Y más importante aún, ¿a dónde se dirigían?
— Primera parada. — Cómo si le estuviera leyendo el pensamiento, DaHyun le habló de repente iniciando un suave descenso sobre una casa ricamente adornada— . La emoción.
ChaeYoung observó las luces parpadeantes de esa casa y se preguntó de qué emoción hablaba la chica ¿La de una casa pagada?
Aterrizaron junto a la ventana del salón, desde donde se veían a varios niños destrozando el cubierta de papel de regalo que envolvían juguetes, ropa, cuentos y chucherías. Se veía a simple vista que era una familia acomodada que disfrutaba de la mañana de navidad.
— ¿Es esto lo que quieres que mire? — preguntó sintiéndose engañada— . ¿La emoción de abrir regalos, en serio?
— ¿Hay algo mejor cuando eres pequeño? — Parecía que DaHyun estaba en otro mundo observando a los infantes jugar con un par de robots a muerte.
ChaeYoung rió con incredulidad y se alejó para sentarse en los escalones de la entrada a la casa. DaHyun no tardó en seguirla y ocupar el lugar a su lado.
— Deberías confiar en mí — le aconsejó el hada.
— Esto es tan surrealista... — dijo, más para sí misma que para la otra chica— . ¿Intentas hacer quedar bien a esos materialistas? Yo de pequeña nunca tuve lo que realmente quería, ¿y ahora tengo que emocionarme por esos malcriados?
— Espera y verás...
No transcurrieron ni tres segundos tras aquellas palabras cuando un coche negro apareció al final de la calle. Las luces iluminaron la casa unos instantes antes de aparcar junto a la entrada, en donde ellas se encontraban.
Del vehículo salió un hombre con el cabello y cejas blancos; envuelto en un gran abrigo, junto a él estaba un muchacho que empujaba la silla de ruedas. Sí, el anciano iba sobre ella.
Tras pasar a su lado sin inmutarse ChaeYoung comprendió que no percibían su existencia, ni la del hada, así que siguió sentada tranquilamente observando la escena.
No tardaron en llegar hasta la puerta y tocar el timbre, ambos nerviosos. Y los gritos del interior no tardaron en escucharse junto con los pasos de la familia corriendo hasta el recibidor.
Cuando finalmente la puerta se abrió los niños fueron los primeros en lanzarse a los brazos de su abuelo. Y con una gran sonrisa este los sentó en su regazo y abrazó sin contemplaciones, dándoles besos sin parar y riendo de felicidad.
Los mayores vinieron después, conformándose con estrechar sus manos con él y lanzarse miradas de cariño que decían todo lo que ellos no tenían el valor de pronunciar.
ChaeYoung apartó la vista y se puso en pie mientras se limpiaba pequeños rastros húmedos de la cara con la manga de su camisa. Luego volvió a mirar a la chica a su lado buscando una explicación.
— Acaba de regresar del hospital y volverá a este antes de que anochezca — dijo en voz baja DaHyun.
— Sabías que mi abuelo también estaba enfermo, ¿verdad? — le acusó con ojos llorosos ChaeYoung— . Intentas usarlo contra mi.
— ¿Acaso no era lo mejor de tu Navidad? — susurró pasándole la mano por la espalda— . Volver a abrazarle y sentir su calor envolverte, oler aquella colonia que solo se ponía en fiestas importantes y verle sonreír feliz por sostener a sus nietos más pequeños en sus brazos...
— Lo era — musitó ChaeYoung— . Pero se fue hace mucho.
— No, la emoción de ese recuerdo lo mantiene vivo en ti — dijo poniéndose en pie— . Las personas no nos abandonarán mientras sigan estando en nuestros corazones.
Una de las manos del hada agarró su derecha y ChaeYoung miró como entrelazaba fuertemente los dedos. Le pareció muy raro pero, creyó sentir una oleada de emoción golpear su corazón.
— ¿Preparada para un último viaje? — preguntó DaHyun.
ChaeYoung aún seguía pensando en lo que acababa de notar, de modo que no presentó oposición alguna.
— Supongo que no tengo opción — dijo con aspecto resignado.
— Siguiente parada — anunció la otra con una sonrisa satisfecha, volviendo a alzarse en vuelo— . La ilusión.
¿No eran lo mismo? Ilusión y emoción son sinónimos, tienen el mismo significado. Mas, esa vez decidió no iniciar una disputa exponiendo su opinión, en parte porque si enfadaba a esa chica esta podría dejarla caer desde las alturas en cualquier momento. Pero en realidad quería disfrutar en silencio aquel viaje, dejándose llevar física y mentalmente.
Esta vez, sobrevolaron una edificación militar de varios pisos y atravesaron la pared en la que la luz junto a una litera seguía encendida. Dentro había una chica joven escribiendo una carta a mano, borraba y corregía el texto constantemente. Pero no había ninguna otra persona en aquellos dormitorios.
— No será una carta a Papá Noel... — preguntó casi con temor ChaeYoung— ¿Verdad?
— Va dirigida a su pareja — explicó con calma DaHyun— , está al otro lado del mundo como el resto de su familia.
— Y, ¿por qué está aquí sola?
Tuvo que esperar unos segundos a que DaHyun le contestara, parecía tan absorta en sus pensamientos que podía verse que no le prestaba apenas atención.
— Esta sala ha estado desabilitada mucho tiempo, apenas tenía un colchón en buen estado, solo la han abierto para ella por falta de espacio — respondió el hada— . Se encontraba a mitad de un servicio para su país, pero ha sido llamada de urgencia para participar en una guerra — añadió con notable tristeza— . Es su última noche en una cama y con un trozo de papel frente a ella...
ChaeYoung se acercó hasta la litera de esta y leyó por encima las palabras que salpicaban en trozo de papel.
— ... Y quiere desearles una Feliz Navidad a todos sus conocidos, en especial a su novio — terminó de explicar por ella ChaeYoung.
— El deseo de que todo vaya bien en su hogar y de que valga la pena su sacrificio personal... — comentó DaHyun— . Es algo que muchos desean, con mayor o menor ilusión.
— ¿Regresará sana y salva? — preguntó de pronto ChaeYoung, alarmada.
La de ojos alargados asintió con una débil sonrisa temblando en sus labios, acto que no pasó desapercibido para la otra.
— Regresará y formará una familia — vaticinó DaHyun— , esperando que entonces, la persona que ama aún siga deseando lo mismo que ella.
— Lo hará, si la ama no le importará esperar lo que sea necesario — afirmó sin rastro de duda.
Un pensamiento surgió de pronto, había algo familiar en aquella historia, un matiz que le recordaba a algo.
— Pero, ¿y si la olvida? — quiso saber DaHyun, clavando su mirada en la de ChaeYoung, colocándose estratégicamente frente a esta — . ¿Podrá reconocerla cuando ella vuelva en su busca, tras años sin intercambiar una palabra?
— ¡Lo hará, ella la reconocerá! — de pronto se dio cuenta de su error y cómo su exaltado ánimo le había hecho hablar más de lo debido— . Quiero decir, él... Él la reconocerá.
Pero ya era tarde, DaHyun sonreía triunfante sabiendo que no había sido una simple equivocación. Aquello no fue del todo percibido por ChaeYoung, pero lo que si lo fue es que esa hada sabía mucho sobre ella.
Abatida y sin querer ver más, ChaeYoung intentó alejarse de la escena. No quería ver más; su corazón le dolía con fuerza. Era como si DaHyun hubiera querido mostrarle escenas similares a historias de su pasado; historias que marcaron ese día de Navidad y por lo que no le gustaba.
Entonces su visión se volvió oscura. Era como si cayera en un profundo sueño, su cuerpo flotaba y su dolor había desaparecido; pero lo que había visto a manos del hada la había marcado sin duda.
Día de Navidad, ChaeYoung despertó como si hubiera pasado mucho tiempo en un letargo muy profundo. Pero despertó tranquila y descansada. Tuvo la sensación de haber pasado toda la noche de un lado a otro, pero tanto su cuerpo como su mente estaban descansados.
Aún no terminaba de ser consciente de donde se encontraba cuando el sonido de la puerta atrajo su atención ¿quién podía ser? Y sobre todo ¿A esas horas? Se preguntó una vez que soltó la hora. Sin decir nada, se levantó y fue directa hasta la puerta. Con rostro de aún medio dormida, abrió sin preocuparse quien fuera.
— Que malas pintas tienes ¡vístete y lávate la cara que nos vamos de paseo! — A ChaeYoung le costó procesar las palabras y la visión que tenía ante ella.
— ¿Aún estoy soñando? –murmuró tranquilamente, ya que la chica que se había presentado ante su puerta era el hada DaHyun; pero sin sus alas.
— ¡No! Vamos, espabila. –Y sin decir nada más, DaHyun se metió en su casa y ayudo a la pobre chica a tener un gran e increíble día de Navidad, de esos que no se olvidaban en la vida.
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