Notas: ¡El último día de mes y una nueva actualización de The Guardian! ¿Qué os va pareciendo? Ya os puedo comunicar que se van complicando las cosas y todo se va viniendo abajo. ¡Que lo disfrutéis!
Mi vista estaba fija en el alto cargo que hablaba ante un micrófono, subido a la pequeña plataforma que servía de escenario desde donde todos pudiéramos verle. Estaba claro que algo muy significativo había sucedido para llegar a estos extremos.
-Como ya os he dicho, las normas van a cambiar a partir de ahora. Solo los que estén por encima del rango D podrán salir de la base, el resto se quedará aquí ayudando a sus superiores con trabajos de investigación.
Cerca de mí pude escuchar una réplica de disgusto ante esa pauta. Si yo no estuviera por encima de ese rango dictado, también estaría muy molesta.
-Además -prosiguió aquel hombre- os someteréis todos y cada uno de vosotros a un examen psicológico y pasaréis por el polígrafo, sin excepción.
En la última palabra puso más énfasis y subió el tono para que el mensaje fuera captado por todos. Volví a escuchar protestas por parte de los que me rodeaban. Aquello era una tontería ¿de qué ibas a tener miedo u oponerte? Si no había hecho nada en contra de La Guardia o no tenías secretos, no debías temer nada.
-Los rebeldes están jugando con nosotros y eso no lo vamos a permitir. A todos aquellos aquí presentes con intenciones de unirse en la posterioridad a ellos, que sepáis y tengáis en cuenta que los que somos fieles a La Guardia no descansaremos hasta que os veamos muertos, erradicados.
Me encontraba en una situación muy seria. Si a Dokyun le daba por venir a buscarme en busca de avances no tenía mucho que decirle. Y lo poco con lo que contaba estaba segura que no le serviría de mucho.
El aviso acabó ahí, pero íbamos a salir sin más de allí. Nos ordenaron que nos agrupásemos por rangos porque de allí no saldríamos sin antes hacer los análisis, exámenes psicológicos y el polígrafo.
Me arrinconé donde supuestamente estábamos los del rango B. No solía tener mucha relación con los de mi mismo rango, pero sí que llegaba a reconocer a alguno que otro. Tal vez de vista o de haber llegado a cruzar algunas escasas palabras.
Ahora solo tenía que esperar. Apreté el bolsillo donde tenía guardada la tarjeta que le había robado a Mihyun para asegurar que seguía allí. No podía haber hecho todo el viaje en balde. Pero la tarjeta estaba allí, donde debía estar.
Con la mirada busqué a Caolu, pero no daba con su brillante sonrisa entre el grupo de su rango. Ni siquiera sabía si ya había llegado de su misión o esto le pilló fuera. Chasqueando con la lengua, estaba a punto de maldecir para mí misma cuando una voz femenina me llamó. Era mi turno.
La suerte de ser una de las primeras tenía sus ventajas. Pronto podría volver y salir de ese lugar que tanto me estaba agobiando. Estar rodeada de tanta gente no debía ni ser bueno.
Una serie de médicos me desprendieron de la ropa. Me revisaron el hombro, mientras hacían lo mismo con cada parte de mi cuerpo. Me tomaron una muestra de sangre y de orina, e incluso un examen de vista y de oído, junto con una de reflejos.
Acto después, pasé a una nueva sala donde uno de los psicólogos de La Guardia comenzó a hacerme extrañas preguntas sobre mi lealtad, mis metas, mi modelo a seguir y mis hobbies. Una combinación un tanto extraña que yo no entendía pero que en cierta manera tendría sentido para ellos.
Yo me dediqué a responder, no estaba ni lo más mínimo de preocupada ¿Por qué iba a estarlo? Cuando dio por finalizada mi sesión, me dejó ir hasta una nueva sala. El sonido de una máquina me dio a entender que me tocaba la prueba del polígrafo. No le tenía miedo. No estaba haciendo nada malo y ya me había enfrentado a ella en otras ocasiones.
Unas correas por aquí, cable por allá. Un ritual cada vez que me sentaba en esa silla. No estaba nerviosa ni inquieta. Todo lo contrario, me encontraba de lo más tranquila y eso lo noto el hombre mayor que me iba a hacer la prueba.
-Veo que no estás nerviosa ¿no tienes nada que ocultar?
-No ¿qué debería tener? Soy una Guardiana, todo lo que haga es por el bien de La Guardia, yo sólo obedezco órdenes -dije muy segura de mí misma.
-En ese caso, va a ser fácil. Imagino que habrás hecho otras pruebas y sabrás como funciona esto -el hombre tecleó algo ante el ordenador que tenía frente a él-. Comenzaremos con preguntas básicas ¿Cuál es tu nombre?
-Yezi.
-¿Y tu nombre original?
-Yezi.
-¿Rango B?
-Sí.
-¿Te gusta lo que haces para La Guardia? -por fin empezaban las preguntas serias.
-Sí.
-¿Apoyas a los rebeldes?
-No -respondí como si aquella pregunta fuera de lo más estúpida. El hombre me miró. Me la tenía que hacer sí o sí, pero yo me la había tomado como algo personal.
-¿Algún rebelde ha contactado contigo?
-No.
-¿Guarda algún tipo de información acerca de los rebeldes?
-Se acabó el polígrafo -estaba a punto de responderle, pero alguien interrumpió la sesión. Dokyun se presentó con el semblante muy serio y sudoroso.
-Pedí expresamente que no se me interrumpiera mientras llevase a cabo las sesiones -el hombre encargado del polígrafo, se puso en pie. Se le veía muy enfadado.
-Ya te digo yo que no vas a encontrar a nadie más fiel que ella en La guardia. Se la requiere para temas más importantes -el tono impertinente que solía usar Dokyun conmigo, iba también para ese pobre hombre. Lo mejor era no llevarle la contraria-. Yezi, fuera.
Sin oponerme, me quité cuidadosamente todos los cables que me rodeaban mientras los dos hombres tenían una batalla de miradas. En cuanto acabé me puse en pie y salí por la puerta por la que entró Dokyun. Este me siguió al momento.
-Acompáñame -me ordenó de mal humor ¿Y yo que había hecho ahora para aguantar su sarcasmo y sus pullas? Prefería estar encamada con Caolu regañándome.
Lo seguí por unos pasillos que conocía bien. Íbamos a mi habitación, seguro que a tener una intensa charla como la última. Tenía suerte de que no pudiera forzar mi brazo, porque yo guardaba mis ganas de atizarle un buen puñetazo con creído.
Me resultó muy extraño que fuera él quien abriera la puerta de mi habitación y haciéndose el caballero me dejara pasar la primera. Me iba a caer una buena seguro.
-Todo este proceso lo hemos decidido para ver quién de entre nosotros resulta ser rebeldes sin que pudieran huir -comenzó a decir, una vez cerró la puerta. Yo me quedé de pie, observando atenta cada uno de sus movimientos.
-¿Y por qué has interrumpido mi polígrafo? -pregunté directamente.
-Todas las pruebas quedan grabadas y hay cierto tema que debe seguir tan oculto como se supone que debe estarlo -su voz fría, hacía que pareciese indiferente ante el tema, pero yo sabía que le preocupaba. Tenía un tic nervioso en un ojo.
Ni le respondí ni asentí con la cabeza, tan solo me quedé de brazos cruzados ante su nerviosa mirada a la espera de que siguiera con aquello que lo había llevado a mí.
-Estoy muy disgustado. En tu última misión mataste a varios rebeldes, muy bien, te felicito. Pero no tengo ni una sola información sobre lo que hay aquí, que fue exactamente lo que te pedí -estaba muy cabreado. Lo más seguro que los que tuvieran más poder que él lo estuvieran atosigando.
-Nunca he sido una persona que se relacione con facilidad con la gente. Si lo hago de la nada ¿no crees que sospecharan algo? Esto requiere su tiempo -intenté parecer de lo más tranquila, pero lo cierto es que me estaba poniendo como una furia por dentro.
-¡Maldita sea! ¡Un avance! ¡Un nombre! ¡Lo que sea! -mostrando su cabreo, el muy imbécil tiró al suelo lo que tenía en una pequeña mesas. Me entraron ganas de matarlo allí mismo-. Dime que tienes algo.
-Tengo unas sospechas y estaba a punto de ir a comprobarlas antes de que nos mandaran a la charla y a esos exámenes -me encogí de hombros. De verdad que quería parecer indiferente ante sus ataques para que no se sintiera poderoso, pero me estaba costando aguantar las ganas de contestarle mal.
-¿Qué sospechas?
-Tengo algunos nombres, pero no quiero delatar a nadie erróneamente hasta que no lo haya comprobado. No sería justo ¿no crees?
-No juegues conmigo, Yezi -se acercó hasta quedar a dos palmos de mi de forma amenazadora, pero supe mantener el tipo, mi semblante sereno-. Tienes o no tienes nada para mí.
-Cuando tenga te lo diré, de eso no lo dudes.
-Por tu bien, espero que eso sea pronto -me fijé, que de la ira que sentía en ese momento Dokyun, se le había hinchado una vena en la frente. Le hacía menos atractivo, la verdad.
-Lo haría si tuviera más facilidades, como por ejemplo que nadie me intentase matar mientras me recupero en el hospital después de un balazo -murmuré, clavando mi mirada en sus ojos inyectados en sangre por la impotencia que él mismo sentía.
-No está la situación para jueguecitos.
-¿Entonces cómo está la situación? ¿Cómo actúo si hay guardias por toda la base, controlándolo todo?
Dokyun se pasó una mano por la cara mientras dejaba escapar un suspiro. Lo conocía bien y sabía que estaba saturado, que no tardaría mucho en contarme cosas que me podían ser de utilidad. Una pequeña sonrisa afloró en mis labios. No había sido para tanto ponerlo al límite, pensaba que me costaría más.
-Espero que de eso no se entere nadie o yo mismo te mataré -volvió a aproximarse a mí. Casi podía escuchar los latidos de su corazón-. Ha habido un ataque cibernético a las bases de La Guardia. No sabemos cómo ha pasado pero sospechamos que han sido rebeldes.
-¿Qué dices? Eso es prácticamente imposible... -por un momento no pude creerlo. Tenía entendido que nuestras bases de datos eran inquebrantables, ni los gobiernos con más poderes podían conseguir acceder a ellas. Si de verdad lo habían conseguido, la situación estaba más seria de la cuenta.
-Pues créetelo. Han accedido a información sobre muchos de los Guardianes, información sobre misiones ya realizadas y tácticas para futuros ataques sobre ellos ¿en qué situación me dejas si ni siquiera tienes algo que darme que yo pueda dar a los altos mandos? -aquello me sonaba a una amenaza por parte de Dokyun.
-Cuando tenga algo… -chasquee la lengua, sin apartar la mirada de la suya de forma desafiante-... serás el primero en saberlo.
-Tienes una semana. Si no me has dado un nombre en ese tiempo, mandaré a tu amiguita ¿Caolu? A dónde van los rebeldes que encontramos ¿lo captas?
-Como te atrevas tocarle un solo pelo a Caolu, te juro… -tuve que cerrar la boca y apretar los puños. Si lo amenazaba, acabaría muerta. Pero ganas para golpearlo hasta que muriera no me faltaban.
-¿Qué? -su estúpida sonrisa de satisfacción me hirió más que sus propias palabras-. Tendrás que hacer lo que yo te diga o saldrás perdiendo. Recuerda, que el mejor Guardián es aquel que no tiene sentimientos y tú los tienes. Si yo decido aprovecharme de ellos, es tu culpa. Una semana Yezi.
Vi como salía satisfecho de mi habitación. Apreté mis puños, sintiendo como me clavaba las uñas en las palmas de las manos, pero me daba igual. Solo quería destrozar a alguien con mis propias manos, asesinarlos a todos.
-Maldito bastardo -me dije a mi misma pateando una caja vacía.
Estaba muy furiosa. No podía dejar que le hiciera daño a Caolu, ahora más que nunca debía averiguar qué se traía entre manos Jei. Ojala mi intuición no me fallara y tuviera que ver con los rebeldes porque si no, no sabía qué hacer.
La puerta de mi habitación se abrió. Pensaba que Dokyun volvía a joder un poco más, pero el rostro con el que me encontré no era ni mucho menos el que esperaba encontrarme alguna vez en mi habitación.
-Necesito hablar contigo, es una urgencia -Jei sonaba derrotada por dentro ¿qué quería ahora de mi esta?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Tus comentarios son importantes para que el blog siga creciendo!