jueves, 2 de febrero de 2017

(JenLisa) Un Ángel en el Bosque -Mini Serial- Capítulo 1


          Titulo: Un Ángel en el Bosque

          Pareja: JenLisa (Jennie + Lisa) [BLACKPINK]

          Tipo: Yuri

          Genero: Fluff

          Clasificación: G/PG

          Descripción: En un pequeño pueblo perdido en las montañas, Jennie vive ajena a lo que su padre planea hacer, pero gracias al destino un ángel se cruza en su camino...

          Advertencias: Ninguna

          Notas: Todas las ideas tiernas y bonitas que me vienen a la cabeza las enlazo en seguida con estas chicas. Creo que hasta que ellas no crezcan un poco más, me costará un poco ponerle historias más duras(?). Este mini serial cuenta solo con 3 capítulos que espero que os gusten y os llegue mi mensaje de lo importante que es la naturaleza y que debemos cuidarla. 💜


          -¿Están todo los planos preparados? ¿Y las máquinas en su punto? ¿A qué hora llegan mañana todos los obreros? -la voz del alcalde retumbaba en su despacho del ayuntamiento de un pequeño pueblo perdido entre las montañas.

          De fondo se escuchaba una voz masculina que le respondía por medio del teléfono. El alcalde parecía estar bastante contento con el proyecto que estaba llevando a cabo, contento por lo que le respondía el otro hombre. Todo tenía que salir a la perfección, sin errores.

          -Lo que me estás contando es maravilloso. Después de esto tendremos grandes sumas de dinero a pesar de lo invertido -el señor alcalde mostró sus perfectos y brillantes dientes en una sonrisa-. Y no te preocupes, cuando tengamos los resultados y el dinero, te llevarás tu parte acordada. Soy un hombre de palabra y lo sabes.

          Un par de palabras más y colgó. Ya estaba todo hecho. Ya había comenzado ese plan de construcción de viviendas nuevas que llevaba años preparando y es que lo cierto, es que sería un gran proyecto para el crecimiento del pueblo y de su estatus social. Tal vez, muchos de los lugareños de ese tranquilo pueblo no estarían de acuerdo con las obras que llevarías 8 meses, pero se lo agradecerían después. Y quien sabe, tal vez fuese recordado por engrandecer su humilde pueblo.


***


          La costumbre que había tomado Jennie cuando hacia un buen día, era llevar a su perro de paseo hasta un mirador. Una vez allí, mientras el animal jugueteaba tranquilo, ella se sentaba en un banco de madera a disfrutar de un buen libro. Y era eso lo que había hecho de buena mañana cuando el sol brillaba con fuerza en el cielo azul.

          Sintiendo el calor del sol, la brisa alborotando los mechones que caían sobre su rostro y el sonido que la naturaleza tenía propio, Jennie pasaba lentamente las hojas de un desgastado libro que encontró hace unos días perdido en el desván de su casa.

          Ni siquiera su padre había sabido de la existencia de ese libro hasta que ella lo encontró. No había tardado mucho en comenzar a devorar cada una de sus letras con avidez y es que era una lectura muy sencilla y amena. La historia trataba de un ángel que se había visto atrapado en la tierra y que no podía volver a los cielos hasta que no cumpliera una misión.

          Jennie pensaba si esos seres místicos existían de verdad. Lo cierto, es que sería algo increíble, pero a la misma vez imposible que sucediera. Y eso era algo que tenía muy presente por muy fantasiosa que fuera.

          Un alarido de su perro la sacó de sus pensamientos. Levantó la mirada del libro y lo buscó, pero allí no se encontraba.

          -¡Jack! ¡Jack! -llamó a la mascota que ni respondió ni apareció ante su dueña-. Seguro que se ha entretenido viendo alguna ardilla.

          Mientras murmuraba, Jennie cerró el libro y lo metió en su bolsa. Quería seguir leyendo más, pero Jack la requería con más urgencia.

          Ese perro travieso estaba siempre en las mismas. Cuando veía una ardilla o un ratón, se lanzaba tras él como alma que lleva el diablo sin caer en la cuenta que luego no sabía volver. Pero seguro que él estaba muy tranquilo sabiendo que su dueña, como siempre, daría con él y lo devolvería a casa.

          -¡Jack! ¿Dónde te has metido? -Jennie iba gritando su nombre para que apareciese, pero cada vez se adentraba más en el bosque que rodeaba el pueblo y Jack no salía de donde estuviese.

          Jennie no era del todo consciente de cuanto iba avanzando por el bosque en busca de Jack. Ni siquiera se percató que había traspasado límites que nunca antes había hecho, es decir, se encontraba caminando por una zona que nunca antes había visitado.

          Allí la naturaleza era más espesa, los arboles muy altos y matorrales que incluso le dificultaban el avance. Pero lo único que había en la cabeza de Jennie era encontrar a su perro y volver ambos a su casa. Seguía llamándolo a gritos. Jack no estaba allí.

          Se estaba desesperando. Se detuvo tras un buen rato andando. Miró a su alrededor, giró sobre sus propios talones. No reconocía esa zona del bosque. Allí apenas llegaba la luz del sol, por lo que no podría orientarse ¿y si se había perdido? Una terrible sensación de angustia, le presionó en el pecho, ahogando un poco su respiración.

          Jennie se había criado en ese bosque, las zonas cercanas al pueblo las conocía como la palma de su mano, pero no donde ahora estaba. En silencio, los ruidos del bosque causaron pavor en ella. Un graznido lejano, llegó hasta sus oídos. Era un desgarrador sonido que le provocó un escalofrío.

          Lo único que sabía, era que tenía que volver cuanto antes. Tal vez Jack hubiera vuelto donde ella estaba antes.

          La chica intentó volver sobre sus pasos, pero lo que no supo y lo que más temía, era que iba en otra dirección, adentrándose más en el bosque. Este se hacía más sombrío y aterrador.

          Al cabo de unas interminables horas andando, se tuvo que detener cansada y sedienta. Jennie no era consciente de cuanto habría recorrido ni qué hora era, lo que sí, es que estaba perdida. Una lágrima comenzó a caer por su mejilla ¿y si no volvía nunca más a casa? ¿Qué sería de ella? ¿Y su padre? ¿La buscaría?

          Tras esta lagrima, un sin fin de lágrimas cayeron. Jennie lloraba desconsoladamente. El miedo la oprimía. Perdida en el bosque, sin comida ni agua, y sin saber volver a casa.

          Llegó un momento que no había más lagrimas que derramar. Jennie se encontraba acurrucada junto al tronco de un alto y frondoso árbol. Rodeaba sus piernas con los brazos, y la cabeza la hundía entre estos. Su cabeza estaba algo más despejada tras llorar, algo que acabó pensando que no le serviría de nada si quería volver a casa, solo gastaría energía.

          Se limpió los restos de lágrimas que ensuciaban su rostro y miró enfrente de donde estaba. Todo era vegetación, cualquiera diría que era similar y que nunca podría salir de allí, pero Jennie llegó a una conclusión, si caminaba en una sola dirección, en algún momento tendría que llegar a algún sitio.

          Se puso en pie. Le dolían las piernas después de haber pasado un buen rato allí encogida. Con ambas manos, se sacudió el trasero y tomó aire por la nariz. Conforme dio el primer paso, soltó el aire muy lentamente por la boca. Había tomado una decisión y no se cumpliría estando sentada llorando, tenía que andar y buscar el camino de vuelta.

          Retomando el paso, con nuevas fuerzas, Jennie pasa cerca de varias horas caminando. No encontró nada que le resultase similar, tampoco cambiaba el bosque demasiado. Seguía sombrío y oscuro. Le daba la sensación incluso, que iba perdiendo luz. Los arboles eran tan alto donde estaba, que no dejaban pasar los rayos del sol hasta el suelo.

          El miedo amenazaba con volver a apoderarse de ella. Si se le había de noche, le sería mucho más difícil moverse por el bosque. Tragó saliva con dificultad. Debía volver cuanto antes.

          Aligeró el paso, muy cansada que estaba. La barriga le rugía. Sin duda, estaba muy hambrienta. Necesitaba sentarse, poner las piernas en alto y comer algo. Tal vez esa imagen y ese deseo, era lo que la motivaba para seguir caminando. O tal vez fueron sus ansias por volver que hasta creyó que tenía alucinaciones cuando a lo lejos, vislumbraba un pequeño claro y desde allí, salía humo.

          Sin nada que perder, se acercó al claro para ver lo que había allí. Si salía humo, es que había fuego, por lo que alguien tendría que haberlo prendido. Tal vez no estuviera perdida y podría volver a casa.

          Apresurada, llegó para encontrarse una pequeña cabaña de madera, rodeada por vegetación muy bien cuidada. Solo se veía una puerta menuda y una pequeña ventana. El humo salía de una especie de chimenea que tenía la cabaña en la zona más alta. Nunca fue conocedora de que alguien vivía en el bosque.

          Contenta de poder encontrarse con alguien, fue a golpear la puerta, pero el miedo la detuvo. No sabía qué tipo de persona se alojaba perdida en mitad del bosque ¿y si le hacía algo? Millones de posibles cosas que podían suceder vinieron a su cabeza. Tenía una importante imaginación debido a su costumbre de leer cualquier cosa que caía en sus manos, por lo que en ese momento, lo que podía pasar era cualquier cosa y ella lo sabía.

          Pero si lo pensaba fríamente, poco perdía si no sabía volver a su propia casa. Tomo aire y golpeó la puerta varias veces. Esperó una respuesta que no llegó. Tal vez no había nadie en la cabaña. Pero la curiosidad y el cansancio la llevaron a abrir la puerta, muy lentamente.

          -¿Hola? ¿Hay alguien? -preguntó. Jennie se asomó al interior de la cabaña para ver si se encontraba a la persona que vivía ahí, pero estaba vacía.

          El interior de la cabaña, le parecía demasiado curioso, por lo que no dudó en entrar al interior, recorriendo hasta el último rincón del lugar con la mirada. Todo era de madera, una mesa en medio llena de diferentes chismes, un camastro al fondo, estanterías y objetos similares a muebles que rodeaban las paredes de la cabaña.

          Un atractivo olor a comida le llamó completamente. Quien viviera allí, tenía preparada una comida en un lado del lugar. Jennie se acercó para comprobar que era. El olor a verdura le atravesaba los pulmones, abriéndole el estómago. Un rugido de su interior sonó con fuerza. Se estaba muriendo de hambre.

          Quien lo hubiera hecho, tenía una gran cantidad de comida. No le molestaría si le faltase un poco. Jennie, relamiéndose y produciendo más saliva en su boca, necesitaba probar un poco, pero cayó en la tentación. Al probar la verdura cocida, se le hizo la boca agua. Después de eso, siguió comiendo ya que no podía detenerse a sí misma.

          De lo hambrienta que estaba, cuando se quiso dar cuenta había vaciado el bol que contenía toda la verdura. Un sentimiento de culpabilidad apareció en su pecho. Se había comido toda la comida de quien fuera la cabaña, sin dejar nada. Al menos, su estómago, volvía a estar lleno.

          Las piernas le temblaban y la sensación de cansancio no tardó en aparecer. Lo mejor era que esperase a la persona que vivía allí para disculparse por haberse comido todo. Pero no iba a esperar sentada ¿verdad? Por lo que, Jennie se dejó caer en el camastro.

          A simple vista, parecía ser bastante duro. Sin embargo, era más mullido de lo que creía. Era blandito y muy cómodo.

          Cuando Jennie pasó unos minutos allí sentada esperando, le dio un bajón en el cuerpo. El cansancio se apoderó de ella completamente, el calor que emanaba su cuerpo al tener el estómago lleno y los ojos se le cerraban a pesar de que lo evitaba. Después de tantas horas caminando, su cuerpo aclamaba por un momento de descanso, y Jennie al final, cedió a quedar completamente dormida.


***


          Jennie podía llevar cerca de dos horas completamente dormida sobre el camastro, cuando la dueña de la cabaña llegó a su hogar. Se sorprendió al ver a una chica totalmente desconocida durmiendo sobre su cama. Se acercó con cautela para ver el tranquilo y sereno rostro de Jennie mientras dormía.

          La recién llegada no estaba asustada ni mucho menos, pero si sorprendida de encontrarse a alguien allí que había entrado durante su ausencia. Dejó las hierbas que había salido a recoger sobre la mesa que reinaba en el centro de su hogar para acercarse hasta el bol de las verduras cocidas que había dejado hechas.

          Estaba completamente vacío. No quedaba nada. En vez de cabrearse, sonrió. Seguro que la chica había llegado hambrienta y no pudo evitar comer, no le molestaba ni mucho menos. Haría de nuevo comida para que cuando despertase pudiera comer de nuevo. Pero antes, se acercó al camastro.

          La chica que descansaba tranquilamente, como un bebé, era muy bonita. Su rostro era casi perfecto, con sus cabellos oscuros rodeando su cara. Le apartó un mechón que cubría sus ojos cerrados para obsérvarla mejor. La dejaría descansar.

          Cogió una manta que se mantenía a los pies del camastro y cubrió el menudo cuerpo de Jennie con ella, para evitar que cogiera frío. Que durmiera todo lo que necesitara, una vez que despierte, la ayudaría en el problema que tuviera. Aunque mientras tanto, ella misma tenía sus propios problemas a los que se debía afrontar.


                                                                                                                                            Capítulo 2 →

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