Pareja: Leobin (Hongbin + Leo) [VIXX]
Tipo: Yaoi
Género: AU | Drama | Fluff
Clasificación: M
Advertencias: Lime
Sinopsis: A veces no se necesita estar bajo el influjo de un hechizo para cambiar por completo. Pero si la magia no ha creado a la bestia, ¿cómo ha llegado esta a existir? Y más importante aún, ¿podría alguien llegar a amar un hombre así? O por lo menos eso era lo que se preguntaba Hongbin.
Nota: Esta historia está inspirada en la película de Disney "La Bella y la Bestia", pero un poco transformada. Espero que os guste.
Taekwoon ya sabía de que se trataba, e incluso podría imaginar la forma y color que tendría, pero aún así seguía nervioso e impaciente por verlo acabado con sus propios ojos. Así que llegó lo antes posible frente al empleado, y este le mostró una bonita y aterciopelada cajita negra. El recién llegado no pudo alargar más la espera, por lo que la abrió casi al instante en que sus manos acariciaron la suave superficie, y contempló su interior con premura. Sólo entonces una sonrisa de satisfacción consiguió escapar de sus labios.
Al final todo estaba saliendo tal y como planeó muchos años atrás. A principios de aquella semana su padre finalmente le había otorgado un puesto entre los más altos cargos de la empresa, disponiéndolo todo para cuando él se jubilara. Tanto esfuerzo y trabajo habían dado sus frutos en su lado profesional por lo que ya solo le quedaba la otra gran parte de su vida, su pareja. Era cierto que había descuidado un poco su relación en los últimos dos meses, pero su novio le había comprendido y había aceptado de maravilla el cambio.
Ambos se conocían desde la facultad y desde el primer año habían estado juntos. Taekwoon siempre se había infravalorado un poco pero gracias al amor y cariño que su pareja le entregaba había podido lograr aquellos sueños que siempre pensó que le eran inalcanzables. Pronto dirigiría la compañía de su padre y formaría una gran familia junto a su novio, o más bien su prometido, si todo salia bien.
Se suponía que aquella visita sería completamente inesperada, así es cómo lo había planeado. Ya había preguntado a un par de personas en el trabajo, asegurándose de que su pareja tuviera el día libre. Y a esa hora debería de estar durmiendo hasta bien entrado el mediodía, como solía hacer cada fin de semana. Por suerte sabía cuál era el código para entrar a su piso, de manera que no tendría que despertarle y aguar la sorpresa.
Con cuidado abrió la puerta y entró intentando no hacer ruido. Apenas podía caminar sin que las bolsas de la compra y el envoltorio de las flores crujieran, pero consiguió llegar a la cocina y cerrar la puerta sin formar ningún alboroto. Entonces empezó a preparar el desayuno a gran velocidad, temeroso de que este despertara antes de lo previsto. Y para gran alivio de este, Taekwoon consiguió terminarlo sin quemar ni formar un estropicio.
Para el toque final cogió un buen puñado de pétalos y los fue tirando de camino al dormitorio. La puerta estaba cerrada, así que intentaría no hacer ruido al mover el pomo y terminar de poner el resto de los pétalos sobre las sábanas y al pié de la cama.
Pero cuando abrió finalmente la puerta todo su plan, o más bien él, se vino abajo. Con una simple mirada desde donde estaba pudo notar algo extraño en el interior del dormitorio. Había un montón de ropa en el suelo y no supo reconocer parte de ella. Pero cuando se movió a un lado, dejando que la luz del pasillo alumbrara mejor el interior, finalmente vió de que se trataba.
Hakyeon no estaba sólo.
*~*~*~*~*~*~*
Veinticuatro llamadas perdidas y ocho mensajes de voz más tarde, Taekwoon sentía que el odio y la humillación habían dejado paso a la tristeza y el dolor. Aunque también podría ser que el rastro del alcohol en él estaba perdiendo efecto. No sabía cuántas horas llevaba en aquel antro ¿Diez? ¿Doce? Había perdido la cuenta y sinceramente ya no le importaba.
- Señor, vamos a cerrar. - le anunció el camarero que atendía la barra - ¿Quiere que le pida un taxi?
- No. - musitó con pesadez Taekwoon -. Gracias.
No le apetecía moverse ni ir a ningún lado, sólo quedarse escondido en algún lugar oscuro y no volver a salir en un buen tiempo. De modo que era una lástima tener que marcharse, pero no había otra alternativa. Aunque no echaría de menos el olor a tabaco en el aire.
Afuera estaba empezando a llover y por mucho que caminara parecía que no fuera a encontrar ningún otro bar abierto. Algo le decía que no estaba yendo en la dirección correcta y que sin querer se habría desviado de su destino. Así que cogió el móvil para situarse y elegir el camino a seguir, pero justo entonces notó cómo alguien chocaba deliberadamente contra él.
- ¡Mira por dónde vas, idiota! - oyó decir a su lado.
Taekwoon no pudo evitar reírse ante lo ridícula que le parecía aquella escena. El otro individuo había sido el que le había golpeado y aún así se atrevía a acusarle a él.
- ¿No vas a disculparte? - preguntó con aire ofendido su interlocutor mientras Taekwoon se volvía para hacerle frente.
Ahora que lo veía de cerca pudo comprobar que no era ni más alto ni más fuerte que él, y se atrevería a decir que también parecía más joven. Lo que le hizo pensar que aquel ser estaba loco por siquiera exigir una disculpa.
Le hubiera gustado responderle, pero no iba a empezar una discusión en medio de la calle a altas horas de la madrugada. De modo que se giró con intención de seguir su camino. Pero antes de conseguir dar un par de pasos, notó cómo este le agarró súbitamente del hombro, deteniéndole.
- Pero, ¿quién te crees que eres? - insistió.
Aquel simple tacto logró terminar de provocar la ira de Taekwoon, y en menos de un segundo ya estaba sobre aquel tipo moliéndolo a golpes. Tras lo que le parecieron varios minutos el hombre dejó de moverse y el más alto se encontró así mismo sobre el cuerpo de aquel hombre tendido en la acera, sonriendo.
De pronto sintió un fuerte impacto a la altura de la coronilla que le derribó y alejó del muchacho. No supo cuanto tiempo permaneció inconsciente pero creyó oír el grito de una mujer y cómo al instante quedaba inmovilizado contra la carretera, con un enorme peso sobre él que le impedía moverse.
Sintió un intenso dolor sobre el rostro seguramente de cuando su cabeza chocó contra el suelo. Del mismo modo en el que notaba algo sobre él oprimiéndole el pecho, provocando que le faltara el aire de golpe.
Sus ojos empezaron a cerrarse casi sin esfuerzo, como si estos hubieran estado aguantando un gran peso durante demasiado tiempo. Lo último que recordaba era el sonido de una ambulancia acercándose a ellos y cómo su cuerpo temblaba de frío completamente empapado por la lluvia.
Después, todo se volvió negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Tus comentarios son importantes para que el blog siga creciendo!