jueves, 16 de febrero de 2017

(Leobin) Le beau et la bête -Mini Serial- Capítulo 1


          Nota: Chan Chan Chaaaan... Primer capítulo. La historia sigue y en ella aparecen nuevos personajes. ¿Qué habrá pasado con Taekwoon? ¿Cuándo conocerá a Hongbin? La respuesta está un poco más abajo. Espero que os guste.




      

*Ocho años más tarde*

          Aquella mañana el señor Lee había despertado más temprano de lo habitual. Tanto que incluso le daría tiempo a ver los primeros rayos de sol del amanecer desde la ventana de su habitación.

          Normalmente los días comenzaban cuando su hijo mayor le despertaba, pocos minutos de antes irse en bicicleta a su trabajo a tiempo parcial. De ese modo era el señor Lee quien, más tarde, despertaba a su hijo menor. Después ambos disfrutaban el desayuno que esperaba por ellos, preparado por el mayor de los dos hermanos.

          Sin embargo, aquella madrugada a mediados de septiembre solía resultar significativamente diferente al resto de días del año. El señor Lee aprovechaba que sus hijos aún dormían para encargarse de preparar un buen desayuno, y decorar con flores la pequeña cocina de su hogar. Tal y cómo lo había estado haciendo desde hacía casi nueve años atrás.

          Normalmente también habría preparado algo especial, un obsequio fabricado con sus propias manos como regalo. Pero ese año su sueño se vio truncado. Debido a un reciente malestar físico le había sido imposible incluso asistir con regularidad a su trabajo.

          El hecho de no tener nada que ofrecer tenía algo nervioso al hombre, y por eso mismo no había descansado lo suficiente la noche anterior. Mas, ya no había nada que pudiera hacer para enmendarlo, o eso creía él. De repente tuvo una brillante idea, hoy iría a trabajar y a la vuelta traería un precioso regalo. Aquella bendita resolución le aligeró el pesar de su conciencia.

          Cuando acabó de decorar la estancia, se sentó en una de las sillas de la cocina y esperó pacientemente hasta notar la familiar vibración en el suelo de la sala, generada por dos pares de pies descalzos correteando por el pasillo.

          - ¡Papá! -  dijo con sorpresa el hijo mayor cuando llegó a la estancia.

          - ¡Buah...lo ha vuelto a hacer! - añadió el menor, igualmente emocionado.

          - “Feliz cumpleaños, Hongbin” - declaró entonces el hombre con una sonrisa.

          El mayor de los chicos pronto se echó a los brazos de su padre y le abrazó con fuerza. Seguidamente posó sus labios sobre la mejilla del anciano y le dio un gran beso mientras los ojos del hombre se convertían en dos finas curvas de pestañas y arrugas.

          Luego Hongbin se separó ligeramente para poner la punta de los dedos de su mano sobre su barbilla y, luego, lanzarlos hacia delante con suavidad.

          - “Gracias”. - declaró para luego volver a abrazarlo.

          - Felicidades hyung. – dijo a su vez el pequeño de la familia, aunque éste prefirió sentarse a la mesa y atacar su desayuno antes de ir junto a su hermano.

          - Gracias Wonbin. - le respondió el mayor con un sonrisa mientras finalmente terminaba con aquel abrazo -. “Papá, vamos a desayunar”. - siguió hablando, esta vez dirigiéndose a su padre.

          - “Bien”. - contestó este siguiendo a sus hijos y sentándose a la mesa -. “Pero no tengo ningún regalo preparado para ti este año. Lo siento.” - agregó con tristeza.

          El mayor de los chicos sonrió y meneó la cabeza de lado a lado.

          - “Está bien, no necesito regalos”. - dijo Hongbin mientras intentaba desayunar sin dejar de observar a su padre.

          - “No, es tu cumpleaños y yo quiero darte algo.” - insistió el hombre -. "Dime, ¿qué te gustaría?”

          Hongbin se tomó su tiempo para responder mientras saboreaba una cucharada de cereales con leche. Agradecía la buena voluntad de su padre pero ya era mayor para pedir cosas, ahora él se encargaba de sus propios gastos y necesidades.

          - “Mi regalo es teneros a vosotros dos conmigo, celebrando mi cumpleaños”.

          - “Si no quieres nada no probaré el desayuno”. - advirtió el padre con seriedad dejando a un lado su taza de café.

          - Será mejor que pidas algo de una vez, sabes que cumplirá su promesa. – dijo con tono cansado Wonbin.

          El mayor volvió a sonreír y esta vez se dio un poco más de prisa en responder.

          - “Está bien...” - accedió Hongbin también de acuerdo en acabar aquella disputa lo antes posible -. “Me gustaría que me regalaras una flor”.

          Tanto el padre como el hijo menor se miraron un instante sorprendidos con aquella declaración, mientras que Hongbin sonrió triunfante, disfrutando nuevamente de su desayuno.

          El motivo de su alegría no era otro que haberle pedido algo francamente sencillo ya que el señor Lee no era otra cosa que jardinero. Lo que conllevaba a que, su propia casa también estuviera repleta de flores, de distintas variedades y colores. Incluso en aquella misma cocina estaban rodeados de ellas.

          Por lo que prácticamente Hongbin le había pedido que se levantara, eligiera una entre todas ellas y se la entregara. Sencillo, cómodo y, aún más importante para Hongbin, barato.

          - "De acuerdo". - respondió el padre sin perder el buen ánimo -. "Cuando regrese de trabajar tendrás tu regalo".

          - "Creí que te quedarías hoy en casa". - dijo con cierto tono preocupado Hongbin -. “Aún sigues enfermo”.

          - "Pero me encuentro mejor, así que puedo volver de nuevo a mi puesto". - respondió éste sin mostrar signos dar su brazo a torcer -. "Pero ahora desayunemos, se va a enfriar la comida".

          Hongbin no estaba totalmente convencido con dejar marchar a su padre al trabajo, aunque este mostrara una pequeña mejora. Era un hombre mayor ya que tuvo tardíamente tanto a Hongbin como a su hermano menor, y no disfrutaba de la buena salud y vitalidad que tenía cuando era más joven.

          Pero también era bueno que no faltara muchos días del mes, ya que significaría una reducción considerable del único sueldo estable de la familia. Supuso que su padre habría pensado lo mismo, pero aun así el hijo mayor no pudo evitar debatirse internamente.

          - "¿Estás seguro de que quieres trabajar?" - preguntó intentando no sonar insistente -. "Puedes esperar un día más y descansar un poco".

          - "No, ya me encuentro bien". - reafirmó el hombre -. "Además, muchas flores del señor Jung necesitarán que vuelva para cuidar de ellas".

          Hongbin agachó la cabeza, derrotado al escuchar aquella justificación, no podía rebatir nada cuando usaba a las flores del señor Jung como excusa. En realidad el joven sabía cuáles eran los verdaderos pensamientos de su padre, y el significado oculto que había en aquella frase: “El señor Jung necesita que vuelva”.

.-.-.-.-.-.


          Había llegado a tiempo, un día más y aquellas preciosas rosas jamás habrían podido recuperarse. El señor Lee se sintió satisfecho con su trabajo mientras miraba a su alrededor, contemplando su obra. Aquel maravilloso jardín no podía haber quedado mejor. Desde las enredaderas que cubrían la gran casa hasta los cipreses y setos que delimitaban el terreno, todo era absolutamente bello.

          Había empleado toda la mañana en recoger la hojarasca, igualar el césped, podar los árboles y abonar las flores. Luego el cocinero le trajo su comida y una botella de agua, y ambos se sentaron a admirar el cielo.

          - "Te he echado de menos". - le dijo con cierta torpeza su compañero mientras movía las manos de manera exagerada.

          Él se rió y le pasó una mano por el hombro como agradecimiento. Le habría entendido perfectamente sin necesidad de que este le hubiera hablado con las manos, ya que sabía leer sus labios, pero aquel había sido un bonito acto de sincera amistad.

          - Espero que no vuelvas a ponerte enfermo nunca más. - le dijo mientras movía su boca a conciencia -. Este lugar se había vuelto solitario sin ti.

          El señor Lee estudió la expresión en el rostro del cocinero y frunció el ceño, confuso.

          - El señor Park ya no viene tanto cómo antes y tú desapareciste por completo. - explicó el hombre -. Me sentía sólo.

          El señor Lee alzó su mano y señaló la ventana del primer piso que había sobre a la fuente de piedra, en la parte oeste de la mansión.

          - Él también está más callado y tranquilo que de costumbre. - dijo un poco más tarde, tras pensar cuál debía ser su respuesta -. A veces creo que no sale de su habitación, pero entonces veo la tapa del piano levantada y siento que vuelvo a respirar.

          El señor Lee asintió, mostrándole que sabía a qué se refería. Aquel pensamiento también se había posado en su cabeza más de una vez. La última había sido hacía un año y prefería no volver a recordarla.

          Un poco más tarde el cocinero se despidió de él y el hombre continuó con su trabajo. Las horas pasaron veloces hasta que el cielo se coloreó de un naranja claro y el señor Lee dio por finalizada su jornada.

          Fue entonces, cuando recogía sus instrumentos de jardinería, que posó los ojos en aquellas flores blancas y su corazón se aceleró. Por un momento se dejó llevar y empezó a caminar hasta el rosal, pero lo hizo muy lentamente, cómo si en verdad no quisiera acercarse.

          Llevaba en la mano las tijeras de podar, y estas pronto se volvieron más pesadas, haciendo notar su presencia. Entonces volvió a ver aquella brillante sonrisa y esos ojos castaños que ahora poseían sus hijos en herencia. Volvió a verla.

          Quizá estaba demasiado enfermo y deliraba, pero de veras la sentía frente a él, y hubiera querido que sus dos niños también la pudieran presenciar aquella magnífica visión.  Entonces lo recordó.

          "Me gustaría que me regalaras una flor".

          En su mente sabía que no debía hacerlo, pero su corazón dictaba otra orden. Ojalá no lo hubiera hecho, ojalá no hubiera empuñado esas tijeras, y ojalá hubiera alzado la vista para comprender que no estaba sólo en aquel jardín.

          Pero las cosas no fueron así, y antes de darse cuenta ya tenía a la bestia sobre él.


.-.-.-.-.-.


          Era bastante tarde, pero su padre aún no había vuelto y eso le inquietaba. El señor Lee siempre solía terminar de trabajar antes de que anocheciera, para evitar encontrarse con maleantes o algún animal salvaje en el camino. Y sin embargo, seguía sin aparecer mientras la oscuridad de la noche seguía cubriendo las calles del pueblo a un ritmo desenfrenado.

          - Debería estar ya aquí. - le dijo realmente preocupado a su hermano menor -. Sabe que no me gusta que vuelva cuando ha oscurecido.

          - Puede que se haya entretenido con tu regalo. - le contestó Wonbin -. Dale unos minutos más antes de ponerte histérico.

          Hongbin observó a su hermano durante un instante antes de volver a mirar por la ventana del salón. No estaba de acuerdo con el menor, su padre aún estaba enfermo y no le convenía estar aún por las calles a esa hora. Durante un momento se preguntó si debía salir en su busca, pero entonces cayó en que no sabría por dónde empezar a buscar. El hombre podría estar dando vueltas por el pueblo o no, no le había dicho si pensaba ir a algún lado tras salir de trabajar.

          - Sigues preocupado, ¿verdad? - preguntó Wonbin pasados unos minutos, acercándose a su hermano y mirando igualmente por la ventana.

          Hongbin sintió como una mano más pequeña que la suya le acariciaba el brazo y entonces se giró hacia su hermano. Este también parecía preocupado pero intentaba aparentar estar tranquilo, quizá para no inquietarlo más. Los ojos del mayor viajaron hacia la mano de Wonbin que ahora se agarraba a la suya, y luego pasearon desde su muñeca hasta la manga de la camiseta, para finalizar dando una hojeada por todo el vestuario del menor.

          Llevaba su antigua ropa, la que él mismo había usado cuando apenas era un adolescente, pero a Wonbin le quedaba mejor. Su hermano siempre había sido muy guapo, y el rostro que antes desprendía ternura ahora dejaba a la mayor parte de las chicas de su edad suspirando por él.

          Había crecido bajo mucho estrés y sin madre, pero nunca le había oído quejarse ni pedir nada y en cierto modo se preguntó si aquello era culpa suya. De lo que no cabía duda era que este resultaba ser un chico muy maduro para su edad y de que se había convertido en un gran apoyo emocional para Hongbin antes de que este se hubiera dado cuenta.

          - Me da miedo que se haya podido desmayar por el camino o que le haya pasado algo aún peor. - confesó Hongbin, aún más seguro de que algo le debía haber ocurrido.

          - Entonces sal a buscarlo, yo esperaré aquí. - le dijo finalmente el menor -. No le abriré la puerta a nadie a menos que seáis tú o papá.

          Y Hongbin no necesitó ni una palabra más para ponerse en marcha.

          Nada más salir de casa preguntó a un par de vecinos de la zona si habían visto a su padre aquella tarde, y todos coincidieron en la misma respuesta: “No lo he visto desde esta mañana, cuando se fue a casa del señor Jung”. Eso sólo le hacía pensar que sus sospechas estaban a un paso más cerca de cumplirse.

          Volvió corriendo a casa y recogió su bicicleta del pequeño jardín delantero, pero antes de llegar a montarse en ella la puerta de la entrada se abrió y su hermano salió del interior.

          - ¿Le has encontrado?

          - No, no ha vuelto al pueblo desde esta mañana. - anunció con la voz acelerada -. Quédate dentro, iré a buscarlo a casa del señor Jung.

          Aunque vio un rastro de duda en el rostro del menor este asintió y rápidamente obedeció a su hermano. Tras oír como la puerta de la entrada se cerraba tras él, Hongbin no tardó en ponerse en marcha y pedalear hasta el camino que conducía a los terrenos privados del señor Jung Taekwoon. Pensó que en el peor de los casos se lo encontraría en el camino, o eso se esforzó por creer.

          Nada más tomar el desvío hacia el empinado sendero sintió como se le encogía el corazón. Hacía muchos años que no había vuelto a pasar por allí y, sin embargo, cientos de recuerdos acudían a su mente con una claridad abrumadora. Se le hizo un nudo en la garganta al pensar en aquel tiempo, en el que cada mañana acudía a la casa de campo con su madre. Y en el que los señores Jung aún vivían.

          Siempre que pensaba en ellos una triste sonrisa afloraba en su boca. Siempre estaría en deuda con aquella dulce pareja por cómo le habían acogido a él y a sus padres, y por eso mismo le dolía que ambos hubieran muerto tan trágicamente.

          Según se contó en el pueblo fueron arrollados por un vehículo que perdió el control por culpa de la lluvia. Tanto el conductor del otro coche como los mismos señores Jung perdieron la vida aquella fatídica madrugada. Sólo el hijo de estos, Jung Taekwoon, que se encontraba en el asiento trasero logró sobrevivir. Pero incluso este estuvo a las puertas de la muerte durante semanas, mientras permanecía ingresado con graves heridas en el hospital.

          Aquel año Hongbin no sólo perdió a su madre, sino a dos bellísimas personas que siempre le cuidaron cómo a un hijo más. Fue duro para él y para su familia superar aquella gran pérdida. Durante los meses que el joven señor Jung estuvo en la unidad de cuidados intensivos su padre perdió el trabajo que había tenido en casa de los señores Jung, al igual que el resto del personal. Y con ello Hongbin y su familia vivieron la peor época económica de su vida.

          Pero fue un gran alivio ver cómo el joven, y nuevo señor Jung, volvió a contratar a su padre nada más instalarse en la casa de sus padres para su recuperación. Aunque no todos los miembros el servicio tuvieron la misma suerte. Solo dos empleados más fueron llamados además de su padre y aquello no cayó bien en todo el pueblo.

          Más tarde, cuando los lugareños se percataron de que Jung Taekwoon no abandonaba la casa y que nadie del personal parecía querer hablar del muchacho, la gente empezó a crear rumores y malas historias sobre él. Pero cuando el aniversario de la muerte de sus padres llegó, y el pueblo entero se reunió para honrarlos, el joven señor Jung no se presentó y en consecuencia desencadenó una ola de odio y repudia hacia él.

          Desde entonces y hasta ese mismo día los vecinos empezaron a despreciarlo. Se dijo que era un hombre frío y huraño, que no quería a sus padres y que, ahora que había heredado su fortuna y la empresa familiar, se había convertido en un hombre cruel.

          Sin embargo Hongbin no creía en aquellas mal infundadas acusaciones. Conoció a los señores Jung y supo por ellos que Taekwoon era un chico amable, dulce y que siempre se preocupaba por los demás. También que era muy trabajador y que prácticamente se desvivía para gestionar la empresa de su padre, con el sueño de alguna vez dirigirla. Un chico prometedor y entregado que, por desgracia no disponía de mucho tiempo para él mismo ni para visitar a sus padres con regularidad.

          Recordaba haber visto su coche llegar una tarde, y cómo su madre le indicaba que ese era el hijo de los Jung desde los ventanales de la cocina. Y, aunque no llegó a verle la cara, supo por cómo abrazó a sus padres al llegar al porche que los quería tanto como ellos a él.

          Un hombre cómo ese no podía ser de ningún modo malo o cruel. Hongbin creía que su extraño comportamiento y su confinamiento se debían a la vivencia de aquel accidente y todas las heridas tanto físicas como mentales que este le produjeron.

          En una ocasión le preguntó a su padre sobre él, y este le confirmó sus sospechas.

          - "El señor Jung es muy diferente de lo que fue una vez. Sin embargo sigue cuidando aquello que sus padres dejaron para él con un cariño y respeto admirables. La empresa, la casa y sus empleados son lo que más protege".

          Sin embargo el hombre mayor admitió que desde que volvió a trabajar como jardinero no había visto al Taekwoon ni una sola vez. En ocasiones veía su sombra desde la ventana de su cuarto, u oía su voz desde el interior de la casa. Pero nunca se presentó ante él y, por lo poco que había hablado con el cocinero, solo el mayordomo principal era el único que había visto al hombre después de su regreso a la mansión.

          - "Creo que no se siente cómodo saliendo al exterior, y que se encarga de dirigir la empresa desde casa. Su primo es ahora quien se ocupa de representarle frente al resto de inversores y accionistas. De vez en cuando aparece por la casa y me saluda cuando estoy allí".

          Hongbin había sentido lástima por aquel pobre hombre, pero supuso que con el tiempo el sufrimiento y dolor en él mermarían. Qué un día aquella casa volvería a brillar y que el señor Jung sería querido y respetado cómo sus padres. Pero los años pasaron y no parecía que aquella dulce ilusión fuera a cumplirse nunca.

          Ocho años encerrado en aquella casa... Solo de pensarlo un escalofrío recorrió su espalda.

          No tardó mucho más en llegar frente a la entrada principal, que no era mucho más que un muro de piedra con una puerta de hierro. Durante un momento se planteó llamar al telefonillo, pero entonces vio lo tarde que era y se preguntó si molestaría al señor Jung.

          Normalmente no había empleados en la mansión durante la noche y le preocupaba que este tuviera que salir a abrirle personalmente ya que no se trataba de una puerta automática. Pero tras apearse de la bicicleta y acercarse más a la puerta pudo ver que esta no estaba cerrada. Tan sólo llevaba puesto el pasador y este ni siquiera llevaba candado.

          Aun así no se sentía cómodo entrando a oscuras dentro de la propiedad, pero en ese preciso instante algo llamó su atención a través de los barrotes de la puerta: la silueta de un hombre sentado sobre las escaleras del porche. No dudó más, de un sólo golpe quitó el pasador y empujó la puerta para correr frente al individuo que había reconocido en la oscuridad.

          Al llegar a su lado vio que este tenía la cabeza escondida entre las rodillas y temblaba sin parar. Hongbin no tardó en cogerle de los hombros y agitarlo suavemente para que supiera que estaba allí con él. Sin embargo, cuando el señor Lee alzó la vista al fin y encontró a su hijo mayor su llanto empeoró.

          - "¿Qué ocurre papá?" - dijo asustado el joven - "¿Por qué lloras?"

          - "He cometido un grave error y...". - respondió tras un rato el padre, que aún lloraba desconsoladamente -. "Y el señor Jung me ha despedido. Lo siento mucho hijo".

          Durante un momento Hongbin creyó haber entendido mal a su padre, pero cuando volvió a ver el rostro angustiado de este supo que le había comprendido perfectamente..

          - "Pero, ¿por qué?" - quiso saber - "¿Qué le has hecho?"

          El hombre entonces sacó una rosa blanca de su regazo, y se la entregó con cuidado. Hongbin la observó con detalle y entonces sus ojos brillaron con tristeza al comprender la procedencia de esta.

          - "Me pediste un flor y yo quise entregarte esta". - explicó el señor Lee -. "Pero olvidé que no me pertenecían".

          - "¿Por una rosa?" - preguntó incrédulo.

          - "El señor Jung se enfadó y yo no supe reaccionar a tiempo. No pude hacerle ver lo mucho que lo sentía, no pude llegar a comunicarme con él...". - dijo el hombre con pesar mientras se cubría la cara -. "Nunca me había sentido tan inútil".

          - "Oh, papá". – dijo su hijo alzándole el rostro con las manos - "¿Y por qué sigues aquí?"

          - "No me creía capaz de volver a casa sin trabajo, quería quedarme aquí y suplicarle que me perdonara". – respondió el hombre.

          Hongbin echó un vistazo a la mansión y entonces miró nuevamente a su padre.

          - “Papá, ¿el señor Jung está dentro?” -  Hongbin esperó a que su padre asintiera con la cabeza y luego continuó hablando –. “Entonces déjame que hable yo con él, le diré que lo lamentas y le pediré que te readmita”.

          - “No, Hongbin”. – le pidió su padre, agarrándole del brazo -. “El señor Jung es muy diferente a cómo nos lo imaginábamos. Se ha vuelto un hombre aterrador.”

          - “¿Entonces quieres qué nos volvamos a casa así?” – le preguntó el joven mientras se agachaba y miraba a los ojos a su padre -. “No le tengo ningún miedo, y sé que puedo arreglar todo esto.” – añadió mostrándole la rosa que aún sostenía en sus manos -. “Confía en mí.”

          Al principio el señor Lee dudó en dejarlo ir, pero terminó cediendo bajo la intensa mirada del menor. De modo que Hongbin se acercó lentamente hasta la puerta de madera de la entrada y llamó al timbre. Su padre seguía tras él, y se aseguró de que así fuera para que no pudiera llegar a leerle los labios.

          - ¿¡Qué!? – contestó una voz tras unos segundos, al otro lado del intercomunicador.

          - Señor Jung, soy Lee Hongbin y vengo de parte de mi padre. Querría hablar con usted y disculparme personalmente por el malentendido que ha ocurrido antes.

          - No ha habido ningún malentendido, le he visto apropiándose de algo que no le pertenecía y le he despedido. Todo está muy claro.

          - Por favor señor, mi padre no tenía malas intenciones. – añadió intentando explicarse -. Yo le pedí una flor porque era mi cumpleaños y el sólo quería complacerme, nunca imaginó que le tenía tal aprecio a sus flores.

          - Pues debió haberlo pensado antes, a mí nadie me engaña.

          Verdaderamente había notado algo extraño en la voz de Jung Taekwoon, un tono demasiado frío e indiferente al pronunciar aquella frase.

          -  Se lo suplico, dele otra oportunidad. – insistió el menor -. No volverá a cometer el mismo error.

          - No, y márchense de mi casa.

          - Por favor… Haré lo que lo que me pida, me arrodillaré ante usted si quiere. – declaró desesperado y al borde de las lágrimas -. Mi familia necesita este trabajo, se lo ruego señor Jung.

          Transcurrieron unos segundos en silencio hasta que al fin la voz volvió a sonar a través del aparato.

          - Acércate a la cámara.

          Hongbin se sorprendió ante la petición, pero rápidamente buscó una cámara en el intercomunicador hasta que encontró el pequeño objetivo. Se acercó e intentó adoptar una expresión más tranquila, aunque no terminó de ocultar su inquietud.

          - Entra, quiero hablar contigo a solas. - dictaminó tras lo que a Hongbin le pareció una eternidad.

          Poco después se oyó el ruido metálico de cuando la cerradura de la puerta se accionó, y el portón se balanceó un poco por la corriente. Hongbin no tardó en volverse hacia su padre y explicarle que iba a hablar con el señor Jung.

          - "Quédate aquí, no tardaré mucho". - dijo mientras le regalaba una sonrisa para infundirle esperanza.

          Y antes de que su padre pudiera decir o preguntar nada, Hongbin entró en la casa cerrando la puerta tras él. Pero lo que realmente lamentó el hombre mayor fue no poder advertirle de lo que pronto iba a ver.

          Si antes el camino a oscuras hasta la casa del señor Jung le había parecido sobrecogedor, el interior de la mansión terminó de ponerle los pelos de punta. Apenas se podía ver lo que había a más de tres metros de distancia salvo la parte superior de la escalera doble de madera, gracias a unos grandes ventanales que había tras esta al otro lado del recibidor.

          Hongbin habría huido de allí en el mismo instante que pisó ese suelo si el bienestar de su familia no dependiera de ello. Pero igualmente no pudo evitar encogerse al oír de pronto una voz dirigirse a él.

          - De modo que estarías dispuesto a hacer lo que fuera por mantener el sueldo de tu padre. - Hongbin alzó la vista y observó una figura alta descender lentamente junto a la barandilla de la escalera, que atribuyó al señor Jung.

          Notaba cierto tono peyorativo en aquella afirmación, pero no podía estar seguro ya que no podía ver el rostro de su interlocutor. Aun así no estaba en situación de sentirse ofendido, y tuvo que confirmar aquella declaración.

          - Mi familia sobrevive gracias a sus ingresos, - dijo siguiendo el movimiento de la silueta fantasmagórica - y a su amabilidad, señor. - se apresuró a añadir.

          Notaba como el hombre cojeaba ligeramente y que mantenía una postura encorvada, algo poco frecuente en la gente de su clase social. Pero igualmente caminaba sin dificultad y juraría que bajaba los escalones de dos en dos, como si quisiera llegar lo antes posible frente a él. De pronto volvió a sentir un escalofrío.

          - Eso no responde a mi pregunta. - dijo Taekwoon mientras llegaba al pié de las escaleras - ¿Harías cualquier cosa, por horrible e insoportable que fuera?

          De pronto a Hongbin le empezaron a temblar las piernas. No podía estar preguntándole aquello en serio. Pero parecía que el hombre de veras esperaba su respuesta, cómo quien espera oír las últimas palabras de un condenado a muerte. El menor tragó saliva, consciente de que aquello podría llevarle en una dirección que le aterraba siquiera imaginar.

          - Señor, yo...

          - ¡Contesta de una vez o márchate! - le rugió cómo si fuera más animal que hombre.

          Quizá algún día se arrepintiera o deseara haber cambiado sus palabras, pero en aquel momento eran las únicas que podrían salvar a su familia. 

          - Sí, señor. - respondió con firmeza, a pesar de tener un ligero temblor en la voz -. Haría lo que fuera.

          - Bien. – dijo empezando a caminar hasta Hongbin - ¿Entonces trabajarías para mí?

          Por un momento le pareció que aquel hombre había sonreído pero cuando llegó junto a él descubrió el origen de su confusión. El señor Jung llevaba una máscara puesta sobre la cara, con una extraña sonrisa pintada en ella. De pronto se preguntó si Taekwoon no tendría un desequilibrio mental, pero antes de llegar a una conclusión este se inclinó sobre Hongbin.

          - Recuerda, - susurró acercando su boca, o el hueco que había para esta en la máscara, al oído del menor – lo has prometido.

          No supo cuánto estuvieron así, pero cuando al fin Hongbin recobró la capacidad de hablar no tardó en mover sus labios para firmar aquel espeluznante contrato.

          - Sí, señor. – volvió a afirmar mientras cerraba sus manos formando dos puños y se auto-infundía valor -. Trabajaré para usted.

2 comentarios:


  1. Eso está bien! He leído su trabajo desde Rusia! Gracias! Se está a la espera para la continuación !!!

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    1. ¡Muchas gracias! No sé como has llegado hasta este lugar desde tan lejos, pero me alegro ^^.

      Saludos a Rusia <3

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