martes, 17 de enero de 2017
(YeLu) The Guardian -Serial- Capitulo 5
Notas: Tras unas semanas, un nuevo capítulo ¿Qué os va pareciendo? ¿Os gusta? Le he dedicado tiempo y muchas ganas a este fanfiction, la verdad, me hacia ilusión hacer algo realmente bueno y vuestra opinión me ayuda para saber si debo mejorar o no. ^^
-Aquí ya no tendrás a nadie vigilándote día y noche, así que prométeme que no vas a moverte ni harás nada que evite tu total recuperación -Caolu seguía con su interminable insistencia con que no me moviera o hiciera movimientos bruscos.
-Ya sé lo que debo hacer -puse los ojos blanco, dejando que me echara una manta por encima para que no cogiera frío-. Sé cuidar de mí misma ¿eh? No estoy inválida.
-Me da igual, no me fío ya de nada ¿y si te llega a pasar algo con ese idiota? Me muero.
-De eso ya hace días. Y en teoría ya está todo solucionado ¿por qué no lo dejas pasar simplemente?
-Porque no voy a dejar que nadie te haga algo malo ¿te parece bien?
No le insistí más. Si Caolu estaba más tranquila si se quedaba allí, intentaría portarme bien. Aunque me resultase algo complicado.
Habían pasado cuatro días desde el incidente del chico que intentó asesinarme. Se habían hecho investigaciones para saber si iba en nombre de alguien, pero al no saberse nada, se dio como que trabaja solo, que me odiaba y aprovechó que estaba débil. Pero yo no pensaba igual.
Ahora me encontraba en mi habitación, sin el dichoso cabestrillo y sin miradas de médicos que vigilaban hasta mi último movimiento por orden de Caolu. Sin embargo, estaba obligada a guardar máximo reposo. Eso significaba a seguir apostada en la cama y bajo la atenta mirada de Caolu.
Últimamente habíamos pasado mucho tiempo juntas. Yo había protestado, pero la verdad es que había disfrutado de hasta el último segundo que pasaba conmigo. Ya fuera regañándome porque me había ido de la sala o bien cuando se quedaba dormida sobre mí.
-Tengo que irme segura, voy a pasar todo el día fuera y no quiero volver y encontrarme que tienes la herida abierta de nuevo, o peor aún, un cadáver. No serás capaz de dejarme aquí sola ¿no? -Caolu jugueteaba con su cabello.
-¿Te vas?
-Para tu alegría sí. Tengo una misión y he de salir. ¡Cómo me entere que has salido de tu habitación en mi ausencia, te pongo un guardia en la puerta! -cuando decía algo con ese tono autoritario, sabía que iba en serio. Ya me lo había hecho cuando estaba en el hospital de La Guardia.
-Por fin podré descansar de ti… -mi broma me causó un golpe en el brazo bueno por parte de ella. Al menos conseguí que sonriera.
-Ya te lo digo en serio. Por favor, no hagas ninguna locura, que me voy preocupada.
-No te vayas así, que te desconcentras. No me moveré de aquí. Te estaré esperando pacientemente.
-¿De verdad?
-Lo intentaré.
-Ash, eres imposible -Caolu se puso en pie. La tenía desesperada. Hasta de esa forma se veía muy bonita.
-Ve con cuidado, ¿vale?
Tenía el mismo problema que cuando Caolu iba a alguna misión y no era conmigo. Incluso cuando me cabreaba con ella me pasaba lo mismo. Tenía el impulso a protegerla y a veces tenía sentimientos que no debía. No. Eso no era así. Todo era aprecio porque era una gran Guardiana, solo eso.
-Lo tendré. Me voy ya. He de prepararme y buscar a mi compañera, que creo que se llama Mihyun -Caolu depositó en mi frente un beso. Pude sentir sus sedosos labios sobre mi piel, provocando un cosquilleo. Un signo de debilidad. Mierda. Siempre me pasaba con ella y por más que me empeñaba en evitar, lo hacía más difícil.
-¡Vuelve bien! -con una sonrisa, despareció de mi habitación y yo noté un hueco vacío en mi con su ausencia.
Suspiré. Me esperaba un día bastante aburrido. Pasee la mirada por mi habitación que nadie había tocado en mi estancia en el hospital por lo que olía a polvo. Estaría muy sucia. Pero si me ponía a limpiarla, Caolu lo notaría y eso me llevaría a una nueva bronca.
Pero si me pasaba otro día más allí tumbada enloquecería. Lo pensaba muy en serio, por lo que acabé poniendo en pie. Algo habría con lo que pudiera entretenerme sin tener que hacer mucho esfuerzo.
Vi algo que me llamó la atención y que hasta ese momento no recordaba su existencia. Unos papeles salía de uno de mis cajones y lo cierto es que sabía lo que era. Una sonrisa ladina afloró en mis labios al darme cuenta que me olvidé con todo de la puerta enigmática de Jei y de la chica rubia.
Tomé los papeles y ojee de nuevo el perfil que tenía de ella. Por un momento, se me cruzó en la mente el nombre de la compañera que se iba con Caolu. Mihyun. La misma que tenía su perfil entre mis manos. Lo que significaba que estaría todo el día fuera.
Era una oportunidad de oro, la verdad ¿Cuándo iba a tener otra así que supiera que esa chica no iba a estar para pillarme? Que Caolu me perdonase, pero tenía que ir en busca de esa tarjeta que me permitiría saber qué escondía Jei.
Tenía un juego de ganzúas que me podía venir de escándalo para ese momento. Lo encontré rápidamente entre otros chismes que iba acumulando con la idea de que en alguna ocasión me serían útiles.
Pero algo que me comentó hace días Caolu me vino a la cabeza. Durante mi estancia en el hospital, había sucedidos varias deserciones más y algún que otro ataque por parte de los rebeldes. Nada simbólico. Pero que aun así, habían aumentado la seguridad. No me sería tan fácil acceder a la habitación de Mihyun sin levantar sospecha.
También pensé en lo que me diría Caolu al saber de mi paseo por la base de La Guardia. Pondría el grito en el cielo lo más seguro, pero no podía culparla si tenía pensado hacer mi pequeña escapada.
Sacudí la cabeza borrando la imagen decepcionada de Caolu. Yo la quería muchísimo, pero tenía que hacer algo por desenmascarar a Jei, aunque me costase una nueva pelea con ella.
Con todo lo que creía necesario, salí de mi habitación. No había nadie en el pasillo, menos mal que no tenía a nadie vigilándome como en el Hospital. Tampoco sabía qué diría si me llegasen a pillar paseando por una sección que no era la misma, pero algo se me ocurriría.
Caminaba por los pasillos, con un aire indiferente, hasta la sección del rango H. Tuve suerte, porque un rango más por debajo y las habitaciones de los guardianes eran compartidas entre cuatro. Y si ya tenía problemas con una, con cuatro tendría que fingir un incendio y la reprimenda y el castigo propio de después por desatar el caos.
Es cierto que algunos se me quedaban mirando mientras caminaba por allí. No sé si era por verme exactamente por esa zona o por el hecho de verme después de haber pasado un tiempo en el hospital. La historia de lo que sucedió con el hombre que intentó matarme seguro que había corrido como la pólvora.
Estaba entrando al pasillo donde debería estar la habitación de Mihyun y cuando más creía que ya no me pararían, me encontré de bruces con un chico que vestía de uniforme. Estaba haciendo una ronda y me había descubierto en un pasillo en el que no tenía que hacer nada.
-Identificación -me dijo con una voz autoritaria. Por suerte, llevaba colgando mi tarjeta. Con mi brazo bueno, se la tendí.
Dedicó su tiempo a revisar toda mi información y a comprobar si figuraba en la base de datos de La Guardia. Eso antes no lo hacía, pero imagino que por lo que me comentó Caolu de que habían aumentado la seguridad, ahora sería algo obligatorio.
-Es correcto. ¿Qué te trae por aquí? -nunca antes lo había visto. Su mirada era intensa y penetrante.
-Voy a buscar a una amiga porque necesito ayuda a para mover una cosa en mi habitación y con el hombro después del hospital, no lo puedo formar. Y para llegar a su habitación he de pasar por aquí -intenté que no sonara tan borde como acostumbraba a hablar, sino algo más dulce y simpática. Me asqueaba el tono que me salió.
-De acuerdo. No provoque ningún disturbio -dijo el joven sin ningún cambio en su autoridad.
-Perfecto -me despedía con un intento de una amable sonrisa. Si no fuera porque no quería levantar sospechas, lo hubiera mandado a la mierda bien pronto.
Asqueada por mi propio comportamiento, aceleré mi paso hasta la habitación HG-247, la que habitaba Mihyun. No quería perder mucho más tiempo paseando sin más. Tuve la suerte de que el pasillo estaba desierto, por lo que mientras forcejeaba la cerradura no tendría muchos testigos.
Hice un magnífico trabajo con la puerta. No dejé ni un rastro de forcejeo cuando usé las ganzúas adecuadas, encajarlas en la cerradura y haciéndolas girar en el sentido de las agujas del reloj. Un “clic” me indicó que la puerta estaba abierta.
Después de pasar toda mi vida en La Guardia me seguía sorprendiendo a mí misma de lo que era capaz de hacer de forma tan perfecta.
Con una sonrisa de triunfo, entre en la habitación sin tocar nada. No podía hacerlo para no dejar rastros. Me puse unos guantes blancos que tenía guardados en uno de los bolsillos y con un ligero toque, encendí las luces.
Esa habitación era un cuchitril. Un cuchitril arreglado y bastante ordenado, pero podría pasar todo el día buscando la tarjeta que buscaba entre tantas cosas que tenía la chica. Si yo fuera ella ¿dónde guardaría una tarjeta que daba acceso a un lugar ultra mega secreto?
Busqué con la mirada sitios donde se pudieran guardar tarjetas y que estuviera a simple vista. Pero no iba a ser tan fácil.
Me propuse abrir cajones o mirar debajo de la cama, pero había tanto objeto extraño allí bajo que no creí que estuviera ahí escondido. No tenía mucho tiempo para ir revisando rincón por rincón. Me acabaría comiendo el tiempo si no daba con la dichosa tarjeta, y a saber cuándo volvería a tener una oportunidad así.
De pronto vi semi escondida una especie de funda de gafas, por la que asomaba por la cremallera algo. Me resultaba muy sospechoso por lo que me acerqué para ver de qué se trataba. Lo que asomaba de la funda era algo similar a una tarjeta como la que estaba buscando.
Muy cuidadosamente la saqué para poder observarla detenidamente. En ninguno de los lados tenía escrito algo o algún dibujo. Era de color plateada y estaba algo desgastada. Solo eso. Esa debía ser mi tarjeta.
Satisfecha por mi hallazgo, era el momento de salir de allí. Abrí muy poco la puerta, aguzando el oído por si oía ruidos por el pasillo. Nada. Asomé la cabeza para comprobarlo. El pasillo seguía tan desierto como lo había encontrado en un principio.
Salí de la sección H con la adrenalina recorriendo hasta el último rincón de mi cuerpo. Había realizado trabajos similares muchas otras veces, pero nunca dentro de la base y mucho menos por su cuenta.
¿Y si iba ahora a la puerta de Jei para ver qué había escondido y acababa con todo aquello? No, era muy precipitado por varios motivos. Primero es que no tenía por seguro que allí no había nadie con quien pudiera encontrarme y segundo es que no me quedaba tanto tiempo como quería y si Caolu me pillaba fuera de mi habitación, estaba muerta.
Pero cuando caminaba tranquilamente hasta la sección B, una fuerte alarma comenzó a sonar a mí alrededor ¿qué había pasado? ¿Qué era eso? La gente que estaba a mí alrededor reaccionó igual que yo, buscando qué era lo que había sucedido ya que nunca antes hemos sufrido una alarma así.
-Todo el mundo al salón de concentración -una voz femenina se escuchaba por los altavoces, y que nos ordenaba congregarnos en una gran sala ¿pero entraríamos todos?
Yo caminaba haciéndome miles de preguntas, intentando descubrir por mi cuenta los motivos de aquella urgente llamada que nos convocaba a todos ¿y si había sido que yo había provocado algo? O por lo contrario ¿y si había sucedido algo grave con Caolu y nos lo querían comunicar?
Ya estaba empezando a preocuparme. La gente se estaba acumulando a mí alrededor, todos preguntándose unos a otros que habían sucedido para algo así. Nunca antes, en mis recuerdos, nos habían convocado en esa sala. Mucho menos a toda la base.
-Entren ordenadamente y sin formar disturbios -de nuevo la voz femenina por los altavoces.
Me encargué de guardar bien la tarjeta en uno de mis bolsillos mientras comenzaba a recibir empujones. No me hacía mucha gracia, mucho menos cuando me daban en el hombro malo.
Cuando por fin acabé dentro de la sala de concentración, me fui al final, a algún sitio oscuro desde donde entrada toda la sala en mi campo visual. Pasaron cinco minutos y la sala estaba abarrotada. Allí debíamos estar todos, incluso yo podía reconocer algunas caras. Todos sin saber los motivos de porqué estábamos ahí.
-Silencio por voz -una autoritaria y ronca provocó un silencio mortal en toda la sala. Era uno de los jefazos, uno de los que no veíamos nunca si no era algo muy grave.
Ha tenido que pasar algo muy importante para que estuviera allí.
-Ha sucedido algo que es imperdonable. Las normas en La Guardián se han visto obligadas a cambiarse por culpa de unos rebeldes que intentan quedar por encima de nosotros -allí había sucedido algo que escapaba a mi entender, algo que no me gustaba ni un pelo-. Esto no podemos permitir, así que os vamos a cambiar las formas a partir de ahora. Todo se va a volver serio para todos, sobre todo para aquellos que tienen pensado desertar para unirse a los rebeldes.
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