Notas: Tras ser elegido como el representante de Hogwarts en el Torneo de los Tres Magos, JongIn debe prepararse para las pruebas... sin embargo, no cree que él sea el adecuado para ello. ¿Se convencerá al final de que es un gran mago?
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Capítulo
4
Inseguridades
—Kim JongIn, te voy a matar —escuchó murmurar a TaeMin, pero no le hizo ningún caso y se quiso bajar de la cama. Sin embargo, cuando intentó hacerlo, su amigo no lo dejó, agarrándolo del pie y, al final, JongIn acabó dándose de bruces contra el suelo de madera—. Por las barbas de Merlín, ¿por qué te me subes encima?
—NaEun —señaló el chico desde el suelo, frotándose con la otra mano su nariz chata, en donde se había llevado todo el golpe—. Ha traído la respuesta de mis padres y tenía que abrirle la ventana.
—¿La habías enviado tú? —cuestionó su amigo, mientras el otro gateaba hasta donde se había posado la lechuza y extendía la mano para que le dejara la carta
—¿Quién sino? —dijo—. Obviamente era yo, no iba a ser JunMyeon, que ni sabrá que tienes una lechuza.
—¿Y yo qué sé? —tras escuchar estas palabras, JongIn dedujo que todavía era demasiado temprano para que su amigo coordinara bien y que era mejor dejarlo estar antes de que este siguiera diciendo una tontería tras otra.
Al ver que NaEun no dejaba la carta en sus manos a no ser que se acercara más, el chico se levantó del suelo y le quitó cuidadosamente el pergamino a la lechuza del pico, que protestó, pidiéndole algo de comer. JongIn se giró y buscó las golosinas del animal por el lugar y cuando las encontró le dio unas cuantas y luego le acarició la cabeza. Era una buena lechuza y muy bonita. Después de esto, se dirigió hacia su cama y se sentó en ella para abrir la carta de sus padres.
Querido Nini,
No sabes cuánto nos alegra que hayas sido elegido para representar a Hogwarts en el Torneo de los Tres Magos, es un gran honor para la familia Kim. Sin embargo, también estamos bastantes preocupados por tu seguridad ya que es algo muy peligroso. Esperamos que puedas hacerlo correctamente y si necesitas ayuda con algo, no dudes en pedírsela a tus mayores, no estás solo en esto.
Nos gustaría ir a verte competir, pero el Instituto Durmstrang está demasiado lejos y no podemos permitirnos los billetes de avión, pero intentaremos ahorrar para estar contigo en la última de las pruebas.
Recuerda que tanto tu madre como yo te queremos mucho.
PD: deja de enviar esos malditos bichos – mamá.
JongIn se sentía muy inseguro desde que había recibido la noticia de que sería uno de los campeones, pero tras leer las palabras de sus padres y el orgullo que sentían se notó un poco mejor. Incluso aquella posdata de su madre en la que le pedía aquello lo había hecho sonreír, cosa que no hacía desde algunos días atrás.
—¿Por qué no vienen tus padres con un traslador o con polvos flu? —cuestionó TaeMin, leyendo la carta por encima de su hombro. JongIn rápidamente dobló el papel y miró a su amigo, con los ojos como platos y el corazón bombeándole sangre a toda velocidad.
—Bueno… a mi madre nunca le han sentado bien ese tipo de viajes… —comentó—, se pone muy enferma cuando hace uno.
—Tu madre debe ser una bruja muy débil —dijo el otro.
—No… simplemente… está delicada de salud.
TaeMin pareció aceptar aquella respuesta y se retiró de nuevo a su cama para seguir durmiendo como si nada de aquello hubiera sucedido. JongIn maldijo internamente por no ser capaz de decirle muchas de las verdades de su vida a su mejor amigo solo por lo que este podría llegar a pensar de él.
★★★
JongIn aprovechó aquella tarde en la que se cruzó con la directora McGonagall para hablar con ella sobre el asunto que lo estaba llevando por la calle de la amargura. Probablemente la Copa hubiera visto algo en él, un potencial que ni él mismo sabía que pudiera tener, pero precisamente por eso, como no sabía cuál era, necesitaba un poco de consejo para ver qué era lo que debía hacer.
—¿Directora? —la llamó para que no pasara de largo en aquel estrecho pasillo del interior del barco.
—Señor Kim —lo saludó ella—. ¿Quería algo?
—Sí, la verdad es que sí —respondió.
—Dígamelo rápido, tengo algunas cosas que hacer.
—No sé qué hacer para prepararme para el Torneo —reconoció, agachando su cabeza, un poco avergonzado.
—Eso es algo que no sabe ni usted, ni los otros dos participantes —contestó la mujer, severamente—. El Torneo de los Tres Magos lo pone a prueba de diferentes maneras para sacar a relucir cada una de sus habilidades, señor Kim, y solo debe seguir su instinto y sobrevivir —el chico asintió—. Muy bien, si me disculpas, debo hacer algunas cosas —tras decir esto, la directora McGonagall siguió su camino, sin haberlo ayudado en lo más mínimo.
JongIn se sintió un poco decepcionado, pero quizás la mujer lo había hecho de esa forma porque por el reglamento no podía ayudar al representante de su colegio. Eso fue lo que se obligó a pensar el chico para no hundirse de nuevo, porque tenía que ser fuerte por sus padres, ser fuerte para que se sintieran orgullosos.
★★★
Varias semanas antes de que la fecha de la primera prueba se fijase en el calendario escolar, JongIn tuvo que asistir con los demás campeones a una entrevista obligatoria que debían hacer los tres chicos para darse a conocer en el mundo mágico y para generar expectación por el Torneo de los Tres Magos, que llevaba sin celebrarse desde la participación del mismísimo Harry Potter, dieciséis años atrás, cuando JongIn ni siquiera había nacido.
(El chico se había informado y se había enterado de que Harry Potter había sido aquel que había vencido al Señor Oscuro y que había salvado al mundo mágico de una era de oscuridad y de magia negra. Lástima que jamás hubiera viajado a Durmstrang para deshacerse de esta magia que poblaba el ambiente y que a veces no lo dejaba respirar con normalidad).
JongIn fue guiado por los pasillos del Instituto Durmstrang por su directora hasta llegar a una estancia que el chico no había visto nunca, aunque no era de extrañar porque no llevaba ni un mes en aquel castillo y cuando había estado dando vueltas con TaeMin, hasta que este se perdió, y luego con ZiTao, intentando encontrarlo, no lo vio todo. La mujer lo dejó allí, junto a los demás campeones y con un par de hombres que no había visto en su vida. El chico se acercó a ZiTao y a SeHun, mirándolos interrogante. El segundo desvió su mirada y JongIn no pudo evitar admirar aquel perfil de rasgos algo afilados, aunque suaves todavía y un poco redondeados por la adolescencia.
—Nos ha dicho que es el que va a hacer la entrevista —le contó ZiTao cuando salió de su ensimismamiento por la belleza del otro chico de la sala, respondiendo a su muda pregunta.
—Oh… vaya… —murmuró de forma completamente incoherente.
—Buenos días, campeones del Torneo de los Tres Magos —dijo el hombre, era menudo y tenía el pelo muy oscuro, o quizás era de tamaño normal y eran ellos tres los que medían un poco más que la media—. Mi nombre es Do KyungSoo y soy el encargado de haceros la entrevista —le estrechó las manos a los tres chicos con una pequeña sonrisa y luego se puso serio inmediatamente—. Vamos a haceros unas fotos y luego tendréis que contestar a las pertinentes preguntas para que la gente sepa más sobre vosotros.
Los tres chicos asintieron y luego el otro hombre que se encontraba en la habitación comenzó a hacerles fotos en diferentes posiciones y desde ángulos distintos. Quizás estuvieron más de mediar hora solo echándose fotos, en grupo, individuales y por parejas, pero cuando finalmente acabaron y tuvieron que ponerse a contestar las preguntas que KyungSoo les había dejado escritas en un papel, JongIn estaba sumamente harto de todo aquello y solo quería regresar al barco y meterse debajo de las sábanas para no salir de allí ni aunque un troll apareciera allí y quisiera matarlo lenta y dolorosamente.
Cuando llevaba como trescientas preguntas, el chico notó un movimiento a su lado y se giró con rapidez, descubriendo que era ZiTao quien se le había acercado. Intentó esbozar una sonrisa, pero estaba demasiado cansado como para ser cordial.
—¿Cómo lo llevas? —le preguntó.
—Mal —señaló JongIn—. Creo que aún me quedan cerca de quinientas preguntas que responder —ZiTao rio y eso hizo que al chico se le crispara la vena de la frente.
—Normal que te quede tanto si te afanas en responder con sinceridad y pensando mucho las cosas —dijo—. Intenta poner lo primero que se te venga a la cabeza, será más rápido y acabarás más pronto.
—Pero…
—Si eres completamente sincero desde el principio y no dejas a las demás personas descubrir poco a poco cosas sobre ti, no harás el juego interesante ni divertido —le aconsejó—. A veces… —murmuró inclinándose sobre su oreja—, es mejor que haya un poco de misterio —y sin más, se separó de JongIn, guiñándole un ojo y saliendo de la estancia.
JongIn vio cómo ZiTao se alejaba sintiendo cómo su corazón volvía a recuperar su ritmo normal después del bote que había pegado cuando sintió el aliento cálido del chico de Durmstrang rozando su oído. Tras unos momentos, en los que se quedó completamente en blanco, JongIn negó con su cabeza y comenzó a responder a las respuestas sin darles demasiadas vueltas para poder terminar lo más pronto posible y salir de aquella estancia en la que se sentía demasiado acosado por la mirada de KyungSoo.
★★★
En los últimos días, JongIn se había descubierto varias veces buscando con la mirada en el comedor a ZiTao cada vez que iba allí a comer hasta que lo encontraba. No sabía exactamente por qué lo hacía, si era porque quería ver cómo se comportaba para analizarlo como a su rival o si era por otra cosa completamente diferente por la que el chico lo hacía. Fuera como fuese, ese extraño comportamiento, había llamado la atención de su amigo TaeMin, que no perdió oportunidad de cuestionarle por qué hacía aquello.
—En serio, JongIn —comenzó, llamando su atención—. Si no fuera porque estás analizando a tu rival, pensaría que lo que quieres es comértelo entero y no solo con la mirada —el chico se atragantó con el zumo de calabaza que estaba bebiendo y casi se ahoga, pero no lo hizo finalmente.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó tosiendo y un poco asustado por lo que su amigo pudiera pensar de aquello.
—Bueno, porque no paras de observarlo fijamente —le contestó—. Si quieres que te ayude a analizarlo para que no sea tan cantoso me avisas.
—¿Se nota mucho que lo miro? —cuestionó con algo de angustia en su pecho por si el otro se había dado cuenta de su penetrante mirada.
—Creo que todos en el comedor se han dado cuenta de ello —bromeó TaeMin.
—Mierda… —el chico echó la cabeza contra la mesa y comenzó a darse pequeños golpecitos contra esta.
—No te pegues más, o te quedarás más tonto de lo que ya eres —su amigo hizo que dejara de darse golpes sujetando su cabeza con sus manos—. Pero tranquilo, él también te observa mucho cuando tú no lo estás mirando.
—¿De verdad? —preguntó JongIn, quizás demasiado rápido de lo que debería. No tenía que parecer interesado de otra forma en ZiTao, pero por algo que no llegaba a comprender, sentía que el Torneo le importaba menos que descubrir cosas del chico de Durmstrang para su propio interés.
—A veces pienso que eres muy gay cuando haces cosas como estas —murmuró TaeMin y JongIn tuvo que serenarse un poco.
—Dejaré de mirarlo tan descaradamente —comentó—, pero es que me da la sensación de que él sabe cosas que yo no.
—No debería darte esa sensación —dijo su amigo—. Es que sabe más cosas que tú.
—Gracias por animarme, TaeMin, muchas gracias, te debo una —dijo irónicamente, levantándose de la mesa y caminando hacia la salida, dejando allí plantado a su amigo.
JongIn salió del comedor resoplando. Estaba demasiado agobiado con lo del Torneo de los Tres Magos y lo que menos necesitaba era que TaeMin le dijera cosas como aquellas que hacía que todo fuera mucho peor. Tan metido iba en su mundo, que el chico no se dio cuenta de que caminaba en dirección a un chico alto de cabello plateado hasta que su boca no chocó contra la clavícula ajena y se mordió la lengua por el impacto.
—Lo siento —se disculpó JongIn, alejándose un poco del desconocido, dándose cuenta de que no le era para nada desconocido. Aquel chico siempre se encontraba junto a ZiTao, y JongIn no lo sabía porque se pasaba demasiado tiempo mirando al moreno, no, no era para nada por eso.
—No es nada —respondió el otro. Su voz era bastante grave y tenía un acento muy marcado, por lo que apenas pudo entenderlo. Sin embargo, el chico le sonrió y luego quiso seguir su camino, pero el otro lo agarró del brazo antes de que pudiera dar siquiera un paso y se acercó a su oído para susurrarle—. ZiZi me ha pedido que sea yo quien te lo diga para no levantar sospechas —murmuró, haciendo que un escalofrío recorriera la columna vertebral de JongIn—. En la primera prueba habrá que utilizar la fuerza para conseguir algo —y tras decir esto, soltó el brazo del más bajito y se adentró en el castillo.
★★★
—¿Fuerza? —cuestionó TaeMin por enésima vez.
—Sí, fuerza —volvió a responder JongIn, cansado de repetir lo mismo una y otra vez porque su mejor amigo no se creía que el chico hubiera recibido un chivatazo verdadero por parte de un alumno de Durmstrang.
—Pero… ¿estás seguro de que…?
—Maldita sea, TaeMin, sí —dijo, ya bastante enfadado.
—A ver, JongIn, que no lo digo por hacerte enfadar ni nada de eso, ¿vale? —su amigo se acercó a él y lo cogió por los mofletes—. Solo es que no me fío mucho de lo que te han dicho —JongIn puso morritos—. Quiero decir, ZiTao es tu rival… ¿por qué te iba a ayudar con esto?
—No lo sé… parece buen tío…
—Además, ¿por qué no te lo ha dicho él y ha mandado a otro? ¿Y por qué no te ha dicho exactamente qué es lo que habrá en la prueba y solo te ha dicho que hay que utilizar la fuerza para coger algo?
—TaeMin… no lo sé, sé exactamente lo mismo que tú de todo esto y solo podemos confiar en que me hayan dicho la verdad —se separó de su amigo y echó a andar hacia el campo de quidditch, lugar al que se dirigían antes de que el mayor hubiera comenzado a hacer las mismas preguntas una y otra vez. Sin embargo, se detuvo al dar unos cuantos de pasos y no sentir al otro caminar detrás de él—. ¿Me vas a ayudar o se lo voy a tener que pedir a JunMyeon?
—Te ayudaré… aunque no sé cómo… —respondió su amigo, llegando hasta él—. Te ayudaré porque eres el campeón de Hogwarts, porque perteneces a Slytherin y porque después de todo eres mi mejor amigo.
★★★
La fecha para la primera prueba del Torneo de los Tres Magos fue fijada para finales de aquel mes y JongIn estaba de los nervios y se ponía peor con cada día que se acercaba. Las pociones tranquilizadoras que le preparaba JunMyeon, el chico de Ravenclaw, comenzaban a no hacerle efecto y el chico sabía que era porque su cuerpo ya se había acostumbrado a tomarlas y necesitaba otra cosa más fuerte para poder calmarse.
Pero todo empeoró el día antes de la primera prueba.
JongIn no sabía por qué, pero la única manera que había sabido encontrar para quitarse aquella mala sensación que tenía en su cuerpo había sido llorar, a pesar de que llorar delante de su amigo TaeMin era someterse a sus burlas durante el tiempo que el mayor quisiese. Por eso, aunque sabía el resultado de aquella llantina, el chico no había podido evitarlo y llevaba derramando lágrimas en su cama desde que se había despertado horas atrás.
No estaba preparado para aquello, JongIn lo sabía y no entendía cómo los demás no lo veían. Él simplemente quería haber podido pasar su sexto año en Hogwarts sin ninguna gran molestia que lo alejara de los libros de texto y de las clases prácticas y no vivir una aventura. Las aventuras estaban reservadas para gente capacitada para sobrevivir a ellas y el chico no se veía capaz de acabar siquiera con vida la primera de las tres pruebas.
JongIn sintió un peso sobre su cama y se asustó, para luego relajarse al notar las manos de TaeMin recorriendo su espalda de arriba debajo de forma tranquilizadora.
—¿Qué te pasa, JongIn? —le preguntó en un tono de voz bajo y suave que casi nunca había escuchado salir de sus labios.
—Tengo miedo —susurró, encogiéndose un poco más dentro del bulto de sábanas que ya formaba.
—No tengas miedo, enano…
—Soy más alto que tú… —apuntó el chico, sorbiéndose los mocos.
—Dejando eso aparte… —rio el otro—, eres un maldito enano, un crío, porque solo los niños tienen miedo.
—Todavía no soy mayor de edad, así que sí, soy un niño —razonó JongIn, haciendo pucheros.
—Vamos… JongIn… no seas así… —TaeMin comenzó a moverlo encima de la cama—. Lo que quería decir es que esta es tu oportunidad de ser un hombre, de crecer, de demostrarle al mundo que lo vales.
—Pero yo no quiero demostrar nada jugándome la vida.
—Hemos estado practicando miles de hechizos en las últimas semanas, puedes hacer casi cualquier cosa que te propongas, así que deja de pensar que vas a morir nada más poner un pie ahí fuera —lo animó su amigo—. Mañana vas a triunfar como solo los héroes lo hacen, JongIn.
—¿Tú crees? —cuestionó el chico, girándose para ver a TaeMin con la expresión más seria en su rostro que jamás había visto.
—Claro que lo creo —respondió sinceramente—, y si yo creo que puedes hacerlo y soy la persona que mejor te conoce, es porque vas a salir victorioso.
—Gracias… TaeMin… —murmuró, atrapándolo entre sus brazos y volviendo a llorar.
—No hay de qué, no hay de qué —dijo el otro—, pero suelta, sabes que odio las muestras de cariño.
JongIn lo dejó libre, pero solo después de unos minutos en los que se sintió mucho más confortado por el abrazo a regañadientes de su amigo. Este tenía razón, podía hacerlo y como podía, lo haría, así que a la mañana siguiente se levantaría dispuesto a comerse el mundo.
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