Corría detrás de la pelota, la cual rodaba por la calle descontroladamente. No podía dejarla seguir alejándose más, así que hizo un pequeño es fuerzo con sus cortas piernas para intentar atraparla.
-¡Ei! ¡Cogelaa! -gritó sin dejar de correr a un chico que justo estaba hacia donde la pelota se dirigía.
El chico la miró algo extrañado, pero con un ágil movimiento, capturó la pelota antes de que siguiera alejándose.
-Ah, muchas gracias por evitar que siguiera alejándose -la chica se inclinó con gracia ante él. Este estiró sus brazos hasta ella devolviendo le la pelota sin decir nada.
Ella la cogió mirándolo con algo de curiosidad dibujada en su mirada.
-¿Cómo te llamas? -Preguntó alegremente. Aquel chico no era como los demás que ella conocía. Era diferente y tenia unos ojos muy bonitos.
-Kim Kibum -Contestó él con timidez. Agachó su cabeza algo ruborizado al ver como la mirada de la chica se clavaba en sus ojos.
-Yo soy Liu Amber ¿Quieres jugar conmigo? -Ella pudo notar que al decir aquellas palabras el chico se ruborizó y cerraba los ojos con fuerza. Sin pensárselo dos veces, Amber se alejó de él unos pocos pasos,y dándole una pequeña patada a la pelota, se la pasó a Kibum. Este con mirada extrañada, vio como la pelota llegaba hasta sus pies. La chica aquella…¿Por qué quería jugar con él? Al mirarla pudo observar que sonreía con amplidez y alegría. Su carita de niña tan redonda y amable le relajaba… Y le gustaba..
Sobre todo aquellos hermosos ojos grandes que le lucían bajo los rayos del sol… Kibum se armó de valor y le dio una patada a la pelota. En sus 6 años de vida nunca antes había jugado a la pelota con ningún otro niño, y menos una niña.
-¡Bieeen! -Amber aplaudió al ver que él se la había devuelto provocando en el pobre Kibum un sonrojo mayor. Cuando la chica se dispuso a volver a lanzarse la la voz de su madre sonó a lo lejos.
-Amber, vamos, venga.
La chica se giró hacía Kibum, haciendo una pequeña mueca de tristeza.
Este entendió que aquel momento de felicidad que se le había concedido ya acababa.
-Adiós, pequeño Key.
¿Key? ¿Así lo había llamado? Key… Mientras veía como la chica se alejaba en busca de su madre, Kibum se quedo allí de pie, mirando a la nada, y pensando que aquella chica que acababa de conocer le había marcado para siempre…
Key… Y aquel sobre nombre era el que siempre ha llevado desde aquel momento. Y siempre, Key recordaba aquel momento de cuando era tan sólo un niño y conoció a Amber, la cual le puso su nombre, la cual recordaba todos los días durante años, la cual miraba a escondidas en el colegio con miedo a que lo rechazase como amigo, la cual no se acuerda de aquel encuentro, la cual lo lleva odiando desde hace un año…
Un pesado suspiro atravesó sus labios. Se dio media vuelta en la cama. No quería salir ese día y menos saber nada de nadie. Tantos años buscando la suficiente valentía para presentarse ante Amber y justo cuando lo hace le acaban destrozando todo el trabajo. Ya estaba todo acabado.
-¡Key!
La puerta de su habitación se abrió de golpe y una voz chillona provocó que pegara un bote en la cama. Al girarse y ver a Krystal volvió a recostarse ignorándola.
La chica con una sonrisa en el rostro, cogió uno de los brazo de Key y empezó a tirar de él.
-Vamos, vamos, que tengo una sorpresa para ti.
-Ah, déjame, quiero descansar.
-No. Vas a venir conmigo, me tienes que ayudar.
Key, sin protestar más, se dejó llevar con cara larga ¿ahora que quería Krystal de él?