Título: 지금, 좋아해 (Now, I like it)
Pareja: SeulVi (ViVi + HaSeul) [LOONA]
Tipo: Yuri
Clasificación: PG–13
Géneros: AU | Romance | Drama | Fluff
Descripción: HaSeul nunca había estado interesada en el amor… hasta que
Vivian entró por la puerta de su habitación —y la de su
corazón— para quedarse.
Notas: Es el primer fic que escribo de LOONA, pero tenía muchas ganas de empezar a
escribir sobre estas niñas y este es el resultado. Espero que os guste.
La habitación se encontraba
totalmente a oscuras, a excepción de las luces cambiantes que procedían del brillo
de la pantalla del ordenador, y lo único que se escuchaba era el murmullo de
los diálogos y la música de la película que las dos chicas estaban viendo,
reclinadas sobre la cama de la menor de las dos. HaSeul no había parado de
bostezar desde el inicio de la película porque llevaba desde muy temprano fuera
de la cama, pero Vivian se había empeñado en que tenían que verla ese día o
sino, lo acabarían dejando y no la verían nunca. La menor no sabía cómo se las
apañaba, pero siempre acababa haciendo todo lo que ésta le pedía, aunque no le
molestaba realmente.
HaSeul estaba cansada, pero aun así,
poco a poco se había ido metiendo en la trama de la película y había acabado
totalmente inmersa en ella, tan inmersa, que no se dio ni cuenta de que a su
lado, Vivian había acabado por dormirse a mitad. Solo se percató de que la
chica dormía plácidamente en su cama cuando finalmente acabó la película y le
fue a preguntar qué le había parecido. En ese momento, HaSeul no pudo evitar
sonreír cálidamente porque aunque Vivian era un año mayor que ella, se
comportaba como si fuera bastante menor y la mayoría de las veces era demasiado
adorable, como en ese instante.
La chica terminó apagando su
ordenador y dejándolo con cuidado en el suelo, tratando de no despertar a
Vivian, para después acurrucarse bajo las sábanas junto a ella. No era la
primera vez que compartían cama porque en muchas ocasiones les había pasado algo
parecido y una se quedaba dormida en la cama de la otra, así que, aunque
realmente no se conocieran de tanto tiempo, no importaba demasiado. Después de
todo, ambas eran chicas y aunque Vivian fuera preciosa, HaSeul estaba
totalmente segura de que entre ellas no iba a suceder nada.
No obstante, aquella noche, fue la
primera que HaSeul no pudo dormir a pesar de que se caía de sueño precisamente
porque se encontraba en la misma cama que Vivian y se quedó toda la noche
despierta, observando el perfil de la mayor y escuchando su suave respiración.
Algunos meses antes, HaSeul se había
encontrado con la noticia de que alguien más iba a vivir en su casa a partir de
la semana siguiente de boca de su madre mientras desayunaba tranquilamente. Al
principio no le había prestado mucha atención a lo que le estaba diciendo la
mujer porque todavía estaba más despierta que dormida, pero cuando su madre se
sentó a su lado y le tocó el hombro, comenzó a atenderle antes de que ésta se
enfadara.
—No me estás escuchando —le había
dicho su madre en ese momento.
—Lo siento —respondió ella—. Sigo
dormida, repítemelo, por favor.
—Esta niña… —murmuró su madre,
moviendo su cabeza de lado a lado—. En fin, te estaba diciendo que la semana
que viene va a comenzar a vivir con nosotros la hija de unos amigos de tu padre
y míos —comenzó a explicar de nuevo—. Nuestros amigos de Hong Kong —aclaró—.
Fuimos a verlos algunas veces cuando eras más pequeña.
—Mmmm… creo que me acuerdo vagamente
—comentó HaSeul—. Aunque no estoy muy segura. ¿Por qué se viene a vivir su hija
aquí?
—Bueno, eras muy pequeña, es normal
que no lo recuerdes bien —sonrió la mujer—. Y Vivian viene porque ha sido
admitida en la universidad de Ansan y no tiene dinero suficiente para poder
pagarse un alojamiento por aquí, así que, sus padres nos lo pidieron como favor
y no hemos podido negarnos. No te importa, ¿verdad?
—No. Supongo que no —contestó—.
¿Dónde se va a quedar? Nuestro piso no es que sea demasiado grande.
—Se quedará en tu habitación —le
dijo, haciendo que abriera los ojos como platos—. En estos días traerán una
litera para que tengáis espacio para las dos y tendrás que arreglar tu armario
para que quepa la ropa de Vivian.
—Pero mamá… —replicó por primera vez
en la conversación porque no le parecía bien tener que compartir su espacio
personal con alguien más.
—Ni peros ni peras, Jo HaSeul —la
cortó su madre—. Es una invitada, no querrás que viva en el salón.
—No, pero…
—Entonces no hay más que hablar —zanjó
la conversación—. Espero que te portes bien con ella y que os podáis llevar
bien, sois más o menos de la misma edad.
Y tras decir aquello se había
levantado de la mesa y se había ido de la cocina casi sin darle tiempo a HaSeul
a reaccionar.
HaSeul y Vivian estaban en el salón
de la casa de la primera cada una enfocada en lo que debía de hacer sin
molestar a la otra. Habían aprovechado para estar en aquel lugar trabajando
porque no había nadie en casa y en la habitación, aunque había espacio, no
podían estar tan cómodas como lo estaban en aquel lugar. Ambas hacían trabajos
que les habían mandado sin dirigirse siquiera una palabra y sin molestarse,
pero HaSeul no podía evitar de vez en cuando separar la mirada de la pantalla
de su portátil para posarla sobre Vivian, porque cuando la chica se
concentraba, ponía una expresión completamente adorable en su rostro. La menor
se había caracterizado siempre por concentrarse en las cosas que hacía sin
perder el hilo a no ser que estuviera demasiado cansada y en esos momentos no
estaba nada cansada, por lo que no entendía por qué no podía dejar de mirar la
expresión de Vivian.
Aquello ya le había sucedido en
diversas ocasiones desde que ésta había llegado a su casa tiempo atrás, pero
HaSeul no le había dado demasiada importancia. Vivian era muy mona y no era
nada malo ni un delito quedarse embobada mirándola, significara aquello lo que
significara.
Había sido un día como cualquier
otro en la vida de HaSeul cuando Vivian entró en su habitación y en su vida. La
chica había estado trabajando en la cafetería de sus tíos unas horas para
cubrir a su prima en su día libre y después había dado una vuelta con sus
amigas antes de volver a casa. No había ocurrido nada fuera de lo normal y
HaSeul ya se había acostumbrado incluso a aquella nueva distribución de su
habitación en la que ya se notaba que próximamente iban a vivir dos personas y
no solo una como hasta el momento. Sin embargo, la chica no sabía que aquel
día, todo iba a cambiar para ella cuando escuchó unos suaves golpes en la
puerta y concedió el permiso para entrar.
Cuando se abrió la puerta,
lentamente y solo un poco, HaSeul no se esperaba que por el quicio apareciera
una cabeza de una chica de pelo color rosa chicle con un rostro sonriente que
no recordaba haber visto nunca antes.
—Hola, soy Vivian —le había dicho le
chica con un marcado acento—. A partir de ahora viviré aquí contigo, no te
importa, ¿verdad?
HaSeul no se había acordado para
nada de que aquel día era el día en el que llegaba la hija de los amigos de sus
padres —o igual es que su madre no se lo había dicho, porque si no se acordaría
de algo tan importante como aquello—, por lo que se quedó durante unos momentos
sin habla y con el corazón latiendo en su pecho a mil por hora por el
sobresalto. Sin embargo, cuando se repuso de la sorpresa inicial, se levantó de
la cama en la que estaba tumbada y se acercó a ella ofreciéndole una sonrisa.
—Bienvenida —dijo—. Yo soy HaSeul.
—Lo sé —respondió la otra—. Antes éramos
amigas, así que me gustaría ser tu amiga otra vez.
Y sin que HaSeul pudiera hacer nada
o decir nada, la chica se había acercado a ella los pasos que las separaban y
se había lanzado a sus brazos como si realmente se acordara de aquel tiempo de
su niñez y realmente la hubiera echado tanto de menos. HaSeul no supo cómo
corresponder aquel abrazo, pero se sintió contagiada de la energía positiva de
la chica y no pudo evitar sonreír. En aquel momento, HaSeul no sabía cómo
cambiaría su vida la llegada de Vivian a ella, ni siquiera lo intuía.
HaSeul estaba aquel día
tranquilamente en casa, con el chándal y un moño desordenado recogiéndole el
pelo porque hacía demasiado calor como para tenerlo suelto. Ya no tenía ningún
pensamiento de salir de casa aquel día y se había puesto a hacer un trabajo que
tenía que entregar a la siguiente semana, por lo que no estaba atenta a nada
más que al documento de Word que iba rellenando poco a poco con palabras,
deseando llegar al mínimo establecido para poder relajarse un poco. Sin
embargo, cuando escuchó cómo su teléfono móvil sonaba, no pudo evitar desviar
la atención de la pantalla del portátil para ponerla en la del móvil, viendo
que la que la llamaba era Vivian.
Con una sonrisa, la chica cogió el
teléfono y descolgó la llamada mientras con una sola mano trataba de terminar
la frase que estaba escribiendo para que no se le fuera de la mente.
—Dime, Vivian —dijo alegremente.
—HaSeul… —murmuró la otra en voz
baja—. No te rías de mí, pero me he ido a patinar antes y ahora no sé cómo
volver a casa, ¿puedes venir a buscarme? No creo que esté en un lugar demasiado
recomendable.
—Mándame la ubicación y voy para
allá.
La chica apenas escuchó la
confirmación de Vivian al otro lado de la línea cuando ya estaba saliendo de su
habitación corriendo tal y como estaba. No había atravesado siquiera la puerta
de su casa cuando le había llegado el mensaje de la ubicación de la mayor y a
HaSeul se le encogió el corazón. No sabía cómo se las había podido apañar, pero
Vivian había acabado en un barrio que realmente no era muy recomendable. No
estaba muy lejos, así que se daría prisa en encontrar a la chica antes de que
pudiera pasarle nada malo.
Por ese motivo, HaSeul se colocó las
zapatillas de deporte buenas y echó a correr lo más rápido que sus piernas le
permitieron para llegar lo más rápido posible al lugar en el que la mayor se
encontraba. No tardó ni media hora en llegar a ese sitio, pero cuando lo hizo,
el nudo que tenía en la garganta y el agobio que había sentido en su corazón
durante todo el recorrido, no fueron nada cuando vio cómo la chica se
encontraba acorralada contra la pared de un edificio por un chico. HaSeul nunca
se había caracterizado por ser demasiado valiente, pero en aquella situación,
con la adrenalina recorriendo sus venas, se sintió la persona más valiente del
mundo.
—He llamado a la policía —dijo de la
forma más calmada que pudo—, así que si no quieres meterte en ningún problema,
será mejor que te alejes de ella.
El chico se giró hacia HaSeul y ésta
puso su mejor expresión de psicópata en potencia, haciendo que el chico se
intimidara un poco porque no parecía ser más que un crío algo alto. Por este
motivo, la chica acercó a él con paso firme y mirándolo fijamente, sin
acobardarse por un segundo hasta que llegó a donde ambos se encontraban.
Probando a su suerte, estiró su mano hasta coger a Vivian por la muñeca y la
separó de la pared rápidamente, colocándola a su espalda.
—Pareces buen chico —comentó—, no te
metas en problemas.
Y después de aquello, echó a andar,
siendo seguida por Vivian rápidamente; pero ninguna de las dos echó a correr
hasta que no desaparecieron de la vista del muchacho. Sin embargo, en cuando
doblaron la esquina, corrieron tan rápido cómo sus piernas se lo permitieron
hasta salir de aquel barrio, donde HaSeul se pudo permitir respirar con
tranquilidad y ver cómo se encontraba la mayor.
—¿Estás bien? —le preguntó y la
chica asintió de forma enérgica.
—Gracias a ti —respondió abrazándose
a ella fuertemente—. No sé qué hubiera pasado si no llega a ser por ti.
HaSeul ya no sentía la opresión en
el pecho ni el miedo por Vivian que había sentido desde que había recibido su
llamada, en cambio, esa opresión fue reemplazada por un golpeteo rítmico de su
corazón, alegre por ver que la mayor se encontraba en perfecto estado.
Hacía dos años que había sucedido el
incidente con su ex novio. Habían sido dos años, pero HaSeul no había podido
olvidarlo porque algo como aquello era imposible de olvidar. Habían estado
saliendo juntos durante algunos meses y habían barajado la posibilidad incluso
de acostarse juntos porque se querían muchísimo, al menos, HaSeul lo quería
muchísimo y él nunca había dado muestras de lo contrario. Todavía seguían en el
instituto, pero ya estaban en el último curso y ambos eran lo suficientemente
mayores como para manejar aquella situación, por lo que HaSeul acabó
entregándole su virginidad a aquel chico para descubrir poco tiempo después que
todo había sido un engaño.
Justo después de acostarse la
primera vez, en un hostal de mala muerte a las afueras de Ansan para que nadie
pudiera verlos o reconocerlos, su novio comenzó a distanciarse de ella. No le
cogía las llamadas, no leía sus mensajes y la evitaba cuando se cruzaban por
los pasillos del instituto, pocas semanas después de que esa situación
comenzara, HaSeul se dio cuenta de que él ya estaba saliendo con otra chica,
cuando ni siquiera había cortado con ella.
En ese momento, se enteró de que el
que había sido su novio los últimos meses se dedicaba a buscar a chicas
inocentes con las que salir durante un tiempo, enamorarlas y obtener su primera
vez para después dejarlas tiradas como si fueran un pañuelo usado que ya no
iban a tocar más e ir en busca de una nueva víctima. HaSeul se vengó de aquel
chico exponiendo algunos de sus trapos sucios por toda la escuela para que todo
el mundo los supiera y después de eso se había jurado que jamás se iba a
enamorar más, porque aunque para él era solo un juego, ella había estado
enamorada.
Por ese motivo, HaSeul no había
vuelto a creer en el amor y, por ese motivo, cada vez que sentía cómo su
corazón latía de forma desenfrenada, lo achacaba a cualquier otra cosa antes
que al amor. De aquella forma, estaría protegida siempre contra las personas
que quisieran hacerle daño de alguna manera… aunque también, de aquella forma,
se cegaba completamente ante aquel maravilloso sentimiento y ante la persona
que se lo provocaba.
Después de lo que había sucedido la
semana anterior y de lo mal que lo había pasado HaSeul creyendo que a Vivian le
podía suceder algo malo, la chica había comenzado a cuestionarse qué era la
mayor para ella. Obviamente, la primera respuesta que se le vino a la cabeza
fue que ambas se habían hecho cercanas y habían acabado siendo amigas y que,
como amigas, no quería que a Vivian le sucediera algo… pero aquello no
explicaba la opresión en el pecho que había sentido mientras corría hacia ella
y sobre todo cuando la había visto rodeada de chicos que no tenían buenas
intenciones.
Por aquel motivo, HaSeul había
seguido cuestionándose una y otra vez aquello mismo, para esclarecerlo todo.
Sin embargo, ninguna de las respuestas que su cerebro le ofrecía le parecían
completamente satisfactorias, ninguna de ellas explicaba absolutamente todo y
ninguna de ellas incluía sentimientos. Pero la chica estaba totalmente segura
de que ella no sentía nada fuera de lo normal con respecto a Vivian, nada que
no sintiera con ninguna de sus otras amigas. Porque HaSeul estaba completamente
obviando la posibilidad de que se hubiera enamorado de Vivian.
Había pasado el tiempo desde la
última vez que se había enamorado y desde que le habían hecho tanto daño, pero
HaSeul seguía totalmente cerrada al amor de forma lógica. No obstante, viendo
que no había ninguna explicación plausible para explicar el motivo por el cual
su corazón latía de forma acelerada cada vez que estaba con Vivian o cómo no
podía evitar parar de mirarla cuando se concentraba porque ponía una expresión
completamente adorable o cómo había sufrido sabiendo que la mayor estaba en
peligro, a HaSeul no le quedó más remedio que dejar de negar lo que era tan
obvio.
Y
en el momento en el que HaSeul dejó de negarse al amor se dio cuenta de que se
había enamorado perdidamente de Vivian a pesar de que ésta no había hecho nada
especial para ganarse su corazón. Hacía dos años que había odiado aquel
sentimiento… pero ahora, gracias a ella, le comenzaba a gustar de nuevo.
—Bien, como vamos a compartir juntas
esta habitación durante los próximos tiempos, creo que es nuestro deber conocer
las cosas que nos gustan y disgustan para no molestarnos la una a la otra —comentó
HaSeul, mirando fijamente a la chica que se encontraba ante ella—. ¿Te parece
bien que nos vayamos haciendo preguntas la una a la otra o algo así?
—Me parece bien —respondió Vivian.
Solo hacía unos pocos días que
Vivian se había mudado a su habitación y aquel era el primer fin de semana que
pasaban juntas, por lo que era el primer momento real que tenían para tratar de
conocerse la una a la otra desde que la mayor había llegado desde Hong Kong.
Por eso, HaSeul quería aprovechar aquel momento para comenzar a dejar las cosas
claras y que no hubiera ningún malentendido entre ellas y para poder evitar
peleas innecesarias que no sabían que le molestara a la otra porque no se
conocían. Así que, aquella noche y madrugada la aprovecharon para aquel
menester y estuvieron haciéndose preguntas la una a la otra.
Así HaSeul pudo saber que a Vivian
le molestaba la luz para dormir, por lo que siempre tenían que estar las
persianas bajadas y que le gustaba el contacto físico, por lo que de vez en
cuando la abrazaría si no tenía ningún problema. También aprendió que le encantaban
los animales, que le gustaba mucho hacerse fotos porque había trabajado como
modelo en sus ratos libres en su ciudad natal, que su color favorito era el
rosa —por algo se había tintado el pelo de ese color— y que le encantaba salir
a patinar.
—Hay una última cosa, pero… —le
había dicho la chica, titubeante, como si no supiera realmente si debía decirlo
o no.
—Puedes decir lo que sea, tranquila —respondió
HaSeul—. Yo he dicho que suelo cantar mientras estoy dormida, no creo que sea
algo peor que eso.
Le había sonreído tras aquello,
tratando de darle ánimos y Vivian había correspondido aquella sonrisa de forma
tímida antes de coger aire para hablar.
—Me gustan las mujeres.
HaSeul no se lo esperaba para nada,
de hecho se esperaba algo como que era sonámbula o que cuando bebía alcohol
mordía como le pasaba a una amiga suya, pero aparte de la sorpresa inicial, la
chica no se sintió molesta por aquello. Ya estaban en el siglo XXI, los tiempos
estaban cambiando y las mentalidades también incluso en Corea del Sur, por lo
que no había ningún problema con aquello.
—Te
pueden gustar las mujeres o las piedras —respondió con una sonrisa—, a mí no me
molesta lo que te atraiga ni me voy a sentir incómoda contigo por ello, así que
no debes preocuparte por nada.
Vivian le había dedicado una enorme
sonrisa en aquel momento y después se había lanzado contra su cuerpo para darle
un abrazo fuerte diciéndole “gracias” una y otra vez, realmente agradecida.
HaSeul sabía que la homosexualidad no estaba demasiado bien vista, así que
suponía que la chica lo había debido de pasar mal debido a ello, por lo que le
devolvió aquel abrazo fuertemente, ignorando de forma deliberada la rapidez con
la que latía su corazón dentro de su propio pecho.
Habían pasado demasiados meses desde
la llegada de Vivian a la casa de los Jo y en esos meses habían pasado
demasiadas cosas entre ellas, tantas, que para HaSeul la chica había pasado de
ser una completa desconocida, a ser su amiga y, en aquellos momentos, a ser la
persona por la que sentía algo bastante profundo. Años atrás se había jurado
que jamás se iba a volver a enamorar de nadie, pero Vivian le había roto todos
los esquemas sin proponérselo siquiera y HaSeul había caído rendida a sus pies
sin darse cuenta de que lo hacía hasta que ya era demasiado tarde como para
intentar dar marcha atrás. Habían pasado tantos meses que ya habían llegado las
vacaciones de verano y Vivian se iba a ir en unos días a Hong Kong a pasar con
sus padres unas semanas antes de regresar a Corea para continuar con sus
estudios.
Desde que Haseul se había dado
cuenta de sus sentimientos por ella, había estado tratando de ver si la mayor
podía sentir algo por ella o no, pero Vivian era tan enigmática que no había
podido descifrar sus expresiones o sus reacciones cuando estaba con ella, así
que no había podido descubrir si sus sentimientos eran correspondidos o no. No
obstante, sabiendo que la chica se iba a ir y que no la iba a volver a ver en
un tiempo —y que probablemente pudiera irse de su casa
para vivir en una residencia de estudiantes haciendo que no pudieran verse de
forma frecuente— HaSeul quería decirle al menos cómo se sentía, aunque eso
supusiera que la relación entre ellas se enrareciera.
Por eso, la chica aprovechó un día
que estaban en la habitación que compartían sin hacer absolutamente nada para
comenzar a hablar sobre sus sentimientos.
—¿Sabes Vivian? —dijo, llamando su
atención—. Desde que mi exnovio me utilizó me juré que jamás volvería a creer
en el amor, que nunca me enamoraría de nadie.
—Pero el amor es un sentimiento muy
bonito —fue la respuesta que le dio la otra.
—Solo si es correspondido —comentó y
después suspiró—, pero por mucho que me propuse no enamorarme de nadie, al
final no he podido parar el sentimiento cuando éste ha aparecido.
—¿Qué?
En ese momento, Vivian se levantó de
su cama y corriendo fue a la de HaSeul, sentándose frente a ella con expresión
confusa, probablemente no entendiendo cómo se había podido enamorar de alguien
cuando prácticamente solo salía de casa para ir a clases y cuando se pasaba los
días junto a ella. La menor no pudo evitar sonreír ante aquello y preparar su
corazón para un inminente rechazo antes de seguir hablando.
—Así que… muchas gracias por
recordarme lo maravilloso que es este sentimiento, Vivian —confesó.
La expresión de la chica fue de
absoluta incomprensión durante algunos segundos, pero a medida que fue
procesando lo que había dicho HaSeul, una sonrisa encantadora se extendió por
sus labios, haciendo que a la menor le diera un vuelco el corazón.
—¿Por qué no me
dijiste que a ti también te gustaban las mujeres? —fue lo que preguntó Vivian.
—Porque tú eres la primera —respondió,
haciendo que la sonrisa de la otra se hiciera mucho más amplia.
—Entonces… ¿te gusto? —HaSeul
asintió—. ¿Y te será raro que te diga que me gustaste desde el momento en el
que entré a tu habitación?
—No —contestó—, porque puede que a
mí también me empezaras a gustar desde ese mismo instante.
—¿Te gustaría… intentarlo? —le
cuestionó entonces Vivian, casi con miedo a recibir una negativa.
—Me encantaría.
Notas finales:
—Como habréis
podido comprobar la historia se basa en escenas del presente, mezcladas con
escenas del pasado. Creo que ha quedado bastante claro a qué tiempo pertenece
cada escena, pero por si acaso, las impares son las del presente y las pares
del pasado.
—Realmente cuando
empecé a escribir el fanfic no tenía ni idea de que iba a ser como finalmente
ha sido, pero para ser el primero que escribo de LOONA y para no tener tampoco
demasiada información sobre ellas (aparte de la que se ve y/o intuye en los
vídeos de LOONA TV), estoy bastante contenta con el resultado, así que espero
que a vosotros también os haya gustado.
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