Notas: ¡Hola a todos! De nuevo un capitulo que no podéis perderos de The Guardian, porque en todos, hay información que posteriormente será importante conocer. Espero vuestro bonitos comentarios y traeros nuevas historias pronto eh. 😘
Jei había sido una ingenua al marcharse dejando toda esa información intacta. Podría darla a los altos rangos y acabarían con todos los rebeldes, pero antes tenía que sacar a Caolu de entre sus filas. No dejaría que a ella le pasara algo.
Ese mismo día tenía una misión, lo que significaba que después de tanto tiempo encerrada en la base podría salir. Aunque antes, Dokyun se había citado conmigo. El muy desgraciado quería avances por si “no volvía”.
Le preparé una lista de nombres basándome en la información de Jei, tanto de rebeldes como de posibles bases en las que había descartado sin lugar a duda que Caolu pudiera estar. Eso sí, mandaba de cabeza a unos cuantos a algo peor que el infierno.
Después de un intenso estudio y una investigación, por descarte pude deducir dónde podría estar Caolu. Solo tenía una oportunidad, por lo que no podía equivocarme. Me mentiría a mí misma si no confesara que en realidad me encontraba muy nerviosa.
Con la única oportunidad que tenía para encontrar a Caolu y salvarla de aquella guerra campal que no tardaría en declararse, salí armada hasta los dientes y preparada de mi habitación, camino a la salida de base.
Dokyun me estaba esperando con una impaciencia que se le notaba en el continuo movimiento de una de sus piernas, a la espera de tener más información de los rebeldes. Tal y como tenía previsto, saqué la lista que le tenía preparada y sin pronunciar palabra le tendí el trozo de papel.
-Vaya, es extenso y curioso -fue lo único que opinó al echarle un vistazo. Una bellaca sonrisa afloró en sus finos labios-. Cuando vuelvas quiero hablar contigo más seriamente. Estás haciendo importantes avances con tu misión y los de arriba están contentos contigo.
-No me esperes aquí de pie, que te puedes cansar -murmuré con algo de sarcasmo.
-Lo tendré en cuenta -lo cierto es que no me detuve más tiempo allí a la espera de alguna estúpida palabra más suya y salí de la base, sin saber si volvería o como volvería a lo que consideraba mi casa.
***
En el único sitio en el que había dado por hecho que Caolu estaría, era en un pequeño piso franco que al parecer los rebeldes tenían. No sabía si era correcto, pero antes de efectuar mi misión, decidí pasar por el susodicho piso a comprar que se encontraba allí.
Me guié por la idea de dónde se escondería Jei y se lo diría a Caolu. Porque si de algo estaba segura es que Caolu sabría más de lo que me había contado y que Jei era lo suficientemente lista como para proporcionarle esa información sin que pensara directamente que era una rebelde.
Mi plan era simple. Cogería a Caolu de allí y la llevaría lejos, donde pudiera esconderla y yo volvería a La Guardia para crearle un plan de escapada lejos, donde no la encontrasen jamás y pudiera vivir feliz y tranquila. Aunque me costara vivir lejos de ella y eso me iba a molestar bastante. Pero era por su bien.
Vestía con ropas de paisana, ropa ancha para poder ocultar mis armas, e incluso me había buscado una gorra bastante cutre y recogido mi corto cabello en una mini coleta. A pesar de ello, unos mechones decidieron escaparse del agarre.
Me hallaba ante el edificio donde deseaba con todas mis ganas que Caolu se encontraran. Pude confirmar que allí tenían un piso franco cuando vi salir a un tipo semi oculto, pero que pude reconocer perfectamente ya que hasta hace nada estuve revisando todos los perfiles de los rebeldes. Ahora tenía que ver como accedía allí sin formar un escándalo.
Miré a un lado y a otro, a lo largo de la calle por si algo se escapaba de lo normal. Pero todo estaba increíblemente normal. Un escalofrío me heló al completo. Algo no estaba bien, no alcanzaba a saber el qué y eso me desconcertaba.
Cabizbaja, crucé la calle y me adentre en el edificio como una más, como si fuera lo habitual. De nuevo un escalofrío al cruzar el umbral del portal. Estaba entrando a un sitio del que saldría con complicaciones, estaba segura.
Todo estaba a oscuras, era sombrío, viejo y muy sucio. Lo típico para tener un lugar donde no querías que te encontrasen. Subí las escaleras, que crujían bajo mi peso. Lentamente ascendí hasta el tercer piso, donde se supone que debía estar el piso franco. Allí tan solo había dos puertas, una debía ser la que buscaba.
Cuando me encontraba en el rellano del piso, una de las puertas se abrió. Un joven chico con la cabeza rapada salió. Me reconoció y yo a él.
Justo cuando pensaba en volver a dentro y cerrar la puerta, me lancé sobre él, bloqueándola. Él la empujaba con fuerza para echarme, pero yo quería entrar y si no era por las buenas, sería por las malas.
Estiré una mano para alcanzarle. Me estuvo esquivando hasta que conseguí agarrarle una mano. No es que estuviera dotada de unas uñas similares a las de un felino, pero se las clave con toda mi fuerza. Un alarido salió de su boca a causa del dolor, además de dejar de ejercer tanta fuerza sobre la puerta.
De un empujón entré en la vivienda y sacando un pequeño cuchillo, lo pillé por sorpresa al pegarlo contra la pared. Mis brazos manteniéndolo allí bien sujeto y con la mano que sujetaba el cuchillo, pendiente de tener la hoja afilada bien cerca de su cuello.
-¿Dónde está Caolu? -le pregunté seria. Mi mirada era clara, segura y no dudé en clavarla en sus ojos que temblaban.
-No sé de quién me hablas, perra -la expresión de asco que me dedicó apenas me importó.
-Sí que lo sabes. Te he reconocido porque siempre la rondabas mucho ¿verdad? Cuando creías que yo no estaba cerca. No te lo repetiré más ¿dónde mierdas está Caolu? -clave el cuchillo un poco sobre su piel, haciéndole una pequeña herida superficial.
-¡No te lo voy a decir! ¡Mátame si quieres, pero no delataré a uno de los míos!
-¿Qué diablos estás diciendo? Caolu no es una de las tuyas, inútil.
-Estás muy equivocada. Crees que eres la mejor, que lo controlas todo, pero estás completamente engañada -a pesar de la situación en la que se encontraba, el muy imbécil se atrevió a sonreírme con satisfacción. Lo iba a matar.
-¿Qué está pasando? ¿Yezi? -la voz familiar de Caolu me sorprendió. Al final del pasillo se encontraba ella, estupefacta seguramente de verme allí.
Empujé al estúpido que estaba apresando al suelo y fui directa hasta Caolu. Cuando la tuve a centímetros, la abracé con todas mis fuerzas. No me salían las palabras, solo apretarla contra mi propio cuerpo al saber que se encontraba bien.
-¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo has llegado? ¿Estás bien? -los finos brazos de Caolu, rodearon mi cintura. Su voz se había resquebrajado y la sentía temblar. Eso provocó que la abrazara con más fuerza, intentando transmitirle la poca paz que podía albergar yo.
-¿Te encuentras bien? ¿Comes adecuadamente? ¿Descansas bien? -fue lo único capaz de decir, aunque me moría de ganas por preguntarle si me echaba de menos o al menos, pensaba en mí.
-Pareces mi madre. Estoy perfectamente pero no deberías haber venido. Estás arriesgando mucho -Caolu se separó de mí para así dejarme ver su hermoso y pálido rostro. Sus ojos estaban anegados de lágrimas que enseguida limpie con mis dedos.
-No me importa, necesitaba saber que te encontrabas bien. Te fuiste sin decirme nada, solo con una nota, como siempre.
-Lo siento… -ella se disculpó, pensando que lo de la nota me molestó. Pero yo simplemente le sonreí y le dejé un beso en la frente.
-Las tengo todas guardadas en mi mente -murmuré para que solo ella me escuchara.
Caolu me tomó de la mano y me llevó hasta la habitación de la que había salido. Allí parecía estar sola y yo tenía muchas preguntas por formularle.
-¿Dónde está tu querida Jei? -me atreví a preguntar, intentando no hacerlo con demasiado asco. Si lo notaba, tal vez se mosqueara conmigo.
-Ha salido ¿Cómo sabes que estoy aquí con ella? O mejor ¿cómo has sabido que estaba aquí?-Caolu parecía bastante sorprendida porque la hubiera encontrado.
-He estado investigando lo mío.
El lugar en el que parecía vivir era una cutrez. Todo sucio, muchos trastos roto tirados por doquier. Ni siquiera había un sitio donde poder sentarse. Caolu lo hizo en el suelo, sobre una alfombra. Yo decidí ponerme de rodillas.
-No tengo mucho tiempo y he venido para llevarte conmigo -fui directa, ya que el tiempo apremiaba.
-¿Contigo? No voy a volver a La Guardia, Yezi -lo que más me asustó de sus palabras, era la seguridad con la que las decía.
-No, no quiero llevarte a La Guardia… Sé que no es tu lugar.
-¿Entonces dónde?
-A un lugar lejos de aquí. Donde no te veas involucrada en la inminente guerra que está a punto de producirse. No quiero que estés en medio y pueda pasarte algo.
-Ya sé que quieres protegerme, pero no soy una niña chica y tengo mis propios pensamientos -no me esperaba ni mucho menos que Caolu me contradijese-. Yezi, sé cosas. Jei y los suyos han descubierto muchas cosas que desconocíamos de La Guardia y que me han hecho cambiar de parecer. Quiero estar con ellos y ayudarlos en todo lo que pueda.
-¿Me estás diciendo que quieres apoyar a los rebeldes? -no acababa de creerme lo que me estaba confesando, pero Caolu asintió con la cabeza, al parecer muy convencida de ello-. No me lo puedo creer.
-Pues es así. Y deberías saberlo todo tú también, tal vez así cambies de idea…
-Sabes de sobra que no va a ser nada fácil, por no decir imposible, que en algún momento cambie de idea respecto a La Guardia.
-Siempre se puede intentar -Caolu me cogió una de las manos entre las suyas. Era un contacto bastante cálido y a la vez familiar que me provocaba ser débil. Pero no lo podía rechazar, no viniendo de ella-. Tú sabes las cosas que hacen en La Guardia mejor que nadie, tú lo has vivido. Eres consciente de que muchas de esas cosas no están bien.
-¿Y eso que tiene que ver con que cambie de idea?
-Si supieras todo lo que yo sé, te aseguro que cambiarías de idea.
-Caolu, no he venido a esto…
-Ya lo sé, pero quiero que lo sepas. He visto a Kai, he hablado con él y las cosas no son como La Guardia nos dice, Yezi -Caolu agarró mi mano con más fuerza. Por el brillo de sus ojos, algo debía saber que le había impactado lo suficiente como para creer en ello fielmente-. Tenemos que deshacernos de La Guardia antes de que ellos acaben con nosotros y todo lo que sabemos. Nos tienen miedo, no quieren matarnos por ser unos simples rebeldes, sino por toda la información que de un modo o de otro, tenemos.
-Hablas como si fueras una rebelde desde hace mucho tiempo.
-Tal vez lo era pero me negaba a verlo porque no me veía con el valor suficiente -guardé silencio. No quería decir nada ante todo aquello que no sabía si creerlo-. Sabemos mucho de ellos, como actúan, qué quieren hacer y porque tanto secretismo. No matamos a gente porque se lo merezcan, sino porque los que mandan quieren que los matemos.
-Eso no es posible, las normas dicen…
-Quien crea la norma, crea la trampa, Yezi. Nunca has visto de dónde salen esos nombres ¿cierto? Y si te pones a hacer un esquema mental de las muertes que has llevado acabado ¿acaso no son personas que pueden afectar potencialmente a La Guardia?
No quise ni pensarlo, pero mi mente se puso a recordar todos los perfiles de las personas que había asesinado. Políticos influyentes, empresarios importantes, jefazos de las mafias más importantes. Todos con posibilidades de afectar a La Guardia. No sé si quería creer las palabras de Caolu.
-Y no solo eso Yezi… Estudian a los niños desde bien chicos… Para seleccionarlos… -ella guardó silencio, mientras yo me preguntaba a qué venía esto-. Y cuando tienen a aquellos que pueden ser perfectos Guardianes, asesinas a los padres de esos niños, para dejarles huérfanos y darles un hogar…
Sus palabras impactaron de pleno en mí. Yo vi como asesinaron a mis padres unos ladrones ante mis ojos. Jamás les vi los rostros. Nunca antes había pensado en la posibilidad de que los causantes de eso fueran La Guardia, pero una bombilla se había encendido en mi cabeza. La duda se había sembrado en mí.
-Deja de decir esas cosas… -no quería seguir escuchando-. Nos vamos de aquí.
-¡No, Yezi! ¡Tienes que seguir escuchando y saber la verdad! -cuando tiré de Caolu para ponerla en pie y llevármela, ella soltó mi mano-. No podemos dejar que esto siga así. No podemos dejar que siga habiendo huérfanos con el fin de matar como nosotras.
Sus ojos, grandes y brillantes son los que me impedían que apartara la mirada de ella y me marchara ¿y sí tenía razón? ¿Y sí todo lo que había dicho era cierto?
-Te has dejado guiar por las palabras de unos traidores y no eres capaz de pensar por ti misma -me limité a decir y no sé cómo lo hice.
Caolu iba a protestar cuando escuchamos un disparo. La puerta se abrió y el imbécil de antes entró con un arma en la mano. Instintivamente, saqué mis gemelas y le apunté.
-¿Qué sucede?
-Guardianes. Nos han descubierto. Tenemos que irnos -Otro disparo. Pero este dio en el blanco. Con sangre saliendo por su boca, el chico se desplomó ante nosotras.
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