martes, 11 de julio de 2017

(YeWook) Destiny -Serial- Epílogo


      Notas: Ahora sí, ya hemos llegado al final definitivo de este trágico fanfic. Espero que os haya gustado y hecho sentir muchas cosas, bonitas y tristes. Eso significaría que no lo he hecho tan mal... jajaja Prometo que en un tiempo habrá más yewook y esta vez, no será todo tan dramático. Pero es que me apetecía bastante escribir este tipo de historia así que siento si por eso os he hecho sufrir (?). ¡Gracias por leer y hasta pronto!



      Tras tanto tiempo le costaba asimilar el hecho de estar allí de pie, en las puertas de aquel triste lugar. Había pensado muchas veces en ello, durante sus largas noches de soledad e insomnio... pero estar realmente allí era una sensación muy distinta y sobrecogedora.

      Suspiró con cansancio, cerrando los ojos por apenas un instante al respirar hondo. Tras esto comenzó a caminar, atravesando la puerta en la verja como si algo sobrenatural le estuviera empujando hacia dentro; una ráfaga de aire en su espalda.

      Siguió el camino con aparente calma, hasta aquel lugar en el que en el fondo seguía sin saber si quería ir; aun así, ya lo había pospuesto durante demasiado tiempo. Era el momento de dar la cara.

      No le costó mucho encontrarlo y eso que, en su interior, habría deseado perderse por el camino y tener que volver atrás sobre sus pasos. Estaba asustado, se sentía mareado y una horrible sensación le invadía el cuerpo por completo; pero no podía dejar pasar más días sin encarar la triste realidad que llevaba viviendo durante casi cuatro meses.

      Sus pasos se detuvieron con miedo. No quería levantar la mirada... no quería ver aquello que tenía delante de él porque una vez lo hiciera, sabía que su corazón se partiría en todavía más pedazos de lo que ya estaba.

      Un minuto, dos, tres... el tiempo pasaba y él solo seguía allí, en silencio mientras luchaba por mantener la compostura en una situación así y no venirse abajo; al menos no tan pronto. No descartaba que en algún momento las lágrimas comenzaran a descender por sus heladas mejillas. Sin embargo e inesperadamente, algo en ese lugar le hacía sentirse tranquilo conforme pasaban los segundos. No alegre, pero sí calmado como quien recibe la caricia de un ser amado.

      —Lo siento... —comenzó, en un débil murmullo—. Siento mucho no haber venido antes... lo he intentado muchas veces pero... bueno, no había sido capaz hasta ahora. Supongo que necesitaba tiempo —concluyó por el momento, con la voz temblorosa.

      Por suerte no había nadie a su alrededor. Aquella zona del cementerio era muy tranquila, tal vez demasiado para su gusto. Ese silencio casi absoluto le incomodaba en ciertas ocasiones; pero por lo general agradecía que no hubiera nadie cerca para escuchar sus lamentos.

      —Me habría gustado mucho haber venido a verte antes... no lo hacía desde... desde el momento en el que llegaste aquí. Prometo que a partir de ahora vendré más seguido, ahora que he logrado armarme del valor suficiente como para venir hasta aquí—pronunciaba aquellas palabras, pero apenas con voz. Eran susurros casi inaudibles. ¿Pero acaso había alguien, al otro lado de aquella lápida, que le escuchara...? Tal vez sí, tal vez no. No podía tenerlo claro, pero de alguna forma se sentía mejor hablándole a aquella estática fotografía—. La vida no es tan buena sin ti, ¿sabes? Bueno, eso siempre lo tuve claro... pero confirmarlo es horrible —hizo una larga pausa, pensativo y dolido—. No te odio por marcharte... no podría hacerlo... pero hay veces en las que me pregunto por qué tuvo que pasar. Por qué tuviste que ser tú...

      Cerró durante un instante sus ojos enrojecidos a causa de las lágrimas que ya amenazaban con escapar. La tristeza que le invadía era incomparable. Sí, menos dolorosa que en el momento de su pérdida... pues lamentablemente con el tiempo uno se acostumbraba a la ausencia de seres queridos, por mucho que tu corazón siguiera atado a ellos hasta el fin de los días. Pero era profunda, muy profunda... y desgarradora.

      —Me han ascendido... Después de perderte me centré tanto en el trabajo, para no seguir pensando, que supongo que se lo plantearon... aun así no diré que me alegro si ese es el motivo —le contó, intentando cambiar un poco de tema—. Por otra parte, he adoptado una perrita. Es muy bonita y la quiero muchísimo... me hace mucha compañía cuando lo necesito. Ojalá pudieras conocerla, seguro que te caía bien —se detuvo, reflexionando sobre qué podría decirle a continuación—. Aquí están todos bien... ojalá pudiera saber cómo estás tú, ¿es verdad que puedes vernos? ¿que estás con nosotros aunque no podamos verte? La gente repite mucho esas cosas y quiero creer que son verdad... me tranquiliza pensar que de algún modo sigues conmigo.

      Se quedó callado tras esto, sin saber qué más decir. Para su sorpresa, estaba siendo más fácil de lo que habría imaginado al momento de llegar. Conforme hablaba, las palabras iban saliendo de sus labios con más facilidad y menos miedo, pero al mismo tiempo ese vacío en su pecho se hacía más intenso al darse cuenta de que en realidad, no había allí nadie para escuchar lo que tuviera que decir.

      —Prometo que vendré pronto... lo juro. No volveré a permitir que pase tanto tiempo... —suspiró. Suponía que ya era el momento de despedirse de nuevo—. Pero antes... creo que hay algo que tienes que tener.

      Había llevado una pequeña y bastante elegante mochila con él, esa misma que usaba en la oficina para trasladar cosas del trabajo a casa. Pero ese día, el cual tenía libre, su propósito había sido otro.

      La abrió y sacó un pequeño muñeco viejo y desgastado, pero reluciente y ahora perfectamente cuidado como un tesoro. Entonces, con mucho cuidado, lo dejó junto a la lápida frente la que llevaba tanto rato hablando solo. Sabía que allí nadie tendría la poca vergüenza de llevárselo.

      —Es tuyo, después de todo... —en ese momento ya no pudo contenerse más. Las lágrimas descendían por sus mejillas una a una, mojando su rostro—. Lo dejo como prueba de que volveré a verte... entonces, me lo llevaré y te lo devolveré cuando vuelva a visitarte. Ese era el trato, ¿no? —una débil sonrisa adornó sus labios al recordar aquello. Sin embargo aquel recuerdo también trajo consigo un profundo sollozo—. Ahora tengo que irme...

      Cerró la mochila y la cargó de nuevo en su hombro, tal y como la había traído consigo. Entonces se quedó mirando la fotografía escogida que quedaría allí por siempre. Dolía saber que cuanto más lo miraba, más hermoso era. Dolía saber que jamás volvería a disfrutar de esa sonrisa, pues ahora cada vez que la viera recordaría el dolor de no tener a su lado al dueño de esta.

      —Vendré lo antes posible... —no supo por qué, pero estiró el brazo y proporcionó una leve caricia con los dedos sobre el mármol. Entonces, dejó caer la mano con desgana. Pocas cosas echaba más de menos que el calor de su cuerpo—. Te amo... Eso no vayas a olvidarlo nunca... y aunque tarde, aunque haya épocas en las que me vea incapaz y sea cobarde... siempre regresaré a ti, cueste lo que me cueste.


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