Capitulo quinto
El
anochecer había llegado finalmente tras pasar el día organizando todo lo que
necesitaban para poder hacer aquella invocación que su Diosa tanto necesitaba
realizar para poder ganar la contienda que llevaba esperando desde hacía
siglos. Las tres sacerdotisas lo tenían todo preparado en la playa junto al
acantilado en cuyo interior se encontraba el templo tallado que se había
convertido en su hogar y lo único que debían hacer en ese momento era esperar a
la señal para realizar su papel en aquella historia. A lo largo y ancho de
Cosmic Earth, en los diferentes templos dedicados a la Diosa de la Paz, debían
de estar como ellas, aguardando el momento oportuno. Quizás no fueran
demasiadas las sacerdotisas que la veneraban, quizás el poder que pudiera
concentrar no fuera mucho, pero cualquier cosa que pudieran hacer por ayudar a
su Diosa, la harían.
XuanYi
observaba detenidamente cómo el sol empezaba a sumergirse en las aguas del mar,
en el lejano horizonte, bañando el cielo de un color rojo intenso como la
sangre, algo que hizo que la joven sintiera un escalofrío por todo su cuerpo.
Los atardeceres en aquel lugar solían ser anaranjados, rosáceos o dorados… pero
jamás de aquel color. Un mal sentimiento se instaló en su corazón, pero la
chica trató de ignorarlo y relajarse porque tenía que tener todos sus sentidos
puestos en lo que debía hacer. Una vez el sol se ocultó del todo y las
estrellas en el firmamento fueron completamente visibles, la dulce voz de su
Diosa dio la señal que tanto habían estado esperando y las tres sacerdotisas
recogieron sus incensarios para purificar el lugar y comenzar con el ritual.
Debían
dar doce vueltas alrededor de la estructura con forma de cubo que hacía las
veces de canalizador de la energía espiritual moviendo levemente en incensario
de un lado al otro y después debían buscar sus poderes espirituales en su
interior y hacer que éstos aparecieran en sus manos, con ellos allí, debían dar
otras doce vueltas en sentido contrario antes de enviar sus poderes al
canalizador para poder completar el ritual.
XuanYi
miró a sus compañeras mientras se colocaban. Ambas parecían nerviosas, una
porque solo era la segunda vez que tenía que realizar un ritual para su Diosa y
la otra porque era la primera vez que hacía algo como aquello. La chica
entendía que se sintieran de aquella forma, pero debían relajarse para que todo
saliera bien y debían alejar cualquier duda que sus mentes pudieran albergar.
—No
temáis. Todo saldrá bien —les susurró—. Estaré aquí para ayudaros en todo lo
que pueda y la Diosa vigilará nuestros movimientos para que todo sea correcto.
LuDa y
MeiQi asintieron, moviendo su cabeza de forma lenta y después, ambas inspiraron
profundamente tratando de relajarse. Una vez XuanYi vio que estaban
concentradas en lo que debían de hacer, la chica dio la señal y el ritual para
llamar a la estrella comenzó.
Sus pies descalzos se
hundían en la arena mojada y en las pequeñas olas que rompían contra la playa
mientras daban vueltas lentamente y de forma sincronizada alrededor del
canalizador, meciendo suavemente el incensario. Después, con éste aun en sus
manos, las tres sacerdotisas comenzaron a buscar sus poderes espirituales y
XuanYi y MeiQi lo lograron al instante. La mayor de las tres echó un vistazo a
LuDa y decidió abandonar su posición durante unos segundos para poder ayudarla
y que la chica pudiera conseguirlo también. Unieron sus manos y pusieron sus
frentes juntas, cerrando sus ojos durante unos segundos, hasta que LuDa se
separó finalmente de ella, habiendo conseguido su propósito. Tras esto, giraron
en sentido contrario las doce veces que debían hacerlo y, cuando lo hicieron,
empezó a formarse sobre sus cabezas una circunferencia de luz con símbolos y
palabras tan antiguas que ninguna de ellas pudo descifrar. Una vez el círculo
estuvo completado, lo único que les restaba por hacer era enviar las pequeñas
bolas de luz verdosa en las que habían acumulado sus poderes espirituales hasta
el canalizador y su misión quedaría completa.
★★★
En el
antiguo reloj de pie que había pertenecido a su abuela y que se encontraba en
la buhardilla resonaba el tic tac del segundero en el silencio del lugar.
Ninguna de las tres se dirigía una simple palabra y la tensión en aquella
habitación podía cortarse con un cuchillo. El momento en el que sus habilidades
como brujas se iban a poner a prueba estaba a punto de llegar y el nerviosismo
y las dudas sembraban sus mentes mientras esperaban a que aquella voz que le
había hablado a DaWon volviera a aparecer y las comenzara a guiar en lo que
debían hacer.
DaWon
estaba inquieta, caminando de un lado a otro con pasos rápidos que no producían
ruido alguno gracias a la moqueta; mientras que las gemelas se encontraban
sentadas en el sofá, la una al lado de la otra, tomándose de las manos
fuertemente, como si quisieran transmitirse las fuerzas que le faltaran a la
contraria. El libro en el que DaWon había encontrado las respuestas a la
mayoría de sus preguntas reposaba sobre el poyete de la ventana, a través de la
cual se podía ver la oscura noche cubierta por el manto de aquellas nubes
negras artificiales que llevaban allí desde el día anterior.
“Es el momento” se escuchó resonar en la
habitación, ahogando el ruido del tic tac del reloj y sobresaltando a las
gemelas “Recoge el libro de los cielos y
usa un péndulo sobre él, abriéndolo por la mitad, en el final del capítulo en
el que habla de las estrellas. Cuando el círculo de invocación aparezca, clama
por su ayuda”.
Al
escuchar aquella voz, DaWon rápidamente se dirigió hacia el lugar en el que
reposaba el libro para tomarlo y después fue hacia las estanterías, donde buscó
en una de las cajas de madera que contenían diferentes artilugios que
canalizaban la magia hasta encontrar un péndulo dorado y de forma oval. Tras
obtener todo lo que la voz le había pedido, la bruja se sentó en el respaldo
del sofá, en el hueco que habían dejado SooBin y DaYoung para que hiciera y
buscó la página que le había sido dicha, sintiendo su corazón latir de forma
rápida. En cuanto halló la página deseada, miró a las gemelas y éstas colocaron
sus manos sobre sus muslos, comenzando a infundirle sus energías.
La mayor
empezó a notar el torrente de poder de las gemelas recorrer cada fibra de su
ser hasta que estuvo colmada por éste y en ese momento colocó el péndulo sobre
el libro. El péndulo comenzó a describir círculos lentamente sobre la página en
blanco al final del capítulo, empezándolos de forma amplia y poco a poco
cerrando su circunferencia hasta que ésta fu de apenas unos centímetros, en ese
momento, sobre la página del libro se comenzó a dibujar un círculo de
invocación como nunca antes la bruja había visto, lleno de símbolos antiguos
que apenas si era capaz de entender. Sin embargo, antes de que pudiera tratar
de descifrarlos siquiera, la energía de su cuerpo fue canalizada hasta sus ojos
de forma repentina, volviéndolos de un tono verdoso y dorado y DaWon supo que
era la hora de pedirle a los cielos que enviaran una estrella a Cosmic Earth.
En ese
momento, el círculo de invocación comenzó a dibujarse también en el suelo de la
habitación y ésta se iluminó con una luz verde que no era de su mundo,
inundando la habitación con una magia muy antigua y poderosa. Fue en ese mismo
instante, cuando las voces de las tres brujas se alzaron en el silencio de la
habitación y clamaron a los cielos, tal y como se les había pedido.
★★★
El sol
se alzaba en su punto más alto en su recorrido por el cielo cuando YeoReum
salió de entre los árboles del Bosque Sagrado, seguida de su fiel compañero en
su forma animal, y se adentró en el claro en el que se encontraban los
obeliscos de amatista dispersos, formando una circunferencia que apenas era
apreciable desde la posición en la que se encontraba, pero desde el cielo,
desde donde las aves a las que había rozado sus conciencias observaban aquel
lugar, era claramente visible. La elfa estaba preparada para llevar a cabo la
parte que le tocaba en el enorme plan que había sido trazado siglos atrás y que
sus antepasados habían transmitido de generación en generación hasta que había
llegado el momento, cuando YeoReum era la encargada de realizar aquel cometido,
un cometido que sentía que se le quedaba grande. Aun después de las semanas que
había pasado en el lugar, practicando para poder controlar todo el poder
natural de aquel bosque, la joven sentía que no estaba del todo preparada.
Sin
embargo, aunque pensaba que no estaba preparada, no tenía más remedio que
realizar su deber… y el momento había llegado, los seres vivos del bosque —aquellos
que habían comenzado a enfermar y a morir por el poder maligno que acechaba al
mundo— le habían transmitido aquel mensaje y YeoReum iba a responder a la
llamada.
La joven
caminó alrededor de los obeliscos, rozando con las yemas de sus dedos su
superficie lisa y pulida, sintiendo el poder que éstos albergaban y notando que
todavía podían albergar mucho más en su interior. Un escalofrío recorrió su
columna vertebral, haciendo que se quedara estática durante unos segundos en su
posición y que después dirigiera su mirada al cielo.
Las
densas nubes negras que lo habían cubierto estaban desapareciendo poco a poco, dejando
ver el cielo azul celeste sobre su cabeza. Aquellas nubes densas habrían
cubierto todo el planeta y ahora se retiraban, algo que hizo que la elfa se
sintiera mucho más confiada porque ni siquiera había empezado a realizar su
cometido, pero lo que las otras a quienes les había sido confiado lo mismo que
a ella había servido para que las nubes se replegaran y comenzaran a
desaparecer del cielo. YeoReum esbozó una pequeña sonrisa en sus labios y
después se preparó.
La elfa
cerró sus ojos y se concentró, dejando su conciencia vagar por el claro,
rozando la energía natural que fluía a su alrededor y que, de forma inevitable,
la guiaba hasta las piedras junto a las que se encontraba. YeoReum no se
resistió a aquella fuerza y se dejó envolver por ella hasta que la notó en cada
fibra de su ser, fue entonces cuando comenzó a canalizarla toda hasta los
obeliscos para que albergaran el máximo poder que ella pudiera manejar.
El
tiempo dejó de tener sentido para ella, concentrada en su tarea al máximo; el
espacio también dejó de cumplir su cometido de envolverla puesto que se
encontraba muy lejos del mundo real y la energía natural era lo único que la
rodeaba. Aquello le había pasado en otras ocasiones, aquello era una señal de
que algo iba realmente mal, pero tal y como siempre le había sucedido, YeoReum
era incapaz de salir sola de aquella espiral de poder.
“MinHyung” pensó.
E
inmediatamente después de que aquel pensamiento ocupara su mente, sintió los
brazos de aquel al que había llamado envolviendo su cintura y llevándola
levemente hasta la realidad, anclándola al suelo que pisaba lo suficiente para
que no se perdiera en la inmensidad de aquella energía y para que no rompiera
el vínculo que ya había sido establecido y así pudiera realizar el cometido que
le había sido encomendado. YeoReum se sintió con fuerzas renovadas una vez que
MinHyung se unió a ella y utilizó aquellas últimas fuerzas para poder terminar.
La elfa
terminó de reunir toda la energía natural que fue capaz y después la canalizó
hacia el cielo utilizando los obeliscos para ello, haciendo que un torrente de
luz verdosa ascendiera hacia el firmamento, lugar en el que sería recogida por
quien se encargaría de utilizarla para que el mundo siguiera siendo un lugar
bello y lleno de vida en el que su pueblo podría vivir sin problemas. Una vez
toda aquella energía acumulada abandonó su cuerpo, YeoReum salió de aquel
estado en el que se había sumido para poder realizar su papel y cuando volvió a
la realidad, sintió cómo sus piernas dejaban de sostenerla y se dejó acunar por
los brazos que la envolvían fuertemente.
—Ya ha
terminado todo —escuchó decir a la suave voz de MinHyung en su oído—. Lo has
hecho muy bien, mi amor.
★★★
Habían
pasado demasiadas horas desde que la invocación había dado comienzo, demasiadas
horas en las que la diosa Bona había estado vigilando que todo saliera bien y
guiando a aquellas que no sabían cómo hacer lo que debían para cumplir con su
parte en el ritual… pero después de que la noche por fin diera fin y después de
haber reunido todo el poder que le había sido envidado desde Cosmic Earth,
estaba preparada para realizar la llamada. Solo esperaba que todo hubiera ido
bien, que no hubiera habido ningún mínimo fallo en aquel complejo ritual que no
hubiera advertido y que no fuera demasiado tarde para llamar a la estrella,
porque si era demasiado tarde, no habría esperanza para aquello que había
tratado de proteger desde su creación.
Bona
inspiró hondo y cerró sus ojos, concentrándose para realizar lo único que le
restaba por hacer. La diosa dejó su mente en blanco y, respirando profundamente
en varias ocasiones para relajarse, comenzó a notar cómo el poder espiritual
que había recibido desde Cosmic Earth corría por cada célula de su cuerpo, como
electricidad, uniéndose a su propia energía y mezclándose para hacerse mucho
más fuerte. Todo estaba listo para completar el ritual.
En ese
momento, Bona movió sus brazos formando una elipse alrededor de su cuerpo y
después se abrazó ella misma, anclando bien sus pies al suelo de mármol del
pedestal en el que la diosa de la paz observaba el mundo humano, para después
canalizar toda aquella energía que recorría sus venas fuera de su cuerpo. Abrió
sus ojos y alzó su cabeza para ver el círculo de invocación sobre ella, que
estaba próximo a completarse. La diosa solo tuvo que esperar unos segundos a
que terminara de dibujarse en el cielo y, en cuanto lo hizo, desplegar todo su
poder hacia él.
“A las estrellas que pueblan el firmamento
les hago este llamamiento. Por favor escuchad mi petición de auxilio, por favor
enviad una estrella que ilumine el oscuro futuro de Cosmic Earth”.
Una vez
la llamada estuvo realizada y el poder compilado a lo largo de la noche abandonó
su cuerpo, la diosa de la paz se derrumbó contra el busto dorado de aquel que
tendría que combatir, abrazándose a él con las últimas fuerzas que le quedaban
porque después de la invocación había quedado exhausta. A partir de aquel
momento, solo le quedaba rezar porque su llamada hubiera llegado hacia su
destino correctamente y porque la estrella no tardara en llegar hasta allí.
★★★
Al contrario
de lo que la ciencia ha hecho creer a la humanidad, las estrellas que brillan
en el firmamento y que solo pueden ser visibles cuando la oscuridad cae sobre
Cosmic Earth, no son solo bolas de gas incandescentes alrededor de las cuales
giran sistemas planetarios —algunos complejos y otros simples—; las estrellas,
en cambio, son divinidades que están dispersas por todo el universo y que
sirven de guía para las diferentes gentes que pueblan los distintos planetas
que reúnen las diferentes condiciones para hacer posible que los diferentes
dioses creadores los llenen de vida. Éstas divinidades, generalmente se mantienen
en el cosmos, inmutables a lo que sucede en el universo; pero hay ocasiones en
las que las estrellas se desprenden del lugar en el que han estado desde hace
millones de años y viajan por el espacio hasta llegar a algún planeta,
respondiendo a la llamada que alguien desde ese lugar haya realizado.
Como
divinidades que son, las estrellas tienen diversos poderes y todos ellos están
enfocados para hacer el bien y para ayudar a todo aquel que lo necesite… pero
no hay muchas estrellas que hayan caído del cielo a Cosmic Earth desde que la
revolución científica diera comienzo, algunos siglos atrás. Sin embargo, a
pesar de que el mundo se había convertido en un mundo racional, todavía había
personas que creían en las estrellas y en el poder que éstas tenían; quizás no
eran muchas, pero eran las suficientes y tenían el suficiente poder para llamar
a una estrella.
Por este
motivo, porque se produjo una llamada desesperada pidiendo su ayuda, una
hermosa estrella se desprendió de su lugar en el firmamento y comenzó su rápido
viaje a través del universo en dirección a Cosmic Earth, a pesar de que se
encontraba a muchos millones de años luz del planeta. No tardaría demasiado
tiempo en llegar porque la energía que había llegado hasta ella había sido tan
fuerte que la estrella sintió que la llamada había sido desesperada y que no
había ni un solo momento que perder o puede que cuando llegara, fuera demasiado
tarde.
Y
YeonJung, la estrella reclamada, llegaría a tiempo para ayudar a quienes
precisaban de su ayuda.
★★★
La
figura de un hombre, translúcida y envuelta entre las tinieblas observó
atentamente el momento en el que la estrella reclamada comenzó su descenso
hacia el lugar desde el cual había sido llamada. Estaba seguro de que no
tardaría mucho en aparecer caminando sobre Cosmic Earth y también estaba
completamente seguro de que, en el mismo instante en el que la estrella
llegara, su tiempo en la prisión a la que había sido confinado desde hacía siglos,
se acortaría de forma rápida. Ya había recuperado la mayoría de sus poderes y
no le restaba mucho tiempo en aquel lugar que había odiado desde el mismo
momento en el que había sido confinado en él.
Cuánto había anhelado
que por fin llegara aquel día era algo que solo sabía él, el día en el que por
fin llevaría a cabo su venganza contra aquellos que lo habían despojado de la
práctica totalidad de su poder y que lo habían exiliado al lugar frío y muerto
en el que había sobrevivido, alimentado por su propio odio. Cuánto había
deseado poder escapar de aquel lugar, cuánto había necesitado volver a mirar a
la cara a aquella mujer que había sido su perdición. La diosa pagaría por todo
lo que le había hecho, la diosa obtendría un castigo peor que el que él había
sufrido para que sintiera en su propia piel su venganza.
La sombra que una vez
había sido TaeYong, el dios de la guerra, esbozó una sonrisa en su rostro, una
sonrisa que anunciaba que la cuenta atrás para su regreso estaba a punto de
finalizar.
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