Titulo: Perdón
Pareja: ZiYeon (Zinni + Jiyeon)
Tipo: Yuri
Genero: Romance
Clasificación: G/PG
Descripción: Jiyeon se despierta sabiendo que está sola, que incluso que una de las personas que más le importa, no está en casa con ella, aunque todo va cambiando, con los diferentes sucesos que descubre por la casa.
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La brisa atravesaba la ventana, abierta, despertándola con la suave caricia que le ofrecía. Se revolvió entre las sabanas, remoloneando por no levantarse. Esa mañana estaba sola, y no le apetecía estar en la casa, aburrida pero tampoco se podía quedar todo el día sin hacer nada.
Suspirando, se puso en pie, aún con los ojos cerrados, pegados por las lagañas. Sin ganas se observó los pies. Miso y Dahee ya habrían salido a estudiar, y Zinni, bueno, ella no durmió en casa. La había echado anoche de casa por una disputa que habían tenido ambas y ahora, se arrepentía por todo lo sucedido. Agotada, se dejó caer hacia atrás, sobre el colchó.
Perezosa, al rato, se puso, ya definitivamente, en pie, y con paso lento, se dirigió al baño, donde, deshaciéndose de la poca ropa que la cubría, se metió bajo el caño de agua, que a lo poco, ya cubría todo su cuerpo, humedeciéndolo. Dejó que el líquido cayera, sobre su piel, relajando cada uno de sus músculos de su cuerpo. Se perdió en sus pensamientos, con la relajación que sentía y el murmullo del agua caer.
A los minutos, el sonido del teléfono la sacó de su mundo. Cortó el grifo del agua, y envolviendo su cuerpo con una toalla, salió, procurando no mojar mucho el suelo, o sería a ella a quien le trocara limpiarlo todo después.
Cuando cogió el teléfono, ya la llamada se había cortado. Maldecía entre dientes por haber tenido que salir con prisas, de esa manera, del baño, para nada. Volvió sobre sus pasos, comprobando que lo había llenado todo de agua a pesar de sus intentos por no hacerlo.
Suspirando, retiró la toalla de su cuerpo y la llevó a su pelo. Una vez recogido con la toalla, pasó un trapo sucio por toda el agua, secando el suelo. Aún desnuda, volvió a la habitación. Aquella mañana de primavera, corría una suave brisa cálida, que entraba por la ventana abierta. Se apresuró y se colocó un sencillo vestido de manga media y sin estampados ni volantes ni nada, lo más sencillo del mundo.
El silencio de la casa, le agobiaba, le recordaba a la monotonía. Así que sin dudarlo, fue directa hacia el equipo de música, y sin pensárselo, puso a reproducir un sin fin de música clásica. A Zinni y a ella siempre les había gustado escucharla mientras limpiaban o descansaban cuando estaban solas. Ahora, solo quedaba ella.
Intentando no pensar, se apresuró a hacer algo. Hizo su cama y la de las demás chicas, recogió y tendió la ropa lavaba, planchó, salió hacer la compra, limpió el polvo, barrió. Se le hizo todo muy pesado al hacerlo ella sola.
Una vez ya había acabado, se dispuso a descansar, pero al percatarse de la hora, suspiró resignada.
-Ya es muy tarde, en nada estarán todas aquí pidiendo su comida –Habló para sí misma. No era la primera vez que lo hacía. Le tranquilizaba escuchar su propia voz al estar tan sola.
Ya en la cocina, se puso a preparar algo. Se dio cuenta de lo aburrida que era la soledad y echaba de menos la compañía que le ofrecía Zinni, sus palabras, sus bromas, su sonrisa, sus ojos, sus manos, sus caricias, sus labios… Sacudió la cabeza con energía. No podía ponerse a pensar en eso. No ahora que la echaba tanto de menos y se arrepentía de haberla echado la noche anterior.
Distraída en sus pensamientos, sintió una suave caricia por sus piernas, que la asustó. Pero al mirar, esperanzada, vio que era el gato, que exigía de su atención. Intentó ignorarlo, pero el insistía en que le hiciera caso.
-Espero que sea algo importante, gato pesado.
Dejó lo que estaba haciendo y siguió al gato que recorría la casa como un zombie. Al dar un par de vuelta, acabaron en su habitación, y ya cansada Jiyeon, protestó.
-A ver ¿es que no sabes que estoy ocupada?
Pero el gato solo maullaba, subido ahora encima de la cama. Sin darle más importancia, volvió a seguir con lo que estaba haciendo, pero, al llegar a la cocina, sintió un torbellino de sentimientos. Era miedo, asombro y emoción lo que sentía a la vez, ya que, vio un ramo de flores, lirios exactamente, sobre el pollo de la cocina. Miró a todos los lados. No era algo que se esperara y la emocionaba, pero a la vez se asombraba. Pero sobre todo, sintió miedo. ¿Cómo había llegado eso allí si en la casa solo estaban ella y el gato?
Tragó saliva, temblorosa, mientras se acercaba al majestuoso ramo. Olió su aroma. Dulce y encantador. Como a ella le gustaba. Una pequeña notita, sobresalía por un lado, y no tardó en cogerla, con manos dudosas, para descubrir que contenía su interior.
“Quiero volver a ver esa sonrisa tan bonita que tienes en tus carnosos labios”
Era letra impresa, por lo que no podía saber a quien pertenecía por la caligrafía. Volvió a mirar a los lados, a todos, pero solo vio al gato, de nuevo, mirándola desde la puerta, mientras movía la cola con parsimonia.
-¿Tú sabía algo de esto? –Le preguntó al animal, recibiendo un maullido como respuesta. Típico, no le iba a dar un nombre, normal.
Cogió el ramo de flores y se lo llevó al salón, para colocarlo en algún jarrón donde no molestara. Olía el aroma, distraída, embriagándose y dejándose llevar por la sensación que le transmitía. Tanto se había dejado llevar por esto, que se asustó cuando al ir a coger un jarrón para las flores, se encontró con una bandeja larga, y sobre ella, galletas de canela formando una carita sonriente.
Jiyeon estaba conmovida, pero el miedo se apoderaba de su cuerpo. Eso no lo había hecho ella, ni el gato, ni siquiera estaba allí cuando estuvo limpiando el salón. Sobrecogida, se giró, recorriendo con la mirada la estancia. Pero nada le indicaba la presencia de alguien más. Estaba completamente asustada. No sabía que hacer.
Fue directa a coger el teléfono, para avisar a alguien, aún no sabía si a la policía o al manager, pero a alguien. Cuando sostuvo el móvil entre sus manos, los constantes maullidos del gato, hicieron que dejara la llamada a un lado y se acercara al balcón, donde el animal estaba asomado.
Al hacerlo ella también, su corazón se contrajo por un momento. Allí, en la calle, bajo sus pies, alguien había creado un enorme corazón con globos de diferentes colores, y casi todos los vecinos y gente que pasaba por allí, se quedaba mirando. No sabía porque, pero presentía que iba también para ella.
Asustada, se giró para buscar el móvil, pero una sombra le llamó la atención. Había alguien en su habitación. Temerosa y con las manos temblando como flanes, se acercó, muy lentamente. No sabía si quería saber si había alguien allí o solo era su imaginación, pero la curiosidad pudo con ella y acabó entrando en la habitación.
-Menos mal, pensaba ya que me tendrías abandonada.
Su voz… La reconoció al instante. Al mirar al balcón, la vio, allí, frente a ella, mirándola fijamente, sonriendo.
-¿Cómo has…? ¿Por qué…? ¿Todo esto…? –Jiyeon no sabía que decir, tenía ante sí a Zinni y no entendía nada de lo que estaba pasando.
-Sé que te estarás preguntando que pasa, la verdad… Es que he hecho todo esto para pedirte perdón, Jiyeon, lo siento, de verdad, anoche me porté muy mal, y no sabes cuanto me arrepiento, ¿me perdonas?
-Cállate y abrázame ya –Jiyeon se lanzó a sus brazos, con los ojos cargados de lágrimas. Nunca habría pensado que Zinni haría algo así para ella, pero lo ha hecho, y ahora no la soltaría, no dejaría que se fuera una vez más de su lado.- Lo siento, por lo de ayer.
-No te preocupes, cacho de tonta –Zinni, la abrazó, con toda la fuerza que tenía, contra su cuerpo.
-¿Has hecho todo esto por mi?
-Eso está claro ¿no?
Ambas chicas, rieron, pero algo se paseaba entre sus piernas. Al mirar, vieron al gato, buscando que a él también le dieran atención.
-Y para el mejor socio que he tenido, comida extra –Gritó Zinni, agachándose para coger al gato y levantarlo del suelo, para dirigirse a la cocina con él. Jiyeon se quedó mirando como se marchaban. Sonreía. Por fin estaba de vuelta. Ya no estaría sola.
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