Capitulo Octavo
YeoReum
había dejado atrás el bosque que guardaba a la raza de los elfos de los
curiosos humanos hacía ya bastante tiempo y, a lomos del espíritu que siempre
la acompañaba, había comenzado a atravesar el territorio humano en busca del
lugar que le había dicho su mentora. Ambos iban camuflados, invisibles al ojo
humano, por lo que no deberían de tener ningún problema antes de llegar al
templo de la diosa de la paz y, una vez llegaran allí, estarían a salvo de
todo. Era la primera vez que ambos dejaban el bosque, la primera vez que se
alejaban de la seguridad que éste siempre les había proporcionado; pero era por
una buena causa, era por ayudar en todo lo posible a que la batalla que estaba
por llegar se decantara a favor de los que querían conservar el mundo tal y
como este se encontraba. Por eso YeoReum no había siquiera dudado cuando la
elfa de mayor edad le había dicho que el futuro no estaba completamente
decidido y le había pedido que le dijera lo que debía hacer para ayudar.