sábado, 2 de septiembre de 2017

(MoonSun) Sweet secrets -Oneshot-


      
       Título: Sweet Secrets

       Personajes: Moonbyul y Solar [MAMAMOO]

       Tipo: Yuri

       Géneros: Lemon

       Clasificación: NC-17

       Descripción: Dos vampiresas sedientas de sangre y emociones deciden terminar la noche juntas tras su cacería.

       Advertencias: Sexo muy explícito, menciones a temas como la muerte y la sangre.

       Notas: Este oneshot ya lleva por lo menos dos años escrito. No lo publiqué antes porque se suponía que de aquí iba a salir un serial, finalmente sin éxito. Por eso mismo he decidido publicar de una vez el lemon que lo empezó todo, el cual espero que disfrutéis y del que reconozco que me siento bastante orgullosa (?).
      
       
       Solar, la mujer fatal. La vampiresa causante y protagonista de las fantasías sexuales de unos cuantos compañeros del clan; ella tenía más de un secreto. De hecho, era un secreto dentro de otro.

       Wheein no era la única conocedora de sus “cacerías ilegales”. No estaba sola en la búsqueda de humanos desprevenidos a los que devorar sin compasión alguna. Esos seres inferiores, siempre preocupados, sufriendo en sus monótonas vidas... En ocasiones incluso sentía que les hacía un favor al acabar con sus vidas.

       Nunca atacaban el mismo pueblo dos noches seguidas, al igual que no salían todas las noches. Amaban dejarse llevar por sus primitivos instintos y no negar lo que tan orgullosamente eran. Pero claro, mejor hacerlo con cuidado.

       Ya estaba fuera, dispuesta a pasarlo bien y darse un buen festín con el cuerpo de algún desgraciado. O desgraciada. Lo cierto es que prefería la sangre femenina, le resultaba ligeramente más sabrosa y aromática que la de los hombres. Esas eran cosas que solo los vampiros eran capaces de comprender y notar. En realidad, prefería a las mujeres en muchos aspectos.

       Estaba sola sobre una gran colina. Al pie de esta se encontraba el pueblo elegido para su cacería de esa noche. Aún habían algunas luces encendidas, en casas o en las calles. La gente estaría tranquila, durmiendo en sus cómodas camas o haciendo lo que estuvieran haciendo, sin sospechar que mínimo dos vecinos iban a morir o desaparecer misteriosamente esa noche. Y no sentía ni el más mínimo remordimiento por ello.

       —Llegas tarde —dijo Solar con tranquilidad, todavía con la mirada fija en las casas del pueblo. Su expresión era imperturbable.

       —Hoy ha sido un poco complicado escapar. Perdona, hermosa —escuchó tras ella. Pocos segundos más tarde aquella mujer ya estaba a su lado.

       Era más alta, aunque tampoco demasiado. Su cuerpo era delgado y sin muchas curvas en comparación a ella misma. Estas mismas curvas estaban escondidas tras un viejo abrigo ancho de color rojo vino, desgastado. No lograba entender por qué le tenía tanto cariño a esa horrible prenda. Su pelo, desaliñado por el viaje, caía sobre sus hombros en una hermosa melena castaña con reflejos rubios.

       —¿Vamos?

       —Vamos.


***


       —Deberíamos tachar este pueblucho asqueroso de la lista. Siempre que venimos me quedo con hambre —se quejaba Solar mientras caminaban a lo que ellas denominaban su “escondite secreto”.

       Dicho escondite no era más que una vieja cabaña abandonada en la espesor del bosque, en el corazón de este. Era el lugar más seguro que habían encontrado para reunirse. Estaba muy estropeado, pero los servía.

       —Son casi todo viejos que a esas horas ya están dormidos—continuó, hablando de mala gana—. O nos colamos en las casas o no volvemos allí —estaba decidida con sus palabras.

       —No —Moonbyul fue directa y cortante—. Es más fácil justificar una muerte en las personas que encontramos por las calles. Podemos despedazar y tirar sus restos a los lobos; si los encuentran culparán a los animales. Echar los cadáveres a algún río y que se los lleve la corriente. O hacer que piensen que simplemente desaparecieron en el bosque.

       Solar refunfuñó algo que Moonbyul no alcanzó a comprender. Después no volvió a nombrar el tema. Tenía razón, aunque le costase reconocerlo debido a su orgullo desmedido.

       Ya habían llegado. No les hacía falta luz porque gracias a su evolución superior evitaban chocar contra muebles y otros elementos en la oscuridad. Aun así, les gustaba verse la una a la otra. Por ello encendieron la luz de la cabaña, la cual milagrosamente aún funcionaba al igual que el agua. De vez en cuando fallaba alguna de las dos cosas, pero tampoco podían pedir mucho más.

       —Eres una guarra, siempre manchándote —comentó Moonbyul cuando pudo ver con claridad a la otra. La sangre, ya seca, recorría parte de su barbilla y caía por su cuello. Sus labios también estaban ligeramente manchados. Sus deliciosos y tentadores labios. Casi parecía que había tratado de pintárselos con la sangre de una de las victimas ¿Quizás para llamar su atención? Lo lograba si ese era el caso.

       —Es para que después me limpies tú —respondió, tan descarada como siempre. En sus labios se dibujó una atrevida sonrisa que dejaba muy claras sus intenciones.

       Casi siempre acababan igual. Era como salir a cenar en una cita romántica y después ir juntas a un hotel.

       —¿Aún tienes hambre? —preguntó Moonbyul sonriendo de una forma muy parecida a la de la otra.

       Solar sabía que no le interesaba si había quedado satisfecha con la cena; Moonbyul quería algo más. Algo que estaba dispuesta a darle las veces que hicieran falta. Tenía siglos para complacer a aquel cuerpo que tantos deseos le provocaba. Y para ser complacida por este, por supuesto.

       —Sí, sí la tengo ¿Me vas a alimentar tú?

       Ahí estaba. Justo donde ella quería llegar. Le encantaba lo bien que podían entenderse.

       Moonbyul dio un paso hacia delante, segura. Solar no retrocedió. Mantuvieron sus miradas puestas en la de la otra con intensidad y comprendieron que el juego había comenzado.

       —Tendrás que portarte bien si quieres comer algo más esta noche —el tono de su voz era autoritario. Algo que, sabiendo lo que se acercaba, empezó a encender el cuerpo de Solar como quien prende una mecha.

       —¿Y qué es lo que más deseas ahora? ¿Qué puedo darte yo? —preguntó Solar con un gran interés por conocer qué era lo que más ansiaba Moonbyul en ese momento.

       Poco a poco se acercaban más la una a la otra.

       —Déjame probarte.

       Lo dijo cuando ya prácticamente sus cuerpos se rozaban. Esos mismos cuerpos que empezaban a sentirse excitados por la anticipación de lo que vendría.

       Lo único que deseaba Moonbyul en ese momento era desnudar a Solar, ver y acariciar cada zona de su cuerpo de forma delicada y dedicada. Lamer y besar sus hermosos pechos y acabar con la cabeza entre aquellas dos piernas que tan loca la volvían.

       Comenzó por sus manchados labios. Pasó la lengua sobre ellos, limpiando los restos de quien había sido la cena de la chica; degustándolos a su paso. Eso provocó un excitante suspiro a Solar, quien ya empezaba a notar que su ropa interior se humedecía con tan solo el contacto de la cálida lengua de Moonbyul sobre su cuerpo. Fuera en la zona que fuera.

       Solar se agarró al desastroso abrigo de la otra y dio un tirón hacia ella, obligándola a acercarse más a su cuerpo. Ahora estaban totalmente pegadas. Sus pechos rozaban los de Moonbyul, ocultos bajo esa horrible tela. Estaba deseando quitársela para adorar su cuerpo.

       La lengua de Moonbyul descendió por el cuello de Solar, tan húmeda como ella misma. Así fue como terminó de borrar los rastros de su crimen. Pero no iba a detenerse ahí. Oh, no. Por supuesto que no.

       Volvió a subir a sus labios y mordió el inferior con la intención de tirar de él. Solar gimió en una mezcla de dolor y excitación. Entonces sintió su labio liberado y lastimado, pero no le importaba en absoluto. En vez de quejarse, lo que hizo fue desabrochar a ciegas el abrigo de Moonbyul mientras esta se encargaba de darle atención a su cuello. Sintió los dientes de la otra rozando su suave piel, acompañados de una lengua juguetona. Suspiró, dejándose llevar e imaginando mil y una cosas indecentes que le gustaría sentir y hacer con aquella mujer que tan loca la volvía.

       Logró deshacerse del dichoso abrigo y lo dejó caer al suelo. A Moonbyul no le importó demasiado, estaba muy concentrada saboreando a Solar y sobando su trasero con ambas manos, disfrutando de hacerlo.

       Solar sabía lo que se escondía detrás de esa horrenda tela. El cuerpo de Moonbyul le parecía perfecto, sus pechos la enloquecían y tenía un trasero bastante bonito, en su opinión. Ahora, una vez sin el abrigo, eso podía ser más notable gracias a las prendas un poco más ceñidas que vestía.

       Sintió una mano subir desde su propio trasero, colándose dentro de su camiseta y buscando el cierre de su sujetador. Este fue desabrochado con la agilidad típica de su amante. Ahora Moonbyul tendría más facilidad para hacer con ellos lo que quisiera y pensar en ello la enloquecía.

       Solar vestía unos pantalones cortos. Muy cortos. En cuanto a vestimenta eran todo lo contrario. Moonbyul era muchísimo más recatada que Solar, pero eso no era un problema ya que sabía que a la hora de la verdad estarían las dos en las mismas condiciones.

       Ya llevaba unos minutos sintiendo un cosquilleo cerca de la parte baja de su vientre y sabía que no era la única. Aquella excitante sensación se intensificó cuando Moonbyul agarró el borde de su escote y tiró hacia abajo junto con el sujetador, dejando sus dos pechos al aire. Entonces esos dientes que tan deliciosamente habían torturado su cuello y habían dejado marcas en este, pasaron a rozar uno de sus pezones. Pero primero se encargó de lamerlo, poco a poco, lentamente. Luego lo rodeó con los labios y succionó muy suavemente. Al mismo tiempo le dio un par de toquecitos con la lengua y cuando el pezón de Solar salió de su boca, ya estaba totalmente endurecido y húmedo.

       Solar apretó inconscientemente sus piernas entre sí, excitada. Sabía que ya no había vuelta atrás. Que estaba totalmente rendida a ella. Quería tocarla. Lo deseaba más que nada, así que no se lo pensó dos veces y llevó una mano a aquella zona entre las piernas de Moonbyul. La mayor las tenía un poco separadas, así que no hubo problema en colar la mano entre sus dos muslos y presionar en su sexo con la palma. De paso pudo comprobar que efectivamente no era la única excitada allí.

       Moonbyul suspiró sobre el pezón de Solar, dándole ahora al otro la misma atención que le había dado al que había decidido atacar primero. Aquel suspiro provocó un ligero escalofrío en la chica, aumentando sus ganas de hacerle suspirar de esa forma, por ella.

       A ciegas fue palpando un poquito entre las piernas de Moonbyul con los dedos hasta dar enseguida con el lugar exacto donde suponía que estaba el clítoris de la chica. Las piernas de la mayor se separaron un poco más y ella empezó a masajear suavemente aquella zona en concreto, haciendo algunas ligeras presiones con los dedos mientras lo hacía. Conforme continuaba podía notar que la tela del pantalón se humedecía un poco más y que la respiración de Moonbyul se aceleraba, sintiéndola sobre sus pechos desnudos. Aquello le hizo sonreír victoriosa.

       —Te he dicho que tenías que portarte bien... —murmuró Moonbyul, con una pequeña sonrisa en los labios. Subió el rostro hasta quedar de nuevo a la altura del de Solar y miró sus ojos con una intensidad y una excitación que hizo que Solar se encendiera aún más de solo mirarlos. Casi parecía que se la estuviera follando con la mirada.

       —¿Y no lo estoy haciendo? ¿Acaso no te gusta esto? —al decir “esto” presionó con más fuerza sobre el sexo de Moonbyul, haciéndole morderse el labio para contener un suspiro.

       Sabía que cuanto más cachonda pusiera a Moonbyul, mejor sería todo después.

       —Estás muy húmeda. —continuó Solar, haciendo énfasis en la palabra “muy”. Mientras hablaba sentía los dedos de Moonbyul acariciar uno de sus pechos, jugueteando con este.

       —¿Y qué hay de ti? —preguntó Moonbyul con interés, deslizando esa misma mano hacia abajo con lentitud.

       Ahora acariciaba su vientre, empeorando la excitación de Solar conforme se iba acercando a su sexo con los dedos.

       Moonbyul caminó hacia delante, decidida. De esta forma obligó a Solar a dar unos pasos hacia atrás, hasta dar con un viejo armario. Ya no podía retroceder más. Sus pantalones comenzaron a ser desabrochados por la otra y pronto acabaron tirados en el suelo. Ahora de cintura hacia abajo solo vestía unas braguitas de color rojo oscuro y con alguna que otra transparencia.

       Moonbyul le lanzó una mirada cargada de lujuria directa a sus ojos, antes de no pensarlo dos veces y agacharse frente a ella. Entonces, una vez de rodillas frente a Solar, acercó una mano a su sexo y empezó a rozarlo con un par de dedos, acariciando un poco entre ambos labios de este, hacia delante y hacia atrás.

       —Y luego me dice a mí... Mírala, si está chorreando —comentó, hablando como si Solar no pudiera escucharla. Pero sabía que lo hacía perfectamente y que sus dedos ya estaban causando estragos en su cuerpo.

       Solar no pudo hacer otra cosa más que separar un poco las piernas, rogándole con aquello que siguiera tocándole. El tacto de sus dedos era delicioso. Pero quería más.

       Moonbyul la complació pronto. Con esos mismos dedos retiró la tela mojada de la ropa interior, dejando su sexo visible a ella. Entonces pasó a sostener la tela con la otra mano para que no volviera a su lugar y estorbase. Los dedos, ligeramente humedecidos con su flujo por las caricias previas, volvieron nuevamente a la acción cuando la tocaron ahora directamente.

       Desde un principio, Solar no tuvo ninguna intención de disimular los sonidos de placer que sabía que iban a escapar de sus labios. Por eso mismo sus labios se entreabrieron y dejaron pasar un profundo y placentero suspiro cuando sintió los dedos de Moonbyul sobre su sexo.

       La más mayor sentía la humedad de la chica manchando sus dedos a cada caricia que le proporcionaba. Saber lo excitada que estaba Solar y comprobarlo ella misma, empeoraba su propio estado. Pero primero iba a darle su merecido por provocarla de esa forma tan descarada. Después le dejaría cumplir con su parte.

       Al final acabó quitándole las bragas para tener ambas manos libres. La prenda descendió por las acaloradas piernas de la chica, hasta terminar en el suelo junto con sus pantalones. Entonces se levantó del suelo ante la disconforme mirada de la otra.

       —No te preocupes, que vas a seguir teniendo lo tuyo —dijo con una sonrisa lasciva en los labios. Solar se estremeció—. Ven conmigo, vamos.

       La tomó de la mano y la dirigió a través de la cabaña hasta el dormitorio principal de esta. En esa habitación había una gran y antigua cama de matrimonio. Sería aquel el lugar donde la haría suya.

       Solar se detuvo de pie frente a la cama y miró a Moonbyul expectante. No es que fuera muy sumisa, pero esa mujer era capaz de hacer cosas increíbles con ella. Para su sorpresa, Moonbyul se limitó a sentarse sobre la cama, frente a su cuerpo semi desnudo.

       Aquella imagen era totalmente excitante y pornográfica. De cintura para abajo estaba completamente desnuda, dejando a la vista todos sus encantos. Pero de cintura hacia arriba seguía llevando la camiseta bajada y el sujetador desabrochado, con sus redondos y hermosos pechos totalmente al descubierto, con esos deliciosos pezones suyos, duros gracias a ella. Joder, qué calor tenía.

       Solar supo lo que tenía que hacer con solo mirarla. Se plantó decidida delante de Moonbyul y no dudó ni un segundo en quitarse ella misma la ropa que le quedaba puesta. De esta forma quedó desnuda del todo ante ella, exponiendo y entregando su cuerpo a la mujer que tanto deseaba.

       Entonces dio unos pasos hacia delante, sin vacilar, y puso una pierna a cada lado de las de Moonbyul, apoyando las rodillas encima del colchón. Sintió las manos de la mayor sobre sus nalgas, apretando con intensidad e incluso clavando sus uñas un poco. Sabía que aquella noche volvería al refugio con más de un arañazo y que recibiría preguntas, pero no le importaba en absoluto. Que la marcase todo lo que le diera la gana. Que la hiciera suya hasta no poder más.

       Moonbyul atacó primero sus labios, desesperada por devorarlos una vez más. Después bajó por su cuello, lo lamió y besó con dedicación. Después subió de nuevo a sus labios y la besó apasionadamente. En realidad, no sabía hacia donde ir. Estaba loca por comerse enterita a aquella mujer.

       Se dejó caer hacia atrás, tumbada en el colchón. Solar quedó sentada sobre sus caderas, con el pelo totalmente despeinado a aquellas alturas de la noche, sudorosa. Clavó la mirada en los ojos de Moonbyul, llena de excitación y lujuria. Entonces gateó sobre su cuerpo. Quería sentirla de nuevo, como en la otra sala. Lo necesitaba. Su cuerpo lo pedía a gritos.

       Moonbyul no se negó en absoluto a lo que Solar iba a hacer, al contrario. Desde allí abajo podría tener un buen control para hacerla sentir como una mujer muy afortunada y darle todo el placer que quisiera y más con su experta lengua. Sí, así pensaba de ella misma. Su experiencia le había demostrado que esa era la realidad.

       Solar apoyó las rodillas nuevamente en el colchón, esta vez dejando la cabeza de Moonbyul entre ellas, sentándose literalmente sobre su rostro. Moonbyul llevó una mano a cada lado de la cadera de la otra, sosteniendo esta con firmeza para manejarla a su antojo. Entonces levantó un poco la cabeza hasta alcanzar con los labios el sexo de Solar.

       Un gemido escapó de su boca cuando sintió aquel cálido y suave músculo palpando su clítoris, empezando a moverse sobre esa zona tan delicada y en ese momento, excitada, de su cuerpo. Se sentía tan tan bien. Más. Su cuerpo le pedía más.

       Moonbyul dejó caer de nuevo la cabeza sobre el colchón para no cansarse y empezó a actuar con sus manos, encargándose de mover un poco a Solar para que la experiencia fuera más placentera. Aunque sabía que al final se acabaría moviendo ella sola mientras gemía y suplicaba.

       Jugueteó durante un ratito con su clítoris sin cansarse, disfrutándolo. No le importaba si ella misma no estaba recibiendo atención en ese momento a pesar de estar totalmente excitada y con ganas de desfogarse. De vez en cuando pasaba la lengua por otras zonas, recorriendo su sexo de arriba a abajo, examinándolo, probando su humedad y fijándose en los puntos exactos donde Solar reaccionaba con más fuerza para aprovecharlo y matarla de placer.

       Tal y como Moonbyul había predicho, Solar acabó totalmente entregada, dejándose llevar por la otra. Sus caderas empezaron a moverse solas, subiendo y bajando un poco y obligando así a Moonbyul a seguir su ritmo con la cabeza. Sus gemidos pasaron a ser cada vez un poco más sonoros, entre mezclándose con los jadeos de placer y algún que otro sonidito más que indicaba lo bien que lo estaba pasando.

       Entonces todo aumentó cuando a la lengua de Moonbyul se sumaron dos de sus dedos. Los sentía dentro de ella, jugueteando, acariciándola y empapándose con su flujo. Un sonoro gemido llenó en el dormitorio cuando los dedos salieron y volvieron a entrar en ella, justo a la vez que Moonbyul presionaba su clítoris y movía la lengua sobre este con una exactitud que casi daba miedo. Fue entonces cuando todo se descontroló y ya no hubo forma de mandar sobre sus propias acciones.

       Las caderas de Solar empezaron a moverse con más intensidad, ayudada por una de las manos de Moonbyul mientras la otra se encargaba de darle placer. Esto provocó que los dedos de la chica, a los cuales se les había sumado uno más, salieran y entraran con más rapidez de su cuerpo, contrastando con los movimientos de lengua de Moonbyul. Estos eran más lentos, más delicados y cuidadosos, pero totalmente efectivos.

       Moonbyul propinó una fuerte y sonora palmada en una de las nalgas de Solar, quien ya estaba cercana al orgasmo. Desde allí no podía ver mucho, pero lo que escuchaba era suficiente para hacerle querer que aquella diosa acabara en su boca.

       Durante unos segundos los movimientos fueron más intensos, los gemidos descontrolados y después, Solar arqueó su espalda hacia atrás al sentir la llegada de aquel placentero orgasmo. Su último gemido se prolongó prácticamente hasta el final de este. Sus caderas se detuvieron, pero Moonbyul siguió por su cuenta hasta sentir que todo había acabado totalmente.

       Solar tardó un poco en reaccionar hasta quitarse de encima de ella, acalorada y un poco alterada por la experiencia, pero al mismo tiempo relajada y satisfecha.

       Moonbyul había acabado con tres de sus dedos empapados y resbaladizos, junto con una boca que le sabía a la otra. Eso solo la excitaba más. Se relamió, probando aquel sabor que había quedado en sus labios ahora húmedos. Se incorporó un poco y miró a Solar, tendida junto a ella, desnuda y con las piernas separadas, mostrando todo su sexo recién atendido. Ahora le tocaba a ella.


***


       —¿Cuando será nuestra próxima reunión? —preguntó Solar, sentada en el borde de la cama, aún totalmente desnuda.

       Moonbyul iba igual a ella, sin una sola prenda. Al final siempre acababan en iguales condiciones. Siempre. Estaba junto a la ventana, por la cual entraba la luz de la luna. Aquello la hacía parecer aún más hermosa.

       Miró el cielo, sabiendo que no quedaba mucho para el amanecer y que no podrían quedarse allí mucho más tiempo. Entonces se giró hacia ella para responder a su pregunta, con una divertida sonrisa en los labios.

       —Acabamos de terminar y ya estás preguntando cuando será la siguiente. Qué viciosa.

       Tuvo que esquivar el golpe de un polvoriento cojín que le lanzó Solar. Lo hizo conteniendo la risa.


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