Ya llegaba tarde. Que
tardón era.
Había llegado el frío a la ciudad y estaba encogida en su
abrigo. Soplaba, y una pequeña nube de humo se formaba sobre ella, que se
acababa disolviendo, uniéndose al aire frío en poco tiempo.
Los meses pasaron y ninguno dijo nada de lo que
sentían. Se veían constantemente, de
diferentes maneras, pero ninguno le había abierto el corazón al otro.
Amber, poco a poco, lo amaba cada día más, se alegraba al
verlo cada día dedicándole sonrisas. Ag, pero estaba tardando mucho en ella y
se estaba congelando.
-¡Ya estoy aquí!
Al girarse, vio a Zelo corriendo hasta ella, parecía venir
desde su casa sin dejar de correr.
-¡Tardón!
-Lo siento, pero es que he tenido un pequeño problemilla.
-¿Ya te ha salido alguna admiradora nueva? No era la primera
vez que a Zelo le pasaba algo así, aunque él siempre las largaba rápidamente.
-No, algo peor.
-¿Peor? –Se empezó a preocupar ¿y si había pasado algo malo?
-Sí, no encontraba un guante –Zelo le enseñó sus manos y pudo
ver que le faltaba un guante en una de ellas ¿de verdad que se había empezado a
preocupar por eso?
-Pero que tonto.
-¡Oye! Que se me quedaran los deditos helados y se romperán.
Amber comenzó a caminar, riendo, seguida por un Zelo que
protestaba todo indignado. Caminaban bien juntos, bien abrigados. Decidieron ir a probar la pista de patinaje
sobre hielo. Amber sabía, pero lo dudaba
de Zelo, que es más, no sabía para anda, pero él iba muy convencido de que
sería fácil.
La cola para entrar estaba llena de parejas o grupos de
amigos que también iban a pasar la tarde allí. Se pusieron a la cola, la cual
no tardó mucho y en seguida estaban pagando su entrada. Tras hacerlo, pasaron a
que les dieran sus botas de patinaje. Sentados sobre un banco se cambiaron los
zapatos, donde Amber no dejaba de reír, cuando Zelo se puso en pie e intentó
andar con aquellas botas que lo hacían parecer un pato.
Cogidos de la mano, avanzaron hasta la pista. Amber
conseguía estar en pie, pero Zelo, le costaba mantenerse en pie, no tenía
bastante equilibrio y cayó de culo en mitad de la pista. La chica no podía parar de reír, pero
mientras lo hacía, se acercó hasta él para ayudarlo a ponerse en pie, pero cayó
junto a él. Ahora ambos soltaron una carcajada a la vez.
Pasaron la tarde, por allí, pero sobre todo en el suelo,
bueno, eso Zelo. Se caía en cada momento, de diversas maneras. Se llevó por
delante a una pareja y a unas muchachas las cuales se sonrojaron cuando cayó a
su lado. Pero una de las veces que cayó, al lado de Amber, se enganchó a una de
sus piernas.
-¡Zelo, suelta!
-¡No quiero!
-¡Que sueltes!
-¡Mía!
-¡Que me voy a caer!
-¡Mía, mía!
-¡Zelooo!
La gente los miraba divertidos, como ella arrastraba al
chico que no cedía a soltar su pierna.
Pero alguien, al cual creían perdido, los observaba, no
perdía detalle de lo que estaba sucediendo,
esa felicidad que tanto desprendían, un duraría tanto, él se encargaría
de ello.
Cuando salieron, Amber y Zelo, sentían dolores por todo el
cuerpo, pero lo habían pasado estupendamente. Sobre todo, era Zelo quien sentía
más dolor, pero temía por unos grandes moratones en el trasero.
Entrelazaron sus dedos al agarrarse de la mano. Tenían
pendiente una merienda, así que no se demoraron más en ir directos a una
cafetería cercana. Se encontraba atestada de gente, pero encontraron una mesa
libre, donde, se apresuraron por sentarse y que nadie se la robase antes de que
llegaran.
-Voy a pedir algo, no tardo.
Amber vio como Zelo se alejaba hasta la barra, perdiéndose
entre el bullicio de gente. Esperaba que no tardara mucho, no sabía porque,
pero tenía una mala sensación, la cual no tardó mucho en cumplirse.
Por un momento, se descuidó, y alguien ocupó el asiento
enfrente de ella, y no era Zelo. Contuvo el aliento por un momento. Hacía meses
que no lo veía y no es que le entusiasmara hacerlo, preferiría que no.
-Buenas tardes, ¿qué hay de tu vida?
-¿Qué quieres Taemin?
-A ti.
-¿Perdón?
-Me has escuchado bien.
-Pero acabas de decir una estupidez, muy grande.
-No la he dicho.
-Pero lo has dicho ¿por qué?
-Porque uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo
pierde.
-Exactamente, lo has perdido, pero para siempre, no para
cuando quieras tú.
Amber y Taemin se miraban fijamente, serios, retándose uno
al otro con la mirada. Ella no quería
que estuviese allí, él ya formaba parte de su pasado, y ni por todo el oro del
mundo, dejaría que volviese a su vida, ya que esta ahora estaba al lado de
Zelo.
-Ya lo veremos.
-No se va a ver nada, Taemin, no eres nada ya.
-¿Conoces el dicho que donde hubo fuego, quedan cenizas?
-Pero yo las he barrido y tirado a la basura.
-Estás más hermosa.
-Vente, y olvídate de mí.
-¿Por qué? ¿Me tienes miedo?
-Ninguno.
-¿O vendrá tu novio, un crío, a decirme algo?
-No te confíes por la edad, puede llegar a ser mucho mejor
que tú.
El silencio reinó por un momento sobre ellos, a pesar de
todo el murmullo y ruido de la gente que los rodeaba. Taemin sonreía
ladinamente, mientras recorría con la mirada la expresión del rostro de ella.
-No me da miedo tu noviocito.
-Pues ten miedo de mí.
-No me…
-¿Qué estás haciendo aquí?
Una voz cargada de rabia, hizo que ambos desviaran su mirada
hacia un furioso Zelo que observaba fijamente a Taemin, con ira, la cual
mantenía retenida como podía, no quería causar problemas es aquel lugar.
-Vaya, has aparecido –Taemin, sonrió divertido y orgulloso
por la situación en la que se encontraba, creyéndose sí mismo es dominante de
esta.- He venido a robarte a la novia.
En un abrir y cerrar de ojos, Zelo, agarraba por el cuello
de la camisa a Taemin, casi levantándolo del suelo. Las tazas que llevaba en
las manos, cayeron al suelo rotas, haciendo que la atención de los presentes
estuviera en ellos dos.
-Vuelve a repetir eso, cobarde.
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